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viernes, 19 de enero de 2018

¡Excusas!

Aves
Observo la gran capacidad que tenemos los hombres para poner excusas. Somos expertos en crear pretextos. Desde que se inventaron las excusas, parece que nadie queda mal. Pero no es así. En realidad, si somos honestos con nosotros mismos no deberían caber las excusas para dar excusas. El valor supremo es decir la verdad y asumir con todas las consecuencias la responsabilidad que se amaga detrás de cada excusa. Los pretextos están más cerca del (auto)engaño que del argumento pues tienen más que ver con la justificación subjetiva que con la razón objetiva. Lo negativo de vivir de excusas es que acabas quedándote sin argumentos.
Pero detrás de una excusa siempre hay el temor a ser juzgado, a sentirse desaprobado o reprendido, a no ser valorado, a no reconocer qué no hemos hecho lo que sabemos que teníamos que hacer. Existen, por otro lado, grandes de dosis de soberbia y amor propio en ese muro que uno levanta a su alrededor para evitar que el otro conozca nuestras imperfecciones. Hay asimismo cierta falta de madurez y de responsabilidad ante las propias acciones. Y, en algunos casos, también grandes dosis de estrés detrás de las excusas que formulamos.
Pero cuando eres capaz de reconocer tu error, cuando lo asumes desde la humildad, cuando eres capaz de disculparte por ello y evitas la excusa una gran sensación de libertad te invade interiormente. Desde la aceptación del error, asumiendo las consecuencias y el grado de responsabilidad tu propia imagen se enaltece.
Tenemos los seres humanos gran pavor a reconocer nuestras miserias y nuestros errores, nos causa desasosiego pedir perdón y disculparnos. Cuando el corazón se abre y se experimenta la agradable sensación de reconocer la verdad dejamos aparcado en nuestra vida el conformismo y la mediocridad. ¡No hay más claridad en uno que la autenticidad!
¡Señor, a imitación tuya concédeme la gracia de ser perfecto como nuestro Padre celestial es perfecto! ¡Concédeme la gracia, Señor, de vivir siempre buscando la perfección en cada instante de mi vida! ¡No permitas que me acomode en la indolencia y concédeme la humildad para que Tu que eres el ejemplo a seguir moldees mi vida! ¡Dame, Señor, por medio de tu Santo Espíritu la fe para que mis proyectos se sustentes en tu voluntad! ¡Ayúdame, Señor, a vivir para dar frutos, para ser testimonio de verdad, para trabajar en busca del bien y de la perfección! ¡No permitas que la tibieza ni la indolencia me venzan en ningún campo de mi vida y mucho menos en el espiritual que sustenta mi vida de piedad, personal, familiar o profesional! ¡No permitas que las dificultades y la contrariedades me venzan! ¡Que mi relación personal contigo, Señor, me sirva para crecer siempre a mejor, para llenarme continuamente de Ti y poder reflejar tu gloria! ¡Tú, Señor, me revelas cada día tu preciado plan orientado a vivir en la excelencia personal! ¡Que mi búsqueda de la perfección, Señor, sea vivir la plenitud de la vida en Ti! ¡Ayúdame a ser ejemplo de excelencia en mi entorno y no acomodarme en la indolencia! ¡Ayúdame, Señor, a vivir para obrar y actuar conforme a la verdad y cada vez que me equivoque tómame de la mano para que me vuelva a levantar y no dejar de crecer!
Toma tu lugar, cantamos hoy unidos al Señor:


lunes, 3 de abril de 2017

Comprender que todo está impregnado de Su presencia

orar con el corazon abierto
Hace unos días al escuchar esta frase del Génesis mi corazón se turbó por completo: «Y Dios hizo pasar un viento sobre la tierra y disminuyeron las aguas».
¿Cómo una frase tan simple puede turbar un corazón humano? Porque en ocasiones la tribulación me inunda. Las aguas de mi vida no están siempre en calma. Se levantan olas bravías envalentonadas por el viento. Y uno se siente perdido mar adentro entre tan devastadora tormenta y siendo salpicado por tanta lluvia de dolor. Experimentas esa desoladora fuerza del espíritu roto. Esas aguas que te ahogan y que te demuestran que uno no está avezado en el siempre complejo arte de la navegación. Pero Dios sopla suavemente para calmar la tempestad. Lanza sobre la tierra un viento pausado y hace que las aguas disminuyan. Lo hace así porque es consciente de la fragilidad de uno, de sus ineptitudes y sus incapacidades. Entonces comprendes que ese desvarío solo puede manejarlo Él en quien pones toda tu confianza.
Y comprendes que todo, absolutamente todo, lo que uno experimenta, vive y le rodea está impregnado de su presencia. Que es necesario sentir el aliento de Dios y comprender lo que Él quiere mostrarte.
El corazón se turba pero todo está sellado por su presencia, y es necesario abrir los ojos salpicados del salitre marino y comprender lo que Él quiere mostrarte. Sabes que Dios no reposa en las tranquilas aguas de un mar en calma, que también se encuentra en lugares hostiles, en lugares poco transitados o en zonas agrestes. Que te hace pasar por zonas inundadas de zarzas, en desiertos secos y sombríos, donde la incertidumbre es ley.
Lo hermoso de la fe es que te permite comprender que cuando las aguas disminuyen y se calman surge un gran arco iris multicolor que conforta el corazón y sosiega el alma. Es el signo de las promesas de Dios que se hacen eco en la vida de cada uno. Escuchas la voz del Padre y la tempestad queda en calma, los temores desaparecen, las palabras sanan, las flaquezas se convierten en fortaleza y las incertidumbres en esperanza. Y te sientes en sus manos rebosantes de amor y misericordia completamente libre de ataduras.
La clave es la confianza. La espera paciente. La fe firme. Y cuando observas al Espíritu sobrevolar los cielos todo es más claro. Con Dios todo lo puedo, con el Hijo cargo la Cruz y con el Espíritu me sostengo.
¡Señor, haz que todo se silencie en mi interior para escuchar la fuerza de tu palabra y así serenar mi espíritu cuando las tempestades hagan presencia en mi vida! ¡Señor, tu sabes cuántas situaciones de angustia, de incomprensión, de crisis económica o familiar, en la comunidad, de enfriamiento de mi compromiso cristiano, de caídas, de fracasos en mi tarea evangelizadora, de tener la sensación de ir a la deriva, de no comprender tus silencios! ¡Tu me interpelas, Señor, por mi falta de fe! ¡Sí, Señor, mi fe se tambalea a veces por lo que sucede en el exterior y, sobre todo, por mi fragilidad personal! ¡Lo que me impide acoger el evangelio es mi cobardía! ¡Que no me de miedo atender tus llamadas, Señor, y abrirme con fe a tu persona y comprender que tu sabes vivir en la tempestad y en la bonanza! ¡Espíritu Santo, ayúdame a buscar la calma en medio de tantas preocupaciones, incertidumbres y miedos! ¡Ayúdame, Espíritu de Dios, a saber vivir en la confianza! ¡Concédeme la fuerza interior para soportar los golpes de la vida, los fracasos, los vacíos, las incoherencias, la falta de sentido y todo aquello que dificulta mi vida de fe! ¡No permitas que jamás el miedo me invada porque los temores hace que me vuelva pequeño y nos mire hacia mi interior, sino sólo ver las tempestades que hay en mi interior!
Protégeme Dios mío que me refugio en ti:

lunes, 20 de marzo de 2017

La fe que sostiene

orar con el corazon abierto¡Como me ha sostenido la fe tantas veces a lo largo de mi vida! ¡Como me ayudado la fe a llevar también la razón! ¡Por eso le pido a Dios cada día el don de la fe iluminada por el Espíritu Santo!

La fe es ese don que Dios otorga para que la razón no se vea oscurecida por esos obstáculos humanos —morales, culturales, ambientales, personales...— que imposibilitan su desarrollo. La fe es el perfecto complemento de la razón.
Mi fe me permite ver que Dios está detrás de todo cuanto acontece. Es como saber que el sol se encuentra detrás de las espesas nubes oscuras de una tormenta.
Creer es un acto auténticamente humano, es lo más fundamental de la vida, porque es lo único que da respuesta a las verdades que se nos plantean. Un agnóstico me decía hace unos días qué sería de él después de la muerte. Entre las dudas de su vida en cierta manera ya había una incertidumbre porque el alma humana, de manera inconsciente, plantea cuestiones de fe y esas ascienden de forma natural hacia Dios porque contra la naturaleza es imposible actuar.
Yo le pido de manera incansable a Dios la gracia de la fe, lo hago sin descanso porque sé que Dios sale al encuentro de aquel que busca denodadamente, con sinceridad y humildad. Dios es tan bueno, generoso y misericordioso que no rechaza nunca nadie, especialmente aquel que le busca para acercarse a su amor.
Los cristianos tenemos una muleta sensacional. Es el Espíritu Santo. Y para creer podemos recurrir siempre a Él que es el auxilio ante la necesidad y en el periodo de búsqueda para alcanzar ese don sobrenatural de Dios que es la fe. Y aunque la fe ilumina siempre la oscuridad y las tinieblas no hace desaparecer la noche oscura del espíritu. Pero sí que ilumina de manera constante la Verdad. Y es, a través de esa verdad, como conocemos mejor nuestra realidad, la verdad revelada, la adhesión al Padre, la opción por nuestras creencias, y nos permite elegir libremente donde queremos ir.
Y en esa libertad nos permite entregarnos enteramente a Dios, ofrecerle con las manos y el corazón abierto todo nuestro entendimiento y nuestra voluntad.
La fe aviva nuestra esperanza, nuestra confianza, nuestros obrares rectos, vivifica nuestro ser, hace que brote en el corazón la alegría, la esperanza, el optimismo, la verdad, las buenas obras...
Y ahora que se acerca el tiempo de la Pascua con más firmeza creo porque veo lo que Dios ha hecho en mí a través de su Hijo. Creo porque la fe es ese gran regalo que Dios me ha dado y quiero custodiarla cada día como el mejor tesoro que hay en mi corazón.

Hoy la oración que habitualmente acompaña la meditación no es mía. Es una oración pronunciada por el Papa Pablo VI en el año 1968 Durante una audiencia general; es una oración tan hermosa para pedir la fe que quiero compartirla con todos los lectores de esta página:
Señor, yo creo, yo quiero creer en Ti.

Señor, haz que mi fe sea pura, sin reservas, y que penetre en mi pensamiento, en mi modo de juzgar las cosas divinas y las cosas humanas.
Señor, haz que mi fe sea libre, es decir, que cuente con la aportación personal de mi opción, que acepte las renuncias y los riesgos que comporta y que exprese el culmen decisivo de mi personalidad: creo en Ti, Señor.
Señor, haz que mi fe sea cierta: cierta por una congruencia exterior de pruebas y por un testimonio interior del Espíritu Santo, cierta por su luz confortadora, por su conclusión pacificadora, por su con naturalidad sosegante.
Señor, haz que mi fe sea fuerte, que no tema las contrariedades de los múltiples problemas que llena nuestra vida crepuscular, que no tema las adversidades de quien la discute, la impugna, la rechaza, la niega, sino que se robustezca en la prueba íntima de tu Verdad, se entrene en el roce de la crítica, se corrobore en la afirmación continua superando las dificultades dialécticas y espirituales entre las cuales se desenvuelve nuestra existencia temporal.
Señor, haz que mi fe sea gozosa y dé paz y alegría a mi espíritu, y lo capacite para la oración con Dios y para la conversación con los hombres, de manera que irradie en el coloquio sagrado y profano la bienaventuranza original de su afortunada posesión.
Señor, haz que mi fe sea activa y dé a la caridad las razones de su expansión moral de modo que sea verdadera amistad contigo y sea tuya en las obras, en los sufrimientos, en la espera de la revelación final, que sea una continua búsqueda, un testimonio continuo, una continua esperanza.
Señor, haz que mi fe sea humilde y no presuma de fundarse sobre la experiencia de mi pensamiento y de mi sentimiento, sino que se rinda al testimonio del Espíritu Santo, y no tenga otra garantía mejor que la docilidad a la autoridad del Magisterio de la Santa Iglesia. Amén.

