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martes, 9 de agosto de 2016

“Blowin’ in the Wind”: Espíritu Santo, ¿eres tú? Ven

El clásico de Bob Dylan a tres voces podría haber llegado en el momento justo

Una confesión: Blowin’ in the Wind, de Bob Dylan, y yo, tuvimos una historia, pero no una historia agradable, porque la canción quedará por siempre unida a mi sentimiento de despojo tras haber salido de mi mayor experiencia espiritual y litúrgica como niña, inmediatamente después de mi Primera Comunión:

“Hermana, ¡tiene que hacerme repetir el segundo curso!”, le dije imperioso.

“Pero ¿por qué, cariño?”, se extrañó.

“¡Porque quiero hacer la comunión otra vez!”, gemí. “¡Y sólo la puedo hacer en el segundo curso!”.

La Hermana me aseguró que sólo podía hacer la Primera Comunión una vez, pero que ahora podría recibir a Jesús en la Eucaristía “todos los domingos, ¡incluso todos los días si quieres!; siempre estará a tu alcance: la Misa y la Sagrada Comunión.

Aquel resplandeciente día, ese “siempre estará a tu alcance” me sonó como una promesa digna de la mayor de las confianzas. Después de todo, lo que me prometía llevaba funcionando inmutable en este mundo unos 2000 años. Tras considerar esto, logré apaciguar mis nervios.

Pero poco tiempo después llegó otro disgusto, porque mi himno favorito de la infancia (Praise to the Lord, the Almighty) había sido reemplazado por una versión congregacional de Blowin’ in the Wind de Bob Dylan. ¿Cómo iba a animar nuestras voces un señor en vaqueros balanceándose al son de los rasgueos de su guitarra? ¿Por qué nuestro sacerdote predicaba no sobre los sacramentos, el pecado o la salvación, sino sobre la sabiduría de Mrs. Robinson de Simon & Garfunkel, que nos decía que —cú-cú-cachú— no sabíamos cuánto nos amaba Jesús en realidad?

Así que cuando abrí mi correo electrónico y me encontré este vídeo con algunos comentarios de Facebook adjuntos, puse los ojos en blanco. Aun así, pinché en la canción para escucharla, y tengo que admitir que esta representación de las voces de Julia Harriman, Scott Hoying y Mario José es impresionante. Sublime.

“Con todo lo que está pasando por todo el mundo, mis amigos y yo queríamos compartir algo de amor, ¡de la mejor forma que sabemos! Y qué mejor manera que cantando una de nuestras canciones favoritas, Blowin’ in the Wind de Bob Dylan”, explicaba Harriman en Facebook. Hoying añadía que la canción iba “dedicada al amor”.

Bueno, vale. Es una interpretación brillante, pero seguramente algunos aún se preguntarán qué solución podría aportar ese “soplo en el viento” contra los males de nuestros días.

Las escrituras nos repiten una y otra vez que el Espíritu Santo se mueve con el viento, ya sea en un gran fragor cacofónico como en Pentecostés, o en un suspiro, como con Elías. Esta conexión ya la hizo también el papa Juan Pablo II cuando, el 27 de septiembre de 1997, Bob Dylan cantó la canción para él en Bolonia, Italia. Juan Pablo dijo: “La respuesta a las preguntas de la vida está ‘soplando en el viento’. ¡Es verdad! Pero no en el viento que sopla y se lleva todo en remolinos vacíos, sino en el viento que es el aliento y la voz del espíritu, una voz que llama y dice ‘¡ven!’”.

Hoy en día hay un viento maligno recorriendo el mundo, deslizándose entre las grietas de nuestros corazones, azotando los rincones de nuestras mentes, transitando los más oscuros callejones de nuestras almas.

Tal vez precisamente ahora necesitemos una canción excepcional que nos recuerde que el Espíritu Santo se mueve en el viento y que es una fuerza más poderosa que cualquier otra. Tal vez deberíamos seguir el ejemplo del papa San Juan Pablo y suplicar porque el Espíritu Santo dirija ese remolino alentador hacia las grietas de nuestras debilidades, para que suavice nuestras abruptas aristas y arroje luz sobre nuestras sombras espirituales.

miércoles, 20 de julio de 2016

Faltan pocos días para la JMJ

Estimados amigos:

Quedan pocos días para que comience la Jornada Mundial de la Juventud, que en esta ocasión se celebra en Cracovia (Polonia). Les invito a recordar cuál es la historia del origen de las jornadas mundiales de la juventud, cuántas se han celebrado hasta el momento y cuáles han sido los lemas de cada una.

