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domingo, 26 de junio de 2016

El Papa en el pozo en el que estuvo prisionero san Gregorio


Dos pequeñas escaleras llevan a la sala del pozo de San Gregorio. Concluye aquí, en uno de los lugares más sagrados para la Iglesia armenia, el viaje de Francisco al país. Estamos a menos de cincuenta kilómetros de Yerevan, cerca de la frontera (cerrada) con Turquía, al pie del bíblico Monte Ararat. Aquí se encontraba una ciudadela fortificada en la que san Gregorio el Iluminador fue encarcelado en un pozo durante 13 años por el rey Tiridate III, perseguidor de cristianos.

Pero en el año 301 el rey, después de haber sufrido una grave enfermedad y haberse curado gracias a la intercesión de Gregorio, se convirtió al cristianismo con toda su familia. Proclamó Armenia nación cristiana. Fue así que se convirtió al cristianismo la primera nación del mundo. El lugar de la prisión de san Gregorio se transformó en un monasterio, que entre los siglos XII y XIII tuvo un seminario importante y un centro de estudios y de formación. Sobre el pozo, a 6 metros y medio de profundidad, se construyó una Iglesia, que se convirtió en meta para los peregrinos de todo el país.

El complejo fue devastado por un violento terremoto en 1679. Fue reconstruido en varias etapas y llegó a su estructura actual en el siglo XIX. Se encuentra bajo la jurisdicción de la Santa Etchmiadzin. Juan Pablo II lo visitó el 27 de septiembre de 2001, al final de su viaje de tres días a Armenia.

El Papa y el Catholicos, después de haber sido recibidos por el superior del monasterio, se encaminaron por las pequeñas escaleras hasta la sala del pozo de san Gregorio, en donde encendieron una vela. Después, en procesión se dirigieron a la capilla adyacente, en donde recitaron una oración en armenio y otra en italiano. Al final, el Papa y Karekin subieron a la terraza del «belvedere», desde el que se aprecia el hermoso panorama del Monte Ararat. Allí liberaron dos palomas en dirección hacia el monte bíblico, que en la actualidad se encuentra más allá de la frontera con Turquía. Desde el monasterio, Francisco se dirigió directamente al aeropuerto de Yerevan, desde donde regresará a Roma.

Francisco en Armenia: ceremonia de despedida

Francisco en Armenia: oración en el Monasterio de Khor Virap

«Millones de seres humanos necesitan pan, no armas»

«Imploramos a los líderes de las naciones que escuchen la petición de millones de seres humanos que tienen urgente necesidad de pan, no de armas». Es lo que escribieron Papa Francisco y el Catholicos Karekin II en la declaración conjunta que firmaron este domingo 26 de junio por la tarde en el palacio apostólico de Etchmiadzin. Se trata de un texto que inicialmente fue anunciado cuando se dio a conocer el programa del viaje, pero en los últimos días se había ido alejando la posibilidad de su existencia.

Francisco y Karekin II agradecen a Dios «por la constante y creciente cercanía en la fe y en el amor entre la Iglesia apostólica armenia y la Iglesia católica en su como testimonio al mensaje del Evangelio en un mundo lacerado por conflictos y que desea consolación y esperanza». Se cita en el texto la celebración que presidió el Papa en la basílica de San Pedro en abril de 2015 para conmemorar el centenario del «Gran Mal», el extermino de un millón y medio de armenios por parte de los turcos. También se cita la declaración conjunta que suscribieron hace 15 años el mismo Karekin II y Juan Pablo II, afirmando que este exterminio «generalmente es definido como el primer genocidio del siglo XX».

El texto pasa del pasado al presente: «Somos, desgraciadamente, testigos de una inmensa tragedia —afirman los líderes de las dos Iglesias— que sucede frente a nuestros ojos: innumerables personas inocentes asesinadas, deportadas u obligadas a un doloroso e incierto exilio por constantes conflictos de naturaleza étnica, política y religiosa en el Medio Oriente y en otras partes del mundo».

La consecuencia, indica la declaración conjunta, es que «minorías étnicas y religiosas se han convertido en el blanco de persecuciones y de tratos crueles, a tal punto que tales sufrimientos motivados por la pertenencia a una confesión religiosa, se han convertido en una realidad cotidiana. Los mártires pertenecen a todas las Iglesias y su sufrimiento constituye un ‘ecumenismo de la sangre’ que trasciende las divisiones históricas entre los cristianos, llamándonos a todos nosotros a promover la unidad visible de los discípulos de Cristo».

