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lunes, 31 de octubre de 2022

Cosas de Dios

 

¿No te parece extraño?

gato sorprendido¿No te parece extraño cómo un billete de 20$ "parece" tan grande cuando lo llevas a la Iglesia, pero tan pequeño cuando lo llevas a las tiendas?

¿No te parece extraño cuán larga parece una hora cuando oímos hablar de Dios, pero cuán corta cuando un equipo juega al fútbol por "solo" 90 minutos?

¿No te parece extraño cuán larga parece una hora cuando estás en la Iglesia, pero qué corta es cuando estás divirtiéndote en algún lugar?

¿No te parece extraño que no puedes pensar en algo que decir cuando rezas, pero no tienes ninguna dificultad en pensar cosas de qué conversar con un amigo?

¿No te parece extraño cuánto nos emocionamos cuando un partido de fútbol llega a la prórroga y se extiende un tiempo extra, pero nos quejamos cuando el sermón es un poquito más largo que lo usual?

¿No te parece extraño lo difícil que es leer un capítulo de la Biblia, pero qué fácil es leer 100 tweets o 100 whatsapps al día?

¿No te parece extraño cómo las personas desean los asientos del frente en cualquier partido o concierto, pero hasta se esfuerzan para buscar los asientos de atrás en las iglesias?

¿No te parece extraño que necesitemos 2 o 3 semanas de aviso para incluir un evento de la Iglesia en nuestra agenda, pero podemos ajustar nuestra agenda para otros eventos en el último momento?

¿No te parece extraño lo difícil que es aprender una verdad simple del Evangelio para compartirla con otros, pero qué fácil es para las mismas personas entender y repetir un chisme?

¿No te parece extraño cómo creemos rápida y facilmente lo que dicen los periódicos y las redes sociales, pero cuestionamos lo que dice la Biblia?

¿No te parece extraño que todos quieran ir al cielo, siempre y cuando no tengan que creer, o pensar, o decir, o hacer alguna cosa que requiera esfuerzo?

¿No te parece extraño cómo podemos enviar miles de chistes por whatsapp y se esparcen como reguero de pólvora, pero cuando empezamos a enviar mensajes acerca de Dios, la gente lo piensa dos veces antes de compartirlos con otros?

Es extraño, ¿no te parece?...

No tengas miedo de hablar de Dios y dar gracias al Señor porque Él es bueno!

Ahora que has leído este mensaje, compártelo por favor en las redes sociales o recomienda a todas las personas que consideres tus amigos que visiten este enlace:

Cosas de Dios

Si no lo veo, no lo creo

 

La dulzura de Dios

azucareroUn cierto día, la profesora, queriendo saber si todos habían estudiado la lección solicitada, preguntó a los niños quién sabría explicar quién es Dios.

Uno de los niños levantó el brazo y dijo: Dios es nuestro Padre, Él hizo la tierra, el mar y todo lo que está en ella; nos hizo como hijos de Él. La profesora queriendo buscar más respuestas fue más lejos. ¿Cómo saben que Dios existe si nunca lo han visto?

La sala quedó toda en silencio. Pedro, un niño muy tímido, alzó la mano y dijo: Mi madre me dijo que Dios es como el azúcar en mi leche que ella hace todas las mañanas. Yo no veo el azúcar que está dentro de la taza de leche, pero si ella no pone el azúcar, la leche queda sin sabor. Dios existe y está siempre en medio de nosotros, solo que no lo vemos. Pero si Él no está, nuestra vida queda sin sabor. La profesora sonrió y dijo: Muy bien Pedro, yo os he enseñado muchas cosas, pero tú, Pedro, me has enseñado algo más profundo que todo lo que yo ya sabía. Ahora sé que Dios es nuestro azúcar y que está todos los días endulzando nuestras vidas.

Le dio un beso y salió sorprendida con la respuesta de aquel niño.

A veces, razonar la existencia de Dios no consiste en proporcionar grandes explicaciones o demostraciones complejas. La sabiduría no está en el conocimiento, pues teorías existen muchas, pero dulzura como la de Dios no existe todavía ni en los mejores azúcares.

Decálogo para mantenerse en forma sin dejar de comer

 

Decálogo para mantenerse en forma sin dejar de comer

hamburguesa gigante


1.- Cada día, cuando suene el despertador, respira profundamente, sonríe con ganas y date un aplauso.

