30.1) Introducción
30.2) Enseñanzas Bíblicas sobre la Eucaristía
30.3) Testimonio de la Tradición y Definiciones del Magisterio
30.4) Transubstanciación
30.5) Teorías Teológicas Recientes y Orientaciones del Magisterio
30.1 Introducción
a) La Euc. es el sacramento en el cual, bajo las especies de pan y vino se halla Cristo verdaderamente presente, con su cuerpo y su sangre, a fin de ofrecerse de manera incruenta al Padre celestial y darse como manjar espiritual a los fieles. (cf. Ott p.551)
b) La Sagrada Euc. culmina la iniciación cristiana (Cat. 1322)
c) "Sanctissima Eucaristia est Novae Legis sacramentum in quo sub speciebus panis et vini ipsemet Christus Dominus, omnium sacramentorum Auctor, continetur, offertur et sumitur".
En ésta definición se incluyen los tres aspectos de la Euc.:
- in facto esse (Presencia real)
- in fieri (sacrificio)
- in usu (comunión)
d) Preeminencia ( Santo Tomás prueba la preeminencia de la euc. por encima de los demás sacramentos):
(1) Por el contenido de la Euc.: en este sacramento no hay, como en todos los demás, una virtud otorgada por Cristo para darnos su gracia, sino que es Cristo mismo quien se halla presente; Cristo, fuente de todas las gracias.
(2) Por la subordinación de todos los demás sacramentos a la euc. como a su último fin.
(3) Por el rito de todos los demás sacramentos, que la mayor parte de las veces se completa con la recepción de la euc. (S.th.III 65,3
e) N.B. En este tema nos centramos en la presencia de Cristo en la Euc.
30.2 Enseñanzas Bíblicas sobre la Eucaristía
Pueden ser agrupadas en tres tipos de textos:
1. La promesa de la eucaristía (institución) (Io 6,22-71)
Después de los milagros preparatorios de la multiplicación de los panes y el caminar milagroso de Jesús sobre las aguas del lago, dijo el Señor a los judíos, deseosos de presenciar otra multiplicación de los panes: (27). En el discurso eucarístico que sigue, habla Jesús primeramente, en términos generales, del verdadero pan del cielo, que ha bajado del cielo y da la vida eterna al mundo (29-34); después se designa a sí mismo como pan del cielo que da vida, pero señala que para asimilarse ese manjar es necesario tener fe (35-51a); por último, da más detalles diciendo que el verdadero pan del cielo es su carne; y hace depender la vida eterna de que se gusten o no los manjares de su carne y de su sangre (51b-58) "El pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo. Disputaban entre sí los judíos diciendo: Cómo puede éste darnos a comer su carne? Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre no tendréis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo le resucitaré en el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre s verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre está en mí y yo en él."
2. Los textos de la institución (recogidos en Mt.26,26-28; Mc,14,22-24; Lc.22,19-20; 1Cor 11,23-25, con diferencias sólo accidentales)
Esa promesa de Cafarnaúm tuvo cabal cumplimiento en la cena pascual prescrita por la ley hebrea, que el Señor celebró con sus Apóstoles, la noche de Jueves Santo.
3. Textos que narran la celebración de la Euc. en la Iglesia naciente (Act. 2,42 y en los Epístolas de San Pablo, ej.1 Cor 10,16; 1 Cor 11,26-27) en los que se ve lo que habían entendido los primeros cristianos en las palabras de Cristo.
a. Acts.2,42: .
b.1Cor.10,16;1Cor.11,26-27: "El cáliz de bendición que bendecimos, no es la comunión de la Sangre de Cristo? El pan que partimos, no es comunión del Cuerpo de Cristo?...Porque cuantas veces comáis esta pan y bebáis el cáliz, anunciáis la muerte del Señor hasta que él venga. De modo que quien comiere el pan o bebiere el cáliz del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor".