Las jornadas mundiales de la juventud


Juan Pablo II inventó las Jornadas Mundiales de la Juventud
¿Qué es la Jornada Mundial de la Juventud?

La Jornada Mundial de la Juventud es una celebración de la fe. Es un gran acontecimiento, en el que fiesta y fe se unen inseparablemente y al que el Papa invita a jóvenes de todo el mundo a un lugar concreto. La Jornada Mundial de la Juventud es internacional: llegan jóvenes de más de 180 naciones. Su objetivo común: conocerse entre sí, compartir experiencias y celebrar una gran fiesta ante la presencia del Papa.

¿Cuál es el origen de las jornadas mundiales de la juventud?

En 1984 más de 300.000 jóvenes de todo el mundo acudieron a Roma para el Jubileo Internacional de la Juventud el domingo de Ramos en la Plaza de San Pedro. Estaban respondiendo así a la invitación del Papa de celebrar el Año Santo de la Redención en 1983 /1984, marcando el 1950 aniversario de la de la muerte y resurrección de Jesucristo.

Abrumado por el gran numero de personas, la noche antes del domingo de Ramos, el Papa dijo a los jóvenes:

"Que fantástico espectáculo veros todos aquí hoy! ¿Quién dijo que los jóvenes de hoy en día habían perdido sus valores? ¿Quién dice que no se puede contar con ellos?"

En ese momento, Juan Pablo II confió a los jóvenes del mundo un símbolo del amor de Cristo por la humanidad "para que fuese llevado a todo el mundo": una enorme cruz de madera, conocida ahora como la "Cruz de los Jóvenes"

Y así empezó la búsqueda personal del Papa para que este magnifico encuentro de fe de los jóvenes se convirtiese en algo mas permanente.

Un año después, la Organización de las Naciones Unidas proclamaron 1985 como el "Año Internacional de la Juventud". El Papa vio en esa ocasión una maravillosa oportunidad para organizar otro gran encuentro de jóvenes para ese año y invito a los jóvenes del mundo a celebrar con él el domingo de Ramos en Roma - más de 250.000 jóvenes respondieron a su llamada.

Inspirado por esos dos grandes eventos, el Papa Juan Pablo II deseo que los jóvenes del mundo pudiesen celebrar y aprender de forma continuada más cosas sobre la fe.

Una semana después de la celebración con los jóvenes, el Papa anunció la creación de la Jornada Mundial de la Juventud:

"El Señor nos ha dado sus bendiciones especiales para este encuentro (el Domingo de Ramos), así en los años venideros, la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud tendrá lugar todos los domingos de Ramos conjuntamente con el Consejo de los Laicos".

Papa Juan Pablo II

Así nació la Jornada Mundial de la Juventud. Se convirtió en una de las principales características que definieron del papado de Juan Pablo II, vista como una forma de acercarse a la próxima generación de católicos, demostrando tener confianza en ellos, rejuveneciendo la iglesia y llevando a cabo sus enseñanzas.

Los principios básicos de la Jornada Mundial de la Juventud son:

Una expresión de la Iglesia universal 
Un instrumento de evangelización de los jóvenes 
Una "Epifanía" de los jóvenes de la Iglesia 
Un símbolo efectivo de la Unión Eclesial 
Un peregrinaje de fe, ambos espiritual y practico

¿Cuántas jornadas mundiales de la juventud se han celebrado hasta el momento?

Hasta ahora ha habido 30 Jornadas Mundiales de la Juventud, y de ellas 12 como encuentros internacionales: en 1987 en Buenos Aires (Argentina), en 1989 en Santiago de Compostela (España), en 1991 en Czestochowa (Polonia), en 1993 en Denver (EEUU), en 1995 en Manila (Filipinas), en 1997 en París (Francia), en 2000 en Roma (Italia), en 2002 en Toronto (Canadá), en 2005 en Colonia (Alemania), 2008 en Sydney (Australia), 2011 en Madrid (España) y 2013 en Río de Janeiro (Brasil).

¿Cuáles han sido los lemas de las jornadas mundiales de la juventud?

