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miércoles, 24 de agosto de 2016

Rezar por los que me hacen daño

Rezar por los que me hacen daño
El sábado a última hora de la tarde, cuando el calor arreciaba, fui al Santuario. Había varias parejas con hijos. En uno de los bancos un vagabundo tumbado.  Escucho esta frase de un padre que tiene a sus hijos correteando a sus pies: «Ese pobre de m… podría ponerse en otro lugar». He sentido una desazón profunda por él al escuchar esta frase despectiva e hiriente.
Cuando regresé a casa me pregunta por lo que ha escuchado. Trato de hacerle entender que no todos somos capaces de amar al que tenemos al lado, especialmente cuando nos creemos mejores a los demás. Le pregunto: «¿Crees que este pobre vagabundo tiene la misma dignidad que papá?». «Tu eres mejor», me contesta orgulloso. La respuesta es amor de hijo pero me permite explicarle que todo ser humano por el hecho de ser persona, por haber sido creada por Dios, merece un respeto a su dignidad. Por muy pobre que sea. Y que seguramente Dios se sentirá más cerca de ese pobre que de la persona que le ha insultado.
Y trato de explicarle algo que me ha ayudado mucho en los últimos años. Hace un tiempo me costaba mucho querer y, sobre todo, rezar por aquellos que no me quieren, con los que no tenía simpatía alguna, que de alguna manera me habían perjudicado. Pero la oración obra milagros. Y siendo consciente del daño que he podido hacer a muchas personas a lo largo de mi vida, me ha permitido cada día rezar por aquellos con los que he chocado o me hacen daño. Eso ha sanado muchas heridas de mi corazón y lo ha purificado. Todos los días le pido al Señor que me dé un corazón limpio, manso y bondadoso que sea capaz de amar a los demás, sobre todo, en aquellos que están más alejados de mí por las circunstancias que he vivido. No siempre es fácil, pero es un camino que me ayuda a crecer como cristiano. Hay algo que tengo claro: cada ser humano es imagen de Dios y como tal no podemos nunca despreciar a nadie.

¡Señor de la misericordia y el amor, te doy gracias por tu bondad y tu paciencia! ¡Gracias por como manifiestas tu misericordia conmigo! ¡Te pido humildemente tu perdón cuando cometa actos contra ti, cuando te ofenda, cuando actúe contra los demás con mis palabras, con mis hechos e, incluso, con mis pensamientos! ¡Padre de bondad, envía tu Espíritu para que aprenda a perdonar a todas las personas que me han dañado u ofendido y dame la fuerza para vivir siempre rodeado del perdón y la misericordia para conmigo y para con los demás! ¡Te doy gracias, Señor, porque siento en mi corazón perdón y con ese perdón puedo perdonar también a los demás! ¡Señor, no soy perfecto y también yo hecho daño a los demás y he sido merecedor de tu perdón y tu misericordia! ¡Hazme abierto al amor! ¡Padre de bondad, gracias porque cada día siento tu presencia y porque me muestras el camino de la reconciliación, de la misericordia y el amor! ¡Te amo, Dios mío, porque eres un Padre que ama y perdona, que acoge y abraza! ¡Quiero ser como tú, Señor! ¡En este día te pido por los marginados, por los despreciados, por los parias de la sociedad, por los que son ninguneados y negados... tú te haces presente en todos ellos! ¡Señor, bendícelos y no permitas que esta sociedad inmisericorde menosprecie la dignidad de nadie!
De J. S. Bach (1685-1750) disfrutamos hoy de la cantata Mein Herze schwimmt im Blut, BWV 199 ("Mi corazón flota en sangre"):

miércoles, 29 de junio de 2016

Escalones hacia la felicidad

No puedes ser todo para todas las personas.
No puedes hacer todas las cosas al mismo tiempo.
No puedes hacer todas las cosas igual de bien.
No puedes hacer todas las cosas mejor de lo que lo hacen los demás, tú las haces a tu manera.

