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miércoles, 7 de febrero de 2018

Soy el dueño de mi destino, soy el capitán de mi alma

Desde Dios

Durante un trayecto de avión ví ayer la película Invictus protagonizada por Morgan Freeman y Matt Damon, basada en el libro de John Carlin El factor humano. En cuanto tomé tierra busqué por internet el breve poema Invictus del poeta inglés William Ernest Henley que Mandela conservaba en su celda durante el tiempo de su cautiverio y que da nombre al film. Es un poema del que no se doblega ante la desesperanza.
En la vida hay momentos que se abren bajo nuestros pies y de manera abrupta provocan profundos precipicios aunque uno siga caminando con confianza infinita. En cuanto sientes el vacío todo bascula.
Todos somos vulnerables con independencia de la posición que ocupemos en la vida. En cualquier momento podemos perder el equilibrio. Una enfermedad, la pérdida de un ser querido, un divorcio, un accidente, el descrédito social, la crisis económica, los problemas con un hijo, las adicciones…
Vives feliz sin preocupaciones pero en un visto y no visto la vida puede tambalearse. «Soy el dueño de mi destino, soy el capitán de mi alma», proclama Henley en la estrofa final de su poema. Palabras que certifican un ideal admirable pero… ¿cuántos tenemos la fuerza excepcional que formula el poeta inglés?
Pero en el caso de poseer esa fortaleza ¿cuál es la capacidad real para controlar el destino? ¿La capacidad para influenciarlo, de controlarlo por completo? Con este verso Henley quiere decirnos que, cualesquiera que sean las circunstancias, uno puede llegar a ser capaz de controlar sus reacciones y sus emociones.
Admito que no poseo la fuerza de carácter que tuvo Nelson Mandela. No tengo la sensación de dominar mi propio destino. Pero sí siento que soy el capitán de mi alma fundamentalmente porque mi alma me pertenece y, sobre todo, le pertenece a Dios. Contra viento y marea puedo navegar en el océano de la vida. He elegido ser el maestro de mi vida... después de Dios. ¿Quién sino Él para controlar mi destino y venir al rescate de mi alma con la gracia del Espíritu en los momentos de debilidad? Esto te permite tener la certeza de que no estás solo cuando la vida cambia. Su sostén es inquebrantable. Y en esa relación de confianza hay algo hermoso, el sí de Dios al hombre, y el amén nuestro a Dios que es la dinámica que sostiene la vida, que te permite sentir la compañía de Dios, el aliento del Espíritu para superar todas las pruebas y las dificultades y el encuentro con Cristo que nunca defrauda.
¡Señor, deposito mis cargas pesadas a los pies de la Cruz! ¡Te doy gracias, Señor, por tu presencia en mi vida, porque tu carga es liviana y tu te ofreces para que descargue en ti mis agobios y preocupaciones! ¡Gracias, Señor, por la paz y la serenidad que ofreces a quien se acerca a ti, por eso quiero confiar siempre en tu providencia! ¡Te ruego que calmes mis tempestades interiores y exteriores y ante las pruebas que me toca vivir, a veces difíciles, que seas tú la fuerza que me permita seguir adelante! ¡Envía tu Espíritu, Señor, para que de mi salgan siempre pensamientos positivos y aleja de mí aquella negatividad que tanto daño hace a mi corazón y tanto me aleja de ti! ¡Señor, te entrego por completo mis cargas, mis tristezas, mis miedos, mis pensamientos, mis debilidades, mis tentaciones, mis dudas, mis luchas, mis amarguras, mis miedos, mis caídas, mis angustias, mis soledades, mis temores, mis pecados, mis errores, mis preocupaciones, mi alma, mis tentaciones, mi fragilidad, mis deseos, mis ansiedades, mi pasado, presente y futuro y, sobre todo mi espíritu; hazme fuerte para salir con firme y comprometido de mis batallas y que tu fuerza y tu poder me acompañen en cada momento de mi vida! ¡Te doy gracias por tu sí, Señor, y te entrego mi amén! ¡Te entrego mi voluntad para que tú seas el dueño de mi destino! ¡Envíame tu Santo Espíritu, para que me ayude a conocerme mejor, me ayude a entender la realidad y me permita profundizar en mi propia identidad!
Soy el capitán de mi alma (el texto en castellano se encuentra en la fotografía superior):