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lunes, 20 de marzo de 2017

Reconocerle en lo cotidiano

orar con el corazon abiertoHay días que las jornadas son un trasiego de gestiones, yendo de un lugar a otro tratando de resolver mil cuestiones y poner solución a tantos desajustes de lo cotidiano. Tiempo de sortear obstáculos y dificultades. Pones todo tu empeño para que todo llegue a buen fin pero todo ese trabajo resulta en balde si uno no es capaz de reconocer en cada uno de estos momentos la mano providente del Señor. Y la luz del Espíritu. Si uno no es capaz de ver la silueta de Cristo marcada en el horizonte.


Entre tanto ir y venir siento la necesidad de reconocer al Señor en lo cotidiano, en las labores de la jornada, en los esfuerzos del día, en los sudores del trabajo. Por eso, uno se llena de profunda alegría cuando siente que Cristo se manifiesta a través de sus gestos amables, de sus esfuerzos, de sus palabras, de la sencillez de su servicio, del trato con las personas que le rodean, en las acciones concretas, en los sentimientos cordiales…
Mientras uno recorre de un lado a otro la ciudad adopta el perfil de aquel discípulo sin nombre que iba de camino hacia Emaús. Con la mirada perdida y el alma cansada pero al final de la jornada acabas reconociendo a ese Cristo que ha partido el pan junto a ti. Está a mi lado, no lo he sabido ver durante el día pero lo reconozco en la penumbra de la noche. Ha partido el pan cotidiano conmigo pudiendo disfrutar de las pequeñas cosas de la vida y porque ese pan no falta en la mesa de mi familia.
Comprendes, entonces, que cuando mi pequeña humanidad roza suavemente la divinidad de Cristo en ese momento se derrama sobre mí una misericordia infinita, un amor inmenso, una esperanza grande porque Cristo me mira cada día con una ternura inmerecida, con ojos de perdón, con una sonrisa de amigo, con una palabra amable, gestos cotidianos que tantas veces me cuesta a mi dar al prójimo que tengo al lado.
En este día, le pido al Señor que a lo largo de esta Cuaresma sea capaz de ir caminando convirtiendo mi corazón, para que mis palabras sólo trasmitan amor y sabiduría, que mis gestos estén rebosantes de misericordia y de esperanza, que mis sentimientos y pensamientos sean siempre puros e inmaculados, que mi vida esté delineada con una escritura bien definida y que cada paso que de tenga como principio la excelencia cristiana.
¡Señor Jesús, amigo, hermano, compañero, el camino de la vida es muchas veces incierto y lleno de obstáculos, pero cuando no estoy solo en tu compañía y sea cual sea mi estado de ánimo, todo resulta más sencillo, más claro y más nítido! ¡Acompáñame, Señor, en esta Cuaresma para que me ayudes a discernir los acontecimientos de mi vida, a profundizar con humildad cuál es tu voluntad, a comprender el significado de lo que siente mi corazón, a dar un nuevo impulso a mi vida! ¡Señor, en este tiempo de convierte mi corazón para que no se desanime en los trasiegos de lo cotidiano! ¡Ayúdame a ver, con la gracia de tu Santo Espíritu, ese amor que sientes por mi y por los míos, para que sea capaz de descubrir aquellas heridas de los que me rodean y poder sanarlas si he sido yo su causante, para que sea capaz de afrontar con coraje y esperanza los problemas que se me presentan! ¡Conviérteme, Señor, porque la conversión es compromiso, es crecer, es tratar de ser un poco mejor! ¡Concédeme la gracia, Señor, de ser más fuerte ante la adversidad! ¡Dame la fuerza que viene del Espíritu Santo para luchar por lo importante! ¡Ayúdame a ser más comprometido por mis ideales, a vivir más volcado en mi familia y menos en mi yo, en los que me necesitan en lugar de mis egoísmos! ¡Concédeme, Señor, el coraje necesario para ser perseverante cada día cuando los caminos de mi vida se llenen de obstáculos! ¡Concédeme la virtud de la paciencia para saber sobrellevar con entereza y sin caer en el desánimo mis caídas, mis fragilidades, los problemas que se presentan! ¡Dame la alegría que viene de sentirme cerca tuya para no perder la fe, la esperanza y la confianza cuando las fuerzas mermen! ¡Hazme, buen Jesús, tu que lo puedes todo, una persona comprometida!
Honor y gloria a ti Jesús, entonamos hoy este canto cuaresmal:

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