Tu humanidad se hace presente como en el resto de la gente.

Así que:

Debes buscar dentro de ti quién eres, y ser ése.
Debes decidir las prioridades, y cumplirlas.
Debes encontrar tu fuerza y usarla.
Debes aprender a no competir con los demás

Por lo tanto: 

Habrás aprendido a aceptar que eres único.
Habrás aprendido a fijar las prioridades y a tomar decisiones.
Habrás aprendido a vivir con tus limitaciones.
Habrás aprendido a respetarte.
Y serás un mortal más vital.


Atrévete a creer:

Que eres una persona maravillosa e irrepetible.
Que más que un derecho, es tu tarea encomendada ser quien eres. 
Que la vida no es un problema a resolver, sino un regalo de Dios que disfrutar.
De esta forma podrás sobreponerte y disfrutar de las cosas que antes te deprimían.

martes, 7 de junio de 2016

¿Aprender a comer? La Biblia da lecciones de cómo hacerlo

El hambre es una imagen de lo que somos: nos falta algo



Pero la multitud se dio cuenta y lo siguió. Él los recibió, les habló del Reino de Dios y devolvió la salud a los que tenían necesidad de ser curados. Al caer la tarde, se acercaron los Doce y le dijeron: “Despide a la multitud, para que vayan a los pueblos y caseríos de los alrededores en busca de albergue y alimento, porque estamos en un lugar desierto”. Él les respondió: “Denles de comer ustedes mismos”. Pero ellos dijeron: “No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente”. Porque eran alrededor de cinco mil hombres. Entonces Jesús les dijo a sus discípulos: “Háganlos sentar en grupos de cincuenta”. Y ellos hicieron sentar a todos. Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados y, levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que se los sirvieran a la multitud. Todos comieron hasta saciarse y con lo que sobró se llenaron doce canastas. (Lc 9,11-17)

La Biblia podría ser releída como una educación al comer. Al principio hay una dieta variada, pero con limitaciones indispensables: de todos los árboles podrás comer, excepto… Pero los límites y las prohibiciones desencadenan la fantasía y la audacia. Y a menudo se convierte uno en víctima de vendedores astutos que presentan sus productos con propuestas cautivadoras e irresistibles.

El hambre es una imagen de lo que somos: nos falta algo. Llevamos siempre dentro un vacío que llenar. Un vacío que no se llena de una vez para siempre. Nunca somos autosuficientes, nunca estamos definitivamente satisfechos, sino que siempre estamos buscando algo que pueda calmar el ansia que sentimos.

Cuando tenemos hambre, sentimos un impulso a buscar: buscamos porque tenemos miedo de morir. Es verdad, cuando no tenemos ganas de vivir, dejamos de buscar, pero es verdad que cuanto más fuerte es el miedo a morir, más nos contentamos con comer lo primero que encontramos, aunque nos haga daño, aunque sabemos que nos sentará mal.

No siempre logramos gestionar este miedo a morir de hambre. Pero precisamente ante este miedo, Jesús dice, al final del Evangelio, toma, sin restricciones, come, ya no necesitas ir a cazar, ya no necesitas buscar sucedáneos, ya no necesitas comer a escondidas, este es mi cuerpo, esta es la vida que buscas, el alimento que colma tu hambre.

El texto de Lucas es una etapa de este camino: como los Doce, también nosotros quizás hemos pensado siempre que el alimento se compra y se vende, estamos convencidos de que el afecto se conquista y se devuelve, estamos persuadidos de que en la vida si uno no se autoafirma, se pierde. Los Doce sugieren a Jesús que deje a la gente ir a comprarse pan. Jesús cambia el verbo: ya no comprar, sino dar de comer. La vida se da y se recibe, no se compra o se vende.

Cambiar este verbo significa cambiar la dinámica de la historia: Jacob había mandado a sus hijos a Egipto a comprar trigo, porque en el país había una gran carestía. Pero los hijos de Jacob, cuando piensan que van a comprar pan, están yendo en cambio a encontrarse con su hermano, ese José al que habían vendido. La reconciliación puede darse sólo saliendo de la lógica del mercado.

