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martes, 23 de agosto de 2016

La Reina nos mira desde el Cielo

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Bellísimo día el que ayer celebramos. Siete días después de celebrar la fiesta de su Asunción a los cielos hoy honramos a María como Reina. Es lógico, la Santísima Virgen es Reina porque es Madre de Jesucristo, Rey del Universo. La Virgen porta hoy con más hermosura esa diadema de estrellas que reluce en el universo entero. Seguro que María sonríe con humilde alegría sentada junto a su Hijo ante el trono de Dios. Y hoy todos los cristianos cantamos a María su realeza.





Si rezamos en esta jornada el Santo Rosario, resonará en nuestros corazones con más emoción aquello que proclamamos de:


Reina de los Ángeles,
Reina de los Patriarcas,
Reina de los Profetas,
Reina de los Apóstoles,
Reina de los Mártires,
Reina de los Confesores,
Reina de las Vírgenes,
Reina de todos los Santos,
Reina concebida sin pecado original,
Reina asunta a los Cielos,
Reina del Santísimo Rosario,
Reina de la familia,
Reina de la paz.

Y desde el cielo, María escuchará nuestros cánticos y los homenajes que todos sus hijos vamos a hacerle en este día. Que hermoso es creer que María es Reina, Soberana, Señora y Madre verdadera de Dios, que fue elevada a los cielos en cuerpo y alma para que reciba los homenajes de todos los seres creados.
Eligió Dios a María para ser su Madre. Y la Virgen no dudó ni un solo instante en aceptar este honorable regalo con la humildad de su esclava. Es por este motivo, que la gloria de María es tan inmensa. No hay nadie en el universo que se pueda comparar a la Virgen ni en méritos, ni en virtudes, ni en belleza, ni en bondad... Ella es, sin duda, la única y digna merecedora de llevar la corona del Cielo y de la Tierra.
Es allí en las alturas donde María, coronada por toda la eternidad, se sienta junto a su Hijo en el trono de la gloria. A sus pies los santos, los ángeles, los patriarcas, los profetas, los apóstoles, los mártires, los confesores y todas las personas que en el cielo moran observan a la virgen como intercede por cada uno de nosotros cuando le invocamos y pedimos por nuestras necesidades y la de nuestros familiares y amigos, cuando acudimos a Ella en la adversidad, cuando buscamos su consuelo en el dolor y el sufrimiento, cuando pedimos que nos libere de la esclavitud del pecado, cuando buscamos su misericordia, cuando esperamos recibir su gracia, cuando tratamos de imitar sus virtudes de entrega, generosidad, humildad, sencillez, amabilidad... Sólo pensar en esta imagen mi corazón se llena de alegría.
Pero hay algo todavía más hermoso por el cual podemos llamar Reina a la Virgen María. Ella es íntima operadora de nuestra salvación. A la Virgen la proclamamos corredentora del género humano, y es así porque Dios expresamente lo quiso. Al igual que Cristo es Rey y el valor precioso de su dignidad real es la Cruz y el precio de su reinado es su sangre derramada, el valor de su reinado de María es haber permanecido junto al trono de la Cruz en dolorosa oración. Un Reino eterno y universal de verdad y de vida, de santidad, de justicia, de gracia, de amor y de paz.
Me pongo hoy en manos de esta Reina hermosa con confianza, alegría y amor sabedor que Ella tiene en sus manos, en parte, la suerte de este mundo, que nos ama y nos ayuda en todas y cada una de nuestras dificultades y extiende sus manos para acogerlas y elevarlas al Padre. Que Ella es una Reina al servicio a Dios y de la humanidad, que es reina del amor que vive el don de sí a Dios para cooperar en la salvación del hombre. ¡Totus tuus, María!






¡María, que alegría saber que estás sentada en el Cielo, coronada por toda la eternidad, en un trono junto a tu Hijo! ¡Eres, María, Reina del Cielo y de la Tierra, gloriosa y digna Reina del Universo, y por voluntad de Dios te podemos invocar día y noche con el nombre de Madre y también con el de Reina, como seguro te saludan con alegría y amor todos los ángeles, los santos y los que allí moran! ¡Madre, Reina, Señora, quiero hacer como tú que te consagraste a Dios por entero, y no preguntaste con desconfianza ni pediste pruebas antes de aceptar la petición divina de ser Madre de Cristo! ¡Quiero hacer como Tú, María, Reina, que sólo preguntaste para conocer cómo quería Dios que llevases a término ese plan que el Padre te propuso! «He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra» ¡Estas fueron tus palabras, Reina y Señora! ¡Madre, una vez está clarificado el camino, la respuesta es definitiva, el compromiso es ineludible, la entrega es absoluta: aquí estoy, para lo que haga falta como hiciste Tú, Reina del Universo! ¡Qué ejemplo el tuyo María, para mi pobre vida, para entregarme de manera íntima y personal a los planes que Dios tiene pensados para mí! ¡Madre, enséñame a ser siempre generoso con Dios como Él lo es conmigo! ¡Que cuando tenga claro el camino y definidas las metas no trate de encontrar arreglos intermedios, sendas fáciles, soluciones sencillas, voluntades egoístas! ¡Muéstrame, Reina del Cielo y la Tierra, cuál es el auténtico señorío, la verdadera libertad, que se logra con la obediencia fiel a la voluntad de Dios y con el servicio desinteresado a los que nos rodean! ¡Ayúdame a imitarte siempre, Reina y Madre de Misericordia, y así seré siempre una persona feliz que irradie la luz de la alegría cristiana!
Cantamos hoy a la Reina del Cielo:

