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viernes, 14 de julio de 2017

Renunciar no es perder

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Perder algo que me pertenece y que por justicia me corresponde y a lo que tengo derecho pero que, por las circunstancias, no puedo seguir disponiendo. Ocurre muchas más veces de las que pensamos.Aparcar una actitud de comodidad consciente de que no agrada a Dios.

Cuando uno anhela avanzar en la vida el principio no siempre es ir escalando peldaños, saltar obstáculos, superar escollos, solventar situaciones desagradables y avanzar para prosperar. Hay momentos en que es necesario detenerse, desprenderse de ciertas cosas, recular y observar, desde otra perspectiva, las circunstancias que te han conducido hasta allí.
La renuncia no tiene porque significar pérdida pues cualquier renuncia puede ir acompañada de grandes dosis de libertad; el despojarse de aquellos pensamientos, sentimientos e ideas que hieren, bloquean y estancan para ayudar a subir a un nivel superior en el que resulte más fácil elegir.
Enseguida te viene a la memoria la figura de ese joven del Evangelio que entregó al Señor sus tres panes y cinco peces; gracias a esa renuncia pudo Jesús realizar un prodigioso milagro. Eso me demuestra que cuando renuncio a esas actitudes que solo me benefician a mí permito que se expanda la gracia de Dios sobre mi prójimo. Una renuncia pura, hecha desde el corazón, tiene la virtud de alentar a los demás; mi desapego por la comodidad permite que otro se pueda ver favorecido de mi desprendimiento.
No deseo ser como ese custodio del talento que el dueño de la hacienda le entrega para hacerlo rendir y que éste cava en la tierra y esconde por miedo a defraudar a su señor. No es mi intención devolverle intacto lo que tan generosamente me entrega pues deseo hacer que produzca el fruto deseado. Pero si no soy capaz de renunciar a mis intereses, a mis comodidades, a mi bienestar, a mi yoes, a mis apetencias, estoy indicando a los que me necesitan que nada voy a hacer nada por ayudarles pues lo único que me interesa es lo que gira a mi alrededor y es mi única necesidad.
Pero hay algo muy maravilloso; a través de las renuncias también se manifiesta el amor de Dios. Y más cerca estoy de Él cuando aparco mi voluntad y acepto plenamente la suya. Cuando alejo de mi todo individualismo y la centralidad de mí yo permito a Dios llevar el timón de mi vida. Con ello Él marca el destino, guía la embarcación que avanza impertérrita ante cualquier tormenta que se presente. Toda renuncia va acompañada de un aprendizaje; la renuncia del yo me acerca cada vez a un encuentro más personal e íntimo con el Señor.

¡Señor, mi abandono a ti y le pido al Espíritu Santo que me moldee en los momentos de oscuridad, búsqueda, fracaso y turbación! ¡Ven, Espíritu Santo, ven a mi corazón, Espíritu de Amor y haz que yo sea Uno con Cristo para vivir siempre por Él, con Él y en Él! ¡Ven, Espíritu Santo, por medio de la poderosa intercesión del Inmaculado Corazón de María, a derramar tu efusión divina en mi pequeña alma para que me poseas y yo te posea totalmente con El fin de renunciar a mi voluntad y aceptar siempre la voluntad de Dios! ¡Ven, Espíritu Santo, y concédeme la gracia de conocer tu Voluntad para que la ame y la acoja como acto de mi búsqueda de la santidad! ¡Ven, Padre Eterno, y haz que tu Reino se manifieste enteramente en mi vida! ¡Espíritu Santo dame la clarividencia de conocer mis propios limites personales y sociales y la clarividencia de mi necesidad de Dios! ¡Padre bueno, me pongo en tus manos, haz de mí lo que Tú quieras, sea lo que sea te doy gracias, estoy dispuesto a todo, lo acepto todo con tal de que tu Santa Voluntad se cumpla en mí y en todas tus criaturas! ¡Dame luz para conocer tu Voluntad y fuerza para cumplirla!
Jaculatoria a María : ¡Ven, oh María Santísima, Madre de Jesús y Madre mía, a repetir en mi vida la santidad de tus acciones!
Santa es la verdadera luz (Holy is the light) es una preciosa obra de William Harris que invita a la reflexión interior:

lunes, 26 de junio de 2017

¿Qué sucede cuándo transcurre el tiempo y los cambios que uno anhela no llegan?

orar con el corazon abierto
¿Qué sucede cuándo van sucediéndose los días, las semanas, los meses, los años y los cambios que uno anhela no llegan? ¿Cuándo ese milagro que uno está esperando no se produce?

