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jueves, 7 de agosto de 2014

EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO

35.1) El matrimonio, realidad querida por Dios desde la creación del hombre y elevada por Cristo a la condición de sacramento.
35.2) Unidad e indisolubilidad, propiedades esenciales del matrimonio.
35.3) Los cónyuges, ministros y sujetos del sacramento.
35.4) La forma del sacramento.
35.5) Fines del sacramento y amor conyugal.
35.6) La familia, Iglesia doméstica.
 
35.1 El matrimonio, realidad querida por Dios desde la creación del hombre y elevada por Cristo a la condición de sacramento.
La vocación al matrimonio se inscribe en la naturaleza misma del hombre y la mujer, según salieron de la mano del Creador. El matrimonio no es una institución humana. Sobre el matrimonio se establece la íntima comunidad de vida y amor conyugal fundada por el Creador y provista de leyes propias que no dependen del arbitrio humano.
En Gn 1, 16-28 vemos como el hombre y la mujer son creados simultáneamente y ambos son iguales en dignidad, pues los dos reflejan la imagen de Dios a la que fueron hechos. Se distinguen por la diferencia sexual. Por tanto desde el principio hombre y mujer aparecen como la primera pareja humana. Dios los creó en "pareja". Son creados en relación de uno al otro, de modo que ambos han de formar una unidad superior: una sola caro. Ambos han sido creados para el matrimonio.
Ya en el Nuevo Testamento el Señor mismo asiste a las bodas de Caná y realiza allí, a petición de su Madre, su primer signo. De esto la Iglesia ha interpretado que Cristo confirma la bondad del matrimonio y que será signo eficaz de Su presencia.
También enseñó el sentido original de la unión hombre-mujer tal y como el Creador la quiso: Es el matrimonio indisoluble. Así el matrimonio cristiano viene a ser signo eficaz, sacramento de la alianza de Cristo y de la Iglesia, y puesto que es signo y comunicación de la gracia, el matrimonio entre bautizados es un verdadero sacramento de la Nueva Alianza ( Cfr.CIC can.1055,1).
35.2 Unidad e indisolubilidad, propiedades esenciales del matrimonio.
Del "matrimonio de los orígenes" deducimos que la unidad y la indisolubilidad son los elementos específicos del matrimonio.
Los términos bíblicos varón-varona se expresan en singular. Ambos, en su distinción específica están destinados a formar una sola carne. Formar una carne denota que el matrimonio da lugar a una unidad superior; por eso el hombre deja a su padre y a su madre para integrarse en unidad con la mujer y de ésta con el hombre. La unidad matrimonial supera los vínculos de la propia sangre: Serán los dos una sola carne.
Es la unidad de la comunidad de personas que abarca la vida entera de los esposos "de manera que ya no son dos sino una sola carne" (Mt 19,6).
La permanencia del vínculo en la unión hombre-mujer brota de la unidad misma que forma la pareja: se une a su mujer y se hacen los dos una sola carne, un solo ser. Dabaq en hebreo significa unirse a modo de ligadura con afecto íntimo marital. Se unen de tal modo que no es posible la ruptura de tal ligamen. La interpretación que hace Cristo de Gn no deja lugar a dudas: lo que ha unido Dios, no lo separe el hombre por que son una sola carne (Mt 19,6).
35.3 Los cónyuges, ministros y sujetos del matrimonio.
Son los esposos quienes, como ministros de la gracia de Cristo se confieren mutuamente el sacramento del matrimonio expresando ante la Iglesia su consentimiento.
Los protagonistas son un hombre y una mujer bautizados y libres para contraer el matrimonio y que expresan libremente su consentimiento. Así pues, los cónyuges son los ministros y sujetos del sacramento.
35.4 La forma del sacramento.
La Iglesia considera el intercambio de los consentimientos entre los esposos como el elemento indispensable que hace el matrimonio, y que si éste falta no hay sacramento. Este consentimiento matrimonial es al acto de la voluntad, por el cual el varón y la mujer se entregan y aceptan mutuamente en alianza irrevocable para constituir el matrimonio.
35.5 Fines del matrimonio y amor conyugal
Por su naturaleza misma, la institución misma del matrimonio y el amor conyugal están ordenados a la procreación, a la educación de la prole y la ayuda mutua, formando una comunidad de vida y amor.
Por eso es esencial vivir la fidelidad conyugal por la que son fieles a Dios, a Cristo y a sí mismos. El amor conyugal es personal; se trata de un amor esponsalicio y es un amor libremente elegido. Tal tipo de amor exige y demanda fidelidad y ayuda mutua, unidad, indisolubilidad y fecundidad. 
35.6 La familia, Iglesia doméstica.
Cristo quiso nacer en el seno de la Sagrada Familia. La Iglesia no es otra cosa que la Familia de Dios, y desde los orígenes de la Iglesia, las familias han sido islotes de vida cristiana en un mundo no creyente. Hoy las familias deben ser lo mismo, y los padres han de ser para sus hijos los primeros anunciadores de la fe con su palabra y con su ejemplo, y han de fomentar la vocación personal de cada uno. Aquí es donde se pone de manifiesto principalmente el sacerdocio bautismal de los fieles de la familia. La Iglesia doméstica se convierte así en comunidad de gracia y de oración, escuela de virtudes humanas y de caridad cristiana.

