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sábado, 16 de julio de 2016

ASÍ NACIÓ LA ORDEN DEL CARMEN Y LA ADVOCACIÓN DEL CARMEN


1. ORIGEN HISTÓRICO DEL CARMELO

Dificultades ha encontrado la historiografía carmelita de todos los tiempos pero especialmente en sus orígenes, ya que carece de escritos fiables para conocer su origen y evolución. La Orden del Carmen no tiene un hombre o mujer a quien pueda acudir como fundador o fundadora. Su origen es sencillo, modesto, sin relieve. Un grupo de cruzados, penitentes y peregrinos dieron vida a la futura Orden del Carmen en la última década del siglo Xll en las laderas del Monte Carmelo, en Palestina.

El primer documento histórico que poseemos es la Regla. Alberto Avogadro o de Vercelli, Patriarca de Jerusalén (+ 1214), de acuerdo con su propósito, les entregó una breve Norma de vida. La Regla albertina recibida por el 1209 será siempre punto de referencia y el libro fundamental de la historia y espiritualidad de la Orden del Carmen. Bien podemos afirmar que con ella incipit Carmelus.

Las primeras Constituciones que conocemos - 1281 - ya traen la Rúbrica prima pero que hubo de ser anterior, en la que se afirma que estos primeros habitantes del Carmelo se propusieron vivir en comunidad y trataron de emular a San Elías y a él lo tomaron como padre espiritual. Estas Normas de vida se convirtieron en Regla al ser aprobadas canónicamente por el Papa Honorio III, el 30 de enero de 1226.

Valioso es también, para conocer los orígenes del Carmelo, el testimonio de Jaime de Vitry (+ 1240), que fue obispo de Acre (1210 - 1228), y escribió en su "Historia Orientalis" sobre este grupo naciente de carmelitas. Afirma que no pocos de aquellos devotos peregrinos, en lugar de volver a su patria, preferían quedarse en Palestina para consagrarse al Señor, abrazando allí la vida monástica en el Monte Carmelo, en las cercanías de la fuente de Elías. Allí, siguiendo el ejemplo del santo y solitario profeta Elías, "vivían en pequeñas celdas y, cual abejas del Señor, se dedicaban a elaborar en sus colmenas una miel espiritual de exquisita dulzura".

El famoso historiador de la Edad Media, el dominico Vicente de Beauvais, en su "Speculum maius", ofrece también datos preciosos sobre el origen de los carmelitas en el Monte Carmelo.

Nos encontramos, pues, en Palestina ante un grupo de ermitaños, provenientes de varios países europeos. No son nativos, sino occidentales; de rito latino, y por tanto, distintos de los monjes grecoortodoxos del cercano monasterio de Santa Margarita o Marina.

Este grupo anónimo de consagrados, en obsequio de Jesucristo, pronto se dedicarán también a María en el espíritu de Elías.

2. TESTIMONIOS DE PEREGRINOS

Ninguno de los documentos que vamos a recordar se propuso estudiar el marianismo del Carmelo. Sólo de pasada refieren datos de interés, lo que prueba que cuando ellos escriben eran ya hechos conocidos de todos.

Tierra Santa fue siempre lugar de peregrinaciones, pues los cristianos de todos los tiempos sentían ansias de visitar la tierra donde vivió y murió el Señor. A escritos de estos peregrinos o palmeros debemos el primer testimonio claro y explícito acerca del título mariano de nuestra primera capilla en el Monte Carmelo. He aquí los testimonios más importantes:

a) "Citez de Jherusalem o Les Pelerinages pour aller en Jherusalem". Fue escrito hacia 1230. En el capítulo primero trae este precioso testimonio:

"En esta misma montaña (del Carmelo) se encuentra la abadía de Santa Margarita, que pertenece a los monjes griegos, y que está en un hermoso paraje. En esa abadía, se conserva el lugar donde vivió San Elías y allí hay una capilla en la roca. Detrás de la abadía de Santa Margarita, en la ladera de la misma montaña hay un lugar muy bello y deleitoso donde viven los eremitas latinos llamados Hermanos Carmelitas; allí encuentra una pequeña iglesia de la Virgen; en toda esta zona hay abundancia de buenas aguas, que salen de la misma roca de la montaña; desde la abadía de los griegos hasta los eremitas latinos; la distancia es de una legua y media."

b) "Les sains pelerinages que l'en doit requerre en la Terre Sainte". Probablemente es contemporáneo del anterior. Añade este nuevo dato:
"Cerca de esa abadía de Santa Margarita, en la ladera de la misma montaña (el Carmelo), se encuentra un lugar muy bello y deleitoso donde viven los ermitaños latinos llamados Hermanos Carmelitas. Hay allí una hermosa iglesia de la Virgen; y existen allí por todas partes grandes plantaciones, regadas con el agua que mana de la misma montaña."

c) El dominico francés Humberto de Dijon en 1330 realizó una peregrinación a Tierra Santa que describió en su obra "Liber peregrinationis". En ella trae este interesante testimonio:

"En el Monte Carmelo se encuentra una capilla bastante devota, erigida en honor de la Santa Virgen. De este monte y de esa capilla como ellos mismos lo afirman traen su origen y su nombre los Hermanos Carmelitas llamados Hermanos de Santa María del Carmelo..."

Todos los testimonios conocidos concuerdan con los descubrimientos arqueológicos realizados en 1958 en el Wadies Siah. Aquí han aparecido las ruinas del monasterio y de la iglesia que los ermitaños latinos levantaron en el primer cuarto del siglo XIII en honor de la Virgen María, V que es la célula germinal de la Orden del Carmen. 


3. DOCUMENTOS PONTIFICIOS

La primera mención del título mariano aparecería en la constitución "Devotionis vestrae", dirigido desde Lyon por Inocencio IV, el 12 de julio de 1247, al Prior y a los hermanos de Santa María del Monte Carmelo. 

La fórmula breve Orden de Santa María del Monte Carmelo es más constante en los ambientes de la Curia romana y ampliamente usada por los glossatores de la Cancillería Apostólica. De hecho, la usa a menudo, no sólo en los encabezamientos, sino también en el cuerpo del texto. 

Otros papas, en varias de sus bulas o decretos, a lo largo de este siglo XIII, darán a la Orden este título mariano. 

Un paso más, el del patrocinio de María sobre el Carmelo, es defendido y vivido por la Orden ya en el siglo XIII. El Papa Urbano IV, el 19 de febrero de 1263, en su rescripto "Quoniam ut ait", anima a los fieles de Tierra Santa concediéndoles cien días de indulgencia por cada ayuda material que diesen al Provincial de los carmelitas, entregado a la reconstrucción del monasterio cuna de la Orden. Precisamente en ese contexto prosaico, el Papa recuerda, de pasada, que María es la Patrona del Carmelo, cosa que se da por vez primera en un documento pontificio.

A partir de estos años de mediados del siglo XIII ya abundan tanto los documentos pontificios que no vale la pena aducirlos. Casi todos los papas hablan del marianismo de la Orden del Carmen y la recomiendan a reyes, príncipes y obispos, a la vez que elogian su labor. 

Habría que traer aquí, especialmente, los hermosos testimonios sobre este tema de Pío XII, Pablo VI y Juan Pablo II, que en repetidas ocasiones han hablado sobre la Orden del Carmen y su bendito Escapulario, pero ello nos llevaría a extender demasiado este breve artículo. 

Que María del Carmen, nuestra Santísima Madre, como la llamamos desde hace casi ocho siglos los carmelitas, proteja al mundo, a la iglesia y al Carmelo.

Distingue lo prioritario, lo urgente y lo verdaderamente importante

Las horas pueden escaparse de las manos en una carrera frenética hacia un lugar desconocido


A veces no sé distinguir las cosas importantes de las que no lo son. Invierto el mismo tiempo en todo y me agobio con la misma intensidad. Como si fuera lo mismo algo lúdico que algo que toca la esencia de la vida. Y yo pongo el corazón en todo. Y me apasiono. Y pierdo la objetividad.