En la mayoría de las ocasiones ocurre que la paciencia se va perdiendo, dominada por la impaciencia; que sus pilares que parecían tan firmes en la fe se van desquebrando poco a poco; y que esas cuestiones que nunca te habías planteado empiezan a remover tus pensamientos y a llevarte de cabeza. Sí, crees en Dios, pero las dudas te embargan, la incertidumbre te supera y el dolor te adormece. Y en estas circunstancias uno está determinado a tomar decisiones poco sensatas, carentes de sentido son muy propensas a lo irracional.
Y si en estos casos cuando más se demuestra la confianza en el Padre. Buscar en el interior y hacer caso omiso de esas voces estruendosas que vienen del exterior. Estar atento al susurro del Espíritu, que trasmite siempre en lo más profundo del corazón la voluntad del Padre. Claro que esto no es sencillo porque siempre uno camina sobre la línea del precipicio y, sin esa luz que ilumina para dar pasos certeros. Esa luz que es Cristo es la que permite al que confía mantenerse atento, paciente, dispuesto y expectante. Es el que te permite, a la luz de la oración, vislumbrar la voluntad de Dios y alejar de los pensamientos aquello que no es conveniente.
¿Qué sucede cuándo van sucediéndose los días, las semanas, los meses, los años y los cambios que uno anhela no llegan? ¿Cuándo ese milagro que uno está esperando no se produce? A la luz de la razón, llega la congoja y la angustia. Cuando no hay respuesta, cuando no se vislumbra un futuro, llega la desesperación del alma. De la mano de Dios, sin embargo, la paz y la serenidad interior se convierten en compañeras del alma.Y así el corazón descansa.
Las experiencias vitales te enseñan a ponerlo todo en las manos misericordiosas del Padre. Esas manos toman tus preocupaciones y tus angustias y las acaricia y, suavemente, van calmando la angustia interior. La vida te enseña que no puedes caminar con orgullo sino que el Señor te acompaña firme cuando te sientes frágil y pequeño, cuando contemplas la Cruz y aceptas por amor el sacrificio porque uno es un pobre Cirineo que se dirige con Cristo al Calvario, que es decir la eternidad. Miras al Señor y comprendes que todo tiene un propósito. Y ese propósito tiene un fin. ¡Bendito fin!

¡Padre de Bondad, Dios Todopoderoso, Tú me has creado con un propósito y yo quiero cumplirlo haciendo Tu voluntad! ¡Ayúdame a crecer en santidad para llevarlo a término! ¡Padre, Tú tienes un plan para mí mucho antes de mi nacimiento: ayúdame con la fuerza del Espíritu Santo a cumplirlo! ¡Concédeme la gracia, Padre de Amor y Misericordia, a vivir acorde a tus mandamientos y a vivir acorde a lo que tienes pensado para mí! ¡No permitas, Padre, que nada me detenga, que nada me desanime y nada me frene! ¡Capacítame, Padre, con los dones de tu Santo Espíritu! ¡Señor, recuérdame con frecuencia que a Ti no de detienen ni te desconciertan los problemas! ¡Mantente, Padre, cerca siempre de mis familiares y amigos, de aquellos que sufren persecución, enfermedad, soledad, dolor, carencias económicas y laborales! ¡No nos abandones nunca, Padre!¡Enséñame a aceptar todo lo que me das y, aunque no entienda los motivos y las circunstancias, haz que se convierta siempre en una bendición y me haga una persona agradecida! ¡Gracias, Padre, porque me puedo acercar a Ti y presentarte en cualquier momentos mis plegarias, por darme la paz que tanto anhelo y el descanso en tiempos de turbulencia! ¡Gracias, Dios mío, por tu bondad, tu amor y tu misericordia!
¿Por qué tengo miedo?, buena pregunta que se responde en esta canción:

sábado, 22 de abril de 2017

Depositar la confianza en Dios

orar con el corazon abierto
¿Cuántas veces te has preocupado o desesperado con los problemas que parecen no tener solución? ¿Cuántas veces esperas que Dios haga un milagro en tu vida? ¿Cuántas veces buscas una salida, una alternativa, una mínima esperanza y no aparece ninguna? ¿No te ha sucedido alguna vez que debido a los problemas personales, a las dificultades económicas, a las contrariedades de la vida, a los problemas profesionales todo se vuelve oscuridad y te dan ganas de desaparecer, de tirar todo por la borda y mudarse a algún lugar donde nadie te pueda encontrar? Hay veces que uno siente esa necesidad pero, ¿es esa la decisión más correcta? ¿Logramos solucionar con esta medida todos nuestros problemas?
Los problemas son copilotos ocasionales de nuestra vida. Cuando nos mostramos infelices es porque nos olvidamos de depositar toda nuestra confianza en Dios. Él es el único que está a nuestro lado a tiempo completo. Él es el único que nos ampara para asistirnos en los momentos de felicidad y de dificultad.
Me decía un amigo que le resultaba difícil entender mi serenidad por los muchos problemas que me rodean. La respuesta es simple: “Confío plenamente en el Señor”. Ya sé que Él no me promete una vida fácil, pero siento que camina a mi lado, que está siempre conmigo en todas las situaciones de la vida, dándome las fuerzas para enfrentar las dificultades. No somos nosotros quienes tenemos el destino en nuestras manos. Es Dios quien lleva la brújula de nuestra vida y toma la iniciativa. Nosotros podemos seguir el rumbo que Él marca o seguir otro camino.
El principal problema del hombre Dios ya lo ha solucionado. Es la condena eterna que fue pagada por Jesús. A partir de su muerte en la Cruz Cristo nos prometió estar a nuestro lado hasta el fin de los tiempos. Por tanto, lo mejor es confiar en Dios porque Él cumple lo que promete. Pídele al Señor con fe que te otorgue su sabiduría y su serenidad para enfrentar los obstáculos que se presentan en tu vida y verás como tu actitud será diferente.