lunes, 15 de agosto de 2016

“ Oh Santísima”, el himno a la Virgen aún hoy difundido en todo el mundo

O Santissima, autor desconocido interpretado por Robert Kochis



“Sicut lilium inter spinas Sic Maria inter filias”

O Sanctissima, es una oración escrita en el siglo XVIII por un autor desconocido, que dedica versos maravillosos a la Virgen María. Aún hoy está muy difundida la versión original. Es un canto que se usa particularmente en la fiesta de Navidad. El pasaje nos recuerda la santidad, la piedad y la dulzura de María.

El texto hace referencia a la Inmaculada Concepción, y subraya la belleza de la Virgen. Los dos primeros versos de la tercera estrofa son una clara alusión al Cantar de los Cantares. La fórmula ‘ora por nosotros’ se repite a menudo repetida como en las letanías de Loreto, final ‘reza por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte’ es la invocación que encontramos en el Ave Maria.

Podemos meditar sobre esta pequeña obra de arte con las palabras de san Luis Griñón de Monfort cuando escribe en su Tratado de la verdadera devoción a la santa Virgen: “Los santos han dicho maravillas de esta santa ciudad de Dios; ellos, según dicen, nunca se han sentido tan felices y elocuentes, como cuando han hablado de ella. Afirman que la sublimidad de sus méritos, elevados por ella hasta el trono de la Divinidad, es inabarcable; que la inmensidad de su caridad, extendida por ella hasta los confines de la tierra, es incalculable; que la grandeza de su poder, que influye hasta en el mismo Dios, es inconmensurable; que, en fin, la profundidad de su humildad y de todas sus virtudes y gracias, como un abismo, es insondable. ¡Oh altura incomprensible! ¡Oh inefable inmensidad! ¡Oh desmesurada grandeza! ¡Oh abismo impenetrable!”

sábado, 6 de agosto de 2016

La hermosa devoción de las tres Avemarías

Surgió en Alemania en el siglo XIII, y era muy querida para varios santos, entre ellos san Juan Bosco


Entre las devociones a Nuestra Señora existe una muy especial: la de orar todos los días las tres Avemarías. Pero ¿dónde nace esta devoción? Su origen data del siglo XIII y está ligado con Santa Matilde de Hackeborn, monja alemana benedictina, a quien Nuestra Señora le revela un modo de elevar una acción de gracias a la Santísima Trinidad por los privilegios concedidos a la Virgen María.

Santa Matilde, quien nació en 1241 en una noble familia, pensando en su muerte, suplicó con gran fervor a la Madre de Dios que la asistiera en los últimos instantes de su vida.

Ella escuchó que Nuestra Señora le decía:

“Sí que lo haré; pero quiero que por tu parte me reces diariamente tres Avemarías. La primera, pidiendo que así como Dios Padre me encumbró a un trono de gloria sin igual, haciéndome la más poderosa en el cielo y en la tierra, así también yo te asista en la tierra para fortificarte y apartar de ti toda potestad enemiga. Por la segunda Avemaría me pedirás que así como el Hijo de Dios me llenó de sabiduría, en tal extremo que tengo más conocimiento de la Santísima Trinidad que todos los Santos, así te asista yo en el trance de la muerte para llenar tu alma de las luces de la fe y de la verdadera sabiduría, para que no la oscurezcan las tinieblas del error e ignorancia. Por la tercera, pedirás que así como el Espíritu Santo me ha llenado de las dulzuras de su amor, y me ha hecho tan amable que después de Dios soy la más dulce y misericordiosa, así yo te asista en la muerte llenando tu alma de tal suavidad de amor divino, que toda pena y amargura de muerte se cambie para ti en delicias”.

Ésta no sería la única revelación que tendría una santa en relación con la devoción de las tres Avemarías. Otra religiosa contemporánea a Matilde, Santa Gertrudis, conocida como “La Grande”, tuvo una hermosa visión que confirmaría la otra revelación. Así ocurrió: eran las vísperas de la fiesta de la Anunciación, y al cantar el Avemaría, Gertrudis vio de repente cómo emergían del Corazón del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo como tres fuentes de agua que penetraban en el Corazón de María Santísima.

Al instante escuchó una voz que le dijo: “Después del Poder del Padre, la Sabiduría del Hijo y la Ternura Misericordiosa del Espíritu Santo, nada se compara al Poder, Sabiduría y Ternura Misericordiosa de María”.

