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martes, 16 de enero de 2018

Alegría o negatividad

Medio lleno ó medio vacio?Colabora conmigo una persona que contempla siempre el vaso medio vacío. Es maestro en sacarle punta a la negatividad. Ayer, sin más, no pude callarme: «Me resultan incómodos tus planteamientos. ¿No habría manera de encontrar lo positivo de las situaciones? Construyendo es como se avanza, destruyendo todo se paraliza». Considero que es una cuestión del corazón. Cuando el corazón es fuente que vivifica todas las acciones, reacciones y actitudes todo adquiere una dimensión positiva. Si el corazón es fuente de conflicto, todo se torna negatividad. Lo que uno es y siente, cada uno de los desafíos cotidianos, tiene su razón de ser en lo que pervive en el fondo del corazón. Lo dice con claridad el libro de los Proverbios: «Con todo cuidado vigila tu corazón, porque de él brotan las fuentes de la vida».
¡Qué bien haríamos en verificar en cada momento lo que brota de esta fuente que en definitiva te permite confiar confiar en Dios o en lo negativo de la vida!
Ambas cosas son incompatibles. Donde la alegría del corazón reina se vierte paz y confianza en Dios, incluso en tiempos de incerteza. Si lo que reina en el corazón es la crítica, lo que se manifiesta es negatividad.
Alegría o negatividad... Depende de cada uno escoger lo que reina en el corazón y así en tantas y variadas ocasiones en el transcurso del día. Cuando la negatividad toma el control permitimos que el derrotismo se imponga.
Si se permite que la negatividad invada el corazón, la fe acaba desvaneciéndose, dejándonos al margen de las devaneos de la vida. Si abono los malos sentimientos o los pensamientos negativos estos se reflejan en todas mis actitudes y provocan afectación en mis relaciones personales, con los hombres y con Dios. Si la amargura impera, la razón se nubla y el amor acaba extinguiéndose. El corazón es, en definitiva, ese frondoso árbol del cual brota el fruto que damos. Si lo que conserva nuestro corazón es bueno, entonces el fruto que dará también será bueno y viceversa. Por eso con cuidado debo vigilar mi corazón, porque de él brotan las fuentes de la vida.
¡Señor, envía tu Espíritu Santo para que me conceda la gracia de expulsar de mi corazón cualquier pensamiento triste o negativo! ¡Ayúdame a no lamentarme de las cosas sino a ver siempre su lado positivo! ¡Que siempre sea agradecido por la alegría y la felicidad que me regalas pese a las cruces cotidianas! ¡Concédeme la gracia de aceptar mi vida como es, regalo tuyo, y a adaptarme a ella con confianza y esperanza! ¡Cuando algo me desagrade, Señor, no permitas que me lamente más al contrario dame la gracia de estar agradecido para poner a prueba mi voluntad de mostrarme confiado y feliz! ¡Permíteme, Señor, controlar siempre mis pensamientos, mis impulsos, mis acciones, mis nervios… para que por medio del dominio de mi mismo sea capaz de dar testimonio de Ti! ¡No permitas que me recree en mis fracasos y mis caídas sino que me alegre de mis triunfos por pequeños que sean! ¡Ayúdame a no criticar y ante cada crítica hazme ver, Señor, las virtudes de los demás para olvidarme de sus defectos! ¡Hazme sensible a las necesidades del otro, a practicar la paciencia y no permitas que la indiferencia me invada! ¡Y ayúdame siempre a afrontar los problemas con valentía y determinación y no dejar las cosas para mañana! ¡Señor, en ti confío, en tus manos pongo mi miseria y mi pequeñez!
Música a cappella para acompañar la meditación de hoy:



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