¡Gracias, Señor, porque estás siempre a mi lado! ¡Ayúdame a acrecentar mi confianza en Ti! ¡Tu sabes que es en Ti donde encuentro la felicidad y la tranquilidad para el día a día! ¡Señor, Tú sabes cuando he sufrido, cuánto he llorado, cuantas veces me he sentido tan pequeño, tan poca cosa, tan inservible! ¡Pero también sé, Señor, que nada de lo que he vivido ha sido ajeno a Ti! ¡Por eso, ahora y siempre, te pido Señor que me ayudes a creer firmemente en tu acción todopoderosa sobre mi, que me ayudes a creer en mis posibilidades, a encontrar un sentido a todo cuanto realice en esta vida! ¡Señor, soy consciente que detrás de cada experiencia negativa que he vivido estabas Tu, bendiciéndome y cuidándome! ¡Gracias, Señor, por Tu amor y misericordia! ¡Por eso te pido también que asistas a todos aquellos que sufren, que no confían, que no te conocen, que tienen miedo, que no saben, que dudan porque una sola mirada bastará para sanarles!
Una pieza espiritual, Locus Iste, para acompañar la meditación de hoy:

jueves, 20 de abril de 2017

Miedo a las sorpresas de Dios

orar con el corazon abierto
Hay veces que uno pone todo su esfuerzo en una tarea que no acaba dando sus frutos. El desgaste personal es grande y eso hace mella en el alma. El desánimo te invade y los cansancios se convierten en una losa pesada. Me ha ocurrido con frecuencia: poner esperanza en algo que no se concreta. En estos momentos es cuando más confianza tengo que poner en el Señor; permanecer alerta con lo que desea transmitirme e invocar, esperanzando, el signo de su voluntad. El pequeño milagro anhelado.

En definitiva, el único que disipa las tinieblas de la incertidumbre con la luz es  Él. Sólo Él hace emerger la claridad de la oscuridad. Suavizar el áspero sentimiento de fracaso. Tranquilizar el ánimo antes de que el alma se sumerja en el desánimo. Es el momento de subir de nuevo a la barca, empezar a bogar aguas adentro, desalojar temores infundados y poner la mirada en ese Dios que nunca abandona. Y echar las redes en mitad del mar bravío confiando en su Palabra, consciente de que sólo es Él quien puede obrar el prodigio que uno anhela: que la red esté tan repleta de peces que sea imposible arrastrarla hasta la orilla. Y que la jornada finalice con la tan ansiada pesca.
El milagro solo puede producirse cuando crees de verdad que tu red vacía se llenará con abundantes frutos porque Él, el Padre que todo lo puede, actúa siempre cuando menos te lo esperas sorprendiéndote siempre. Y, entonces, te das cuenta que tienes miedo de las sorpresas de Dios. Pero Él es así, sorprendiendo siempre; uno no se puede cerrar nunca a la novedad que Dios desea traer a su vida, encerrándose en si mismo, perder la confianza y resignarse porque no hay situación que Él no pueda cambiar si uno está abierto a su gracia.
¡Señor, muchas veces me empecino en trabajar solo sin tenerte a mi lado, confiando sólo en mis fuerzas; entonces solo observo que mis redes permanecen uno y otro día vacías! ¡Necesito escucharte, Señor, siendo dócil a tu Palabra y trabajar junto a Ti para que las cosas cambien y el milagro se produzca! ¡Quiero vivir en profunda comunión contigo para que al final del día, cuando no haya obtenido los frutos deseados, pueda volverme a tu Padre y escuchar su voz que me recomiende volver a echar las redes pero ahora haciéndolo en tu nombre! ¡Señor, qué diferente son las cosas cuando las hago en tu nombre! ¡No permitas que vaya quemando las horas inútilmente y que mi alma se seque sino que pueda confiar siempre en ti, abrir mi corazón, echar las redes y confiar siempre en los frutos de mi trabajo! ¡Espíritu Santo, dame la fortaleza para trabajar duro, con audacia, haciendo bien las cosas, incluso cuando haya tormentas y mares difíciles, y que no desfallezca cuando mi esfuerzo no de los frutos deseados! ¡Ayúdame, Espíritu Santo, a santificar mi trabajo para que sea semilla viva del Evangelio!
Seguimos nuestro camino cuaresmal musical con una bellísima pieza del maestro portugués Duarte Lobo, Pater Peccavi (Padre, he pecado) a cinco voces. Las palabras del hijo pródigo reconociendo sus errores y pidiendo perdón al padre son verdaderamente profundas:


miércoles, 5 de abril de 2017

No quiero que mi corazón se acostumbre al amor de Dios

orar-con-el-corazon-abierto
En ocasiones es imprescindible dar pequeños pasos para lograr grandes cambios. Sin embargo, son escasas las veces que asumimos el riesgo de hacer cosas distintas. Vivimos acomodados en la rutina y no permitimos que nada nos sorprenda. Y eso ocurre también con nuestra vida espiritual en la que damos por hecho que todo lo que nos sucede es consecuencia de nuestros méritos y acciones y los beneficios que se obtienen son el fruto de nuestra generosidad, perseverancia, caridad, santidad y, sobre todo, de la grandeza de nuestro buen corazón.
Tengo un anhelo profundo: no quiero que mi corazón se acostumbre al amor de Dios. Convertirlo en algo rutinario. Quiero vislumbrar sus milagros cotidianos como su gran obra en mi. No deseo que pasen sin darles la relevancia debida ante la ingratitud de mi corazón creyendo torpemente que son consecuencia de los lances de la vida, hechos casuales que suceden porque sí.
Cada mañana amanece de nuevo. Cada nuevo despertar es una grata ocasión para agradecerle a Dios su gran fidelidad. Cada nuevo día es la oportunidad para dar gracias y alabar al Dios de la vida y exclamar con gozo que de nada me puedo quejar porque «todo» lo que acontece en mi vida me convierte en un privilegiado en las manos amorosas de Dios.
A Dios lo quiero contemplar en la cercanía. En la proximidad del corazón. Ansío y anhelo que mi corazón palpite de alegría y de amor y mi alma se conmueva por tanta inmerecida gratitud.
Quiero que Dios me sorprenda cada día con la gratuidad de su amor y su misericordia, que no dude en seguirle con la confianza consciente de que solo Él es capaz de transformar mi vida y obrar cada día un milagro en mí.
Ansío de verdad fijar mi mirada en Él, luz de luz, para que ilumine y guíe mis pasos indecisos y los lleve a un lugar seguro.
Anhelo que mire mi interior y pueda descubrir la verdad que anida en mi corazón, mi deseo de hacerme pequeño, porque Él es el Todopoderoso que siente predilección por los débiles y humilla a los poderosos.
No. No me quiero acostumbrar a ver a Dios desde la rutina porque cuando lo hago relativizo su amor, sus favores, sus gracias, su bondad y su misericordia y no permito que renueve en mi su obra santa.
En ocasiones es imprescindible dar pequeños pasos para lograr grandes cambios. Es la primera frase de este texto. Mi pequeño paso es permitir que Dios se manifieste en mi vida para que haga algo nuevo en ella. Dios siempre sorprende. Y sorprende porque es el Dios que hace posible lo imposible.
Tomo esta mañana el vaso de alabastro de mi vida y derramo el perfume de mi corazón para que, quebrada mi alma, sea inundada por el penetrante aroma del amor de Dios.

¡Señor, antes de crearme ya me tenías en tu pensamiento! ¡Cada vez que me pierdo, ahí estás tú para encontrarme! ¡que a la vez que caigo, me levantas! ¡Tú, Señor, eres el único que hace que mi existencia tengas verdadero sentido, tu llenas de luces la oscuridad que en ocasiones sobre escuela mi vida! ¡Todo lo mío te pertenece, señor, aunque tantas veces me cueste recordarlo! ¡Hoy quiero cantarte cánticos de alabanza para manifestar tu grandeza, tu bondad y todas tus maravillas! ¡Quiero elevar mi voz para que mis plegarias lleguen a ti y las acojas con tu corazón misericordioso! ¡Quiero que mis palabras suenen veraces porque tu sabes que muchas veces mis labios escupen palabras vacías que surgen de un corazón seco! ¡Quiero, Señor, que ocupes cada uno de los espacios de mi vida; que no olvide nunca quién eres, todo lo que haces por mí y lo mucho que me amas! ¡Haz que germinen conflictos abundantes aquellos espacios que tristemente aún permanece yermos en mi vida! ¡Hoy te quiero dar gracias por tu amor infinito, por tu misericordia abundante, por tu bondad generosa, por tu cariño desbordante, por tu paciencia así límite, por redimirme constantemente de mis caídas y de mis abandonos! ¡Señor, hoy te pido que tomes el timón de mi vida, que la hagas fecunda Y evites que me desvíes del camino! ¡ayúdame a mirar como mirarías tú, escuchar, acabarías tú, a pensar como lo harías tú, hablar como lo harías tú, a sentir como lo harías tú… amar como amas tú! ¡Revísteme de tu Espíritu, Señor, para que permitas que me despoje de esa piel tan dura que impide que me moldees cada día!
Dios está aquí, tan cierto como el aire que respiro:

sábado, 25 de marzo de 2017

La fe callada

orar-con-el-corazon-abierto
La fe es hermoso vivirla también en el silencio contemplativo. En lo oculto, en la mirada personal hacia el encuentro con el Padre. Sin grandes gestos que llamen la atención de los otros. Lo bonito de la fe es que se puede vivir en el silencio de uno mismo, llevado a lo más profundo del corazón. Surgen en las páginas del Evangelio numerosos personajes que nos muestran esa fe callada, silenciosa, firme, auténtica, esperanzada, llena de vida y de alegría pero que a los ojos de los hombres ha pasado completamente desapercibida porque lo pequeño no suele llamar la atención.