Francisco: Las relaciones basadas en el amor fiel se aprenden y viven en la familia

Mensaje del Santo Padre al primer Congreso latinoamericano de Pastoral familiar en Panamá. Elogia a los papás que dan la bendición a sus hijos
Por Rocío Lancho García
CIUDAD DEL VATICANO, 06 de agosto de 2014 - La familia es un centro de amor. Así lo ha afirmado el santo padre Francisco en el mensaje dirigido al primer Congreso latinoamericano de Pastoral familiar, que se celebra en Panamá del 4 al 9 de agosto. El encuentro lleva por lema "Familia y desarrollo social para la vida plena” y ha sido promovido por el Departamento Familia, Vida y Juventud del CELAM.
"¿Qué es la familia?", se pregunta Franciso al inicio del mensaje. Y responde: "Más allá de sus acuciantes problemas y de sus necesidades perentorias, la familia es un 'centro de amor', donde reina la ley del respeto y de la comunión, capaz de resistir a los embates de la manipulación y de la dominación de los 'centros de poder mundanos". Asimismo añade que "en el hogar familiar, la persona se integra natural y armónicamente en un grupo humano, superando la falsa oposición entre individuo y sociedad". Del mismo modo recuerda que en el seno de la familia, nadie es descartado: "tanto el anciano como el niño hallan acogida". La cultura del encuentro y el diálogo, la apertura a la solidaridad y a la trascendencia tienen en la familia su cuna, afirma el Papa.
A continuación, el Papa subraya dos aportes primordiales en el mensaje: la estabilidad y la fecundidad.
"Las relaciones basadas en el amor fiel, hasta la muerte, como el matrimonio, la paternidad, la filiación o la hermandad, se aprenden y se viven en el núcleo familiar", afirma Francisco. De este modo, cuando estas relaciones forman el tejido básico de una sociedad humana, le dan cohesión y consistencia. "Pues no es posible formar parte de un pueblo, sentirse prójimo, tener en cuenta a los más alejados y desfavorecidos, si en el corazón del hombre están fracturadas estas relaciones básicas, que le ofrecen seguridad en su apertura a los demás", indica.
Además -prosigue el Papa- el amor familiar es fecundo, y no sólo porque engendra nuevas vidas, sino porque "amplía el horizonte de la existencia, genera un mundo nuevo; nos hace creer, contra toda desesperanza y derrotismo, que una convivencia basada en el respeto y en la confianza es posible". El Pontífice reconoce que frente a una visión materialista del mundo, "la familia no reduce el hombre al estéril utilitarismo, sino que da cauce a sus deseos más profundos".
Por otro lado, Francisco afirma que, desde la experiencia fundante del amor familiar, "el hombre crece también en su apertura a Dios como Padre". Y es que, en la familia "se refleja la imagen de Dios que en su misterio más profundo es una familia y, de este modo, permite ver el amor humano como signo y presencia del amor divino". En la familia -añade- la fe se mezcla con la leche materna. Al respecto, pone como ejemplo "ese sencillo y espontáneo gesto de pedir la bendición, que se conserva en muchos de nuestros pueblos", porque indica el Santo Padre, "recoge perfectamente la convicción bíblica de que la bendición de Dios se transmite de padres a hijos".
Finalmente, el papa Francisco advierte que es importante animar a las familias "a que cultiven relaciones sanas entre sus miembros, a que sepan decirse unos a otros 'perdón', 'gracias', 'por favor', y a dirigirse a Dios con el hermoso nombre de Padre".
Para concluir el mensaje, pide a la Virgen de Guadalupe que "alcance de Dios abundantes bendiciones para los hogares de América y los haga semilleros de vida, de concordia y de una fe robusta, alimentada por el Evangelio y las buenas obras". Y, como ya es costumbre en el papa argentino, les pide que recen por él.

