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miércoles, 7 de diciembre de 2016

El Señor quiere obrar cada día de mi vida un milagro

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Hay días que las jornadas resultan agotadoras. No solo por el esfuerzo físico sino por el esfuerzo intelectual, emocional, por las dificultades de todo tipo que hay que vencer... No encontramos tiempo para nosotros mismos y nuestro lamento es descorazonador. Nos gustaría encontrar más espacio para disfrutar de lo nuestro pero las obligaciones nos superan.

Leyendo los Evangelios encontramos también como las jornadas del Señor eran extenuantes. Es difícil imaginarse la cantidad de personas que, al concluir el día, habría tenido que tratar, todos buscando algo de Él. Unos para escuchar simplemente sus enseñanzas, otros para aplacar sus miedos, otros para sanar las heridas de su corazón o tratar de curar sus enfermedades. Imagino la tensión también de los apóstoles tratando de poner orden entre tanto gentío. Y su imperiosa necesidad de alejarse de tanto barullo y poder disfrutar de la intimidad con el Señor, que tanta paz debía infundir en sus rudos corazones. Pero son muchas las ocasiones que Cristo les descoloca con sus respuestas. Como el día que se encuentran con aquellos niños o la extraordinaria jornada de la multiplicación de los panes y los peces.
El Evangelio es una escuela de vida. Un Cristo siempre al servicio de los demás; unos apóstoles cumplidores, prudentes, acomodaticios, tantas veces incrédulos, incapaces de comprender lo que estaba transformando sus vidas. En definitiva, siguiendo los patrones mundanos más que la sabiduría divina. Así es tantas veces nuestra vida -mi vida-, buscando la seguridad de lo terreno sin comprender que, tal vez lo que Dios tiene preparado para mi, es radicalmente opuesto al plan que yo me había hecho de mi vida. ¿Y entonces? Entonces... Entonces comprendo que Dios escribe con renglones torcidos y que cada minuto de mi vida me está invitando a seguirle para que deje de lado esa comodidad mediocre que atenaza mi vida, para que me aleje de ese vivir sin exigencias cumpliendo lo mínimo... El Señor quiere obrar cada día de mi vida un milagro tan extraordinario como el de la multiplicación de los panes y los peces. Un milagro para el que tan solo necesitó tres panes y cinco peces. Y con sólo estos pocos bienes sació a miles de personas. El gran milagro radica en que no solo los nutrió físicamente sino que los sació espiritualmente para conmoción de unos apóstoles cansados que hubieran preferido retirarse a descansar con el Maestro.
Contemplo ahora mi vida. Observo cual es mi comportamiento cotidiano, y me pregunto  si mi búsqueda de lo fácil, lo cómodo, lo superficial me alejan de Dios. Me pregunto también si mis intereses egoístas tratan de aminorar la acción de Dios en mi vida. Me cuestiono si las excusas que pongo porque estoy cansado no convierten mi fe en un trozo de esos panes sobrantes que con el paso de los días se van endureciendo y solo sirven para hacer pan rallado. Si es así es que soy alguien incapaz de acoger en mi corazón los dones que Dios me ofrece cada día.

¡Señor, quiero ser autentico como el oro y brillante como las esmeraldas! ¡Quiero que ese brillo natural nazca porque tu vives en mi, Señor! ¡Te pido, Señor, que me ayudes a brillar en mi vida con el brillo de la autenticidad de ser hijo de Dios! ¡Te pido, Espíritu Santo, que fluyas en mi interior para que limpies todo lo malo que haya en mi y transformes por completo mi ser! ¡Ayúdame, Espíritu Santo, a ser siempre auténtico y verdadero tal y como me ha creado Dios! ¡Ayúdame a escoger siempre la vida que Dios ha diseñado para mí y no la que mi pequeño ser trata de organizar a espaldas de Él! ¡Ayúdame a conocerme más y mejor para en la profundidad de mi corazón aceptarme como soy y tratar de mejorar cada día! ¡Dame, Espíritu Santo, la capacidad para construir y edificar en mi interior bases sólidas para alcanzar la santidad! ¡Dame, Espíritu Santo, la fortaleza, serenidad y paciencia para avanzar cada día! ¡Dame, Espíritu de Dios, la inteligencia, la sabiduría y la creatividad para caminar por la senda del bien, del agradecimiento y de la esperanza para descubrirme a mi mismo y dar alegría al Señor! ¡Ayúdame, Espíritu divino, a aceptar siempre la voluntad de Dios en mi vida!
O Salutaris Hostia es una preciosa antífona de Adviento que nos recuerda: «Oh, ofrenda salvadora que abres la puerta del cielo: nos asedian enemigos peligrosos, danos fuerza y préstanos auxilio». La disfrutamos hoy en nuestro camino hacia el encuentro de Jesús en Belén:

lunes, 24 de octubre de 2016

En una antigua basílica de Roma está la huella de una hostia milagrosa

El milagro eucarístico tuvo lugar en el año 595 durante una misa celebrada por el Papa Gregorio Magno


