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martes, 5 de agosto de 2014

SACRAMENTOS DE LA INICIACIÓN CRISTIANA LA EUCARISTÍA


30.1) Introducción
30.2) Enseñanzas Bíblicas sobre la Eucaristía
30.3) Testimonio de la Tradición y Definiciones del Magisterio
30.4) Transubstanciación
30.5) Teorías Teológicas Recientes y Orientaciones del Magisterio
 
30.1 Introducción
a) La Euc. es el sacramento en el cual, bajo las especies de pan y vino se halla Cristo verdaderamente presente, con su cuerpo y su sangre, a fin de ofrecerse de manera incruenta al Padre celestial y darse como manjar espiritual a los fieles. (cf. Ott p.551)
b) La Sagrada Euc. culmina la iniciación cristiana (Cat. 1322)
c) "Sanctissima Eucaristia est Novae Legis sacramentum in quo sub speciebus panis et vini ipsemet Christus Dominus, omnium sacramentorum Auctor, continetur, offertur et sumitur".
En ésta definición se incluyen los tres aspectos de la Euc.:
- in facto esse (Presencia real)
- in fieri (sacrificio)
- in usu (comunión)
d) Preeminencia ( Santo Tomás prueba la preeminencia de la euc. por encima de los demás sacramentos):
(1) Por el contenido de la Euc.: en este sacramento no hay, como en todos los demás, una virtud otorgada por Cristo para darnos su gracia, sino que es Cristo mismo quien se halla presente; Cristo, fuente de todas las gracias.
(2) Por la subordinación de todos los demás sacramentos a la euc. como a su último fin.
(3) Por el rito de todos los demás sacramentos, que la mayor parte de las veces se completa con la recepción de la euc. (S.th.III 65,3 
e) N.B. En este tema nos centramos en la presencia de Cristo en la Euc.
30.2 Enseñanzas Bíblicas sobre la Eucaristía
Pueden ser agrupadas en tres tipos de textos:
1. La promesa de la eucaristía (institución) (Io 6,22-71)
Después de los milagros preparatorios de la multiplicación de los panes y el caminar milagroso de Jesús sobre las aguas del lago, dijo el Señor a los judíos, deseosos de presenciar otra multiplicación de los panes: (27). En el discurso eucarístico que sigue, habla Jesús primeramente, en términos generales, del verdadero pan del cielo, que ha bajado del cielo y da la vida eterna al mundo (29-34); después se designa a sí mismo como pan del cielo que da vida, pero señala que para asimilarse ese manjar es necesario tener fe (35-51a); por último, da más detalles diciendo que el verdadero pan del cielo es su carne; y hace depender la vida eterna de que se gusten o no los manjares de su carne y de su sangre (51b-58) "El pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo. Disputaban entre sí los judíos diciendo: Cómo puede éste darnos a comer su carne? Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre no tendréis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo le resucitaré en el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre s verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre está en mí y yo en él."
2. Los textos de la institución (recogidos en Mt.26,26-28; Mc,14,22-24; Lc.22,19-20; 1Cor 11,23-25, con diferencias sólo accidentales)
Esa promesa de Cafarnaúm tuvo cabal cumplimiento en la cena pascual prescrita por la ley hebrea, que el Señor celebró con sus Apóstoles, la noche de Jueves Santo.
3. Textos que narran la celebración de la Euc. en la Iglesia naciente (Act. 2,42 y en los Epístolas de San Pablo, ej.1 Cor 10,16; 1 Cor 11,26-27) en los que se ve lo que habían entendido los primeros cristianos en las palabras de Cristo.
a. Acts.2,42: .
b.1Cor.10,16;1Cor.11,26-27: "El cáliz de bendición que bendecimos, no es la comunión de la Sangre de Cristo? El pan que partimos, no es comunión del Cuerpo de Cristo?...Porque cuantas veces comáis esta pan y bebáis el cáliz, anunciáis la muerte del Señor hasta que él venga. De modo que quien comiere el pan o bebiere el cáliz del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor".
30.3 Testimonio de la Tradición y Definiciones del Magisterio
1. Lo que verdaderamente impresiona es el carácter social y colectivo de los testimonios antiguos en torno a la Euc.: catequesis para los recién convertidos, cartas dirigidas a los fieles, liturgia (en la llamada epíclesis de las antiguas liturgias cristianas, se invoca al Logos o al Espíritu Santo para que ), inscripciones funerarias, pinturas en las catacumbas, defensa ante las herejias....; ésta "fidex simplex" admite universalmente que, después de la consagración, el pan y el vino son el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
2. La - sintagma técnico para designar la Euc.- pasó pronto, junto con el Bautismo, a ser el rito característico de los primeros cristianos. Ellos creían con absoluta sencillez que el pan consagrado era el Cuerpo de Cristo. Los Apóstoles y sus sucesores presentaban a los fieles el pan consagrado diciendo: Corpus Christi, y los fieles respondían Amén. La Euc. era Jesús, y nadie habló jamás de símbolo o figura.
3. Además, no faltan testimonios singulares:
A. Los Padres antenicenos:
(i) San Ignacio de Antioquía (+ hacia 107) - el más antiguo testimonio de la tradición que habla claramente en favor de la presencia real de Cristo en la Euc.
- Vs. los docetas, dice él:
(ii) S. Justino Mártir (+ hacia 165) - establece un paralelo entre la consagración de la Euc. y el misterio de la encarnación. El resultado, lo mismo de la eucaristía que de la encarnación, es la carne y sangre de JC.
(iii) San Ireneo de Lyón (+ hacia 202) - frente a los gnósticos: Cristo es Dios, porque sólo Dios puede hacer el milagro de la trasubstanciación: . (Adv. haer IV 18,4 )
(iv) Tertuliano (+ hacia 220) - (De carnis resurr. 8 )
(v) S. Cipriano (+ 258) - .
(vi) Los Alejandrinos:
Clemente y Orígenes - dan testimonio de esa fe universal de la Iglesia que proclama que el Señor nos da a gustar su Cuerpo y su Sangre.
N.B. Incluso aquí en la escuela de Alejandría, donde es mayor la tendencia a las expresiones de tipo simbólico, se deja clara la presencia real.
 