Nos cuesta cambiar el verbo porque estamos preocupados por nuestra hambre: de momento como yo…; ¿habrá para mí?

Los Doce no tienen el valor de confesar que habían pensado en sí mismos: cinco y dos, siete, la plenitud que me da seguridad. Y no veo la hora de quedarme solo para comer. En el fondo es mi derecho. Por lo demás, ¿qué podría hacer?

Cuando estas en medio del desierto y anochece, vuelve el miedo a morir. El primer pensamiento es cómo sobrevivir. Son los tiempos de la vida en los que te sientes perdido y querrías sentirte seguro. Cuando las cosas funcionan, nos olvidamos de nuestra hambre, pero antes o después llega el momento en que el ansia se convierte en vorágine y se vuelve insoportable.

Si el hambre es una imagen de nuestro vacío, la manera como la saciamos es una imagen de nuestra relación con el mundo: hay quien piensa sólo en su propia hambre, hay quien devora a los demás, hay quien piensa siempre en el plato de los demás, hay quien se niega a comer.

También en este sentido, el texto de Lucas es una etapa de esta educación a comer: ante todo les hace recostarse, ya no se come deprisa como en la noche de Pascua, porque ya no somos esclavos del miedo a morir, no necesitamos escapar o ir en busca de alimento. Podemos estar tranquilos porque el alimento que nos sacia está con nosotros.

La gente no sabe de donde viene esa comida, sólo lo saben los Doce. La vida existe, gratuitamente, sin merecerla, la recibes y basta. Y Lucas, sin demasiado énfasis, hace un pequeño cambio en los términos: ya no son los Doce los que distribuyen los panes y los peces, sino los discípulos, o sea nosotros, desde entonces hasta ahora. Somos nosotros los que dejamos que la vida pase a otros.

Y sin embargo, la verdadera pregunta es otra: este texto de Lucas, en que Jesús multiplica los panes y los peces, está colocado entre dos preguntas distintas que se refieren al propio Jesús. Primero está la curiosidad aterrorizada de Herodes: ¿Quién es este que hace estas cosas? Mientras que después de repartir los panes y los peces, está la pregunta que Jesús hace a Pedro y a sus compañeros: ¿quién decís que soy yo?

Encontrar la respuesta a la propia hambre más profunda no es otra cosa que descubrir la respuesta a esta pregunta.

sábado, 28 de mayo de 2016

5 Razones para quedarse hasta el final de la misa


Esperamos que nuestro pastor y amigos no se den cuenta que nos vamos temprano pero Alguien sí


La mayoría de nosotros lo ha hecho al menos un par de veces.

Vamos directos a la puerta con la cabeza gacha nada más recibir la comunión porque tenemos algo importante que hacer.
Confiamos en que el pastor y nuestros amigos no se den cuenta. Tal vez ellos no lo noten. Pero hay Alguien que sí.

Como  he viajado bastante de aquí para allá, e sorprende lo radicalmente diferentes que pueden ser unas parroquias de otras según la zona o  país. Soy del norte de España y rara vez veras a alguien salir de misa antes tiempo.  Viví en Francia durante unos cuantos años,en la parroquia a la que asistía, la gente llegaba tarde y a veces se iba pronto. Ahora vivo en el noroeste de España me sorprende que tanta gente deje la misa antes de que termine. Es un fenómeno interesante. Un incidente aislado no es algo que me preocupe, pero si la mitad de los feligreses se han fugado al aparcamiento antes de que termine el canto final, mi corazón se entristece un poco.

A veces me gustaría correr detrás de estas personas que veo salir apresuradamente de la iglesia justo después de recibir la comunión para decirles “¡Tenéis a Jesús dentro de vosotros! ¡Tomaos aunque sea un minuto para hablar con él, para darle gracias, para amarle!”.