Del gran maestro británico de música coral William Mathias escuchamos su obra cuaresmal Lift up your heads, o ye gates, op 42 n.º 2, basado en las palabras del Salmo 24:


miércoles, 30 de noviembre de 2016

¡No soy digno!

orarcorazon-abierto
Me explicaba un indio que reside en Benarés, situada a orillas del río Ganges, una de las siete ciudades sagradas del hinduismo, cómo es la vida en su país. Me habla de las castas, de la enorme desigualdad que existe entre sus ciudadanos, de la pobreza endémica de millones de compatriotas y de la cantidad de leprosos que todavía pululan por este inmenso país. ¡Leprosos en el siglo XXI!
En realidad, leprosos somos todos que, aunque no tenemos lepra corporal, si la tenemos espiritual. Es la lepra del alma. La lepra del alma herida. La lepra del alma egoísta e intransigente. El alma dormida dispuesta a no seguir la voluntad de Dios. La lepra es el cáncer del espíritu del hombre. El cáncer mina la bondad del alma. Me cuenta el sufrimiento doloroso e infernal del que padece lepra; como sus llagas despedazan a jirones la piel desfigurando rostros y miembros. Así es también el cáncer del alma. Por eso no puedo más que pensar en tener un alma noble y no con lepra. ¡Noble para hacer el bien e interpretar concienzudamente las consecuencias del mal! ¡Noble para no dejarse dominar por la tentación! ¡Noble para no desfallecer ante las pruebas! ¡Noble para aspirar a la comunión espiritual! ¡Noble para que Cristo pueda reinar en mi interior! ¡Noble para, poniéndome humildemente en oración, presentarle al Dios del Amor las debilidades de mi corazón y confesarlas en el sacramento de la penitencia y en la dirección espiritual! ¡Noble para no aparentar virtud! ¡Noble para acoger a Dios con pureza de alma! ¡Noble para exclamar, como aquel pobre, pero rico en gracia, leproso del Evangelio: «Señor no soy digno, pero si tú quieres puede sanarme»!

¡Padre, me acerco a ti consciente de mi miseria y mi pequeñez, de mi indignidad y mi pecado y de la lepra que levanta a jirones mi corazón! ¡Me acerco a ti, Padre, porque no soy digno y anhelo tu perdón y tu sanación interior! ¡No soy digno, Señor, pero te amo y quiero tener contigo encuentros de intimidad! ¡Señor, soy como un leproso de alma y sólo tú puedes curarme! ¡Señor, te contemplo y comprendo que es tu misericordia y tu amor el que me salvan! ¡Señor, si quieres puedes sanarme! ¡Dame tus ojos, tu corazón, tu empatía, tus entrañas, tu compasión y líbrame del mal! ¡Espíritu de Dios, ayúdame a ser cada día mejor para que Cristo pueda reinar cada día en mi corazón! ¡Purifícame, Espíritu Santo, renuévame, límpiame, transfórmame! ¡Y a ti, María, Señora del corazón puro inmaculado, que pueda imitarte siempre en tu pureza de acción y de intención!
Del maestro cordobés Fernando de las Infantas escuchamos hoy su Credo in Deum, a 5 voces de su colección Sacrarum cantionum:

viernes, 11 de noviembre de 2016

El cielo deseado

El cielo prometido
La carta a los Filipenses es el punto de partida de mi oración de hoy. Y leo: «nuestra ciudadanía está en los cielos». Yo amo profundamente a mi país y a sus gentes pero soy peregrino y huésped de la tierra creada por Dios, en mi camino a la vida eterna. Soy un pobre peregrino que camina por la senda de la fe y trata de vivir cristianamente.
¿Cómo tengo que vivir —me pregunto— para ganarme el cielo? Avivando en mi corazón el deseo ferviente de alcanzar la vida terna. Poniéndome en oración para contemplar la grandeza del premio extraordinario que me espera en el cielo. Animando mi fe con la lectura y el estudio de la Palabra divina, ejercitando las virtudes, haciendo mortificaciones y penitencias, haciendo frente a las dificultades de la vida con entereza y esperanza, soportando los dolores y los sufrimientos con alegría, los desprecios y las humillaciones con perdón, las necesidades materiales con generosidad; amando —sobre amando— a los demás… todo compensa si el premio es el eterno amor del Padre.
Para ganar el cielo —mi verdadera patria—, no puedo decaer en la esperanza. La esperanza en Dios y no en las seguridades de este mundo. Mirar el cielo es fecundar el alma. Es vivir con alegría a la espera de recibir el premio deseado. Soy peregrino, un peregrino alegre, que va de camino y que espera en Dios que todo lo puede, que no falla nunca y que es fiel a sus promesas. ¡Señor, consérvame la virtud de la perseverancia para esperar siempre en ti y haz fecunda mi vida para llegar algún día al cielo deseado!

¡Señor, ayúdame a no ser nunca un obstáculo para tu Divina Voluntad por mis acciones u omisiones de pensamiento, palabra u obra! ¡Jesús mío, te doy mi corazón, te consagro toda mi vida, en tus manos pongo la suerte de mi alma y te pido la gracia de vivir siempre cristianamente! Tu, Señor, no me estás esperando para juzgarme o condenarme sino que quieres recibirme con amor y misericordia: yo confieso que Tu Jesús eres el Señor, y creo en mi corazón que Dios te levantó de los muertos! ¡Quiero ganar el cielo pero sé que soy un pecador y te pido perdón por ello, por eso me quiero apartar del pecado! ¡Creo, Jesús, que moriste por mis pecados y resucitaste para darme una nueva vida! ¡Te invito a entrar en mi corazón y en mi vida! ¡Confío en ti como mi Señor y Salvador por el resto de mi vida!
Alégrense el cielo y la tierra (In resurrectione tua):

martes, 8 de noviembre de 2016

Pensar y vivir en clave de eternidad

eternidad
Me decía el hace un tiempo un antropólogo que en algunos países africanos la vida más larga no alcanza de media los cuarenta años. Yo veo a mi abuela que con sus noventa y seis años como alarga su estancia en esta tierra con la alegría del primer día. Pero ¿qué son estos cuarenta o casi cien años comparados con la eternidad? Lo cierto es que muchas veces me olvido de esto pero debería valorar mi vida actual a la luz de la eternidad futura. Una vida de duración sin fin. Para siempre.
Lo cierto es que estamos a las puertas de la eternidad... desde el mismo día de nuestro nacimiento y cuanto menos lo pensemos, cuando menos lo esperemos, llegará la hora en la que debo estar alerta. Y ese día no habrá tiempo de rectificar. El tiempo corre, corre y corre. Y se va. Por eso hay que vivir santamente para la eternidad, sentir para la eternidad, trabajar para el eternidad, amar para la eternidad, sembrar para la eternidad, estudiar para la eternidad, crear para la eternidad, perdonar para la eternidad, servir para la eternidad, pensar para la eternidad, dejar la impronta para la eternidad, ser virtuoso para la eternidad, obrar para la eternidad, hablar para la eternidad... Todo con el fin de imprimir en mi alma y en mi corazón la imagen de Dios con el que voy a compartir la eternidad.

¡Señor, ayúdame a valorar mi vida actual a la luz de la eternidad! ¡Sé, Señor, que estoy a las puertas de la eternidad y a veces me cuesta pensar en ella! ¡Envía tu Espíritu, Señor, para que mi corazón arda en deseos de eternidad, de elevar mi vida a la altura del cielo, amar las cosas eternas más que las cosas mundanas, desear ir a la casa del Padre! ¡Ayúdame Espíritu Santo a vivir para la eternidad siempre y en cada momento, echar aquí en la tierra la semilla que decida mi eternidad, regarla, cuidarla, y recoger sus frutos! ¡Ayúdame Espíritu Santo a que cada una de mis acciones estén pensadas para la eternidad! ¡Hazme Espíritu Santo consciente de que la llegar a la vida eterna depende de mí y ayúdame a estar preparado, a servir fielmente los mandatos del Señor que redundan siempre en mi beneficio! ¡Señor, me dices que si quiero entrar en la vida eterna guarde tus mandamientos, quiero ponerlos en práctica cada día! ¡Ayúdame Tú, con la fuerza de tu Espíritu y por intercesión de María de lograrlo cada día!


Mi guardián no duerme, con la hermana Glenda:

miércoles, 13 de julio de 2016

Cómo embellecer tu alma

 El limpiador de tu alma es el perdón.

Deberás usarlo todo el tiempo, apenas veas una impureza, aplícalo. No te acuestes nunca sin haber pedido perdón y sin haber perdonado. El resultado será que en paz te acostarás y asimismo dormirás y tu sueño te sustentará.

La hidratante de tu alma es la oración.

Si no hidratas la piel de tu rostro, se marchita. Así, si no oras,tu alma se reseca. Pero a medida que confías en Dios, el afán y la ansiedad desaparecen, y aprendes a reposar y esperar en el Señor.

La tonificante de tu alma es la alabanza.

Cuando alabas a Dios y vuelves a Él tus pensamientos , cuando te olvidas de ti mismo, sin egoísmo en tu corazón, quedas libre para que Dios ponga en ti su gozo.


La nutritiva de tu alma es la Palabra.

Así como en lo físico no puedes vivir sin alimentos, tu alma necesita el alimento de la Palabra de Dios. Cuando te alimentas con la Palabra, la debilidad y la confusión desaparecen.

Serás como árbol plantado junto a corrientes de agua.

El protector de tu alma es la coraza de la Fe.

Con la Fe te protegerás de las inclemencias de la vida, mirarás por encima de las circunstancias y pasarás victoriosa en medio de las pruebas.

A través de ti, Dios moverá montañas y alcanzarás a otros para gloria de Dios.


Si usas a diario estos productos de belleza, tu alma se mantendrá limpia y tu corazón será puro. Te saciarás de bien, de modo que te rejuvenezcas como el águila.

sábado, 18 de junio de 2016

¿En qué consiste el “agua de socorro”?

El “agua de socorro” es una expresión propia de algunos países de Latinoamérica para hacer referencia al bautismo de emergencia.


Y este bautizo de emergencia se realiza o se debe realizar, única y exclusivamente, cuando un neonato o un bebé está en peligro real de muerte (aunque pueda que después sobreviva), y no hay posibilidad de recurrir al sacerdote para el bautismo formal.

Este bautismo de emergencia puede llamarse “en artículo de muerte” (cuando la muerte es inminente, próxima y cierta) o puede llamarse “en peligro de muerte” (cuando la muerte es una seria posibilidad).

Por tanto este rito de derramar el agua, o como también se dice “echarle el agüita”, sobre la cabeza del bebé no debe nunca hacerse arbitrariamente o entenderse como un rito sustitutivo o complementario, anterior o posterior, al bautismo; o concebirlo como un rito para la buena suerte, o de protección, o como remedio a la enfermedad.

El agua de socorro tampoco es un símbolo del bautismo o de la relación con Dios.

Los padres no demoren o posterguen por descuido o por razones sin fundamento (conseguir los recursos para hacer una fiesta suntuosa, esperar mucho tiempo para conseguir los padrinos o para que estos lleguen, por ejemplo) el bautismo por meses, y menos aun por años, el bautizo de los niños.