30.3 Testimonio de la Tradición y Definiciones del Magisterio
1. Lo que verdaderamente impresiona es el carácter social y colectivo de los testimonios antiguos en torno a la Euc.: catequesis para los recién convertidos, cartas dirigidas a los fieles, liturgia (en la llamada epíclesis de las antiguas liturgias cristianas, se invoca al Logos o al Espíritu Santo para que ), inscripciones funerarias, pinturas en las catacumbas, defensa ante las herejias....; ésta "fidex simplex" admite universalmente que, después de la consagración, el pan y el vino son el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
2. La - sintagma técnico para designar la Euc.- pasó pronto, junto con el Bautismo, a ser el rito característico de los primeros cristianos. Ellos creían con absoluta sencillez que el pan consagrado era el Cuerpo de Cristo. Los Apóstoles y sus sucesores presentaban a los fieles el pan consagrado diciendo: Corpus Christi, y los fieles respondían Amén. La Euc. era Jesús, y nadie habló jamás de símbolo o figura.
3. Además, no faltan testimonios singulares:
A. Los Padres antenicenos:
(i) San Ignacio de Antioquía (+ hacia 107) - el más antiguo testimonio de la tradición que habla claramente en favor de la presencia real de Cristo en la Euc.
- Vs. los docetas, dice él:
(ii) S. Justino Mártir (+ hacia 165) - establece un paralelo entre la consagración de la Euc. y el misterio de la encarnación. El resultado, lo mismo de la eucaristía que de la encarnación, es la carne y sangre de JC.
(iii) San Ireneo de Lyón (+ hacia 202) - frente a los gnósticos: Cristo es Dios, porque sólo Dios puede hacer el milagro de la trasubstanciación: . (Adv. haer IV 18,4 )
(iv) Tertuliano (+ hacia 220) - (De carnis resurr. 8 )
(v) S. Cipriano (+ 258) - .
(vi) Los Alejandrinos:
Clemente y Orígenes - dan testimonio de esa fe universal de la Iglesia que proclama que el Señor nos da a gustar su Cuerpo y su Sangre.
N.B. Incluso aquí en la escuela de Alejandría, donde es mayor la tendencia a las expresiones de tipo simbólico, se deja clara la presencia real.
B. Los Padres Postnicenos: También destacan de manera especial como testigos de la fe de la Iglesia en la presencia real de Cristo en la Euc.
(i) Los Griegos: (a) S. Cirilo de Jerusalén (b) S. Juán Crisóstomo - , (c) S. Cirilo deÊAlejandría, (d) S. Juán Damasceno
(ii) Los Latinos:
(a) S. Hilario de Poitiers (b) S. Ambrosio - quien constituyó una autoridad decisiva para la doctrina eucarística de la teología escolástica. Así lo explica, "Esta pan es pan antes de la consagración; no bien ha tenido lugar ésta, el pan pasa a ser la Carne de Cristo...Ved, pues, cuán eficaz es la palabra de Cristo... Así pues, cuando lo recibes, no dices en vano "Amen", confesando en espíritu que recibes el Cuerpo de Cristo. El sacerdote te dice: "El Cuerpo de Cristo" y tú dices: "Amén"; esto es, "verdadero"". ( De sacram., lib. 4, cap. 4 )
iii) S. Agustín - aÊpesar de tener predilección especial por la interpretación simbólica, no pretende excluir la presencia real. Y así dice él, . ( Sermo 227 )
iv) Sto. Tomás - prueba la conveniencia de la presencia real por: 1) la perfección de la Nueva Alianza y la consiguiente elevación que ha de tener su sacrificio por encima del sacrificio del AT; 2) el amor de Cristo a los hombres, que impulsa al Señor a estar cerca de ellos corporalmente, 3) la perfección de la fe, que en la euc. no sólo se extiende a la divinidad, sino también a la humanidad de Cristo invisiblemente presente. (S.th. III 75, 1. )
El MAGISTERIO DE LA IGLESIA:
1) VI Concilio Romano (Gregorio VII, a. 1079, DZ 355) - Vs. Berengario, el primer hereje directo sobre la Euc. considerándola sólo como un símbolo (figura vel similitudo) del Cuerpo y Sangre de Cristo glorificado en el Cielo y que, por tanto, no puede hacerse presente en todas y cada una de las hostias consagradas. El Cuerpo de Cristo está en el Cielo, y en la Euc. sólo estaría de un modo espiritual.
2) IV Letran (a. 1215, XII ecuménico, DZ 430) Vs. los valdenses, albigenses, petrobrusianos, henricianos, cátaros que, por aborrecimiento a la organización visible de la Iglesia y por reviviscencia de algunas ideas gnosticomaniqueas, negar el poder sacerdotal de consagrar y la presencia real (S. XII y XIII). Para combatir todos estos errores, el Concilio definió oficialmente la doctrina de la transubstanciación, la presencia real y el poder exclusivo de consagrar que posee el sacerdote ordenado válidamente.