Eres una persona privilegiada. Estás vivo. Él tiempo se te regala a cambio de nada. Tienes por delante la posibilidad de ser feliz. El tiempo no es una condena, es la posibilidad del amor, del gozo, de la felicidad. No lo conviertas en un barbecho estéril. Generalmente es una cuestión que sólo depende de ti. Date una oportunidad.

2.- Mírate al espejo y ríete un poco de ti mismo.

Verás que tienes el corazón despeinado, la ilusión legañosa y la generosidad en pleno bostezo. Date una buena ducha de optimismo y verás qué bien te sientes. Hay muchos que sólo se duchan por fuera, y, claro, huelen. El mejor secreto contra la vejez es aplicarse alguna crema que mantenga tersos tus ideales. Te ofrezco una marca: la utopía.

3.- Conecta tu teléfono móvil y llama.

Dios te escucha. Siempre tendrás cobertura. Reza saboreando despacio tus sentimientos. ¡Cómo se esponja el corazón cuando uno se descubre amado de Dios! ¡Saltarás de gozo como un cervatillo! Te quedará un cuerpo "Danone" dispuesto a devorar el día y repartirás alegría incluso a quien no te la pide. Recuerda: de mañana y a última hora del día tienes tarifa reducida. Aprovecha y llama.

4.- Mantén la línea de tu libertad.

Controla la dosis de fútbol, de ruidos, de tele y de alcohol. De lo contrario perderás en la primera esquina la ingenuidad. Pasarás de ser un fan a ser un fanático, antes de que puedas darte cuenta. Si te viene la tentación cómprate un libro, es lo que más se parece a libre. Cuídate y recuerda el verso del poeta "Érase un hombre a un televisor pegado...".

5.- Sonríe siempre, sonríe.

La sonrisa es tu arruga más bella y te mantiene joven. Cada vez que sonríes abres mil puertas cerradas y pones nombre a la gente que pasa. No hay dinero capaz de comprar una sonrisa auténtica y, sin embargo, brota espontánea cuando es gratuita. Sé tú así, como una sonrisa, porque tampoco tú tienes precio.

6.- Haz ejercicios diariamente.

Practica el perdón, la tolerancia, el respeto, la sensibilidad, el cariño... y tendrás un espíritu "cachas". Y así, cada noche, en esta competición que llaman vida, ganarás el trofeo más preciado: la paz interior y el gozo de encontrar el sentido de vivir debajo de la almohada. No te preocupes, hay trofeos para todos. Mañana más.

7.-Abre tu agenda y anota: reservado para mí.

Fíjate bien, lo tienes todo ocupado: trabajo, amigos, televisión, clases, salir, entrar, visita cultural... ¿Y tú? ¿No eres importante para dedicarte un ratito? Sí hombre. Cancela algún compromiso y siéntate contigo. Háblate mirándote a los ojos. Tienes que decirte muchas cosas. Hace ya mucho tiempo que no te ves de verdad. Eres tu mejor amigo. Confía en ti mismo y cuéntate todas tus preocupaciones. Saldrás aliviado. Los amigos están para eso.

8.- Practica el refrán: 'El que reparte se queda con la mejor parte'.

No falla. Una mano abierta a los otros puede ser caricia, consuelo, saludo, ayuda... Una mano cerrada es siempre amenaza, puñetazo, distancia, desconfianza ... etc. Quien comparte su vida dispone siempre de un cheque en blanco para el amor. Hazlo y verás cómo sube tu saldo cada día. Los que viven para su cuenta corriente son sólo eso: corrientes.

9.- Consume productos sin código de barras.

No cumplen la normativa vigente, es verdad, pero son los de siempre y llevan garantía. Además de ser naturales no tienen fecha de caducidad y son cien por cien ecológicos: justicia, solidaridad, tolerancia, derechos humanos, libertad. Es decir, civilización del amor. Tienen la ventaja, además de que podemos cultivarlos en nuestra propia casa y no pagan impuestos. Se trata de llevar una vida saludable.

10.- Hazte un seguro de vida.

El que quiera ganar su vida la perderá pero el que pierda su vida por mí la ganará para siempre » (Lc. 9, 24)

En principio te saldrá un poco caro porque te exigirá una alta inversión, pero luego recogerás beneficios abundantes. Hay otros seguros más baratos, pero ya no son tan seguros. Tu póliza se llama Evangelio. No admite rebajas. Si te apuntas te juegas la vida. Seguro.