¿Necesitas más motivación para quedarte un poco más hasta haber completado la misa? ¿Sabes de alguien que no le vendría mal algún acicate?

Aquí tienes algunas razones por las que yo me quedo hasta el final de la misa (además del hecho de que soy monja y sería un poco escandaloso si saliera corriendo tras la comunión de cada domingo):



1- La comunión es conversación:
Cuando recibimos la comunión, recibimos al mismísimo Jesús. Si comemos y salimos corriendo es como ir a visitar a un amigo y precisamente en el momento en que ya puede sentarse y dedicarnos tiempo plenamente, nos levantamos de repente y salimos corriendo por la puerta mientras gritamos, “Ha sido fantástico pasar un rato contigo, ¡hasta la semana que viene!”. En la comunión hay que conversar con nuestro Señor y Salvador. Y para poder conversar de verdad tenemos que saborear ese momento especial con Él y aprovechar ese breve momento de intimidad con nuestro Señor.


2- No está bien ser irrespetuoso:
En el Santuario, tenemos una hora de adoración y meditación sobre el Evangelio. Algunas veces llego tarde y entro rápidamente mirando hacia abajo, avergonzado de que todos puedan ver que me he quedado dormido. Hace poco me di cuenta de que mi motivación para llegar a tiempo no debería ser evitar la vergüenza, sino el hecho de que voy a ver a Jesús. ¿Por qué nos preocupamos tanto de las reacciones de los demás y tan poco de la reacción de Jesús? Pensamos, Tengo que darme prisa porque me queda mucho que hacer, que si esto, que si lo otro, ¡no puede esperar! ¿Por qué nos resulta tan fácil irnos tan rápido, incluso llegando tarde a veces, cuando es el Creador del Universo el que nos espera para reunirse con nosotros?


3- Ir a misa no es hacer un recado:
A menudo, cuando veo a personas salir corriendo de misa, me da la sensación de que están tachando de la lista uno de los recados de ese día y que estaban deseando pasar a lo siguiente. La vida cristiana no es una lista de tareas. Es una invitación a tener una relación con Dios. Si vamos a misa por un sentido de responsabilidad, es cierto que estaremos evitando el pecado mortal, pero contentarnos con evitar el pecado mortal no es precisamente el objetivo de la llamada de nuestra vida espiritual. Estamos llamados a relacionarnos, a santificarnos, a transformarnos.


4- La bendición final es importante:
 El Día del Perdón, Zacarías, padre de Juan Bautista, tuvo el honor de entrar en el Sancta Sanctorum el día que el ángel le dijo que su esposa y él tendrían un hijo. El pueblo esperaba con entusiasmo a que él les diera su bendición tras hacer la ofrenda de incienso. Cuando Zacarías regresó mudo porque no pudo creer el mensaje del ángel, la falta de una bendición amplificó la deshonra y la tragedia de haber perdido su voz. Estoy seguro de que los allí presentes volvieron a casa muy decepcionados. Las bendiciones son un tesoro. Cuando un sacerdote, que por su ordenación está configurado con Cristo, da su bendición final, estamos siendo bendecidos por Dios mismo. Si Jesús estuviera preparándose para darnos su bendición antes de que nos fuéramos de misa para volver al mundo, ¿no le esperarías?


5- Recibes MÁS gracia:
 Según el Catecismo, “los frutos de los sacramentos dependen también de las disposiciones del que los recibe” (CIC 1128). El poder de los sacramentos está en ellos y también se deriva de ellos, pero la cantidad de poder que cala en nuestras almas y se desarrolla en nuestras vidas depende de nuestra disposición. Si salimos con prisas de la iglesia tras la comunión, no es muy probable que nuestra disposición sea la de un conocimiento reverencial del asombroso hecho de estar consumiendo el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de Dios mismo. No es poca cosa. Así que merece una actitud y una disposición de gran respeto, aunque fuera sólo porque a todos nos hace falta toda la gracia que podamos recibir.


