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martes, 4 de octubre de 2016

Custodio de nuestra vida

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¡Dolores, pobreza, privaciones, silencios, desprecio, palabras ásperas, olvidos, cargos injustos, rivalidades…! Junto a cada uno de estos haces de espinas, no para destruirlos, sino para embotar sus puntas, Dios ha colocado a nuestro lado desde el bautismo un ángel de benévola sonrisa. Es el ángel de la guarda, solícito y bondadoso, al que con tanta frecuencia olvidamos. Si nos hacemos amigos suyos, nos trazará un camino por entre espinas y nuestra vida se deslizará suave, tranquila, meritoria: la hallaremos amable, y esperaremos en el trabajo y la paz, la hora bendita de la libertad. Podremos pedirle luz, protección, buen gobierno de nuestra vida, dirección cuando nos desviemos del camino de la virtud y que nos conceda bienes espirituales.
Siempre le digo a mis hijos que se encomienden a su ángel de la guarda. Es el guía silencioso e incansable de nuestra vida. Ese ángel se contenta con enseñar a quienes quieren escucharlo algunas palabras divinas ante las cuáles el infortunio pierde sus congojas; la pobreza, su dolor; el menosprecio, sus inquietudes; la oposición, su rudeza. Esas palabras son: "Señor, hágase tu voluntad y no la mía".
Hay miles de libros, compuestos por sabios autores, que hablan de la manera de ser dichosos: pero todos juntos no dicen tanto para infundir paz en el alma como esta sencilla frase del Padrenuestro, cuyas palabras serenan y tranquilizan: Hágase tu voluntad. Hay que pedirle al ángel de la guarda que nos ayude a comprenderlo y que nos sostenga cuando desfallezcamos en la confianza.
El ángel custodio es la mano que sostiene nuestra vida. ¡Qué te tenga siempre presente, mi buen ángel de la guarda!

Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. Las horas que pasan, las horas del día, si tú estás conmigo serán de alegría. No me dejes solo, sé en todo mi guía; sin Ti soy pequeño y me perdería. Ven siempre a mi lado, tu mano en la mía. ¡Ángel de la guarda, dulce compañía! ¡Ángel de Dios, que eres mi custodio, buen amigo y mejor compañero, reconduce mi vida cuando me desvíe con mi mal comportamiento y potencia mis virtudes cristianas!
Ángeles de Dios, cantamos hoy:

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