B. Los Padres Postnicenos: También destacan de manera especial como testigos de la fe de la Iglesia en la presencia real de Cristo en la Euc.
(i) Los Griegos: (a) S. Cirilo de Jerusalén (b) S. Juán Crisóstomo - , (c) S. Cirilo deÊAlejandría, (d) S. Juán Damasceno
(ii) Los Latinos:
(a) S. Hilario de Poitiers (b) S. Ambrosio - quien constituyó una autoridad decisiva para la doctrina eucarística de la teología escolástica. Así lo explica, "Esta pan es pan antes de la consagración; no bien ha tenido lugar ésta, el pan pasa a ser la Carne de Cristo...Ved, pues, cuán eficaz es la palabra de Cristo... Así pues, cuando lo recibes, no dices en vano "Amen", confesando en espíritu que recibes el Cuerpo de Cristo. El sacerdote te dice: "El Cuerpo de Cristo" y tú dices: "Amén"; esto es, "verdadero"". ( De sacram., lib. 4, cap. 4 )
iii) S. Agustín - aÊpesar de tener predilección especial por la interpretación simbólica, no pretende excluir la presencia real. Y así dice él, . ( Sermo 227 )
iv) Sto. Tomás - prueba la conveniencia de la presencia real por: 1) la perfección de la Nueva Alianza y la consiguiente elevación que ha de tener su sacrificio por encima del sacrificio del AT; 2) el amor de Cristo a los hombres, que impulsa al Señor a estar cerca de ellos corporalmente, 3) la perfección de la fe, que en la euc. no sólo se extiende a la divinidad, sino también a la humanidad de Cristo invisiblemente presente. (S.th. III 75, 1. )
El MAGISTERIO DE LA IGLESIA:
1) VI Concilio Romano (Gregorio VII, a. 1079, DZ 355) - Vs. Berengario, el primer hereje directo sobre la Euc. considerándola sólo como un símbolo (figura vel similitudo) del Cuerpo y Sangre de Cristo glorificado en el Cielo y que, por tanto, no puede hacerse presente en todas y cada una de las hostias consagradas. El Cuerpo de Cristo está en el Cielo, y en la Euc. sólo estaría de un modo espiritual.
2) IV Letran (a. 1215, XII ecuménico, DZ 430) Vs. los valdenses, albigenses, petrobrusianos, henricianos, cátaros que, por aborrecimiento a la organización visible de la Iglesia y por reviviscencia de algunas ideas gnosticomaniqueas, negar el poder sacerdotal de consagrar y la presencia real (S. XII y XIII). Para combatir todos estos errores, el Concilio definió oficialmente la doctrina de la transubstanciación, la presencia real y el poder exclusivo de consagrar que posee el sacerdote ordenado válidamente.
3) Constanza (a. 1414, XIV ecuménico, DZ 581-583) Vs. Juan Wicleff que impugnó la doctrina de la transubstanciación enseñando que, después de la consagración, permanecen las sustancias de pan y vino (teoría de la remanencia). La presencia de Cristo en la euc. quedaba reducida a una presencia puramente dinámica. El fiel cristiano recibiría sólo de manera el Cuerpo y la Sangre de Cristo. La adoración de la Euc. sería culto idolátrico. La misa no había sido instituida por Cristo.
4) Trento (Sesiones XIII, XXI, XXII) - que define la presencia verdadera, real y sustancial de Cristo en la Euc. Como es lógico, esos tres adjetivos no se utilizaron por casualidad, sino que respondían al empeño por salir al paso de los errores que hablaban de una presencia engañosa, sólo simbólica ( Zwinglio y Wycleff) o sólo virtual (Calvino).
5) CAT 1373-1374 - se han recogido 3 pasajes grandes sobre Euc.: Trento Ses XII, SC 7: (Cristo está presente en la Euc. tanto en (a) el ministro-in Persona Christi-, (b) especies y en (c) la palabra) y Mysterium Fidei(habla de una presencia por excelencia porque Cristo en su totalidad está allí sustancialmente).
30.4 Transubstanciación
1. Un poco de historia:
- En el sínodo Romano del año 1079 (contra Berengario) se habla de "conversión sustancial". Poco después, algunos teólogos - Hildelberto Turonense y Rolando Bandinelli (luego será Papa Alejandro III- comenzaron a utilizar el término "transubstanciación" y que será usada oficialmente por vez primera en un Decretal de Inocencio III y en el Caput Firmiter del Conc. IV de Letrán. A la hora de designar ese concepto emplean términos diversos (fieri, conversio, transmutari, transelementari, transformat, mutatione, conversione, etc.). A partir de ahí, este término se ha convertido en garantía de ortodoxía, y Pío VI (DZ 1529) en la "Auctorem fidei", contra el sínodo de Pistoya (1786), afirmó que la doctrina de la transubstanciación no es una questión meramente escolástica, opinable, sino una verdad de fe.
La Iglesia ortodoxa griega, después del II concilio universal de Lyón (1274), recogió de la teología latina éste término. Pero cuando encontró mayor difusión este término fue durante el siglo XVII, en la lucha contra las teorías calvinistas sobre la Euc. del patriarca Cirilo Lucaris y la Confessio de Dositeo 17.
- De hecho, Santo Tomás (III, q.75, a.2) afirma que el Cuerpo de Cristo sólo puede hacerse presente en la Euc. por conversión de toda la sustancia del pan en la sustancia del Cuerpo de Cristo, y de toda la sustancia del vino en la sustancia de la Sangre de Cristo, descartando todo tipo de movimiento local.
2. El dogma:
Cristo está presente en el sacramento del altar por transubstanciarse toda la sustancia de pan en su cuerpo y toda la sustancia de vino en su Sangre. (de fe) - Trento, Ses. XIII, can 2 (DZ 884).
La transubstanciación se verifica en el momento mismo en que el sacerdote pronuncia sobre la materia las palabras de la forma (; ), de manera que, habiéndolas pronunciado, no existen ya ni la sustancia del pan ni la sustancia del vino: sólo existen sus accidentes o apariencias exteriores.
3. La noción:
Precisando más el concepto de transubstanciación, y sus implicaciones en este sacramento, puede afirmarse:
(a) En la Euc. no hay aniquilamiento de la sustancia del pan (o del vino), porque ésta no destruye, sólo se cambia;
(b) no hay creación del Cuerpo de Cristo: crear es sacar algo de la nada, y aquí la sustancia del pan cambia por la sustancia del Cuerpo, y la del vino por la de la Sangre;
(c) no hay conducción del Cuerpo de Cristo del cielo a la tierra: en el cielo permanece el único Cuerpo glorificado de JC, y en la Euc. está su Cuerpo sacramentalmente;
(d) Cristo no sufre ninguna mutación en la Euc.; toda la mutación se produce en el pan y en el vino;
(e) lo que se realiza, pues, en la Euc. es la conversión de toda la sustancia del pan y del vino en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo, que es lo que llamamos transubstanciación.
N.B. En los últimos años, algunos teólogos han buscado nuevas fórmulas de explicar esta Presencia real de Cristo el la Euc.: la transignificación o de la transfinalización, señalando que, por las palabras de la consagración, el pan y el vino consagrados adquieren una nueva significación y se dirigen a un nuevo fin. No obstante, el Magisterio las juzgas insuficientes y exige mantener la terminología de siempre. (Cf. Mysterium fidei, 3-IX-1965, n. 39)