A Santa Matilde la Virgen le prometió que quien rece diariamente las tres Ave Marías, recibirá su auxilio durante la vida y una especial asistencia al momento de su muerte, presentándose la Virgen con un brillo y una belleza tal que con sólo verla recibirá consuelo y las alegrías del cielo.

Además de estas dos santas, otros santos fueron especiales difusores de esta devoción, como San Alfonso María de Ligorio, quien aconsejaba con frecuencia esta bella práctica; o San Juan Bosco, quien la recomendaba a los jóvenes. San Pío de Pietrelcina dijo también que muchos se convertirían con solo practicar esta devoción.

Modo de rezar las tres Avemarías:

María Madre Mía; líbrame de caer en pecado mortal.

Por el poder que te concedió el Padre Eterno.
Avemaría…

Por la sabiduría que te concedió el Hijo.
Avemaría…

Por el Amor que te concedió el Espíritu Santo.
Avemaría…

Se finaliza con un Gloria… y la jaculatoria “María, por tu Inmaculada Concepción, purifica mi cuerpo y santifica mi alma” (La cual concede Indulgencia otorgada por San Pío X).

Artículo originalmente publicado por Gaudium Press

miércoles, 1 de junio de 2016

5 momentos en los que puedes recurrir a María

¡Ella también los vivió!


Hablar de mi Mamá del Cielo es difícil para mí. Tengo que reconocer que soy parcial. ¡Amo a la Virgen María con todo mi corazón! María es la mujer por excelencia, es la mujer más sublime que salió del amor de Dios Padre. Y siendo tan sublime como es, se requieren grandes místicos para describirla, y para cantar sus alabanzas.

Como no soy un gran místico y está terminando el mes de María, al no poder cantarle grandes alabanzas a mi Madre, sí puedo decir, en voz baja, una oración de acción de gracias por ser Ella tan humana como sublime.

Probablemente nuestra Madre haya hecho muchas cosas sublimes en la Tierra. Los Evangelios recogen algunas de ellas para darnos indicios de cómo era: Las bodas de Caná para ver en Ella a la intercesión todopoderosa que hizo adelantar su hora a Nuestro Señor; o junto a la Cruz en el Calvario, para ver en Ella, con su corazón atravesado por una espada, a aquella que primero unió sus dolores a la Pasión de Nuestro Señor para abrirnos las puertas del Cielo.

Curiosamente, algunos de esos episodios tan sublimes son episodios de lo más corrientes: una mujer visita a su prima para asistirla en su parto, un niño se pierde en medio de una fiesta religiosa, una madre va a una boda con su hijo…, no parecen los episodios de una novela épica, sino los menesteres cotidianos de una familia cualquiera en un tiempo cualquiera.

Detrás de estos misterios que contemplamos en el rosario, hay una mujer que por haber sido concebida sin mancha de pecado original, hace sublime lo cotidiano. Que todo lo que toca lo convierte en Divino. Ella es tan sublime como el Cielo, y tan cotidiana como el pan.

 El Evangelio y el rosario nos proponen la contemplación de los grandes misterios de la vida de María: la anunciación-encarnación, el calvario de su corazón de madre, su asunción. Son todos misterios que uno no termina nunca de meditarlos. ¡Pero también nuestra Madre del Cielo vivió una vida completamente humana, con las mismas dificultades que nosotros pasamos a diario.
¿Cómo no pedirle que nos socorra cuando la vida se pone difícil, o monótona, o triste, cuando ella pasó por esas mismas dificultades, arideces o tristezas? Ella nos comprende totalmente, y, como mediadora de todas las Gracias e intercesora todopoderosa, está dispuesta a pedirle a su hijo por nuestras dificultades, no importa cuán triviales nos parezcan, a ella todas le parecen importantes.
1. En nuestros momentos de duda


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Cuando contemplamos a María en la anunciación, la vemos casi siempre en el «Fiat»: «Hágase en mí según tu palabra». Y nos olvidamos que ella también dudó. La Madre de Dios era una niña de acuerdo a nuestros parámetros modernos. La enormidad de lo que le estaba diciendo el Ángel tiene que haber conmovido su espíritu, tanto que inmediatamente le pregunta: «¿Cómo será eso posible, si no conozco varón?». Cuando dudemos, cuando sintamos que lo que Dios nos pide es demasiado; invoquemos a María y pidámosle que nos inspire ese «Fiat» que ella supo dar.



2. En los momentos que tememos al dolor


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Cuando Simeón le profetiza a María que una espada le atravesaría el corazón, ¿qué habrá sentido la Virgen? Ninguna madre del mundo querría saber que su hijo sería signo de contradicción, y aunque María aceptaba la voluntad del Padre con sumisión perfecta, ¿no se habrá entristecido su alma? Cuando estamos paralizados por el temor, cuando tenemos pánico de que la Cruz que nos espera va a ser demasiado para nuestros hombros; pidámosle a nuestra Madre que nos de la fortaleza que nos falta.