Así, puedes ver aquel personaje que los apóstoles llaman antes de la Santa Cena para que les conduzca al Cenáculo. Dio un «sí» a Dios, conduciendo a los seguidores de Cristo al lugar donde se iba a instituir la Eucaristía. Y de su fe callada, nadie habla ahora. Tampoco se hace mención de ese joven personaje, que no sabemos quién es, que llevaba en un cesto los panes y los peces. Cristo quiso hacer con ellos el milagro de la multiplicación para saciar el hambre de tantos hombres y mujeres que necesitan de Dios. Y Cristo los tomó de alguien que ha permanecido anónimo a los ojos de la gente, pero no a los de Dios. Y su fe también fue callada y silenciosa pero a su manera dio un «sí» a Dios entregando lo que poco —o mucho, según se mire— que tenía.
Hay también un grupo de personas, amigos de un paralítico postrado en una camilla que, por amor a él, hacen lo indecible para subirse al tejado de una casa e introducirle en la estancia donde se encuentra Cristo. Su esfuerzo, regado por el valor de la amistad, es parte de una fe callada; convencidos están de que lograrán con ello sanar al amigo con las manos del mismo Dios.
Lo importante es lo que hacemos y por qué lo hacemos. Lo hermoso es el valor que damos a nuestros gestos, cuando más callados y desprendidos, más enraizados en la fe y más sustentados en la entrega generosa, más cerca de Dios están. El único que lee lo oculto de nuestro corazón es Dios y es a Él al que hay que rendir cuentas de nuestra entrega. Así actuó Cristo. Todos sus actos, desde el primer milagro a la última prédica, desde su primer gesto de amor hasta el último muriendo en la Cruz tenían mucho de callado cumplimiento de la voluntad del Padre. Cristo impregnó lo cotidiano de su vida de un amor sencillo pero grande al mismo tiempo. ¿Y yo, doy fecundidad a mi vida cotidiana dispuesto a que los gestos de mi vida estén visibles solo a los ojos de Dios y no al de los hombres? ¿Están mis pequeños gestos cotidianos untados del fruto amoroso de Dios y alejados de todo egoísmo mundano?

¡Señor, te alabo con todo mi ser porque eres la luz que brilla en mi vida y das sentido a todo lo que me ocurre! ¡Aumenta, Señor, mi pequeña fe! ¡Dame, Señor, con la fuerza de tu Espíritu el valor para sobrellevar todas los acontecimientos de mi vida, la valentía para no temer los problemas que se me presenten! ¡Aumenta mi fe, Señor! ¡Ayúdame a seguir tu Palabra con el espíritu que has puesto en mí! ¡Señor, sé que para ti nada es imposible, ayúdame a seguir tu voluntad! ¡Aumenta mi fe para seguir adelante a pesar de los obstáculos, de los problemas, de las circunstancias, de lo que digan los demás y a pesar de mí mismo! ¡Aumenta mi fe para decirte siempre que "Sí", sin temer a nada! ¡Aumenta mi fe para viviendo en el silencio del corazón impregne todos mis actos de bondad y de entrega! ¡Pero sobre todo, Señor, no me sueltes de la mano para que me no desvíe de la senda correcta sino que se haga tu voluntad en mi en cada paso que de! ¡Señor, te suplico desde lo profundo de mi corazón que no permitas que se extinga la hermosa luz de mi fe! ¡Envíame tu Espíritu, Señor, para que con su gracia mi fe crezca cada día!
Here I am Lord; I, the Lord of sea and sky, I have heard My people cry. Hermosa canción para sanar el alma y aumentar nuestra fe.

jueves, 25 de agosto de 2016

¿Por qué la Iglesia es tan cautelosa para reconocer milagros?

Mas de 8000 curaciones reportadas en Lourdes, sólo 69 han sido validadas


El importante papel de los milagros en la fe de la Iglesia es uno de los aspectos de la fe que maravillan (o espantan) a las personas del mundo de hoy, familiarizadas a confiar únicamente en la ciencia o la técnica como los únicos medios para obtener los más difíciles fines.

Un artículo del autor Michael O’Neill divulgado en el informativo estadounidense Our Sunday Visitor explora la doctrina de la Iglesia sobre los milagros y la extraordinaria cautela con la cual se aborda los hechos que, por ejemplo, permiten certificar de forma sobrenatural la santidad de los fieles.