3) Constanza (a. 1414, XIV ecuménico, DZ 581-583) Vs. Juan Wicleff que impugnó la doctrina de la transubstanciación enseñando que, después de la consagración, permanecen las sustancias de pan y vino (teoría de la remanencia). La presencia de Cristo en la euc. quedaba reducida a una presencia puramente dinámica. El fiel cristiano recibiría sólo de manera el Cuerpo y la Sangre de Cristo. La adoración de la Euc. sería culto idolátrico. La misa no había sido instituida por Cristo.
4) Trento (Sesiones XIII, XXI, XXII) - que define la presencia verdadera, real y sustancial de Cristo en la Euc. Como es lógico, esos tres adjetivos no se utilizaron por casualidad, sino que respondían al empeño por salir al paso de los errores que hablaban de una presencia engañosa, sólo simbólica ( Zwinglio y Wycleff) o sólo virtual (Calvino).
5) CAT 1373-1374 - se han recogido 3 pasajes grandes sobre Euc.: Trento Ses XII, SC 7: (Cristo está presente en la Euc. tanto en (a) el ministro-in Persona Christi-, (b) especies y en (c) la palabra) y Mysterium Fidei(habla de una presencia por excelencia porque Cristo en su totalidad está allí sustancialmente).
30.4 Transubstanciación
1. Un poco de historia:
- En el sínodo Romano del año 1079 (contra Berengario) se habla de "conversión sustancial". Poco después, algunos teólogos - Hildelberto Turonense y Rolando Bandinelli (luego será Papa Alejandro III- comenzaron a utilizar el término "transubstanciación" y que será usada oficialmente por vez primera en un Decretal de Inocencio III y en el Caput Firmiter del Conc. IV de Letrán. A la hora de designar ese concepto emplean términos diversos (fieri, conversio, transmutari, transelementari, transformat, mutatione, conversione, etc.). A partir de ahí, este término se ha convertido en garantía de ortodoxía, y Pío VI (DZ 1529) en la "Auctorem fidei", contra el sínodo de Pistoya (1786), afirmó que la doctrina de la transubstanciación no es una questión meramente escolástica, opinable, sino una verdad de fe.
La Iglesia ortodoxa griega, después del II concilio universal de Lyón (1274), recogió de la teología latina éste término. Pero cuando encontró mayor difusión este término fue durante el siglo XVII, en la lucha contra las teorías calvinistas sobre la Euc. del patriarca Cirilo Lucaris y la Confessio de Dositeo 17.
- De hecho, Santo Tomás (III, q.75, a.2) afirma que el Cuerpo de Cristo sólo puede hacerse presente en la Euc. por conversión de toda la sustancia del pan en la sustancia del Cuerpo de Cristo, y de toda la sustancia del vino en la sustancia de la Sangre de Cristo, descartando todo tipo de movimiento local.
2. El dogma:
Cristo está presente en el sacramento del altar por transubstanciarse toda la sustancia de pan en su cuerpo y toda la sustancia de vino en su Sangre. (de fe) - Trento, Ses. XIII, can 2 (DZ 884).
La transubstanciación se verifica en el momento mismo en que el sacerdote pronuncia sobre la materia las palabras de la forma (; ), de manera que, habiéndolas pronunciado, no existen ya ni la sustancia del pan ni la sustancia del vino: sólo existen sus accidentes o apariencias exteriores.
3. La noción:
Precisando más el concepto de transubstanciación, y sus implicaciones en este sacramento, puede afirmarse:
(a) En la Euc. no hay aniquilamiento de la sustancia del pan (o del vino), porque ésta no destruye, sólo se cambia;
(b) no hay creación del Cuerpo de Cristo: crear es sacar algo de la nada, y aquí la sustancia del pan cambia por la sustancia del Cuerpo, y la del vino por la de la Sangre;
(c) no hay conducción del Cuerpo de Cristo del cielo a la tierra: en el cielo permanece el único Cuerpo glorificado de JC, y en la Euc. está su Cuerpo sacramentalmente;
(d) Cristo no sufre ninguna mutación en la Euc.; toda la mutación se produce en el pan y en el vino;
(e) lo que se realiza, pues, en la Euc. es la conversión de toda la sustancia del pan y del vino en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo, que es lo que llamamos transubstanciación.