4. Prueba de la Escritura:
La transubstanciación se contiene implícitamente en las palabras con que Cristo instituyó este sacramento. Considerando la veracidad y omnipotencia divina de Jesús, se deduce de sus palabras que lo que ƒl ofrecía a sus discípulos ya no eran pan y vino, sino su Cuerpo y Sangre. Por tanto, había tenido lugar una conversión. Pero los accidentes no sufrieron esa conversión, como lo prueba el testimonio ocular de los allí presentes. Luego aquella conversión afectó únicamente a la sustancia y fue, por tanto, verdadera transubstanciación.
5. Prueba de la Tradición:
Los padres de los tres primeros siglos dan testimonio de la presencia real, pero sin entrar en detalles sobre el modo con que se verifica la misma. De ahí que en esa época no encontremos más que sugerencias de la transubstanciación. Así por ejemplo dice Tertuliano - .
Desde el siglo IV enseñan ya de manera explícita los padres que en la consagración tiene una lugar una conversión, son: S. Cirilo de Jerusalén, S. Gregorio de Nysa, S. Juán Crisóstomo, S. Cirilo de Alejandría, S. Juán Damasceno, S. Ambrosio.
Para explicar de forma intuitiva este misterio, los santos padres emplean analogías, tales como la conversión del alimento en la sustancia corporal (Greg. de Nysa, Juán Damasceno), la conversión del agua en vino en las bodas de Caná (Cirilo de Jerusalén), la conversión de la vara de Moisés en serpiente, la conversión del agua de los ríos de Egipto en sangre, la creación y la encarnación (Ambrosio).
En las antiguas liturgias, se invoca al Logos o al Espíritu Santo por medio de una oración especial, llamada epíclesis, para que descienda y de aquel pan y vino el Cuerpo y Sangre de Cristo, o para que el pan y el vino el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
6. El modo como el Cuerpo de Cristo está realmente presente:
- Nadie duda que el Señor está presente en medio de los fieles, cuando éstos se reúnen en su nombre: (Mt 18,20)
- También está presente en la predicacción de la palabra divina, (SC 7).
- Igualmente está en los sacramentos, ya que son acciones de Cristo.
- Sin embargo, la presencia de JC en la Euc. es de otro orden: Pablo VI, MF 39).
- Se le llama real no por exclusión, como si las otras presencias de Cristo- en la oración, en la palabra, en los otros sacramentos- no fueran reales, sino por antonomasia, pues es una presencia substancial: por ella se hace presente Cristo, Dios y Hombre, entero e íntegro.
a) Bajo cada una de las especies sacramentales, y bajo cada una de sus partes cuando se fraccionan, está contenido JC entero, con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad (Trento Ses. XIII can. 3). JC no se encuentra presente en la Hostia al modo de los cuerpos, que ocupan una extensión material determinada ( la mano en un lugar, y la cabeza en otro ), sino al modo de la sustancia, que está toda entera en cada parte del lugar (la sustancia del agua se encuentra tanto en una gota como en el océano; la sustancia del pan está tanto en una migaja como en una pan entero, etc.) Por ello, al dividirse la Hostia, está todo Cristo en cada fragmento de ella.
b) Cristo está todo entero en cada especie.
No está únicamente el Cuerpo de Cristo bajo la especie del pan, ni únicamente su Sangre bajo los accidentes del vino, sino que en cada uno se encuentra Cristo entero. Donde está el Cuerpo, concomitantemente se hallan la Sangre, el Alma y la Divinidad; y donde está la Sangre, igualmente por concomitancia se encuentran el Cuerpo, el Alma y la Divinidad de JC. ƒl está presente en la Euc. con la naturaleza humana y la naturaleza divina. Pero el Alma y la Divinidad no están por conversión, sino por simple presencia, debido a la unión hipostática que se da en la Persona de Cristo entre su naturaleza humana y su naturaleza divina. Como escribe S. Tomás; (S.Th III, q. 76, a.1).
c) Permanencia de la Presencia real
Después de efectuada la consagración, el Cuerpo y la Sangre de Cristo están presentes de manera permanente en la Euc. La permanencia de Presencia real es una verdad de fe, definida contra la herejía protestante que afirmaba la presencia de Cristo en la Euc. sólo in uso, es decir, mientras el fiel comulga. Trento dice: "Si alguno dijere que, acabada la consagración, no está el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor JC en el admirable sacramento de la Euc. , sino sólo en el uso, al ser recibido, pero no antes o después, y que en las hostias o partículas consagradas que sobran o se reservan después de la comunión, no permanece en verdadero Cuerpo del Señor, sea anatema" (Ses. XII, can 4). alguno dijere que no es lícito reservar la Sagrada Euc. en el sagrario, sino debe ser necesariamente distribuida a los asistentes inmediatamente después de la consagración; o que no es lícito llevarla honoríficamente a los enfermos, sea anatema(Ses XIII, can. 7).
Según doctrina unánime de los teólogos, la Presencia real dura mientras no se corrompen las especies que constituyen el signo sacramental instituido por Cristo.
7. Permanencia de las especies:
Las especies de pan y vino permanecen después de la transubstanciación (de fe).
Según declaración del Trento (Ses. XIII, can. 2/ DZ 884), la transubstanciación se extiende únicamente a las sustancias de pan y vino, mientras que las especies o accidentes permanecen: ; Se entiende por especies todo aquello que es perceptible por los sentidos, como el tamaño, la extensión, el peso, la forma, el color y el sabor.
8. Realidad física de las especies:
Las especies sacramentales conservan su realidad física después de la transubstanciación (sent. cierta).
a. La doctrina de toda la tradición no duda en absoluto de que a las impresiones de nuestros sentidos les corresponde una realidad objetiva. Así dice S. Agustín: . b. El Trento afirma que las especies , es decir, que quedan como residuo del término total a quo de la transubstanciación. c. El concepto de sacramento, que exige que el signo sea objetivo si no queremos que el sacramento se reduzca a una mera apariencia.
9. Sin sujeto de inhesión:
Las especies sacramentales permanecen sin sujeto alguno de inhesión (sent. cierta).
a. El Cuerpo y la Sangre de Cristo no pueden ser sujetos de los accidentes de pan y vino; tampoco puede serlo ninguna otra sustancia. De todo lo cual se deduce que las especies permanecen sin sujeto alguno. El Catecismo Romano (II 4, 43) califica esta sentencia como . b. La omnipotencia divina hace que sea posible la permanencia de los accidentes sin sujeto de inhesión, pues tal omnipotencia, como causa primera, puede sustituir el efecto de la causa segunda, cuando ésta falta (S.th III 77).
 
