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martes, 29 de julio de 2014
NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
— Corazón de Jesús, herido de amor por nosotros, perdona nuestros pecados y danos un corazón nuevo.
R/ Corazón de Jesús, herido de amor por nosotros, perdona nuestros pecados y danos un corazón nuevo.
—«Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios
sagrado corazón
es Amor» (1Jn 4, 8). Tú que nos has abierto en el amor un camino para imitarte, accesible a todos y de inagotable fecundidad, ayúdanos a recordar que sin amor nada somos. Por nuestras desidias y perezas en el amor, por nuestras desganas, desconfianzas y desalientos…
R/ Corazón de Jesús, herido de amor por nosotros, perdona nuestros pecados y danos un corazón nuevo.
—«Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas» (Mt 11, 29). Tú que nos muestras en tu Corazón la humildad como raíz, la mansedumbre como fruto, haz que imitándote en estas virtudes alcancemos el precioso don de la paz del alma y con todos los hombres. Por las actitudes de soberbia que has encontrado en nosotros…
R/ Corazón de Jesús, herido de amor por nosotros, perdona nuestros pecados y danos un corazón nuevo.
—«Si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas» (Mt 6, 14-15). Danos, Señor, la gracia de perdonar y no guardar rencor a quienes nos han hecho sufrir en nuestra vida, con la generosidad con que tú nos abrazas en nuestro pecado. Por las veces en que no nos hemos abierto al perdón hacia nuestros hermanos y nos hemos dejado llevar de amargura y resentimiento…
R/ Corazón de Jesús, herido de amor por nosotros, perdona nuestros pecados y danos un corazón nuevo.
—«Malas palabras no salgan de vuestra boca; lo que digáis sea bueno, constructivo y oportuno, así hará bien a los que lo oyen» (Ef 4, 29). Ayúdanos, Señor, a emplear el don de la palabra para edificar y nunca para hacer daño. Por las veces en que hemos preferido ver y difundir el mal y no el bien que hay en personas e instituciones…
R/ Corazón de Jesús, herido de amor por nosotros, perdona nuestros pecados y danos un corazón nuevo.
—«Llevad los unos las cargas de los otros y así cumpliréis la ley de Cristo» (Gál 6, 2). Haz, Señor, que nos amemos y comprendamos unos a otros con entrañas de misericordia, siendo así para los demás transparencia de tu Rostro. Por las veces en que ha prevalecido en nosotros el individualismo y la cerrazón ante las necesidades de nuestros hermanos…
R/ Corazón de Jesús, herido de amor por nosotros, perdona nuestros pecados y danos un corazón nuevo.
—«Que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado» (Jn 17, 21). Tú que rezaste para que seamos uno, haznos cada día pacientes constructores de unidad dentro de la gran familia del Movimiento y entre todos los hijos de la Iglesia. Por las veces en que hemos secundado el espíritu de división y discordia que viene del Maligno…
R/ Corazón de Jesús, herido de amor por nosotros, perdona nuestros pecados y danos un corazón nuevo.
—Misericordia, Señor, hemos pecado.
R/ Corazón de Jesús, herido de amor por nosotros, perdona nuestros pecados y danos un corazón nuevo.
Oremos:
Señor, Dios nuestro, infúndenos las virtudes del Corazón de tu Hijo e inflámanos con sus mismos sentimientos, para que, conformados a su imagen, merezcamos participar en los frutos de la redención eterna. Por Cristo nuestro Señor,
R/ Amén.
El Regnum Christi impulsa un periodo de conversión para que su renovación sea profunda en el amor
A las puertas de que finalice el proceso de renovación que el Regnum Christi inició en 2010, sus responsables generales han impulsado un tiempo que ayude a concluir en profundidad esta etapa de su historia: “No queremos que los acontecimientos que vamos a vivir sean sólo encuentros para estudiar y aprobar el texto de las Constituciones y los Estatutos o que se limiten a hacer una revisión superficial de nuestra vida”, aseguran en una carta enviada a todos los miembros.
“Sentimos que es necesaria una adecuada preparación espiritual, un itinerario personal y comunitario para renovar el amor”, afirman. “El verdadero fruto será más la transformación de nuestras mentes y nuestros corazones a la alegría y la entrega en el camino de santidad que Dios nos propone”, aseguran, y explicitan algunos puntos que asumen como responsables en este proceso.