3. Cuando creemos que perdemos a nuestros hijos


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El Niño Jesús perdido y hallado en el templo. Sus padres terriblemente ansiosos lo buscan entre los parientes y recorren el camino de vuelta a Jerusalén hasta que finalmente lo encuentran entre los doctores. ¿Qué habrá pasado por el alma de la Virgen mientras no lo encontraba? ¿Qué habrá pasado cuando lo encontró en medio de los notables de Israel? ¿Miedo, ansiedad, culpa por no haberlo cuidado? Cualquier madre que pierde a un hijo casi inmediatamente piensa: «qué mala madre soy, no supe cuidarlo». Tal vez esos pensamientos pasaron por la mente de la Virgen. Cuando creemos que nuestros hijos «toman un mal camino», cuando estemos angustiados porque no sabemos hacia dónde se dirigen nuestros hijos; invoquemos a la Madre y pidámosle que nos calme y que guíe a nuestros hijos en sus dificultades.



4. Cuando estamos a los pies de la cruz por la enfermedad de alguien a quién queremos


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La profecía de Simeón finalmente se hizo real. Todo el dolor del mundo se abate sobre el Inmaculado Corazón de María. Su hijo es «varón de dolores», y ella es «mujer de dolores». A la que se le ahorraron los dolores del parto, debe haber sentido ese dolor como un profundo desgarro del alma. ¿Qué padre que ve sufrir a su hijo no le ofrece a Dios cambiar de lugar con él?  Cuando tenemos a un hijo enfermo, sufriendo, subido a la cruz, ¡invoquémosla! ¡Ella sabe que los padres sufrimos como si fueran propios, porque Ella hizo propios los sufrimientos de Nuestro Señor.

5. En los momentos que salimos al encuentro y no somos comprendidos

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En Caná de Galilea la vemos preocupada como auténtica madre, por el éxito de una fiesta de bodas. ¿No es conmovedor su gesto? Ella sola se da cuenta de que no tienen vino y le pide a Jesús que convierta el agua en vino. Jesús parece contestarle destempladamente, incluso la llama «mujer», como poniendo distancia. Sin embargo, ella inmediatamente le dice a los sirvientes que «hagan lo que Él les diga». Muchas veces, cuando salimos al encuentro de los demás, sentimos que rechazan nuestra ayuda, y a veces nos pagan mal con bien. ¡Es el momento de invocar a Nuestra Madre y pedirle que nos dé fuerzas para «hacer lo que Él nos dice»!

Artículo originalmente publicado por Catholic Link

martes, 31 de mayo de 2016

LAS 7 VISITAS DE LA VIRGEN MARIA A LA HUMANIDAD

¿Qué quiere decirnos?


Durante el transcurso de la historia, la Virgen María ha visitado a la humanidad en ciertos lugares especiales por todo el mundo.
En la mayoría de las apariciones marianas, sólo una persona o un grupo pequeño, muy a menudo de niños, se ha informado de la visión de la Santísima Virgen que, al principio, es descrita únicamente como “una Señora”. Aunque ha habido excepciones, como la aparición en Zeitun, Egipto, donde se documentó su aparición ante miles de personas: católicos, ortodoxos, musulmanes y no creyentes.

Según la doctrina de la Iglesia católica, la era de la “revelación pública” terminó con la muerte del último Apóstol. Una aparición mariana, si es juzgada auténtica por una autoridad legítima de la Iglesia, se considera una revelación “privada”. En relación a este tipo de revelaciones, podemos leer en el Catecismo de la Iglesia Católica:

A lo largo de los siglos ha habido revelaciones llamadas “privadas”, algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia. Estas, sin embargo, no pertenecen al depósito de la fe. Su función no es la de “mejorar” o “completar” la Revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia. Guiado por el Magisterio de la Iglesia, el sentir de los fieles (sensus fidelium) sabe discernir y acoger lo que en estas revelaciones constituye una llamada auténtica de Cristo o de sus santos a la Iglesia. (CIC, 67).

Después de una investigación concienzuda de acuerdo con las normas descritas específicamente por la Sagrada Congregación de la Doctrina de la Fe, la Iglesia confirmará una aparición auténtica como fidedigna.

La Santa Sede ha aprobado oficialmente al menos 13 apariciones de la Virgen María, incluyendo las de Guadalupe (México), Saint-Étienne-le-Laus, París (Rue du Bac, Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa), La Salette (Francia), Lourdes (Francia), Fátima (Portugal), Pontmain (Francia), Beauraing (Bélgica) y Banneux (Bélgica).

Hay otras apariciones que han sido aprobadas por el obispo local correspondiente; por ejemplo, la aprobación en 2010 de las apariciones del siglo XIX de “Our Lady of Good Help” (Nuestra Señora de la Buena Ayuda), la primera aparición mariana reconocida en los Estados Unidos.

Apariciones marianas del siglo XX

El siglo XX es pródigo en la documentación de apariciones de la Santísima Virgen, desde la celebérrima aparición en Fátima, Portugal, hasta otras menos divulgadas, pero igualmente poderosas, como las apariciones en Kibeho, Ruanda, o en Akita, Japón. ¿Por qué se ha estado apareciendo tan recientemente?

