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domingo, 17 de agosto de 2014

¿ES POSIBLE LA RELIGION SIN SACERDOTES?

La respuesta a esta pregunta depende en gran parte del significado que demos a la palabra «Religión».
Si con la pregunta que remos significar: ¿Puede el hombre acercarse a Dios directamente y sin la intervención de un sacerdote?, la respuesta inmediata es: SÍ.
El problema de las relaciones entre el hombre y Dios supone, nece sariamente, que entra los dos no puede imponerse tercera persona, como un sacerdote.
Esta es la enseñanza que gráficamente se nos declara en el «Bhagavad Gita», en donde Shri Krishna nos dice que, así como en tiempos de inundaciones el agua nos rodea por todas partes y no hay necesidad de ir por ella al pozo, así cuando el hom bre descubre por sí mismo el camino directo hacia Dios, no tiene ne cesidad de obedecer los preceptos de los Vedas, ni tomar parte en ce remonias.
Esta misma enseñanza de un camino directo hacia Dios la encontramos en todo Gran Maestro. Fue enseñada por Cristo. Buddha, Mahoma, Zoroastro y otros.
Este problema de las relacio nes entre el hombre y Dios es el problema de la Salvación.
Pero,¿ pueden los sacerdotes ayudar en este problema de la Sal vación? .
La respuesta que muchas religiones dan es: SÍ.
El Hinduismo, el Cristianismo y el Zoroastrismo son religiones que tienen sa cerdocio; el Budismo y la religión mahometana no lo tienen.
¿Cómo ayudan los sacerdotes?
El auxilio que prestan se parece mucho a las agencias físicas que se emplean para distribuir cualquier energía natural. Por ejem plo: en una ciudad que tenga central eléctrica se genera la electricidad por medio del carbón o del petróleo, con ayuda de ma quinaria bajo la dirección del cerebro humano. Necesitamos condu cir la electricidad por medio de cables tendidos en las calles, después por medio de hilos en las casas y finalmente en una lámpara donde la electricidad, pasando por un filamento, produce luz. Existen Fuer zas Divinas que necesitan exactamente una distribución parecida a la descripta. El hombre religioso que resiente la interferencia de los sacerdotes, se olvida de que lo que se llama «Divina Gracia», no es una experiencia meramente subjetiva, sino el resultado de fuerzas definidas que fluyen de planos invisibles. A veces se necesitan agencias como la de los sacerdotes, para que estas fuerzas desciendan.
Pero al mismo tiempo tenemos que reconocer que la fuerza o bendición que el sacerdote atrae de lo alto «no» es la Salvación.
Esta fuerza puede ayudar a que la Salvación se consiga si se cum plen estas condiciones:
Primero, que el recipiendario utilice la fuer za debidamente;
Segundo, que él sea verdaderamente capaz de con ducir o distribuir tal fuerza y no simplemente que declare que así lo hace cuando en realidad es incapaz de producir dicho efecto.
La Salvación es un cambio interno que se verifica en un indivi duo cuando abre su naturaleza y permite su proximidad a la Natu raleza de Dios. Pero en esa Salvación hay ciertas operaciones pre­paratorias que ayudan eficazmente, y en esta operación es donde el sacerdote puede ayudar. En cirugía moderna sabemos que cuando se va a practicar una operación, se toman las precauciones mas extraordinarias para obtener asepsia, es decir, el evitar toda causa que pueda producir una condición séptica. Esto se consigue median te la esterilización rigurosa de todo lo que ha de poner en contac to con la herida. Igualmente, después de la operación, si se quiere que la cicatrización sea normal, ha de tenerse sumo cuidado de que nada que pueda contener infección se ponga en contacto con la superficie abierta de la herida. De la misma manera, los sacerdotes, que debieran ser peritos espirituales en asepsia espiritual puedan facili tar el asunto de la Salvación. Pero así como el cirujano mas exper to es incapaz de curar a un paciente si no cooperan sus fuerzas vita les, así por mucho que sea el auxilio que el sacerdote pueda ofrecer, no le conduciría a la Salvación sin la voluntad del individuo.
Como al principio del artículo dijimos, la Salvación es una cues tión entre el hombre y Dios y es innecesaria la intervención de ter cera persona. Si así se verifica, el resultado obtenido no es un esta do de Salvación.
Si distinguimos claramente entre el problema de la Salvación y el problema de los medios que pueden ayudar a pre parar la mente y el corazón para que se consiga esa Salvación, esta remos en condiciones de contestar a la pregunta de si se necesita o no sacerdotes en la Religión.
Para la Salvación no son necesarios, pero son muy útiles para conducir al hombre a la «puerta» de la Salvación. Pero existiendo el poder de Dios en el corazón de todo hombre, puede muy bien, em pleando tan sólo su esfuerzo espiritual, no sólo llegar por si mismo a la puerta de la Salvación sino pasar por la puerta de la Liberación..
Al mismo tiempo, se cuentan por millones los que todavía no han descubierto este sendero directo y sienten la necesidad de auxi lio en su camino hacia la Meta. Aquí es donde el sacerdote puede ayudar. Todos sabemos por la historia de las Religiones que los sa cerdotes, pueden ser un obstáculo. Pero esto no puede destruir el he cho de que un sacerdote verdadero, esto es, el conductor de ciertas Fuerzas Divinas para el auxilio del hombre, pueda en verdad pres tar un gran servicio a la Religión.

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