Han sido los siguientes:

Jornada mundial de la Juventud 2016
Lema: "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán la misericordia". (Mateo 5,7)
Celebración internacional: Cracovia, Polonia (del 26 al 31 de julio de 2016)
Jornada mundial de la Juventud 2013
Lema: "Id y haced discípulos en todas las naciones".
Celebración internacional: Río de Janeiro, Brasil (del 22 al 28 de julio de 2013)
Jornada mundial de la Juventud 2011
Lema: "Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe".
Celebración internacional: Madrid, España (del 15 al 21 de agosto de 2011)
Jornada mundial de la Juventud 2008
Lema: "Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo y seréis mis testigos".
Celebración internacional: Sydney, Australia del (15 al 20 de julio de 2008)
Jornada Mundial de la Juventud 2005

Tema: "Hemos venido a adorarle" (Mt 2,2) 
Celebración internacional: Colonia, Alemania (16-21 de agosto de 2005)
Jornada Mundial de la Juventud 2002
Tema: «Vosotros sois la sal de la tierra...Vosotros sois la luz del mundo» (Mt 5, 13-14)
Celebración (internacional): Toronto, Canadá (23-28 julio)

Jornada Mundial de la Juventud 2000 - Jubileo de los Jóvenes

Tema: «La Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros» (Jn 1,14)
Celebración (internacional): Roma (15-20 agosto)
Jornada Mundial de la Juventud 1997
Tema: «Maestro ¿dónde vives? Venid y veréis» (Jn 1,38-39)
Celebración (internacional): París (Francia) (19-24 agosto)

Jornada Mundial de la Juventud 1995

Tema: «Como el Padre me envió, también yo os envío»(Jn 20,21)
X Jornada Mundial de la Juventud
Celebración (internacional): Manila (Filipinas) (10-15 enero 1995)

Jornada Mundial de la Juventud 1993
Tema: «Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia» (Jn 10,10)
Celebración (internacional): Denver (USA) (10-15 agosto)

Jornada Mundial de la Juventud 1991
Tema: «Habéis recibido un espíritu de hijos» (Rm 8,15)
Celebración (internacional): Czestochowa (Polonia) (10-15 agosto)

Jornada Mundial de la Juventud 1989
Tema: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14,6)
Celebración (internacional): Santiago de Compostela (España) (15-20 agosto)

Jornada Mundial de la Juventud 1987
Tema: «Hemos conocido y hemos creído en el amor que Dios nos tiene» (1Jn 4,16)
Celebración (internacional): Buenos Aires (Argentina) (11-12 abril)

1984 Roma: Plaza de San Pedro, Domingo de Ramos (15 abril)
Clausura del Jubileo de los jóvenes en Roma con motivo del Año santo de la Redención


¿Por qué merece la pena participar en la Jornada Mundial de la Juventud?

Para muchos jóvenes las Jornadas Mundiales de la Juventud suponen una experiencia inolvidable. Conocen a cristianos y cristianas de todo el mundo, celebran juntos una gran fiesta y de este modo viven su fe de una manera nueva. Los participantes quedan profundamente conmovidos por la fuerza del mensaje del Papa. El Papa tiene grandes esperanzas puestas en los jóvenes y les infunde ánimo y valentía para su vida diaria. La experiencia de la fe común más allá de países, idiomas y culturas, les fortalece en su camino personal, en el cual algunos tienen la sensación de vivir aislados. Muchos experimentan una orientación nueva y nueva energía para seguir su propio camino de fe.


Si no soy católico. ¿Puedo, no obstante, participar en la Jornada Mundial de la Juventud?

Aunque la Jornada Mundial de la Juventud está en principio dirigida a jóvenes cristianos de la Iglesia Católica, naturalmente todos los interesados e interesadas en la Jornada están cordialmente invitados. Desde quienes sólo quieren participar en las actividades hasta quienes quieren conocer o redescubrir la fe católica.