¿Se te ocurren más motivos? Pues me encantaría escucharlos.

¡Escríbelos en los comentarios!

viernes, 27 de mayo de 2016

Lourdes: ¿Hacia una 70ª curación milagrosa?

Una niña italiana sorda de nacimiento empieza a oír en una peregrinación al santuario francés


Una niña italiana de seis años, sorda de nacimiento, empezó a oír, inexplicablemente, durante una peregrinación a Lourdes que realizó del 8 al 12 de mayo, junto a su madre, su hermano pequeño, su abuela y otros cientos de peregrinos de las parroquias de la ciudad de Milán.

La noticia llegó diez días más tarde a los medios italianos. A través del teléfono, el santuario de Lourdes declara “ser consciente del entusiasmo de los medios” que provoca este acontecimiento.Pero precisa: “En Lourdes, cada gracia de curación o conversión es recibida con alegría, pero hay que respetar los procedimientos que exigen prudencia y el deber de la discreción”, sobre todo porque es el caso de una niña menor de edad.

Los hechos de la curación

La pequeña, cuyo nombre no ha sido revelado, padecía una sordera profunda en ambos oídos y tenía que usar audífonos.
Pero el pasado 11 de mayo, a las 20:30 horas, se los quitó y le dijo a su madre: “Ya no me hacen falta, escucho bien”, declara Giuseppe Secondi, director de la peregrinación organizada por UNITALSI-Lombardie.

Él se encontraba jugando con la niña y fue testigo directo de la escena: “Tenía que irme porque tenía un compromiso, pero la vi acercarse a su madre y quitarse sus dispositivos. Sin ellos, estaba condenada a la sordera. Entonces su madre le dijo que se los volviera a poner, pero la niña se negó diciendo que podía escuchar bien”.
La chica es natural de la región de Liguria. Nació el 25 de diciembre de 2009, después de sólo 26 semanas de embarazo, con un peso de solamente 800 gramos.

Los médicos lograron salvarla, pero algunos de los medicamentos usados durante sus tres meses de hospitalización, en el Instituto pediátrico Gaslini de Génova, causaron hemorragias cerebrales que dañaron sus canales auditivos.
Los exámenes efectuados posteriormente confirmaron una “pérdida auditiva profunda en ambos oídos”. Sin embargo, gracias a la logopedia, la niña consiguió aprender a leer los labios y a hablar, aunque con dificultad.

La peregrinación de la misericordia

La familia tomó la decisión de ir en peregrinación a Lourdes en el último momento, aprovechando que coincidía con el Año de la Misericordia para “dar las gracias a la Virgen María por haber protegido a nuestra niña, que estuvimos a punto de perder y que al final se salvó, y también para pedir su apoyo y así tener la fuerza de hacer frente, mi hija, yo, todos nosotros, a un estilo de vida tan exigente”, confiesa la madre.

Era su primera estancia en Lourdes y la vivieron “con gran emoción y fervor” ya desde los preparativos, según explican sus allegados.“Cuando escuché a mi hija decir: ‘Oigo bien, ya no necesito mis dispositivos’, mi corazón comenzó a latir muy fuerte… En realidad tenía aspecto de estar oyendo mejor. Los niños no mienten y mi hija no se los habría quitado sin motivo”, continúa la madre.Ese día, la noticia se extendió de inmediato entre los peregrinos. “Lo celebramos y seguimos celebrándolo”, asegura el director de la peregrinación.
Y añade: “No sabría dar un nombre a lo que ha sucedido. Sólo sé que es un acontecimiento hermoso en el que hay que profundizar”.

El sacerdote de Giovanni Frigerio, ayudante de UNITALSI, intenta ponerle palabras: “Yo lo llamo una curación. Otros ya explicarán el cómo y el por qué”.
“Lo que yo sé es que aquí vienen muchísimas personas que sufren, en el cuerpo y en el espíritu, y que regresan revitalizadas, dispuestas a retomar el camino de sus vidas llenas de esperanza y gracia”.

