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sábado, 22 de abril de 2017

Cómo ganar la indulgencia plenaria el día de la Divina Misericordia

Este domingo celebramos la Divina Misericordia, fiesta muy importante que fue instituida por San Juan Pablo II según la petición de Nuestro Señor Jesucristo a Santa Faustina Kowalska. ¿En qué consiste esta devoción? ¿Cuál es su origen? ¿Cómo se reza la Coronilla de la Divina Misericordia?

Nuestro Señor se apareció desde 1931 a 1938 a la religiosa polaca Santa Faustina Kowalska, confiándole la difusión de la devoción a Su Divina Misericordia. Estas revelaciones las escribió Santa Faustina en un diario, por indicación de su director espiritual.   
La Divina Misericordia es una devoción centrada en la enseñanza de la misericordia de Dios y Su amor infinito por la humanidad. Esa misericordia y ese amor lo pone Jesucristo a disposición de todos los hombres, especialmente a los más pecadores.
San Juan Pablo II canonizó a Santa Faustina Kowalska en el año 2000 y ese mismo año instituyó la Solemnidad del Domingo de la Divina Misericordia, para que se celebrara cada año el domingo siguiente al Domingo de Resurrección.
Dada la importancia de esta fiesta, la Iglesia ofrece una indulgencia plenaria para hacer que los fieles vivan con intensa piedad esta celebración. Fue San Juan Pablo II quien estableció que el Domingo de la Divina Misericordia se enriqueciese con la indulgencia plenaria para que los fieles recibiesen con más abundancia el don de la consolación del Espíritu Santo y cultivasen así una creciente caridad hacia Dios y hacia el prójimo, y una vez obtenido de Dios el perdón de sus pecados, ellos a su vez perdonen generosamente a sus hermanos.
Para ganar esa indulgencia plenaria, hay que hacer lo siguiente:
  • Confesarse
  • Acudir a la Santa Misa de la Fiesta de la Divina Misericordia
  • Comulgar
  • Tener la disposición interior de un desapego total del pecado, incluso venial.
  • Rezar por las intenciones del Papa un Padrenuestro y un Avemaría, u otras oraciones

En el día de la fiesta de la Divina Misericordia, les recomiendo que cuando sean en sus respectivos países las 3 p.m., hora en que murió Jesucristo, recen la "Oración de las tres", cuyo texto es: 

Oración de las tres dictada por Jesús a Santa Faustina Kowalska

Expiraste, Jesús, pero Tu muerte hizo brotar un manantial de vida para las almas y el océano de Tu misericordia inundó todo el mundo. Oh, Fuente de Vida, insondable misericordia divina, anega el mundo entero derramando sobre nosotros hasta Tu última gota.
Oh, Sangre y Agua que brotaste del Corazón de Jesús, manantial de misericordia para nosotros, en Ti confío.

El Señor le dijo a Santa Faustina Kowalska lo siguiente sobre la oración de las tres:
A las tres de la tarde en punto, implora Mi misericordia, especialmente por los pecadores; y, aunque sea por un breve momento, sumérgete en Mi pasión, particularmente en Mi abandono en el momento de la agonía. Esta es la hora de la gran misericordia para todo el mundo. Yo te permitiré entrar en Mi dolor mortal. En esta hora, Yo no rehusaré nada al alma que Me pida algo en virtud de Mi pasión.

martes, 18 de abril de 2017

La oración escondida al final del Ave María

Si lo permitimos, la Virgen María nos acompañará


“…ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”.



Aprendí esas palabras al principio de mi infancia. Aprendí los sonidos, las pausas, hasta dominé el arte de mezclar mi voz con otras voces para formar una única ola de súplica. Pero después de años de Aves Marías, un día se me ocurrió que había una petición escondida en las palabras finales de la oración.

“En la hora de nuestra muerte”. Nosotros estamos pidiendo que María rece por nosotros en el momento más importante de nuestra vida, cuando el alma deja el cuerpo y se pone frente a Nuestro Señor, cuando la eternidad –para bien o para mal– se extiende frente a nosotros.

Pero, me parece que la expresión “en la hora de nuestra muerte” puede significar algo más. Hace dos  años estaba orando en la habitación. En un momento determinado, pensé: hay dos tipos de muerte. No existe solamente la muerte corporal, sino también la muerte del yo, la muerte del “hombre viejo” al que san Pablo se refiere (esa parte mía orientada hacia Dios y la parte vinculada a mí mismo y al pecado).

¿Y no necesitamos del apoyo de la Virgen María en el momento de esa “muerte” también?

Ahora, entiendo que esta petición del Ave María engloba todo esto: ruega por mí ahora; ruega por mí en la hora de mi muerte física y ruega por mí en el momento de mis pequeñas muertes diarias, esas veces en que soy llamado a enterrar el “viejo yo” para que, muerto al pecado, me pueda elevar a la plenitud de la vida en Cristo.

“Despojaros, en cuanto a vuestra vida anterior…”, dice san Pablo a los Efesios, “revestiros del Hombre Nuevo, creado según Dios”.

“Desconsiderar nuestra vieja naturaleza”, ¿no es una especie de muerte? ¿una muerte que también tememos y de la que huimos diariamente? A veces me siento tentada a pensar que un martirio corporal de una sola vez suena relativamente simple, en comparación con la perspectiva de sacrificar mi voluntad día tras día.

Y aquí entra Nuestra Señora. Puedo correr hasta ella con mis miedos, con mis imágenes terribles sobre lo que me reserva el futuro y con mi absoluta debilidad. Ruega por mí ahora, en todos mis problemas actuales, miedos y luchas. Y en la hora de la muerte, en esas hora de pequeñas muertes de uno mismo y en la hora final, en que seré llevado ante el tribunal.

Así como ella se quedó con Cristo hasta el último momento, ella nos acompañará, si la dejamos. Ella desea sostenernos en nuestras muertes diarias para vernos llegar victoriosos frente a Cristo en nuestra última hora.

Nuestras batallas son reales. Nuestras pequeñas luchas cuentan. Pero no podemos conquistarlas solos. Recemos fervorosamente, entonces, con sinceridad y confianza a nuestra Madre fiel:

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Escuchamos esta canción a la Virgen  Maria:


viernes, 21 de octubre de 2016

“Para conocer a Jesús no basta el catequismo, hay que rezar”

Oración, adoración y reconocerse pecadores. Son tres elementos indispensables para conocer verdaderamente a Jesús. Y es por ello que no basta el catecismo, como indicó Papa Francisco en la homilía de la misa que presidió hoy, 20 de octubre, por la mañana en la capilla de la Casa Santa Marta, según indicó la Radio Vaticana.
 
El Pontífice reflexionó sobre el pasaje de la Carta de San Pablo a los Efesios, primera lectura de hoy: «Ganar a Cristo», es el tema. El Apóstol de los gentiles pide que el Espíritu Santo le de a los efesios la gracia de «ser fuertes, reforzados» para que Cristo  pudiera vivir en sus corazones. Porque «ahí está el centro».