miércoles, 18 de mayo de 2016

Juan Pablo II, Catequesis

El infierno como rechazo definitivo de Dios

1. Dios es Padre infinitamente bueno y misericordioso. Pero, por desgracia, el hombre, llamado a responderle en la libertad, puede elegir rechazar definitivamente su amor y su perdón, renunciando así para siempre a la comunión gozosa con él. Precisamente esta trágica situación es lo que señala la doctrina cristiana cuando habla de condenación o infierno. No se trata de un castigo de Dios infligido desde el exterior, sino del desarrollo de premisas ya puestas por el hombre en esta vida. La misma dimensión de infelicidad que conlleva esta oscura condición puede intuirse, en cierto modo, a la luz de algunas experiencias nuestras terribles, que convierten la vida, como se suele decir, en «un infierno».
Con todo, en sentido teológico, el infierno es algo muy diferente: es la última consecuencia del pecado mismo, que se vuelve contra quien lo ha cometido. Es la situación en que se sitúa definitivamente quien rechaza la misericordia del Padre incluso en el último instante de su vida.
2. Para describir esta realidad, a sagrada Escritura utiliza un lenguaje simbólico, que se precisará progresivamente. En el Antiguo Testamento, la condición de los muertos no estaba aún plenamente iluminada por la Revelación. En efecto, por lo general, se pensaba que los muertos se reunían en el sheol, un lugar de tinieblas (cf. Ez 28, 8; 31, 14; Jb 10, 21 ss; 38, 17; Sal 30, 10; 88, 7. 13), una fosa de la que no se puede salir (cf. Jb 7, 9), un lugar en el que no es posible dar gloria a Dios (cf. Is 38, 18; Sal 6, 6).
El Nuevo Testamento proyecta nueva luz sobre la condición de los muertos, sobre todo anunciando que Cristo, con su resurrección, ha vencido la muerte y ha extendido su poder liberador también en el reino de los muertos.
Sin embargo, la redención sigue siendo un ofrecimiento de salvación que corresponde al hombre acoger con libertad. Por eso, cada uno será juzgado «de acuerdo con sus obras» (Ap 20, 13). Recurriendo a imágenes, el Nuevo Testamento presenta el lugar destinado a los obradores de iniquidad como un horno ardiente, donde «será el llanto y el rechinar de dientes» (Mt 13, 42; cf. 25, 30. 41) o como la gehenna de «fuego que no se apaga» (Mc 9, 43). Todo ello es expresado, con forma de narración, en la parábola del rico epulón, en la que se precisa que el infierno es el lugar de pena definitiva, sin posibilidad de retorno o de mitigación del dolor (cf. Le 16, 19-31).
También el Apocalipsis representa plásticamente en un «lago de fuego» a los que no se hallan inscritos en el Ebro de la vida, yendo así al encuentro de una «segunda muerte» (Ap 20, 13 ss). Por consiguiente, quienes se obstinan en no abrirse al Evangelio, se predisponen a «una ruina eterna, alejados de la presencia del Señor y de la gloria de su poder» (2 Ts 1,9).
3. Las imágenes con las que la sagrada Escritura nos presenta el infierno deben interpretarse correctamente. Expresan la completa frustración y vaciedad de una vida sin Dios. El infierno, más que un lugar, indica la situación en que llega a encontrarse quien libre y definitivamente se aleja de Dios, manantial de vida y alegría. Así resume los datos de, la fe sobre este tema el Catecismo de la Iglesia católica: «Morir en pecado mortal sin estar arrepentidos ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de él para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra infierno» (n. 1033).
Por eso, la «condenación» no se ha de atribuir a la iniciativa de Dios, dado que en su amor misericordioso él no puede querer sino la salvación de los seres que ha creado. En realidad, es la criatura la que se cierra a su amor. La «condenación» consiste precisamente en que el hombre se aleja definitivamente de Dios, por elección libre y confirmada con la muerte, que sella para siempre esa opción. La sentencia de Dios ratifica ese estado.
4. La fe cristiana enseña que, en el riesgo del «sí» y del «no» que caracteriza la libertad de las criaturas, alguien ha dicho ya «o». Se trata de las criaturas espirituales que se rebelaron contra el amor de Dios y a las que se llama demonios (cf. concilio IV de Letrán: DS 800-801). Para nosotros, los seres humanos, esa historia resuena como una advertencia: nos exhorta continuamente a evitar la tragedia en la que desemboca el pecado y a vivir nuestra vida según el modelo de Jesús, que siempre dijo «sí» a Dios.
La condenación sigue siendo una posibilidad real, pero no nos es dado conocer, sin especial revelación divina, si los seres humanos, y cuáles, han quedado implicados efectivamente en ella. El pensamiento del infierno —y mucho menos la utilización impropia de las imágenes bíblicas— no debe crear psicosis o angustia; pero representa una exhortación necesaria y saludable a la libertad, dentro del anuncio de que Jesús resucitado ha vencido a Satanás, dándonos el Espíritu de Dios, que nos hace invocar «Abbá, Padre» (Rm 8, 15; Ga 4, 6).
Esta perspectiva, llena de esperanza, prevalece en el anuncio cristiano. Se refleja eficazmente en la tradición litúrgica de la Iglesia, como lo atestiguan, por ejemplo, las palabras del Canon Romano: «Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa ( ... ), líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos».