¿Por qué no celebro Halloween?

 

¡Por qué celebro la alegría de la vida!

orar con el corazón abierto.JPG
Nuestras sociedades ponen todos los medios para comercializar cualquier aspecto de la vida: nuestras alegrías, nuestras tristezas, nuestros recuerdos, nuestros amores, nuestro trabajo, nuestras vacaciones… ¡Todo es aceptable durante los 365 días al año para ganar dinero! ¡El gran invento descristianizado es la celebración de Halloween, la celebración de las calabazas vacías y las brujas sonrientes! ¡Muchos cristianos lo celebran pero desconocen su significado real!
¡Son muchos los que no saben las intenciones maliciosas de suplantar las celebraciones cristianas del día de Todos los Santos y del Día de difuntos!
Al contemplar el éxito comercial de Halloween, ¡que no nos caigan las lágrimas, no nos lamentemos, al contrario dejémonos desafiar por el evento, démosle un nuevo significado! ¿Por qué no llenarlo de fe?
Es cierto que en ciertas épocas de la cristiandad, las imágenes cristianas y las estatuas han sido ricas en bailes macabros, visiones infernales, torturas u otros horrores. En ciertos momentos es así como hemos expresado la relación con la muerte, el juicio que se hará sobre nuestras acciones y, a veces, también el deseo de encerrar a la población en miedos esterilizadores.
Halloween —en realidad la celebración de todos los santos en las sociedades de raíz cristiana, no lo olvidemos— nos invita a los católicos a revivir nuestras propias celebraciones, a darle un significado profundo detrás de las viejas palabras y los ritos de nuestra fe.
Atrapada ahora en el calendario entre la fiesta de las calabazas con muecas y el día de los difuntos, la fiesta de los santos está destinada a ser la fiesta de la felicidad de todos los que nos reconocemos amigos de Jesús, sin miedos y sin máscaras.
Los cristianos tenemos muchos otros accesos a la felicidad a pesar de que la muerte misma es un elemento básico de la felicidad cristiana porque es el viaje a la patria celestial. ¿Acaso el evangelio de las bienaventuranzas no pone la fe en el centro de las contradicciones de la vida proclamando felices a los pobres, a los que lloran, al hambriento de justicia? ¿no es una manera de resaltar la vocación subversiva de la fe cristiana?
Esta la noche es la antesala de todos aquellos que están enamorados de la felicidad, de los que aman la felicidad ajena, de los que están listos para darse a sí mismos y cuyo corazón busca latir al ritmo del corazón de Jesús. Esta felicidad, no puede explicarse. En la vigilia de esta noche, la de Todos los Santos, podemos por medio de la oración contemplar los rostros de aquellos que cuentan con la visión de Dios, los que sienten la huella de la santidad de Dios, la multitud de santos de todos los tiempos que están de pie ante el Trono de Dios.
Halloween no es una fiesta inocente porque sus símbolos son símbolos de muerte y de terror. Se celebra el cumpleaños del diablo que millones de seguidores en todo el mundo conmemoran con misas negras, abusos terribles a menores, disfraces irreverentes, máscaras vampíricas, profanaciones eucarísticas… El ambiente que rodea este día es de miedo aunque el demonio sepa presentar lo negativo con la mejor de las apariencias.
Aunque no lo creamos celebrar Halloween implica trabar una amistad con el mundo de las tinieblas, de lo oscuro y de lo maligno. Celebrar Halloween no agrada a Dios. Mañana es el día para desagraviar al Sagrado Corazón de Jesús, orando si es posible en vigilias de oración. No se trata de no celebrar nada sino de celebrar el día de Todos los Santos, a los que estamos unidos por nuestro camino de fe. ¡Yo celebro la vida, no la muerte!

Tenedor

 

Conserva tu tenedor

conserva tu tenedorUna mujer, a quien le habían diagnosticado una enfermedad terminal y le habían dado tres meses de vida, estaba poniendo sus cosas "en orden". Le pidió al sacerdote que fuera a su casa para discutir ciertos aspectos de sus deseos finales. Le dijo qué canciones quería que cantaran en su funeral, qué lecturas le gustaría que leyeran y con qué ropa querría ser enterrada. También pidió que la enterraran con su Biblia favorita. Cuando el sacerdote estaba preparándose para irse, de pronto la mujer recordó algo muy importante para ella y dijo: "Hay una cosa más". "¿Qué es?", preguntó el sacerdote. "Esto es muy importante", continuó la mujer, "quiero que me entierren con un tenedor en la mano derecha".