Fray René Laurentin, un mariólogo mundialmente reputado, nacido el 19 de octubre de 1917 —sólo seis días después de la última aparición de la Virgen María en Fátima— ha viajado por todo el mundo investigando muchos de los informes de estos eventos. Hace algunos años, afirmó que cree que la multitud de apariciones es una llamada urgente a un mundo abocado a la autodestrucción.

“Hay situaciones muy graves y serias en el mundo de hoy en día, así que hay muchas razones para que la Virgen se aparezca para alertarnos. Ella habla de forma global de los riesgos morales, de la inmoralidad sexual liberal o del materialismo. El mundo ha rechazado a Dios y se está abandonando lenta y pacientemente al pecado. Es como si estuviéramos sentados en una rama mientras nosotros mismos la cortamos. Así que ahora experimentamos las consecuencias. El mundo se autodestruye a causa del pecado y no podemos sacarnos a nosotros mismos de esa situación sin ayuda. Así que la Virgen nos llama a volver a lo esencial en nuestras vidas. Pide oración y conversión, nos dice que Dios existe y que debemos regresar a Él. Solamente en Él encontraremos nuestra libertad”.

¿Qué mensaje quiere comunicarnos la Santísima Virgen? En una entrevista en 2008, fray Laurentin explicó que los mensajes varían pero que, al mismo tiempo, son unánimes “en la medida en que representan el simple eco del Evangelio y nos invitan a la oración, a la conversión, al arrepentimiento, al ayuno y a la lectura de la Biblia, de formas diferentes según los tiempos y la relevancia profética de cada mensaje individual, pero siempre sin traspasar los límites de la doctrina de la Iglesia”.

Aunque se informe de milagros, curaciones y recuperaciones acompañando a las apariciones marianas, no son el propósito esencial. Cuando aparece la Santísima Virgen, su propósito principal es el de guiar a sus hijos hacia Jesucristo.

Aquí tienes 7 ocasiones en las que la Virgen María visitó a la humanidad.

Lourdes (Franca), 1858:

La Virgen María se aparece a Bernadette Soubirous, de 14 años, un total de 18 veces en la gruta de Massabielle (“la roca”). La Virgen indicó a Bernadette que debía decir a los sacerdotes que construyeran una capilla en el lugar y le mostró una fuente cuyas aguas han sido causa de numerosas curaciones milagrosas. Cuando por fin Bernadette le preguntó a la Señora quién era, la Virgen respondió: “Yo soy la Inmaculada Concepción”.


Fátima (Portugal), 1917:

La Virgen María se aparece a tres niños pastores, Lúcia dos Santos y sus primos Francisco y Jacinta Marto, el 13 de mayo de 1917, en el valle de Cova da Iria. La Virgen habló del dolor de un mundo asolado por la guerra y las revoluciones e hizo un llamamiento a la oración, el arrepentimiento y la penitencia redentora. También confió a los niños una serie de mensajes proféticos, conocidos como “secretos” o “misterios”, que compartirían con los líderes de la Iglesia. María pidió a los niños que rezaran a menudo el Rosario, diciendo que con el Rosario “pondrían fin a las guerras”. El domingo 13 de octubre de 1917, entre 30.000 y 100.000 personas fueron testigos del “Milagro del Sol”.



Akita (Japón), 1973-1981:

La Virgen María se aparece a sor Agnes Sasagawa, una conversa del budismo al cristianismo. Se dice que el mensaje de Akita, que se asocia con una imagen de la Virgen María venerada por milagrosa, está profundamente relacionado con Fátima y que advierte de la venida de dificultades para la Iglesia. Aunque fueron aprobadas por devoción local, las apariciones de Akita no han recibido ni la aprobación ni la desaprobación de la Santa Sede.




Betania (Venezuela), 1976-1988:

La Virgen María se aparece a María Esperanza de Bianchini, esposa, madre y abuela, bajo el título de María, Virgen y Madre, Reconciliadora de Todos los Pueblos y Naciones. Durante una de estas apariciones, había presentes 150 personas que también vieron a la Señora. Las apariciones de Betania han sido aprobadas por el ordinario local, pero la Santa Sede aún no se ha posicionado. En 2010, la Diócesis de Metuchen, Nueva Jersey, EE.UU., abrió un proceso de beatificación y canonización de la visionaria, que ahora es conocida como Sierva de Dios María Esperanza.




Kibeho (Ruanda), 1981-1986:

La Virgen María se aparece a tres adolescentes, Alphonsine Mumereke, Nathalie Ukamazimpaka y Marie-Claire Mukangango, poco antes del genocidio de Ruanda. La Virgen pide ayuno, oración incesante y conversión. Otros jóvenes en Kibeho afirmaron haber recibido mensajes de la Virgen María, pero sólo fueron aprobadas por el ordinario local las apariciones de Alphonsine, Nathalie y Marie-Claire. En el santuario de Kibeho, María es venerada como Nuestra Señora de los Dolores.