Para evitar angustias o bautismos de emergencia se recomienda por tanto llevar al bebé al párroco y bautizarlo lo antes posible. El amor por el hijo o la hija empieza por aquí.

Lo que pide la Iglesia es bautizar a los niños cuanto antes, y esto por dos motivos:

Por la costumbre vigente en la Iglesia universal, que desde hace tiempo tiene fuerza de ley, de que no se difiera demasiado el bautismo de los neonatos.
Y porque el peligro de muerte es mayor en los niños que en los adultos.
Si el neonato o el niño no puede ser llevado a la iglesia con seguridad, debe llamarse al párroco para que administre el bautismo en casa o, en su defecto, al capellán estando en el hospital.

Si por algún motivo un bebé o un adulto sin bautismo corre algún peligro de muerte y no hay en absoluto la posibilidad de que lo bautice un ministro ordenado, cualquier persona que tenga la debida intención (Can. 861,2), aunque no esté bautizada, puede y debe bautizar.

Cuando se dice “cualquier persona” es cualquier persona, varón o mujer, que tenga uso de razón; indiferentemente que tenga o no algún vínculo familiar con el niño o neonato. Puede ser incluso el padre o la madre.

Después de este bautismo de emergencia se procede a comunicarlo a la parroquia donde se ha realizado el bautismo para hacer lo conveniente (su debido registro, por ejemplo).

En el caso del bautismo de adultos siempre se requiere el consentimiento de los mismos, pues no debe realizarse contra su voluntad.

En este caso, quien va a ser bautizado, realizará piadosamente un acto de contrición y propósito de enmienda. Si el paciente está en estado de debilidad o en agonía podrá ayudarlo o rezarlo por él (pidiendo que lo siga en su interior) otra persona o quien lo va a bautizar.

Sin importar el lugar de bautismo y las circunstancias, las únicas condiciones para un bautismo de urgencia, son:

Pedir al familiar más próximo, o en su defecto a la persona bautizada más cercana, que haga de padrino o madrina. Si no hay nadie presente y/o con un mínimo de condiciones para que haga de padrino o madrina, no es indispensable la presencia de éste o ésta. Quedan excluidos de esta función, en todo caso, además de los ateos, los excomulgados; quienes en caso extremo harán de testigos. “Quien administra el bautismo procure que, si falta el padrino, haya al menos un testigo por el que pueda probarse su administración” (Can. 875).
Como se decía antes, a la hora de bautizar, hacerlo con la intención de hacer lo que hace la Iglesia católica. La persona al bautizar sea consciente de lo que hace: dándole el valor y el respeto debidos.
Derramar agua, aunque sea sin bendecir (Can. 853), sobre la cabeza del bautizando diciendo al mismo tiempo la siguiente fórmula: “N.N., yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Sin decir amén ni agregar más palabras.
No usar otras fórmulas dudosas o ambiguas, pues esto invalidaría el bautismo. Tanto la fórmula como el rito en sí mismo son inmodificables.

Si el bebé no está aun registrado, se le puede imponer el nombre más conveniente (un nombre relacionado con la fe); y luego inscribir el nacimiento en el registro civil el nacimiento con dicho nombre.

No hay que hacer nada más, ni hacen falta más cosas (flores, velas, imágenes, oraciones, libros, etc.).

Si alguien sin bautismo -bebé, niño- está declarado muerto, clínicamente hablando (no se sabe el instante preciso de la separación del alma del cuerpo), se bautiza bajo condición.

En caso de un adulto se puede hacer cuando se sabe que este lo hubiera pedido o se cree que su bautismo no iría contra su voluntad.

En este caso quien bautiza debe verter el agua sobre la cabeza del bautizando diciendo simultáneamente: “Si vives, N.N., yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

El niño en peligro de muerte se puede bautizar lícitamente aun en contra de la voluntad de sus padres sean estos o no católicos (Can. 868,2). Y esto se hace por precepto de caridad, si esto pudiese realizarse en ocasión oportuna y sin incitar o promover el odio a la Iglesia.

sábado, 11 de junio de 2016

6 razones para desear orar

Laoración nos prepara en humildad y sencillez


Con el deseo se ensancha el corazón, cuanto más ancho se hace más capaz de recibir la gracia.
San Agustín

[1] ¡Por favor, sean valientes! Les diré una cosa. No la olviden. ¡Oren, oren mucho! Estos problemas no se resuelven con esfuerzo humano. Estoy diciéndoles cosas que quiero recalcar, un mensaje, quizás mi canto de cisne para la Compañía. Tenemos tantas reuniones y encuentros pero no oramos bastante.

[2] Un nuevo nacimiento, una vida nueva, vida de hijos de Dios. Este es el milagro del Espíritu…esto presupone una delicada atención a las voces del Espíritu, una interior docilidad a sus sugerencias y por lo mismo, más todavía, una plena disponibilidad que sólo una sincera libertad de todos y de todo hace posible y eficaz.

“El viento sopla donde quiere, y oye su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu” Me viene a la mente la comparación con el planeador de arrastre cuya fuerza y capacidad de velocidad, la tiene toda y solamente del dejarse llevar dócilmente sin ninguna resistencia, del aeroplano que lo conduce.

[3] Vivir hoy, en todo momento y en toda misión el ser “contemplativo en la acción”, supone un don y una pedagogía de oración que nos capacite para una renovada “lectura” de la realidad -de toda la realidad- desde el Evangelio y para una constante confrontación de esa realidad con el Evangelio.

[4] Les pido una nueva exigencia: la de buscar, si es necesario, otros modos, ritmos y formas de oración más adecuados a sus circunstancias…y que garanticen plenamente esta experiencia personal de Dios que se reveló en Jesús.

[5] Hoy, más quizás que en un cercano pasado, se nos ha hecho claro que la fe no es algo adquirido de una vez para siempre, sino que puede debilitarse y hasta perderse, y necesita ser renovada, alimentada y fortalecida constantemente. De ahí que vivir nuestra fe y nuestra esperanza a la intemperie “expuestos a la prueba de la increencia y de la injusticia”, requiera de nosotros más que nunca la oración que pide esa fe, que tiene que sernos dada en cada momento. La oración nos da a nosotros nuestra propia medida, destierra seguridades puramente humanas y dogmatismos polarizantes y nos prepara así, en humildad y sencillez, a que nos sea comunicada la revelación que se hace únicamente a los pequeños.

[6] Así, cuando los invito a profundizar en su vida de fe en Dios, y a alimentar esa vida por medio de la oración y de un compromiso activo, lo hago porque sé que no hay otro modo de producir las obras capaces de transformar nuestra maltrecha humanidad. El Señor habla de “sal de la tierra” y “luz del mundo” para describir a sus discípulos. Se saborea y se estima la sal, se disfruta de la luz y se la estima. Pero no la sal insípida ni la luz mortecina.


Artículo originalmente publicado por Oleada Joven

lunes, 6 de junio de 2016

Ser religioso y ser de Dios ¿cuál es la diferencia?

Dios me hace suyo cuando yo me dejo, cuando acepto mi vida como es.


El otro día una persona me comentaba: “No es lo mismo ser religioso que ser de Dios”. Y yo me quedaba pensando. Es verdad. En realidad la meta en la vida es estar profundamente unido a Dios. Y no es lo mismo ser religioso, hablar mucho de Dios, participar en oraciones, repetir gestos litúrgicos, que estar atado a Él desde lo más profundo. Podemos rezar mucho. Hablar de la Iglesia. De los desafíos pastorales. De los cambios de los tiempos. De nuestra estrategia pastoral. De los altos ideales a los que aspiramos. Podemos leer libros religiosos tratando de encontrar respuestas y orientaciones.

Podemos meditar la vida y desentrañar los misterios más ocultos. Podemos escribir con profundidad sobre temas religiosos tratando de dar algo de luz. Podemos querer mucho a Dios pero no pertenecerle por entero.No es lo mismo, es verdad, ser religioso, ser de Iglesia, que ser de Dios desde las entrañas. ¿Dónde está la diferencia? ¿Cómo se puede llegar a ser verdaderamente de Dios? Todo lo que he dicho antes es importante. Es la antesala del verdadero encuentro con Dios. Es lo que prepara el corazón para que tenga lugar esa unión más honda. Es necesario aprender a rezar, invertir tiempo en leer, escribir y hablar con profundidad de Dios y de la Iglesia. Todo ayuda.

Siempre con Dios, siempre pensando en Dios. Todo ayuda. Siempre ayuda. Pero a veces podemos contentarnos con educar hombres religiosos. Les pedimos que repitan gestos. Que interioricen formas. Que lean y estudien. Que conozcan bien la doctrina. Que su conciencia esté bien formada. Todo para que sean más religiosos. Para que estén más unidos a Dios. Queremos que estén arraigados en el corazón de Dios hasta lo más profundo. Que su personalidad sea religiosa desde dentro hacia fuera. Sin formas simplemente pegadas a la piel. Pero, ¡qué difícil es educar hombres de Dios! ¡Cuánto cuesta de verdad ser de Dios! Pensar como Él piensa, amar la vida como Él la ama. Desde lo más profundo. Desde las entrañas. A veces somos del mundo y repetimos actos religiosos. Sólo se nos han pegado formas a la piel. Pero no somos de Dios.

El padre José Kentenich habla de la simplicidad en nuestra relación con Dios: “¿Qué significado tiene la palabra ‘simple’? La función de pensar es simple, la vida afectiva es simple, toda la vida es simple. Sin embargo, no es posible conducir a la oración de simplicidad, de la noche a la mañana, a un alma que aún no está suficientemente cobijada en lo religioso” (J. Kentenich, Hacia la cima). Hace falta tener el corazón muy arraigado en Dios para que mi oración sea simple, para que mi forma de pensar sea simple, para que mi amor sea simple. Hace falta un milagro de conversión para ser totalmente de Dios. Quiero cuidar mi vida, esa huella de eternidad y misterio dejada por Dios en mi alma. Esa presencia de Dios cálida y personal que me remite a Él en cada instante. Esa hondura que, a veces, está muy lejos de los actos externos que repito.

Ojalá fuese más creativo con Él. Sueño con ser más de Dios. Más cada día. Que no busque continuamente la fórmula para que responda a mis deseos. Que no pretenda, rezando mucho, lograr lo que más quiero. Que no busque milagros por todas partes que me den razones para seguir creyendo. Que no me empeñe en enfadarme con Dios cada vez que no sucede lo que más espero.Ser de Dios no consiste en una repetición de gestos religiosos, de frases santas. No es tan solo un arrodillarme asombrado ante el misterio. Tiene que ver con entregarle el corazón por entero, como decía el Padre Kentenich: “Por lo común el ser humano es determinado más por lo que el corazón desea sin confesárselo que por lo que la voluntad quiere. Por eso no hablamos de fusión de voluntades sino de fusión de corazones. Porque es el corazón el que nos hace elocuentes, nos hace grandes o débiles” ( J. Kentenich, Hacia la cima).

Dios me hace suyo cuando yo me dejo. Cuando abro la puerta de mi vida para que Él entre y cambie las cosas. Cuando beso mi vida como es desde lo más profundo. Quiero ser de Dios. Quiero ser propiedad suya. Y acostumbrarme a mirar la vida con sus ojos. Con frecuencia me empeño en que las cosas deben ser como yo creo que deben ser. Y cuando no lo son me alejo de Dios. Me da pena encontrarme con personas que niegan a Dios negando la vida que les ha tocado. Él me acompaña en mi realidad. Tal y como es. Y saca bien del mal. Yo puedo escoger vivir mi vida con Dios o sin Dios. Perteneciéndole a Él o perteneciéndole al mundo. Dios se mete en lo cotidiano y me enseña a mirarlo todo desde Él. En la película El Señor de los anillos, enfrentado a una difícil misión, dice Frodo: “Ojalá nada de esto hubiera ocurrido”. Y Gandalf le contesta: “Eso dicen los que viven estos tiempos, pero no les toca a ellos decidir. Lo único que podemos decidir es qué hacer con el tiempo que se nos ha dado”.