Texto completo de la catequesis del papa Francisco. La Iglesia, nueva alianza y nuevo pueblo

El Papa invita a los fieles en la audienca general a leer Mateo 5 y Mateo 25, las bienaventuranzas y el protocolo por el que seremos juzgados

CIUDAD DEL VATICANO, 06 de agosto de 2014 - El santo padre Francisco ha retomado hoy las catequesis de los miércoles después de que habían sido suspendidas en el mes de julio debido al período de vacaciones, aunque el Papa no partió de la Ciudad del Vaticano y estuvo siempre trabajando. A continuación el texto de la misma.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
en las catequesis precedentes hemos visto como la Iglesia constituye un pueblo, un pueblo al cual Dios ha preparado con paciencia y amor y al cual estamos todos llamados a pertenecer. Hoy quisiera subrayar la novedad que caracteriza a este pueblo. Hay una novedad que le caracteriza. Se trata realmente de un pueblo nuevo, que se funda sobre la alianza, establecida por el Señor Jesús con el don de su vida. Esta novedad no niega el camino precedente ni se opone a el, sino que lo lleva adelante, a su cumplimiento.
Hay una figura muy significativa, que actúa como una unión entre el Antiguo y el Nuevo Testamento: la de Juan Bautista. Para los Evangelios sinópticos es el "precursor", el que prepara la venida del Señor, preparando al pueblo a la conversión del corazón y a la acogida de la consolación de Dios ya cercana. Para el Evangelio de Juan es el "testigo", ya que nos hace reconocer en Jesús al que viene de lo alto, para perdonar nuestros pecados, y hacer de su pueblo su esposa, primicia de la nueva humanidad. Como "precursor" y "testigo", Juan Bautista juega un papel central en toda la Escritura, ya que hace de puente entre la promesa del Antiguo Testamento y su cumplimiento, entre las profecías y su cumplimiento en Jesucristo. Con su testimonio, Juan nos muestra a Jesús, nos invita a seguirlo, y nos dice en términos inequívocos que esto requiere humildad, arrepentimiento y conversión. Hace una invitación a la humildad, al arrepentimiento y a la conversión.
Como Moisés había estipulado la alianza con Dios, en virtud de la Ley recibida en el Sinaí, así Jesús, desde una colina junto al lago de Galilea, entrega a sus discípulos y a la multitud una nueva enseñanza que comienza con las bienaventuranzas. Moisés desde la Ley en el Sinaí, y Jesús, el Nuevo Moisés, desde la nueva Ley en la orilla del lago de Galilea.
Las Bienaventuranzas son el camino que Dios muestra como respuesta al deseo de felicidad inherente en el hombre y perfeccionan los mandamientos de la Antigua Alianza. Estamos acostumbrados a aprender los diez mandamientos, seguro, todos los conocemos. En la catequesis los habéis aprendido. Pero no estamos acostumbrados a aprender las bienaventuranzas. Vamos a probar a recordarlas y grabarlas en nuestros corazones. Hacemos una cosa, yo diré una detrás de otra. Yo digo una y vosotros repetís.
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos.
¡Muy bien! Pero hacemos una cosa, os doy una tarea para casa, una tarea para hacer en casa. Coged el Evangelio, el que lleváis con vosotros, recordad que debéis llevar siempre un pequeño Evangelio con vosotros en el bolsillo, en el bolso. O el que tenéis en casa. Tomad en Evangelio y en los primeros capítulos de Mateo, el 5, están, están las bienaventuranzas. Y hoy, mañana, en casa, leedlo. ¿Lo haréis? Y no lo olvidéis porque es la Ley que nos da Jesús. ¿eh? ¿Lo haréis? Gracias.
En estas palabras está toda la novedad traída por Cristo. Y toda la novedad de Cristo está en estas palabras. De hecho, las Bienaventuranzas son el retrato de Jesús, su forma de vida; y son el camino de la verdadera felicidad, que también nosotros podemos recorrer con la gracia que Jesús nos da.
Además de la nueva Ley, Jesús nos enseña también el "protocolo" sobre el que seremos juzgados: porque al final del mundo seremos juzgados. ¿Y qué preguntas se harán allí? ¿Cuáles serán estas preguntas? ¿Cuál es el protocolo sobre el que se juzgará? Es lo que encontramos en el capítulo 25 del Evangelio de Mateo. 25. Hoy la tarea es leer el quinto capítulo del Evangelio de Mateo, donde están las bienaventuranzas. Y también leer el 25, donde está el protocolo, las preguntas que nos harán el día de juicio.
No tendremos títulos, créditos o privilegios para situarnos. El Señor nos reconocerá si nosotros lo hemos reconocido en el pobre, en el hambriento, en el indigente y marginado, en quien sufre y está solo. Y este es uno de los criterios fundamentales de verificación de nuestra vida cristiana, sobre la cual Jesús nos invita a medirnos cada día. Yo leo las bienaventuranzas, pienso como debe ser mi vida cristiana y después hago el examen de conciencia con este capítulo 25 de Mateo. Cada día. He hecho esto, esto, esto. Nos hará bien, porque son cosas sencillas pero concretas.
Queridos amigos, la nueva alianza consiste precisamente en esto: en reconocer, en Cristo, envuelto de la misericordia y de la compasión de Dios. Es esto que llena nuestro corazón de alegría, y es esto que hace de nuestra vida un testimonio bonito y creíble del amor de Dios para todos los hermanos que encontramos cada día.
Recordad, la tarea. Capítulo 5 de Mateo y capítulo 25 de Mateo.