Champion, Wisconsin (EE.UU.), 1859:

La Virgen María se aparece a una joven inmigrante, Adele Brise, al noreste de Wisconsin. María la llamó a “reunir a los niños de este lugar campestre y enseñarles lo que tienen que hacer para la salvación”. En 2010 las apariciones fueron aprobadas por veneración por el obispo de Green Bay, Wisconsin, y el Santuario de Nuestra Señora de la Buena Ayuda, construido en el lugar de la aparición a Adele Brise, es un gran atractivo para los peregrinos.




Zeitun, El Cairo (Egipto), 1968-1970 (aprobada por la Iglesia copta ortodoxa):

La Virgen María se aparece sobre la cúpula de la Iglesia copta ortodoxa de Santa María ante una multitud de más de 250.000 personas, entre los que se encontraban católicos, ortodoxos, protestantes, musulmanes y no creyentes. No se transmitió ningún mensaje durante estas apariciones. Puesto que la iglesia donde ocurrieron las apariciones pertenecía a la Iglesia copta ortodoxa de Alejandría, el patriarca copto ortodoxo Cirilo VI fue quien aprobó su veneración.



domingo, 29 de mayo de 2016

Eric Clapton canta con Pavarotti la canción que escribió a la Bendita Madre

La letra de la canción de Clapton refleja la experiencia de conversión que tuvo cuando estaba en rehabilitación hace años

En este concierto a beneficio de Bosnia en 2009, Eric Clapton interpretó una canción que escribió para la Santísima Madre junto con el famoso cantante de ópera italiano Luciano Pavarotti, y un sobresaliente coro Gospel.

Las palabras de la canción son una verdadera oración por Clapton. En sus memorias, Clapton: The Autobiography, el músico escribe sobre un momento de hundimiento que tuvo durante su rehabilitación en 1987:

"Yo estaba en la desesperación total", escribió Clapton. "En la intimidad de mi habitación, pedí ayuda. No tenía ni idea de con quién creía que estaba hablando, yo sólo sabía que había llegado al límite de mis fuerzas. . . y, poniéndome de rodillas, me rendí. A los pocos días me di cuenta de eso. . . Había encontrado un lugar, un lugar que siempre había sabido que estaba allí, pero que nunca realmente quería ni necesitaba, ni creía en él. A partir de ese día hasta hoy, nunca he dejado de rezar por la mañana, de rodillas, de pedir ayuda, y por la noche, para expresar gratitud por mi vida y, sobre todo, por estar sobrio".

Esta es la traducción de la letra:

Madre Sagrada, ¿dónde estás?
esta noche me siento partido en dos,
he visto las estrellas caerse del cielo,
Santa Madre, no puedo evitar llorar.

Oh, necesito tu ayuda esta vez,
para pasar esta solitaria noche.
Dime por favor en que lugar girar,
para encontrarme nuevamente.

Santa Madre, escucha mi oración,
de alguna forma sé que estás allí todavía.
Por favor, dame algo de paz mental,
que se lleve este dolor.

No puedo esperar, no puedo esperar, no puedo esperar, por más tiempo.
No puedo esperar, no puedo esperar, no puedo esperar, por ti.

Santa Madre, escucha mi llanto,
he maldecido tu nombre cientos de veces.
Siento la ira corriendo por mi alma,
Santa Madre, no puedo mantener el control.

Oh, siento que el fin llegó,
mis pies no correrán más.
Tú sabes que preferiría estar
en tus brazos esta noche.

Cuando mis manos no toquen más,
ni mi voz permanezca, me desvaneceré.
Santa Madre, entonces estaré
acostado, a salvo en Tus Brazos.

viernes, 27 de mayo de 2016

María se aparece en San Nicolás (Argentina)

El caso “exhibe carácter sobrenatural y es digno de creencia,” confirma un obispo.




Tras años de exigente análisis y discernimiento, el obispo de la diócesis argentina de San Nicolás de los Arroyos confirmó el carácter sobrenatural de los acontecimientos que en esa localidad de la provincia de Buenos Aires dieron nacimiento a la devoción a Santa María del Rosario de San Nicolás.

Mediante un decreto con fecha el 22 de mayo de 2016, titulado “Declaración acerca del juicio definitivo sobre la presencia de la Virgen María del Rosario de San Nicolás”, el obispo de esa diócesis monseñor Héctor Cardelli repasa el discernimiento, y citando pasajes que la Virgen expuso a la madre de Familia con quien se comunica, asegura que “Dios se detuvo en San Nicolás de los Arroyos, trayendo para nosotros el perfume de Santa María”.

“Concluimos luego de un seguimiento de más de tres decenios que todos los aspectos pueden calificarse de positivos en adhesión a la verdad más plena”, asegura el obispo, y destaca la actitud de Gladys, la mujer que desde hace más de 30 años se comunicaría con la Virgen María: “Se ha apreciado además la sana reserva, docilidad ante la autoridad eclesiástica, además de una evidente ausencia de protagonismo y vanagloria en la persona a la que la Santa Madre invitó para transcribir sus mensajes”.