La huella de una hostia milagrosa quedó impresa en un escalón de una iglesia de Roma. Estamos en el año 595 y la huella de este evento sigue visible en la basílica de Santa Pudenciana, una de las más antiguas iglesias de la ciudad, que se remonta a la época romana.
La hija del senador
Según la mayor parte de los historiadores, el senador romano Pudente hospedó al apóstol Pedro en su casa, que se encontraba precisamente donde la iglesia tiene sus cimientos.
El nombre de la iglesia deriva del nombre de la hija del senador. Pudenciana y su hermana Práxedes, aunque no fueron martirizadas, se volvieron célebres porque limpiaron la sangre de los mártires tras su ejecución.
El anatema del Papa
La iglesia es célebre porque “aloja” el testimonio de un evento extraordinario.
En realidad la reliquia del milagro eucarístico de santa Pudenciana se conserva en Andechs, Alemania, en el monasterio benedictino. Pero el hecho se verificó en Roma en 595 durante una celebración eucarística presidida por el papa San Gregorio Magno.
En el momento de recibir la comunión, una noble mujer romana comenzó a reír porque dudaba de la veracidad de la presencia real de Cristo en el pan y el vino consagrados. El papa, entonces, perturbado por su incredulidad, decidió no darle la comunión y en seguida las especies del pan mutaron en carne y sangre.
En la Capilla Caetani
Todavía hoy es posible ver la huella milagrosa dejada por la Hostia que cayó en el escalón del altar de la Capilla Caetani.
Entre las obras más importantes en que se menciona este milagro eucarístico, está la Vita Beati Gregorii Papae escrita por el diácono Pablo en 787.


viernes, 14 de octubre de 2016

13 de octubre: 99 años del Milagro del Sol realizado en Fátima

Nuestra Señora había anunciado: “En octubre haré el milagro para que todos crean”


Nuestra Señora se apareció resplandeciente a los pastorcitos de Fátima por primera vez el 13 de mayo de 1917.

Las apariciones continuaron los meses sucesivos, siempre el día 13, hasta el mes de octubre del mismo año.

Lucía, Francisco y Jacinta era los tres pastorcitos que estaban jugando en un lugar llamado Cova da Iria, en Portugal. De repente, vieron dos destellos como de relámpagos y enseguida vieron, sobre la copa de un árbol llamado encina, a una señora de belleza incomparable.

Era una “señora vestida de blanco, más brillante que el sol, irradiando luz más clara e intensa que una copa de cristal llena de agua cristalina, atravesada por rayos del sol más ardiente”.

Su rostro, indescriptiblemente bello, no era ni alegre ni triste, sino seria, con un aire de suave alerta. Las manos juntas, como rezando, apoyadas sobre el pecho, y orientadas hacia arriba. De su mano derecha pendía un rosario.

Los vestidos parecían hechos solamente de luz. La túnica y el manto eran blancos con bordes dorados, que cubría la cabeza de la Virgen María y le bajaba a los pies.

Lucía jamás logró describir perfectamente los trazos de esa fisionomía tan brillante. Con voz maternal y suave, Nuestra Señora tranquilizó a los tres niños, diciendo:

“No tengan miedo. Yo no les haré mal. He venido para pedir que vengan aquí seis meses seguidos, siempre el día 13, a esta misma hora. Después les diré quién soy y qué quiero. A continuación, volveré aquí una séptima vez”.

Al pronunciar estas palabras, Nuestra Señora abrió las manos, y de ellas salió una intensa luz. Los pastorcitos sintieron un impulso que los hizo caer de rodillas y rezaron en silencio la oración que el ángel les había enseñado:

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoro profundamente y te ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la tierra, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su santísimo Corazón y del Corazón Inmaculado de María, te pido la conversión de los pobres pecadores”.

Pasados unos instantes, Nuestra Señora añadió:

“Recen el Rosario todos los días, para que alcancen la paz para el mundo y el fin de la guerra”.



En la aparición del día 13 de septiembre, Nuestra Señora anunció a los tres pastorcitos de Fátima:

“En octubre haré el milagro, para que todos crean”.

Pues bien. El 13 de octubre de 1917, 70.000 personas, incluyendo periodistas, fueron testigos del milagro que había sido anunciado por los tres niños a quien Nuestra Señora se había aparecido.

Al mediodía, tras una fuerte lluvia que paró de repente, las nubes se abrieron frente a los ojos de todos y el sol apareció en el cielo como un disco luminoso opaco, que giraba en espiral y emitía luces coloridas.

El fenómeno duró alrededor de 10 minutos y está en la lista oficial de milagros reconocidos por el Vaticano.

Los escépticos intentan atribuir el evento al fenómeno atmosférico del parhelio, pero sin presentar pruebas y sin explicar cómo fue que los niños lo “previeron”.


El “Milagro del Sol”, como fue conocido ese impresionante evento sobrenatural testimoniado por 70.000 personas, transformó lo que era una mera “revelación privada” en un auténtico llamamiento de Cristo a su Iglesia.

No sólo el contenido del mensaje de Fátima se refería a la Iglesia del mundo entero sino que su propia evidencia se dio públicamente, de manera extraordinaria: el día 13 de octubre de 1917, “el sol bailó” frente a más de 70.000 hombres y mujeres, pobres y ricos, sabios e ignorantes, creyentes y no creyentes.