Y entonces entro en discusiones que no me llevan a nada. Porque me pongo a discutir sobre lo que tiene que ver con lo irracional, con lo más profundo, con el alma.

Y dejo entonces de valorar los pequeños detalles. Y me detengo sólo en lo que vale mucho dinero, en los problemas que tienen muchas implicaciones, en las realidades que afectan a muchas personas.

Me gustaría saber distinguir lo prioritario, lo urgente y lo verdaderamente importante. Invertir mi tiempo de la forma adecuada. Sufrir por lo que merece la pena y no sufrir de forma innecesaria.

Victoria Braquehais, misionera de la pureza de María en el Congo, cuenta su experiencia en África: “Para mí hay cosas que antes eran muy importantes como la eficacia o la eficiencia. A mí me educaron para triunfar, para ser la primera de la clase, para hablar un montón de idiomas, para sacar muy buenas notas. Y eso es importante, eso me sirve, son recursos y es una gracia de Dios. Pero en los olvidados de la tierra hay una sabiduría. Cosas que para mí antes eran muy importantes como el éxito o el triunfo, ahora han dejado paso al encuentro, a la persona. Y cosas que no eran importantes, ahora sí lo son: los detalles y lo concreto en cosas sencillas”.

Valoro las cosas de acuerdo a lo que producen. Si me dan alegría, si me dan poder o gloria, si logro mucho dinero con ellas. Entonces merecen la pena. Si no aportan nada, o no me dan poder, o no logro nada en ese tiempo invertido, entonces las dejo de lado. No me interesan.

Lo productivo acaba siendo lo que tiene valor en el mundo. Y me importan más las cosas que otros valoran como importantes. La opinión de los demás tiene tanto peso… Y yo pierdo el tiempo o lo empleo de la forma equivocada.

¿Cómo distinguir lo importante de lo accesorio? ¿Lo que vale realmente la pena, porque me habla de eternidad, de aquello que es caduco y pasajero?

A veces la presión me hace optar por lo que no quiero, por lo que no importa tanto. Y tomo decisiones erradas buscando un fin bueno con medios que no lo justifican. Y me equivoco al no saber juzgar lo realmente importante.

Y sueño con una vida plena. Con decisiones acertadas. Con pasos bien dados en la dirección correcta. Y deseo una vida que toque el cielo.

Y me conmueven las palabras de una poesía que leía hace poco: “Para llenar el hueco de luz que hay en mi alma. No sé si el infinito me basta o no es bastante. Si un beso o una caricia logran calmar mi llanto. No lo sé, no me importa. Vivo sólo el presente. Vivo la tarde tenue que cansada se abisma. En la noche de estrellas que yo mismo dibujo. Esa carne infinita que llena mi presente. Ese mar infinito que sueño con nostalgia. En la pared desnuda delante de mis ojos. Desgrano los misterios de mi vida soñada”.

Esa poesía me habla del cielo y la tierra, de los sueños y la vida. Me habla de una nostalgia que tiene el alma que no calman mil obras realizadas con las manos.

Me han educado para producir, para ser útil, para obtener resultados positivos. Y yo me empeño en estar a esa altura que yo mismo marco con los dedos. Lo que los demás esperan. Lo que el mundo propone. Lo que mi alma sueña.

Y es verdad que a veces me acuesto con la sensación de haber gastado el día en algo bueno. Haber amado, haberme dejado el alma. Y me siento con esa paz que viene del cielo. Me quedo contento, con paz, calmado.

No quiero cumplir años y sentir que la vida me ha vivido sin casi darme cuenta. No quiero dejar que las horas se me escapen de las manos en esa carrera frenética hacia un lugar que desconozco.

