41.1) Naturaleza de la virtud
41.2) Esquema general de las virtudes
41.3) La conexión o relación entre las virtudes
41.4) La caridad, síntesis de la perfección cristiana
41.5) Los dones del Espíritu Santo
41.1 Naturaleza De La Virtud
Un sólo acto bueno no basta para mantener la orientación firme del hombre hacia su último fin moral. Tampoco basta para hacer buenas las raíces de las facultades morales del alma y el alma misma. En cambio la gracia y las virtudes dan una orientación moral, permanente y profunda, a la vida humana.
S. Agustín define virtud: es la constancia y facultad en el obrar bien, que procede de la bondad interior del hombre virtuoso.
La suma teológica da la siguiente definición de virtud: "Bona qualitas mentis, qua recte vivitur et qua nemo male utitur".( Buena cualidad del espíritu, por la cual se vive rectamente, de la cual nadie puede usar mal).
Esta cualidad no procede de un instinto sino que se la da el hombre a sí mismo cuando le hace justicia a la realidad. Para criar la virtud se necesita un esfuerzo de la razón, de la voluntad y de la libertad; en el sentido de que la libertad se inclina por el bien que quiere la voluntad sacado de la verdad que ha captado la razón.
El hombre es virtuoso si se deja dominar, dirigir, por el bien en toda su amplitud( no por bienes parciales) y por la realidad que por ser realidad es verdadera y tiene un bien.
La virtud natural se adquiere en la actividad humana libre por medio del ejercicio repetido de actos buenos y no sólo con la simple reflexión o instrucción de los valores morales.
Para vivir la virtud se necesita:
-el normativismo de la verdad (que enuncia sus dictados en imperativo)
-el rationabile obsequium (dejarse dominar por la verdad)
-la elección voluntaria.
La virtud imprime a la voluntad una progresiva firmeza en la realización del bien, y a la persona un carácter entero y constante. La voluntad por influencia de la virtud se siente pronta e inclinada a obrar el bien.
La virtud se diferencia del acto bueno por ser una cualidad permanente, una disposición y una inclinación duraderas; esta cualidad lleva a realizar los correspondientes actos buenos (habitus operativus).
Las facultades naturales del hombre y las virtudes coinciden en que ambas llevan al acto pero se diferencian:
-las FN brotan de la misma naturaleza, las V se añaden a estas.
-las FN pueden realizar actos buenos o malos; las V sólo inclinan a los buenos.
-las FN son una capacidad para realizar los actos correspondientes; esta capacidad es moralmente indeterminada y puede usarse en distintas direcciones. Las V señalan un camino y dan facilidad e inclinación para el bien.
-la V ocupa un lugar intermedio entre la FN y el acto y hace que la FN pase a su acto bueno correspondiente.
La V es un hábito moral que tiende a los actos buenos; no todos los hábitos son V. Los vicios son hábitos que tienden a actos malos.
41.2 Esquema General De Las Virtudes
A-Naturales o adquiridas: Se adquieren por repetición de actos. Son:
A1-Intelectuales: perfeccionan al hombre en el conocimiento de la verdad, en concreto el orden creado. Son las siguientes:
-Hábito de los primeros principios (perfecciona a la inteligencia en el conocimiento de los primeros principios de lo real);
-Sabiduría (conocer las causas últimas del universo visible);
-Prudencia (perfecciona la inteligencia en el conocimiento de la dimensión ética de los actos humanos);
-Artes (perfecciona el entendimiento, para que conozca el modo de hacer algo bien en orden a sus fines próximos).
A2-Morales:
La Sagrada Escritura nombra las 4 V cardinales en el libro de la Sabiduría: "templanza y prudencia, justicia y fortaleza: nada hay más útil para los hombres en la vida que estas.(Sap.8,7)
Los Santos Padres aceptan esta división y la toman como base de sus exposiciones morales. S. Ambrosio las llama ya virtudes cardinales. S. Agustín las nombra también con frecuencia.
Prudencia: es la virtud de la razón práctica y le corresponde juzgar y dirigir rectamente todos los actos morales particulares, de acuerdo con las normas innatas de la conciencia, y las virtudes morales adquiridas.
Justicia: virtud fundamental de la voluntad (sujeto); ordena el querer y el obrar humanos (objeto) en relación con el prójimo sea Dios, la naturaleza u otro hombre.
Fortaleza: recta disposición del apetito irascible (s); robustece el ánimo frente a las dificultades de la vida moral y ante el peligro de muerte(o).
Templanza: virtud propia del apetito concupiscible. Dominio racional de los apetitos sensibles.
Estos cuatro hábitos son virtudes de menor excelencia que las sobrenaturales, pero son más básicas.
Junto a las VC están las V derivadas que constituyen las llamadas partes potenciales de las VC
B-Infusas: Son hábitos operativos infundidos por Dios en las potencias del alma para disponerlas a obrar sobrenaturalmente.
Se dividen en teologales (referidas directamente a Dios) y morales (sólo a los medios para alcanzarle).
B1-V Teologales (fe, esperanza y caridad) son hábitos operativos capacitativos (no facilitativos como las v naturales) sobrenaturales, infusos y que tienen por objeto a Dios.
