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domingo, 11 de septiembre de 2016

Orar por los perseguidos

Segundo fin de semana de septiembre con María en nuestro corazón. Me imagino cómo llegarían a la casa de María las noticias sobre Jesús. Aquellas noticias tan poco alentadoras. Galilea era una provincia pequeña y las noticias debieron correr como la pólvora. María, conocía de verdad como era Jesús; Ella lo había criado, había rezado con Él, sabía de su sabiduría, de su bondad, que era Hijo de Dios… Debió sufrir mucho cuando la gente comentaba sobre que era un subversivo, un embaucador, un mentiroso, un impuro que comía con pecadores, que se acercaba a las mujeres prostitutas y las perdonaba, que prometía el reino de los cielos. Que se juntaba con gentes apartadas de la sociedad, que escandalizaba a los miembros de las sinagogas, que se sentaba a comer con recaudadores de impuestos o con pecadores, que nunca respetaba el descanso del sábado, que hablaba de amor, llamaba a las personas extranjeras aunque no cumplieran la ley, que se decía amigo de los enemigos, que abolía leyes tradicionales de los judíos como en «el ojo por ojo y diente por diente», que expulsaba demonios y tocaba con sus manos a los impuros, que llamaba si ningún tipo de prejuicio a Dios «Abba», que decía que Dios era el Dios de los pobres, de los necesitados, de los leprosos, de los moribundos, de los enfermos... que afirmaba cosas tan duras como aquello de «raza de víboras», que tiraba por el suelo las mesas de los vendedores del templo, que decía que iba a lo ina a derribar y levantar en tres días, que hablaba con parábolas...

El anciano Simeón dijo a María que una espada le atravesaría el corazón confirmando lo que ya sabía de las profecías de Isaías, lo que no imaginaba María es que no sería una única espada sino que serían muchas las espadas que atravesaban continuamente su corazón. Pero ella, firme en la fe, confiado en la voluntad de Dios, segura de su hijo, creía fiel y ciegamente en Él, en lo que Él enseñaba y predicaba. Y, además, lo meditaba en su corazón. En lo más íntimo de su corazón. María rezaba y rezaba y rezaba para que todos aquellos que se acercaban a Jesús creyeran en su hijo. Y en esa plegaria también sufría por el rechazo que Cristo recibía entre sus contemporáneos.
Hoy he recibido una nueva enseñanza de la Virgen María. Es aprender a sufrir y a sentir dolor porque Cristo no sea aceptado y querido en esta sociedad en la que vivo. Por eso, como María, debo vivir orando siempre, rezando por los que persiguen a la Iglesia, pidiendo a Dios que transforme su corazón y que por su misericordia convierta sus corazones llenos de amargura y de rencor. Y como la Virgen, orar y sufrir por ese Jesús que dio su vida por mí y que nos ama a todos y nos perdona siempre.

¡Señor, tu eres nuestro protector, guárdanos del mal! ¡Dios Soberano y Santo, te encomiendo s nuestros hermanos y hermanas que aman con tristeza, trauma y temor; y que viven con dificultad, discriminación y persecución porque han adoptado tu nombre y son cristianos en un mundo que odia a Cristo! ¡Pongo delante de ti a los perseguidos cuyas vidas y seguridad están diariamente amenazadas, a los que sus vidas se han roto por la represión religiosa, y el odio a lo religioso para que enfrenten la lucha diaria por mantener la fe, la esperanza y la gracia para perdonar, mientras Satanás ataca sus corazones y sus mentes! ¡María, refuerza nuestra y guárdalos del mal! ¡Pongo, Señora, delante tuyo a todos los que profesan a tu Hijo. Jesucristo pero son débiles, tibios, poco compasivos temerosos y perezosos, ayúdales a despertar, revivir, reformarse y seguir la llamada de Jesús! ¡Señor, que tu espíritu envuelva a tu Iglesia y haga que predique el evangelio, que brote la rectitud y que los perseguidores de la Iglesia sean transformados en predicadores del Evangelio!
Ave Maria, grazie plena:

sábado, 30 de julio de 2016

¡Selah!

Último fin de semana de julio con María, la Madre que supo esperar siempre en silencio la palabra de Dios, en nuestro corazón.