Juan Pablo II, Catequesis

El «cielo» como plenitud de intimidad con Dios

1 . Cuando haya pasado la figura de este mundo, los que hayan acogido a Dios en su vida y se hayan abierto sinceramente a su amor, por lo menos en el momento de la muerte, podrán gozar de la plenitud de comunión con Dios, que constituye la meta de la existencia humana.
Como enseña el Catecismo de la Iglesia católica, "esta vida perfecta con la santísima Trinidad, esta comunión de vida y de amor con ella, con la Virgen María, los ángeles y todos los bienaventurados se llama 'el cielo'. El cielo es el fin último y la realización de las aspiraciones mas profundas del hombre, el estado supremo y definitivo de dicha"(n. 1024).
Hoy queremos tratar de comprender el sentido bíblico del «cielo», para poder entender mejor la realidad a la que remite esa expresión.
2. En el lenguaje bíblico el «cielo», cuando va unido a la «tierra», indica una parte del universo. A propósito de la creación, la Escritura dice: «En un principio creo Dios el cielo y la tierra» (Gn 1, 1).
En sentido metafórico, el cielo se entiende como morada de Dios, que en eso se distingue de los hombres (cf. Sal, 104, 2 s; 115, 16; Is 66, l). Dios, desde lo alto del cielo, ve y juzga (cf. Sal 113, 4-9) y baja cuando se le invoca (cf. Sal 18, 7. 10; 144, 5). Sin embargo, la metáfora bíblica da a entender que Dios ni se identifica con el cielo ni puede ser encerrado en el cielo (cf. 1R 8, 27); y eso es verdad, a pesar de que en algunos pasajes del primer libro de los Macabeos «el cielo» es simplemente un nombre de Dios (cf. 1M 3, 18. 19. 50. 60; 4, 24. 55).
A la representación del cielo como morada trascendente del Dios vivo, se añade la de lugar al que también los creyentes pueden, por gracia, subir, como muestran en el Antiguo Testamento las historias de Enoc (cf. Gn 5, 24) y Elías (cf. 2R 2, 11). Así, el cielo resulta figura de la vida en Dios. En este sentido, Jesús habla de «recompensa en los cielos» (Mt 5, 12) y exhorta a «amontonar tesoros en el cielo» (Mt 6, 20; cf. 19, 21).
3. El Nuevo Testamento profundiza la idea del cielo también en relación con el misterio de Cristo. Para indicar qué el sacrificio del Redentor asume valor perfecto y definitivo, la carta a los Hebreos afirma que Jesús «penetró los cielos» (Hb 4, 14) y «no penetró en un santuario hecho por mano de hombre, en una reproducción del verdadero, sino en el mismo cielo» (Hb 9, 24). Luego, los creyentes, en cuanto amados de modo especial por el Padre, son resucitados con Cristo y hechos ciudadanos del cielo.
Vale la pena escuchar lo que a este respecto nos dice el apóstol Pablo en un texto de gran intensidad: «Dios, rico en misericordia, por el grande amor con que nos amó, estando muertos a causa de nuestros pecados, nos vivificó juntamente con Cristo —por gracia habéis sido salvados— y con él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús, a fin de mostrar en los siglos venideros la sobreabundante riqueza de su gracia, por su bondad para con nosotros en Cristo Jesús» (Ef 2, 4-7). Las criaturas experimentan la paternidad de Dios, rico en misericordia, a través del amor del Hijo de Dios, crucificado y resucitado, el cual, como Señor, está sentado en los cielos a la derecha del Padre.
4. Así pues, la participación en la completa intimidad con el Padre, después del recorrido de nuestra vida terrena, pasa por la inserción en el misterio pascual de Cristo. San Pablo subraya con una imagen espacial muy intensa este caminar nuestro hacia Cristo en los cielos al final de los tiempos: «Después nosotros, los que vivamos, los que quedemos, seremos arrebatados en nubes, junto con ellos (los muertos resucitados), al encuentro del Señor en los aires. Y así estaremos siempre con el Señor. Consolados, pues, mutuamente con estas palabras» (1Ts 4, 17-18).
En el marco de la Revelación sabemos que el «cielo» o la «bienaventuranza» en la que nos encontraremos no es una abstracción, ni tampoco un lugar físico entre las nubes, sino una relación viva y personal con la santísima Trinidad. Es el encuentro con el Padre, que se realiza en Cristo resucitado gracias a la comunión del Espíritu Santo.
Es preciso mantener siempre cierta sobriedad al describir estas realidades últimas, ya que su representación resulta siempre inadecuada. Hoy el lenguaje personalista logra reflejar de una forma menos impropia la situación de felicidad y paz en que nos situará la comunión definitiva con Dios.
El Catecismo de la Iglesia católica sintetiza la enseñanza eclesial sobre esta verdad afirmando que, «por su muerte y su resurrección, Jesucristo nos ha abierto» el cielo. La vida de los bienaventurados consiste en la plena posesión de los frutos de la redención realizada por Cristo, que asocia a su glorificación celestial a quienes han creído en él y han permanecido fieles a su voluntad. El cielo es la comunidad bienaventurada de todos los que están perfectamente incorporados a él» (n. 1026).
5. Con todo, esta situación final se puede anticipar de alguna manera hoy, ,tanto en la vida sacramental, cuyo centro es la Eucaristía, como en el don de sí mismo mediante la caridad fraterna. Si sabemos gozar ordenadamente de los bienes que el Señor nos regala cada día, experimentaremos ya la alegría y la paz de que un día gozaremos plenamente. Sabemos que en esta fase terrena todo tiene límite; sin embargo, el pensamiento de las realidades últimas nos ayuda a vivir bien las realidades penúltimas. Somos conscientes de que mientras caminamos en este mundo estamos llamados a buscar «las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios» (Col 3, 1), para estar con él en el cumplimiento escatológico, cuando en el Espíritu él reconcilie totalmente con el Padre «lo que hay en la tierra y en los cielos» (Col 1, 20).

