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jueves, 24 de noviembre de 2016

«Tienes muchos amigos porque siempre sonríes»

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No me permite dar su nombre pero hoy se lo he dicho: «tienes muchos amigos porque siempre sonríes». Y ha sonreído. La sonrisa es el medio más efectivo para ganar amigos.
No hago referencia a esa sonrisa de dentífrico, irónica, cínica, despectiva o burlona, la sonrisa que emite juicios, desprecia o humilla. Sino la sonrisa pura, limpia, abierta, la que se convierte en flor de labios.
La sonrisa tiene un efecto demoledor, intenso. Tiene la fuerza de la paz, del sosiego, del apaciguamiento, de la dulzura y, sobre todo, de la irradiación.
Si necesitamos realizar una advertencia necesaria a alguien o darle un consejo útil, sonríe. La sonrisa siempre compensa la dureza de las palabras pues deja el semblante alegre. Y ese consejo y aquella advertencia serán bienvenidos porque no existirá dolor sino amor.
Cuando la burla se cierna sobre nosotros, si los comentarios maliciosos nos deshonran, si las críticas injustas nos dañan siempre una sonrisa amplia. Cuando la sonrisa es sincera, alegre, veraz, abierta, alegre se impone la paz. ¡Inténtalo!
Cuando se presentan momentos de dificultad o situaciones delicadas en las que no sabe qué decir, en las que las palabras de consuelo no fluyen... basta con una sonrisa que surja del corazón, con toda la fuerza de nuestra alma compasiva. Es la sonrisa de la misericordia. Es la sonrisa que se asienta en la caridad.
La sonrisa es el reflejo inmaculado de la alegría interior. Es la fuente de la que se alimenta. Donde está asentada y arraigada la alegría verdadera, la alegría profunda del alma pura allí está presente Cristo.
Sonríe al portero de tu casa, al conductor del bus, al pobre al que das o no limosna en la puerta de tu Iglesia, al compañero de trabajo impertinente, al camarero del bar, a la señora a la cual has cedido tu asiento, al señor que se disculpa por haberte pisado... Y sobre todo a los tuyos más cercanos.

¡Señor que no me canse de hacer el bien y tratar a los demás con una sonrisa! ¡Cuando mis ojos se cansen de contemplar la Cruz y mi corazón se aleje de ella dame, a pesar de todo, la fuerza de practicar la caridad de la sonrisa! ¡Señor con las veces que meto la pata y no doy con la palabra justa, la actitud verdadera, el gesto apropiado dame el don de la sonrisa pura que tantas cosas solventa! ¡Madre de la alegría, que sea como Tu portadora de sonrisas y, de sobre todo y por encima de todo, sembrador de alegría!
Lo que me quema de Cecilia Rivero Borell:

domingo, 19 de junio de 2016

UNA SONRISA

Una sonrisa cuesta poco, pero vale mucho.

Quien la da es feliz y quien la recibe la agradece.

Dura, sólo un instante y su recuerdo, a veces, perdura por toda una vida.

No hay nadie tan rico que no la necesite, ni nadie tan pobre que no la pueda dar.

Produce felicidad en el hogar, prosperidad en los negocios y es contraseña entre los amigos.

Es descanso para el cansado, luz para el desolado, sol para el triste y antídoto para los problemas.

No se puede comprar ni pedir prestada, tomarla o robarla, sirve sólo como regalo.

Y nadie necesita tanto de una sonrisa como quien se olvidó de sonreír.

Sonríe siempre porque la sonrisa es el mejor regalo que podemos recibir y lo mejor que podemos dar.

Si con las prisas me olvido de darte una sonrisa, discúlpame: ¿Tendrías la bondad de darme una de las tuyas?

Porque una sonrisa es la mejor cédula de identidad que tenemos para caminar por la vida.