Fe: Virtud sobrenatural por la que, con inspiración y ayuda de la gracia de Dios, creemos ser verdadero lo que por El ha sido revelado, no por la intrínseca verdad de las cosas, percibida por la luz natural de la razón, sino por la autoridad de Dios que revela, el cual no puede engañarse ni engañarnos.
Esperanza: Virtud sobrenatural, infundida por Dios en la voluntad, por la cual confiamos con plena seguridad alcanzar la vida eterna y los medios necesarios para llegar a ella, apoyados en el auxilio omnipotente de Dios.
Caridad: Virtud sobrenatural infundida por Dios en la voluntad, por la que amamos a Dios en si mismo como sumo Bien, a nosotros mismos y al prójimo por Dios.
B2-V Morales infusas son aquellas virtudes infusas que tienen por objeto inmediato y directo la honestidad de los actos humanos en orden al fin sobrenatural. Su objeto inmediato no es Dios, sino el bien honesto distinto de Dios. Llevan al cristiano a realizar con sentido divino sus tareas humanas.
41.3 Conexión o Relación Entre Las Virtudes
La moral es una moral de virtudes, doctrina de virtudes sobre el hombre que es verdadero o se hace verdadero en el sentido natural y sobrenatural, por eso la virtud es una, luego necesita una serie de actos para articularse según el objeto de esos actos. Para el cristiano la virtud se concreta en CRISTO.
Una vida verdaderamente virtuosa supone la posesión de todas las virtudes. La falta de alguna V, sin embargo, no priva del carácter moral a las restantes.
La prudencia es "auriga virtutum".
La P es causa de las demás V: lo que perfecciona al hombre es el ejercicio de una potencia o facultad perfectiva en orden a un fin recto; lo que da el fin recto a esa facultad perfectiva es la prudencia.
La P es medida de las demás virtudes: es la causa ejemplar; sólo si se ajusta a la causa ejemplar una acción es virtuosa.
La P es forma de las demás V: no sólo les da el modelo al que se tienen que ajustar, la misma prudencia las ajusta.
Una virtud moral es la impronta que imprime la prudencia en el querer y en el obrar. Toda virtud tiene participación en la P.
La caridad perfecciona las demás virtudes, es su forma extrínseca. Hace que las demás virtudes se ordenen a la unión con Dios, y por tanto sean buenas en su sentido más estricto, osea pone el fin último a las demás virtudes, la unión con Dios.
La caridad es madre de las demás virtudes.
41.4 La Caridad, Síntesis De La Perfección Cristiana
El amor a Dios es el término y fin de la vida moral. La caridad considera totalmente a Dios como el fin y la felicidad. Por ello la C se sitúa ya en este mundo, en un estado de eternidad, y conservará invariablemente su naturaleza en el cielo.
La fe y la esperanza corresponden al estado de peregrinación sobre la tierra; en el cielo la fe se convertirá en visión de Dios y la esperanza en posesión de Dios, pero aquí apenas alcanzan a Dios indirectamente, en cambio la caridad alcanza directamente a Dios ya en esta vida.
Así lo expresa el himno a la C de S. Pablo en 1Cor13.
41.5 Los Dones Del Espíritu Santo
Son hábitos sobrenaturales infundidos en las potencias del alma para recibir y secundar con facilidad las mociones del propio Espíritu Santo.
Se diferencia de las virtudes infusas en que estas se ajustan a la regla de la razón iluminada por la fe y bajo la moción de una simple gracia actual. Los dones se ajustan a la regla divina bajo la moción inmediata del Espíritu Santo.
Los dones son 7:
-Sabiduría: con este don el Espíritu Santo ilumina la inteligencia, haciéndole conocer las razones supremas de la revelación y de la vida espiritual, y formando en ella un juicio sano y recto sobre la fe y la conducta. Es raíz de un conocimiento nuevo, impregnado por la caridad, gracias al cual el alma adquiere familiaridad con las cosas divinas y prueba gusto en ellas.
-Entendimiento: el E.S. comunica al creyente una capacidad penetrante que le abre el corazón para percibir los misterios de Dios. Se concede una agudeza especial para intuir la Palabra de Dios en toda su profundidad y sublimidad. Relacionado con la fe.
-Ciencia: este Don ayuda a valorar rectamente las cosas, en su esencial dependencia del Creador El hombre no estima las criaturas más de lo que valen, y no pone en ellas, sino en Dios, el fin de su propia vida.
-Consejo: muy vinculado con la prudencia. Se da al cristiano para iluminar la conciencia en las opciones morales que la vida diaria le impone..
-Fortaleza: refuerza la virtud de la fortaleza. Es una fuerza interior arraigada en la caridad, que actúa en el hombre que vive en gracia como un impulso sobrenatural que da vigor al alma y sostiene la voluntad, y la hace pronta, activa y perseverante para afrontar dificultades y peligros, desde las situaciones habituales de dificultad hasta el martirio.
-Piedad: perfecciona la justicia. El E.S. sana nuestro corazón de todo tipo de dureza y lo abre a la ternura para con Dios y el prójimo.
-Temor de Dios: perfecciona la esperanza y la templanza. El E.S. infunde en el alma cristiana un sentido de profundo respeto por la Ley de Dios y los imperativos que se derivan de ella para la conducta cristiana, liberándola de las tentaciones del temor servil y enriqueciéndola con el temor filial, empapado de amor
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