Quiero saber bien lo que merece la pena. Y no llorar una lágrima de más por lo que es caduco. Porque no me importa. Porque no me sostiene el alma firme en medio de la tormenta. Quiero abrazar el propósito que marcan mis pasos. La meta soñada. El cielo que anhelo.

Que mi vida tenga un sentido. Y aprenda a valorar lo importante. Aunque no sea productivo. Aunque no me haga sentir tan eficiente. El atardecer que pasa. La luz tenue de una vida. Una mirada. La melodía que me despierta.

Todo es fugaz y no sé cuántas horas me quedan por delante. La fugacidad de mi vida le da más valor a lo que decido y hago aquí y ahora.

viernes, 15 de julio de 2016

Toda la motivación que necesitas, en un solo video

“Yes, I can” es una afirmación que, quizá, necesitamos escuchar más seguido. 


Channel 4, el canal que transmitirá los juegos Paralímpicos de Río en el Reino Unido, acaba de estrenar su tráiler promocional de tres minutos. En medio del dolor que bien sufrimos o del que somos testigos al ver el noticiero, este tipo de mensajes nos recuerdan que el espíritu humano puede, a pesar de ello, vencer prácticamente cualquier dificultad.

Una canción de alabanza en la Jornada Mundial de la Juventud

I Wanna Praise

Edwin Fawcett


Escribe tus palabras en mi corazón, Señor.

El artista londinense y director del coro gospel Edwin Fawcett escribió I Wanna Praise en 2002 pero nunca la grabó en un álbum.

Ahora, a medida que el trabajo de Edwin se vuelve cada vez más internacional, y con la participación en la Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia, ha llegado el momento. Fawcett tomó la versión original, escrita en inglés, y la ha traducido y grabado en siete idiomas diferentes, todos presentes en el álbum I Wanna Praise disponible en iTunes.

La canción está basada en el Deuteronomio 6, 5-7. Es el “gran mandamiento”, nuestra respuesta al mandamiento de Dios de amarlo con todo nuestro corazón, nuestra mente, y nuestras fuerzas.

La canción presenta un sonido particular de ritmo afro, incorporando la herencia de los miembros del Coro de la Juventud de San Antonio, que dirige Fawcett. Más de la mitad de la juventud son nigerianos o africanos occidentales. El vídeo fue filmado en la parroquia de San Antonio donde el coro se presenta cada domingo.

Además del coro juvenil, el vídeo presenta al talentoso joven rapero Norma (que tenía sólo 10 años cuando se filmó el vídeo) y a casi toda la familia de Edwin: aparecen sus hermanos, sobrinos y sobrina.

¿Qué es “hablar en lenguas”?

El don de lenguas es una realidad pero hay que saber entenderlo


Jesús dijo: “Estas son las señales que acompañarán a los que crean, en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas…” (Marcos 16, 17).

Con respecto al don de lenguas hay que decir que es una realidad pero hay que saberla entender. La Iglesia acepta que hay dones o carismas extraordinarios como el don de milagros o de lenguas (Catecismo 2003); aunque el hablar en lenguas, por obvias razones, sea el don espiritual más controvertido.

Jesús declaró que el don de lenguas es una señal sobrenatural que puede acompañar a todo aquel que cree en él.
¿Deben los creyentes ignorarlo, oponerse a él, aceptarlo? ¿Puede haber un caso bajo la influencia del maligno? ¿Hay excesos y abusos con el uso del don de lenguas?

Claro, hay casos de casos; y si hay algo que no va, pues necesita ser corregido o suprimido. Hay muchas cuestiones legítimas sobre este don de lenguas que no es fácil resumir, entender o plasmar en pocas líneas.

Como se podrá entender, casos de personas con el don de lenguas no son frecuentes; por esto hay que saber discernir caso por caso. Pero la Iglesia no rechaza de plano en su totalidad la existencia del don de lenguas. Es más, de muchos santos tenemos noticias de que tuvieron este don.