Hace unos años conocí a un niña uzbeka. Sus padres son cristianos en un país —Uzbekistán— de mayoría musulmana. Son creyentes fieles al Señor y bautizaron a su hija con el nombre de Selah, «¡Siempre!» o «¡Silencio!». ¡Qué bello nombre obtenido de la Biblia!
El padre me comenta que esta palabra aparece infinidad de ocasiones en los Salmos y en la oración de Habacuc, en su traducción hebrea. Cuando se tradujo al latín esta palabra fue omitida en la Biblia aunque en alguna versiones se encuentra en los mismos lugares que utiliza el texto hebreo.
Selah, «¡Siempre!». Para escuchar «¡siempre!» en «silencio» la melodía amorosa de Dios. Pronunciada en uzbeko «Selah» suena armoniosa y alegre. Para saber detenerse en la escucha de la palabra de Dios que hablará a nuestro corazón en el momento más inesperado. Ese «silencio» aparente que no tiene que provocar en nosotros ni desazón ni desesperan porque los silencios de Dios son la manifestación de una gran lírica de amor. Así lo entendió María que «¡guardaba todas las cosas meditándolas en su corazón». El talante de la Virgen era un Selah silencioso. En ese silencio de la oración y la contemplación alcanzaba la claridad necesaria para contemplar los acontecimientos de su vida con una trascendencia de profunda espiritualidad. Ser Madre de Cristo no debió ser sencillo ni en los primeros años y durante la vida pública del Señor. Pero María aquello que no podía entender con palabras lo entendía con el corazón.
Selah, «¡Siempre!». Para hacer «¡Siempre!» en «silencio» una pausa en nuestra vida para dedicársela a Dios, escuchar el susurro de su voz y en la callada melodía de la oración alabarlo, darle gracias, pedir, implorar, pedir perdón, agradecer y glorificar. En ese aparente silencio se producirá en el momento más inesperado una respuesta divina porque Dios habla en el estruendo de nuestra vida pero también el delicado roce de nuestras pequeñas cosas. Él permanece «siempre» a nuestro lado dirigiendo sus palabras y hablándonos al corazón aunque a veces nos sea difícil comprenderlo. El «silencio» «siempre» ofrece al hombre esa claridad necesaria para comprender las cosas de forma diferente. Selah, «¡siempre!». Así lo entendió María y así debería entenderlo yo. ¿No me irían mejor todo si fuera capaz de guardar todas las cosas —don gratuito de Dios— en mi corazón?

¡Bendita seas, María, quiero hacerme alumno de tu Escuela de oración y de vida, aprender de Ti, replegarme de mi mismo y ponerme en camino para mi verdadera conversión! ¡Quiero aprender de Ti, María, de tu obediencia para cumplir la voluntad del Padre, de tu sencillez para no hacer complicadas las cosas, de tu silencio para escuchar la Palabra de Dios en tu vida, de tu bondad para que Dios se fijará en Ti que te entregas siempre por los demás! ¡Quiero aprender de tu escuela, María, en la que antes está el dar que el recibir, el silencio antes que la palabra, la humildad antes que la apariencia, la docilidad antes que la dureza de corazón, la entrega antes que la amistad interesada! ¡Quiero aprender de Ti, María, que eres siempre alegría y aportar esperanza al mundo, que iluminas el camino de nuestra fe, que sales siempre a nuestro encuentro para mostrarnos el rostro de tu Hijo Jesús, que nos haces partícipes de tu fe, que nos recuerdas la exigencia de nuestra fe, que nos invitas a estar siempre vigilantes y predispuestos al acoger con un corazón sencillo y misericordioso! ¡Te pido, María, que iluminado por el Espíritu Santo, me concedas buscar siempre lo que es importante, hacer siempre la voluntad de Dios, capacidad para amar de corazón a los demás, iluminar mi conciencia para hacer siempre el bien, que todas mis acciones estén inspiradas en el Evangelio y que mi estilo de vida sea una imitación de tu Hijo Jesús! ¡Gracias, María, por tu amor de Madre! ¡Bendita seas, María, quiero convertirme en un alumno aventajado de tu escuela de amor, de gracia, de misericordia y de perdón!

Un bello Ave María para honrar a la Virgen en este último sábado del mes de julio:

 

viernes, 22 de julio de 2016

¿Existen los milagros hoy?

Increíbles testimonios de personas que han oído la voz de María, ¿te lo crees?



En la película Tierra de María se narran historias de personas que han experimentado de una u otra forma la presencia de María, la Madre de Dios. Y eso ha marcado y cambiado sus vidas.

Experiencias de personas que no ganaron nada contándolo y sí ganaron todo viviéndolo.

Cambiaron de vida y comenzaron a salir de su frivolidad para amar y contribuir al bien de otros.

El director de la película, Juan Manuel Cotelo, confiesa que antes no creía esas historias y considerándolas fruto de la mente de las personas que decían vivirlas, juzgaba la acción de Dios. ¿Tú crees que hoy existen los milagros?