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miércoles, 13 de agosto de 2014

Libre

  Una historia sobre como la fidelidad al plan de Dios es la verdadera libertad y felicidad


Camino a la iglesia, un joven estudiante fue sorprendido por la presencia de un mendigo. Sin embargo, como buen cristiano, el estudiante intentó consolar al pobre hombre diciéndole: "Que Dios te dé un buen día". 

Ante esto el mendigo replicó: "Hasta el momento, nunca he tenido un mal día". 

Entonces, el niño le dijo: "¡Qué Dios te dé buena suerte!". 

"Hasta ahora, no he tenido mala suerte", respondió el mendigo. 

Bueno –continuó el joven- que Dios te dé la felicidad. 

"No he sido infeliz hasta el momento", dijo el hombre. 

El escolar entonces le preguntó al mendigo: "¿Me puedes explicar lo que acabas de decirme?" Y el mendigo contestó: "Con gusto". 

Tu me deseaste un buen día, pero todavía no he tenido un día malo pues cuando tengo hambre o frío rezo al Padre Celestial. Tu deseaste que Dios me dé buena suerte; sin embargo, hasta el momento no he tenido mala suerte debido a que vivo con Dios y siempre supe que todo lo que Él hace por mí es siempre lo mejor. Cualquier cosa que Dios me dé, sea ésta agradable o desagradable, lo acepto con mucha alegría. Esa es la razón por la que nunca he tenido mala suerte. 

Finalmente, tu deseaste que Dios me haga feliz. Pero nunca he sido más feliz en mi vida que ahora pues todo lo que deseo es seguir el plan que Dios tiene para mí. He seguido el plan de Dios con toda la fidelidad posible que cualquier cosa que Dios quiera para mí, yo también lo quiero. Es por ello que nunca he sido infeliz. 

El árbol que supo quien es

En algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un hermoso jardín con manzanos, naranjos, perales y bellisimos rosales, todos ellos felices y satisfechos. 

Todo era alegría en el jardín, excepto por un árbol profundamente triste. El pobre tenía un problema: ¡No sabía quién era! 

Lo que le faltaba era concentración, le decía el manzano: "Si realmente lo intentas, podrás tener sabrosísimas manzanas, ¡ve que fácil es!" 

"No lo escuches", exigía el rosal. "Es más sencillo tener rosas y ¡ve que bellas son!" 

Y el árbol desesperado, intentaba todo lo que le sugerían, y como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado. 

Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol, exclamó: "No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre la Tierra. Yo te daré la solución... No dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas. Sé tú mismo, conócete... y para lograrlo, escucha tu voz interior." Y dicho ésto, el búho desapareció. 

"¿Mi voz interior?... ¿Ser yo mismo?... ¿Conocerme?..." Se preguntaba el árbol desesperado, cuando de pronto, comprendió. Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz interior diciéndole: "Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni floreceras cada primavera porque no eres un rosal. Eres un roble, y tu destino es crecer grande y majestuoso. Dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje... Tienes una misión: ¡Cúmplela!" 

Y el árbol se sintió fuerte y seguro de si mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado. Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos. Y sólo entonces el jardín fue completamente feliz. 

Yo me pregunto al ver a mi alrededor, ¿Cuántos serán robles que no se permiten a si mismos crecer?... ¿Cuántos serán rosales que por miedo al reto, sólo dan espinas?... ¿Cuántos, naranjos que no saben florecer? 

En la vida, todos tenemos un destino que cumplir y un espacio que llenar. No permitamos que nada ni nadie nos impida conocer y compartir la maravillosa esencia de nuestro ser. ¡Nunca lo olvides!