Será a comienzos de 2014 cuando tendrán lugar el Capítulo General de los legionarios de Cristo, las Asambleas Generales de los consagrados y consagradas del Regnum Christi y la Asamblea General de este movimiento en su conjunto. En estos encuentros se dará redacción final a las nuevas constituciones y estatutos, y con ellos concluirá el proceso de renovación y purificación que les pidió el Papa Benedicto XVI en el año 2010, y que ha sido guiado por el Delegado Pontificio, el Cardenal Velasio De Paolis.
En este contexto de su historia, los responsables generales del Regnum Christi han compartido con todos los miembros una carta expresándoles su anhelo de seguir teniendo presente el camino de conversión personal y comunitaria para una profunda renovación en el amor: “Sería triste que pretendiéramos medir los frutos del Capítulo y de las Asambleas por la profundidad y belleza de los documentos que ahí se promulguen”, afirman. “El verdadero fruto será más bien la transformación de nuestras mentes y nuestros corazones a la alegría y la entrega en el camino de santidad que Dios nos propone”, aseguran.
Para ello, han propuesto un tiempo de conversión que se iniciará con la festividad del Sagrado Corazón: “La renovación en santidad de la Legión y el Regnum Christi dependen de nuestra capacidad de hacer la verdad sobre nuestras vidas y acoger con sencillez la gracia de la conversión”, afirman en la carta, e invitan a los miembros a que, desde el punto en el que cada uno se encuentre “se abra a la gracia de una verdadera renovación en el amor a Dios, al prójimo y a la propia vocación en el Regnum Christi”, se disponga “al encuentro de quienes se sienten heridos”, o cultive “el deseo de aprender a perdonar y la humildad de pedir perdón para no vivir presos del rencor”.
En el ámbito de las comunidades de legionarios, consagrados y miembros seglares, los responsables generales del Regnum Christi expresan su deseo de que se renueve y fortalezca la “unión de corazones” en lo esencial para vivir e imitar la vida de las primeras comunidades cristianas, y expresan su deseo de “reconciliarnos allí donde haga falta y aprender a escucharnos, comprendernos, aceptarnos y exigirnos santamente” o de “comprometernos unos con otros para ser verdaderamente hermanos en la vocación común y en la misión que compartimos”.
Los propios responsables generales asumen en la carta varios aspectos a los que se comprometen por su parte para “llevar adelante el camino de renovación que nos ha marcado la Iglesia”, y que son: llegar al Capítulo y a las Asambleas “habiendo alcanzado una mayor claridad sobre el don que Dios hace a la Iglesia a través del Regnum Christi, habiendo madurado las reglas y las estructuras que más nos ayuden a custodiar el carisma, y habiendo puesto las bases para superar lo que ha de purificarse en nuestra mentalidad y costumbres”. Por otro lado, renuevan si determinación de “seguir saliendo al encuentro de todos aquellos que han sufrido más” y su “compromiso personal e institucional de poner nuestros talentos al servicio de la Iglesia con humildad, gratitud y entusiasmo”.
La carta concluye con una oración para unirse a la novena al Sagrado Corazón, y pide a los miembros que recen con insistencia para que se produzca “una nueva efusión del Espíritu Santo que transforme, sane y renueve nuestros corazones como lo hizo en Pentecostés”
domingo, 27 de julio de 2014
La serpiente y la luciérnaga
Cuenta la Leyenda, que una vez, una serpiente empezó a perseguir a una Luciérnaga; esta huía rápido con miedo de la feroz depredadora, y la serpiente no pensaba desistir.
Huyó un día, y ella no desistía, dos días y nada.....En el tercer día, ya sin fuerzas la Luciérnaga paro y dijo a la serpiente:
-Puedo hacerte tres preguntas???
-No acostumbro dar ese privilegio a nadie pero como te voy a devorar, puedes preguntar...
-¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?
-No, contestó la serpiente....
-¿Yo te hice algún mal?
-No, volvió a responder
-Entonces, ¿Por qué quieres acabar conmigo?
-Porque no soporto verte brillar........!
Muchos de nosotros nos hemos visto envueltos en situaciones donde nos preguntamos: ¿Por qué me pasa esto si yo no he hecho nada malo?
Sencillo.......porque no soportan verte brillar.
La Envidia, es el peor sentimiento que podemos padecer..........
Que envidien tus logros, tu éxito......Que Envidien verte brillar.....
