Profundizar en los textos de san Lucas
La Iglesia nos permite celebrar la figura del evangelista san Lucas, médico griego convertido al cristianismo y compañero de san Pablo, autor de su propio Evangelio y del Libro de los Hechos de los Apóstoles. Tengo una especial preferencia por él. Hace unos años, cuando trabajaba en el mundo editorial, reedité una maravillosa novela histórica sobre su figura: Médicos de cuerpo y de almas, de Taylor Caldwell y me emocionó la película Pablo, apóstol de Cristo en la que un anciano Lucas intenta reavivar la fe de Pablo a través de sus logros y recopilando la palabra del apóstol en forma de cartas. Hoy es un día muy hermoso para meditar sobre la identidad del discípulo y todas las exigencias que sus textos nos invitan a vivir en la vida cristiana.
San Lucas y su evangelio nos abre de manera bellísima a la figura de María, embellece la obra de la anunciación, de la visitación, del nacimiento y de los primeros pasos del Dios hecho hombre. A él le debemos el conocer mejor a la Virgen, a la que presenta con una delicadeza sin precedentes, y que resume en una de las frases para mí más hermosas, profundas y motivadoras de la Sagrada Escritura: «Todas estas cosas las meditaba en su corazón”.
El suyo es el Evangelio de la universalidad de la salvación, el Evangelio de la universalidad de la proclamación del espíritu evangélico, la universalidad de la misión, la universalidad del crecimiento de la Iglesia después de Pentecostés.
Lo hermoso de san Lucas es que ensalza el anuncio de la salvación de una manera maravillosa, sencilla, tierna y dulce y deja un poso delicado de la bondad y la misericordia del Señor. En sus escritos Jesús aparece en su máxima expresión, sin sus textos no habrían llegado a nuestra vida la transformación de la parábola del hijo pródigo, ni la del buen samaritano, ni la de la oveja perdida, ni la de la prostituta perdonada. Nos habría pasado desapercibido la delicadeza con la que Jesús trataba a enfermos de cuerpo y de alma, nada sabríamos de la existencia de Zaqueo, ni tan siquiera de la existencia del buen ladrón. No habríamos experimentado la tierna mirada de amor de Cristo al prójimo, ni sentido como Cristo camina a nuestro lado en el relato de los dos de Emaús.
El evangelio de san Lucas es el evangelio de la misericordia, es el evangelio de la ternura de Cristo, es el evangelio del corazón cristiano, es el evangelio de la misión, es el evangelio que pone al cristiano en el camino del discipulado. ¡Qué gran ocasión para releer con amor su Evangelio y los Hechos de los Apóstoles!