Más tarde, mientras muestra a los feligreses el pan eucarístico antes de comenzar su distribución, el sacerdote dice: «Dichosos los llamados a la cena del Señor».
Personalmente, me siento profundamente dichoso de poder acercarme a comulgar y encontrarme con el Señor que alimenta mi vida y mi fe. Es el gesto central de mi jornada. Es mi momento de mayor intimidad con Él. Pero en un día como hoy la fuerza del sacramento de la Eucaristía sobrepasa los muros de las Iglesias.
En muchas ciudades y pueblos del mundo hoy se paseará en procesión la figura del pan. Es un día para encomendar al amor misericordioso en Cristo nuestra comunidad de vecinos, nuestro pueblo, nuestra ciudad, nuestra parroquia, nuestras calles, nuestro lugar de trabajo... en definitiva, nuestra vida cotidiana.
En tiempos donde lo religioso trata de ser apartado y escondido, donde algunos movimientos sociales se hacen oír despreciando la verdad del Evangelio, siento que como cristiano debo hacer que las calles de mi ciudad sean hoy más de Jesús, que mi hogar sea más de Él, para que se sienta cómodo entre los míos. es la mejor manera de responder a ese mandato del: «Tomad y comed… Bebed todos».
Pero hacerlo también acompañado de María quien nos enseñó realmente que significa entrar en comunión con Cristo.
¡Señor, gracias por tu presencia ante nosotros en en el Sacramento de la Eucaristía! ¡Señor Jesucristo, gracias porque te nos ofreces de manera tan admirable y porque te quedas entre nosotros de forma tan amorosa! ¡En tu solemnidad deseo exaltar y glorificar la presencia de tu Cuerpo, de tu Sangre y de tu Divinidad! ¡Ayúdame a creer más en ti, Señor, por eso te pido que aumentes mi fe! ¡Señor, no solo eres el pan vivo que me alimenta, eres mi refugio, mi esperanza, mi fortaleza, mi consuelo! ¡Bendito y alabado seas, Señor! ¡Concédeme la gracia, Señor, de que la celebración de hoy me ayude a seguir tu ejemplo y me ayude a comprender que, además del pan y el vino, también debo compartir mi tiempo, mi cariño, mi compañía, mi amor, mis esperanzas y devolver a los demás todo lo que tu me regalas! ¡Y cuando hoy comulgue sienta especialmente que entro en comunión contigo y que este acto sea un dejarme penetrar por Ti, que eres mi Señor, mi Creador y mi Redentor! ¡Que sea capaz de asimilar mi vida con la tuya, mi transformación y configuración contigo que eres el Amor vivo! ¡Sagrado corazón, en vos confío!