Pablo, dijo Bergoglio, «se sumerge» en el «mar inmenso que es la persona de Cristo» Después se preguntó: «¿Cómo podemos conocer a Cristo? ¿Cómo podemos comprender el amor de Cristo que supera todo conocimiento?». Cristo, respondió Papa Francisco, «está presente en el Evangelio. Leyendo el Evangelio conocemos a Cristo. Y todos nosotros hacemos esto. Al menos escuchamos el Evangelio cuando vamos a Misa. Con el estudio del catecismo. El catecismo nos enseña quién es Cristo. Pero esto no es suficiente. Para ser capaces de comprender cuál es la amplitud, la longitud, la altura y la profundidad de Jesucristo es necesario entrar en un contexto, primero, de oración, como hace Pablo, de rodillas: ‘Padre envíame al Espíritu para conocer a Jesucristo’».
Par conocer verdaderamente a Cristo, reafirmó Francisco, «es necesaria la oración»; pero Pablo, añadió, «no sólo reza, sino que adora este misterio que supera todo conocimiento y en un contexto de adoración pide esta gracia» al Señor. «No se conoce al Señor —explicó el Papa— sin esta costumbre de adorar, de adorar en silencio. Adorar. Creo (si no me equivoco) que esta oración de adoración es la menos conocida por nosotros, es la que hacemos menos. Perder el tiempo (me permito decir) ante el Señor, ante el misterio de Jesucristo. Adorar. Y allí en silencio, el silencio de la adoración. Él es el Señor y yo adoro».
El Pontífice concluyó su homilía diciendo que «para conocer a Cristo es necesario tener conciencia de nosotros mismos», es decir, tener la costumbre de acusarnos a nosotros mismos, reconociendo que  somos «pecadores».
«No se puede adorar sin acusarse a sí mismo —explicó. Para entrar en este mar sin fondo, sin orilla, que es el misterio de Jesucristo, son necesarias estas cosas. La oración: ‘Padre, envíame al Espíritu para que Él me conduzca a conocer a Jesús’. Segundo: la adoración del misterio, entrar en el misterio, adorando. Y tercero: acusarse a sí mismo. Soy un hombre de labios impuros’».

domingo, 11 de septiembre de 2016

El violín

Se cuenta que con un viejo violín, un pobre hombre se ganaba la vida. Iba por los pueblos, comenzaba a tocar y la gente se reunía a su alrededor. Tocaba y al final pasaba entre la concurrencia una agujereada boina con la esperanza de que algún día se llenara. Cierto día comenzó a tocar como solía, se reunió la gente, y salió lo de costumbre: unos ruidos más o menos armoniosos. No daba para más ni el violín ni el violinista. Y acertó a pasar por allí un famoso compositor y virtuoso del violín.

Se acercó también al grupo y al final le dejaron entre sus manos el instrumento. Con una mirada valoró las posibilidades,lo afinó, lo preparó... y tocó una pieza asombrosamente bella. El mismo dueño estaba perplejo y lleno de asombro. Iba de un lado para otro diciendo:

- ¡es mi violín...!, ¡es mi violín...!, ¡es mi violín...!- Nunca pensó que aquellas viejas cuerdas encerraran tantas posibilidades.

No es difícil que cada uno de nosotros, profundizando un poco en sí mismo, reconozca que no está rindiendo al máximo de sus  posibilidades. Somos en muchas ocasiones como un viejo violín estropeado, y nos falta incluso alguna cuerda. Somos... un instrumento flojo, y además con frecuencia desafinado. Si intentamos tocar algo serio en la vida, sale eso...unos ruidos faltos de armonía. Y al final, cada vez que hacemos algo, necesitamos también pasar nuestra agujereada boina; necesitamos aplausos, consideración, alabanzas... Nos alimentamos de esas cosas; y si los que nos rodean no nos echan mucho, nos sentimos defraudados; viene el pesimismo. En el mejor de los casos se cumple el refrán: "Quien se alimenta de migajas anda siempre hambriento": no acaban de llenarnos profundamente las cosas.

¡Qué diferencia cuando dejamos que ese gran compositor, Dios, nos afine, nos arregle, ponga esa cuerda que falta, y dejemos que Él toque! Pero también en la vida terrena existen violinistas que nos pueden afinar; un amigo, un compañero, un maestro, nuestro Director Espiritual, o cualquier persona de la que podamos obtener conocimientos, un consejo, una buena idea,  una corrección fraterna, y quedaremos sorprendidos de las posibilidades que había encerradas en nuestra vida.

Comprobamos que nuestra vida es bella y grandiosa en cuanto somos instrumentos perfectibles y, si nos proponemos ser mejores, lucharemos constante e incansablemente por ser un "violín cada vez mejor afinado".

sábado, 10 de septiembre de 2016

La obra maestra compuesta por Santo Tomás de Aquino

Pange Lingua es hoy el himno eucarístico por excelencia de la Iglesia católica



Se le debe a santo Tomás de Aquino uno de los himnos eucarísticos más bellos de la Iglesia católica. El Pange Lingua fue compuesto por la liturgia de la solemnidad del Corpus Domini, instituida en Orvieto en 1264 enseguida a los eventos milagrosos sucedidos en Bolsena el año anterior. El himno, recorre la Última Cena de Cristo. Como oración de adoración a la Eucaristía, se canta al finalizar la Misa in Coena Domini, el Jueves Santo. En cualquier liturgia que se concluya con la bendición eucarística se suelen cantar las últimas dos estrofas de este himno extrapoladas como Tantum ergo Sacramentum.

domingo, 4 de septiembre de 2016

Amasando el Pan de Vida

Virgen_eucaristia
Primer sábado de septiembre con María en nuestro corazón. Hay días difíciles, complicados, llenos de problemas. En esos momentos te pones en presencia de Dios y contemplas su Pasión y su Muerte y un consuelo grande llena tu alma. Y miras a María, en la soledad de su dolor, te encomiendas a Ella y una gota de esperanza inunda tu corazón contrito. ¡María!
La Virgen participó de manera directa en la Pasión de Jesús. En el relato de la Santa Cena —aunque no aparece narrado en los Evangelios— se debió producir uno de los gestos más hermosos de la Virgen pocas horas antes de que Cristo se sentara a degustar el banquete pascual con el coro de sus apóstoles. En una estancia próxima al Cenáculo su santas manos debieron amasar el pan que Cristo convertiría en su Cuerpo y debió verter con esmero en la copa el vino que Jesús transformaría en su Sangre. Un doble gesto delicado, lleno de amor maternal, muy unido al sacrificio de su hijo. Allí debió colocar también María todo lo que llevaba guardado en su corazón.
Cada uno de mis problemas, sufrimientos y dificultades están presentes en el sacrificio de la Cruz y en el misterio de la Eucaristía. Yo también puedo amasar con mis manos pecadoras y miserables el pan de la vida y verter en la copa el vino de la esperanza. Jesús sólo me pide que lo haga con confianza y que sea capaz de entregarme a Él con humildad. Como hizo María. ¡Totus tuus, María! ¡Todo tuyo!

¡María, Reina de la misericordia, que asumes en tu corazón todas las angustias del ser humano acoge en tu corazón y en tus manos todas mis dificultades para elevarlas al cielo! ¡Al igual que tú amasaste el Pan de Vida y vertiste en una copa la Sangre de tu Hijo ayúdame amasar los problemas de mi vida poniéndolos siempre en tus manos intercesoras! ¡María, tú eres mi socorro y mi consuelo, levántame de mi miseria y de mi pequeñez e introdúceme en tu amistad y en la de tu Hijo para ir ganando así cada día mayor confianza en tu Providencia! ¡María, tú eres la Reina de la fidelidad, en los momentos de incertidumbre y cuando las cosas en tu vida se hicieron difíciles y complicadas mostraste una confianza ciega en el Padre y pronunciaste el «Sí» más hermoso de la Historia! ¡Y lo mantuviste siempre con una confianza plena y nada ni nadie te apartaron de esta confianza ciega a la voluntad divina! ¡Señora de la Confianza, que tu auxilio me permita superar siempre las incertidumbres de mi vida!
Junto a ti María, en este primer sábado de mes:

sábado, 27 de agosto de 2016

¿Qué rezar, cuando el mundo se derrumba alrededor?

Señor, en este momento ruego por tu protección
sobre aquellas familias que han sido afectadas
por este desastre natural o tragedia que ha ocurrido,
Ten misericordia de ellos, Dios,
permite que puedan conseguir la forma
de salir hasta un lugar seguro y resguardado.