30.5 Teorías Teológicas Recientes y Orientaciones del Magisterio
No han faltado en nuestro siglo, ante teorías teológicas erroneas, las oportunas orientaciones del Magisterio, que recuerdan cómo la "conversio mirabilis et singularis" que se realiza mediante las palabras de la consagración es un cambio sustancial, no sólo formal; por lo que no es lícito hablar de la transfinalización o transignificación: Pablo VI, en la Mysterium fidei (3-IX-65), afirma que si hay un cambio de fin o de significado en el pan y en el vino, es porque, previamente, ha habido un cambio ontológico, sustancial.
El modernismo ha pretendido adoptar una postura eucarística de tipo pragmático; negar la Presencia real, juzgándola imposible, y, al mismo tiempo, recomendar ante el Sagrario un comportamiento semejante al debido si Cristo estuviese presente realmente, ya que eso "nutriría" nuestro sentimiento religioso.
Aparte de los errores teóricos, se dan otros de carácter más bien práctico; no niegan la Presencia real, pero tampoco la tienen en cuenta; entre esos, pueden citarse la relegación del sagrario en las iglesias, el descuido de las prácticas piadosas eucarísticas (visita al Santísimo, Bendición, Exposición...), de la comunión fuera de la Misa, de las misas sin pueblo presente, etc.

SACRAMENTOS DE INICIACIÓN CRISTIANA BAUTISMO Y CONFIRMACIÓN


 
29.1) Naturaleza, efectos, necesidad, sujeto y ministro del Bautismo
29.2) El carácter cristiano como participación en el sacerdocio de Cristo
29.3) El sacerdocio común de los fieles
29.4) Naturaleza, ministro, sujeto y efectos de la Confirmación
 