Qué hacer con el tiempo que tengo es lo único que puedo decidir. Las circunstancias de mi vida no puedo cambiarlas. Tan sólo puedo besarlas y aceptarlas en mis manos. Para ello tengo que volver a nacer. Tengo que cambiar mi corazón rígido que se empeña en que las cosas sean como yo quiero. Dios actúa en la verdad de mi vida, en las circunstancias más concretas. No en la idea que tengo sobre cómo deberían ser las cosas. No actúa en mis temores sobre el futuro incierto.

Actúa hoy y me ayuda a decidir hoy. Me ayuda a acercarme a Él para vivir a su lado. Para pertenecerle por entero. Para ser más suyo.

domingo, 29 de mayo de 2016

Eric Clapton canta con Pavarotti la canción que escribió a la Bendita Madre

La letra de la canción de Clapton refleja la experiencia de conversión que tuvo cuando estaba en rehabilitación hace años

En este concierto a beneficio de Bosnia en 2009, Eric Clapton interpretó una canción que escribió para la Santísima Madre junto con el famoso cantante de ópera italiano Luciano Pavarotti, y un sobresaliente coro Gospel.

Las palabras de la canción son una verdadera oración por Clapton. En sus memorias, Clapton: The Autobiography, el músico escribe sobre un momento de hundimiento que tuvo durante su rehabilitación en 1987:

"Yo estaba en la desesperación total", escribió Clapton. "En la intimidad de mi habitación, pedí ayuda. No tenía ni idea de con quién creía que estaba hablando, yo sólo sabía que había llegado al límite de mis fuerzas. . . y, poniéndome de rodillas, me rendí. A los pocos días me di cuenta de eso. . . Había encontrado un lugar, un lugar que siempre había sabido que estaba allí, pero que nunca realmente quería ni necesitaba, ni creía en él. A partir de ese día hasta hoy, nunca he dejado de rezar por la mañana, de rodillas, de pedir ayuda, y por la noche, para expresar gratitud por mi vida y, sobre todo, por estar sobrio".

Esta es la traducción de la letra:

Madre Sagrada, ¿dónde estás?
esta noche me siento partido en dos,
he visto las estrellas caerse del cielo,
Santa Madre, no puedo evitar llorar.

Oh, necesito tu ayuda esta vez,
para pasar esta solitaria noche.
Dime por favor en que lugar girar,
para encontrarme nuevamente.

Santa Madre, escucha mi oración,
de alguna forma sé que estás allí todavía.
Por favor, dame algo de paz mental,
que se lleve este dolor.

No puedo esperar, no puedo esperar, no puedo esperar, por más tiempo.
No puedo esperar, no puedo esperar, no puedo esperar, por ti.

Santa Madre, escucha mi llanto,
he maldecido tu nombre cientos de veces.
Siento la ira corriendo por mi alma,
Santa Madre, no puedo mantener el control.

Oh, siento que el fin llegó,
mis pies no correrán más.
Tú sabes que preferiría estar
en tus brazos esta noche.

Cuando mis manos no toquen más,
ni mi voz permanezca, me desvaneceré.
Santa Madre, entonces estaré
acostado, a salvo en Tus Brazos.

viernes, 27 de mayo de 2016

Transformar el mundo con la esperanza

"Lila", un cortometraje conmovedor


Lila es el título de un cortometraje que muestra diversos acontecimientos en el día de una joven artista. Este pertenece a una trilogía realizada por el productor Carlos Lascano.

Los 8 minutos de duración están llenos de un lenguaje simbólico y estético, así que exigen del espectador una atención y reverencia particular para poder percibir los mensajes que se van dando constantemente, algunas veces de manera velada y otras incluso paseando entre la realidad y la fantasía.Esta particularidad hace que sea algo arriesgado afirmar la existencia de enseñanzas o ideas detrás del video, pero hay algunas características que sobresalen, y las presentamos a continuación.

Todas ellas pueden ser sugerentes para nuestra vida cristiana y para un mundo que, buscando que todo sea mejor, anhela en lo más profundo la plena reconciliación.
La joven artista, por medio de dibujos, esboza realidades que imagina necesarias en diversas situaciones de la vida y estas misteriosamente se integran en la realidad para tener efectos positivos en las personas involucradas.

Su sensibilidad le permite intuir y descubrir con mayor profundidad y agudeza la situación y las necesidades de las demás personas.
Ante esto, ella no pasa de largo ni se aísla en un mundo paralelo sino que permanece abierta a lo que ocurre en la realidad y busca hacer lo posible, dentro sus capacidades y posibilidades, para poder remediarlas.Toda una dinámica que nos puede enseñar mucho a participar caritativa y activamente y no quedarnos balconeando la vida, como nos lo decía el papa Francisco en la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro.


El vídeo presenta otro detalle que da mucho para meditar: sus deseos se cumplen solo después de haber salido a ayudar a los demás. Esto se expresa en el florecimiento de la flor marchita en su escritorio.Ese fue el primer deseo que buscó realizar por medio de un dibujo, pero nada ocurrió. Solo después de una jornada de entregarse a mejorar la vida de los demás sin esperar nada a cambio se encuentra, al regresar, con el milagro que tanto anhelaba.




Un sencillo gesto que evidencia que el que da siempre gana y que “hay más alegría en dar que en recibir” (Hechos 20, 35).
Todos tenemos la nostalgia de un mundo mejor. El camino de regreso a su casa muestra un claro contraste entre los anhelos más profundos del hombre y la situación de contingencia del mundo real.

La protagonista desata un cambio en los lugares por donde pasa, lo transforma todo según los deseos de su corazón. Todo se torna bello y se llena de color, aparece al fin el campanario que tanto anhelaba ver desde el inicio de la jornada, la ciudad gris se convierte en un lindo pueblo junto al mar y hasta se atreve a luchar contra la separación humana, encontrándose en una playa eterna con sus padres.
Lila nos deja conmovidos y tocando, con nostalgia, nuestra esperanza de una nueva creación, de un corazón y una tierra nueva (Apocalipsis 21,1; 2 Pedro 3, 13), nuestro anhelo de la plena reconciliación que nos ha prometido ese Dios con nosotros (Mateo 1, 23).

Una única enseñanza católica que resuelve 14 problemas

Si el alma y el cuerpo son una unidad, entonces eso significa varias cosas…


En los seres humanos, el alma y el cuerpo son una unidad; son uno solo. Nosotros no somos almas presas en un cuerpo a espera de liberación, ni somos sólo cuerpos que llevan a cabo funciones cerebrales superiores.

La Iglesia católica habla de unidad “profunda” del alma y el cuerpo. El espíritu y la materia “no son dos naturalezas unidas, sino que su unión forma una única naturaleza”.

Es difícil enfatizar la importancia de esta enseñanza y cuán fácil es entenderlo mal.

A continuación 14 verdades que se despliegan de la unidad del alma y el cuerpo:


  • El hombre es noble

¡Qué obra de arte es el hombre!”, dijo Hamlet. “Cuán noble de razón, cuán infinito de facultades. En forma y movimiento, cuán admirable. En el actuar, cuán angelical. En el aprendizaje, cuán semejante a un dios. La belleza del mundo. El parámetro de los animales”.
Somos parte animal y parte “ángel”; estamos hechos de polvo y soñamos con alcanzar las estrellas. En la imagen destacada del libro del Génesis, Dios nos hace a partir del barro e inspira en nosotros el soplo de vida.
Si la Iglesia está en lo correcto, nosotros somos nobles y bellos; si la Iglesia está equivocada, somos meros receptáculos de placeres fugaces, altamente desarrollados.


  • El arte puede ser grandioso

Cuando creamos arte, expresamos ideas intangibles mediante materia tangible, audible, visible. El arte utiliza nuestros sentidos para hablarle a nuestra alma.
Si la Iglesia está en lo correcto sobre la unidad del alma y el cuerpo, entonces el arte es un canal para una belleza que nos trasciende.
Pero si la Iglesia está equivocada, el arte es sólo un ejercicio de creatividad.


  • La ley natural importa

Lo que hacemos con nuestro cuerpo, aunque de modo independiente de nuestras intenciones interiores, importa. Nuestro cuerpo, de hecho, es “nosotros”: no es que nosotros “tenemos” un cuerpo: nosotros “somos” cuerpo y alma. Y, por lo tanto, somos responsables de nuestras acciones.
Pero si la Iglesia está equivocada, no podemos acusar o encontrar culpa en nadie, porque no tenemos cómo juzgar las intenciones de los demás y porque sus cuerpos simplemente responden a fuerzas de las cuales ellos no son responsables.


  • La encarnación de Dios es posible

Las herejías cristológicas iniciales intentaban separar la divinidad y la humanidad de Jesucristo: ¿será que su alma era Dios, pero su cuerpo no lo era? ¿Será que Él era un Dios “menor” porque “tenía” cuerpo? ¿Será que Él “se volvió” Dios en el bautismo?
La unidad del alma y el cuerpo resuelve todas estas herejías: Él siempre fue quien Él es: verdadero Dios y verdadero hombre.
Si la Iglesia está equivocada sobre la unidad del alma y el cuerpo, entonces Jesús no puede ser Dios y nosotros no podemos ser redimidos. Si la Iglesia está en lo cierto, nuestra fe no es en vano.


  • Los edificios de la Iglesia importan

Si el alma y el cuerpo no son una sola cosa, entonces no importa la apariencia de las iglesias: estas son sólo algo ante lo que el cuerpo reacciona por instinto.
Pero si el alma y el cuerpo son una sola cosa, entonces las iglesias deben ser, también en su construcción material, testigos elevados de la grandeza de Dios.
Sin la enseñanza sobre la unidad del cuerpo y el alma, las iglesias podrían estar vacías o priorizar formas geométricas que no distrajeran a nuestra alma.
Con esta enseñanza, sin embargo, ellas pueden y deben ser llenadas con iconos e imágenes atractivas también para nuestra naturaleza corporal.


  • Los sacramentos son necesarios

Sin esta enseñanza, sería inútil que lo material transmitiera la gracia.
Pero, con esta enseñanza, podemos tener acceso a la gracia a través de cosas comunes, táctiles, transformadas por un sacerdote: el agua, el pan, la mano que unge, la palabra hablada…


  • María es especial

Sin esta enseñanza, María sería sólo una madre de alquiler que sólo cargó el cuerpo de Jesús.
Pero, con esta enseñanza, ella es la Madre de Dios.


  • Los santos importan

Sin esta enseñanza, sólo celebraríamos los misterios de la vida de Cristo.
Con esta enseñanza, sin embargo, podemos también celebrar a los grandes hombres y mujeres que comparten la vida de Cristo en su propia vida.


  • El sexo importa

Sin esta enseñanza, la sexualidad es un mero entretenimiento y no importa ni el número ni el tipo de parejas.
Con esta enseñanza, en cambio, la sexualidad es la conexión espiritual más íntima posible entre un hombre y una mujer y necesita ser tratada con dignidad y propósito.


  • Las obras de misericordia importan

Sin esta enseñanza, dar de comer y de beber, vestir y abrigar al necesitado son simples cuestiones de decoro público, no actos de misericordia.
Pero, con esta enseñanza, estamos no sólo gestionando necesidades de cuerpos ajenos, sino amando a nuestros hermanos.


  • El ejercicio físico importa

Sin esta enseñanza, cuidar del cuerpo no es relevante; o, por lo menos, no tanto como cuidar el alma.
El cuerpo, no obstante, es parte de quienes somos. Y esto significa que debemos cuidarlo bien.