El demonio no soporta que los esposos se amen, revela exorcista

 “¡No soporto que se amen!”, fue la respuesta inmediata y clara que le lanzó un demonio al exorcista italiano P. Sante Babolin durante uno de los “combates”, cuando el sacerdote le cuestionó por qué estaba causando problemas a la esposa de un amigo.
¿Por qué este odio?, en declaraciones al Semanario Desde la Fe, el sacerdote explicó que Satanás detesta el Matrimonio porque es el sacramento más cercano a la Eucaristía.
“Me explico: en la Eucaristía, nosotros ofrecemos al Señor el pan y el vino, que por la acción del Espíritu Santo, se convierten en la Carne y Sangre de Jesús. En el Sacramento del Matrimonio se actúa algo semejante: por la gracia del Espíritu Santo, el amor humano se convierte en el amor divino, así que, de manera real y particular, los esposos, consagrados por el Sacramento del Matrimonio, realizan lo que dice la Sagrada Escritura: ‘Dios es amor: quien conserva el amor permanece en Dios y Dios con él”.
En ese sentido, el exorcista abordó el aumento en el número de separaciones, cuya mayoría se debe a la degradación del amor entre hombre y mujer.
“El Papa Benedicto XVI lo señaló en su encíclica Deus caritas est: ‘El modo de exaltar el cuerpo que hoy constatamos resulta engañoso. El eros, degradado a puro sexo, se convierte en mercancía, en simple objeto que se puede comprar y vender; más aún, el hombre mismo se transforma en mercancía’. Y cualquier tienda necesita renovar las mercancías para venderla. Así es del matrimonio fundamentado en el sexo sin verdadero eros”, expresó.
El sacerdote recordó que “el amor humano y divino, ofrecido por el Sacramento del Matrimonio, no es un amor instintivo, como no es instintiva la fe en Cristo; por eso necesita cultivo, vigilancia y paciencia”.
Por ello, alertó que “a la infidelidad se llega con pequeñas infidelidades; por eso cada esposo debe tener presente siempre, en su cabeza y corazón, el otro; el diálogo y la confianza deben siempre permanecer.
“El Diablo tienta a los esposos cristianos para llevarlos a la infidelidad, exactamente porque él, siendo odio, no tolera el amor”, señaló.
Ante ello, recomendó a los esposos rezar juntos el Rosario para alejarse de la tentación de la infidelidad, además de practicar actividades que fortalezcan su unión.
Sobre el perdón, el P. Babolin afirmó que este juega “un papel decisivo”, pues “renueva la gracia del Sacramento del Matrimonio. Pero el verdadero perdón tiene que ser un acontecimiento excepcional, pues vivir el Matrimonio en una constante búsqueda de perdón, significa vivir el amor en una sala de reanimación”.
“El ideal sería descubrir, con la ayuda de personas competentes en la vida de fe y en la dinámica psicológica relacional, las trampas del Enemigo del Amor. El Sacramento del Matrimonio ofrece la fuerza del Espíritu Santo para que los esposos actúen una especie de personalidad corporativa, que realiza un camino de santidad compartida”, aseguró.

Vaticano: Líderes musulmanes deben condenar masacres de cristianos y yazidíes en Irak

El Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso exhortó este martes a los líderes religiosos, especialmente los musulmanes, a condenar sin ambigüedades las masacres que están sufriendo los cristianos y yazidíes en Irak a manos del Estado Islámico, denunciar el uso de la religión para justificar estos crímenes y señalar “que el apoyo, el financiamiento y el armar al terrorismo es moralmente reprobable”.
En su comunicado, el Pontificio Consejo recordó el asombro que causó en el mundo el anuncio de “la restauración del califato”, abolido el 29 de octubre 1923 por Kemal Ataturk, el fundador de la Turquía moderna.
Sin embargo, señaló, las críticas a este anuncio hecho por la mayoría de las instituciones religiosas y políticas musulmanas no ha impedido a los yihadistas del Estado Islámico “cometer actos criminales increíbles” en el norte de Irak que deben ser “condenados sin ambigüedades” por todos los líderes religiosos y personas de buena voluntad.
El dicasterio denunció que en su avance, los yihadistas están cometiendo matanzas de personas “por el sólo hecho de su afiliación religiosa”, a quienes decapitan, crucifican y exponen sus cadáveres en lugares públicos. Asimismo, está la elección del éxodo si cristianos y yazidies no se convierten al Islam o pagan el impuesto (jizya).
“El secuestro de las niñas y las mujeres pertenecientes a las comunidades yazidíes y cristianas como botín de guerra (Sabaya); la imposición de la bárbara práctica de la circuncisión femenina; la destrucción de lugares de culto y mausoleos cristianos y musulmanes; la ocupación forzosa o la profanación de iglesias y monasterios”.
“La retirada de los crucifijos y otros símbolos religiosos cristianos y otras comunidades religiosas; la destrucción de la herencia religiosa-cultural cristiana, de valor inestimable; La violencia extrema con el fin de aterrorizar a las personas para forzarlas a rendirse o huir”, denunció.
“Ninguna causa –advirtió el Pontificio Consejo-, puede justificar semejante barbarie y ciertamente ninguna religión. Se trata de una ofensa de extrema gravedad hacia la humanidad y hacia Dios que es el Creador, como a menudo lo recuerda el Papa Francisco”.
El dicasterio recordó “que -aunque con altas y bajas- cristianos y musulmanes han vivido juntos durante siglos, construyendo una cultura de la convivencia y una civilización de la cual están orgullosos. Y es sobre esta base que en los últimos años, el diálogo entre cristianos y musulmanes continuó y se profundizó”.
Sin embargo, “la difícil situación de los cristianos, yazidíes y otras comunidades religiosas y étnicas numéricamente minoritarias en Irak exige una postura clara y valiente por parte de los líderes religiosos, especialmente los musulmanes, las personas que participan en el diálogo interreligioso y de todas las personas de buena voluntad. Todos deben ser unánimes en la condena de estos crímenes y sin ambigüedades denunciar el recurso de la religión para justificarlos”.
“De lo contrario –preguntó-, ¿qué credibilidad tendrán las religiones, sus seguidores y sus líderes? ¿Qué credibilidad puede tener todavía el diálogo interreligioso con tanta paciencia perseguido en los últimos años?”
El Pontificio Consejo afirmó que los líderes religiosos “también están llamados a utilizar su influencia con los gobernantes para poner fin a este tipo de delitos, que sean castigados quienes los cometen, que se restablezca el Estado de Derecho en todo el país, garantizando el retorno de los desplazados a sus hogares”.
“Recordando la necesidad de la ética en la gestión de las sociedades humanas, estos mismos líderes religiosos no dejarán de señalar que el apoyo, el financiamiento y el armar al terrorismo es moralmente reprobable”, señaló.
El dicasterio agradeció “a todos aquellos que ya han levantado su voz para denunciar el terrorismo, especialmente aquel que usa la religión para justificarlo”.
“Unimos nuestras voces a la del Papa Francisco: ‘Que el Dios de la paz inspire en nosotros un deseo genuino para el diálogo y la reconciliación ¡La violencia no se vence con la violencia. La violencia se vence con la paz!’”, culminó.

domingo, 10 de agosto de 2014

Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein)

Mártir carmelita de origen judío, asesinada en Auschwitz. Destacada filósofa e incesante buscadora de la verdad, que halló tras la lectura de la autobiografía de Teresa de Jesús. Es copatrona de Europa»