El sacerdote se quedó parado mirando a la mujer sin saber qué decir.

- "Esto le sorprende, ¿no?", dijo la mujer.

- "Bueno, para ser honesto, estoy extrañado por su petición", dijo el sacerdote.

La mujer explicó: "recuerdo que en todos los años de concurrir a comidas en la iglesia, cuando se retiran las fuentes del plato principal, alguien inevitablemente dice "conserva tu tenedor". Era mi momento favorito porque sabía que algo mejor venía... como torta de chocolate o pastel de manzana, algo maravilloso y sustancial. De modo que quiero que la gente me vea en mi ataúd con un tenedor en la mano y quiero que pregunten: "¿Para qué es el tenedor?". Entonces quiero que por favor les diga: "Conserva tu tenedor.... aún falta lo mejor."

"Los ojos del sacerdote se llenaron de lágrimas de alegría cuando se despidió de ella. Sabía que era una de las últimas veces que la vería antes de morir. Pero también sabía que la mujer entendía mejor que él lo que era la Gloria. Ella sabía que algo mejor venía.

En el funeral, la gente que se acercaba al ataúd veía el vestido que más le gustaba, su Biblia favorita y el tenedor en la mano derecha. Una y otra vez el sacerdote escuchaba la pregunta "¿Para qué es el tenedor?" y él sonreía. Durante su mensaje, el sacerdote les contó la conversación que había tenido con la mujer poco tiempo antes de morir. También les contó sobre el tenedor y lo que simbolizaba para ella; les contó cómo él no podría dejar de pensar en el tenedor y quizás ellos tampoco podrían hacerlo. Tenía razón.

De modo que la próxima vez que tomes un tenedor, deja que te recuerde muy suavemente que aún falta lo mejor.

Profundizar en los textos de San Lucas

 

Profundizar en los textos de san Lucas


La Iglesia nos permite celebrar la figura del evangelista san Lucas, médico griego convertido al cristianismo y compañero de san Pablo, autor de su propio Evangelio y del Libro de los Hechos de los Apóstoles. Tengo una especial preferencia por él. Hace unos años, cuando trabajaba en el mundo editorial, reedité una maravillosa novela histórica sobre su figura: Médicos de cuerpo y de almas, de Taylor Caldwell y me emocionó la película Pablo, apóstol de Cristo en la que un anciano Lucas intenta reavivar la fe de Pablo a través de sus logros y recopilando la palabra del apóstol en forma de cartas. Hoy es un día muy hermoso para meditar sobre la identidad del discípulo y todas las exigencias que sus textos nos invitan a vivir en la vida cristiana. 

San Lucas y su evangelio nos abre de manera bellísima a la figura de María, embellece la obra de la anunciación, de la visitación, del nacimiento y de los primeros pasos del Dios hecho hombre. A él le debemos el conocer mejor a la Virgen, a la que presenta con una delicadeza sin precedentes, y que resume en una de las frases para mí más hermosas, profundas y motivadoras de la Sagrada Escritura: «Todas estas cosas las meditaba en su corazón”.

El suyo es el Evangelio de la universalidad de la salvación, el Evangelio de la universalidad de la proclamación del espíritu evangélico, la universalidad de la misión, la universalidad del crecimiento de la Iglesia después de Pentecostés.  

Lo hermoso de san Lucas es que ensalza el anuncio de la salvación de una manera maravillosa, sencilla, tierna y dulce y deja un poso delicado de la bondad y la misericordia del Señor. En sus escritos Jesús aparece en su máxima expresión, sin sus textos no habrían llegado a nuestra vida la transformación de la parábola del hijo pródigo, ni la del buen samaritano, ni la de la oveja perdida, ni la de la prostituta perdonada. Nos habría pasado desapercibido la delicadeza con la que Jesús trataba a enfermos de cuerpo y de alma, nada sabríamos de la existencia de Zaqueo, ni tan siquiera de la existencia del buen ladrón. No habríamos experimentado la tierna mirada de amor de Cristo al prójimo, ni sentido como Cristo camina a nuestro lado en el relato de los dos de Emaús.