  • …pero sin exagerar

La Iglesia rechaza la noción neopagana que tiende a promover el culto al cuerpo, a sacrificar todo por él, a idolatrar la perfección física y el éxito en los deportes.


  • El matrimonio no es mera construcción jurídica

Sin esta enseñanza, el matrimonio sería sólo un contrato entre cualquier grupo de dos o más personas, vinculadas por cualquier necesidad mutua.
Con esta enseñanza, sin embargo, el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer con el objetivo final de generar y crear hijos por amor, hijos que jamás fueron, son o serán un mero “conglomerado de células”.


  • Tus órganos genitales y tus cromosomas importan

Si tu cuerpo y tu alma no son una unidad, entonces tu identidad de género es un concepto que queda escondido de los demás.
Pero si tu cuerpo y tu alma son una unidad, entonces las demás personas saben decir lo que tú eres, aunque las ideologías inventen otra cosa.

martes, 17 de mayo de 2016

Frases célebres / Pensamientos de Juan Pablo II

Pensamientos

:: Los jóvenes

"Estamos en el mundo sin ser del mundo, constituidos entre los hombres como signos de la verdad y de la presencia de Cristo para el mundo.  Le entregamos todo nuestro ser concreto como expresión suya, para que El siga pasando haciendo el bien".  (Cf. Act 10:38)
"El verdadero conocimiento y la auténtica libertad se hallan en Jesús. Dejad que Jesús forme parte siempre de vuestra hambre de verdad y justicia, y de vuestro compromiso por el bienestar de vuestros semejantes".
"La libertad, en todos sus aspectos, debe de estar basada en la verdad.  Deseo repetir aquí las palabras de Jesús: "Y la verdad os librará"  (Jn 8:32).  Es, pues, mi deseo que vuestro sentido de la libertad pueda siempre ir de la mano con un profundo sentido de verdad y honestidad acerca de vosotros mismos y de las realidades de vuestra sociedad".  

"Solamente la libertad que se somete a la Verdad conduce a la persona humana a su verdadero bien. El bien de la persona consiste en estar en la Verdad y en realizar la Verdad". (Enc. Esplendor de la Verdad)
"El matrimonio y la familia cristiana edifican la Iglesia. Los hijos son fruto precioso del matrimonio". (Familiaris Consortio 14, 16)
"Ayudad a vuestros hijos a salir al encuentro de Jesús, para conocerlo mejor y para seguirlo, entre las tentaciones a las que están continuamente expuestos, sobre el camino que lleva a la auténtica felicidad".

:: Dios y la persona humana:: Evangelización:: Los jóvenes

Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II para la XVII Jornada Mundial de la Juventud.
Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II para la XVIII Jornada Mundial de la Juventud. 25 de julio 2002.
Saludo final del Papa Juan Pablo II a los participantes de la JMJ 2002 Downsview Lands, Toronto, 28 de julio 2002
Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II para la XVIII Jornada Mundial de la Juventud. 25 de julio 2002.
Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II para la XVIII Jornada Mundial de la Juventud. 25 de julio 2002.
Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II para la XVIII Jornada Mundial de la Juventud. 25 de julio 2002.
"Ahora más que nunca es urgente que seáis los "centinelas de la mañana", los vigías que anuncian la luz del alba y la nueva primavera del Evangelio, de la que ya se ven los brotes. La humanidad tiene necesidad imperiosa del testimonio de jóvenes libres y valientes, que se atrevan a caminar contra corriente y a proclamar con fuerza y entusiasmo la propia fe en Dios, Señor y Salvador."
Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II para la XVIII Jornada Mundial de la Juventud. 25 de julio 2002.

:: La cruz:: El sufrimiento:: Confianza en Dios

"En el corazón de Cristo encuentra paz quien está angustiado por las penas de la existencia; encuentra alivio quien se ve afligido por el sufrimiento y la enfermedad; siente alegría quien se ve oprimido por la incertidumbre y la angustia, porque el corazón de Cristo es abismo de consuelo y de amor para quien recurre a El con confianza".

:: La paz

"La libertad, alimentará la paz y la hará fructificar cuando, en la elección de los medios para alcanzarla, los individuos se guíen por la razón y asuman con valentía la responsabilidad de las propias acciones".

:: La Virgen María

"El anuncio de Simeón parece como un segundo anuncio a María, dado que le indica la concreta dimensión histórica en la cual el Hijo cumplirá su misión, es decir en la incomprensión y en el dolor". Madre del Redentor  #16

:: El Rosario

"Mediante el Rosario, el creyente obtiene abundantes gracias, como recibiéndolas de las mismas manos de la Madre del Redentor".
«Guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón » (Lc 2, 19; cf. 2, 51). Los recuerdos de Jesús, impresos en su alma, la han acompañado en todo momento, llevándola a recorrer con el pensamiento los distintos episodios de su vida junto al Hijo. Han sido aquellos recuerdos los que han constituido, en cierto sentido, el 'rosario' que Ella ha recitado constantemente en los días de su vida terrenal".

:: Vida consagrada:: Fe y Razón

 Carta encíclica Fides et Ratio Sobre las relaciones entre Fe y Razón. 14 de septiembre de 1998

:: Concilio Vaticano II

Después de su conclusión, el Concilio no ha cesado de inspirar la vida de la Iglesia. En 1985 quise señalar: "Para mí, que tuve la gracia especial de participar y colaborar activamente en su desenvolvimiento, el Vaticano II ha sido siempre, y es de modo particular en estos años de mi pontificado, el punto de referencia constante de toda mi acción pastoral, con el compromiso responsable de traducir sus directrices en aplicación concreta y fiel, a nivel de cada Iglesia y de toda la Iglesia. Hay que acudir incesantemente a esa fuente". Juan Pablo II, Homilía del 25 de enero de 1985, cf. L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 3 de febrero de 1985, p. 12).

:: El Arte:: La Eucaristía:: Santidad:: Navidad:: La Iglesia:: Conversión:: La vida



"Me afecta cualquier amenaza contra el hombre, contra la familia y la nación.  Amenazas que tienen siempre su origen en nuestra debilidad humana, en la forma superficial de considerar la vida".
"Queremos AMAR COMO TÚ, que das la vida y te comunicas con todo lo que eres. Quisiéramos decir como San Pablo: «Mi vida es Cristo» (Flp. 1,21). Nuestra vida no tiene sentido sin ti".
"La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida".
"El respeto a la vida es fundamento de cualquier otro derecho, incluidos los de la libertad".
"Todo ser humano, desde su concepción, tiene derecho a nacer, es decir, a vivir su propia vida. No sólo el bienestar, sino también, en cierto modo,el ser mismo de la sociedad, dependen de la salvaguardia de este derecho primoldial. Si se niega al niño por nacer este derecho, resultará cada vez más difícil reconocer sin discriminaciones el mismo derecho a todos los seres humanos".

:: La familia

"La familia está llamada a ser templo, o sea, casa de oración: una oración sencilla, llena de esfuerzo y ternura. Una oración que se hace vida, para que toda la vida se convierta en oración".
"A una familia que hace oración no le faltará nunca la conciencia de la propia vocación fundamental: la de ser un gran camino de comunión".
"La familia es para los creyentes una experiencia de camino, una aventura rica en sorpresas, pero abierta sobre todo a la gran sorpresa de Dios, que viene siempre de modo nuevo a nuestra vida".
"El hombre es esencialmente un ser social; con mayor razón, se puede decir que es un ser familiar".
"El futuro depende, en gran parte, de la familia, lleva consigo el porvenir mismo de la sociedad; su papel especialísimo es el de contribuir eficazmente a un futuro de paz".
Que toda familia del mundo pueda repetir con verdad lo que afirma el salmista: "Ved qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos" (Sal 133, 1).
La acogida, el amor, la estima, el servicio múltiple y unitario -material, afectivo, educativo, espiritual- a cada niño que viene a este mundo, debería constituir siempre una nota distintiva e irrenunciable de los cristianos, especialmente de las familias cristianas; así los niños, a la vez que crecen "en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres", serán una preciosa ayuda para la edificación de la comunidad familiar para la misma santificación de los padres. (Familiaris Consortio, 1981)
La familia es "base de la sociedad y el lugar donde las personas aprenden por vez primera los valores que les guían durante toda su vida".
"Los padres tienen derechos y reponsabilidades específicos en la educación y la formación de sus hijos en los valors morales, especialmente en la dificíl edad de la adolescencia".
"Los padres de familia que tienen la responsabilidad de la educación humana y cristiana de los hijos, confiando también en la ayuda experta de educadores y catequistas serios y bien formados".
"Todos los católicos, en especial los casados deben ser los primeros en testimoniar la grandeza de la vida conyugal y familiar con una acción catequética y educativa más incisiva y constante, que permita incentivar el ideal cristiano de comunión conyugal fiel e indisoluble".
"Políticas familiares basadas en la esterilización masiva, en la promoción del aborto o del divorcio producen «resultados dramáticos»: la desintegración de la célula fundamental de la sociedad".
"La libertad de buscar y decir la verdad es un elemento esencial de la comunicación humana, no sólo en relación con los hechos y la información, sino también y especialmente sobre la naturaleza y destino de la persona humana, respecto a la sociedad y el bien común, respecto a nuestra relación con Dios".
"La persona humana tiene una necesidad que es aún más profunda, un hambre que es mayor que aquella que el pan puede saciar -es el hambre que posee el corazón humano de la inmensidad de Dios". 
"La caridad procede de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y a Dios conoce... porque Dios es amor (1 Jn 4:7-9).  Solamente lo que es construido sobre Dios, sobre el amor, es durable".
"El campamento además de unas vacaciones aventureras, se convierte en un encuentro con Dios, con vosotros mismos y con los otros; encuentro favorecido por una profunda revisión de vida a la luz de la Palabra de Dios".
"Dios, creador de todas las cosas y Señor del cosmos, está unido con cada hombre y mujer por una relación de amor".
"Incluso cuando Dios parece guardar silencio ante la opresión, la injusticia o el sufrimiento, sigue amando al ser humano y sale en su ayuda si es invocado".
"Dios se deja conquistar por el humilde e rechaza la arrogancia del orgulloso".
"¡Como los Reyes Magos, sed también vosotros peregrinos animados por el deseo de encontrar al Mesías y de adorarle! ¡Anunciad con valentía que Cristo, muerto y resucitado, es vencedor del mal y de la muerte!".
"Pero, si vais a ser eficaces predicadores de la Palabra, debéis ser hombres de fe profunda, y a un tiempo oyentes y operadores de la Palabra".
"La Palabra de Dios es digna en todos vuestros esfuerzos.  Abrazarla en toda su pureza e integridad, y difundirla con el ejemplo y la predicación, es una gran misión.  Esta es vuestra misión hoy, mañana y el resto de vuestras vidas".
"La Iglesia necesita muchos y cualificados evangelizadores que, con nuevo ardor, renovado entusiasmo, fino espíritu eclesial, desbordantes de fe y esperanza, hablen cada vez más de Jesucristo".
"Es vital que el llamamiento de Cristo a hacer discípulos sea anunciado y vivido con convicción por cada cristiano".
"Inculturación es lo que permite a la Iglesia encarnar el Evangelio en las diferentes culturas, asumiendo lo que hay de bueno en estas culturas, y renovándolas desde su interior. La inculturación constituye un camino hacia una plena evangelización para que todo hombre pueda acoger a Jesucristo en la integridad de su ser personal, cultural, económico y político, de cara a su plena y total unión con Dios Padre y de una vida santa bajo la acción del Espíritu Santo".
"Es necesario vivir en la adhesión a la voluntad divina, ofrecer el pan a los hambrientos, visitar a los prisioneros, apoyar y consolar a los enfermos, defender y acoger a los extranjeros, dedicarse a los pobres y míseros".
"Acompañad a vuestros alumnos con paciencia y sabiduría; esforzaos en abrir sus mentes y sus corazones a la verdad y al bien, educándolos en la auténtica justicia y en la paz".
"Confió el «compromiso de la paz» sobre todo a los jóvenes es indispensable educar a las nuevas generaciones en la paz, que debe convertirse cada vez más en estilo de vida".
"Vosotros sois la sal de la tierra... Vosotros sois la luz del mundo". (Mt 5, 13-14)
"¡La Iglesia os mira con confianza, y espera que seáis el pueblo de las bienaventuranzas!".
"Gracias a todos los jóvenes de habla hispana. No teman responder generosamente al llamado del Señor. Dejen que su fe brille en el mundo, que sus acciones muestren su compromiso con el mensaje salvífico del Evangelio!".
"¡Vivid comprometidos, en la oración, en la atenta escucha y en el compartir gozoso estas ocasiones de "formación permanente", manifestando vuestra fe ardiente y devota! ¡Como los Reyes Magos, sed también vosotros peregrinos animados por el deseo de encontrar al Mesías y de adorarle! ¡Anunciad con valentía que Cristo, muerto y resucitado, es vencedor del mal y de la muerte!".
"También vosotros, queridos jóvenes, os enfrentáis al sufrimiento: la soledad, los fracasos y las desilusiones en vuestra vida personal; las dificultades para adaptarse al mundo de los adultos y a la vida profesional; las separaciones y los lutos en vuestras familias; la violencia de las guerras y la muerte de los inocentes. Pero sabed que en los momentos difíciles, que no faltan en la vida de cada uno, no estáis solos: como a Juan al pie de la Cruz, Jesús os entrega también a vosotros su Madre, para que os conforte con su ternura".
"Queridos jóvenes, ya lo sabéis: el cristianismo no es una opinión y no consiste en palabras vanas. ¡El cristianismo es Cristo! ¡Es una Persona, es el Viviente! Encontrar a Jesús, amarlo y hacerlo amar: he aquí la vocación cristiana".
"Queridos jóvenes, sólo Jesús conoce vuestro corazón, vuestros deseos más profundos. Sólo Él, que os ha amado hasta la muerte, (cfr Jn 13,1), es capaz de colmar vuestras aspiraciones. Sus palabras son palabras de vida eterna, palabras que dan sentido a la vida. Nadie fuera de Cristo podrá daros la verdadera felicidad".
"La cruz ha venido a ser para nosotros la Cátedra suprema de la verdad de Dios y del hombre. Todos debemos ser alumnos de esta Cátedra en curso o fuera de curso. Entonces comprenderemos que la cruz es también cuna del hombre nuevo".
"Donde surge la Cruz, se ve la señal de que ha llegado la Buena Noticia de la salvación del hombre mediante el amor. Donde se levanta la cruz, está la señal de que se ha iniciado la evangelización".
"La cruz se transforma también en símbolo de esperanza. De instrumento de castigo, se convierte en imagen de vida nueva, de un mundo nuevo".  
"La cruz, en la que se muere para vivir; para vivir en Dios y con Dios, para vivir en la verdad, en la libertad y en le amor, para vivir eternamente".
"El misterio de la Cruz y de la Resurrección nos asegura, sin embargo, que el odio, la violencia, la sangre, la muerte no tienen la última palabra en las vivencias humanas. La victoria definitiva es de Cristo y tenemos que volver a empezar desde Él, si queremos construir para todos un futuro de paz, justicia y solidaridad auténticas".
"El Viernes Santo, con la adoración de la Cruz, celebramos la pasión y muerte de Jesús. El Sábado Santo, día de clara esperanza, en oración con María esperaremos la Resurrección. En la Noche Santa de Pascua, todo se renueva en Cristo resucitado y se expresa con el alegre canto del Gloria y del Aleluya".
"Las palabras de la oración de Cristo en Getsemaní prueban la verdad del sufrimiento".
"Getsemaní es el lugar en el que precisamente este sufrimiento, expresado en toda la verdad por el profeta sobre el mal padecido en el mismo, se ha revelado casi EspiritualMente ante los ojos de Cristo".
"El sufrimiento humano ha alcanzado su culmen en la pasión de Cristo". 
"La cruz de Cristo se ha convertido en una fuente de la que brotan ríos de agua viva".
"En la cruz de Cristo no solo se ha cumplido la redención mediante el sufrimiento, sino que el mismo sufrimiento humano ha quedado redimido".
"Pido para vosotros la gracia de la luz y de la fuerza Espiritual en el sufrimiento, para que no perdáis el valor, sino que descubráis individualmente el sentido del sufrimiento y podáis, con la oración y el sacrificio, aliviar a los demás".

