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domingo, 17 de agosto de 2014

La fraternidad es un hecho en la Naturaleza

Radha Burnier, ‘The Theosophist’, agosto de 2008
Las Cartas de los Maestros dicen que en el imperio de la Naturaleza todas las cosas están ligadas por simpatía magnética; por consiguiente hay una conexión incluso entre una estrella distante y un hombre o una mujer en esta tierra.  Esta enorme extensión de relaciones, tal vez ilimitada, es la base para la declaración de que la fraternidad es un hecho en la Naturaleza.  Nosotros no tenemos que inventar la fraternidad o creer en ella; sólo tenemos que reconocer que el cosmos mismo está ligado por hilos sutiles de simpatía magnética.  Por tal reconocimiento espontáneamente llegamos a estar más  y más llenos con el espíritu de fraternidad, lo cual significa que siempre hay líneas de comunicación entre todas las cosas.
Si existen estos inextricables lazos, la simpatía magnética no es obviamente un manifiesto acto perceptible.  Es un movimiento desde dentro, del ser reconociendo al ser, de la vida universal siendo consciente de su foco en el ser de uno mismo, como también en todo lo que existe.  Hay una comunicación natural entre todas estas cosas.  La Naturaleza no sólo existe en la dimensión física, sino también en los niveles densos, sutiles y espirituales.  En realidad, en las enormes profundidades de la Naturaleza en todas partes, la comunicación no es muy clara en los niveles inferiores, pero hay constante unidad y amor en los niveles más profundos.
Esa comunicación se obstruye por nuestras actividades mentales, por los prejuicios y condicionamientos que permitimos que dominen en nuestra conciencia en este nivel inferior.  Parece como si, aun a través de la ciencia, haya vislumbres de este sistema de intercomunicació n de todo lo que existe, pero sólo son conocidos pequeños indicios, por ejemplo, que los árboles se comunican unos con otros de alguna manera misteriosa.
Si un bosquecillo de árboles es afectado por una plaga, el árbol, naturalmente, trata de quitársela de encima, pues de otra manera puede ser destruido.  Pero el bosquecillo puede aparentemente comunicarse con otro bosquecillo en alguna otra parte.  Hace unos pocos años, grandes olmos, que son muy bellos, fueron todos afectados por alguna clase de enfermedad, pero de manera misteriosa dieron aviso a otros árboles, de tal manera que los árboles desarrollaron señales que pudieron prevenir que la plaga llegara a tener mucho éxito.  Sabemos que en Adyar, árboles neem fueron afectados por alguna enfermedad extraña, las hojas se fueron secando, y algunos neems murieron.  Pero de alguna manera se las arreglaron para poner fin a la calamidad, tal vez por un sistema de comunicación.  Oímos de unas pocas fuentes científicas que los árboles parecen ser capaces de comunicarse unos con otros.
Las investigaciones de Rupert Sheldrake, y posiblemente de algunos otros, han demostrado que hay comunicación entre criaturas a un nivel desconocido.  Los seres humanos imaginan que porque otras criaturas no hablan nuestro lenguaje, no pueden comunicarse; a lo mejor tienen una clase primitiva de comunicación.  Por ejemplo hemos leído que cuando los conejos llegan a estar conscientes de peligro, golpean la tierra con sus colas de una manera particular, que hace que otros conejos sepan que allí hay peligro.  Sus métodos ‘primitivos’ de comunicación son claros a través de cambios en su voz, etc.  Pero parece haber algo más importante que eso.  En un complicado laberinto ciertas ratas aprendieron a abrir y cerrar una puerta, y ratas en el cuarto contiguo comprendieron.  Cómo comprendieron es imposible de decir.  Sheldrake también ha escrito acerca de perros y gatos que saben a distancia cuando su dueño está regresando.  Uno puede decir que esto es telepatía, pero la telepatía es también uno de los medios de comunicación.