N.B. En los últimos años, algunos teólogos han buscado nuevas fórmulas de explicar esta Presencia real de Cristo el la Euc.: la transignificación o de la transfinalización, señalando que, por las palabras de la consagración, el pan y el vino consagrados adquieren una nueva significación y se dirigen a un nuevo fin. No obstante, el Magisterio las juzgas insuficientes y exige mantener la terminología de siempre. (Cf. Mysterium fidei, 3-IX-1965, n. 39)
4. Prueba de la Escritura:
La transubstanciación se contiene implícitamente en las palabras con que Cristo instituyó este sacramento. Considerando la veracidad y omnipotencia divina de Jesús, se deduce de sus palabras que lo que ƒl ofrecía a sus discípulos ya no eran pan y vino, sino su Cuerpo y Sangre. Por tanto, había tenido lugar una conversión. Pero los accidentes no sufrieron esa conversión, como lo prueba el testimonio ocular de los allí presentes. Luego aquella conversión afectó únicamente a la sustancia y fue, por tanto, verdadera transubstanciación.
5. Prueba de la Tradición:
Los padres de los tres primeros siglos dan testimonio de la presencia real, pero sin entrar en detalles sobre el modo con que se verifica la misma. De ahí que en esa época no encontremos más que sugerencias de la transubstanciación. Así por ejemplo dice Tertuliano - .
Desde el siglo IV enseñan ya de manera explícita los padres que en la consagración tiene una lugar una conversión, son: S. Cirilo de Jerusalén, S. Gregorio de Nysa, S. Juán Crisóstomo, S. Cirilo de Alejandría, S. Juán Damasceno, S. Ambrosio.
Para explicar de forma intuitiva este misterio, los santos padres emplean analogías, tales como la conversión del alimento en la sustancia corporal (Greg. de Nysa, Juán Damasceno), la conversión del agua en vino en las bodas de Caná (Cirilo de Jerusalén), la conversión de la vara de Moisés en serpiente, la conversión del agua de los ríos de Egipto en sangre, la creación y la encarnación (Ambrosio).
En las antiguas liturgias, se invoca al Logos o al Espíritu Santo por medio de una oración especial, llamada epíclesis, para que descienda y de aquel pan y vino el Cuerpo y Sangre de Cristo, o para que el pan y el vino el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
6. El modo como el Cuerpo de Cristo está realmente presente:
- Nadie duda que el Señor está presente en medio de los fieles, cuando éstos se reúnen en su nombre: (Mt 18,20)
- También está presente en la predicacción de la palabra divina, (SC 7).
- Igualmente está en los sacramentos, ya que son acciones de Cristo.
- Sin embargo, la presencia de JC en la Euc. es de otro orden: Pablo VI, MF 39).
- Se le llama real no por exclusión, como si las otras presencias de Cristo- en la oración, en la palabra, en los otros sacramentos- no fueran reales, sino por antonomasia, pues es una presencia substancial: por ella se hace presente Cristo, Dios y Hombre, entero e íntegro.
a) Bajo cada una de las especies sacramentales, y bajo cada una de sus partes cuando se fraccionan, está contenido JC entero, con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad (Trento Ses. XIII can. 3). JC no se encuentra presente en la Hostia al modo de los cuerpos, que ocupan una extensión material determinada ( la mano en un lugar, y la cabeza en otro ), sino al modo de la sustancia, que está toda entera en cada parte del lugar (la sustancia del agua se encuentra tanto en una gota como en el océano; la sustancia del pan está tanto en una migaja como en una pan entero, etc.) Por ello, al dividirse la Hostia, está todo Cristo en cada fragmento de ella.
b) Cristo está todo entero en cada especie.