Señor, en tu amor protege a los niños
y a los ancianos, que puedan estar en buena salud.
Te ruego por aquellas personas que están enfermas,
heridas o afectadas psicológicamente,
pon tu mano de sanidad sobre ellos,
que puedan recuperarse con prontitud,
provee para ellos las medicinas,
la atención médica a tiempo
y que tengas personas dispuestas
y disponibles para ayudarlos en estos momentos
de crisis y de mucha angustia.

Señor, sabemos que podemos contar contigo
aún en los momentos más duros,
ayuda en estos momentos a las familias
que se han quedado sin hogar,
sin un sitio para refugiarse del frío,
de la lluvia y el sol.

Padre santo, ten misericordia y
permite que los vecinos y otras personas
se soliradicen con ellos y los ayuden
proveyendo un lugar para pasar la noche.

Dios nuestro, da tu provisión
a estas familias afectadas por esta tragedia,
que puedan tener alimento cada día,
pañales para los niños y ancianos,
ropa para estar protegidos del frío
y todo lo demás que necesitan
para vivir y seguir adelante.

Señor, pon esperanza en las mentes
de estas personas que están sufriendo,
abrázalos con tu amor y tu bondad,
haz que puedan orar y confiar en ti,
abre puertas para ellos para que puedan
salir adelante a pesar de esta crisis.

Señor, te ruego por aquellos
que han perdido algún familiar
en esta tragedia, que los ha desconsolado,
dales consuelo y fuerza para seguir,
que tu fortaleza les sostenga en paz,
que encuentren también gente
que les acompañe y les apoye.

Padre amoroso, no entendemos
muchas cosas que suceden
pero sabemos que ayudarás
a estas personas que sufren
por haber estado en este desastre natural.

Ten misericordia y manifiesta tu gran poder
en medio de toda esta grave situación
de esta ciudad, pueblo o país.
Gracias porque podemos contar contigo
aún cuando estamos angustiados
en ti encontramos esperanza y alivio
para el dolor y la angustia.
En el nombre de Jesús presento esta oración, amén.

viernes, 26 de agosto de 2016


Por motivos laborales viajaba con frecuencia a países islámicos. En algunas ciudades era y es imposible encontrar una iglesia católica por lo que mi Eucaristía diaria la sigo a través de Internet. Una de las páginas que utilizo es Nazaret.tv que celebra la Misa dominical con un sacerdote que utiliza el lenguaje de signos para sordomudos. Mientras predica o celebra, el sacerdote se comunica por medio de gestos. La Palabra de Dios también se puede revelar sin hablar para llegar por medio de la vista.
Es impresionante cómo Dios llega al corazón de la gente acomodándose a los diferentes formas de nuestro lenguaje porque en realidad lo que agrada a Dios es que quien escuche su Palabra la acoja en su interior con amor. Esa escucha —condición primera para amar a Dios— se convierte en la fuente de felicidad y de vida. Felicidad y vida para el alma y el corazón.
La escucha de Dios —el gran Oyente— a nuestras peticiones se basa en el silencio. Es en el silencio donde Dios acoge la súplica de los hombres tantas veces deslavazadas, desordenadas y dispersas para ir colándolas en su lugar y dándoles el valor que merecen. Y nos pide que para escucharle a Él hagamos también silencio. En el silencio se aprende a comprender lo que no se ha dicho pero que viene de Dios.
Piensas en el sacerdote que transmite la Palabra de Dios por signos. El oyente no escucha pero siente, visualiza y acoge. Dios nos habla pero es necesario acoger interiormente su palabra. Y desde el acogimiento surge la fe que transforma el corazón de la persona. La fe surge, la mayoría de las veces, a consecuencia de la escucha pero también por la confianza en quien te habla, por la esperanza y por el amor. Así ocurrió con la mayoría de los personajes de la Biblia. Así le ocurrió a Abraham, a Moisés y, sobre todo, a María, Nuestra Madre.
Cuando uno se siente de Dios es capaz de escucharles. La escucha de la voz de Dios, aunque en apariencia no se oiga, es apertura de corazón porque quien escucha al Señor siempre halla vida en su alma para a continuación ponerla en práctica.
Sí, Dios mío, me hablas ahora y siempre, cada minuto y cada hora, cada día de mi vida. Quieres dialogar conmigo pero me hago el sordo y, sin embargo, hay muchos signos que me muestran que persigues mi amistad y mi cariño. Pues aunque tenga los oídos cerrados a la escucha, al menos tengo ojos para ver que me llamas.


¡Señor Jesús, Tu me conoces y sabes que te amo, en el día de hoy te quiero pedir que entres en mi corazón, que lo renueves y hagas cosas grandes con él! ¡Que arranques de su interior lo que no sirva, lo que no sea tuyo, lo que me aleja de Ti! ¡Limpia mi corazón, Señor, para que pueda verte con nitidez y ver también a los demás con miradas de amor! ¡Señor, sabes que te busco cada día! ¡Hazte, Señor, el encontradizo conmigo como hiciste con los discípulos de Emaús! ¡Señor, Tú me escuchas siempre, tienes en cuenta mis peticiones y en cambio a mí se me hace difícil escucharte por el mucho ruido que hay a mi alrededor! ¡No estoy sordo pero lo parezco por eso quiero permanecer en silencio, paciente, abierto a la escucha para despertar mis oídos y abrirlos a la escucha de tus Palabras y tus consejos llenos de sabiduría, amor y misericordia! ¡Tú me hablas siempre aunque no te escuche o no te sienta porque mi pobre humanidad pecadora se resiste a la escucha! ¡Envía tu Espíritu, Señor, para que abra mi corazón y sea dócil a recibir los susurros de tu voz y aprovechar en mi vida tus enseñanzas! ¡Hoy especialmente te pido por todos los que padecen sordera Tú, que oyes sus voces, aunque no hablen, pues comprendes el movimiento de sus manos que trazan el lenguaje de sus corazones! ¡Ayúdales, Señor, a entender tu Palabra y, en el silencio callado de sus vidas, ayúdales a dar testimonio de su Fe y que en la otra vida puedan oír y exclamar canciones de alabanza por toda la eternidad!

jueves, 30 de junio de 2016

Si quieres...

Si quieres paz: ¡constrúyela!

Si quieres que tus sueños se cumplan: ¡ve por ellos!

Si quieres que la vida te sorprenda: ¡sorpréndela tu a ella!

Si quieres tener las cosas claras: ¡recibe la Eucaristía, reza el Rosario, ora con la Palabra!

Si quieres no abandonar la marcha: ¡descansa en tus hermanos!

Si quieres conquistar nuevos horizontes: ¡siempre ve por más!

Si quieres ser fuerte: cuando vengan los problemas ¡acuérdate de la Esperanza, levántate y lucha!

Si quieres nuevas oportunidades: ¡no te asustes, ten fe, avanza y aprovéchalas!

Si quieres ser feliz: ¡AMA y déjate AMAR!

“Porque yo conozco muy bien los planes que tengo proyectados sobre vosotros: son planes de prosperidad y no de desgracia, para aseguraros un porvenir y una esperanza. Entonces, cuando me invoquéis y vengáis a suplicarme, yo os escucharé; cuando me busquéis, me encontrareis, porque me buscareis de todo corazón, y yo me dejaré encontrar ” (Jer 29, 11-14).

domingo, 19 de junio de 2016

Oración por los padres ausentes

Por los que no están y por los que nunca han estado


Te ruego Señor por todos los padres ausentes del mundo.
Por aquellos que ya no están y muy especialmente
por aquellos que nunca han estado en la vida de sus hijos e hijas.

Te pido que les concedas la gracia de reconocer sus errores, enmendar sus vidas de la mejor manera posible
y comprender que Tu Infinita Misericordia permanece con los brazos abiertos permanentemente.

Te ruego Señor, por las familias que extrañan a un padre bueno y ejemplar que ha partido ya de esta Tierra, para que tengan consuelo y la certeza de que eres un Dios justo y darás el lugar que merece junto a Ti en el Reino de los Cielos.