Cuando esto pase, no dejes de Brillar, continua siendo tu mismo, sigue dando lo mejor de ti, sigue haciendo lo mejor, no permitas que te lastimen, no permitas que te hieran, Sigue Brillando y No podrán tocarte....
porque tu Luz seguirá intacta!!!
El anciano y el niño
Eramos la única familia en el restaurante con un niño. Yo senté a Daniel en una silla para niño y me di cuenta que todos estaban tranquilos comiendo y charlando. De repente, Daniel pegó un grito con ansia y dijo, "Hola amigo!".
Golpeando la mesa con sus gorditas manos, sus ojos estaban bien abiertos por la admiración y su boca mostraba la falta de dientes en su encía.
Con mucho regocijo él se reía y se retorcía. Yo miré alrededor, vi la razón de su regocijo.
Era un hombre andrajoso con un abrigo en su hombro; sucio, grasoso y roto.
Sus pantalones eran anchos y con el cierre abierto hasta la mitad y sus dedos se asomaban a través de lo que fueron unos zapatos.
Su camisa estaba sucia y su cabello no había recibido una peinilla por largo tiempo.
Sus patillas eran cortas y muy poquitas y su nariz tenía tantas venitas que parecía un mapa.
Estábamos un poco lejos de él para saber si olía, pero seguro que olía mal. Sus manos comenzaron a menearse para saludar.
"Hola bebito, como estas muchachón," le dijo el hombre a Daniel.
Mi esposa y yo nos miramos, "Que hacemos?"
Daniel continuó riéndose y contestó: "Hola, hola amigo."
Todos en el restaurante nos miraron y luego miraron al pordiosero. El viejo sucio estaba incomodando a nuestro hermoso hijo.
Nos trajeron nuestra comida y el hombre comenzó a hablarle a nuestro hijo como un bebe. Nadie creía que era simpático lo que el hombre estaba haciendo. Obviamente el estaba borracho. Mi esposa y yo estábamos avergonzados.
Comimos en silencio, menos Daniel que estaba súper inquieto y mostrando todo su repertorio al pordiosero, quien le contestaba con sus niñadas.
Finalmente terminamos de comer y nos dirigimos hacia la puerta.
Mi esposa fue a pagar la cuenta y le dije que nos encontraríamos en el estacionamiento.
El viejo se encontraba muy cerca de la puerta de salida.
"Dios mío, ayúdame a salir de aquí antes de que este loco le hable a Daniel" -dije orando, mientras caminaba cercano al hombre.
Le di un poco la espalda tratando de salir sin respirar ni un poquito del aire que él pudiera estar respirando.
Mientras yo hacía esto, Daniel se volvió rápidamente en dirección hacia donde estaba el viejo y puso sus brazos en posición de "cárgame."
Antes de que yo se lo impidiera, Daniel se abalanzó desde mis brazos hacia los brazos del hombre.
Rápidamente el muy oloroso viejo y el joven niño consumaron su relación amorosa.
Daniel en un acto de total confianza, amor y sumisión recargó su cabeza sobre el hombro del pordiosero.
El hombre cerró sus ojos y pude ver lágrimas corriendo por sus mejillas.
Sus viejas y maltratadas manos llenas de cicatrices, dolor y duro trabajo, suave, muy suavemente, acariciaban la espalda de Daniel. Nunca dos seres se habían amado tan profundamente en tan poco tiempo.
Yo me detuve aterrado.
El viejo hombre se meció con Daniel en sus brazos por un momento, luego abrió sus ojos y me miró directamente a los míos.
Me dijo en voz fuerte y segura: "Usted cuide a este niño."
De alguna manera le conteste "Así lo haré" con un inmenso nudo en mi garganta.
El separó a Daniel de su pecho, lentamente, como si tuviera un dolor.
Recibí a mi niño, y el viejo hombre me dijo: "Dios le bendiga, señor. Usted me ha dado un hermoso regalo." No pude decir más que un entrecortado gracias.
Con Daniel en mis brazos, caminé rápidamente hacia el carro.
Mi esposa se preguntaba por qué estaba llorando y sosteniendo a Daniel tan apretadamente, y por qué yo estaba diciendo:
"Dios mío, Dios mío, perdóname."
Yo acababa de presenciar el amor de Cristo a través de la inocencia de un pequeño niño que no vio pecado, que no hizo ningún juicio; un niño que vio un alma y unos padres que vieron un montón de ropa sucia.