Conforme el testimonio de José María de Almeida Garrett, eminente profesor de ciencias de Coimbra, lo que sucedió ese día fue que el sol “giró sobre sí mismo en una loca voltereta (…) Hubo también cambios de color en la atmósfera (…) El sol, al girar locamente, parecía de repente que se soltaba del firmamento y, rojo como la sangre, avanzaba amenazadoramente sobre la tierra como si fuera a aplastarnos con su peso enorme y abrasador (…) Tengo que declarar que nunca, ni antes ni después del 13 de octubre, observé semejante fenómeno solar o atmosférico”.

El significado

Para el pueblo más sencillo, el milagro se resume en pocas palabras. Simplemente, “el sol bailó”.

Más que describir físicamente el fenómeno, lo que interesaba a la mayoría de las personas era lo que no se podía ver, pero que quedaba patente por aquella portentosa obra que ellos tenían frente a sus ojos: Nuestra Señora verdaderamente se apareció a tres humildes pastorcitos en Fátima.

A Lucía, Jacinta y Francisco, de hecho, fue dada una amplia visión de la realidad: la Virgen María, “al abrir sus manos, las reflejó en el sol”. Y mientras se elevaba, seguía el reflejo de su propia luz proyectándose en el sol (…). Una vez desaparecida, Nuestra Señora, en la inmensa distancia del firmamento, vimos, al lado del sol, a san José con el Niño y a Nuestra Señora vestida de blanco, con un manto azul”, declararon.

En la última aparición de la Virgen de Fátima, por lo tanto, brilla frente a los videntes la imagen de la Sagrada Familia de Nazaret.

Ese hecho puede indicar que “la confrontación final entre el Señor y el reino de Satanás se relacionará directamente con la familia y el matrimonio”.

Cuando el camino ordinario de santificación de la humanidad, que es el matrimonio, se encuentra obstruido por la producción desenfrenada de pornografíaa y por la popularización de los “pecados de la carne” (que, según la respuesta de la propia Virgen María a la pequeña Jacinta, constituyen la clase de pecados que más ofende a Dios), el resultado sólo puede ser una pérdida incalculable de almas (realidad a la que la Madre de Dios ya había aludido, cuando dio a los niños la visión del infierno).

Aquel 13 de octubre, la Santísima Virgen tenía un pedido especial, que quedaría grabado en el corazón de los pastorcitos.

“No ofendan más a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido”.

A los observadores mundanos, ese recado podría parecer “arcaico” o “poco realista”: ¿un “espíritu” que viene de los cielos para hablar de “pecado”? ¿En qué siglo la autora de esas apariciones piensa que estamos?

Pues bien, es justamente en el siglo XX que Nuestra Señora aparece, y es el mismo mensaje de dos mil años atrás que ella carga consigo: “Haced lo que él os diga” (Jn 2,5).

Los tiempos cambian, sí, pero el ser humano sigue siendo el mismo. Y los peligros que rondaban a la humanidad en la época de Cristo no cambiaron. Para ser católico y seguir a Jesús, nada más elemental que el llamamiento de Fátima: “No ofendan más a Dios Nuestro Señor”.

El Milagro del Sol no sólo confirmó las apariciones de María en Fátima: también tiene como objetivo realizar un milagro mucho mayor y más extraordinario que cualquier otro: la salvación de las almas, la conversión de los pecadores; “para que todos crean” en Jesús y, al creer, tengan vida eterna.

martes, 9 de agosto de 2016

Súplica por un milagro

Ayer me resultaba complicado encontrarme en paz con el Señor. Numerosos problemas que parecían no tener solución. Situaciones importantes que, de no resolverse de manera rápida, podían encadenar un sinfín de problemas colaterales. Hay días que el peso de la cruz se hace difícil de llevar y el camino que lleva al Calvario es agreste, tortuoso y parece interminable. Cuando uno se encuentra en una situación complicada le embarga la pesadumbre. Por un lado, encomendaba para que ese problema se solventara. Por otro, mi corazón se cerraba por completo a la paz del espíritu. Sin embargo, algo interno —fruto de la fuerza embriagadora de la gracia que derrama el Espíritu Santo— dirigía mis pasos hacia un templo cercano. Me pongo de rodillas y le suplico que haga el milagro.
La misericordia de Dios siempre vence. Dios es siempre el vencedor de cualquier partida. Aunque sea de penalti y en el último minuto. Además, ostenta el récord de imbatibilidad en la historia de la humanidad. La dificultad, los problemas, la no resolución de los mismos me llevó ayer a un encuentro más íntimo con el Señor. Y aquí estaba el milagro: el problema no se solucionó, pero mi corazón tuvo paz. Él sabe por qué y cómo hace las cosas. Abandonado en mi pequeñez, consciente de mi debilidad, una enseñanza muy hermosa: Dios vence con su amor, su misericordia y su consuelo. Amo a Dios y ese amor profundo me hace siempre salir adelante. Aunque lo que haya delante sea un precipicio de una altura… que da vértigo.