Después de haber rezado a los apóstoles fundadores de las respectivas Iglesias, para que cambien los corazones de «todos aquellos que comenten tales crímenes» y de todos los que «están en condiciones de detener la violencia», Francisco y Karekin II dirigen un mensaje a los responsables de los Estados: «Imploramos a los líderes de las naciones que escuchen la petición de millones de seres humanos que esperan con ansia paz y justicia en el mundo, que piden el respeto de sus derechos atribuidos por Dios, que tienen urgente necesidad de pan, no de armas».

«Desgraciadamente —continúa la declaración— asistimos a una presentación de la religión y de los valores religiosos de una manera fundamentalista, que es utilizada para justificar la difusión del odio, de la discriminación y de la violencia. La justificación de tales crímenes con base en ideas religiosas es inaceptable». Además, el Papa y el Catholicos afirman que «el respeto de las diferencias religiosas es la condición necesaria para la pacífica convivencia de diferentes comunidades étnicas y religiosas».

«Justamente porque somos cristianos, estamos llamados a buscar y a desarrollar vías de reconciliación y de paz. A tal propósito, expresamos también nuestra esperanza de una solución pacífica de las cuestiones relacionadas con el Nagorno-Karabakh». El Papa y Karekin II piden «a los fieles de nuestras Iglesias que abran sus corazones y sus manos a las víctimas de la guerra y del terrorismo, a los refugiados y a sus familias. Está en juego el sentido mismo de nuestra humanidad, de nuestra solidaridad, compasión y generosidad, que puede ser expresado apropiadamente solo mediante un inmediato y práctico empleo de recursos».

«Reconocemos que todo esto ya ha sido hecho, pero insistimos en que se exige mucho más por parte de los responsables políticos y de la comunidad internacional con tal de garantizar el derecho de todos a vivir en paz y seguridad, para sostener el estado de derecho, para proteger a las minorías religiosas y étnicas, para combatir el tráfico y el contrabando de seres humanos».

Un pasaje de la declaración está dedicado a la familia. «La secularización de amplios sectores de la sociedad, su enajenación de lo que es espiritual y divino, conduce inevitablemente a una visión desacralizada y materialista del hombre y de la familia humana». Al respecto, expresan Francisco y Karekin II, «estamos preocupados por la crisis de la familia en muchos países». Las dos Iglesias «comparten la misma visión de la familia, basada en el matrimonio, acto de gratuidad y de amor fiel entre un hombre y una mujer».

Para concluir, el documento se refiere a las relaciones entre los armenios apostólicos y los católicos. «Estamos convencidos de la importancia crucial de desarrollar estas relaciones, emprendiendo una profunda y más decisiva colaboración no solo en ámbito teológico, sino también en la oración y en una actividad de cooperación a nivel de las comunidades locales, en la perspectiva de compartir una plena comunión y expresiones concretas de unidad. Exhortamos a nuestros fieles a trabajar en armonía para promover en la sociedad valores cristianos, que contribuyan eficazmente a la construcción de una civilización de justicia, de paz y de solidaridad humana».

La declaración conjunta formaba parte del programa inicial del viaje, pero durante la conferencia de prensa al respecto, el pasado martes 21 de junio, el padre Federico Lombardi anunció que por el momento no estaba prevista. Dando a entender que había habido algunas dificultades. Es probable que tuvieran que ver con los pasajes relacionados con el genocidio en el que probablemente los armenios esperaban palabras más fuertes y sobre las responsabilidades de Turquía. El documento común llegó al final, y es un signo más que demuestra las verdaderamente buenas relaciones entre ambas Iglesias.

6 enseñanzas que te aportará el Camino de Santiago

Una peregrinación se asemeja mucho a la propia vida


Hace algunas años recorrí la costa oeste de Francia y norte de España, tuve la bendición de realizar el Camino de Santiago, una tradicional peregrinación, llena de historia y aventura que miles de personas de diferentes países llevan a cabo durante todo el año.