Yo fui un cristiano ciego, cargando un niño que no lo era.
Yo sentí que Dios me estuvo preguntando: "Estás dispuesto a compartir tu hijo por un momento?
"Cuando El compartió a su hijo por toda la eternidad.
El viejo andrajoso, inconscientemente, me recordó aquellas palabras que dicen: "De cierto os digo, que el que no recibiere el reino de Dios como un niño, no entrará en él." (Marcos 10:15)
Servir a los demás
Una noche de tormenta, hace ya bastantes años, un matrimonio mayor entró en la recepción de un pequeño hotel en Filadelfia. Se aproximaron al mostrador y preguntaron: "¿Puede darnos una habitación?".
El empleado, un hombre atento y de movimientos rápidos, les dijo: "Lo siento de verdad, pero hoy se celebran tres convenciones simultáneas en la ciudad. Todas nuestras habitaciones y las de los demás hoteles cercanos están ocupadas”. El matrimonio manifestó discretamente su agobio, pues era difícil que a esa hora y con ese tiempo tan horroroso pudieran encontrar dónde pasar la noche. El empleado entonces les dijo: "Miren..., no puedo dejarles marchar sin más con este aguacero. Si ustedes aceptan la incomodidad, puedo ofrecerles mi propia habitación. Yo me arreglaré con el sillón de la oficina, pues tengo que estar toda la noche pendiente de lo que pase”.
El matrimonio rechazó el ofrecimiento, pues les parecía abusar de la cortesía de aquel hombre. Pero el empleado insistió con cordialidad y finalmente ocuparon su habitación. A la mañana siguiente, al pagar la estancia, aquel hombre dijo al empleado: "Usted es el tipo de gerente que yo tendría en mi propio hotel. Quizás algún día construya uno para devolverle el favor que hoy nos ha hecho". Él tomó la frase como un cumplido y se despidieron amistosamente.
Pasados dos años, recibió una carta de aquel hombre, donde le recordaba la anécdota y le enviaba un billete de ida y vuelta a New York, con la petición expresa de que por favor acudiese. Con cierta curiosidad, aceptó el ofrecimiento. Después de un breve recorrido, el hombre mayor le condujo hasta la esquina de la Quinta Avenida y la calle 34, señaló un imponente edificio con fachada de piedra rojiza y le dijo: "Este es el hotel que estoy construyendo para usted". El empleado le miró con asombro: "¿Es una broma, verdad?". "Puedo asegurarle que no", le contestó. Así fue como William Waldorf Astor construyó el Waldorf Astoria original y contrató a su primer gerente, de nombre George C. Boldt.
Es evidente que Boldt no podía imaginar que su vida estaba cambiando para siempre cuando tuvo el detalle al atender cortesmente al viejo Waldorf Astor en aquella noche tormentosa en Filadelfia. Pero lo sucedido es una muestra de cómo servir a los demás es algo que siempre tiene un buen retorno, sobre todo cuando uno no lo busca ni lo espera.
La amistad, el amor, la felicidad y el servicio a los demás, son realidades muy vinculadas. Nadie puede asegurarnos la felicidad, pero lo que a cada uno corresponde es procurar merecerla. La felicidad es como el premio de la virtud. Por eso decía Platón que “si el semblante de la virtud pudiera verse, enamoraría a todos”.
Mejorar en nuestra propia virtud —y ser por tanto personas más sinceras, leales, generosas, pacientes o trabajadoras—, no debe ser un empeño narcisista, ni una búsqueda ansiosa de la propia excelencia que acaba en una obstinación egoísta y ridícula. La mejora personal no se alcanza cuando se considera un fin en sí misma, sino cuando nos apremia la necesidad de tratar bien a las personas.
Habituarse a pensar en los demás y a prestarles ayuda, sin servilismos, es una buena forma de superar ese sentimentalismo bobalicón que inicialmente exhala generosidad pero luego se echa atrás, siempre con muy razonados motivos, cuando llega el momento diario de la verdad. A medida que las personas adquirimos la madurez y la libertad necesarias para superar los imperativos del egoísmo, se abre paso ese criterio de servicio que llena la vida de interés y de alegría espontáneas. Templar el propio yo, con sus deseos y sus miserias, purifica el espíritu de muchos pequeños motivos de tristeza que nacen del excesivo apego y preocupación por uno mismo.
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