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lunes, 8 de mayo de 2017

En el Día de la madre



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Hoy en España se celebra el día de la madre y en la mayoría de países de América Latina el domingo 14 de mayo.El rasgo más hermoso de la naturaleza humana es propiedad de la mujer: a ella le pertenece el don maravilloso y extraordinario de ser madre y dar vida a un ser humano. Junto a la dicha de engendrar vida, a la mujer se le han concedido una serie de destrezas, virtudes y valores que la hacen especial a los ojos de Dios.

Para mí una madre es portadora del don de la comprensión, que conoce los sentimientos del hijo, que le apoya en sus estados de ánimo y de desánimo, que reconforta con sus palabras, sus besos, su mirada y sus caricias.
Una madre lleva en la mochila de su corazón el don del esfuerzo y de la paciencia para poner paz y serenidad en la familia, para hacer íntegras y auténticas a las personas que la forman, que desarrolla la paciencia en grado máximo, y que pone las situaciones familiares en el punto de equilibrio para hacer feliz el entorno familiar.
Una madre es un canto a la responsabilidad cotidiana, en busca siempre del bienestar de los miembros de la familia, poniendo todo su empeño y su esfuerzo para lograrlo, que ejerce sus deberes con una responsabilidad fuera de lo común, trabajando para hacer felices a los demás a costa de sus cansancios cotidianos.
Pero ante todo, una madre es ejemplo de amor, un amor único y especial, despojado de todo egoísmo. Es un amor capaz de multiplicarse sin dar alguno más que otro, con la misma intensidad y el mismo cariño. Un amor que nunca se agota y que se mantiene aunque haya desdén, olvido y abandono. Es un amor que no tome en cuenta las consecuencias ni esperar nada cambio porque prefiere su propio sufrimiento al dolor de un hijo por ella engendrado. El amor de una madre es un amor universal pensado para que la vida perdure. Es un amor que implica donación, entrega, generosidad, tolerancia, perdón, comprensión, sacrificio...
El amor de una madre solo es superado por el amor que Dios tiene por cada ser humano, por eso el amor de una madre es tan parecido al amor que Dios tiene sobre cada uno de sus hijos aunque no alcance a ese nivel de amor que el Padre tiene por nosotros. Pero Dios ha sido muy generoso en otorgar a las madres ese amor que permita hacer hasta lo imposible por un hijo suyo y esto es lo que en realidad celebramos el día de hoy, el día de la madre.
Este domingo es propicio para darle gracias a Dios por la madre que nos ha dado la vida, para honrarla, respetarla y agradecerle todo lo que ha hecho por nosotros.
Y ofrecérsela a María, Madre del Verbo encarnado y Madre nuestra, para que la proteja siempre; ofrecer cada mamá del mundo, a aquellas que, junto a los maridos, educan a los hijos en un contexto familiar armonioso, y a las que, por diferentes motivos, tienen que afrontar solas esta ardua tarea. Que todas puedan desempeñar con entrega y fidelidad su servicio cotidiano en la familia, en la Iglesia y en la sociedad. ¡Que la Virgen se convierta en su apoyo, consuelo y esperanza!

La oración de hoy no es mía, es una plegaria que rezo cada año el día de la madre:
Padre Celestial:

Te doy gracias por mi madre, a las que Tu les has confiado el cuidado precioso de la vida humana desde su inicio.
Tú has dado a la mujer la capacidad de participar contigo en la creación de nueva vida. Haz que cada mujer puede llegar a comprender el pleno significado de esta bendición.
Mira a cada madre que está esperando un hijo, fortalece su fe en Tu paternal cuidado y amor para con ella y para su hijo en camino. Dale valentía en tiempos de miedo o dolor, comprensión en los momentos de incertidumbre y duda, y esperanza en tiempos de problemas. Concédele alegría en el nacimiento de su hijo.
Bendice a las madres a quienes les has dado el gran privilegio y la responsabilidad de ser formadoras de un niño o una niña.
Haz que todas ellas puedan fomentar la fe de sus hijos, siguiendo el ejemplo de María, la Madre de Tu Hijo.
Ayuda a todas las "madres espirituales", quienes están al cuidado de los hijos de otros y asumen su tarea con amor maternal, que puedan descubrir que engendrar vida es mucho más que dar a luz.
Te pedimos que envíes el Espíritu Santo Consolador a las madres que han perdido hijos, que están enfermos o separados de sus familias, que se encuentran en peligro o problemas de cualquier tipo. Muéstrales Tu misericordia y dales fortaleza y serenidad.
Colma de tu paz a las madres que ya no están con nosotros, que disfruten en Tu presencia del fruto de sus esfuerzos en la tierra.
María, Madre del Cielo, intercede por todas las madres, sé su guía y consuelo. Alcánzales  la Gracia de Dios para esta vida y la alegría eterna en la Gloria.