miércoles, 6 de agosto de 2014

SACRAMENTO DEL ORDEN


 
34.1) Institución del sacerdocio cristiano.
34.2) Naturaleza específica del sacerdocio ministerial; sus grados.
34.3) Ministro y sujeto del sacramento del orden.
 
34.1 Institución del Sacerdocio Cristiano
Hay una clara diferencia con el sacerdocio de Israel del A.T., a pesar de que en él había una jerarquía y un sacerdocio ministerial que se dedicaba al culto, y en el que también se utilizaba la imposición de manos para transmitir el poder. Pero en el N.T. queda abolido. S Pablo en Heb: Cristo instituye a los Apóstoles sacerdotes (CdTrento, s.XXIII, cap. 1, definida ya en II C de Lyon y Florencia).
Cristo instituye la sustancia del sacramento, en la Ultima Cena (DZ 949) y deja a la Iglesia la potestad de determinar el rito, grados que son ya de institución apostólica.
Lumen Gentium aclara que se produce en dos etapas, una referida a la institución, en la que Cristo envía a los Apóstoles y les da la gracia para la misión encomendada; y una segunda referida a la sucesión. 
Signo sacramental s. I-IV no está claro qué eran la materia y la forma. La Traditio Apostolica (s. III) habla de imposición de manos, que es un signo de transmisión del poder espiritual y del don del Espíritu Santo, y de fórmulas según el grado. (1 Tim 4,4 y 2 Tim 1,6). 
CdTrento, cap. III-0 Orden verdadero, sacramento, signos, palabras dan la gracia.
Pío XII, Const. "Sacramentum Ordinis " (1947) define la materia y la forma: El rito esencial del sacramento del Orden está constituido, para los tres grados, por la imposición de manos del obispo sobre la cabeza del ordenado, así como por una oración consecratoria específica que pide a Dios la efusión del Espíritu Santo y de sus dones apropiados al ministerio para el cual el candidato es ordenado.
Efectos
1.-Carácter sacramental, participación ontológica del triplex munus, Conformación, actuar in persona Christi, con Cristo cabeza como sacerdote, profeta y rey. Diferentes grados de esa participación: plena el obispo, secundaria los presbíteros y diáconos.
Carácter indeleble, no solo de potestad, temporal. CdTrento cap. 4.
2.- Significa y produce la potestad -por participación de Cristo-, que es sacra y conlleva una missio.
Antes CVII se separaba: orden - jurisdicción
Se dice a veces ministerio en vez de potestad porque aclara, ya se entiende en el ejercicio, por la missio canónica.
3.- Gracia para ejercer el ministerio.
Distinción sacerdocio común y ministerial
LG 10: diferentes no sólo en grado, sino en esencia.
Participación del único sacerdocio de Cristo:
Ð de la persona de Cristo: sacerdocio común, los fieles son hechos 'linaje escogido', pueblo de sacerdotes reyes (I Pet). No gozan de potestad sacerdotal, pero si participan en la Misa y los otros sacramentos ofreciéndose junto a Cristo.
Ð de Cristo cabeza: sacerdocio ministerial, para actuar como ministro suyo, 'in persona Christi'. No se trata de una diferencia de funciones, sino ontológicamente distinto.
Polémica con los protestantes por no reconocer el sacerdocio ministerial, que en CdTrento se defendió tanto y se acabó por dejar de lado el sacerdocio común.
LG 10-11 recuperan toda esta riqueza. 
34.2 Naturaleza Específica del Sacerdocio Ministerial; sus Grados
Para aclarar la naturaleza vamos a distinguir el sacerdocio común del ministerial. LG10, dice que no es una diferencia solo de grado sino esencial.
Es una participación ontológica de Cristo, pero del sacerdocio común de la persona de Cristo; y el sacerdocio ministerial de Cristo como cabeza del Cuerpo místico.
Hubo polémica con los protestantes que no reconocían el sacerdocio ministerial por eso en Cd Trento se acentúa el sacerdocio ministerial y se dejó perder un poco el sacerdocio común. LG 10-11 lo recupera.
Existen tres grados en este sacramento. Dificultad terminológica en el N.T., en Act. se habla de obispo y presbíteros indistintamente, aunque específica que en las Iglesias hay una cabeza y los demás en colegialidad. En Act 6 es clara la institución de diáconos.
Hubo otros oficios, que son la base de la órdenes menores, pero luego evolucionó de distinto modo en Oriente que en Occd. 
CdTrento ses XXIII, cap. 2, dice que fueron convenientes. Diferencia las ordenes de ministros e introduce el subdiaconado en las órdenes.