No está únicamente el Cuerpo de Cristo bajo la especie del pan, ni únicamente su Sangre bajo los accidentes del vino, sino que en cada uno se encuentra Cristo entero. Donde está el Cuerpo, concomitantemente se hallan la Sangre, el Alma y la Divinidad; y donde está la Sangre, igualmente por concomitancia se encuentran el Cuerpo, el Alma y la Divinidad de JC. ƒl está presente en la Euc. con la naturaleza humana y la naturaleza divina. Pero el Alma y la Divinidad no están por conversión, sino por simple presencia, debido a la unión hipostática que se da en la Persona de Cristo entre su naturaleza humana y su naturaleza divina. Como escribe S. Tomás; (S.Th III, q. 76, a.1).
c) Permanencia de la Presencia real
Después de efectuada la consagración, el Cuerpo y la Sangre de Cristo están presentes de manera permanente en la Euc. La permanencia de Presencia real es una verdad de fe, definida contra la herejía protestante que afirmaba la presencia de Cristo en la Euc. sólo in uso, es decir, mientras el fiel comulga. Trento dice: "Si alguno dijere que, acabada la consagración, no está el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor JC en el admirable sacramento de la Euc. , sino sólo en el uso, al ser recibido, pero no antes o después, y que en las hostias o partículas consagradas que sobran o se reservan después de la comunión, no permanece en verdadero Cuerpo del Señor, sea anatema" (Ses. XII, can 4). alguno dijere que no es lícito reservar la Sagrada Euc. en el sagrario, sino debe ser necesariamente distribuida a los asistentes inmediatamente después de la consagración; o que no es lícito llevarla honoríficamente a los enfermos, sea anatema(Ses XIII, can. 7).
Según doctrina unánime de los teólogos, la Presencia real dura mientras no se corrompen las especies que constituyen el signo sacramental instituido por Cristo.
7. Permanencia de las especies:
Las especies de pan y vino permanecen después de la transubstanciación (de fe).
Según declaración del Trento (Ses. XIII, can. 2/ DZ 884), la transubstanciación se extiende únicamente a las sustancias de pan y vino, mientras que las especies o accidentes permanecen: ; Se entiende por especies todo aquello que es perceptible por los sentidos, como el tamaño, la extensión, el peso, la forma, el color y el sabor.
8. Realidad física de las especies:
Las especies sacramentales conservan su realidad física después de la transubstanciación (sent. cierta).
a. La doctrina de toda la tradición no duda en absoluto de que a las impresiones de nuestros sentidos les corresponde una realidad objetiva. Así dice S. Agustín: . b. El Trento afirma que las especies , es decir, que quedan como residuo del término total a quo de la transubstanciación. c. El concepto de sacramento, que exige que el signo sea objetivo si no queremos que el sacramento se reduzca a una mera apariencia.
9. Sin sujeto de inhesión:
Las especies sacramentales permanecen sin sujeto alguno de inhesión (sent. cierta).
a. El Cuerpo y la Sangre de Cristo no pueden ser sujetos de los accidentes de pan y vino; tampoco puede serlo ninguna otra sustancia. De todo lo cual se deduce que las especies permanecen sin sujeto alguno. El Catecismo Romano (II 4, 43) califica esta sentencia como . b. La omnipotencia divina hace que sea posible la permanencia de los accidentes sin sujeto de inhesión, pues tal omnipotencia, como causa primera, puede sustituir el efecto de la causa segunda, cuando ésta falta (S.th III 77).
30.5 Teorías Teológicas Recientes y Orientaciones del Magisterio
No han faltado en nuestro siglo, ante teorías teológicas erroneas, las oportunas orientaciones del Magisterio, que recuerdan cómo la "conversio mirabilis et singularis" que se realiza mediante las palabras de la consagración es un cambio sustancial, no sólo formal; por lo que no es lícito hablar de la transfinalización o transignificación: Pablo VI, en la Mysterium fidei (3-IX-65), afirma que si hay un cambio de fin o de significado en el pan y en el vino, es porque, previamente, ha habido un cambio ontológico, sustancial.
El modernismo ha pretendido adoptar una postura eucarística de tipo pragmático; negar la Presencia real, juzgándola imposible, y, al mismo tiempo, recomendar ante el Sagrario un comportamiento semejante al debido si Cristo estuviese presente realmente, ya que eso "nutriría" nuestro sentimiento religioso.
Aparte de los errores teóricos, se dan otros de carácter más bien práctico; no niegan la Presencia real, pero tampoco la tienen en cuenta; entre esos, pueden citarse la relegación del sagrario en las iglesias, el descuido de las prácticas piadosas eucarísticas (visita al Santísimo, Bendición, Exposición...), de la comunión fuera de la Misa, de las misas sin pueblo presente, etc.
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