El evangelio de san Lucas es el evangelio de la misericordia, es el evangelio de la ternura de Cristo, es el evangelio del corazón cristiano, es el evangelio de la misión, es el evangelio que pone al cristiano en el camino del discipulado. ¡Qué gran ocasión para releer con amor su Evangelio y los Hechos de los Apóstoles!

¿Dios sana?

 

¿Dios sana?


Conozco a un matrimonio hondureño, ambos son jóvenes; el había trabajado en la policía de sus país y ante la negativa a aceptar sobornos y corrupciones tuvo que huir de Honduras. Compartiendo experiencias sobre sanación comenta con humildad cómo a lo largo de su casi treinta años de vida ha sufrido infinidad de graves accidentes que pudieron acabar con su vida e, incluso, un atentado y cómo el Señor, en su misericordia, le ha sanado. Me cuenta que vive por la gracia de Dios. Vive también porque Dios le ha dado la oportunidad de darle alabanza y gloria porque su madre le contó que tuvo intención de abortar antes de su nacimiento. Pero aquí está, peregrinando, sanado de las heridas corporales y del corazón porque durante mucho tiempo tuvo un gran rencor con su madre. ¿Dios sana?

Es una persona de fe. Alguien que cree en el poder sanador de Dios. Un joven que creció en un ambiente religioso, que se fue separando de la religión y regresó a ella. Cree en el poder sanador de Dios. Cree que Dios es un Dios sanador, que sana todas las heridas. Es un joven que se alimenta de la Palabra. Esa Palabra de Dios que invita a acercarse a Él y entregarle las heridas de la infancia, las experiencias del pasado, la amargura adquirida con el devenir de los días; una persona de oración que, desde la humildad, es capaz de decirle de tu a tu a Dios que no se merece levantarle la mirada pero que le conceda un corazón nuevo para amar todos nuestros días.  

Con frecuencia uno se relame con las pesadillas del pasado, se muestra angustiado por los acontecimientos de la vida. Su ejemplo, como el ejemplo de tantos que conozco, te demuestra que el dolor puede no ser de utilidad debido a la amargura y la acritud que provoca, como amargo es muchas veces el jarabe que tienes que tomar para curar una enfermedad aunque no por ello no sea beneficioso para tu salud; sin embargo, el dolor vivido desde la fe puede convertirse en un medio extraordinario para aceptar la voluntad de Dios, un despertador magnífico para darle fecundidad a la vida; si sabes sufrir, si sabes aceptar el dolor, te acercará a  Dios; si no te alejará de Él destruyendo tu interior.  

Dios sana. Orar con el corazón abierto, hacer el bien, no incurrir en faltas, vivir de la Palabra, purificar el corazón, confesarse, comulgar… son procesos que Dios emplea para nuestra sanación. Pero si Dios elige permitir que una aflicción persista, hay que darle gloria porque algo grande quiere hacer en ti.

La felicidad está en saber apreciar la grandeza de las cosas más pequeñas

 

La felicidad está en saber apreciar la grandeza de las cosas más pequeñas

El gran maestro de la sencillez y de las cosas pequeñas es el Espíritu Santo. Cuando abres tu corazón a la gracia que proviene de Él, cuando le pides que te ayude a valorar los ofrecimientos sencillos de la jornada, cuando te avienes a disfrutar de las cosas sencillas del día, cuando valoras los pequeños detalles que se te presentan la felicidad inunda tu ser. Son muchas las ocasiones en que los hombres cerramos el corazón y no somos capaces de disfrutar de los pequeños detalles, no somos capaces de atender determinadas palabras que recibimos, de ciertas cosas aparentemente insignificantes que nos ocurren porque desde nuestra mirada soberbia y egoísta no nos parecen relevantes. Obviamos llevar a cabo ciertos actos de bondad porque no se ven a los ojos de los demás. 

La felicidad está en saber apreciar la grandeza de las cosas más pequeñas. Admiramos, elogiamos y aplaudimos los hechos más sobresalientes de la vida pero pasamos por alto esas cosas que nos parecen pequeñas y de menor importancia que, sin embargo, son las que en definitiva determinan nuestros éxitos o fracasos. Y todo se escurre como el agua entre nuestras manos. Son las pequeñas cosas las que hacen grande nuestra vida. Olvidamos que venimos sin nada y nos iremos sin nada y que solo dejaremos en este mundo huella en el prójimo en los detalles pequeños: este gesto de amor, esta sonrisa en el momento adecuado, esa entrega en el momento que uno lo necesita, ese detalle inesperado, ese saludo amable, esa ayuda generosa, ese abrazo amoroso de perdón, esa mirada de misericordia, esa llamada de interés por el otro…