Prudencia y discreción

La madre llevó de inmediato a su hija a la Oficina de Constataciones Médicas de Lourdes.

Los médicos han pedido toda la documentación referente al historial médico y han propuesto nuevos exámenes audiométricos.Según la madre y el responsable de UNITALSI, “efectivamente, se ha confirmado una mejoría auditiva, así como el restablecimiento de los órganos”.Pero todos están de acuerdo en ser prudentes y rigurosos. Tras presentar el expediente, el proceso de verificación acaba de comenzar.
Si el caso es considerado “serio”, el médico convoca un “consejo”, es decir, una reunión para la “discusión de un caso clínico” en la que pueden participar todos los médicos y el personal sanitario presentes en Lourdes, independientemente de sus creencias religiosas.

¿Cómo se autentifica una curación?

Según explica Patrick Theillier, antiguo director de la Oficina de Constataciones Médicas y miembro del Comité Médico Internacional de Lourdes (CMIL), “para que sean reconocidas como milagrosas, las curaciones inexplicables producidas en un contexto de fe deben ser autentificadas –de inmediato e indisociablemente– desde un punto de vista médico (la razón) y un punto de vista espiritual (la fe); puesto que la curación milagrosa es mucho más que una curación médica”.
Aquí, la función de la medicina, continúa, es asegurar la veracidad de la curación: “Tiene que haberse producido objetivamente una transición de una condición patológica demostrada hacia un estado de buena salud evidente”.
“Para que el estudio médico pueda concluir en favor de una curación ‘verdadera, definitiva y sin explicación médica’ hay cuatro condiciones necesarias: certeza del diagnóstico y de la enfermedad, pronóstico estable o fatal, curación extraordinaria y súbita, tratamiento sin relación con la curación”.
Por tanto, la constatación de una curación en un contexto de fe es, claramente, tanto médica como espiritual. La intervención de los hombres de ciencia es un requisito previo, pero una curación “inexplicable” no basta para hablar de un milagro.Por eso, explica y concluye el experto, sólo hay 69 milagros reconocidos en Lourdes, mientras que el consultorio médico ha confirmado más de 3.000 curaciones objetivamente inexplicables.La 69ª curación reconocida como milagrosa por la Comisión médica se remonta a julio de 2013. Había sucedido hacía 24 años, lo que dice mucho de la lentitud y complejidad del proceso y de la prudencia de la Iglesia.

Transformar el mundo con la esperanza

"Lila", un cortometraje conmovedor


Lila es el título de un cortometraje que muestra diversos acontecimientos en el día de una joven artista. Este pertenece a una trilogía realizada por el productor Carlos Lascano.

Los 8 minutos de duración están llenos de un lenguaje simbólico y estético, así que exigen del espectador una atención y reverencia particular para poder percibir los mensajes que se van dando constantemente, algunas veces de manera velada y otras incluso paseando entre la realidad y la fantasía.Esta particularidad hace que sea algo arriesgado afirmar la existencia de enseñanzas o ideas detrás del video, pero hay algunas características que sobresalen, y las presentamos a continuación.

Todas ellas pueden ser sugerentes para nuestra vida cristiana y para un mundo que, buscando que todo sea mejor, anhela en lo más profundo la plena reconciliación.
La joven artista, por medio de dibujos, esboza realidades que imagina necesarias en diversas situaciones de la vida y estas misteriosamente se integran en la realidad para tener efectos positivos en las personas involucradas.

Su sensibilidad le permite intuir y descubrir con mayor profundidad y agudeza la situación y las necesidades de las demás personas.
Ante esto, ella no pasa de largo ni se aísla en un mundo paralelo sino que permanece abierta a lo que ocurre en la realidad y busca hacer lo posible, dentro sus capacidades y posibilidades, para poder remediarlas.Toda una dinámica que nos puede enseñar mucho a participar caritativa y activamente y no quedarnos balconeando la vida, como nos lo decía el papa Francisco en la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro.


