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martes, 20 de diciembre de 2016

Si dos oran unidos… Dios se lo concederá

Fernando pide oraciones por Xavier, con un tumor cerebral que no remite y que le ha obligado a pasar varias veces por el quirófano. Carlos por Isabel, enferma del alma por la depresión. Ana Cristina por Andrés, su marido, que ha perdido el trabajo y también la esperanza. Cuca por uno de sus hijos que ha caído en el drama de la droga… Y, así, una interminable cadena de peticiones para llevarlas a la oración.
Un fruto sabroso de la caridad en la comunidad cristiana es la oración conjunta del pueblo de Dios. Estas son las palabras de Cristo: «Si dos de vosotros se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos». ¡Cómo conmueve y enternece mi corazón esta frase! ¡Es Palabra de Dios!
La oración personal es fundamental. Indispensable. Necesaria. Vitamina para crecer cada día y para esperar la gracia que viene del cielo. Pero Cristo también nos garantiza su presencia viva entre los creyentes -por muy pequeña que sea la comunidad-, si entre nosotros existe una unión perfecta, una caridad sincera y un amor auténtico. Una comunidad de creyentes que ora es el reflejo mismo de ese Dios uno y trino, que representa la comunión perfecta del amor.
«Si dos de vosotros». Bastan dos corazones entregados para crear una comunidad unida en la oración. Dos voces que se entrelazan en la unanimidad para pedir por la esperanza de los vivos. Dos corazones que se enlazan para, en el amor recíproco, elevar sus plegarias al cielo para ser acogidas por las manos amorosas del Padre. Y, en el centro, Cristo mismo.
¿Por qué la oración fraterna en la comunidad llega con más potencia al corazón de Dios? Probablemente porque estando «reunidos en mi nombre» la oración está más purificada, descontaminada de todo egoísmo y desprendida de todo yo. Es Cristo, quien unido al corazón de los miembros de la comunidad, eleva a Dios las súplicas de los fieles -«cualquier cosa»- para que sean escuchadas por el Padre. ¿No es maravilloso, por no decir, extraordinario? ¿No multiplica por mil la esperanza en la eficacia de la oración?
Hay que pedir sin desfallecer. No tener miedo a compartir nuestras peticiones. Pedir que oren por nuestras necesidades y nuestros anhelos. Pedir por las necesidades y los anhelos de los más cercanos. Orar por los demás y con los demás. Orar y pedir en familia. Orar y pedir en la comunidad eclesial. Orar y pedir en los grupos de oración. Orar y pedir en cualquier momento o situación. Orar y pedir que Cristo se haga presente en la oración. Dios lo espera. Jesús lo anhela. El Espíritu Santo lo suscita.
Orar por el ser humano y sus necesidades. ¡Qué gran obra es esta de amor y de misericordia!
orar-con-el-corazon-abierto
Oración de intercesión de nuestra página:
Padre, te pido bendiciones para esta persona que está en mi corazón, revélale cada día tu amor, tu bondad y tu poder. Te pido que seas la guía para su alma. Acompaña a esta alma buena con tu amor. Si tiene dolor, dale tu paz y tu misericordia. Si tiene dudas, renuévale la confianza. Si tiene cansancio, te pido que le des la fuerza para seguir adelante. Si hay estancamiento espiritual, te pido que le reveles tu cercanía, para un nuevo comienzo en la fe. Si tiene miedo, revélale Tu amor, y trasmítele tu fuerza. Donde haya pecado, bloqueando su vida, permite que busque la reconciliación y dale tu perdón y bendición. Concede a esta persona que tanto quiero tus siete sagrados dones para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo y saber distinguir las fuerzas negativas que le puedan afectar, y revela a su corazón el poder que tienen en Ti para superarlo. Tú sabes lo que vive, lo que le preocupa, lo que siente, lo que piensa, lo que anhela, lo que le hace falta y lo que desea. Concede a esta alma toda la fuerza del Espíritu Santo y tenla presente siempre en tu Sagrado Corazón. Amén
Oración de sanación para los enfermos del Padre Tardif:
Jesús. Señor Jesús. Creemos que estás vivo y resucitado. Creemos que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar y en cada uno de nosotros. Te alabamos y te adoramos. Te damos gracias Señor, por venir hasta nosotros como pan vivo bajado del Cielo. Tú eres la plenitud de la vida. Tú eres la resurrección y la vida. Tú eres, Señor la salud de los enfermos. Hoy te queremos presentar a todos los enfermos que están aquí, porque para ti no hay distancia ni en el tiempo ni en el espacio. Tú eres el eterno presente y tu lo conoces. Ahora, Señor, te pedimos que tengas compasión de ellos. Visítalos a través de tu Evangelio proclamado en la Santa Biblia, para que todos reconozcan que tu estás vivo en tu Iglesia de hoy; y que se renueve su fe y su confianza en ti. Te lo suplicamos Jesús. Ten compasión de los que sufren en su cuerpo, de los que sufren en su corazón y de los que sufren en su alma que están orando y viendo los testimonios de lo que Tú estás haciendo por tu Espíritu Renovador en el mundo entero. Ten compasión de ellos, Señor. Desde ahora te pedimos. Bendícelos a todos y haz que muchos vuelvan a encontrar la salud, que su fe crezca y se vayan abriendo a las maravillas de tu amor, para que también ellos sean testigos de tu poder y de tu compasión. Te lo pedimos Jesús, por el poder de tus santas llagas, por tu santa cruz y por tu preciosa sangre. Sánalos Señor. Sánalos en su cuerpo, Sánalos en su corazón, Sánalos en su Alma. Dales vida y vida en abundancia. Te lo pedimos por intersección de María Santísima, tu Madre, la Virgen de los Dolores, la que estaba presente, de pie, cerca de la cruz. La que fue la primera en contemplar tus santas llagas y que nos distes por madre. Tú nos has revelado que ya has tomado sobre ti todas nuestras dolencias y por tu santas llagas hemos sido curados. Hoy, Señor, te presentamos en fe todos los enfermos que nos han pedido oración y te pedimos que los alivies en su enfermedad y que les des la salud. Te pedimos por la gloria del Padre del Cielo, que sanes a los enfermos que van a leer este oración o libro. Haz que crezcan en la fe, en la esperanza, y que reciban la salud para la gloria de tu Nombre. Para que tu Reino siga extendiéndose más y más en los corazones, a través de los signos y prodigios de tu amor. Todo esto te lo pedimos Jesús, porque tú eres Jesús. Tú eres el buen pastor y todos somos ovejas de tu rebaño. Estamos tan seguros de tu amor, que aún antes de conocer el resultado de nuestra oración, en fe te decimos Jesús por lo que tu vas hacer en cada uno de ellos. Gracias por los enfermos que tu estás sanando ahora, que tu estás visitando con tu misericordia. Que lo cubras de tu sangre divina, y que a través de este mensaje tu corazón de buen pastor hable a los corazones de tantos enfermos que van a leerlo. ¡Gloria y alabanza a ti, Señor! Amén
Sáname, Señor, Jesús le cantamos hoy al Señor como complemento a estas oraciones de sanación interior:

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