29.1 Naturaleza, Efectos, necesidad, Sujeto y Ministro del Bautismo
A. Naturaleza
"Baptismus est sacramentum regenerationis per aquam in verbo" (Cat. Rom., II, 2, 5). El Bautismo es un sacramento de la Nueva Ley instituido por Cristo para la regeneración mediante el lavado por el agua en la palabra.
El término latino "baptismus", que viene del griego, significa: sumergir, lavar, limpiar.
Este sacramento ya estaba prefigurado en el AT: circuncisión, paso del Mar Rojo, diluvio, etc. Fue anunciado por San Juan Bautista, cuyo bautismo era una preparación para el Bautismo de Cristo señalando las disposiciones necesarias para recibirlo. También fue anunciado por el Señor mismo en su conversación con Nicodemo (Jn 3,5).
En cuanto a la institución del Bautismo el Concilio de Trento afirma que hay dos momentos: institución y mandato de administrarlo. El Catecismo de la Iglesia Católica afirma que "en su Pascua Cristo abrió a todos los hombres las puertas de su Bautismo."
En general, hay consenso en que Cristo instituyó el Bautismo aunque hay diferencias sobre en qué momento y de qué manera. Un buen número de teólogos considera que fue instituido en el momento del bautismo de Cristo en el Jordán porque allí el Señor da al agua la virtud de santificar y porque allí se hace patente que la fuente de la regeneración bautismal es la Santísima Trinidad, que nos hace hijos de Dios y herederos del Cielo.
La promulgación de su obligatoriedad universal tuvo lugar después de la Resurrección: "Id y enseñad a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo" (Mt 28,19).
La materia remota del Bautismo es el agua verdadera y natural, y para que la celebración sea lícita debe estar bendecida.
La materia próxima es la ablución. Hay dos ritos que la Iglesia ha aceptado: infusión e inmersión.
La forma de este sacramento son las palabras: "Yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo".
B. Efectos
a. Efectos santificadores:
- El Bautismo es un nacimiento espiritual que nos incorpora a Cristo y conlleva una participación de la naturaleza divina por la que somos hechos hijos de Dios en Cristo.
- Imprime carácter, con el que el bautizado queda constituido en la condición de fiel cristiano y recibe, y es capaz de oír, la llamada a la santidad. Hace partícipe al hombre del oficio sacerdotal, profético y real de Jesucristo.
- Nos infunde la gracia santificante, las virtudes y los dones del Espíritu Santo. Nos concede, asimismo, una gracia sacramental específica.
b. Efectos purificadores:
- Perdona todos los pecados, tanto el original como los actuales.
- Remite todas las penas, tanto las temporales como las eternas, debidas a los pecados.
C. Necesidad
El Bautismo es necesario, con necesidad de medio, para la salvación eterna (Jn 3,5; Conc. Florencia; Conc. Trento, s. VI). También hay una necesidad de precepto, cuando Jesús dice: "Id y enseñad a todas las gentes y el que crea y se bautice se salvará" (Mc 16, 16). Sin embargo, el Bautismo de agua puede suplirse en cuanto a su principal efecto, es decir, en cuanto a la gracia santificante: a) por el bautismo de sangre en los adultos y niños; b) por el bautismo de deseo, en los adultos.
El bautismo de deseo es el anhelo explícito o implícito de recibir el Bautismo, deseo que debe ir acompañado de una contrición perfecta. Obra "ex opere operantis" y confiere la gracia santificante, a la que va unida la remisión del pecado original y de los pecados actuales y la pena eterna debida por ellos.
El bautismo de sangre se refiere a la muerte soportada con caridad por defender la fe o alguna virtud cristiana. Obra "ex opere operato".
D. Ministro
El ministro del Bautismo es el sacerdote, a quien de oficio compete bautizar; también el diácono puede administrar el Bautismo solemne (como ministro ordinario). Pero en caso de peligro de muerte, cualquier persona puede bautizar, con tal que guarde la forma establecida por la Iglesia y tenga intención de hacer lo que hace la Iglesia (actuaría como ministro extraordinario).
E. Sujeto
Toda persona viva, adulto o niño, que no haya sido bautizado antes válidamente, es sujeto capaz de recibir el Bautismo.
En el caso de los niños, la fe, necesaria para la licitud del Bautismo, es prestada por la Iglesia a través de los padres y padrinos.
En el caso de los adultos, se requiere la intención - al menos habitual - para recibirlo válidamente; y la fe y el rechazo expreso de todo afecto al pecado con propósito de no volverlo a cometer, para su licitud.
29.2 El Carácter Cristiano como Participación en el Sacerdocio de Cristo
Es dogma de fe que los sacramentos del Bautismo, Confirmación y Orden Sacerdotal no solo confieren la gracia, sino también imprimen carácter en el alma, es decir, un cierto signo espiritual e indeleble en virtud del cual el cristiano se distingue del que no lo es, queda habilitado para el culto e incorporado a Cristo y a la Iglesia. Por razón del carácter estos sacramentos no se pueden repetir. (Concilios de Florencia y de Trento)
El carácter es distinto de la gracia, pero dispone a recibirla. A diferencia de la gracia, el carácter nunca se pierde por el pecado. Son separables, pero no independientes, pues para realizar dignamente las acciones para las que habilita el carácter, se requiere la gracia. Por eso, el carácter es una disposición para la gracia. Cuando se pierde la gracia, el carácter permite recuperarla y urge esa recuperación.
Santo Tomás afirma que el carácter es una cualidad (que adviene a un ser constituido y, por lo tanto, no puede ser una sustancia) y, dentro de que es una cualidad, dice que es una potencia porque es una capacidad para algo. Cuando Dios nos imprime el carácter lo que hace es regalarnos una capacidad (potencia, poder) que nos permite realizar actos que otros no pueden; en concreto, para realizar el culto que agrada a Dios.
Como el carácter capacita para el culto y el culto cristiano deriva del sacerdocio de Cristo, el carácter es una participación, en mayor o menor grado, de ese sacerdocio. Esto tiene como consecuencia que el carácter sea indeleble ya que el sacerdocio de Cristo no pasa.
¿Qué naturaleza metafísica tiene el carácter?
- Es un accidente estable (pues inhiere en el alma y no la transforma y no se pierde).
-Es un accidente principio de operaciones y no solo una simple relación (nos da una relación más perfecta con Cristo, y nos capacita para determinadas operaciones).
Los hábitos y las potencias son los únicos accidentes que cumplen las dos anteriores cualidades; el carácter es una potencia, pues es un principio operativo, pero no de realizar algo bien o mal (que es lo que caracteriza al hábito), pues del carácter se puede abusar (vgr. celebrar indignamente el Santo Sacrificio). Además, esa potencia es de carácter espiritual e instrumental, pues obra no en virtud propia, sino como instrumento de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote.
29.2 Naturaleza, ministro, Sujeto y Efectos de la Confirmación
A. Naturaleza
Es el sacramento por el cual se confiere el Espíritu Santo a los bautizados por la unción del crisma en la frente, que se hace con la imposición de la mano mediante la pronunciación de ciertas palabras sagradas, con el fin de que confiesen su fe con fortaleza constantemente.
B. Institución
Según Santo Tomás, Cristo instituyó este sacramento no usándolo sino prometiéndolo: prometiendo a sus Apóstoles la plenitud del Espíritu Santo.
Prefigurado en el AT (Is 11,2), en el NT fue prometido por Jesucristo en varias ocasiones: Ultima Cena; Jn 7,38-39; Act 1,8. Esa promesa se cumple en Pentecostés.
En diversos pasajes del NT (Act 2,15-21; Act 19,2.5-6) se comprueba la administración de este sacramento por parte de los Apóstoles.
(cfr. PABLO VI, Divinae consortium naturae, 1971)
En cuanto a la materia remota de la Confirmación: Es el crisma consagrado por el Obispo en la fiesta del Jueves Santo. El crisma es una mezcla de aceite y bálsamo. El aceite debe ser de oliva o, "pro opportunitate", otro aceite vegetal.
La materia próxima es: La unción del crisma en la frente, que se hace con la imposición de la mano.
La forma es: "Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo."
C. Efectos
- La Confirmación confiere la plenitud del Espíritu Santo.
- Fortalece para actuar defendiendo, como por oficio, la fe en Cristo; fortalece, además, para el combate espiritual y la extensión del Reino de Cristo.
- Aumenta la gracia santificante.
- Confiere la gracia sacramental.
- Imprime carácter: Hay una nueva y mayor configuración con Cristo y una vinculación mayor a la Iglesia.
D. Ministro
Ordinario: el Obispo.
Extraordinario: el presbítero dotado de facultad, bien por derecho común o por concesión peculiar de la autoridad competente.
E. Sujeto
Todo bautizado que no esté confirmado y tenga la intención de recibirlo.
Condiciones de licitud: estar en estado de gracia y poseer la suficiente instrucción.

Es una gentileza de http://www.servicato.com para la
BIBLIOTECA 

LA LITURGIA


 
28.1) Naturaleza de la liturgia: actualización de la obra de la salvación y el culto de la Iglesia unida a Cristo Sacerdote.
28.2) La liturgia, fuente y cumbre de la vida de la Iglesia.
28.3) Dimensión simbólica de la liturgia.
28.4) La vida cristiana como culto a Dios.
 
28.1 Naturaleza de la liturgia: actualización de la obra de la salvación y el culto de ia Iglesia unida a Cristo Sacerdote.
1.- Introducción. El concepto de la liturgia es esencialmente teológica, pero abarca también la dimensión expresiva y simbólica- es decir antropológica- de la celebración.
En consecuencia, se centra tanto en el acontecimiento salvífico ( liturgia como misterio ) como en la dimensión formal de la ritualidad cristiana (liturgia como acción ), sin olvidar su finalidad en favor de los hombres (liturgia como vida ).
La ciencia litúrgica se mueve hoy entre dos orientaciones de fondo, la predominantemente teológica, que parte de los presupuestos dados por la revelación divina y puestos de manifiesto por la tradición eclesial, es decir, la liturgia como acción de Cristo y de la Iglesia que continúa la obra de la salvación por medio de gestos, palabras y símbolos, y de la predominantemente antropológica que quiere arrancar de la ritualidad tal como es estudiada por las ciencias del hombre, y en la cual se realiza el acontecimiento salvífico.
Trataremos armónicamente todos los aspectos, siguiendo las directrices del CV II, que recomendó la enseñanza de la liturgia bajo los aspectos teológico e histórico, espiritual, pastoral y jurídico e invitó a los profesores de las restantes disciplinas teológicas a tener en cuenta la conexión de cada una con la liturgia (cf. SC16;OT16).
2.- ETIMOLOGIA.
Uso en el mundo griego, el término liturgia procede del griego clásico, leitourgía (Leit-leós-laós:pueblo, popular; y érgon: obra). se usaba para indicar el origen o el destino popular de una acción o de una iniciativa, con el tiempo pasa a convertirse en un servicio oneroso en fevor de la sociedad. la liturgia vino a designar un servicio público, en el ámbito religioso, así se refería al culto oficial de los dioses.
 