Jaculatoria a María en el mes mayo: He resuelto, María, vivir cerca de ti: tú me haces participar de la plenitud de tu gracia; en mis penas y quebrantos tú serás mi fuente de consuelo y alegría.
Feliz día para todas las madres con esta canción:

domingo, 27 de noviembre de 2016

¡Ave María, Señora del Adviento!

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Último sábado de noviembre con María en nuestro corazón. Mañana se inicia el tiempo de Adviento, en que empezamos a preparar la llegada de Cristo. Me imagino hoy cómo la Virgen debió preparar en la intimidad y en la oración, con alegría, esperanza y agitación interior el nacimiento de su Hijo. Ella es, también, una de las grandes protagonistas de este tiempo de reflexión interior porque a través de su maternidad llegamos los cristianos al nacimiento de Cristo en Belén. María, con su generoso «¡Hágase!», se une estrechamente a la unión con Cristo al que llevó en su seno virginal.
Hoy María me enseña algo hermoso, sencillo. Con su fe, con su amor, con su entrega, la Virgen me indica cuál es el camino para esperar a Jesús. A Jesús por María. Poner a Cristo siempre en el centro de mi corazón. Dar siempre mi «¡Amén!» a la voluntad del Padre. Estar siempre plenamente disponible a aceptar los planes de Dios en mi vida. Alabarle siempre. Vaciarme de mi yo y, en mi pobreza y humildad, estar cerca de los que más me necesiten. Ser siempre fiel y obediente a la Palabra de Dios y, desde ella, crecer espiritualmente y confiar. Servir desde el amor, amar desde el servicio. Ser capaz de ver a Dios en un pequeño niño. Saber contemplar a Dios en lo pequeño de las cosas. Saber vislumbrar en la necesidad del afecto y del cariño.
Deseo en este tiempo de preparación caminar junto a María. Con Ella será más fácil llegar a Jesús.

¡Señora del Adviento, hazme pronunciar su «¡Sí!» a Dios como hiciste Tu; visítame como visitaste a tu prima Isabel; hazme hacer como invitaste a los criados de las bodas de Caná; seréname como hiciste con los apóstoles en el cenáculo; acompáñame en la tribulación como hiciste con Jesús a los pies de la Cruz! ¡María, Señora del Adviento, camina junto a mi hasta el feliz día de Navidad! ¡María, Señora del Adviento, lléname de esperanza, de alegría, de fe, de caridad, de amor, de paz, de fortaleza, de humildad! ¡María, Señora del Adviento, permíteme en su momento postrarme ante el Niño Dios y arrullarlo entre mis brazos! ¡María, Señora del Adviento, mi corazón es como un pobre pesebre sucio y frío, límpialo con tu presencia; haz que en su interior brote el calor del amor y la serenidad para que se encuentre a gusto Jesús! ¡María, Señora del Adviento, haz a todos los matrimonios santos, que la fuerza de nuestro amor se irradie en la familia; danos santos matrimonios para que haya hijos santos y también santas vocaciones! ¡María, Señora del Adviento, haz que aprendamos a pedirle al Espíritu que cada palabra, cada gesto, cada pensamiento, cada mirada esté impregnada del amor de Dios! ¡María, Señora del Adviento, ayúdanos a imitación tuya a estar siempre atentos a la llamada del Padre! ¡María, Señora del Adviento, gracias por ser mi Madre!
En este último sábado mariano de noviembre escuchamos hoy el motete Ave gloriosa - Salve virgo regia, que se encuentra recogido en el folio 100v del Códice de las Huelgas.