"Ministeriam quaedam" (15.VIII.1972) establece 5 ministerios y el resto los suprime.
Ordenes:
Episcopado: (gr. Inspector)
Término no claro, pero si el ejercicio episcopal queda claro (Tit, Tim,...)
S Ignacio Antioquía, estructura la Iglesia con un presbítero a la cabeza, obispo, como sucesor de los Apóstoles (LG 20). Desde el principio tiene función en la liturgia, da normas disciplinares.
No fue claro su raíz sacramental desde un principio, porque tampoco estaba claro qué eran los sacramentos. Consagración episcopal (LG 21), plenitud del sacramento del orden.
Triplex munus en comunión con el Papa y los demás miembros del colegio. Al principio el Obispo era más que el presbítero solo por la jurisdicción, pero a medida que se aclara el mismo significado de los sacramentos, se entiende como grado diferente del sacramento.
Presbiterado:
Ministros de Cristo cabeza, aunque sin tener la plenitud del sacramento del orden, en el ejercicio de su potestad depende de los Obispos. No es sólo ministerio, asegura la continuidad de la acción de Cristo que es sacramental.
LG 28, Formación junto al obispo un presbítero, que ayuda en la materia espiritual, pastoral en las comunidades de los fieles representando al obispo. Es una participación del sacerdocio de Cristo pero de manera diferente.
Como el colegio episcopal, lo mismo los presbíteros, dependen del orden episcopal (en el ejercicio, concreto de un obispo) y así sirven a la Iglesia universal (flexibilidad del CIC para las incardinaciones). Pero siempre cooperadores del Obispo.
Es ministro de la palabra, sacramentos y pastoral (PO 4,5,6)
Diaconado:
Es una unción diferente, En Act.6 por las quejas ordenan a tres jóvenes helénicos. Su función es de caridad, a los pobres y necesitados. Servicio que es un deber y espiritualidad de servicio que asemeja a Cristo.
s. Ignacio Antioquía. y Tradición Apostólica.
LG 29: grado inferior de la jerarquía, reciben la imposición de las manos no en orden al sacerdocio, sino al ministerio.
Ministerio: caridad:
culto: enseñar, ayudar al sacerdote, palabra, dirigir oración.
pastoral: ojos y oídos del obispo.
De este ministerio propio paso en s III-IV a considerarse un mero escalón para acceder al sacerdocio. Aún se reduce a solo lo litúrgico y decae en el s. X.
Pío XII resurge la idea de revalorizar esta institución.
CVII, LG 29, le asigna funciones de administración Eucaristía, bendecir matrimonios, viático, explicar la S.E., instruir al pueblo, presidir funerales, dirigir oraciones. Servidor del obispo.
Se deja entrar a un grado permanente a adultos casados, y jóvenes idóneos.
34.3 Ministro y Sujeto del Sacramento del Orden
Ministro: Ordinario, el obispo en cualquiera de sus grados (CIC 1012 y CdFlorencia "Exultate Deo"--Traditio Apostólica da testimonio de que existía la costumbre de imponer las manos los presbíteros tras el obispo, como signo de fraternidad sacerdotal). Los obispos poseen esta potestad en virtud de su ordenación episcopal. Sobre si el sacerdote podría ser ministro extraordinario hay una discusión histórica y teológica que parece inclinarse a que no.
Para la licitud se requiere:
1.- El obispo en comunión con el Papa, (para ordenar obispos debe haber dos presentes para la consagración y es exigencia de Nicea y CIC 1014.)
2.- Observar las leyes de la Iglesia ( LG 24).
3.- Ser obispo propio -diaconado y presbiterado- o tener las cartas legítimas.
Sujeto: Condiciones de validez, ser varón bautizado. Bautismo por ser puerta de todo sacramento, y ser varón por voluntad divina y sentir la Iglesia que no tiene autoridad para cambiar este designio. Y la intención suficiente habitual expresa.
Para la licitud (CIC 1024-1039)
1.- Haber recibido la confirmación (CIC 1033).
2.- Edad canónica (22-d; 24-p, CIC 1031 y 203).
3.- Estado de gracia.
4.- Buenas costumbres, rectas y sin impedimentos ni irregularidades.
5.- Ciencia debida, teológica, filosófica y humana.
6.- Tener los ministerios laicales y guardar los intersticios (CIC 1050, 1031, 378)
7.- Tener vocación divina, (valorada por la Iglesia).
8.- Libre.
9.- Celibato en la Iglesia latina (la práctica contraria de las Iglesias Orientales es considerada lícita).