¡Señor, en este día te pido que me ayudes a ponerme en tu presencia y abrir mi pobre corazón, que me enseñes a hablarte desde la sencillez y la pequeñez de mi vida, que me ayudes a hacer oración, una oración confiada, entregada, llena de esperanza! ¡No quiero pedirte nada Señor, sólo quiero estar cerca de ti, sentirte cerca, sentir que me amas, sentir que abres tus brazos para acogerme! ¡Te pido la humildad para que me hagas ver con claridad todas aquellas cosas que me alejan de ti cada día: mis pecados, mis faltas, mi orgullo, por mi soberbia, mi incapacidad de amar, por mi egoísmo, mi carácter, mi falta de confianza…! ¡Señor, necesito que me muestres tu misericordia, tu compasión por este pequeño hombre que tanto te necesita! ¡Señor necesito que me hagas ver el camino que debo seguir cada día y las cosas positivas y negativas que me suceden ayúdame a aceptarlas cada día con mucho amor y mucha confianza! ¡Envíame al Espíritu Santo para que mi oración desde el corazón esté siempre iluminada por Él y sea siempre perseverante en las tribulaciones y las alegrías porque esta es la mejor manera conocerte de manera auténtica!

Tu gracia me sostiene, cantamos hoy acompañando esta meditación:

lunes, 1 de agosto de 2016

El incendio más mortífero en la historia de EE.UU. no podía competir con María

La inspiradora historia de la única aparición oficial mariana en los Estados Unidos.

El 8 de octubre de 1871, en un lugar llamado Peshtigo, Wisconsin, o en sus proximidades, varios hombres iniciaban pequeños fuegos en el bosque. Era práctica común de la época para abrir claros en la tierra y así extender el ferrocarril o ampliar la tierra cultivable. Pero ese día sucedió algo inesperado.

Un frente frío se desplazó hasta la zona creando vientos de fuerza cercana a la de un huracán. Los vientos avivaron las llamas y la resultante Tormenta de Fuego de Peshtigo mantiene hoy día el lamentable honor de ser la “tormenta de fuego más mortífera” de toda la historia de Estados Unidos.

Se calcula que cerca de 2.500 personas perecieron en el furioso infierno de 2.000 grados: hasta hoy, ningún fuego ha logrado causar tantas muertes en Estados Unidos.

Pero hay una increíble historia paralela a la de esta tormenta. Milagrosamente, un pequeño grupo de personas no sufrió daño alguno, y eso que estaban en medio del fuego. Se encontraban junto a Adele Brise.

Adele Brise tenía 24 años cuando llegó desde Bélgica a Wisconsin con sus padres en 1855. Devota católica, Adele sentía gran devoción por la Santísima Madre y rezaba diariamente.

El domingo 2 de octubre de 1859, Adele caminaba hacia casa a través del bosque cuando vio a una mujer vestida de blanco, de pie entre una cicuta y un arce.

La mujer estaba revestida de una brillante luz y tenía una banda amarilla en su cintura. Sobre su pelo largo y rubio lucía una corona de estrellas.

Adele, invadida por el miedo, empezó a rezar y la visión desapareció. Habló sobre ella a su madre y su madre y ellos le dijeron que quizás era un alma que necesitaba oraciones.

Al siguiente domingo, Adele iba de camino a misa con su hermana y otra mujer cuando vio por segunda vez a la aparición. Pero su hermana y su amiga, que caminaban un poco por delante de ella, no vieron nada.

De vuelta de misa, la Señora se apareció a Adele por tercera vez. Adele, que había confiado al párroco el misterio de esta dama, siguió el consejo del cura. Le preguntó a la Señora: “En el Nombre de Dios, ¿quién eres y qué deseas de mí?”.

La Señora respondió: “Yo soy la Reina del Cielo, que reza por la conversión de los pecadores, y yo deseo que tú hagas lo mismo. Has recibido la Sagrada Comunión esta mañana, y eso es bueno. Pero debes hacer más. Haz una confesión general, y ofrece la comunión por la conversión de los pecadores (…). Reúne a los niños en este país salvaje y enséñales lo que deben saber para la salvación”.

Adele tenía miedo. Conocía poco de su propia fe. Le preguntó cómo debía obrar con tan poco conocimiento.

La Santa Virgen contestó: “Enséñales el catecismo, cómo hacer el signo de la Cruz, y cómo acercarse a los sacramentos, es lo que quiero que hagas. Ve y no temas. Yo te ayudaré”.

Adele aceptó desde su corazón las palabras de la Santa Virgen. Así empezó un nuevo ministerio, para toda la vida, en la enseñanza de la fe católica a los niños, viajando a pie de casa en casa para instruir a los niños en sus hogares.

El padre de Adele, Lambert Brise, construyó una pequeña estructura de madera en el lugar de la aparición y, varios años más tarde, después de que Isabella Doyen donara cinco acres a los alrededores del lugar, Adele abrió una pequeña escuela.

Además, se construyó una iglesia de madera, más grande, en nombre de Nuestra Señora del Buen Socorro.

Adele y otras mujeres formaron un capítulo de la Tercera Orden Franciscana. Aunque Adele nunca pronunció los votos de religiosa, se le conocía como hermana.