martes, 17 de mayo de 2016

Frases célebres / Pensamientos de Juan Pablo II

Pensamientos

:: Los jóvenes

"Estamos en el mundo sin ser del mundo, constituidos entre los hombres como signos de la verdad y de la presencia de Cristo para el mundo.  Le entregamos todo nuestro ser concreto como expresión suya, para que El siga pasando haciendo el bien".  (Cf. Act 10:38)
"El verdadero conocimiento y la auténtica libertad se hallan en Jesús. Dejad que Jesús forme parte siempre de vuestra hambre de verdad y justicia, y de vuestro compromiso por el bienestar de vuestros semejantes".
"La libertad, en todos sus aspectos, debe de estar basada en la verdad.  Deseo repetir aquí las palabras de Jesús: "Y la verdad os librará"  (Jn 8:32).  Es, pues, mi deseo que vuestro sentido de la libertad pueda siempre ir de la mano con un profundo sentido de verdad y honestidad acerca de vosotros mismos y de las realidades de vuestra sociedad".  

"Solamente la libertad que se somete a la Verdad conduce a la persona humana a su verdadero bien. El bien de la persona consiste en estar en la Verdad y en realizar la Verdad". (Enc. Esplendor de la Verdad)
"El matrimonio y la familia cristiana edifican la Iglesia. Los hijos son fruto precioso del matrimonio". (Familiaris Consortio 14, 16)
"Ayudad a vuestros hijos a salir al encuentro de Jesús, para conocerlo mejor y para seguirlo, entre las tentaciones a las que están continuamente expuestos, sobre el camino que lleva a la auténtica felicidad".