Comenzando por san Pablo: “Doy gracias a Dios porque hablo en lenguas más que todos vosotros” (1 Cor. 14, 18). “Por tanto, hermanos, aspirad al don de la profecía, y no estorbéis que se hable en lenguas” (1 Cor. 14, 39). Luego también tenemos, por ejemplo, a san Antonio de Padua, san Vicente Ferrer y san Francisco Javier, entre otros.

El don de lenguas es sólo esto, un don o un carisma del Espíritu Santo; por tanto no confundir el don de lenguas con un ministerio. No existe un "ministerio" de hablar en lenguas (este ministerio jamás se encuentra en la Sagrada Escritura).

Cuando el Espíritu Santo concede este don hay diferentes posibilidades de que sea aplicado. Una de estas es orar en lenguas, don que parece ser hoy en día el más extendido o común.

El apóstol san Pablo habla de cinco tipos de oración que suceden cuando los creyentes oran en lenguas:

1. Estar orando bajo el influjo del Espíritu Santo para que se ore según la voluntad de Dios. “No sabemos lo que debemos pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles… porque el Espíritu intercede por los santos conforme a la voluntad de Dios” (Rom 8, 26-27).

2. Estar edificándose a sí mismos: “El que habla en lenguas se edifica a sí mismo, pero el que profetiza, edifica a la Iglesia” (1 Cor. 14)

3. Estar declarando las maravillas de Dios. “Les oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua” (Hch 2:11).

4. Estar hablando directamente con Dios: “Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres sino a Dios. De hecho, nadie le entiende, aunque habla misterios con su espíritu” (1 Corintios 14: 2).

5. Estar alabando a Dios. “Porque los oían hablar en lenguas y alabando a Dios” (Hch 10, 46).

Incluso si no entendemos lo que estamos diciendo cuando hablamos en lenguas, estamos alabando a Dios en el Espíritu (1 Cor. 14, 16).

Ahora bien, el don de lenguas fuera del contexto de la oración no consiste en que el Espíritu Santo capacite al cristiano para "hablar" directamente en las diferentes lenguas conocidas, como usualmente se piensa, sino en que la persona que recibe este don, cuando habla en su lengua materna, es entendida por personas que no conocen el idioma del hablante, por lo que a todos los efectos para el que le oye es como si le hablasen en su propia lengua.

Concretamente fue lo que se llevó a cabo de manera especialísima y tal vez irrepetible el día de Pentecostés (Hch, 2).
De manera pues que el don de lenguas es el don concedido a una persona por obra del Espíritu Santo para "hablar" en uno o varios idiomas diferentes y, de este modo, ser oída por cada oyente solamente en su lengua materna sin que el que habla se dé cuenta de estarse expresando en otro idioma y sin que tampoco el que oye, sepa que el que habla desconoce su idioma.

Este fenómeno supone que la "traducción" a los diferentes idiomas es obra del mismo Espíritu Santo, sin intervención lingüística de nadie, ya que la persona es incapaz por sí misma de conocer verdaderamente una lengua a la perfección que no sea la suya y sin que la haya aprendido.

Cuando san Pablo habla, por ejemplo, de los "gemidos infefables", él está hablando de expresiones en pleno éxtasis cuando la persona con gran amor a Dios ora intensamente. Es algo parecido a las palabras cariñosas, sin sentido alguno, y que se pronuncian cuando hay amor entre esposos o entre padres e hijos, por ejemplo cuando un marido le dice a su esposa "mi churry" o cuando la madre balbucea palabras raras dirigiéndose a su bebé.

El don de lenguas no se puede confundir con la posibilidad de hablar, en el pleno sentido de la palabra, otras lenguas -incluso lenguas inexistentes o muertas- sin haberlas aprendido. Esto es considerado más bien demoniaco y suele ocurrir en personas poseídas, aunque dicha posesión no parezca ser tan aparatosa.

También esta capacidad demoníaca puede observarse cuando se realizan ciertas actividades sacrílegas o paranormales tales como espiritismo, satanismo, esoterismo.