Mientras tanto, se faenaba en los magníficos bosques de Wisconsin para conseguir madera. Pilas de serrín y ramas secas se amontonaban como deshecho sin consideración alguna por la limpieza o la conservación del lugar.

Y entonces llegó la noche del 8 de octubre de 1871. El fuego de Peshtigo estalló con rapidez y empezó a devorar la zona por completo con sus llamas virulentas y su intenso calor. La tormenta ígnea tomó dirección a Nuestra Señora del Buen Socorro.

Las personas cercanas a la capilla también se dirigían allí. Nunca hubo un recuento preciso de la cantidad de personas reunidas, algunas de las cuales fueron con su ganado incluso.

La hermana Adele los organizó y juntos rezaron el rosario. Procesionaron fuera de la capilla, sosteniendo en alto una estatua de María y suplicando su protección.

El fuego seguía acercándose y las personas se trasladaron al interior de la capilla, sin dejar de rezar.

Pronto, el fuego se desató alrededor de todo el complejo y las llamas incluso se inclinaban sobre él. Pero el fuego nunca tocó la capilla de Nuestra Señora del Buen Socorro ni a las personas que estaban allí.

Más de un millón de acres quedaron arrasados por la Tormenta ígnea de Peshtigo. La devastación llegaba tan lejos como alcanzaba la vista.

Sin embargo, en medio de todo aquello, la capilla de Nuestra Señora del Buen Socorro y la propiedad vallada a su alrededor estaban intactas. La propiedad se había salvado y nadie había resultado herido, ni siquiera los animales.

Los cinco acres despuntaban en mitad de aquel paisaje carbonizado como un oasis en el desierto. Las personas que fueron testigos de esta increíble visión supieron que aquella noche había obrado la Mano de Dios.

Los fieles no tenían duda de que la Santa Virgen, Nuestra Señora del Buen Socorro, se quedó allí con ellos delante de la capilla protegiendo a sus hijos de aquel infierno abrasador.

La historia de la hermana Adele y Nuestra Señora del Buen Socorro es muy conocida dentro de la cultura local y entre los fieles, pero muchos la consideraron una “leyenda urbana”. La razón: que nunca se produjo una “evaluación eclesiástica oficial”.

Luego, en 2009, la diócesis de Green Bay inició una investigación formal. El 8 de diciembre de 2010, en la fiesta de la Inmaculada Concepción, se ofreció una misa especial en el lugar por mano del obispo David Ricken.

En la misa, el obispo declaró que las apariciones marianas que vio Adele Brise eran “dignas de fe”.

El lugar de las apariciones de Nuestra Señora del Buen Socorro es sólo uno de los 15 lugares reconocidos en todo el mundo. El único en Estados Unidos.

Desde su reconocimiento eclesiástico y aprobación, el santuario de Nuestra Señora del Buen Socorro crece rápidamente como destino de peregrinaje mundial. Algo hermoso, sin duda.

lunes, 27 de junio de 2016

La escalera que san José construyó en Nuevo México

La capilla de Loreto, en Santa Fe, Nuevo México, es el hogar de una obra de carpintería excepcional


La escalera de la Capilla de Loreto, en Santa Fe, Nueva México, es conocida por tres misterios: nadie sabe quién la construyó, nadie entiende cómo se mantiene la estructura sin un soporte central, y nadie ha podido dar con el origen de la madera.

Aunque se sabe que es madera de abeto, no se ha podido determinar de qué subespecie se trata, ni cómo llegó la madera a la capilla.

En 1852, por orden del obispo de Santa Fe, Jean Baptiste Lamy, se construyó la Capilla de Nuestra Señora de la Luz (inspirada en la Sainte-Chapelle de París), que estaría al cuidado de las Hermanas de Loreto, quienes llegaron al lugar desde Kentucky para fundar allí una escuela para niñas.
Cuando la capilla estuvo lista, los constructores se consiguieron con un problema inesperado: no pudieron poner una escalera que llevase desde la nave principal hasta arriba, al segundo piso, donde se ubicaba el coro. Se trataba de un error de diseño del arquitecto del edificio, Antonio Mouly, que murió antes de poder solucionar.


Cuando las monjas intentaron construir una, los constructores les dijeron que sería imposible, y que una escalera normal tomaría demasiado espacio, por lo que se les recomendó, más bien, derribar el coro.
Fue entonces cuando las monjas decidieron rezar una novena a San José, patrono de los carpinteros, pidiéndole  una solución.
Al terminar la novena, según testimonios que han pasado de generación en generación desde mediados del siglo XIX, se apareció un hombre a la puerta de la capilla, afirmando que él podría construir la escalera, bajo una condición: que se le concediese total privacidad.

Así, el extraño se encerró en la capilla durante tres meses, con una sierra, una escuadra y otras pocas herramientas, y desapareció apenas la obra estuvo terminada, sin siquiera haber recibido el pago por sus servicios. La escalera, de seis metros de alta, da dos vueltas completas hasta llegar al coro. Fue construida sin ningún tipo de clavos ni cola, y carece de cualquier soporte central.

Por ello, se dice que la construcción es “imposible”, y que debería haber colapsado en el momento en el que alguien la utilizase por primera vez, aunque se supone que la espiral central de la escalera es lo bastante estrecha para servir, ella misma, como apoyo central.