Todos estos detalles abiertos a la gracia son inspiración del Espíritu que abre el corazón al amor. El cristiano que proclama el Evangelio debe ser sencillo como sencillos deben ser sus gestos. El Evangelio se proclama de palabra y viviendo con fidelidad a la Voluntad de Dios porque el camino de las cosas pequeñas y de la sencillez es el camino que nos lleva a Cristo, que consiste en negarse a uno mismo, llevar la cruz, desterrar el egoísmo y servir al otro desde el amor auténtico.

domingo, 30 de octubre de 2022

Cómo ser un triunfador

Serás un triunfador

triunfador

Serás un triunfador... cuando el egoísmo no limite tu capacidad de amar.

Cuando confíes en ti mismo aunque todos duden de ti y dejes de preocuparte por el qué dirán.

Cuando tus acciones sean tan concisas en duración como largas en resultados.

Cuando puedas renunciar a la rutina sin que ello altere el metabolismo de tu vida.

Cuando sepas distinguir una sonrisa de una burla, y prefieras la eterna lucha que la compra de la falsa victoria.

Cuando actúes por convicción y no por adulación.

Cuando puedas ser pobre sin perder tu riqueza y rico sin perder tu humildad.

Cuando sepas perdonar tan fácilmente como ahora te disculpas.

Cuando puedas caminar junto al pobre sin olvidar que es un hombre, y junto al rico sin pensar que es un dios.

Cuando sepas enfrentar tus errores tan fácil y positivamente como tus aciertos.

Cuando halles satisfacción compartiendo tu riqueza.

Cuando sepas obsequiar tu silencio a quien no te pide palabras, y tu ausencia a quien no te aprecia.

Cuando ya no debas sufrir por conocer la felicidad y no seas capaz de cambiar tus sentimientos o tus metas por el placer.

Cuando no trates de hallar las respuestas en las cosas que te rodean, sino en Dios y en tu propia persona.

Cuando aceptes los errores, cuando no pierdas la calma, entonces y sólo entonces, serás... ¡UN TRIUNFADOR!

La rosa y el sapo

 

La rosa 

La rosa y el sapo


La rosa y el sapo

Había una vez una rosa muy hermosa y bella. ¡Se sentía maravillosamente al saber que era la rosa más bella del jardín! Sin embargo, se daba cuenta de que la gente la veía de lejos.

Un día se dio cuenta de que al lado de ella siempre se colocaba un sapo grande y oscuro, motivo por el que nadie se acercaba a verla de cerca. Indignada ante lo descubierto, le ordenó al sapo que se fuera de inmediato. El sapo muy obediente le dijo: Está bien, me marcho si así lo quieres.

Poco tiempo después, el sapo pasó por donde estaba la rosa y se sorprendió al ver la rosa totalmente marchita, sin hojas y sin pétalos. Le dijo entonces:

- Te veo francamente mal. ¿Qué te pasó?

La rosa contestó:

-Es que desde que te fuiste, las hormigas me han comido día a día y nunca he podido volver a ser igual.

El sapo solo contestó: ¡Pues claro! Cuando yo estaba aquí me comía a esas hormigas y por eso siempre eras la más bella del jardín.

Moraleja: Muchas veces despreciamos a los demás por creer que somos más que ellos, más bellos o simplemente que no nos "sirven" para nada. Dios no hace a nadie para que esté de sobra en este mundo. Todos tenemos algo especial que hacer, algo que aprender de los demás o algo que enseñar, y nadie debe despreciar a nadie. No vaya a ser que esa persona nos esté haciendo un bien del cual ni siquiera seamos conscientes. Contestó:

-Es que desde que te fuiste, las hormigas me han comido día a día y nunca he podido volver a ser igual.

El sapo solo contestó: ¡Pues claro! Cuando yo estaba aquí me comía a esas hormigas y por eso siempre eras la más bella del jardín.

Moraleja: Muchas veces despreciamos a los demás por creer que somos más que ellos, más bellos o simplemente que no nos "sirven" para nada. Dios no hace a nadie para que esté de sobra en este mundo. Todos tenemos algo especial que hacer, algo que aprender de los demás o algo que enseñar, y nadie debe despreciar a nadie. No vaya a ser que esa persona nos esté haciendo un bien del cual ni siquiera seamos conscientes.