Por medio del diálogo Socrático, de los diálogos del Buda, y un número de otros en los Upanishads, en la literatura China, en el pensamiento Taoísta, etc., maestros estuvieron tratando, para comunicar, de estimular la capacidad oculta en sus oyentes, la gente con quien estuvieron hablando.  Comunicación no significa simplemente hablar.  Nosotros pensamos que si decimos algo, eso es comunicación.  Puede no serlo, porque la persona con la cual estamos hablando puede no estar abierta a lo que decimos; nosotros cerramos, creamos una barrera entre nuestro propio ser y los seres de otros.  Pero el poder para comunicar significa tener un fluyente camino de doble vía de intuiciones, comprensión y apreciación.  Todo esto puede también ser bloqueado.  De tal manera que estos maestros fueron muy conscientes de que no estaban diciendo cosas a la gente, sino entrando en una forma de comunicación que pudiera ayudar a otros para ver por sí mismos.  Este fue todo el propósito del diálogo real.  La comunicación no es siempre verbal.  La comunicación verbal es necesaria en este mundo en alguna medida, pero muchos de nosotros usamos palabras equivocadas, hablamos demasiado y nos salimos del tema, o sentimos una cierta resistencia.  Con resistencia la comunicación es imposible porque nuestra condición interna anula lo que intentamos comunicar.  Por consiguiente, es importante examinar qué hace efectiva a la comunicación en el nivel externo como también en los niveles más sutiles y más profundos de la existencia.
Comunicación en variados niveles
No es necesario decir que en el pensamiento Indio, hablar significa no sólo comunicación al nivel verbal, sino comunicación a diferentes niveles de nuestro ser.  Se ha dicho que las personas deben ser iguales, estar al mismo nivel, para comunicarse.  El mismo simple hacho de que un adulto pueda comunicar algo a un niño muestra que esta idea no es enteramente correcta.  Un niño también es capaz de comunicar algo al adulto, aunque no son iguales en el sentido de crecimiento en madurez.  Realmente el adulto no es necesariamente una persona superior; el niño puede estar más evolucionado que el adulto, y algunas veces pasa que desde una edad física muy temprana la madurez del alma comienza a revelarse en comunicación.  De tal manera que no es igualdad, en el sentido de igual conocimiento, etc., lo que establece la comunicación.  ¿Entonces, qué hace posible la comunicación?
Obviamente los cerebros de las personas están llenos de movimientos contradictorios y por eso hay nociones, imágenes, prejuicios, que bloquean la comunicación, y esto hace que la calidad de la comunicación sea muy pobre.  Podemos llegar a un lugar sagrado y si la mente está serena, no parloteando o llena de conceptos y deseos mundanos, etc., posiblemente puede haber comunicación con lo santo y sagrado.  Pero supongamos que la gente está cotorreando a la entrada de un santuario, el flujo de obstrucciones continúa teniendo lugar, y no hay ninguna comunicación.  Todos los Maestros son parte de esa esfera sagrada, porque su conciencia se ha fundido con el vasto océano de la vida, pero la comunicación que ellos desean está ausente, debido a que nuestras mentes no están en un estado que haga esto posible.
Hay varias ocasiones en que uno puede pasar unos pocos momentos con la Naturaleza.  Porque todo es bello en la Naturaleza, incluso la naturaleza humana, pero también porque hay belleza oculta en todo, hay comunicación todo el tiempo.  También debiéramos ser capaces de mantener esa comunicación viva, no colocando barreras contra ella.  Tomemos, por ejemplo, las bendiciones de los Maestros.  Los Indios son particularmente aficionados a decir ‘Deseo las bendiciones de los Maestros’.  Esto es innecesario porque  las bendiciones de los Maestros están siempre presentes en todas partes, fluyen a borbotones continuamente.  Su misma existencia es una bendición.  Pero nosotros creamos barreras e impedimos su entrada en nuestros corazones y mentes para estimular el lado espiritual. De tal manera que debemos estar seguros de que nuestro propio ser está listo para la comunicación, sin estar esperando un gurú o una nueva forma de iniciación.  La Escala de Oro habla de ‘presteza para dar y recibir consejo e instrucción’.  Las palabras pueden sugerir que comunicación verbal tendrá lugar o algún papel será emitido, pero puede no ser así.  La Naturaleza misma, de acuerdo con varios sabios, habla; la Naturaleza no está callada, de acuerdo con Luz en el Sendero, pero nosotros no oímos.  ‘Esperando la palabra del Maestro’  ¿pero qué es la palabra del Maestro?  ¿Es dicha en un tiempo particular cuando uno tiene que estar presente para oírla?  De ninguna manera.  Porque cuando el corazón está listo, puro, no obstruido por prejuicios, por ideas previas, por deseo, y toda suerte de cosas, entonces la palabra desde el nivel espiritual más profundo es oída aunque al principio no muy claramente.  Pero en la medida en que proseguimos es oída profundamente por la parte mejor de nosotros mismos, y entonces empieza a romper la resistencia en el cerebro, en las mismas células de nuestro cuerpo.