“Nuestra fe entera se fundamenta en la realidad de dos grandes eventos sobrenaturales: la encarnación y la resurrección”, recuerda O’Neill.

“Alrededor de todo el mundo los católicos experimentan un milagro en cada hora de cada día en la misa cuando el pan y el vino se transforman verdaderamente en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo”.

Además de estos grandes milagros, que pueden pasar desapercibidos por cotidianos, existen otros tipos de milagros, algunos de los cuales son sometidos a un estricto examen para ser aprobados como tales por las autoridades eclesiásticas.

Uno de estos tipos de milagros corresponde a las curaciones milagrosas, como las que ocurren en Santuario como el de Nuestra Señora de Lourdes en Francia o los que son certificados en los procesos de beatificación y canonización ante la Congregación para las Causas de los Santos.

Los análisis son tan estrictos en este sentido que de más de 8.000 curaciones reportadas en Lourdes, solo 69 han sido validadas formalmente por la Comisión Médica del Santuario.

Conoce Los 7 criterios científicos de una curación milagrosa

Profundo análisis

Las reglas para certificar un milagro de curación incluyen que la dolencia sea seria, e imposible o muy difícil de curar por métodos humanos y estar en un estado en el cual no podría desaparecer por sí misma.

En el caso analizado no debe haber medicación alguna o demostrarse que la medicación tomada no tiene relación con la cura, que debe ser espontánea, completa y permanente.

Estos criterios son evaluados, en el caso de las causas de beatificación y canonización, por más de 60 doctores de varias especialidades, además de teólogos, obispos y cardenales que determinan las causas espirituales del fenómeno si no puede ser explicado científicamente.

Los milagros incluyen revelaciones particulares -y sus extraordinarios efectos- como la aparición de la Santísima Virgen en el cerro de Tepeyac, México, y la sobrenatural impresión de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe en el burdo ayate del vidente san Juan Diego.


Aun en los más reconocidos acontecimientos, la Iglesia no obliga a los creyentes a creer en estas revelaciones que son complementarias a la Revelación plena en Jesucristo, pero que no son indispensables para la salvación.

La Iglesia emplea la ciencia para descartar causas humanas o fraudes en hechos impactantes como el llanto o el sangrado de imágenes religiosas como el de la Madonna de Siracusa, Italia, cuyo llanto fue certificado por el papa Pío XII, o el de la imagen de Nuestra Señora de Akita en Japón en 1973.


Otros impresionantes fenómenos incluyen los estigmas o heridas de la Pasión de Cristo, cuyo caso más famoso es el del monje capuchino san Pío de Pietrelcina, quien se sometió a exámenes médicos para comprobar su autenticidad.

Los documentos de la Iglesia sobre el análisis de los milagros incluyen De Servorum Dei Beatificatione et de Beatorum Canonizatione, de 1840, el cual incluye el documento De Cadaverum Incorruptione sobre los cadáveres incorruptos, la Normae Congregationis de Modo Procedendi in Diudicandis Praesumptis Apparitionibus ac Revelationibus sobre apariciones y revelaciones privadas.

lunes, 1 de agosto de 2016

El incendio más mortífero en la historia de EE.UU. no podía competir con María

La inspiradora historia de la única aparición oficial mariana en los Estados Unidos.

El 8 de octubre de 1871, en un lugar llamado Peshtigo, Wisconsin, o en sus proximidades, varios hombres iniciaban pequeños fuegos en el bosque. Era práctica común de la época para abrir claros en la tierra y así extender el ferrocarril o ampliar la tierra cultivable. Pero ese día sucedió algo inesperado.

Un frente frío se desplazó hasta la zona creando vientos de fuerza cercana a la de un huracán. Los vientos avivaron las llamas y la resultante Tormenta de Fuego de Peshtigo mantiene hoy día el lamentable honor de ser la “tormenta de fuego más mortífera” de toda la historia de Estados Unidos.

Se calcula que cerca de 2.500 personas perecieron en el furioso infierno de 2.000 grados: hasta hoy, ningún fuego ha logrado causar tantas muertes en Estados Unidos.

Pero hay una increíble historia paralela a la de esta tormenta. Milagrosamente, un pequeño grupo de personas no sufrió daño alguno, y eso que estaban en medio del fuego. Se encontraban junto a Adele Brise.

Adele Brise tenía 24 años cuando llegó desde Bélgica a Wisconsin con sus padres en 1855. Devota católica, Adele sentía gran devoción por la Santísima Madre y rezaba diariamente.

El domingo 2 de octubre de 1859, Adele caminaba hacia casa a través del bosque cuando vio a una mujer vestida de blanco, de pie entre una cicuta y un arce.

La mujer estaba revestida de una brillante luz y tenía una banda amarilla en su cintura. Sobre su pelo largo y rubio lucía una corona de estrellas.

Adele, invadida por el miedo, empezó a rezar y la visión desapareció. Habló sobre ella a su madre y su madre y ellos le dijeron que quizás era un alma que necesitaba oraciones.