En todo caso, la escalera original no estaba sujeta a ninguna pared o puntal, hasta que en 1887, diez años más tarde, se añadió la barandilla (que tampoco tenía) y la espiral exterior se sujetó a un pilar cercano.

La historia asegura que nunca se ha resuelto de forma satisfactoria el misterio de la identidad del carpintero.

Ni siquiera existen registros que ayuden a descifrar de dónde sacó la madera, pues no hay ningún reporte de entrega de material. Nadie vio tampoco, durante esos meses, a ninguna persona entrar o salir de la capilla durante el tiempo de la construcción.

Como el carpintero se marchó antes de que la Madre Superiora pudiera pagarle, las Hermanas de Loreto ofrecieron una recompensa a quien pudiera dar a conocer su identidad, pero nadie la reclamó nunca. Así, se suele atribuir la autoría de esta obra a un milagro del propio san José

miércoles, 8 de junio de 2016

Un día con el Padre Pío

Misa, confesiones, comida,... descubre el día a día del santo estigmatizado





Acompañado por sus hermanos capuchinos, el Padre Pío vivía jornadas muy largas, como muestra este vídeo datado en los años 1950.

El santo trabajaba hasta 19 horas diarias en su iglesia. En total se estima que unos 20 millones de fieles asistieron a sus misas, y unos 5 millones se confesaron con él.

El 22 de septiembre de 1968, el capuchino celebró la misa solemne del cincuentenario de sus estigmas, sobre los que se expresó así: “Cincuenta años de vida religiosa, cincuenta años clavado en la cruz, cincuenta años de fuego que devora para ti, Señor, para los seres que tú has redimido”.

La misma tarde, recibió la unción de enfermos y se fue unas horas más tarde, a las 2,30h de la madrugada el 23 de septiembre de 1968.

viernes, 27 de mayo de 2016

Lourdes: ¿Hacia una 70ª curación milagrosa?

Una niña italiana sorda de nacimiento empieza a oír en una peregrinación al santuario francés


Una niña italiana de seis años, sorda de nacimiento, empezó a oír, inexplicablemente, durante una peregrinación a Lourdes que realizó del 8 al 12 de mayo, junto a su madre, su hermano pequeño, su abuela y otros cientos de peregrinos de las parroquias de la ciudad de Milán.

La noticia llegó diez días más tarde a los medios italianos. A través del teléfono, el santuario de Lourdes declara “ser consciente del entusiasmo de los medios” que provoca este acontecimiento.Pero precisa: “En Lourdes, cada gracia de curación o conversión es recibida con alegría, pero hay que respetar los procedimientos que exigen prudencia y el deber de la discreción”, sobre todo porque es el caso de una niña menor de edad.

Los hechos de la curación

La pequeña, cuyo nombre no ha sido revelado, padecía una sordera profunda en ambos oídos y tenía que usar audífonos.
Pero el pasado 11 de mayo, a las 20:30 horas, se los quitó y le dijo a su madre: “Ya no me hacen falta, escucho bien”, declara Giuseppe Secondi, director de la peregrinación organizada por UNITALSI-Lombardie.

Él se encontraba jugando con la niña y fue testigo directo de la escena: “Tenía que irme porque tenía un compromiso, pero la vi acercarse a su madre y quitarse sus dispositivos. Sin ellos, estaba condenada a la sordera. Entonces su madre le dijo que se los volviera a poner, pero la niña se negó diciendo que podía escuchar bien”.
La chica es natural de la región de Liguria. Nació el 25 de diciembre de 2009, después de sólo 26 semanas de embarazo, con un peso de solamente 800 gramos.

Los médicos lograron salvarla, pero algunos de los medicamentos usados durante sus tres meses de hospitalización, en el Instituto pediátrico Gaslini de Génova, causaron hemorragias cerebrales que dañaron sus canales auditivos.
Los exámenes efectuados posteriormente confirmaron una “pérdida auditiva profunda en ambos oídos”. Sin embargo, gracias a la logopedia, la niña consiguió aprender a leer los labios y a hablar, aunque con dificultad.

La peregrinación de la misericordia

La familia tomó la decisión de ir en peregrinación a Lourdes en el último momento, aprovechando que coincidía con el Año de la Misericordia para “dar las gracias a la Virgen María por haber protegido a nuestra niña, que estuvimos a punto de perder y que al final se salvó, y también para pedir su apoyo y así tener la fuerza de hacer frente, mi hija, yo, todos nosotros, a un estilo de vida tan exigente”, confiesa la madre.

Era su primera estancia en Lourdes y la vivieron “con gran emoción y fervor” ya desde los preparativos, según explican sus allegados.“Cuando escuché a mi hija decir: ‘Oigo bien, ya no necesito mis dispositivos’, mi corazón comenzó a latir muy fuerte… En realidad tenía aspecto de estar oyendo mejor. Los niños no mienten y mi hija no se los habría quitado sin motivo”, continúa la madre.Ese día, la noticia se extendió de inmediato entre los peregrinos. “Lo celebramos y seguimos celebrándolo”, asegura el director de la peregrinación.
Y añade: “No sabría dar un nombre a lo que ha sucedido. Sólo sé que es un acontecimiento hermoso en el que hay que profundizar”.