Uso en la Biblia, el verbo leitourgéo y el sustantivo leitourgía, en la versión de los LXX, designa prácticamente siempre el servicio cultual del Dios verdadero realizado en el Santuario por los descendientes de Aarón y de Leví. En el griego bíblico del NT, leitourgía no aparece como sinónimo de culto cristiano, sino con varios sentidos; en sentido civil, de servicio público oneroso, como en el griego clásico ( cf Rom.13,6), en sentido técnico del culto sacerdotal y levítico del AT, la carta a los Hebreos aplica a Cristo, y sólo a El, esta terminología para acentuar el valor del sacerdocio de la Nueva Alianza. En el sentido de culto espiritual: S. Pablo usa la palabra leitourgía para referirse tanto al ministerio de la evangelización como al obsequio de la fe de los que han creído por su predicación (cf. Rom 15,16; Flp 2,17), en sentido de culto comunitario cristiano: "Mientras estaban celebrando el culto del Señor (leitourgoúnton) y ayunando dijo el Espíritu Santo..."(cf. Hech 13,2). Es el único texto del NT en que la palabra liturgia puede tomarse en sentido ritual o celebrativo. Esta reserva del uso de la palabra liturgia en el NT obedece a su vinculación al sacerdocio levítico, el cual perdió su razón de ser en la Nueva Alianza.
Los primeros escritores cristianos, de origen judeocristiano, usan la palabra en el sentido del AT, pero aplicada ya al culto de la Nueva Alianza (cf. Didaché 15,1).
En las Iglesias orientales de lengua griega liturgia designa la celebración eucarística. En la Iglesia latina, en lugar de liturgia se usaron expresiones como munus,officium, ministerium, opus, etc. No obstante S. Agustín, la empleó para referirse al ministerio cultual.
A partir del s. XVI, liturgia aparece en algunos títulos de libros dedicados a la historia y a la explicación de los ritos de la Iglesia. Junto a este significado, el término liturgia se hizo sinónimo de ritual y de ceremonia. En el lenguaje eclesiástico la palabra liturgia empezó a aparecer a mediados del S.XIX, cuando el Movimiento Litúrgico la hizo de uso corriente.
2.- Definición del liturgia.
Antes del Vaticano II. Los primeros intentos, desde los comienzos del Mvto litúgico, eran de tres clases: estéticas la liturgia es la "forma exterior y sensible del culto"; jurídicas liturgia como "el culto de la Iglesia en cuanto regulado por su autoridad"; teológicas, la liturgia como el "culto de la Iglesia", pero limitaban el carácter eclesial del culto a la acción de los ministros ordenados.
Definición de la encíclica Mediator Dei de Pío XII de 1947. El fundamento de la liturgia es el Sacerdocio de Cristo (MD4), de manera que la Iglesia, fiel al mandato recibido de su fundador, continúa en la tierra su oficio sacerdotal (MD5). Define la liturgia " es el culto público que nuestro Redentor tributa al Padre como cabeza de la Iglesia, y el que la sociedad de los fieles tributa a su fundador, y, por medio de ƒL, al eterno Pedre: es decir, el completo culto del Cuerpo Místico de Jesucristo, es decir, de la cabeza y sus miembros" (MD29; Cf,32). La encíclica situó a Cristo en el centro de la adoración y del culto de la Iglesia. Expresamente se afirma la presencia de Cristo en toda la acción litúrgica (MD26-28). Sin embargo no se llegó a abordar la relación entre la presencia y la Historia de la Salvación, ni entre los misterios del Señor y su celebración ritual.
La Sacrosanctum Concilium, del CVII, habla de la liturgia como un elemento esencial de le vida de le Iglesia, que determina la situación presente del pueblo de Dios" Con razón, entonces, se considera la liturgia como el ejercicio del Sacerdocio de Jesucristo. En ella los signos sensibles significan, y cada uno a su manera, realizan la santificación del hombre y así el Cuerpo Místico de Cristo, es decir, la Cabeza y su miembros, ejerce el culto público íntegro. En consecuencia, toda celebración litúrgica, por ser obra de Cristo Sacerdote y de su cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia" SC7.
Esta noción teológica de la liturgia, sin olvidar los aspectos antropológicos, aparece en íntima dependencia del misterio del Verbo encarnado y de la Iglesia. La Encarnación, en cuanto presencia eficaz de lo divino en la Historia, se prolonga "en los gestos y palabras" (cf DV2;13) de la liturgia, que reciben su significado de la Sagrada Escritura (SC24) y son prolongación en la tierra de la humanidad del Hijo de Dios (Cat 1070,1103).
El concilio ha querido destacar, por una parte, la dimensión litúrgica de la redención efectuada por Cristo en su muerte y resurrección, y por otra la modalidad sacramental o simbólico-litúrgica en la que se ha de llevar acabo la "obra de la salvación". Así la liturgia es la actualización de la obra de la salvación y el culto de la Iglesia unida a Cristo Sacerdote.
Cristo el Señor realizó esta obra de la redención humana y de perfecta glorificación de Dios, preparada por las maravillas que Dios hizo en el pueblo de la Antigua Alianza, principalmente por el misterio pascual de su bienaventurada pasión, de su resurrección de entre los muertos y de su gloriosa ascensión. Por este misrerio, 'con su muerte destruyó nuestra muerte y con su resurrección restauró nuestra vida', pues del costado de Cristo dormido en la Cruz nació el sacramento admirable de toda la Iglesia SC5. Por eso, en la lliturgia, la Iglesia celebra principalmente el misterio pascual por el que Cristo realizó la obra de nuestra salvación, Cat 1067. La
liturgia "ejerce la obra de nuestra redención" SC2.
La liturgia es memorial del misterio de la salvación, es una conmemoración real, une presencia real de lo que he sucedido históricamente y ahora se nos comunica de una manera eficaz. El memorial es una acción sagrada, un rito, e incluso un día festivo para que Dios "se acuerde" de su pueblo y de sus obras salvíficas, en los que el pueblo se vuelve hacia su Dios recordando estas obras. La liturgia cristiana tiene en el memorial el gran signo de la presencia del Señor y de la actualización de los misterios de Cristo.
28.2 La liturgia, fuente y cumbre de la vida de la Iglesia.
La liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza. Pues los trabajos apostólicos ordenan a que, una vez hechos hijos de Dios por la fe y el bautismo, todos se reúnan, alaben a Dios en medio de la Iglesia, participen en el Sacrificio y coman de la Cena del Señor.
Por su parte, la liturgia misma impulsa a los fieles a que, saciados "con los sacramentos pascuales",sean "concordes en la piedad"; ruega a Dios que "conserven en su vida lo que recibieron en la fe", y la renovación de la alianza del señor con los hombres en la Eucaristía enciende y arrastra a los files a la apremiante caridad de Cristo. Por tanto, de la liturgia, sobre todo, de la Eucaristía, mana hacia nosotros la gracia como de su fuente y se obtiene con la máxima eficacia aquella santificación de los hombres en Cristo y aquella glorificación de Dios a la cual las demás obras de la Iglesia tienden como a su fin. SC10.
28.3 Dimensión simbólica de la Liturgia.
En la liturgia, mediante signos, se significa y se realiza, según el modo propio de cada uno, la santificación del hombre (SC7).
La celebración litúrgica aparece como un conjunto de signos, que tienen importantes connotaciones teológicas, pero se basa en la dimensión expresiva y festiva del hombre. Un fenómeno tan rico y complejo como la celebración interesa por igual a la antropología y a la teología.
Con todo, el fin primario de la celebración, no es el de ser un medio pedagógico destinado a hacer más eficaz una enseñanza o un mensaje. En efecto, la celebración litúrgica es la actualización, en palabras y gestos, de la salvación que Dios realiza en su Hijo Jesucristo por el poder del Espíritu Santo. En la celebración se evocan, para que se hagan presentes, los acontecimientos de la salvación, especialmente el nacimiento de Cristo, su muerte y resurrección, su ascensión, el envío del Espíritu sobre los apóstoles en Pentecostés. Todo esto a fin de que el pueblo cristiano que celebra pueda participar activamente y recibir sus frutos. El verbo celebrar, traduce la expresión bíblica hacer memoria.
Nos centraremos, en el aspecto ritual de la celebración, en este sentido, la celebración es la liturgia en acción, o sea, el momento en que la función santificadora y cultual de la Iglesia se hace acto en un lugar y en un tiempo concretos. Desde este punto de vista la celebración comprende cuatro componentes: el acontecimiento que motiva la celebración, la comunidad que se hace asamblea celebrante, la acción ritual y el clima festivo, que llena todo.
Por tanto, la celebración puede definirse como el momento expresivo, simbólico, ritual y sacramental en el que la liturgia es acto que evoca y hace presente, mediante palabras y gestos, la salvación realizada por Dios en Jesucristo con el poder del Espíritu Santo. La celebración en sentido estricto es una acción que corresponde ante todo a la dimensión ritual, expresiva y festiva de la Iglesia. Los signos litúrgicos están ante todo al servicio de la presencia y de la realización de una salvación que está destinada a los hombres en sus circunstancias históricas y existenciales.
Conviene aclarar el significado de signo y símbolo. El signo, tiene un sentido más amplio o genérico que símbolo. Signo es "una cosa que, además de la forma propia que imprime en los sentidos, lleva al conocimiento de otra distinta en sí". Hoy se habla generalmente de símbolo cuando se tiene delante un significante que remite no a un significante preciso, como en el caso del signo, sino a otro significante que en cierto modo se hace presente, aunque no de modo total y claro. Por eso el símbolo tiene una función representativa, al hacer presente de alguna manera su significado y al participar del mismo. El simbolismo es un proceso que hace pasar de las cosas visibles a las invisibles, y es a la vez el resultado de este proceso.
"Una celebración sacramental está tejida de signos y de símbolos, según la pedagogía divina de la salvación, su significación tiene su raíz en la obra de la creación y en la cultura humana, se perfila en los acontecimientos de la Antigua Alianza y se revela en plenitud en la persona y la obra de Cristo" Cat. 1145. Por otra parte, los signos y símbolos de la liturgia son signos de la fe (Cf. SC59), en cuanto expresan la fe de la Iglesia que actúa como sacramento universal de la salvación, y en cuanto suponen y exigen la presencia de la fe en quienes la celebran. La fe es suscitada por la palabra de Dios y se apoya en ella (Cf. SC9), pero los mismos signos litúrgicos alimentan y nutren la fe de los participantes (Cf. SC24:33).
Dimensiones del signo litúrgico: Por lo tanto, todo signo litúrgico es signo rememorativo de los hechos y de las palabras de Cristo, pero también de los hechos y palabras que, en la Antigua Alianza, anunciaron y prepararon la plenitud de la salvación. El signo es también demostrativo de las realidades invisibles presentes, la gracia santificante y el culto a Dios. El signo tiene una dimensión profética en cuanto prefigurativo de la gloria que un día ha de manifestarse y del culto que tiene lugar en la Jerusalen de los cielos (SC8). Por último, en el signo litúrgico se advierte también una dimensión moral, el sentido de que la presencia de la gracia santificante dispone al hombre para traducir en su vida lo que celebra como presente y espera alcanzar un día como futuro.
28.4 La vida cristiana como culto a Dios.
" En Cristo se realizó plenamente nuestra reconciliación y se nos dio la plenitud del culto divino" (SC5). La palabra culto (del latín, cultus, colere: honrar, venerar), es la expresión concreta de la virtud de la religión, en cuanto manifestación de la relación fundamental que une al hombre con Dios. El culto comprende actos internos y externos en los cuales se realiza la citada relación. Esta relación nace del conocimiento de la condición creatural del hombre respecto de Dios, lo sitúa en una posición distinta de él y lo impulsa a reconocer su dependencia mediante actos de adoración, de ofrecimiento o de súplica, de ayuda, susceptibles de ser analizados por las ciencias de la religión.
Entre los elementos fundamentales del culto se encuentran, la actitud de sumisión (subiectio), la adoración (latría), la tendencia hacia Dios (devotio), la dedicación o entrega a él (pietas) en el servicio religioso (officium) y las reacciones emocionales ante "lo tremendo" y "fascinante" de lo sagrado.
El famoso axioma lex orandi, lex credendi (la norma de la oración, es la norma de la fe), tiene un sentido amplio en orden a mostrar la adecuación entre las verdades de la fe y su celebración en la liturgia. En efecto la liturgia refleja siempre una doctrina de la fe y una cierta enseñanza, aunque su finalidad no es la de instruir, sino de vivirla, así la liturgia expresa la fe. La vida espiritual, llamada también vida interior, es la vida "en el Espíritu" es decir la vida de los cristianos realizada como una permanente asimilación al Hijo, bajo la acción del Espíritu Santo. La liturgia está en el origen, en el desarrollo y en la consumación de esa vida.
Ahora bien, " la liturgia no agota toda la actividad de la Iglesia" (SC9), tampoco abarca toda la vida espiritual. El cristiano, llamado orar en común, debe no obstante, orar al Padre (SC12). Así hay relaciones entre la oración personal y al participación litúrgica, y la situación de los llamados ejercicios piadosos del pueblo cristiano. Conviene que los ejercicios piadosos se organicen teniendo en cuenta los tiempos litúrgicos, para que estén de acuerdo con la sagrada liturgia, deriven en cierto modo de ello y conduzcan al pueblo a ella (SC 13).
En la Iglesia han existido siempre la liturgia y los actos de piedad como dos formas legítimas de culto cuya diversidad específica suele explicarse en base de la naturaleza de cada una de ellas: la liturgia es el culto que pertenece al entero cuerpo de la Iglesia, y los ejercicios piadosos, son formas de piedad privada, pero ambas formas de piedad están relacionadas entre sí, aunque se distinguen realmente y en la práctica no debe confundirse (SC 12-13).