Al siguiente domingo, Adele iba de camino a misa con su hermana y otra mujer cuando vio por segunda vez a la aparición. Pero su hermana y su amiga, que caminaban un poco por delante de ella, no vieron nada.

De vuelta de misa, la Señora se apareció a Adele por tercera vez. Adele, que había confiado al párroco el misterio de esta dama, siguió el consejo del cura. Le preguntó a la Señora: “En el Nombre de Dios, ¿quién eres y qué deseas de mí?”.

La Señora respondió: “Yo soy la Reina del Cielo, que reza por la conversión de los pecadores, y yo deseo que tú hagas lo mismo. Has recibido la Sagrada Comunión esta mañana, y eso es bueno. Pero debes hacer más. Haz una confesión general, y ofrece la comunión por la conversión de los pecadores (…). Reúne a los niños en este país salvaje y enséñales lo que deben saber para la salvación”.

Adele tenía miedo. Conocía poco de su propia fe. Le preguntó cómo debía obrar con tan poco conocimiento.

La Santa Virgen contestó: “Enséñales el catecismo, cómo hacer el signo de la Cruz, y cómo acercarse a los sacramentos, es lo que quiero que hagas. Ve y no temas. Yo te ayudaré”.

Adele aceptó desde su corazón las palabras de la Santa Virgen. Así empezó un nuevo ministerio, para toda la vida, en la enseñanza de la fe católica a los niños, viajando a pie de casa en casa para instruir a los niños en sus hogares.

El padre de Adele, Lambert Brise, construyó una pequeña estructura de madera en el lugar de la aparición y, varios años más tarde, después de que Isabella Doyen donara cinco acres a los alrededores del lugar, Adele abrió una pequeña escuela.

Además, se construyó una iglesia de madera, más grande, en nombre de Nuestra Señora del Buen Socorro.

Adele y otras mujeres formaron un capítulo de la Tercera Orden Franciscana. Aunque Adele nunca pronunció los votos de religiosa, se le conocía como hermana.

Mientras tanto, se faenaba en los magníficos bosques de Wisconsin para conseguir madera. Pilas de serrín y ramas secas se amontonaban como deshecho sin consideración alguna por la limpieza o la conservación del lugar.

Y entonces llegó la noche del 8 de octubre de 1871. El fuego de Peshtigo estalló con rapidez y empezó a devorar la zona por completo con sus llamas virulentas y su intenso calor. La tormenta ígnea tomó dirección a Nuestra Señora del Buen Socorro.

Las personas cercanas a la capilla también se dirigían allí. Nunca hubo un recuento preciso de la cantidad de personas reunidas, algunas de las cuales fueron con su ganado incluso.

La hermana Adele los organizó y juntos rezaron el rosario. Procesionaron fuera de la capilla, sosteniendo en alto una estatua de María y suplicando su protección.

El fuego seguía acercándose y las personas se trasladaron al interior de la capilla, sin dejar de rezar.

Pronto, el fuego se desató alrededor de todo el complejo y las llamas incluso se inclinaban sobre él. Pero el fuego nunca tocó la capilla de Nuestra Señora del Buen Socorro ni a las personas que estaban allí.

Más de un millón de acres quedaron arrasados por la Tormenta ígnea de Peshtigo. La devastación llegaba tan lejos como alcanzaba la vista.

Sin embargo, en medio de todo aquello, la capilla de Nuestra Señora del Buen Socorro y la propiedad vallada a su alrededor estaban intactas. La propiedad se había salvado y nadie había resultado herido, ni siquiera los animales.

Los cinco acres despuntaban en mitad de aquel paisaje carbonizado como un oasis en el desierto. Las personas que fueron testigos de esta increíble visión supieron que aquella noche había obrado la Mano de Dios.

Los fieles no tenían duda de que la Santa Virgen, Nuestra Señora del Buen Socorro, se quedó allí con ellos delante de la capilla protegiendo a sus hijos de aquel infierno abrasador.

La historia de la hermana Adele y Nuestra Señora del Buen Socorro es muy conocida dentro de la cultura local y entre los fieles, pero muchos la consideraron una “leyenda urbana”. La razón: que nunca se produjo una “evaluación eclesiástica oficial”.

Luego, en 2009, la diócesis de Green Bay inició una investigación formal. El 8 de diciembre de 2010, en la fiesta de la Inmaculada Concepción, se ofreció una misa especial en el lugar por mano del obispo David Ricken.

En la misa, el obispo declaró que las apariciones marianas que vio Adele Brise eran “dignas de fe”.

El lugar de las apariciones de Nuestra Señora del Buen Socorro es sólo uno de los 15 lugares reconocidos en todo el mundo. El único en Estados Unidos.

Desde su reconocimiento eclesiástico y aprobación, el santuario de Nuestra Señora del Buen Socorro crece rápidamente como destino de peregrinaje mundial. Algo hermoso, sin duda.

viernes, 22 de julio de 2016

¿Existen los milagros hoy?

