Hacerse preguntas
Los que somos padres y tenemos hijos pequeños estamos sometidos a preguntas que requieren respuestas: ¿por qué? (cuando planteas algo), ¿Cuándo llegaremos? (a los cinco minutos de salir de viaje), ¿Qué hay para cenar? (cinco minutos antes de cenar)… cada pregunta tiene como fin dar claridad y estructura a la vida. Cuando somos mayores las preguntas tienen la habilidad de ordenar tiempos, pensamientos, acciones. Y cuando esa pregunta se queda sin responder puede surgir una sensación de desconcierto, crear malos entendidos o generar desorden.
La vida requiere preguntas y respuestas. Muchas están en la Biblia. Te plantean cuestiones desafiantes aunque no te ofrecen soluciones fáciles porque la respuesta requiere dar espacio al corazón y tener la ocasión de abrirlo para escuchar a Dios. Buscan una respuesta a una pregunta sobre algo y sales con un descubrimiento nuevo. Con gran frecuencia, la lección que surge la hayas en el proceso mismo de tu propio cuestionamiento.
En las Escrituras hay varios tipos de preguntas que te permiten descubrir a Dios. Te invitan a un camino de descubrimiento interior. Como las de Job que se cuestiona el por qué de su sufrimiento, el por qué la vida la resulta tan difícil y complicada, dónde se halla la sabiduría… Job solo quiere conocer las razones a tanto dolor, a tanto sufrimiento, a tanto padecimiento. Quiere tener conciencia de los orígenes de tanto dolor y cómo poder evitarlo. Y su libro es un lamento constante, lleno de incomodidad y desorden porque necesita, quiere, anhela que su sufrimiento llegue a su fin. Y, por tanto, exige respuestas. Sin embargo, la respuesta que viene de Dios se presenta en otras preguntas que requieren de otras respuestas. Pero estas preguntas transforman por completo la perspectiva de Job para reconocer como Dios tiene el control de todo. En este libro se deja patente que Dios es mucho más grande que las preguntas que pueda formular Job y, además, constata que los caminos de Dios son inexplicables. ¿Por qué? Porque en todo momento es imprescindible dejar que Dios sea Dios, ese Dios creador de todo, ese Dios que va más allá de nuestro entendimiento, ese Dios que supera nuestros razonamientos humanos, ese Dios que es omnipotente en su grandeza, en su poder, en su amor y en su misericordia.La vida es hacerse preguntas. Cuando lees las Escrituras surgirán cientos de preguntas. Cada página de la Biblia abre una magnífica oportunidad para conocer a ese Dios poderoso y amoroso, firme y misericordiosa, exigente y tierno… un Dios que cuya gracia y poder , cuya grandeza y omnipotencia es más grande de lo que uno pueda imaginar, un Dios que no puede ser definido con nuestros interrogantes humanos pero que al buscarlo con el corazón abierto, a través del misterio de lo divino, en un camino de continuo descubrimiento, superará nuestras expectativas.