El sacerdote de Giovanni Frigerio, ayudante de UNITALSI, intenta ponerle palabras: “Yo lo llamo una curación. Otros ya explicarán el cómo y el por qué”.
“Lo que yo sé es que aquí vienen muchísimas personas que sufren, en el cuerpo y en el espíritu, y que regresan revitalizadas, dispuestas a retomar el camino de sus vidas llenas de esperanza y gracia”.

Prudencia y discreción

La madre llevó de inmediato a su hija a la Oficina de Constataciones Médicas de Lourdes.

Los médicos han pedido toda la documentación referente al historial médico y han propuesto nuevos exámenes audiométricos.Según la madre y el responsable de UNITALSI, “efectivamente, se ha confirmado una mejoría auditiva, así como el restablecimiento de los órganos”.Pero todos están de acuerdo en ser prudentes y rigurosos. Tras presentar el expediente, el proceso de verificación acaba de comenzar.
Si el caso es considerado “serio”, el médico convoca un “consejo”, es decir, una reunión para la “discusión de un caso clínico” en la que pueden participar todos los médicos y el personal sanitario presentes en Lourdes, independientemente de sus creencias religiosas.

¿Cómo se autentifica una curación?

Según explica Patrick Theillier, antiguo director de la Oficina de Constataciones Médicas y miembro del Comité Médico Internacional de Lourdes (CMIL), “para que sean reconocidas como milagrosas, las curaciones inexplicables producidas en un contexto de fe deben ser autentificadas –de inmediato e indisociablemente– desde un punto de vista médico (la razón) y un punto de vista espiritual (la fe); puesto que la curación milagrosa es mucho más que una curación médica”.
Aquí, la función de la medicina, continúa, es asegurar la veracidad de la curación: “Tiene que haberse producido objetivamente una transición de una condición patológica demostrada hacia un estado de buena salud evidente”.
“Para que el estudio médico pueda concluir en favor de una curación ‘verdadera, definitiva y sin explicación médica’ hay cuatro condiciones necesarias: certeza del diagnóstico y de la enfermedad, pronóstico estable o fatal, curación extraordinaria y súbita, tratamiento sin relación con la curación”.
Por tanto, la constatación de una curación en un contexto de fe es, claramente, tanto médica como espiritual. La intervención de los hombres de ciencia es un requisito previo, pero una curación “inexplicable” no basta para hablar de un milagro.Por eso, explica y concluye el experto, sólo hay 69 milagros reconocidos en Lourdes, mientras que el consultorio médico ha confirmado más de 3.000 curaciones objetivamente inexplicables.La 69ª curación reconocida como milagrosa por la Comisión médica se remonta a julio de 2013. Había sucedido hacía 24 años, lo que dice mucho de la lentitud y complejidad del proceso y de la prudencia de la Iglesia.

domingo, 22 de mayo de 2016

Milagro eucarístico de Legnica: para médicos, hostia y tejido humano



El milagro sucedió cuando una hostia consagrada cayó al suelo durante la distribución de la comunión en el Santuario de San Jacinto.

El obispo de Legnica, en Polonia, Zbigniew Kiernikowski, proclamó oficialmente un prodigio del Santísimo Sacramento sucedido en la Iglesia de San Jacinto de esa ciudad.
Él autorizó a los fieles venerar la hostia ensangrentada que, según el decreto episcopal, “tiene las características que definen un milagro eucarístico”, informó Religión en Libertad.
La ciudad de Legnica (en alemán: Liegnitz, en polaco Legnicy) queda en la región de la Baja Silésia, en el suroeste de Polonia.
El milagro sucedió en la misa de Navidad de 2013, cuando una hostia consagrada cayó al suelo durante la distribución de la comunión en el Santuario de San Jacinto.
La hostia que se debía disolver comenzó a sudar sangre y formar carne con apariencia humana
La hostia fue recogida y colocada en un recipiente con agua (vasculum) para que se disolviera, como mandan las sapienciales normas canónicas en esos casos, aunque no son muchas veces respetadas en nuestros días.
Sin embargo, una vez en el agua, apareció en la hostia una mancha roja de textura singular, que hacía pensar en tejido humano.
El entonces obispo de Legnica, Stefan Cichy, instituyó una comisión para investigar lo sucedido con la sagrada forma.
En febrero de 2014, con el permiso de la diócesis, un fragmento de hostia con aspecto de tejido ensangrentado fue retirado y colocado sobre un corporal. Después fueron recogidas muestras para analizar en laboratorios de diferentes institutos forenses.
El obispo diocesano proclama el milagro eucarístico en el Santuario de San Jacinto
Los médicos de los departamentos de medicina legal consultados verificaron que los fragmentos recogidos contenían células del músculo estriado transversal semejantes a las del músculo cardiaco.
Según el Catholic Herald, los exámenes fueron realizados en el departamento de medicina legal, en Wroclaw (en alemán: Breslau), al inicio de 2014.
Otro estudio fue realizado posteriormente por el departamento de medicina legal de la Universidad de Medicina de Pomerania, en Szczecin (en alemán: Stettin, en español Estetino), añadió la revista británica.
Ese laboratorio concluyó que “en la imagen histopatológica, en los fragmentos (de la Hostia) fueron halladas partes fragmentadas del músculo estriado transversal. Semejante al músculo cardiaco. Los estudios también determinaron que el tejido es de origen humano, y se verificaron en él señales de agonía”.
El documento del obispo certificando el milagro.