Hacerse preguntas

 

Hacerse preguntas

Los que somos padres y tenemos hijos pequeños estamos sometidos a preguntas que requieren respuestas: ¿por qué? (cuando planteas algo), ¿Cuándo llegaremos? (a los cinco minutos de salir de viaje), ¿Qué hay para cenar? (cinco minutos antes de cenar)… cada pregunta tiene como fin dar claridad y estructura a la vida. Cuando somos mayores las preguntas tienen la habilidad de ordenar tiempos, pensamientos, acciones. Y cuando esa pregunta se queda sin responder puede surgir una sensación de desconcierto, crear malos entendidos o generar desorden.

La vida requiere preguntas y respuestas. Muchas están en la Biblia. Te plantean cuestiones desafiantes aunque no te ofrecen soluciones fáciles porque la respuesta requiere dar espacio al corazón y tener la ocasión de abrirlo para escuchar a Dios. Buscan una respuesta a una pregunta sobre algo y sales con un descubrimiento nuevo. Con gran frecuencia, la lección que surge la hayas en el proceso mismo de tu propio cuestionamiento. 

En las Escrituras hay varios tipos de preguntas que te permiten descubrir a Dios. Te invitan a un camino de descubrimiento interior. Como las de Job que se cuestiona el por qué de su sufrimiento, el por qué la vida la resulta tan difícil y complicada, dónde se halla la sabiduría… Job solo quiere conocer las razones a tanto dolor, a tanto sufrimiento, a tanto padecimiento. Quiere tener conciencia de los orígenes de tanto dolor y cómo poder evitarlo. Y su libro es un lamento constante, lleno de incomodidad y desorden porque necesita, quiere, anhela que su sufrimiento llegue a su fin. Y, por tanto, exige respuestas. Sin embargo, la respuesta que viene de Dios se presenta en otras preguntas que requieren de otras respuestas. Pero estas preguntas transforman por completo la perspectiva de Job para reconocer como Dios tiene el control de todo. En este libro se deja patente que Dios es mucho más grande que las preguntas que pueda formular Job y, además, constata que los caminos de Dios son inexplicables. ¿Por qué? Porque en todo momento es imprescindible dejar que Dios sea Dios, ese Dios creador de todo, ese Dios que va más allá de nuestro entendimiento, ese Dios que supera nuestros razonamientos humanos, ese Dios que es omnipotente en su grandeza, en su poder, en su amor y en su misericordia.

La vida es hacerse preguntas. Cuando lees las Escrituras surgirán cientos de preguntas. Cada página de la Biblia abre una magnífica oportunidad para conocer a ese Dios poderoso y amoroso, firme y misericordiosa, exigente y tierno… un Dios que cuya gracia y poder , cuya grandeza y omnipotencia es más grande de lo que uno pueda imaginar, un Dios que no puede ser definido con nuestros interrogantes humanos pero que al buscarlo con el corazón abierto, a través del misterio de lo divino, en un camino de continuo descubrimiento, superará nuestras expectativas.

Fallo de seguridad en el Cielo

 

Fallo de seguridad en el Cielo

Virgen del Rosario

Paseaba un día el apóstol Santo Tomás por los jardines del cielo, cuando vio pasar un alma que no resplandecía tanto como las demás... y luego vio otra... y una más... De inmediato fue a reclamarle a San Pedro...Oye, Pedro, ¿por qué andan por ahí algunas almas que luego se ve que no tienen tantas cualidades y virtudes como las demás? Pedro le contestó un tanto nervioso, ya que Tomás era capaz de armarle un escándalo que hasta el puesto le podía costar. ¿Dime por dónde, Tomás? Por todos lados, indicó el quejoso. Vamos a ver -dijo Pedro-, y saliendo de la portería se dirigieron a los jardines.

En efecto, por doquier se veían almas que no resplandecían tanto. Sin embargo se veían felices de estar ahí.

Pues mira, esos no han pasado por la puerta. Yo no los hubiera dejado entrar... puntualizó Pedro. Pues entonces aquí está pasando algo raro, y más nos vale que investiguemos -dijo con determinación Tomás, el cual necesitaba ver el origen de la situación. Decidieron recorrer las vallas del Paraíso, y para su sorpresa encontraron un gran agujero en una de las vallas, la que quedaba más cerca de la Tierra.