Te cuento que para mí fue una oportunidad muy especial,  y tuve una gran certeza interior de que la realizaría, después de leer una publicación sobre las peregrinaciones y conversar con un monje en Mont Saint Michel en Normandía. Me dije interiormente (a la vez que le pedía a Dios que así se diera): "es tu voluntad, no la mía".

Realizar el camino (como se le llama tradicionalmente), fue para mí una experiencia única, intensa, que me marcó: Dios respondió muy concretamente a una serie de preguntas personales que tenía en los últimos años de mi vida, en la línea de descubrir con más claridad qué quiere de mí, en el lugar que ocupo en el mundo, en mis relaciones con las personas que me rodean y en general en conocer más profundamente quién soy yo.

Como habrás escuchado alguna vez una peregrinación se asemeja mucho a la propia vida: hay subidas y bajadas, momentos difíciles y momentos más tranquilos, conoces diversas personas que dejan alguna huella en ti (y tú dejas alguna huella en cada una), siempre caminamos hacia una meta muy concreta dando todo por alcanzarla (que en mi caso aun no ha terminado en otros culmina con el abrazo a la imagen del Apóstol, como símbolo de un encuentro con quien ya recorrió esos pasos, figura de lo que será el cielo). Es por ello que quiero compartirte 6 enseñanzas que me dejó el Camino de Santiago. Espero puedan ser útiles para tu propia vida.

1. Un peregrino está siempre en búsqueda

Es impresionante ver la cantidad de gente que peregrina. Personas de diferentes edades, países, e incluso creencias. En grupo o solos, cada quien con una particular motivación. Me encontré con personas que lo hacían por motivos de fe, otros como ofrecimiento, otros para conocerse más, e incluso había quienes lo hacían por aventura o por deporte. Sin embargo, lo que era permanente en todas estas diferentes experiencias era que todos esperaban algo. Todos estaban en búsqueda de algo más. Algo los atraía a hacer El Camino de Santiago aún con todas las dificultades que implicaban hacerlo. Si bien la meta estaba clara, siempre la mirada estaba atenta a descubrir qué nos traía el nuevo día, qué personas conoceríamos, que obstáculos surgirían, siempre en búsqueda, como en la propia vida. Búsqueda que se hace más llevadera, si tenemos una luz que nos guíe a cada paso. Somos peregrinos de la misericordia.


2. Sé tú mismo

En El Camino no hay poses, máscaras o roles que valgan. Eres tú  y Dios que va contigo. El camino que transitas y las personas con las que te vas encontrando simplemente «conectan» contigo. La amistad va brotando entre los peregrinos de forma muy natural. Te lo explico mejor: en la vida cotidiana muchas veces nos acostumbramos a aferrarnos a nuestras formas de pensar, a nuestros esquemas, que muchas veces se cierran al encuentro con los demás. Lo irónico es que nuestro ser más profundo anhela ese encuentro. Y solo lograremos hacerlo cuando nos quitemos de encima todo ese peso de quien no soy y que tantas veces cargamos para aparentar, quedar bien, y calmar el qué dirán. Ya lo decía el gran escritor francés Saint-Exupery: «Aquel que quiera viajar feliz, debe viajar ligero». Ser yo mismo, con mis dones, virtudes, y cosas por cambiar, eso es lo que abre al contacto sincero con los otros.

3. Existen personas realmente buenas y con hambre de verdad en el mundo

El Camino debe ser vivido en clave de encuentro. Por supuesto tuve mis ratos de oración personal mientras caminaba, y de reflexión mientras veía el paisaje, pero también tenía (sin planificarlo) mis ratos de conversación con otros peregrinos, de conocerlos y darme a conocer, de compartir la vida. Fue muy gratificante encontrar personas de lo más variadas, de países que nunca hubiese pensado conocer, y compartir desde lo más cotidiano. Y entender en ello que realmente existen personas con un gran corazón en el mundo, que buscan a Dios (a veces sin darse cuenta), y que anhelan cosas buenas y verdaderas para su vida, aún a pesar de las diferencias culturales que puedan existir.