Ten piedad, Señor, por todos aquellos que no han podido reconocer el gran don de la vida de un hijo o hija, aquellos que han abandonado el hogar y no han reconocido a sus hijos.

Dales la sabiduría para que tomen conciencia de Ti y de sus responsabilidades.

Para que se arrepientan de todo corazón.

Para que respeten el dolor y el espacio de sus hijos y sus madres.

Para que no desesperen los que intentan recuperar la confianza de sus hijos justamente dolidos o tristemente llenos de rencor. Permite que tu Espíritu les ayude a sanar en profundidad.

Para que comprendan que el perdón no justifica sus acciones.

Para que entiendan que el amor aviva eternamente la esperanza en que todo puede cambiar para bien.

Ayúdalos y concédeles la capacidad de aceptar Tu Santa Voluntad.

sábado, 11 de junio de 2016

6 razones para desear orar

Laoración nos prepara en humildad y sencillez


Con el deseo se ensancha el corazón, cuanto más ancho se hace más capaz de recibir la gracia.
San Agustín

[1] ¡Por favor, sean valientes! Les diré una cosa. No la olviden. ¡Oren, oren mucho! Estos problemas no se resuelven con esfuerzo humano. Estoy diciéndoles cosas que quiero recalcar, un mensaje, quizás mi canto de cisne para la Compañía. Tenemos tantas reuniones y encuentros pero no oramos bastante.

[2] Un nuevo nacimiento, una vida nueva, vida de hijos de Dios. Este es el milagro del Espíritu…esto presupone una delicada atención a las voces del Espíritu, una interior docilidad a sus sugerencias y por lo mismo, más todavía, una plena disponibilidad que sólo una sincera libertad de todos y de todo hace posible y eficaz.

“El viento sopla donde quiere, y oye su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu” Me viene a la mente la comparación con el planeador de arrastre cuya fuerza y capacidad de velocidad, la tiene toda y solamente del dejarse llevar dócilmente sin ninguna resistencia, del aeroplano que lo conduce.

[3] Vivir hoy, en todo momento y en toda misión el ser “contemplativo en la acción”, supone un don y una pedagogía de oración que nos capacite para una renovada “lectura” de la realidad -de toda la realidad- desde el Evangelio y para una constante confrontación de esa realidad con el Evangelio.

[4] Les pido una nueva exigencia: la de buscar, si es necesario, otros modos, ritmos y formas de oración más adecuados a sus circunstancias…y que garanticen plenamente esta experiencia personal de Dios que se reveló en Jesús.

[5] Hoy, más quizás que en un cercano pasado, se nos ha hecho claro que la fe no es algo adquirido de una vez para siempre, sino que puede debilitarse y hasta perderse, y necesita ser renovada, alimentada y fortalecida constantemente. De ahí que vivir nuestra fe y nuestra esperanza a la intemperie “expuestos a la prueba de la increencia y de la injusticia”, requiera de nosotros más que nunca la oración que pide esa fe, que tiene que sernos dada en cada momento. La oración nos da a nosotros nuestra propia medida, destierra seguridades puramente humanas y dogmatismos polarizantes y nos prepara así, en humildad y sencillez, a que nos sea comunicada la revelación que se hace únicamente a los pequeños.

[6] Así, cuando los invito a profundizar en su vida de fe en Dios, y a alimentar esa vida por medio de la oración y de un compromiso activo, lo hago porque sé que no hay otro modo de producir las obras capaces de transformar nuestra maltrecha humanidad. El Señor habla de “sal de la tierra” y “luz del mundo” para describir a sus discípulos. Se saborea y se estima la sal, se disfruta de la luz y se la estima. Pero no la sal insípida ni la luz mortecina.


Artículo originalmente publicado por Oleada Joven

jueves, 2 de junio de 2016

CONSAGRACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Consagración de la Familia al Sagrado Corazón de Jesús



Santísimo Amor de Jesús, te consagramos nuestros corazones, nuestras vidas, y nuestras familias.
Conocemos que el ejemplo bello de Tu hogar en Nazaret, fue un modelo para cada una de nuestras familias.
Esperamos obtener con Tu ayuda, la unión y el amor fuerte y perdurable que recibiste. 
- Que nuestro hogar se llene de gozo. 
- Que el afecto sincero, la paciencia, la tolerancia y el respeto mutuo, estén siempre presentes. 
- Que nuestras oraciones incluyan las necesidades de los otros, no sólo las nuestras.
- Que siempre estemos cerca de los Sacramentos.
- Que la paz esté con nosotros, y cuando vengan las dificultades danos consuelo y esperanza.
Bendice a todos los que aquí habitamos y también a los difuntos
Mantén nuestras familias cerca de tu Amor y que Tu protección esté siempre con nosotros.
Amén.



Consagración de la casa al Sagrado Corazón de Jesús

Sagrado Corazón de Jesús;

Nos hemos reunido aquí para ofrecerte nuestra casa.
Hoy, que te echan de tantos sitios, 
nosotros te recibimos encantados en nuestro hogar.
Queremos que vivas a nuestro lado;
que participes de nuestras alegrías y de nuestras penas. 
de nuestra riqueza y de nuestra pobreza, 
de nuestros triunfos y de nuestros fracasos.

Queremos que nos ilumines en nuestras dudas,
que nos adviertas en nuestros peligros, 
que nos ayudes en nuestras tentaciones,
que nos alientes en nuestros contratiempos, 
que nos orientes en nuestras resoluciones y, sobre todo, 
que nos enciendas en un gran amor a Ti, 
que nos lleve a servirte siempre con toda fidelidad.

Concédenos, Señor, que seamos cada día mejores cristianos,
que nuestra vida sea un auténtico testimonio de nuestra fe,
que aprendamos a verte en los demás,
que sepamos pedir perdón sinceramente de nuestros pecados,

y. finalmente, que consigamos la gracia suprema de una santa muerte, que nos reúna contigo, en la Gloria, a todos los que ahora nos amamos aquí.

Señor, no somos dignos de que entres en nuestra casa;
pero si fuiste a la del centurión, y entraste en la de Zaqueo, y viviste en la de María Magdalena, 
dígnate quedarte aquí, con nosotros, para siempre.

Nosotros vamos a procurar siempre en esta casa:
creer lo que Tú quieres que creamos, 
pensar lo que Tú quieres que pensemos,
leer lo que Tú quieres que leamos, 
hablar lo que Tú quieres que hablemos,
amar lo que Tú quieres que amemos, 
y hacer lo que Tú quieres que hagamos.

Que toda esta familia sea conforme siempre a tus deseos. 
Porque confiamos en Ti como en nuestro Padre. Y no te hemos entronizado aquí para que presencies nuestras rebeldías y pecados, sino para que bendigas la buena voluntad que tenemos de servirte.
Ayúdanos con tu gracia, pues reconocemos nuestra debilidad.
Pero en Ti ponemos nuestra confianza.

Sagrado Corazón de Jesús, en TI confío (tres veces). 
Padrenuestro. Avemaría. Gloria. 

Nota: Se recomienda renovar esta consagración todos los años, a ser posible confesando y comulgando toda la familia.




Consagración diaria al Sagrado Corazón de Jesús

Amable Jesús mío, como testimonio de mi agradecimiento y en reparación de mis infidelidades, yo N…te doy mi corazón; me consagro enteramente a ti y propongo con tu gracia no ofenderte ya más.