:: Dios y la persona humana:: Evangelización:: Los jóvenes

Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II para la XVII Jornada Mundial de la Juventud.
Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II para la XVIII Jornada Mundial de la Juventud. 25 de julio 2002.
Saludo final del Papa Juan Pablo II a los participantes de la JMJ 2002 Downsview Lands, Toronto, 28 de julio 2002
Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II para la XVIII Jornada Mundial de la Juventud. 25 de julio 2002.
Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II para la XVIII Jornada Mundial de la Juventud. 25 de julio 2002.
Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II para la XVIII Jornada Mundial de la Juventud. 25 de julio 2002.
"Ahora más que nunca es urgente que seáis los "centinelas de la mañana", los vigías que anuncian la luz del alba y la nueva primavera del Evangelio, de la que ya se ven los brotes. La humanidad tiene necesidad imperiosa del testimonio de jóvenes libres y valientes, que se atrevan a caminar contra corriente y a proclamar con fuerza y entusiasmo la propia fe en Dios, Señor y Salvador."
Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II para la XVIII Jornada Mundial de la Juventud. 25 de julio 2002.

:: La cruz:: El sufrimiento:: Confianza en Dios

"En el corazón de Cristo encuentra paz quien está angustiado por las penas de la existencia; encuentra alivio quien se ve afligido por el sufrimiento y la enfermedad; siente alegría quien se ve oprimido por la incertidumbre y la angustia, porque el corazón de Cristo es abismo de consuelo y de amor para quien recurre a El con confianza".

:: La paz

"La libertad, alimentará la paz y la hará fructificar cuando, en la elección de los medios para alcanzarla, los individuos se guíen por la razón y asuman con valentía la responsabilidad de las propias acciones".

:: La Virgen María

"El anuncio de Simeón parece como un segundo anuncio a María, dado que le indica la concreta dimensión histórica en la cual el Hijo cumplirá su misión, es decir en la incomprensión y en el dolor". Madre del Redentor  #16

:: El Rosario

"Mediante el Rosario, el creyente obtiene abundantes gracias, como recibiéndolas de las mismas manos de la Madre del Redentor".
«Guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón » (Lc 2, 19; cf. 2, 51). Los recuerdos de Jesús, impresos en su alma, la han acompañado en todo momento, llevándola a recorrer con el pensamiento los distintos episodios de su vida junto al Hijo. Han sido aquellos recuerdos los que han constituido, en cierto sentido, el 'rosario' que Ella ha recitado constantemente en los días de su vida terrenal".

:: Vida consagrada:: Fe y Razón

 Carta encíclica Fides et Ratio Sobre las relaciones entre Fe y Razón. 14 de septiembre de 1998

:: Concilio Vaticano II

Después de su conclusión, el Concilio no ha cesado de inspirar la vida de la Iglesia. En 1985 quise señalar: "Para mí, que tuve la gracia especial de participar y colaborar activamente en su desenvolvimiento, el Vaticano II ha sido siempre, y es de modo particular en estos años de mi pontificado, el punto de referencia constante de toda mi acción pastoral, con el compromiso responsable de traducir sus directrices en aplicación concreta y fiel, a nivel de cada Iglesia y de toda la Iglesia. Hay que acudir incesantemente a esa fuente". Juan Pablo II, Homilía del 25 de enero de 1985, cf. L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 3 de febrero de 1985, p. 12).

:: El Arte:: La Eucaristía:: Santidad:: Navidad:: La Iglesia:: Conversión:: La vida



"Me afecta cualquier amenaza contra el hombre, contra la familia y la nación.  Amenazas que tienen siempre su origen en nuestra debilidad humana, en la forma superficial de considerar la vida".
"Queremos AMAR COMO TÚ, que das la vida y te comunicas con todo lo que eres. Quisiéramos decir como San Pablo: «Mi vida es Cristo» (Flp. 1,21). Nuestra vida no tiene sentido sin ti".
"La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida".
"El respeto a la vida es fundamento de cualquier otro derecho, incluidos los de la libertad".
"Todo ser humano, desde su concepción, tiene derecho a nacer, es decir, a vivir su propia vida. No sólo el bienestar, sino también, en cierto modo,el ser mismo de la sociedad, dependen de la salvaguardia de este derecho primoldial. Si se niega al niño por nacer este derecho, resultará cada vez más difícil reconocer sin discriminaciones el mismo derecho a todos los seres humanos".