4. La alegría de la vida en Cristo, de estar siempre con Él, cuestiona

En esa dinámica de encuentro, desde ese ser yo mismo, encontré algo que siempre fue bien recibido: la alegría y la bondad que viene de Dios, siempre cuestiona y siempre tiene un efecto transformador en la vida de las personas. Cuando tenemos esa certeza fuerte de que Dios habita en nuestro corazón y no nos permitimos nublar esa presencia, podemos vivir con una alegría que irradia felicidad. Y eso contagia, cuestiona, compromete y genera relaciones de amistad sólidas y que pueden ser perdurables.

5. Rezar por los demás te acerca y te hace sentirte acompañado


Durante mi peregrinación tuve la oportunidad de rezar también por muchas personas, de ofrecer mis esfuerzos y oraciones al Señor, así como la misa diaria de los peregrinos en cada pueblo donde paraba cada día, por numerosas intenciones que amigos, familiares y hasta personas desconocidas me pidieron llevara en mi mente y en mi corazón durante todo mi Camino. Fue muy bonita esta experiencia porque de alguna forma, me sentí muy acompañado de todos ellos, y a su vez los acompañé cuando le pedía al Señor por sus esperanzas, por sus sueños, sus propósitos y por las situaciones que les inquietaban.

6. Dios me interpela constantemente con la creación


Finalmente, y no por ello menos importante, fue fundamental el contacto con la Creación. Realmente me encontré con paisajes hermosos, llenos de colores y de vida, que no hacían más que remitirme una y otra vez al Creador y a elevar una acción de gracias por estar allí y por su obra. Dios nos interpela una y otra vez con las maravillas de la naturaleza en el día a día, y esto es ocasión para darle gloria y para agradecerle por todo lo que tenemos que es realmente un tesoro.

«El cansancio del andar, la variedad de paisajes, el encuentro con personas de otra nacionalidad, los abren a lo más profundo y común que nos une a los humanos: seres en búsqueda, seres necesitados de verdad y de belleza, de una experiencia de gracia, de caridad y de paz, de perdón y de redención. Y en lo más recóndito de todos esos hombres resuena la presencia de Dios y la acción del Espíritu Santo. Sí, a todo hombre que hace silencio en su interior y pone distancia a las apetencias, deseos y quehaceres inmediatos, al hombre que ora, Dios le alumbra para que le encuentre y para que reconozca a Cristo. "Quien peregrina a Santiago, en el fondo, lo hace para encontrarse sobre todo con Dios" (Papa Benedicto XVI en Misa por el Año Santo Compostelano en Plaza del Obradoiro, Santiago de Compostela, 6 de noviembre de 2010).

Empezó a caminar. Me gusta pensar en los inicios de tantos caminos míos. Es bonito ese momento de vértigo, en el que no sabes qué te vas a encontrar. Miro a Jesús. Decide y se pone en marcha. Va con los apóstoles. El camino no lo hace solo. Desde que los escogió nunca se ha separado de ellos. Son uno. Ellos van con Él. Con sus torpezas, sus preguntas, sus huidas y cobardías. Pero en su corazón estaba el anhelo de estar con Él, fuera donde fuera. Jesús toma la decisión. Quizás la compartió con ellos. No lo sabemos. Pero ellos también dejan su tierra nuevamente, igual que dejaron sus redes y su mesa de cambios, su vida. Se ponen en camino junto a Él. A su lado merece la pena vivir el miedo y la incertidumbre.

Es lo que me pide siempre Jesús. Confiar, caminar a su lado, salir de mí mismo, ir donde Él vaya. Sé que juntos tocaremos el cielo, que la vida será mucho más que mi pequeña parcela. Ninguno se quedó. Todos se fueron con Él hacia Jerusalén. Caminantes confiados. Abiertos a lo que Dios les preparase. Sin tener todo controlado, sin una casa segura donde dormir cada día. Dejaron Cafarnaúm, donde habían vivido juntos. Con Jesús no necesitaban tantos seguros. Yo también pienso eso. Si voy a su lado, me fío y no quiero calcular tanto. Ni medir. Pobres apóstoles, una y otra vez tienen que abrir el corazón. Jesús les ayuda a romper prejuicios, a superar miedos. Hay dos actitudes ante la vida. O nos ponemos en camino detrás del que nos invita a seguirle o nos quedamos quietos sin hacer nada.

O creemos en Aquel que no tiene dónde reclinar la cabeza o preferimos la seguridad de una vida tranquila, sin agobios ni exigencias.