Consagración del género humano al Sagrado Corazón de Jesús

Jesús dulcísimo, Redentor del género humano, míranos arrodillados humildemente en tu presencia. Tuyos somos y tuyos queremos ser; y para estar más firmemente unidos a Ti, hoy cada uno de nosotros se consagra voluntariamente a Tu Sagrado Corazón.
Muchos nunca Te han conocido; muchos Te han rechazado, despreciando tus mandamientos. Compadécete de unos y de otros, benignísimo Jesús, y atráelos a todos a Tu Sagrado Corazón. Reina, Señor, no sólo sobre los que nunca se han separado de Ti, sino también sobre los hijos pródigos que Te han abandonado; haz que vuelvan pronto a la casa paterna, para que no mueran de miseria y de hambre. Reina sobre aquellos que están extraviados por el error o se parados por la discordia, y haz que vuelvan al puerto de la verdad y a la unidad de la fe, para que pronto no haya más que un solo rebaño y un solo pastor. Concede, Señor, a Tu Iglesia una plena libertad y seguridad; concede a todo el mundo la tranquilidad del orden; haz que desde un extremo al otro de la tierra no se oiga más que una sola voz: Alabado sea el Divino Corazón, por quien nos ha venido la salvación; a Él la gloria y el honor por los siglos de los siglos. Amén.



Consagración de los jóvenes al Sagrado Corazón de Jesús

Corazón divino de Jesús, por el Corazón de María, la mujer nueva de Nazaret, nos consagramos a tu Corazón para ser en nuestro mundo antorcha de esperanza para los decaídos, alegría para tantos jóvenes que se encuentran solos y desesperados. No nos dejes caer en la tentación de no hacer nada. Ayúdanos a sembrar los caminos de amor a los que sufren y ser entre los jóvenes constructores de la Civilización del Amor. Amén.


Oración de la consagración de las familias de todo el mundo al Sagrado Corazón de Jesús (realizada el 3 de Junio de 2007 en Barcelona (España) por el Cardenal De Giorgi)

Señor Jesucristo, Redentor del mundo,
Amigo de los sencillos y de los pecadores, 
que en la Cruz te has dejado traspasar
tu Corazón Sagrado 
para salvarnos del pecado
y darnos la abundancia de la gracia divina.
Mira compasivo nuestra debilidad, y ten piedad.
Libéranos del pecado y del mal, 
y condúcenos a la auténtica paz,
que se encuentra por la conversión 
y la acogida de tu Palabra.
Tú que nos invitas a seguirte
y a amarte como discípulos, 
porque así encontraremos el descanso 
y la felicidad que tanto deseamos,
no nos dejes nunca de tu mano poderosa,
y sostennos bondadoso en todos nuestros caminos.

Hoy consagramos humildemente a tu Corazón
nuestras vidas y nuestras familias,
y encomendamos a tu misericordia todas las familias del mundo.
porque queremos vivir siempre con la confianza puesta sólo en Ti, 
que eres el Amor infinito,
y porque te queremos servir de todo corazón a Ti y a nuestros hermanos por amor a Ti.
Haz, Señor, que todos podamos encontrar en Ti
el Amigo verdadero y el Maestro bondadoso y humilde,
y que en tu Corazón Sagrado aprendamos el amor generoso y sacrificado hacia todos.
Amén.

miércoles, 1 de junio de 2016

Sufrir y seguir sonriendo y creyendo, ¿cómo se hace?

Dios puede hacer milagros con mi pan si yo no lo guardo egoístamente


¡Es tan fácil ser egoísta con la propia vida! El corazón busca el descanso, busca protegerse en medio del cansancio. Busca el reposo en medio de la tormenta. Busca el silencio después de muchas palabras.

Jesús se conmueve al ver el hambre que tengo. Conoce mi sed y mi cansancio. Sabe lo que tengo y lo que me falta. Le conmueven mi soledad y mi cansancio. Le conmueve ver tanto dolor, tanta pena en el mundo que ha creado con tanto amor. Ha visto el sufrimiento del hombre y sufre por él. Sabe cuánto sufrimiento hay en el alma. Sufre conmigo.

Decía Tim Guenard: “Si compartes tus penas con Jesús, ya no te pertenecen más. Hay gente que acude al sacramento del perdón, pero sigue hablando de sus sufrimientos. Es porque no se los han entregado a Dios. Pero si se los das, Él los acepta y te cura”.
Me gusta pensar que le puedo entregar mi dolor a Jesús. A Él le importa todo lo mío. Le importan mis alegrías y mis penas. Por eso le puedo entregar el dolor de los que sufren. Mi propio dolor y el de muchos.
Tantas veces me toca ofrecerlo en la eucaristía. Dejo allí, sobre el altar, esos dolores que yo no puedo cargar solo. Esos dolores que pesan más que mi alma. Esos dolores que me hacen llorar en lo más hondo del corazón.

A veces pienso al ver a otros: ¿Cómo se puede sufrir tanto y seguir sonriendo y creyendo? Es posible, porque yo lo veo. Es posible hacerlo con una fe inmensa. Necesito entregárselos a Dios. Necesito soltarlos para que Jesús los transforme.
En los muros del Santuario, decía el Padre José Kentenich, se rompen nuestros dolores. Allí, en esas paredes que lo escuchan todo, lo guardan todo.

María, a quien una espada atravesó el corazón, aguarda mi llegada. María, que abrazó entre lágrimas el cuerpo muerto de su hijo, me espera con las manos vacías dispuestas a recoger mis dolores, mi vida cansada.

Es verdad que el dolor permanece después de haberlo entregado todo: “Comprendí que la oración no elimina el dolor físico ni la angustia psíquica. Pero sí proporciona cierta fortaleza moral para sobrellevarlos con paciencia. Sin duda, fue la oración la que me ayudó en cualquier momento de dificultad”[1].

[1] Walter Ciszek, Caminando por valles oscuros

¿Se puede adorar al Santísimo “on line”?

Es como la comunicación con un ser querido: mejor cara a cara, pero si no es posible Internet ayuda


 Nuestro culto espiritual es ofrecernos a Dios en respuesta a su amor. Este ofrecimiento a Dios de nuestra vida será aceptado y será objetivo si lo acompañamos con las obras en respuesta a su santa voluntad.

Pero esto sólo será viable a través de un proceso constante de conversión.

Adoramos a Dios cuando nos damos a Él junto a las obras que concretan su voluntad. ¿Cuándo? Siempre. ¿Dónde? Donde nos encontremos.

Al hablar de adoración, los creyentes inmediatamente piensan, o se centran exclusivamente, en acciones externas o cosas circunstanciales, dentro o fuera de un acto litúrgico, ante Jesús Eucaristía: ¿qué posturas adoptar?, ¿cómo?, etc.

Lo anterior sólo forma parte de un contexto de adoración; pero esta involucra la vida entera y en todo lugar.

Como podemos darnos cuenta, adorar, en el Espíritu y en la Verdad, realmente no es sólo, por ejemplo, el cantar bien, o tocar un instrumento con destreza, o realizar unas oraciones ante Jesús Eucaristía (cosas que son un complemento, que quedan en un segundo plano); es también, y sobre todo, ofrecernos a Dios omnipresente como una ofrenda agradable.

La adoración a Dios, pues, no se limita a un solo acto o a un solo momento y lugar (la adoración ante Jesús Sacramentado por acción del Espíritu Santo (Rm 8, 26)), sino que se realiza constantemente cuando la fe mantiene despierto el corazón para darse amorosamente a Dios.
De manera que no hay que confundir la adoración a Dios propiamente dicha o la actitud adoradora constante del fiel con un momento de adoración concreto, específicamente litúrgico o fuera de él, ante el Santísimo Sacramento.

Son dos momentos de adoración que se complementan y enriquecen recíprocamente.

Con respecto a la adoración al Santísimo ésta es una práctica muy recomendada por la Iglesia. Esta práctica aumenta el fervor, la conversión y la fidelidad.Quien quiera avanzar en su vida espiritual, debe separar un tiempito cada día, o al menos cada semana, para adorar a Dios ante el Santísimo Sacramento.
En la carta encíclica Ecclesia de Eucharistía, Juan Pablo II cita a san Alfonso María de Ligorio quien dijo: “Entre todas las devociones, esta de adorar a Jesús sacramentado es la primera después de los sacramentos, la más apreciada por Dios y la más útil para nosotros” (EE 25).