DIMENSIÓN JERÁRQUICA DE LA IGLESIA


 
26.1) Pedro y los demás Apóstoles.
26.2) La sucesión apostólica
26.3) La sacramentalidad del Episcopado
26.4) El Primado del Papa
26.5) El Colegio de los Obispos
26.6) Potestad y servicio en la Iglesia: la triple función de enseñar, santificar y gobernar
26.1 Pedro y los demás Apóstoles
Cristo después de haber hecho oración (ambiente mistérico) eligió a doce para que viviesen con El y para enviarlos a predicar el Reino de Dios. Les instituyó a modo de colegio o grupo estable, al frente del cual puso a Pedro elegido de entre ellos mismos. Les envió primero a los hijos de Israel, luego a todas las gentes para que participando de su potestad propagasen la Iglesia, la apacentasen sirviéndola hasta la consumación de los siglos. En esta misión fueron confirmados plenamente el día de Pentecostés (LG, 19).
Cristo, antes de ascender al Padre para completar su misión, les hace entrega de un don interior: el Espíritu Santo, y un don exterior: el cuerpo apostólico que sustituirá su humanidad visible conforme a su triple función de sacerdote, rey y profeta. De este modo, El seguirá siendo la cabeza de su Iglesia; los apóstoles no serán sus sucesores, sino sus vicarios.
a) Los doce forman un colegio, un grupo, un orden; una misión que realizan solidariamente, una única potestad.
b) De entre ellos mismos es elegido Pedro y es puesto como cabeza en el seno mismo. Para que el episcopado sea uno e indivisible instituyó en la persona del mismo el principio y fundamento perpetuo y visible de la unidad de fe y comunión (LG,18).
Con todo esto vemos que Cristo dió a su Iglesia en los apóstoles una estructura jerárquica de naturaleza episcopal.
26.2 La Sucesión Apostólica
La misión divina confiada por Cristo a los Apóstoles ha de durar hasta el fin del mundo porque el Evangelio que ellos deben propagar es en todo tiempo el principio de toda la vida para la Iglesia (LG, 20).
Para que la misión confiada a ellos se continuase después de su muerte, dejaron a modo de testamento a sus colaboradores inmediatos el encargo de acabar y consolidar la obra comenzada por ellos. Los Apóstoles establecieron colaboradores y les dieron orden de que al morir ellos otros varones probados se hicieran cargo de su ministerio. Entre los varios ministerios que se vienen ejercitando en la Iglesia (...) ocupa en primer lugar el oficio de aquellos que, ordenados obispos por una sucesión que se remonta a los mismos orígenes, conservan la semilla apostólica (LG, 20).
Los obispos son pastores, maestros de doctrina, sacerdotes del culto y ministros del gobierno.
Por tanto, concluimos con que:
1) Los obispos son colaboradores de los Apóstoles cuando éstos dejan la tierra.
2) Son los sucesores "por institución divina a los Apóstoles como pastores de la Iglesia, de modo que quien les escucha, escucha a Cristo y quien los desprecia, desprecia a Cristo."( LG 20).
3) Perdura el oficio de los obispos de apacentar la Iglesia, que debe ejercer de forma permanente al orden sagrado de los obispos.
4) Les han sucedido a los Apóstoles en lo que tenían de transferible: el oficio pastoral, maestros, sacerdotes y gobierno, pero no en lo fundacional. Es decir, los obispos no son Apóstoles, sino que son los sucesores de los Apóstoles (Nota explicativa previa #1: "No implica la transmisión de la potestad extraordinaria de los Apóstoles a sus sucesores."). 
26.3 La Sacramentalidad del Episcopado
Los Apóstoles fueron enriquecidos por Cristo con una fusión especial del Espíritu Santo. que descendió sobre ellos y ellos, a su vez por la imposición de las manos, transmitieron a sus colaboradores este don espiritual que ha llegado hasta nosotros en la consagración episcopal (LG, 21).
a) Es un sacramento, se confiere la plenitud del sacramento del orden, sumo sacerdocio, cumbre del ministerio sagrado.
b) Confiere el oficio de santificar, pero además el de enseñar y regir.
c) Estos sólo se pueden ejercer estando en comunión con el colegio y la cabeza.
d) Es verdadero sacramento. Por la imposición de las manos y las palabras de la consagración se confiere la gracia del E.S. y se imprime carácter. Hacen las veces del mismo Cristo y actúan en lugar suyo (LG, 21).
26.4 El Primado del Papa
Así como por disposición del Señor S. Pedro y los demás Apóstoles forman un solo Colegio apostólico, de igual manera (de semejante razón) se unen entre sí el Romano Pontífice, sucesor de Pedro y los obispos sucesores de los Apóstoles (LG, 22). La nota explicativa #1 advierte que se dice ‘de semejante manera’ para explicar que hay una proporcionalidad, es la que hay entre Pedro-Apóstoles y Papa-Obispos.
Al hablar de colegio, que estudiaremos a continuación, se ve obligado a hablar de la cabeza de dicho colegio porque no existe sin su cabeza. Por eso se hace aquella comparación. El papa es el sucesor de Pedro en ese Primado según se enseña en el CV I en Pastor Aeternus y ratificada por el Concilio.
1) El Romano Pontífice tiene sobre su Iglesia, en virtud de su cargo (es decir, como Vicario de Cristo y Pastor de toda la Iglesia) plena, suprema y universal potestad que puede siempre ejercer libremente. Sin embargo, el colegio no puede ejercer esa potestad, que también posee, sin el consentimiento del Romano Pontífice (LG, 22).
2) La finalidad y sentido de este Primado: es para que el episcopado mismo sea uno e indiviso y para que en la universal muchedumbre de los creyentes se conserve la unidad de la fe y de comunión. Es decir, la finalidad es dar consistencia al cuerpo de los obispos y a través de la unidad de los obispos, unidad a toda la Iglesia (Past. Aeternus). De modo que el Romano Pontífice como sucesor de Pedro es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, así de los obispos como de la multitud de los creyentes (LG, 23).
3) El primado no es otro sacramento, sino que es vicario de Cristo (los demás obispos también lo son) pero vicario al modo como Pedro lo hacía presente.
 
26.5 El Colegio de los Obispos
Hemos visto que los Apóstoles establecen colaboradores con el orden de consolidar la obra por ellos comenzada. Estos colaboradores son los obispos que han sido constituidos miembros del cuerpo episcopal en virtud de la consagración sacramental y por la comunión jerárquica con la cabeza y con los miembros del colegio (LG, 22).
Se emplea la palabra colegio no en el sentido estrictamente jurídico, como una asamblea de iguales que delegan su “potesta” en su propio presidente, sino como una asamblea estable (Nota expl. previa 1).
Uno se convierte en miembro por la consagración en la que se da una participación ontológica en los ministerios sagrados. Y se requiere la comunión jerárquica con la cabeza y el resto de los miembros. Esta comunión no se refiere a un afecto indefinido sino que se está hablando de una realidad orgánica que exige forma jurídica y que está animada por la caridad. Pero no se utiliza la palabra ‘potestad’ para que no se entienda como potestad expedita para el ejercicio lo que necesitaría determinación canónica. Esta comunión o potestad, aunque pertenece a la naturaleza de la materia, ya era aplicada antes de que fuese calificada en el Derecho. Es decir, por la consagración, al estar en comunión, se tiene esa potestad aunque se deba de hecho determinarla con la concesión de un oficio o asignación de súbditos etc.
1) Como hemos visto el Romano Pontífice es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad de los obispos y los fieles. Pues bien, los obispos son, individualmente, el principio y fundamento visible de unidad en sus Iglesias particulares (LG, 23).
2) Y todos juntos con el papa representan a toda la Iglesia (LG, 23) y la palabra ‘colegio’ comprende siempre a su cabeza (Nota expl. 3)
3) Pero el Colegio, aunque exista siempre, no por eso actúa de forma permanente con acción estrictamente colegial (...) y actúa estrictamente con acción colegial sólo a intervalos.( Nota expl. 4)
4) Y esta potestad suprema sobre la Iglesia universal que posee el Colegio se ejerce de modo solemne en el Concilio Ecuménico. Es prerrogativa del R Pont. convocar estos concilios, presidirlos y confirmarlos, y no hay concilio ecuménico si no es aprobado o aceptado por el Papa (LG, 22).
26.6 Potestad y Servicio en la Iglesia. La Triple Función de Enseñar, Santificar y Gobernar
Para que su Iglesia sea capaz de proseguir y completar su obra en el mundo, Cristo la ha dado misión y poder de desempeñar las funciones que El mismo ejercía: enseñar, santificar y gobernar.
Si observamos atentamente Mt 28, 18-19: ‘Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id pues y haced discípulos a todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del E.S., enseñándoles a observar todo lo que os he mandado.’ Se ve que Cristo determina para su Iglesia una misión que consiste en continuar su obra, una responsabilidad, una función. Pero para ello comunica sus propios poderes de enviarlos, aquellos que hacían de ƒl un doctor, un pastor y un sacerdote. Según el texto, aparece el munus docendi (‘haced discípulos a todos...’) el munus sanctificandi (‘bautizándolos’) y el munus regendi (‘enseñándoles a observar todo), que es el ministerio pastoral.
Vemos que estos tres poderes derivan de la única misión de Cristo y persiguen idéntico objetivo, es decir, están íntimamente vinculados. A su vez observamos que hay una primacía en la función sacerdotal "por la salvación del género humano se sacrificó Cristo, y a este fin refirió todas sus enseñanzas y todos sus preceptos, y lo que ordenó a la Iglesia fue que buscara la santificación y la salvación de los hombres" (Satis cognitum. Leon XIII), por eso la liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza" ( SC 10). Por último, es necesario observar que estos poderes tienen el sentido ministerial; es decir,son poderes para misión de servicio.
1) Al munus docendi compete guardar y trasmitir fielmente el depósito.
2) Munus sanctificandi. Así como Cristo fue enviado por el Padre, así envió a sus Apóstoles con el E.S., no sólo a predicar el Evangelio sino también a llevar a cabo la obra de salvación mediante el sacrificio y los sacramentos, en torno a los cuales gira la vida litúrgica (SC, 6). Es decir, como la Iglesia tiene por objeto la salvación de los hombres ella está dotada del poder de santificar a los hombres que se realiza por los sacramentos y la liturgia, siendo los responsables los mismos miembros de la jerarquía.
3) Munus regendi. Debe pastorear a su Iglesia. Debe saber guiarla. Para ello surge la jurisdicción pastoral de la Iglesia y todo el tema de la Teología de la Pastoral.
El sentido de la jurisdicción pastoral es que ‘Cristo no sólo es Redentor en quien debemos depositar nuestra confianza, sino también el legislador a quien debemos obediencia’ (Trento S. VI, can. 21). Y esta misma misión de Cristo se prolonga hoy a través de su Iglesia.

GRACIA E INHABITACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO.


 
24.1) La Nueva alianza.
24.2) La comunión de Dos y la gracia santificante.
24.3) Naturaleza de la gracia santificante.
24.4) Gracia e inhabitación del Espíritu Santo.
24.5) Gracia habitual y gracia actual: gracia y libertad de los actos.
 