¡Caramba! Es por aquí por donde se están colando -dijo con aire triunfal Tomás-. El que hizo esto, lo va a pagar caro con nuestro Dios, que aunque bueno, es muy justo... sentenció Pedro. Se acercaron ambos al agujero, y con sorpresa descubrieron que había atado de ahí un inmenso rosario que llegaba hasta la Tierra, y muchas almas por ahí venían subiendo.

Ambos apóstoles se giraron con cara de sorpresa y consternación... Tras un silencio, Pedro dijo: Ay, María no ha cambiado nada. Desde que la conocí en Caná supe que era de esas personas que no dejan de ayudar... (Jn 2, 1-11) Tomás resignado dijo: Si ni su Hijo se le escapa. ¿Te acuerdas de que no quería hacer el milagro de las bodas de Caná y con una sola mirada de Ella accedió? Pedro concluyó diciendo: Mira, Tomás, tú y yo no hemos visto nada... .

¿Vosotros también?, resonó una voz que los sobresaltó... Con cara de asustados se volvieron hacia el Señor y percibieron una grata sonrisa. Él les dijo: "No os preocupéis... Son cosas de Mamá".

Este es un simple cuentecillo, pero que sin duda refleja una gran verdad. Una vida espiritual sólida se debe basar en el rezo diario del Rosario. Es habitual escuchar frases como "Tengo mucho que hacer, no tengo tiempo para el Rosario, etc." Nuestro principal deber es alcanzar la vida eterna... ¿De qué nos serviría ganar el mundo entero si perdemos nuestra alma?

Hubo un momento

 

Hubo un momento

chica pensativaHubo un momento en el que creías que la tristeza sería eterna... pero volviste a sorprenderte a ti mismo riendo sin parar.

Hubo un momento en el que dejaste de creer en el amor y luego... apareció esa persona y no pudiste dejar de amarla cada día más.

Hubo un momento en el que la amistad parecía no existir... y conociste a ese amigo o amiga que te hizo reír y llorar, en los mejores y en los peores momentos.

Hubo un momento en el que estabas seguro que la comunicación con alguien se había perdido... y fue luego cuando el cartero visitó el buzón de tu casa.

Hubo un momento en el que una pelea prometía ser eterna... y sin dejarte ni siquiera entristecerte terminó en un abrazo.

Hubo un momento en que un examen parecía imposible de pasar... y hoy es un examen más que aprobaste en tu carrera.

Hubo un momento en el que dudaste de encontrar un buen trabajo... y hoy puedes darte el lujo de ahorrar para el futuro.

Hubo un momento en el que sentiste que no podrías hacer algo... y hoy te sorprendes a ti mismo haciéndolo.

Hubo un momento en el que creíste que nadie podía comprenderte... y te quedaste boquiabierto mientras alguien parecía leer tu corazón.

Así como hubo momentos en que la vida cambió en un instante, nunca olvides que aún habrá momentos en que lo imposible se tornará un sueño hecho realidad. Pídele por ello al Señor.

Nunca dejes de soñar, porque soñar es el principio de un sueño hecho realidad.

¡Que la distancia a tus metas sea la misma que existe entre Dios y tu corazón!

Cuando Dios llamó a mi puerta

 

Cuando Dios llamó a mi puerta

DiosCuando yo era niño, llamó Dios a la puerta de mi corazón. En aquella temprana etapa vivía tan absorto en los juegos de la infancia que no presté atención a sus palabras lejanas.

Años después volvió Dios a visitarme. Esta vez golpeó con la fuerza de sus nudillos la puerta de mi corazón. Aún recuerdo su voz, pero me asediaban los problemas de la juventud: mi primer amor, los estudios y el ejercicio de diversas cualidades destacables. También en la madurez vino Dios, pero me resultaba imposible escuchar; no encontraba el momento oportuno para responder a su llamada.

Poco antes de morir, estando sumido en las preocupaciones sobre la inminencia del más allá, abrí la rendija de mi puerta para buscar respuestas ante tanta incertidumbre. Me quedé estupefacto: un hombre de cabellos blancos como la nieve y ojos refulgentes permanecía sentado junto a mi endeble corazón. Me acerqué a él y le pregunté qué deseaba. "Yo soy Dios", me dijo. "Llevo aquí sentado durante toda tu vida para traerte un mensaje de felicidad". Entonces, mis manos acogieron una misión maravillosa que pude disfrutar sólo unos momentos antes de morir.