EL SACRAMENTO DE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS


33.1) La enfermedad y la muerte, momento de prueba para el hombre.
33.2) Naturaleza, efectos, sujeto y ministro del sacramento de la Unción.
 
33.1. La enfermedad y la muerte, momento de prueba para el hombre.
La enfermedad y el sufrimiento se han contado siempre entre los problemas más graves que aquejan a la vida humana. En la enfermedad, el hombre experimenta su impotencia, sus límites y su finitud. Toda enfermedad puede hacernos entrever la muerte. Ella puede conducir a la angustia, al repliegue sobre sí mismo, a veces incluso a la desesperación y a la rebelión contra Dios. Puede también hacer a la persona más madura, ayudarla a discernir en su vida lo que no es esencial para volverse hacia lo que lo es. Con mucha frecuencia, la enfermedad empuja a una búsqueda de Dios, un retorno a Él.
33.2. Naturaleza, efectos, sujeto y ministro del sacramento de la Unción.
La Iglesia cree y confiesa que, entre los siete sacramentos, existe uno especialmente destinado a reconfortar a los atribulados por la enfermedad: es la Unción de los enfermos. "Fue instituida por Cristo nuestro Señor como un sacramento del Nuevo Testamento, verdadero y propiamente dicho, insinuado por Marcos (Mc 6,13), y recomendado a los fieles y promulgado por Santiago, apóstol y hermano del Señor ( St 5,14-15). (Cc. de Trento: DS 1695).
Se administra a los gravemente enfermos imponiéndoles las manos y rezando por ellos, luego ungiéndolos en la frente y en las manos con aceite de oliva debidamente bendecido pronunciando estas palabras: "Per istam sanctam unctionem et suam piisimam misericordiam adiuvet te Dominus gratia Spiritus Sancti ut a peccatis liberatum te salvet atque propitius allevet" (Por esta santa unción, y por su bondadosa misericordia te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo, para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad).
Los efectos de este sacramento son: La unión del enfermo a la Pasión de Cristo, para su bien y el de toda la Iglesia; el consuelo, la paz y el ánimo para soportar cristianamente los sufrimientos de la enfermedad o la vejez; el perdón de los pecados si el enfermo no ha podido confesarse antes; el restablecimiento de la salud corporal, si conviene a la salud espiritual; y la preparación para el paso a la vida eterna.El sujeto del sacramento es todo bautizado que se encuentra en peligro de muerte por enfermedad o vejez. Si se recupera y vuelve a enfermar de gravedad puede volver a recibir el sacramento. Solo los sacerdotes (obispos y presbíteros) son ministros de la Unción de los enfermos.