Considerando la importancia de los pareceres médico legales, en enero de 2016 D. Kiernikowski llevó el caso al Vaticano, sometiéndolo a la consideración teológica de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Esa importante congregación vaticana se declaró favorable a la exposición de la hostia milagrosa para su veneración pública, y recomendó que se explicaran bien los hechos a los fieles.
La hostia quedó expuesta en una capilla del santuario bajo la responsabilidad del párroco, Andrzej Ziombrze.
En el documento de proclamación del milagro, el obispo afirma: “Espero que esto sirva para profundizar la adoración de la Eucaristía y tenga un impacto inconfundible en la vida de las personas que se acerquen a la reliquia. Vemos eso como un ejemplo maravilloso, una expresión particular de bondad y de amor de Dios”.
La esperanza del obispo es de gran importancia para nuestra época, cuando se pretende entregar la Eucaristía a pecadores públicos, olvidando que en ella están verdadera, real y substancialmente presentes el Cuerpo, la Sangre, el alma y la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.
Médicos forenses sacaron muestras que analizaron en laboratorios y concluyeron: ‘es tejido muscular humano’, como el de un corazón de un hombre en agonía.
El obispo diocesano proclama el milagro eucarístico en el Santuario de San Jacinto

En la página de la parroquia donde ocurrió el milagro hay más fotos y explicaciones, pero sólo en lengua polaca.
Obedeciendo a las instrucciones del obispo, un libro abierto en el santuario recoge el testimonio de las gracias recibidas y “otros eventos milagrosos”.
Es significativo que el milagro haya sucedido en la iglesia consagrada a San Jacinto (1185-1257), llamado el “Apóstol del Norte”.
El santo fue un religioso dominico polaco del siglo XIII, gran predicador de la Eucaristía y la Adoración del Santísimo Sacramento.
En 1240, hordas de mongoles paganos invadieron el mundo eslavo en fase de conversión, devastando ciudades, campos y saqueando iglesias.
Atacaron la ciudad de Kiev, hoy capital de Ucrania, donde san Jacinto rezaba frente al Santísimo Sacramento.
Al darse cuenta que la ciudad iba a caer en manos de los bárbaros, él sacó del sagrario el copón que contenía las sagradas hostias con la intención de huir y así salvar las sagradas formas.
San Jacinto huye de Kiev en llamas salvando la Eucaristía y la imagen de Nuestra Señora. Leandro Bassano (1557-1622), Iglesia de San Juan y San Pablo, Venecia
En esa hora el santo oyó una voz, procedente de una imagen de Nuestra Señora hecha en alabastro:

“Jacinto, ¿vas a huir y me dejarás sola? Llévame contigo”.
San Jacinto huye de Kiev en llamas salvando la Eucaristía y la imagen de Nuestra Señora
San Jacinto huye de Kiev en llamas salvando la Eucaristía y la imagen de Nuestra Señora. Leandro Bassano (1557-1622), Iglesia de San Juan y San Pablo, Venecia

“Querida Madre, tu estatua es muy pesada, ¿cómo podría llevarte?, dijo él.
“Mi Hijo la volverá ligera, llévame”, respondió Nuestra Señora.
Y la estatua se volvió ligera como una pluma. San Jacinto puso entonces el copón con el Santísimo Sacramento y la estatua de la Virgen bajo su capa dominicana.
Acompañado por otros religiosos, logró milagrosamente cruzar el gran río Dnieper que corta la ciudad y atravesar el campamento de los bárbaros mongoles sin ser detectado.
San Jacinto fundó monasterios dominicanos en Ucrania y en su Polonia natal, donde falleció en la ciudad de Cracovia.
Pero su influencia no se agotó en la época medieval.
Tres siglos después, cuando los protestantes aparecieron para negar la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía y se rebelaron furiosamente contra la devoción a Nuestra Señora, el nombre y las imágenes del religioso, cuyo proceso de canonización aún estaba en curso en Roma, se multiplicaron piadosa y asombrosamente en iconos, pinturas y esculturas.
Fue entonces que los papas aprobaron la difusión de su devoción.
Fue canonizado el 17 de abril de 1594 por el Papa Clemente VIII. El Papa Inocencio XI lo nombró patrón de Lituania.
Los devotos de san Jacinto subrayan que el obispo diocesano aprobó el milagro eucarístico descrito anteriormente el 17 de abril de 2016, aniversario de la canonización del santo.
Él es representado con una gran estatua de la Virgen en una mano y un bello ostensorio eucarístico en la otra, atravesando milagrosamente el río y el campamento de los bárbaros.
San Jacinto es mundialmente objeto de culto por sus milagros y por el ejemplo heroico de arriesgar su vida para no permitir que la Eucaristía fuera objeto de sacrilegio o profanación por parte de aquellos que no son dignos.