Los requisitos para el sendero  han sido bien conocidos a través de las edades.  Uno de ellos es el silencio, por lo menos en ciertos momentos del día, cuando la Naturaleza misma puede comunicarse con nosotros.  Comunicación significa que nosotros somos enteramente receptivos, y también que somos capaces de canalizar energías espirituales, en alguna medida por lo menos, para que pasen a través nuestro a otros.  De tal manera que la comunicación requiere las cualidades necesarias para recibir e irradiar las energías apropiadas.  Como ya dijimos, muchas personas sabias y conocedoras han tratado de estimular en aquellos que son receptivos la capacidad para comunicar, para intercambiar.  Y una de las cosas importantes, como se ha señalado, es el silencio.  Es la habilidad de estar silencioso, no simplemente poner un sello en nuestros labios, sino estar silencioso verbalmente.  El cerebro gusta de parlotear, de crear conflictos, de resistir de acuerdo con lo que le gusta y le disgusta.  Y todo eso tiene que acabarse.
La vida misma es un Maestro
Podemos hablar de la vida misma como el maestro, porque todo maestro humano es sólo una incorporación de lo que es la vida.  Se nos ha dicho que nos acerquemos al maestro con reverencia.  Esto significa que no nos precipitemos para decirle a él nuestras opiniones, que no argumentemos con él.  Aprendemos a oír y responder apropiadamente, de tal manera que cualquier mensaje que sea dado llegue a ser más y más claro para nosotros.  Por consiguiente el estudiante puede interrogar al maestro, respetuosamente, silenciosamente, sin que proceda de un cerebro sobrecargado.  Entonces la luz que siempre está en el verdadero maestro se hace más brillante.  El papel del estudiante es entonces aceptar que su propia capacidad para la comunicación es llegar a ser como una llama.  Tal vez entonces llegará un tiempo cuando sintamos que podemos comunicarnos con todo el mundo.
Particularmente en los diálogos que tuvo el Buda, encontramos que hubo Brahmanes y otras personas que no pudieron aceptar lo que él dijo, porque fue demasiado nuevo para ellos.  Pero él no se los quitó de encima; no les dijo que eran personas inútiles; él trató de despertarlos.  El despertar puede ayudar en la actitud del estudiante.  Hay un parentesco que sale a relucir a través de toda comunicación con un sentido de unidad; cuando no tenemos ninguna relación no podemos comunicar.  Esto no significa que debemos abrazar a todo el mundo o hablar mucho; de ninguna manera.  Podemos sentarnos quietamente con alguien y tener un sentido de profunda relación.  En efecto, con toda persona con la cual tenemos una profunda relación no hay ninguna necesidad de demostración o verbalización.  Parece que debemos estar más conscientes del imperio de la Naturaleza en todos los niveles, una red en donde están fluyendo corrientes de todo lado.  Cada uno se beneficia de tal comunicación.  Fortalecemos nuestro progreso hacia los mundos más espirituales, y comenzamos a estar menos influenciados por el sentido de egoidad, que crea obstrucción.  Muchas de las declaraciones que hicieron los Mahatmas fueron bellas, pero tal vez pasamos sobre ellas muy rápidamente porque no nos damos cuenta de todas las implicaciones y la belleza en ellas.

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