Increíbles testimonios de personas que han oído la voz de María, ¿te lo crees?



En la película Tierra de María se narran historias de personas que han experimentado de una u otra forma la presencia de María, la Madre de Dios. Y eso ha marcado y cambiado sus vidas.

Experiencias de personas que no ganaron nada contándolo y sí ganaron todo viviéndolo.

Cambiaron de vida y comenzaron a salir de su frivolidad para amar y contribuir al bien de otros.

El director de la película, Juan Manuel Cotelo, confiesa que antes no creía esas historias y considerándolas fruto de la mente de las personas que decían vivirlas, juzgaba la acción de Dios. ¿Tú crees que hoy existen los milagros?

lunes, 27 de junio de 2016

La escalera que san José construyó en Nuevo México

La capilla de Loreto, en Santa Fe, Nuevo México, es el hogar de una obra de carpintería excepcional


La escalera de la Capilla de Loreto, en Santa Fe, Nueva México, es conocida por tres misterios: nadie sabe quién la construyó, nadie entiende cómo se mantiene la estructura sin un soporte central, y nadie ha podido dar con el origen de la madera.

Aunque se sabe que es madera de abeto, no se ha podido determinar de qué subespecie se trata, ni cómo llegó la madera a la capilla.

En 1852, por orden del obispo de Santa Fe, Jean Baptiste Lamy, se construyó la Capilla de Nuestra Señora de la Luz (inspirada en la Sainte-Chapelle de París), que estaría al cuidado de las Hermanas de Loreto, quienes llegaron al lugar desde Kentucky para fundar allí una escuela para niñas.
Cuando la capilla estuvo lista, los constructores se consiguieron con un problema inesperado: no pudieron poner una escalera que llevase desde la nave principal hasta arriba, al segundo piso, donde se ubicaba el coro. Se trataba de un error de diseño del arquitecto del edificio, Antonio Mouly, que murió antes de poder solucionar.


Cuando las monjas intentaron construir una, los constructores les dijeron que sería imposible, y que una escalera normal tomaría demasiado espacio, por lo que se les recomendó, más bien, derribar el coro.
Fue entonces cuando las monjas decidieron rezar una novena a San José, patrono de los carpinteros, pidiéndole  una solución.
Al terminar la novena, según testimonios que han pasado de generación en generación desde mediados del siglo XIX, se apareció un hombre a la puerta de la capilla, afirmando que él podría construir la escalera, bajo una condición: que se le concediese total privacidad.

Así, el extraño se encerró en la capilla durante tres meses, con una sierra, una escuadra y otras pocas herramientas, y desapareció apenas la obra estuvo terminada, sin siquiera haber recibido el pago por sus servicios. La escalera, de seis metros de alta, da dos vueltas completas hasta llegar al coro. Fue construida sin ningún tipo de clavos ni cola, y carece de cualquier soporte central.

Por ello, se dice que la construcción es “imposible”, y que debería haber colapsado en el momento en el que alguien la utilizase por primera vez, aunque se supone que la espiral central de la escalera es lo bastante estrecha para servir, ella misma, como apoyo central.



En todo caso, la escalera original no estaba sujeta a ninguna pared o puntal, hasta que en 1887, diez años más tarde, se añadió la barandilla (que tampoco tenía) y la espiral exterior se sujetó a un pilar cercano.

La historia asegura que nunca se ha resuelto de forma satisfactoria el misterio de la identidad del carpintero.

Ni siquiera existen registros que ayuden a descifrar de dónde sacó la madera, pues no hay ningún reporte de entrega de material. Nadie vio tampoco, durante esos meses, a ninguna persona entrar o salir de la capilla durante el tiempo de la construcción.

Como el carpintero se marchó antes de que la Madre Superiora pudiera pagarle, las Hermanas de Loreto ofrecieron una recompensa a quien pudiera dar a conocer su identidad, pero nadie la reclamó nunca. Así, se suele atribuir la autoría de esta obra a un milagro del propio san José

miércoles, 8 de junio de 2016

Un día con el Padre Pío

Misa, confesiones, comida,... descubre el día a día del santo estigmatizado





Acompañado por sus hermanos capuchinos, el Padre Pío vivía jornadas muy largas, como muestra este vídeo datado en los años 1950.

El santo trabajaba hasta 19 horas diarias en su iglesia. En total se estima que unos 20 millones de fieles asistieron a sus misas, y unos 5 millones se confesaron con él.

El 22 de septiembre de 1968, el capuchino celebró la misa solemne del cincuentenario de sus estigmas, sobre los que se expresó así: “Cincuenta años de vida religiosa, cincuenta años clavado en la cruz, cincuenta años de fuego que devora para ti, Señor, para los seres que tú has redimido”.

La misma tarde, recibió la unción de enfermos y se fue unas horas más tarde, a las 2,30h de la madrugada el 23 de septiembre de 1968.