Y así como una persona puede ser libre entre rejas (entendiendo bien lo que es la libertad), así también no hay obstáculos o barreras cuando de adorar a Dios se trata.

Se adora a Dios con la vida misma, se adora en el Espíritu de Dios, quien nos hace decirle: ¡Abbá, Padre! (Rm 8,15) y en la Verdad, en Jesucristo, quien es la Verdad.

De esta manera un enfermo en cama puede adorar a Dios, un trabajador puede adorar a Dios en el lugar donde se desempeña, o se puede adorar a Dios mientras se camina, etc.
Y así como la misa seguida por televisión o por internet o radio tiene su validez para quienes están impedidos a asistir personalmente a la iglesia, incluyendo la posibilidad de la comunión eucarística espiritual, de igual forma el fiel puede unirse –a través de esos medios de comunicación- a una hora santa de adoración, y/o hacer una visita eucarística on line en cualquier momento y lugar.

A Dios, que es omnipresente, también le llega nuestra oración de adoración por estos medios y la acepta con agrado.
El adorar on line es el momento y la circunstancia intermedios entre ir por la vida y al mismo tiempo estar ante el Santísimo Sacramento.Jesús dio a la mujer samaritana una enseñanza clara: la adoración a Dios no se debe limitar necesariamente a una localización geográfica.

El lugar donde encontramos a Dios para adorarlo es Jesucristo; nadie llega al Padre sino va por Jesús (Jn 14, 6).

En el espíritu se accede a Dios para adorarlo en Cristo, la Verdad, estando el creyente físicamente o no cerca de su presencia eucarística; presencia que hay que privilegiar.
El uso de internet o de la televisión será sólo un medio o instrumento que no pretende sustituir la relación personal con Dios por la vía sacramental, sino que más bien la debe acompañar y reforzar; aquel encuentro estará al servicio de este.
Adorar al Señor on line será una alternativa muy excepcional si existe realmente un impedimento para hacerlo de manera personal en una capilla donde esté o no expuesto.

Es como la comunicación con un ser querido: no es lo mismo hablar con esa persona de manera directa o personalmente que hacerlo usando internet o el teléfono o por carta; pero si no hay otra opción se puede hacer.Orar personalmente ante el Santísimo es estar ante Jesús, realmente presente en la Eucaristía; percibirlo oculto bajo las especies eucarísticas tal como Él lo prometió (Mt 26, 26-27; 28,20).

Si por edad avanzada, enfermedad u otra razón válida no se puede ir a visitar al Santísimo Sacramento, internet es una gran alternativa válida.
Y tiene sus ventajas: está disponible 24 horas, la persona se enfoca en el Santísimo y lo ve cerca y sin distracciones, y puede quedarse todo el tiempo que quiera.

Sólo hay que tener en cuenta las siguientes observaciones:

1. La adoración tendrá que ser trasmitida en vivo y en directo. El fiel tiene que trasladarse espiritualmente a adorarlo allí donde está siendo expuesto y prestarle atención.

2. Se haga un momento de oración sincero con el debido silencio, recogimiento y piedad. Dirigirle al Santísimo la oración sabiendo que Él te ve y escucha, no en la pantalla, sino realmente.

3. Crear en el lugar el ambiente propicio para la adoración, como si el lugar se convirtiera en la extensión de una capilla o iglesia donde se adore al Señor.

Católico: Como vives la misa vives tu vida

Vivir la eucaristía es prepararme para ser yo mismo el cuerpo de Cristo que se entrega


Jesús me pide que viva con intensidad la eucaristía para así vivir mi vida con la misma intensidad.

Decía el Padre José Kentenich: “Si vivo así mi vida de ofrecimiento, en forma sobrenatural, en y con Cristo, es evidente entonces que muchas veces seré transformado en Cristo. Todas las acciones durante el día deben llegar a ser una reiteración constante del ofertorio, de la consagración y de la comunión”[1].

Si vivo cada parte de la misa intensamente podré llevar esa actitud a mi vida.

La actitud del perdón. Cuando necesito perdonar a otros. Cuando me hace falta ser perdonado.

La escucha de la Palabra de Dios. Cuando quiero aprender a descubrir su voz en medio de mi día.

La petición constante por mis necesidades. Porque Jesús me escucha cuando le suplico.

La actitud del ofrecimiento de lo poco que tengo: “No tenemos más que cinco panes y dos peces”. Porque sólo si me ofrezco Jesús puede tomarme en sus manos.

La consagración en la que Jesús se hace carne en mis manos. Y yo me hago más de Dios en las suyas.

El gesto de postrarme y partirme en las manos de Dios. Cuando siento que Jesús se parte en las mías. Para que otros tengan vida: “Dadles vosotros de comer”.

Hay partes de la misa que vivo de forma más intensa que otras. ¿Qué parte de la misa es la parte que más me toca? ¿Qué parte de la misa vivo más intensamente?

Vivir la eucaristía es prepararme para ser eucaristía, para ser yo mismo el cuerpo de Cristo que se parte por amor y se entrega sin reservas. A todos.

Cada vez que parto el cuerpo de Cristo es como si se partiera algo dentro de mi alma. Ese ruido del pan al partirse. Jesús se parte en mis manos. Yo me parto en las suyas.

¿Tomo conciencia de cada momento de la misa? ¿O la vivo pensando en otras cosas? En el pasado que me preocupa. En el futuro que me angustia.

Quiero acercarme a Jesús con las manos vacías. Sólo tengo unos panes y unos peces. Tengo muy poco y son muchos a mi alrededor los que tienen hambre de amor.

No puedo calmar el hambre de todo el mundo. No puedo. No bastan mis talentos, mi capacidad de amar, mi tiempo. Eso lo sé. No puedo. Pero a veces me confundo y grito como un niño: “Mamá, ¿yo puedo?”.

Tal vez pienso que no es posible. Que sólo mis panes y mis peces no son suficientes. Y los puedo guardar por miedo a perderlos.

Jesús cree en mí. Cree en ese poder escondido debajo de mi impotencia. Cree en mi capacidad para amar oculta bajo gestos hoscos. Cree en mi potencialidad para crecer cuando parece que soy frágil y débil y la derrota es segura.

Sí, Jesús cree en mí. Sí, yo puedo calmar la sed y el hambre de tantos. Parece pretencioso. Pero Jesús cree en mí mucho más de lo que yo creo. Y me pide que yo les dé de comer con tan solo unos panes y unos peces. Y me dice: “No dejes nunca de creer”.

Parece imposible. Me parece imposible. Pero yo quiero creer que puedo partirme hasta el extremo. Y me da miedo.

Rezo con las palabras con las que rezaba una persona: “Sé Tú mi seguro y mi ancla. Enséñame a caminar sobre las aguas. Aunque parezca imposible. Dime ‘ven’ e iré. Y si no, ven a cogerme”.

Quiero confiar así en el poder de Jesús en mi vida. En el poder de mi cuerpo sobre las aguas. En ese milagro de mis manos al convertir el pan en su cuerpo y el vino en su sangre. Por su palabra, creo. Porque Él vive en mí, puedo.

Él puede hacer posible lo imposible. Puede hacer que mi palabra calme los corazones que viven angustiados. Y mis manos entreguen su bendición allí donde reina la ira y la violencia. Puede hacer que mis pies recorran caminos difíciles, valles oscuros.

Puede darme un corazón más grande que el que tengo. Un corazón capaz de aceptar a más personas, querer a más hombres, cuidar a más necesitados. Él puede hacer posible la multiplicación de mis panes y mis peces cuando es tan poco lo que yo poseo.