"Sabed también vosotros, queridos amigos, que esta misión no es fácil. Y que puede convertirse incluso en imposible, si sólo contáis con vosotros mismos. Pero lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios". (Lc 18,27; 1,37).
"Los verdaderos discípulos de Cristo tienen conciencia de su propia debilidad. Por esto ponen toda su confianza en la gracia de Dios que acogen con corazón indiviso, convencidos de que sin Él no pueden hacer nada (cfr Jn 15,5). Lo que les caracteriza y distingue del resto de los hombres no son los talentos o las disposiciones naturales. Es su firme determinación de caminar tras las huellas de Jesús".
"Dios no es un ser indiferente o lejano, por lo que no estamos abandonados a nosotros mismos".
"En las inevitables pruebas y dificultades de la existencia, como en los momentos de alegría y entusiasmo, confiarse al Señor infunde paz en el ánimo, induce a reconocer el primado de la iniciativa divina y abre el espíritu a la humildad y a la verdad".
"La paz es uno de los bienes más preciosos para las personas, para los pueblos y para los Estados".
"En este tiempo amenazado por la violencia, por el odio y por la guerra, testimoniad que Él y sólo Él puede dar la verdadera paz al corazón del hombre, a las familias y a los pueblos de la tierra. Esforzaos por buscar y promover la paz, la justicia y la fraternidad. Y no olvidéis la palabra del Evangelio: Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios". (Mt 5,9).
"La paz y la violencia germinan en el corazón del hombre, sobre el cual sólo Dios tiene poder".
"La violencia jamás resuelve los conflictos, ni siquiera disminuye sus consecuencias dramáticas".
"¡Hombres y mujeres del tercer milenio! Dejadme que os repita: ¡abrid el corazón a Cristo crucificado y resucitado, que viene ofreciendo la paz! Donde entra Cristo resucitado, con Él entra la verdadera paz".
"Que nadie se haga ilusiones de que la simple ausencia de guerra, aun siendo tan deseada, sea sinónimo de una paz verdadera. No hay verdadera paz sino viene acompañada de equidad , verdad, justicia, y solidaridad".
"La verdadera reconciliación entre hombres enfrentados y enemistados solo es posible, si se dejan reconciliar al mismo tiempo con Dios".
"No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón".
"El diálogo, basado en sólidas leyes morales, facilita la solución de los conflictos y favorece el respeto de la vida, de toda vida humana. Por ello, el recurso a las armas para dirimir las controversias representa siempre una derrota de la razón y de la humanidad".
"Hay que alentar con firme determinación el camino del diálogo y de la mutua comprensión en el respeto de las diferencias, de forma que la auténtica paz pueda lograrse y tenga lugar el encuentro entre los pueblos en un contexto de solidario acuerdo".
"La auténtica religión no apoya el terrorismo y la violencia, sino que busca promover de toda forma posible la unidad y la paz de la familia humana".
"La guerra es siempre una derrota de la humanidad".
"La violencia y las armas no pueden resolver nunca los problemas de los hombres".
"La verdad y la solidaridad son dos elementos claves que permiten a los profesionales de los medios de comunicación convertirse en promotores de la paz".
"Los invito a cada uno a comprometerse cada día en el seguimiento de Cristo para rechazar la violencia, que es un camino sin futuro, y para construir una paz duradera fundada en la justicia y el respeto de las personas".
"El derecho internacional, el diálogo leal, la solidaridad entre los Estados, el ejercicio tan noble de la diplomacia son los medios dignos de los hombres y de las naciones para superar sus contiendas".
"Valorar los recursos humanos endógenos significa garantizar el equilibrio sanitario y, en definitiva, contribuir a la paz del mundo entero".
"Es un deber para los creyentes, cualquiera sea su religión, proclamar que nunca podremos ser felices unos contra otros; nunca el futuro de la humanidad podrá ser asegurado con el terrorismo y la lógica de la guerra".
"Los creyentes de todas las religiones, junto con los hombres de buena voluntad, abandonando cualquier forma de intolerancia y discriminación, están llamados a construir la paz".
"Nosotros los cristianos, en particular, estamos llamados a ser centinelas de la paz, en los lugares donde vivimos y trabajamos; es decir, se nos pide que vigilemos para que las conciencias no cedan a la tentación del egoísmo, de la mentira y de la violencia".
"No habrá paz en la tierra mientras perduren las opresiones de los pueblos, las injusticias y los desequilibrios económicos que todavía existen".
"Pero para que tengan lugar los cambios estructurales deseados, no son suficientes iniciativas e intervenciones externas; se requiere ante todo una conversión conjunta de los corazones al amor".
"Elevemos nuestras oraciones al Señor para que el amor venza al odio y para que la paz, la justicia y la solidaridad crezcan en todos los rincones del mundo, en el espíritu del Evangelio".
"Es todavía más urgente proclamar, con voz decidida, que sólo la paz es el camino para construir una sociedad más justa y solidaria".
"Hasta que quienes ocupan puestos de responsabilidad no acepten cuestionarse con valentía su modo de administrar el poder y de procurar el bienestar de sus pueblos, será difícil imaginar que se pueda progresar verdaderamente hacia la paz".
"La paz, se realiza respetando el orden internacional y el derecho internacional, que deben ser las prioridades de todos aquellos que tienen a su cargo el destino de las Naciones".
"La paz exige cuatro condiciones esenciales: Verdad, justicia, amor y libertad".
"La verdad, erá fundamento de la paz cuando cada individuo tome conciencia rectamente, más que de los propios derechos, también de los propios deberes con los otros".
"La justicia, edificará la paz cuando cada uno respete concretamente los derechos ajenos y se esfuerce por cumplir plenamente los mismos deberes con los demás".
"El amor será fermento de paz, cuando la gente sienta las necesidades de los demás como propias y comparta con ellos lo que posee, empezando por los valores del espíritu".
"El dogma de la maternidad divina de María fue para el Concilio de Éfeso y es para la Iglesia como un sello del dogma de la Encarnación en la que el Verbo asume realmente en la unidad de su persona la naturaleza humana sin anularla".  Madre del Redentor #4
"María es 'llena de gracia', porque la Encarnación del Verbo, la unión hipostática del Hijo de Dios con la naturaleza humana, se realiza y cumple precisamente en ella". Madre del Redentor #9
"El ir al encuentro de las necesidades del hombre significa, al mismo tiempo, su introducción en le radio de acción de la misión mesiánica y del poder salvífico de Cristo.  Por consiguiente, se da una mediación: María se pone entre su Hijo y los hombres en la realidad de sus privaciones, indigencias y sufrimientos.  Se pone "en medio", o sea se hace mediadora no como una persona extraña, sino en su papel de madre, consciente de que como tal puede -mas bien "tiene el derecho de"- hacer presente al Hijo las necesidades de los hombres".  Madre del Redentor  #21
"La Madre de Cristo se presenta ante los hombres como portavoz de la voluntad del Hijo, indicadora de aquellas exigencias que deben cumplirse para que pueda manifestarse el poder salvífico del Mesías". Madre del Redentor  #21
"En Cana, merced a la intercesión de María y a la obediencia de los criados, Jesús da comienzo a su hora". Madre  del Redentor  #21  
"En Cana María aparece como la cree en Jesús; su fe provoca la primera "señal" y contribuye a suscitar la fe de los discípulos". Madre del Redentor  #21
"La misión maternal de María hacia los hombres de ninguna manera oscurece ni disminuye esta única mediación de Cristo, sino mas bien muestra su eficacia.  Esta función materna brota, según el beneplácito de Dios, de la superabundancia de los méritos de Cristo... de ella depende totalmente y de la misma saca toda su virtud". Madre del Redentor  #22
"Esta nueva maternidad de María, engendrada por la fe, es fruto del `nuevo' amor, que maduro en ella definitivamente junto a la Cruz, por medio de su participación en el amor redentor del Hijo".  Madre del Redentor  #23  
"Nos has dado a tu Madre como nuestra para que nos enseñe a meditar y adorar en el corazón. Ella, recibiendo la Palabra y poniéndola en práctica, se hizo la más perfecta Madre".
"Durante el reciente viaje a Polonia, me dirigí a la Virgen María con estas palabras: "Madre santísima, (...) obtén también para mí las fuerzas del cuerpo y del espíritu, para que pueda cumplir hasta el fin la misión que me ha encomendado el Resucitado. En ti pongo todos los frutos de mi vida y de mi ministerio; a ti encomiendo el destino de la Iglesia; (...) en ti confío y te declaro una vez más: Totus tuus, Maria! Totus tuus! Amén". (Homilía en el santuario de Kalwaria Zebrzydowska, 19 de agosto de 2002.
"Danos tus ojos, María, para descifrar el misterio que se oculta tras la fragilidad de los miembros del Hijo. Enséñanos a reconocer su rostro en los niños de toda raza y cultura".
"María, ayúdanos a ser testigos creíbles de su mensaje de paz y de amor, para que los hombres y las mujeres de nuestro tiempo, caracterizado aún por tensos contrastes e inauditas violencias, reconozcan en el Niño que está en tus brazos al único Salvador del mundo, fuente inagotable de la paz verdadera, a la que todos aspiran en lo más profundo del corazón".
"Que la Virgen, co-participante íntima en el designio de salvación, nos acompañe en el camino de la pasión y de la cruz hasta el sepulcro vacío para encontrar a su Hijo divino resucitado. Entremos en el clima espiritual del Triduo Santo, dejándonos guiar por Ella".