El vídeo presenta otro detalle que da mucho para meditar: sus deseos se cumplen solo después de haber salido a ayudar a los demás. Esto se expresa en el florecimiento de la flor marchita en su escritorio.Ese fue el primer deseo que buscó realizar por medio de un dibujo, pero nada ocurrió. Solo después de una jornada de entregarse a mejorar la vida de los demás sin esperar nada a cambio se encuentra, al regresar, con el milagro que tanto anhelaba.




Un sencillo gesto que evidencia que el que da siempre gana y que “hay más alegría en dar que en recibir” (Hechos 20, 35).
Todos tenemos la nostalgia de un mundo mejor. El camino de regreso a su casa muestra un claro contraste entre los anhelos más profundos del hombre y la situación de contingencia del mundo real.

La protagonista desata un cambio en los lugares por donde pasa, lo transforma todo según los deseos de su corazón. Todo se torna bello y se llena de color, aparece al fin el campanario que tanto anhelaba ver desde el inicio de la jornada, la ciudad gris se convierte en un lindo pueblo junto al mar y hasta se atreve a luchar contra la separación humana, encontrándose en una playa eterna con sus padres.
Lila nos deja conmovidos y tocando, con nostalgia, nuestra esperanza de una nueva creación, de un corazón y una tierra nueva (Apocalipsis 21,1; 2 Pedro 3, 13), nuestro anhelo de la plena reconciliación que nos ha prometido ese Dios con nosotros (Mateo 1, 23).

Una única enseñanza católica que resuelve 14 problemas

Si el alma y el cuerpo son una unidad, entonces eso significa varias cosas…


En los seres humanos, el alma y el cuerpo son una unidad; son uno solo. Nosotros no somos almas presas en un cuerpo a espera de liberación, ni somos sólo cuerpos que llevan a cabo funciones cerebrales superiores.

La Iglesia católica habla de unidad “profunda” del alma y el cuerpo. El espíritu y la materia “no son dos naturalezas unidas, sino que su unión forma una única naturaleza”.

Es difícil enfatizar la importancia de esta enseñanza y cuán fácil es entenderlo mal.

A continuación 14 verdades que se despliegan de la unidad del alma y el cuerpo:


  • El hombre es noble

¡Qué obra de arte es el hombre!”, dijo Hamlet. “Cuán noble de razón, cuán infinito de facultades. En forma y movimiento, cuán admirable. En el actuar, cuán angelical. En el aprendizaje, cuán semejante a un dios. La belleza del mundo. El parámetro de los animales”.
Somos parte animal y parte “ángel”; estamos hechos de polvo y soñamos con alcanzar las estrellas. En la imagen destacada del libro del Génesis, Dios nos hace a partir del barro e inspira en nosotros el soplo de vida.
Si la Iglesia está en lo correcto, nosotros somos nobles y bellos; si la Iglesia está equivocada, somos meros receptáculos de placeres fugaces, altamente desarrollados.


  • El arte puede ser grandioso

Cuando creamos arte, expresamos ideas intangibles mediante materia tangible, audible, visible. El arte utiliza nuestros sentidos para hablarle a nuestra alma.
Si la Iglesia está en lo correcto sobre la unidad del alma y el cuerpo, entonces el arte es un canal para una belleza que nos trasciende.
Pero si la Iglesia está equivocada, el arte es sólo un ejercicio de creatividad.


  • La ley natural importa

Lo que hacemos con nuestro cuerpo, aunque de modo independiente de nuestras intenciones interiores, importa. Nuestro cuerpo, de hecho, es “nosotros”: no es que nosotros “tenemos” un cuerpo: nosotros “somos” cuerpo y alma. Y, por lo tanto, somos responsables de nuestras acciones.
Pero si la Iglesia está equivocada, no podemos acusar o encontrar culpa en nadie, porque no tenemos cómo juzgar las intenciones de los demás y porque sus cuerpos simplemente responden a fuerzas de las cuales ellos no son responsables.