Puede si yo le dejo entrar en mi vida, si me entrego por completo sin esperar nada a cambio, si me ofrezco sabiendo que es poco lo que poseo. No importa nada. Él lo puede todo. Le basta mi sí para empezar a hacerlo.

[1] J. Kentenich, Vivir la misa todo el día, 55

martes, 31 de mayo de 2016

La batalla de la oración: Por qué no debemos perder el ánimo si fallamos

Lo que evita que me rinda es que la oración no es acerca de mí, sino de responder la invitación de Dios


¿Te resulta difícil orar? También a mí. Seré honesto y diré que orar nunca ha sido fácil para mí y aún tengo días en los que fallo miserablemente. Lo que evita que me rinda es saber que la oración no es acerca de mí, sino acerca de Dios. Es acerca de responder a Su invitación de amor y hacer todo cuanto podamos para vencer los obstáculos que se nos presentan.

La oración es una lucha y el campo de batalla está en nuestros corazones. ¿Nos rendiremos y escaparemos o lucharemos hasta que el último suspiro salga de nuestros cuerpos?

Tal a como con cualquier relación, la oración no “sucede” de la noche a la mañana. Las relaciones se desarrollan con el tiempo y requieren de mucho esfuerzo para mantenerlas. Yo no conocí a mi esposa y luego le propuse matrimonio el mismo día. Necesité de tiempo para desarrollar nuestra amistad primero. Incluso después de la boda no podía desistir y dejar de hablarle a mi esposa repentinamente y no volver a invitarla a salir. Si lo hacía, nuestro matrimonio dejaría de existir.

Es lo mismo con la oración. No podemos esperar que la oración sea perfecta y que nunca experimente dificultades. Incluso los santos lucharon con la oración a lo largo de todas sus vidas. La oración requiere de gran esfuerzo y debe crecer con el tiempo.

El Catecismo usa palabras más fuertes y nos instruye a comprometernos en la batalla en medio de nuestras dificultades,

“Este combate debe hacer frente a lo que es sentido como fracasos en la oración: desaliento ante la sequedad, tristeza de no entregarnos totalmente al Señor, porque tenemos “muchos bienes” (cf Mc 10, 22), decepción por no ser escuchados según nuestra propia voluntad… La conclusión es siempre la misma: ¿Para qué orar? Es necesario luchar con humildad, confianza y perseverancia si se quieren vencer estos obstáculos”. (Catecismo de la Iglesia Católica, 2728)

En algunas ocasiones esta batalla ocurre en contra de nuestra propia naturaleza humana, a como el Catecismo explica:

“Mirado positivamente, el combate contra el ánimo posesivo y dominador es la vigilancia, la sobriedad del corazón”. (Catecismo de la Iglesia Católica, 2730)

El enemigo más común durante la oración son nuestras tendencias pecaminosas y nuestra falta de virtud.

Otra manera de explicar la complejidad de la oración es comparándola con ejercicio físico. Dominar el levantamiento de pesas y carreras de largas distancias toma tiempo y esfuerzo. No puedo ir afuera y simplemente correr una milla y esperar convertirme en un corredor de clase mundial. Debo comenzar lentamente y luego gradualmente incrementar mi velocidad por varios meses y años antes de dominar este deporte.

Es lo mismo con la oración. Tal a como Jim Beckman dijo:

“Tampoco la vida espiritual viene naturalmente. ¿Cómo es que tanta gente puede superar lo que aparenta ser infinitos obstáculos para entrenar, pero cuando un obstáculo se presenta para orar o en las disciplinas espirituales la mayoría parece flaquear? Considero que si vamos a triunfar en el viaje espiritual, necesitamos lidiar con nuestra espiritualidad un poco más a como lo hacemos con nuestro horario para ejercitarnos”. (Dios, Ayúdame: Cómo crecer en la oración, página 112)

No debemos cesar de orar cuando un obstáculo o distracción se nos presente. La oración no será fácil y no debemos esperar ser perfectos o recibir revelaciones divinas de un arcángel. Santa Teresa de Ávila explicó los diferentes niveles de la oración en términos de un “Castillo Interior”. Nosotros no comenzamos inmediatamente en la “Séptima Morada”, sino que trabajamos para acercarnos a Dios desde afuera, comenzando en la “Primera”. Es muy importante recordar esto ya que pondrá nuestra vida de oración en perspectiva.

Sobre todas las cosas, debemos luchar y seguir luchando. Lo peor que podemos hacer es darnos por vencidos. Cuando lo hacemos, el Enemigo de nuestras almas sale victorioso.

¡Sigamos el estandarte de Cristo y luchemos contra los numerosos obstáculos de este mundo!
Adaptación y traducción al español por María Mercedes Vanegas, para PildorasdeFe.net, de artículo publicado originalmente en: PhilipKosloski.com, Autor: Philip Kosloski

domingo, 29 de mayo de 2016

ADORACIÓN EUCARÍSTICA ONLINE 24 HORAS

Aquí tienes al Señor expuesto las 24 horas del día en vivo. Si estás enfermo y no puedes desplazarte a una parroquia en la que se exponga el Santísimo, o simplemente quieres saludar al Señor en algunos momentos de la jornada, aquí le tienes para rezarle con devoción:




Visita al Santísimo Sacramento

Oración inicial

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

¡Corazón de mi Jesús Sacramentado! Con mucha pena de no ser como Tú quieres que sea y con muchos deseos de ser como Tú quieres que sea, vengo a tener contigo este ratito de conversación afectuosa junto a Ti, a los pies de tu Sagrario, donde has querido quedarte por mí, para Tu mayor gloria, honor de mi Madre Inmaculada y provecho de mi alma. San José, enséñame a escuchar y a hablar a Jesús.

Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar.

Sea por siempre bendito y alabado.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

(Se repite cinco veces en honor a las cinco llagas de Nuestro Señor)


Alabanzas al Santísimo Sacramento en reparación de las blasfemias

Bendito sea Dios.
Bendito sea su Santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendita sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Consolador.
Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el Nombre de María, Virgen y Madre.
Bendito sea San José, su castísimo esposo.
Bendito sea Dios, en sus Ángeles y en sus Santos.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte dentro de mi alma. Mas, no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven espiritualmente a mi corazón y como si ya hubiéseis venido, te abrazo y me uno a Ti. No permitas Jesús mío que jamás me aparte de Ti. Así sea.

Oración de Santo Tomás de Aquino

Te adoro con fervor, deidad oculta, que estás bajo de estas formas escondidas; a ti mi corazón se rinde entero, y desfallece todo si te mira. Se engaña en ti la vista, el tacto, el gusto. Mas tu palabra engendra fe rendida; cuanto el Hijo de Dios ha dicho, creo; pues no hay verdad cual la verdad divina. En la Cruz la deidad estaba oculta. aquí la humanidad yace escondida; y ambas cosas creyendo y confesando, imploro yo lo que imploraba el ladrón arrepentido. No veo, como vio Tomás, tus llagas, mas por su Dios te aclama el alma mía: haz que siempre, Señor, en ti yo crea, que espere en ti, que te ame sin medida. Oh memorial de la pasión de Cristo, oh pan vivo que al hombre das la vida: concede que de ti viva mi alma, y guste de tus célicas delicias. Jesús mío, pelícano piadoso, con tu sangre mi pecho impuro limpia, que de tal sangre una gotita puede todo el mundo salvar de su malicia. Jesús, a quien ahora miro oculto, cumple, Señor, lo que mi pecho ansía: que a cara descubierta contemplándote, por siempre goce de tu clara vista. Amén.