El decreto se enmarca en las normas que la Santa Sede prevé para el juicio sobre las revelaciones privadas y la enseñanza de que el cristiano del siglo XXI “no tiene que esperar otra nueva revelación pública antes de la gloriosa manifestación de Jesucristo”.

El obispo también recuerda con el Catecismo que las revelaciones privadas no pertenecen al depósito de la Fe, y que su función “no es la de mejorar o completar la revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivir más plenamente en una cierta época de la historia (CIC 67)”.

“El en caso de San Nicolás reconocemos su significado positivo en cuanto ha ayudado a comprender y vivir mejor el Evangelio anunciado por Cristo y lo vemos como un alimento para la Fe, la Esperanza y la Caridad, vías que señalan con claridad la intención de seguir los caminos de Salvación que la Palabra de Dios enseña”.

Durante el repaso, se enuncia en el decreto, no se puede encontrar “origen en mera acción humana” que explique los acontecimientos, “el exquisito contenido, la calidad y riqueza de los mensajes, los frutos en términos de conversiones, cambios de vida, sanaciones”. Asimismo, se elimina por los frutos resultantes la posibilidad de “considerar que el mal busque el bien y la santidad de las almas”, rechazándose así la posibilidad de que lo ocurrido sea obra del Enemigo.

El obispo, en su potestad, expresa tener “la suficiente certeza para concluir que el Caso mariano de San Nicolás de los Arroyos exhibe carácter sobrenatural y es digno de creencia”.

El origen de la devoción

En 1983, varios rosarios en varias casas de San Nicolás de los Arroyos, localidad ubicada a 240 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, se iluminaron misteriosamente. Ante este extraño signo, una madre de familia comenzó a rezar con intensidad a la Virgen, quien se le reveló el 25 de septiembre de ese año. La petición de María en esas primeras apariciones consistía en buscar una imagen de María del Rosario que había sido bendecida por un Papa y estaba olvidada. La imagen a la que hacía referencia fue hallada en el campanario de la catedral. Se trataba de una imagen de María con el niño en brazos que había sido bendecida por León XIII con motivo de la inauguración del templo parroquial.

En todo momento la mujer se puso a disposición de la Iglesia, compartiendo los mensajes con las autoridades eclesiales y sometiéndose a su voluntad, cuidándose así que el acontecimiento mariano se conserve “en el seno de la Iglesia”.

El entonces obispo de San Nicolás, monseñor Domingo Salvador Castagna, aprobó la publicación y difusión de los Mensajes de María del Rosario en San Nicolás y ordenó la construcción de un Santuario, erigiéndolo canónicamente, tal como la Virgen lo había pedido.

“No cabe duda: este hecho seguirá creciendo. Por sus frutos espirituales, dio prueba de su autenticidad”, comentó en 1990 monseñor Castagna, quien asistido por una Comisión de investigación, discernió los hechos, aprobó la ortodoxia de los mensajes, y acompañó la devoción estableciendo las reglas necesarias. Los sucesivos obispos acompañaron desde entonces la permanente peregrinación de fieles al santuario en construcción, y en todo este tiempo la vidente, de nombre Gladys, mantuvo su bajo perfil y su vida piadosa.

Habita en una humilde casa cercana al santuario, donde asiste asiduamente a Misa, según confirman los vecinos. La casa es fácilmente identificable por el enorme buzón en la puerta, en el que peregrinos al santuario dejan cartas para que sean compartidas con la Virgen.

“Dios se detuvo en San Nicolás de los Arroyos”, asegura el obispo Cardelli en su decreto. “Él se detiene en las almas que lo necesitan. Nosotros lo necesitamos, nuestro país lo necesita, el mundo lo necesita”, expone.

Para quienes quieran conocer más de Santa María del Rosario de San Nicolás, a cuyo santuario acuden anualmente decenas de miles de peregrinos, solos o en conmovedoras peregrinaciones masivas, se invita a seguir el Facebook del Obispado.

domingo, 22 de mayo de 2016

5 revelaciones sorprendentes del “tercer secreto” de Fátima


En el 2000, el entonces cardenal Joseph Ratzinger explicó los signos y los símbolos de las apariciones marianas


El 13 de mayo es el 99° aniversario de las apariciones marianas en Fátima, en Portugal. Durante todo el siglo pasado, individuos de todas partes del mundo han elaborado teorías para descifrar el mensaje oculto en los “tres secretos” de Fátima, pero sor Lucía dijo que la interpretación pertenecía no al vidente, sino a la Iglesia. Toca a la Iglesia interpretar los diversos signos y símbolos de Nuestra Señora de Fátima para ofrecer a los fieles una guía clara en la comprensión de lo que Dios quiere revelar.

La Iglesia hizo exactamente esto en el 2000, cuando el entonces cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, escribió un largo comentario-interpretación a nivel teológico del famoso “tercer secreto”. Al cardenal se le encargó que aclarara los signos y símbolos que se encontraban en las visiones de la Virgen, e hizo algunos descubrimientos extraordinarios.