24.1 La Nueva Alianza.
Inmediatamente después de haber pecado, nuestros primeros padres recibieron de Dios la promesa de la Redención (Gén.3,15). Como vemos Dios no abandonó su proyecto de llevar al hombre a su fín sobrenatural; al contrario le ofreció la salvación a lo largo de la historia por diversos caminos, hasta que envió a su propio Hijo para instaurara así la nueva y definitiva alianza, con su encarnación y muerte en la cruz.
La nueva alianza a sido anunciada desde antiguo por los profetas entre estos destaca Isaías y Jeremías. En el N.T. las características de la nueva alianza:
a.- Es destinada a todos los hombres.
b.- Es gravada en los corazones.
c.- El sacrificio por el que se sella es la cruz.
d.- Se constituye un nuevo pueblo - La Iglesia.
e.- Los Sacramentos.
f.- La Nueva Alianza es en definitiva Cristo.  
24.2 La Comunicación De Dios. La Gracia.
El hombre fue creado en gracia, y hay una continuidad entre naturaleza y gracia, sin que no obstante pertenezcan al mismo nivel metafísico. Dios al crear el ser, comunica su bondad a otros poniendo en cierto modo a las criaturas fuera de si, al otorgarles consistencia propia, ya que Dios en incomunicable, sólo comunicación sustancial de la divinidad se realiza en las procesiones intratrinitarias. pero quiso crear seres espirituales capaces de conocerle y amarle a los cuales introducir en su vida íntima. de aquí la diferencia entre creación y recreación. ninguna creatura puede participar por naturaleza de la vida divina de Dios, es decir, su entendimiento y amor, pero Dios puede hacer que la creatura espiritual participe de su vida íntima sin destruir su naturaleza sino llevándola más allá de sus posibilidades hasta introducirla en su intimidad.
Santo Tomás explica que no hay inconveniente en que la acción de Dios en la creatura alcance un termino que la naturaleza no alcanza, pues la creación y la recreación son una acción que se continua.(II sent. c.18.q2.a1-5). El aquinate emplea el término recreación para hablar del don de la gracia en general y en particular cuando se refiere a la recreación obrada por Cristo, fue necesaria una nueva creación por la cual fueran producidas las creaturas en el ser de la gracia.
Es hora de explicar, La vida íntima de Dios, y la grandeza de participar de ella, tendremos como presupuesto básico la gratuidad de la gracia.
a.- La gracia creada constituye un nuevo principio formal inmanente en la persona con el cual se recibe un nuevo ser, obrando sin ninguna mediación, exactamente por que en el acto de crear Dios otorga el "esse gratie" mediante el cual se hace presente de un modo nuevo en el alma por la presencia de la inhabitación de la Trinidad que supone las misiones diferenciadas del Hijo y del Espíritu Santo.
b.- Después de la caída y la Redención toda la gracia que llegó al hombre viene de Cristo, esto comporta que la divinización que es unión de gracia es en Cristo y que la progresiva unión a EL nos une al Padre. La vida de gracia es una participación de la gracia de Cristo en el alma que nos viene a través de su humanidad. la teol. lo explica con una comparación que tiene fundamento bíblico: Así como por la generación carnal participamos de la naturaleza de Adán, por la regeneración en Cristo participamos de la vida misma de Dios, pues la vida de Cristo es nuestra vida: "Cualquiera que me ama, guardará mis mandamientos, y mi padre lo amará y vendremos a él y haremos mansión en él" (Jn14,23) y en otro lado de la escritura "porque sois hijos de Dios envió a vuestros corazones el espíritu de su hijo" (Rom.8,14).
24.3 Naturaleza De La Gracia Santificante
La gracia habitual o santificante es algo real, creado y recibido intrínsecamente en el alma, es la participación física y formal, aunque análoga y accidental, de la naturaleza misma de Dios, reside en la esencia misma del alma y se disuelve realmente en la caridad sobrenatural.
La gracia es un nuevo principio de vida al que responde un modo más perfecto de perfecto de obrar. La gracia santificante es un don sobrenatural de Dios, que penetra regenera y vivifica al hombre (divine consoles naturae), se reciben también virtudes infusas y obras del Espíritu Santo. Las potencias operativas del entendimiento y voluntad adquieren así la actitud para obrar conforme a la nueva vida.
Por la gracia santificante toda la Trinidad inhabita en el alma. por decirlo de algún modo, el hombre desde su mismo acto de ser, es transformado por el don de la gracia creada, para poder ser introducido en la intimidad divina.
24.4 Gracia E Inhabitación.
La vida del cristiano es una cierta participación de la vida de Cristo, el mismo Señor lo ilustra usando la alegoría de la vid y los sarmientos (Jn.15,4-5). esto no es sólo una imágen, sino que es una realidad, cada cristiano en la medida en que se une y alimenta de la vida de Cristo, puede llegar a decir: "Ya no soy yo quién vive es Cristo quién vive en Mí"(Gál. 2,20). Cristo mismo nos enseña también que somos Hijos de Dios, porque hemos recibido el Espíritu Santo (Rom.8,14), asi que somos convertidos en hijos adoptivos de Dios y asimilados al hijo de Dios por la presencia en nosotros del Espíritu Santo que es el mismo Espíritu de Cristo.
Con el bautismo recibimos el Espíritu Santo, comienza un proceso de identificación con Cristo, esto nos lleva a un estado de Gracia, supone la presencia activa del Esp. Santo, la Gracia siempre va acompañada de virtudes que perfeccionan nuestro obrar, de igual modo de los Dones y frutos del Espíritu Santo.
La Inhabitación es la presencia de las tres personas divinas en el alma del cristiano, ahora bien los textos revelados hacen notar que la inhabitación se expresa como una misión ad extra del Espíritu Santo, en este sentido cabe la afirmación de San Agustín según el cual "la misión de una persona divina en la historia prolonga en el tiempo su procesión eterna". Hay que considerar el papel de la Iglesia y de los sacramentos a los que está ligada la gracia que trae consigo la inhabitación.
 24. 5 Gracia Habitual Y Actual. Gracia Y Libertad De Los Actos
La Gracia Actual es una moción sobrenatural de Dios a manera de cualidad que dispone el alma para obrar o recibir algo en orden a la vida eterna. se diferencia de la habitual o santificante porque es un acto transitorio.
Este tema a la lo largo del pensamiento teológico trajo algunos problemas, el más significativo es la controversia de auxilis entre los dominicos y los franciscanos. El tema central radica en la relación que tiene la gracia actual con la libertad.
como punto de partida sirve hacer la distinción entre:
Gracia eficaz. es la produce el efecto querido por Dios.
Gracia suficiente: es la que puede llegar a su término, pero si la deja la voluntad humana.
A esto hay que decir que el error de Jansenio y Bayo es que toda gracias es eficaz.
Conjuguemos dos elementos, que son:
a.- Dios Omnipotente lo causa todo.
b.- El hombre es libre, su libertad esta herida pero no aniquilada.
Hay que defender que la gracia actual es absolutamente necesaria en el orden sobrenatural, puesto que el hombre no podrá tener actos sobrenaturales sin la previa moción de la gracia actual.
La libertad por su parte es la capacidad de poder, es el deber de alcanzar la propia salvación siguiendo el plan de Dios.
Gracía del Haro. afirma que los principios intrínsecos del acto humano son: inteligencia y voluntad, pasiones y gracia.
¿Cómo intervienen en el obrar humano?
a,- conocimiento intelectual.
b.- consentimiento de la voluntad.
c.- las pasiones ordenadas preparan y contribuyen al recto querer de la voluntad, los desórdenes la dificultan.
d.- la gracia recrea la persona y su libertad, pero no obra en nosotros sin nosotros, señalaremos cuatro puntos de cómo la gracia transforma el dinamismo de la libertad :
d.1. La vida de la gracia constituye una gratuita regeneración de la persona que no sólo le libera de su esclavitud de las obras de la carne, sino que lo capacita a un obrar que excede todas las pretensiones humanas.
d.2. Esta acción de sanación y transformación y divinización de la gracia, asume la libertad humana, no la anula: es un nuevo principio vital, que no obra sin la correspondencia de la persona. Según Santo Tomás la acción de la gracia obra en nosotros, lo que hacemos es al modo de la causa primera, que actúa en las segundas y el agente principal en el instrumental.
d.3. La caridad asume el papel de principio motor de la nueva vida del hombre.
d.4. Bajo el imperio de la caridad toda vida humana se diviniza.