  • La encarnación de Dios es posible

Las herejías cristológicas iniciales intentaban separar la divinidad y la humanidad de Jesucristo: ¿será que su alma era Dios, pero su cuerpo no lo era? ¿Será que Él era un Dios “menor” porque “tenía” cuerpo? ¿Será que Él “se volvió” Dios en el bautismo?
La unidad del alma y el cuerpo resuelve todas estas herejías: Él siempre fue quien Él es: verdadero Dios y verdadero hombre.
Si la Iglesia está equivocada sobre la unidad del alma y el cuerpo, entonces Jesús no puede ser Dios y nosotros no podemos ser redimidos. Si la Iglesia está en lo cierto, nuestra fe no es en vano.


  • Los edificios de la Iglesia importan

Si el alma y el cuerpo no son una sola cosa, entonces no importa la apariencia de las iglesias: estas son sólo algo ante lo que el cuerpo reacciona por instinto.
Pero si el alma y el cuerpo son una sola cosa, entonces las iglesias deben ser, también en su construcción material, testigos elevados de la grandeza de Dios.
Sin la enseñanza sobre la unidad del cuerpo y el alma, las iglesias podrían estar vacías o priorizar formas geométricas que no distrajeran a nuestra alma.
Con esta enseñanza, sin embargo, ellas pueden y deben ser llenadas con iconos e imágenes atractivas también para nuestra naturaleza corporal.


  • Los sacramentos son necesarios

Sin esta enseñanza, sería inútil que lo material transmitiera la gracia.
Pero, con esta enseñanza, podemos tener acceso a la gracia a través de cosas comunes, táctiles, transformadas por un sacerdote: el agua, el pan, la mano que unge, la palabra hablada…


  • María es especial

Sin esta enseñanza, María sería sólo una madre de alquiler que sólo cargó el cuerpo de Jesús.
Pero, con esta enseñanza, ella es la Madre de Dios.


  • Los santos importan

Sin esta enseñanza, sólo celebraríamos los misterios de la vida de Cristo.
Con esta enseñanza, sin embargo, podemos también celebrar a los grandes hombres y mujeres que comparten la vida de Cristo en su propia vida.


  • El sexo importa

Sin esta enseñanza, la sexualidad es un mero entretenimiento y no importa ni el número ni el tipo de parejas.
Con esta enseñanza, en cambio, la sexualidad es la conexión espiritual más íntima posible entre un hombre y una mujer y necesita ser tratada con dignidad y propósito.


  • Las obras de misericordia importan

Sin esta enseñanza, dar de comer y de beber, vestir y abrigar al necesitado son simples cuestiones de decoro público, no actos de misericordia.
Pero, con esta enseñanza, estamos no sólo gestionando necesidades de cuerpos ajenos, sino amando a nuestros hermanos.


  • El ejercicio físico importa

Sin esta enseñanza, cuidar del cuerpo no es relevante; o, por lo menos, no tanto como cuidar el alma.
El cuerpo, no obstante, es parte de quienes somos. Y esto significa que debemos cuidarlo bien.


  • …pero sin exagerar

La Iglesia rechaza la noción neopagana que tiende a promover el culto al cuerpo, a sacrificar todo por él, a idolatrar la perfección física y el éxito en los deportes.


  • El matrimonio no es mera construcción jurídica

Sin esta enseñanza, el matrimonio sería sólo un contrato entre cualquier grupo de dos o más personas, vinculadas por cualquier necesidad mutua.
Con esta enseñanza, sin embargo, el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer con el objetivo final de generar y crear hijos por amor, hijos que jamás fueron, son o serán un mero “conglomerado de células”.


  • Tus órganos genitales y tus cromosomas importan

Si tu cuerpo y tu alma no son una unidad, entonces tu identidad de género es un concepto que queda escondido de los demás.
Pero si tu cuerpo y tu alma son una unidad, entonces las demás personas saben decir lo que tú eres, aunque las ideologías inventen otra cosa.