Aquí cinco revelaciones sorprendentes que se desprenden del “tercer secreto” de Nuestra Señora de Fátima tal y como lo interpretó el cardenal Ratzinger (ahora papa emérito Benedicto XVI).


¡Penitencia, penitencia, penitencia!

“La palabra clave de este “secreto” es el triple grito: “¡Penitencia, Penitencia, Penitencia!”. Nos vuelve a la mente el inicio del Evangelio: paenitemini et credite evangelio (Mc 1, 15). Comprender los signos del tiempo significa: comprender la urgencia de la penitencia – de la conversión – de la fe. Esta es la respuesta correcta al momento histórico, que está caracterizado por grandes peligros, los cuales serán delineados en las imágenes sucesivas”.
El mensaje central de Nuestra Señora de Fátima era “Penitencia”. Ha querido recordar al mundo la necesidad de alejarse del mal y de reparar los daños provocados por nuestros pecados. Esta es la “clave” para comprender el resto del “secreto”. Todo gira en torno a la necesidad de penitencia.

Nosotros hemos forjado la espada de fuego

“El ángel con la espada de fuego a la izquierda de la Madre de Dios recuerda imágenes análogas del Apocalipsis. Este representa la amenaza del juicio, que se cierne sobre el mundo. La perspectiva que el mundo podría ser carbonizado en un mar de llamas, hoy no parece ya que sea una pura fantasía: el hombre mismo ha preparado con sus inventos la espada de fuego. La visión muestra después la fuerza que se contrapone al poder de la destrucción — el esplendor de la Madre de Dios, y, procedente en cierto modo de ello, la llamada a la penitencia”.
Esta parte de la aparición tiende a ser la más angustiosa. Parece que Dios puede destruirnos a todos con una “espada de fuego”.

Pero el cardenal Ratzinger, sin embargo, subraya que la “espada de fuego” sería algo que creamos nosotros (como la bomba atómica) más que un fuego que desciende del cielo. La buena noticia es que la visión afirma que la espada de fuego se extingue al contacto con el esplendor de la Virgen, en conexión con la llamada a la penitencia. La Virgen tiene la última palabra, y su esplendor puede detener cualquier cataclisma.


El futuro no está grabado en piedra

“Se subraya la importancia de la libertad del hombre: el futuro no está de hecho determinado de modo inmutable, y la imagen, que los niños vieron, no es un film anticipado del futuro, del que nada podría ser cambiado. Toda la visión sucede en realidad sólo para apelar a la libertad humana, para encaminarla en una dirección positiva… El sentido de la visión … es… el de movilizar las fuerzas del cambio al bien”.
Contrariamente a la convicción popular, las intensas visiones ofrecidas por Nuestra Señora de Fátima no son una previsión de lo que sucederá. Son una previsión de lo que podría suceder si no respondemos al llamamiento a la penitencia y a la conversión del corazón que la Virgen hace. Tenemos aún nuestro libre albedrío, y se nos exhorta a usarlo por el bien de toda la humanidad.

La sangre de los mártires es semilla de la Iglesia


“La conclusión del ‘secreto’… es una visión consoladora, que quiere hacer permeable al poder curador de Dios una historia de sangre y lágrimas. Los ángeles recogen bajo los brazos de la cruz la sangre de los mártires y riegan así las almas, que se acercan a Dios… Como por la muerte de Cristo, de su costado abierto, nació la Iglesia, así la muerte de los testigos es fecunda para la vida de la Iglesia. La visión de la tercera parte del ‘secreto’, tan angustiosa al principio, se concluye con una imagen de esperanza: ningún sufrimiento es vano, y precisamente una Iglesia sufriente, una Iglesia de mártires, se convierte en signo indicador para la búsqueda de Dios por parte del hombre”
Es verdad que la visión contiene mucho sufrimiento, pero no es en vano. La Iglesia puede tener que sufrir mucho en los años venideros, y esto puede no ser una sorpresa. La Iglesia ha vivido la persecución desde la crucifixión, y nuestro sufrimiento en la época actual producirá efectos positivos solo en el futuro.


Tened valor, yo he vencido al mundo

“‘Mi Corazón Inmaculado triunfará’. ¿Qué significa? El Corazón abierto a Dios, purificado por la contemplación de Dios, es más fuerte que los fusiles y que las armas de todo tipo … El maligno tiene poder en este mundo … tiene poder porque nuestra libertad se deja continuamente separar de Dios. Pero… la libertad para el mal no tiene la última palabra. Desde entonces vale la palabra: ‘En el mundo tendréis tribulaciones, pero ánimo, yo he vencido al mundo’ (Jn 16, 33). El mensaje de Fátima nos invita a confiar en esta promesa”
Para concluir, el “secreto” de Fátima nos da esperanza en este mundo lacerado por el odio, por el egoísmo y por la guerra. Satanás no triunfará, y sus planes malvados serán obstaculizados por el Corazón Inmaculado de María. Podrá haber sufrimiento en el futuro próximo, pero si nos agarramos a Jesús y a Su Madre saldremos victoriosos.