:: La oración

"Es hora de redescubrir, queridos hermanos y hermanas, el valor de la oración, su fuerza misteriosa, su capacidad de volvernos a conducir a Dios y de introducirnos en la verdad radical del ser humano".
"Cuando un hombre ora, se coloca ante Dios, ante un Tú, un Tú divino, y comprende al mismo tiempo la íntima verdad de su propio yo: Tú divino, yo humano, ser personal creado a imagen de Dios".
"En nuestras noches físicas y morales, si tú estás presente, y nos amas, y nos hablas, ya nos basta, aunque muchas veces no sentiremos la consolación".
"Pidamos juntos a Dios, rico de misericordia y de perdón, que apague los sentimientos de odio en el ánimo de las poblaciones, que haga cesar el horror del terrorismo y guíe los pasos de los responsables de las naciones por el camino de la comprensión recíproca, de la solidaridad y la reconciliación".
"Hoy se exalta con frecuencia el placer, el egoísmo, o incluso la inmoralidad, en nombre de falsos ideales de libertad y felicidad. La pureza de corazón, como toda virtud, exige un entrenamiento diario de la voluntad y una disciplina constante interior. Exige, ante todo, el asiduo recurso a Dios en la oración".
"En los momentos de angustia y de «pesadilla mortal», la oración, acompañada por el compromiso de hacer la voluntad de Dios, devuelve el auténtico gusto por la vida".
"En su sencillez y profundidad, sigue siendo también en este tercer Milenio apenas iniciado una oración de gran significado, destinada a producir frutos de santidad".
"El Rosario, en efecto, aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en la cristología. En la sobriedad de sus partes, concentra en sí la profundidad de todo el mensaje evangélico, del cual es como un compendio".
"Con él, el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor".
"Esta oración ha tenido un puesto importante en mi vida espiritual desde mis años jóvenes".
"El Rosario me ha acompañado en los momentos de alegría y en los de tribulación. A él he confiado tantas preocupaciones y en él siempre he encontrado consuelo".
"Hace veinticuatro años, el 29 de octubre de 1978, dos semanas después de la elección a la Sede de Pedro, como abriendo mi alma, me expresé así: «El Rosario es mi oración predilecta. ¡Plegaria maravillosa! Maravillosa en su sencillez y en su profundidad". [...]
"Hoy, al inicio del vigésimo quinto año de servicio como Sucesor de Pedro, quiero hacer lo mismo. Cuántas gracias he recibido de la Santísima Virgen a través del Rosario en estos años: Magnificat anima mea Dominum! Deseo elevar mi agradecimiento al Señor con las palabras de su Madre Santísima, bajo cuya protección he puesto mi ministerio petrino: Totus tuus!".
"El Rosario, comprendido en su pleno significado, conduce al corazón mismo del vida cristiana y ofrece una oportunidad ordinaria y fecunda espiritual y pedagógica, para la contemplación personal, la formación del Pueblo de Dios y la nueva evangelización".
"...el motivo más importante para volver a proponer con determinación la práctica del Rosario es por ser un medio sumamente válido para favorecer en los fieles la exigencia de contemplación del misterio cristiano, que he propuesto en la Carta Apostólica Novo millennio ineunte como verdadera y propia pedagogía de la santidad: es necesario un cristianismo que se distinga ante todo en el arte de la oración".
"No se puede, pues, recitar el Rosario sin sentirse implicados en un compromiso concreto de servir a la paz, con una particular atención a la tierra de Jesús, aún ahora tan atormentada y tan querida por el corazón cristiano".
"En el marco de una pastoral familiar más amplia, fomentar el Rosario en las familias cristianas es una ayuda eficaz para contrastar los efectos desoladores de esta crisis actua"l.
"Numerosos signos muestran cómo la Santísima Virgen ejerce también hoy, precisamente a través de esta oración, aquella solicitud materna para con todos los hijos de la Iglesia que el Redentor, poco antes de morir, le confió en la persona del discípulo predilecto: ¡Mujer, ahí tienes a tu hijo!". (Jn 19, 26).
"María vive mirando a Cristo y tiene en cuenta cada una de sus palabras: 
"Cuando recita el Rosario, la comunidad cristiana está en sintonía con el recuerdo y con la mirada de María".
"...como subrayó Pablo VI: Sin contemplación, el Rosario es un cuerpo sin alma y su rezo corre el peligro de convertirse en mecánica repetición de fórmulas y de contradecir la advertencia de Jesús: "Cuando oréis, no seáis charlatanes como los paganos, que creen ser escuchados en virtud de su locuacidad". (Mt 6, 7).
"Recorrer con María las escenas del Rosario es como ir a la escuela de María para leer a Cristo, para penetrar sus secretos, para entender su mensaje".
"...esto dice el Beato Bartolomé Longo: Como dos amigos, frecuentándose, suelen parecerse también en las costumbres, así nosotros, conversando familiarmente con Jesús y la Virgen, al meditar los Misterios del Rosario, y formando juntos una misma vida de comunión, podemos llegar a ser, en la medida de nuestra pequeñez, parecidos a ellos, y aprender de estos eminentes ejemplos el vivir humilde, pobre, escondido, paciente y perfecto".
"El Rosario nos transporta místicamente junto a María, dedicada a seguir el crecimiento humano de Cristo en la casa de Nazaret. Eso le permite educarnos y modelarnos con la misma diligencia, hasta que Cristo «sea formado» plenamente en nosotros". (cf. Ga 4, 19)
"El Rosario promueve este ideal, ofreciendo el 'secreto' para abrirse más fácilmente a un conocimiento profundo y comprometido de Cristo. Podríamos llamarlo el camino de María".
"En el testimonio ya citado de 1978 sobre el Rosario como mi oración predilecta, expresé un concepto sobre el que deseo volver. Dije entonces que el simple rezo del Rosario marca el ritmo de la vida humana".
"...no es difícil profundizar en esta consideración antropológica del Rosario. Quien contempla a Cristo recorriendo las etapas de su vida, descubre también en Él la verdad sobre el hombre".
"Meditar con el Rosario significa poner nuestros afanes en los corazones misericordiosos de Cristo y de su Madre".
"...sí, verdaderamente el Rosario « marca el ritmo de la vida humana », para armonizarla con el ritmo de la vida divina, en gozosa comunión con la Santísima Trinidad, destino y anhelo de nuestra existencia".
"La entrega total y la fidelidad permanente al Amor constituye la base de vuestro testimonio ante el mundo.  Os pido una renovada fidelidad, que haga más encendido el amor a Cristo, más sacrificada y alegre vuestra entrega, más humilde vuestro servicio". 
"La necesidad de este testimonio público constituye una llamada constante a la conversión interna,  a la rectitud y santidad de vida de cada religiosa".
"La Profesión religiosa coloca en el corazón de cada uno y cada una de vosotros, queridos Hermanos y Hermanas, el amor del Padre; aquel amor que hay en el corazón de Jesucristo, Redentor del mundo.  Este es un amor que abarca al mundo y todo lo que en el viene del Padre y que al mismo tiempo tiende a vencer en el mundo todo lo que «no viene del Padre". (Redemptionis Donum, 9)
"La entrega total y la fidelidad permanente al Amor constituye la base de vuestro testimonio ante el mundo".
"Os pido una renovada fidelidad, que haga mas encendido el amor a Cristo, mas sacrificada y alegre vuestra entrega, mas humilde vuestro servicio".
"La necesidad de este testimonio público constituye una llamada constante a la conversión interior, a la rectitud y santidad de vida de cada religiosa".
"El consagrado es el que afirma y vive en sí mismo el señorío absoluto de Dios, que quiere ser todo en todos".
"Esta entrega nuestra traspaso de propiedad, nos marcó con una señal particular, que pasó a ser nuestra identidad".
"La fe y la razón (Fides et ratio) son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo". (cf. Ex 33, 18; Sal 27 [26], 8-9; 63 [62], 2-3; Jn 14, 8; 1 Jn 3, 2). 
Después de la clausura del Sínodo, hice mío ese deseo, al considerar que respondía "realmente a las necesidades de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares" (5). Juan Pablo II, Discurso en la sesión de clausura de la II Asamblea general extraordinaria del Sínodo de los obispos, 7 de diciembre de 1985; AAS 78 (1986), p. 435; cf. L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 15 de diciembre de 1985, p. 11.
"El que crea da el ser mismo, saca alguna cosa de la nada -ex nihilo sui et subiecti, se dice en latín- y esto, en sentido estricto, es el modo de proceder exclusivo del Omnipotente. El artífice, por el contrario, utiliza algo ya existente, dándole forma y significado".
"En la « creación artística » el hombre se revela más que nunca « imagen de Dios » y lleva a cabo esta tarea ante todo plasmando la estupenda « materia » de la propia humanidad y, después, ejerciendo un dominio creativo sobre el universo que le rodea".
"El Artista divino, con admirable condescendencia, trasmite al artista humano un destello de su sabiduría trascendente, llamándolo a compartir su potencia creadora".
"...el artista, cuanto más consciente es de su «don», tanto más se siente movido a mirar hacia sí mismo y hacia toda la creación con ojos capaces de contemplar y de agradecer, elevando a Dios su himno de alabanza. Sólo así puede comprenderse a fondo a sí mismo, su propia vocación y misión".
"No todos están llamados a ser artistas en el sentido específico de la palabra. Sin embargo, según la expresión del Génesis, a cada hombre se le confía la tarea de ser artífice de la propia vida; en cierto modo, debe hacer de ella una obra de arte, una obra maestra".
"...el artista, cuando realiza una obra maestra, no sólo da vida a su obra, sino que por medio de ella, en cierto modo, descubre también su propia personalidad. En el arte encuentra una dimensión nueva y un canal extraordinario de expresión para su crecimiento espiritual. Por medio de las obras realizadas, el artista habla y se comunica con los otros".
"Las obras de arte hablan de sus autores, introducen en el conocimiento de su intimidad y revelan la original contribución que ofrecen a la historia de la cultura".
"El artista vive una relación peculiar con la belleza. En un sentido muy real puede decirse que la belleza es la vocación a la que el Creador le llama con el don del talento artístico".
"Quien percibe en sí mismo esta especie de destello divino que es la vocación artística -de poeta, escritor, pintor, escultor, arquitecto, músico, actor, etc.- advierte al mismo tiempo la obligación de no malgastar ese talento, sino de desarrollarlo para ponerlo al servicio del prójimo y de toda la humanidad".