Esta extraordinaria mujer llevó su búsqueda de la verdad hasta las últimas consecuencias creyendo que detrás de ella se hallaba Dios. Nació en Breslau, Polonia (entonces Alemania), el 12 de octubre de 1891, en plena celebración del Yom Kippur hebreo. Su madre, de profunda fe judía, acogió gozosa a la undécima de sus hijos que vino al mundo justamente el día de la Expiación. Este signo premonitorio marcaría la vida de Edith que se vinculó a la Pasión redentora de Cristo. Su camino estuvo plagado de renuncias y sufrimientos de distinta índole, comenzando por la pérdida de su padre cuando apenas tenía 2 años. Era de temperamento nervioso e irascible, pero tras él se escondía una privilegiada inteligencia que le llevaba a reflexionar con inusual madurez a la edad de 7 años. Sin embargo, al llegar a la adolescencia, en una crisis aguda propia de la edad dejó aparcados sus estudios y las prácticas piadosas que su madre le había inculcado. Pasó gran parte de 1906 en Hamburgo junto a su hermana Else y al año siguiente, reconciliada consigo misma y con la vida en general, retornó a las aulas. 
Era una alumna destacada. Por puro interés crematístico, dado que en un futuro debía ganarse el sustento, en 1911 tras haber realizado la reválida, cursó estudios de historia alemana y psicología en la universidad de Breslau. Pero su verdadera pasión era la filosofía. Por ello, en 1913 ingresó en la universidad de Göttingen. Las tesis de Edmund Husserl, promotor de la corriente fenomenológica, causaban furor. Y Edith, como muchos alumnos, se afilió a ella. Husserl fue su profesor y director de tesis. En esos años trabó contacto con Max Scheler, y el atisbo de luz que ya había percibido en su búsqueda de la verdad junto a Husserl, si bien fue incompleta, al escuchar a Scheler despejó su camino y le mostró la vía del catolicismo. Era un paso crucial, ya que su trayectoria había estado marcada por un férreo ateísmo.
Aprobó el examen de Estado en 1915 con la brillantez acostumbrada, y realizó un curso de enfermería para auxiliar a los heridos de la Guerra Mundial en un hospital militar austriaco. En 1916, después de haber visto de cerca el sufrimiento y la muerte de tantos jóvenes combatientes, preparó y defendió la tesis que mereció la más alta calificación. Algunos de sus amigos y compañeros pudieron influirle en el camino de la fe, pero los elegidos para que diese el salto definitivo fueron el colaborador de Husserl, Adolf Reinach y su esposa, convertidos al catolicismo. Cuando Adolf murió, Edith se halló frente a la fe y esperanza de su viuda, que acogía confiada el reencuentro con él en la vida eterna. Quedó desarmada: «Este ha sido mi primer encuentro con la cruz y con la fuerza divina que transmite a sus portadores... Fue el momento en que se desmoronó mi irreligiosidad y brilló Cristo».
Edith fue ayudante de Husserl desde 1916 hasta 1918. No volvió a verlo hasta 1930. Preocupada por el papel de la mujer, de la que fue activa defensora en conferencias y escritos, su condición femenina le creó muchos problemas para ejercer la docencia. Además, su origen judío constituyó un veto para obtener la habilitación acreditativa para impartir clases. Regresó a Breslau y se centró en la redacción de artículos. Entre sus diversas lecturas, introdujo la del Nuevo Testamento y los Ejercicios de san Ignacio de Loyola. En el transcurso de una corta estancia en el domicilio de su amiga Hedwig Conrad-Martius en 1921, leyó la vida de la santa de Ávila y le invadió una profunda conmoción:«Cuando cerré el libro, me dije: esta es la verdad». Se bautizó en enero de 1922 y en febrero recibió la confirmación. Pasó por el duro trance de ver con cuánto dolor acogía su madre la noticia. Quiso ingresar en el Carmelo, pero tampoco lo tuvo fácil. Los años siguientes ejerció como profesora, se dedicó a traducir textos, entre otros, de santo Tomás de Aquino, a impartir conferencias, y a escribir obras de gran profundidad filosófica.
En 1933, cuando el holocausto judío había estallado, le abrieron las puertas del Carmelo de Colonia. Volvió a su hogar y se despidió de su madre en medio de indecible sufrimiento. Las lágrimas de ambas rodando por sus mejillas no eran más que la pálida sombra de dos corazones que sin romperse jamás seguían dos caminos de fe divergentes. Cuando Edith abandonó su casa, junto al peso del ofrecimiento que hizo a Cristo, brillaba con inusitada fuerza el candil de la esperanza evangélica: «todo aquél que deje padre, y madre…». Sabía que esos jirones de su vida iban reconvirtiéndose en odres nuevos conforme se alejaba de los suyos para adentrarse en su apasionante destino. Tomó el hábito en 1934, a los 42 años, y el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz. En 1936 culminaba su emblemática obra Ser finito y ser eterno. Profesó en abril de 1938 y ese mismo mes fallecía Husserl.
Su admirable vida, fraguada de trabajo, humildad, oración y sacrificios iba desarrollándose en este convento y en el holandés de Echt desde finales de 1938. Hasta que el 2 de agosto de 1942 los nazis la detuvieron a ella y a su hermana Rosa, que había seguido sus pasos y era portera del convento. «Ven, vayamos por nuestro pueblo», le dijo. En «Amor por la cruz» había escrito: «Solo puede aspirar a la expiación quien tiene abiertos los ojos del espíritu al sentido sobrenatural de los acontecimientos del mundo; esto resulta posible solo en los hombres en los que habita el Espíritu de Cristo, que como miembros de la Cabeza encuentran en Él la vida, la fuerza, el sentido y la dirección». De Amersfoort pasaron al campo de extermino de Westerbork. Recluidas en él hasta el 7 de agosto, el 9 las trasladaron a Auschwitz-Birkenau junto a 987 judíos, siendo sacrificadas en la cámara de gas. Frente a la ignominia y la sinrazón de la Shoah, Edith halló al pie de la cruz la luz redentora de Cristo. Juan Pablo II la beatificó el 1 de mayo de 1987, y la canonizó el 11 de octubre de 1998. El 12 de julio de 1999 la declaró copatrona de Europa.