Oración a Jesús solitario en el Santísimo Sacramento

Oh Divino Jesús! que durante la noche estáis solitario en tantos tabernáculos del mundo, sin que ninguna de vuestras criaturas vaya a visitaros y adoraros. Yo os ofrezco mi pobre corazón, deseando que todos sus latidos sean otros tantos de amor y adoración. Vos, Señor, estáis siempre en vela bajo las especies Sacramentales, vuestro amor misericordioso nunca duerme ni se cansa de velar por los pecadores. ¡Oh Jesús amantísimo! ¡Oh Jesús solitario! haced mi corazón cual lámpara encendida; en caridad se inflame y arda siempre en vuestro amor. Vela ¡oh centinela Divino! vela por el mísero mundo, por los sacerdotes, por las almas consagradas, las extraviadas, por los pobres enfermos cuyas noches interminables necesitan tu fortaleza y tu consuelo, por los moribundos y por ésta tu humilde sierva que, para mejor servirte, descansa pero sin alejarse de Ti, de tu Sagrario… donde vives en la soledad y el silencio de la noche. Sea siempre bendito, alabado, adorado, amado y reverenciado el Corazón Sagrado de Jesús en todos los Sagrarios del mundo. Amén.

Oración final

Gracias, Jesús mío, por la bondad con que me habéis recibido y permitido gozar de vuestra presencia y compañía amorosas.

Me vuelvo a mis ocupaciones. Mi corazón queda contigo. En mi trabajo y en mis descansos me acordaré de Ti, y procuraré vivir con la dignidad que merece vuestra amistad divina.

Dadme vuestra bendición y concededme todas las gracias, que necesito, para amaros y serviros con la mayor fidelidad.

Bendice, Señor, a nuestro Santísimo Padre el Papa, vuestro Vicario en la tierra; ilumínale, santifícale y líbrale de todos sus enemigos.

Bendice a vuestra Iglesia Santa y haced que su luz brille en todas las naciones; y que los paganos conozcan y adoren al único verdadero Dios y a su Hijo Jesucristo.

Bendice a vuestros sacerdotes, santifícalos y multiplícalos.

Bendice y protege a nuestra nación.

Bendice a todos los suscriptores y visitantes de este blog  y concédeles la bienaventuranza eterna.

Bendice a los que nos han ofendido y cólmalos de beneficios.

Bendice a todos nuestros familiares y haced que vivan todos en vuestra gracia y amistad y que un día nos reunamos en la Gloria.

Da el descanso eterno a todas las almas de los fieles difuntos que están en el Purgatorio.

Da la salud a los enfermos. Convierte a todos los pecadores. Danos a todos vuestro divino amor, para que la fe que nos impide ahora ver vuestro santísimo rostro se convierta un día en luz esplendorosa en la Gloria, donde en unidad con el Padre y el Espíritu Santo te alabemos y bendigamos por los siglos de los siglos. Amén.

viernes, 27 de mayo de 2016

María se aparece en San Nicolás (Argentina)

El caso “exhibe carácter sobrenatural y es digno de creencia,” confirma un obispo.




Tras años de exigente análisis y discernimiento, el obispo de la diócesis argentina de San Nicolás de los Arroyos confirmó el carácter sobrenatural de los acontecimientos que en esa localidad de la provincia de Buenos Aires dieron nacimiento a la devoción a Santa María del Rosario de San Nicolás.

Mediante un decreto con fecha el 22 de mayo de 2016, titulado “Declaración acerca del juicio definitivo sobre la presencia de la Virgen María del Rosario de San Nicolás”, el obispo de esa diócesis monseñor Héctor Cardelli repasa el discernimiento, y citando pasajes que la Virgen expuso a la madre de Familia con quien se comunica, asegura que “Dios se detuvo en San Nicolás de los Arroyos, trayendo para nosotros el perfume de Santa María”.

“Concluimos luego de un seguimiento de más de tres decenios que todos los aspectos pueden calificarse de positivos en adhesión a la verdad más plena”, asegura el obispo, y destaca la actitud de Gladys, la mujer que desde hace más de 30 años se comunicaría con la Virgen María: “Se ha apreciado además la sana reserva, docilidad ante la autoridad eclesiástica, además de una evidente ausencia de protagonismo y vanagloria en la persona a la que la Santa Madre invitó para transcribir sus mensajes”.

El decreto se enmarca en las normas que la Santa Sede prevé para el juicio sobre las revelaciones privadas y la enseñanza de que el cristiano del siglo XXI “no tiene que esperar otra nueva revelación pública antes de la gloriosa manifestación de Jesucristo”.

El obispo también recuerda con el Catecismo que las revelaciones privadas no pertenecen al depósito de la Fe, y que su función “no es la de mejorar o completar la revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivir más plenamente en una cierta época de la historia (CIC 67)”.

“El en caso de San Nicolás reconocemos su significado positivo en cuanto ha ayudado a comprender y vivir mejor el Evangelio anunciado por Cristo y lo vemos como un alimento para la Fe, la Esperanza y la Caridad, vías que señalan con claridad la intención de seguir los caminos de Salvación que la Palabra de Dios enseña”.

Durante el repaso, se enuncia en el decreto, no se puede encontrar “origen en mera acción humana” que explique los acontecimientos, “el exquisito contenido, la calidad y riqueza de los mensajes, los frutos en términos de conversiones, cambios de vida, sanaciones”. Asimismo, se elimina por los frutos resultantes la posibilidad de “considerar que el mal busque el bien y la santidad de las almas”, rechazándose así la posibilidad de que lo ocurrido sea obra del Enemigo.

El obispo, en su potestad, expresa tener “la suficiente certeza para concluir que el Caso mariano de San Nicolás de los Arroyos exhibe carácter sobrenatural y es digno de creencia”.

El origen de la devoción

En 1983, varios rosarios en varias casas de San Nicolás de los Arroyos, localidad ubicada a 240 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, se iluminaron misteriosamente. Ante este extraño signo, una madre de familia comenzó a rezar con intensidad a la Virgen, quien se le reveló el 25 de septiembre de ese año. La petición de María en esas primeras apariciones consistía en buscar una imagen de María del Rosario que había sido bendecida por un Papa y estaba olvidada. La imagen a la que hacía referencia fue hallada en el campanario de la catedral. Se trataba de una imagen de María con el niño en brazos que había sido bendecida por León XIII con motivo de la inauguración del templo parroquial.

En todo momento la mujer se puso a disposición de la Iglesia, compartiendo los mensajes con las autoridades eclesiales y sometiéndose a su voluntad, cuidándose así que el acontecimiento mariano se conserve “en el seno de la Iglesia”.

El entonces obispo de San Nicolás, monseñor Domingo Salvador Castagna, aprobó la publicación y difusión de los Mensajes de María del Rosario en San Nicolás y ordenó la construcción de un Santuario, erigiéndolo canónicamente, tal como la Virgen lo había pedido.

“No cabe duda: este hecho seguirá creciendo. Por sus frutos espirituales, dio prueba de su autenticidad”, comentó en 1990 monseñor Castagna, quien asistido por una Comisión de investigación, discernió los hechos, aprobó la ortodoxia de los mensajes, y acompañó la devoción estableciendo las reglas necesarias. Los sucesivos obispos acompañaron desde entonces la permanente peregrinación de fieles al santuario en construcción, y en todo este tiempo la vidente, de nombre Gladys, mantuvo su bajo perfil y su vida piadosa.

Habita en una humilde casa cercana al santuario, donde asiste asiduamente a Misa, según confirman los vecinos. La casa es fácilmente identificable por el enorme buzón en la puerta, en el que peregrinos al santuario dejan cartas para que sean compartidas con la Virgen.

“Dios se detuvo en San Nicolás de los Arroyos”, asegura el obispo Cardelli en su decreto. “Él se detiene en las almas que lo necesitan. Nosotros lo necesitamos, nuestro país lo necesita, el mundo lo necesita”, expone.

Para quienes quieran conocer más de Santa María del Rosario de San Nicolás, a cuyo santuario acuden anualmente decenas de miles de peregrinos, solos o en conmovedoras peregrinaciones masivas, se invita a seguir el Facebook del Obispado.