"Un artista consciente de todo ello sabe también que ha de trabajar sin dejarse llevar por la búsqueda de la gloria banal o la avidez de una fácil popularidad, y menos aún por la ambición de posibles ganancias personales".
"La auténtica intuición artística va más allá de lo que perciben los sentidos y, penetrando la realidad, intenta interpretar su misterio escondido".
"Todos los artistas tienen en común la experiencia de la distancia insondable que existe entre la obra de sus manos, por lograda que sea, y la perfección fulgurante de la belleza percibida en el fervor del momento creativo: lo que logran expresar en lo que pintan, esculpen o crean es sólo un tenue reflejo del esplendor que durante unos instantes ha brillado ante los ojos de su espíritu".
"El verdadero artista está dispuesto a reconocer su limitación y hacer suyas las palabras del apóstol Pablo, según el cual Dios no habita en santuarios fabricados por manos humanas, de modo que no debemos pensar que la divinidad sea algo semejante al oro, la plata o la piedra, modelados por el arte y el ingenio humano". (Hch 17, 24.29).
"...el arte, incluso más allá de sus expresiones más típicamente religiosas, cuando es auténtico, tiene una íntima afinidad con el mundo de la fe, de modo que, hasta en las condiciones de mayor desapego de la cultura respecto a la Iglesia, precisamente el arte continúa siendo una especie de puente tendido hacia la experiencia religiosa".
"La Iglesia, pues, tiene necesidad del arte".
"En contacto con las obras de arte, la humanidad de todos los tiempos -también la de hoy- espera ser iluminada sobre el propio rumbo y el propio destino".
"Queridos artistas, sabéis muy bien que hay muchos estímulos, interiores y exteriores, que pueden inspirar vuestro talento. No obstante, en toda inspiración auténtica hay una cierta vibración de aquel «soplo» con el que el Espíritu creador impregnaba desde el principio la obra de la creación".
"La belleza es clave del misterio y llamada a lo trascendente".
"Tu presencia en la Eucaristía ha comenzado con el sacrificio de la última cena y continúa como comunión y donación de todo lo que eres".
"Desde que, en Pentecostés, la Iglesia, Pueblo de la Nueva Alianza, ha empezado su peregrinación hacia la patria celeste, este divino Sacramento ha marcado sus días, llenándolos de confiada esperanza".
"Con razón ha proclamado el Concilio Vaticano II que el Sacrificio eucarístico es fuente y cima de toda la vida cristiana".
"La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua y Pan de Vida, que da la vida a los hombres por medio del Espíritu Santo".
"Estoy agradecido al Señor Jesús que me permitió repetir en aquel mismo lugar, obedeciendo su mandato haced esto en conmemoración mía (Lc 22, 19), las palabras pronunciadas por Él hace dos mil años".
"Del misterio pascual nace la Iglesia. Precisamente por eso la Eucaristía, que es el sacramento por excelencia del misterio pascual, está en el centro de la vida eclesial".
"La «fracción del pan» evoca la Eucaristía. Después de dos mil años seguimos reproduciendo aquella imagen primigenia de la Iglesia. Y, mientras lo hacemos en la celebración eucarística, los ojos del alma se dirigen al Triduo pascual: a lo que ocurrió la tarde del Jueves Santo, durante la Última Cena y después de ella".
"Cuando se celebra la Eucaristía ante la tumba de Jesús, en Jerusalén, se retorna de modo casi tangible a su « hora », la hora de la cruz y de la glorificación. A aquel lugar y a aquella hora vuelve espiritualmente todo presbítero que celebra la Santa Misa, junto con la comunidad cristiana que participa en ella".
"Contemplar el rostro de Cristo, y contemplarlo con María, es el « programa » que he indicado a la Iglesia en el alba del tercer milenio, invitándola a remar mar adentro en las aguas de la historia con el entusiasmo de la nueva evangelización".
"Contemplar a Cristo implica saber reconocerle dondequiera que Él se manifieste, en sus multiformes presencias, pero sobre todo en el Sacramento vivo de su cuerpo y de su sangre".
"La Iglesia vive del Cristo eucarístico, de Él se alimenta y por Él es iluminada. La Eucaristía es misterio de fe y, al mismo tiempo, «misterio de luz». Cada vez que la Iglesia la celebra, los fieles pueden revivir de algún modo la experiencia de los dos discípulos de Emaús: Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron". (Lc 24, 31).
"Verdaderamente la Eucaristía es «mysterium fidei», misterio que supera nuestro pensamiento y puede ser acogido sólo en la fe". (n. 15).
"La Eucaristía es verdadero banquete, en el cual Cristo se ofrece como alimento". (N. 16).
"La Eucaristía es tensión hacia la meta, pregustar el gozo pleno prometido por Cristo". (N. 18).
"La Eucaristía, «es, en cierto sentido, anticipación del Paraíso y «prenda de la gloria futura» [...] Quien se alimenta de Cristo en la Eucaristía no tiene que esperar el más allá para recibir la vida eterna: la posee ya en la tierra como primicia de la plenitud futura, que abarcará al hombre en su totalidad". (N. 18).
"La Eucaristía es verdaderamente un resquicio del cielo que se abre sobre la tierra". (N. 19).
"Es un rayo de gloria de la Jerusalén celestial, que penetra en las nubes de nuestra historia y proyecta luz sobre nuestro camino". (N. 19).
"La Eucaristía es la fuente y, al mismo tiempo, la cumbre de toda la evangelización, puesto que su objetivo es la comunión de los hombres con Cristo y, en Él, con el Padre y con el Espíritu Santo". (N. 22).
"La Eucaristía es un tesoro inestimable; no sólo su celebración, sino también estar ante ella fuera de la Misa, nos da la posibilidad de llegar al manantial mismo de la gracia". (N. 25).
"Si la Eucaristía es centro y cumbre de la vida de la Iglesia, también lo es del ministerio sacerdotal. Por eso, con ánimo agradecido a Jesucristo, nuestro Señor, reitero que la Eucaristía es la principal y central razón de ser del sacramento del sacerdocio, nacido efectivamente en el momento de la institución de la Eucaristía y a la vez que ella". (N. 31)
"Puesto que la Eucaristía es misterio de fe, que supera de tal manera nuestro entendimiento que nos obliga al más puro abandono a la palabra de Dios, nadie como María puede ser apoyo y guía en una actitud como ésta". (N. 54).
"Hoy más que nunca la Iglesia necesita sacerdotes santos cuyo ejemplo diario de conversión inspire en los demás el deseo de buscar la santidad a la que está llamado todo el pueblo de Dios".
"La santidad de los nuevos beatos nos estimula a que nosotros busquemos también la perfección evangélica, poniendo en práctica todas las palabras de Jesús".
"La vocación del cristiano es la santidad, en todo momento de la vida. En la primavera de la juventud, en la plenitud del verano de la edad madura, y después también en el otoño y en el invierno de la vejez, y por último, en la hora de la muerte".
"María lo contempla, lo acaricia y lo arropa, interrogándose sobre el sentido de los prodigios que rodean el misterio de la Navidad".
"La Navidad, misterio de alegría. Alegría, incluso estando lejos de casa, la pobreza del pesebre, la indiferencia del pueblo, la hostilidad del poder. Misterio de alegría a pesar de todo. De este mismo gozo participa la Iglesia, inundada hoy por la luz del Hijo de Dios: las tinieblas jamás podrán apagarla".
"La Liturgia del Adviento, empapada de constantes alusiones a la espera gozosa del Mesías, nos ayuda a comprender en plenitud el valor y el significado del misterio de la Navidad".
"La Navidad, no se trata sólo de conmemorar el acontecimiento histórico, que hace más de dos mil años tuvo lugar en una pequeña aldea de Judea. Es necesario comprender más bien que toda nuestra vida debe ser un «adviento», una espera vigilante de la venida definitiva de Cristo".
"La Iglesia indica por mandato del Redentor el camino para el bien espiritual y humano, camino de reconciliación y de penitencia, mediante la conversión personal y la solidaridad con el prójimo".
"La Iglesia se prepara a contemplar extasiada el misterio de la Encarnación. El evangelio narra la concepción y el nacimiento de Jesús, y refiere las muchas circunstancias providenciales que precedieron y rodearon un acontecimiento tan prodigioso: el anuncio del ángel a María, el nacimiento del Bautista, el coro de los ángeles en Belén, la venida de los Magos de Oriente, las visiones de san José. Son todos signos y testimonios que subrayan la divinidad de este Niño. En Belén nace el Emmanuel, el Dios con nosotros".
"La Iglesia nos ofrece, en la liturgia de estos días, tres singulares «guías», que nos indican las actitudes que hay que asumir para salir al encuentro de este divino «huésped» de la humanidad. Ante todo, Isaías, el profeta de la consolación y de la esperanza, proclama un auténtico evangelio para el pueblo de Israel, esclavo en Babilonia, y exhorta a mantenerse vigilantes en la oración para reconocer los «signos» de la venida del Mesías. Después aparece Juan el Bautista, precursor del Mesías, que se presenta como «voz del que clama en el desierto», proclamando «un bautismo de conversión para perdón de los pecados» (Cf. Marcos 1, 4). Es la única condición para reconocer al Mesías ya presente en el mundo. Por último, está María que, en esta novena de preparación a la Navidad, nos guía hacia Belén. María es la mujer del «sí» que, a diferencia de Eva, hace propio y sin reservas el proyecto de Dios. Se convierte de este modo en una luz clara para nuestros pasos y el modelo más elevado de inspiración".
"La enseñanza social de la Iglesia ofrece orientaciones para la promoción de los derechos humanos, para la tutela de la familia, para el desarrollo de instituciones políticas auténticamente democráticas y participativas, para una economía al servicio del hombre, para un nuevo orden internacional que garantice la justicia y la paz y para una actitud responsable hacia la creación".
"Promover una espiritualidad de la comunión., exige ante todo una radical conversión a Cristo, una dócil apertura a la acción de su Espíritu Santo y una acogida sincera de los hermanos".
"Vestirse de Cristo, conlleva ponerle en el centro de la vida personal y comunitaria; en el centro de las actividades didácticas y de toda otra forma de apostolado".
"El compromiso social de los cristianos laicos se puede nutrir y ser coherente, tenaz y valeroso sólo desde una profunda espiritualidad, esto es, desde una vida de íntima unión con Jesús".
"Tenemos que comprender que nuestro bien más grande es la unión de nuestra voluntad con la voluntad de nuestro Padre celestial, pues sólo así podemos recibir todo su amor, que nos lleva a la salvación y a la plenitud de la vida".