:: La familia

"La familia está llamada a ser templo, o sea, casa de oración: una oración sencilla, llena de esfuerzo y ternura. Una oración que se hace vida, para que toda la vida se convierta en oración".
"A una familia que hace oración no le faltará nunca la conciencia de la propia vocación fundamental: la de ser un gran camino de comunión".
"La familia es para los creyentes una experiencia de camino, una aventura rica en sorpresas, pero abierta sobre todo a la gran sorpresa de Dios, que viene siempre de modo nuevo a nuestra vida".
"El hombre es esencialmente un ser social; con mayor razón, se puede decir que es un ser familiar".
"El futuro depende, en gran parte, de la familia, lleva consigo el porvenir mismo de la sociedad; su papel especialísimo es el de contribuir eficazmente a un futuro de paz".
Que toda familia del mundo pueda repetir con verdad lo que afirma el salmista: "Ved qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos" (Sal 133, 1).
La acogida, el amor, la estima, el servicio múltiple y unitario -material, afectivo, educativo, espiritual- a cada niño que viene a este mundo, debería constituir siempre una nota distintiva e irrenunciable de los cristianos, especialmente de las familias cristianas; así los niños, a la vez que crecen "en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres", serán una preciosa ayuda para la edificación de la comunidad familiar para la misma santificación de los padres. (Familiaris Consortio, 1981)
La familia es "base de la sociedad y el lugar donde las personas aprenden por vez primera los valores que les guían durante toda su vida".
"Los padres tienen derechos y reponsabilidades específicos en la educación y la formación de sus hijos en los valors morales, especialmente en la dificíl edad de la adolescencia".
"Los padres de familia que tienen la responsabilidad de la educación humana y cristiana de los hijos, confiando también en la ayuda experta de educadores y catequistas serios y bien formados".
"Todos los católicos, en especial los casados deben ser los primeros en testimoniar la grandeza de la vida conyugal y familiar con una acción catequética y educativa más incisiva y constante, que permita incentivar el ideal cristiano de comunión conyugal fiel e indisoluble".
"Políticas familiares basadas en la esterilización masiva, en la promoción del aborto o del divorcio producen «resultados dramáticos»: la desintegración de la célula fundamental de la sociedad".
"La libertad de buscar y decir la verdad es un elemento esencial de la comunicación humana, no sólo en relación con los hechos y la información, sino también y especialmente sobre la naturaleza y destino de la persona humana, respecto a la sociedad y el bien común, respecto a nuestra relación con Dios".
"La persona humana tiene una necesidad que es aún más profunda, un hambre que es mayor que aquella que el pan puede saciar -es el hambre que posee el corazón humano de la inmensidad de Dios". 
"La caridad procede de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y a Dios conoce... porque Dios es amor (1 Jn 4:7-9).  Solamente lo que es construido sobre Dios, sobre el amor, es durable".
"El campamento además de unas vacaciones aventureras, se convierte en un encuentro con Dios, con vosotros mismos y con los otros; encuentro favorecido por una profunda revisión de vida a la luz de la Palabra de Dios".
"Dios, creador de todas las cosas y Señor del cosmos, está unido con cada hombre y mujer por una relación de amor".
"Incluso cuando Dios parece guardar silencio ante la opresión, la injusticia o el sufrimiento, sigue amando al ser humano y sale en su ayuda si es invocado".
"Dios se deja conquistar por el humilde e rechaza la arrogancia del orgulloso".
"¡Como los Reyes Magos, sed también vosotros peregrinos animados por el deseo de encontrar al Mesías y de adorarle! ¡Anunciad con valentía que Cristo, muerto y resucitado, es vencedor del mal y de la muerte!".
"Pero, si vais a ser eficaces predicadores de la Palabra, debéis ser hombres de fe profunda, y a un tiempo oyentes y operadores de la Palabra".
"La Palabra de Dios es digna en todos vuestros esfuerzos.  Abrazarla en toda su pureza e integridad, y difundirla con el ejemplo y la predicación, es una gran misión.  Esta es vuestra misión hoy, mañana y el resto de vuestras vidas".
"La Iglesia necesita muchos y cualificados evangelizadores que, con nuevo ardor, renovado entusiasmo, fino espíritu eclesial, desbordantes de fe y esperanza, hablen cada vez más de Jesucristo".
"Es vital que el llamamiento de Cristo a hacer discípulos sea anunciado y vivido con convicción por cada cristiano".
"Inculturación es lo que permite a la Iglesia encarnar el Evangelio en las diferentes culturas, asumiendo lo que hay de bueno en estas culturas, y renovándolas desde su interior. La inculturación constituye un camino hacia una plena evangelización para que todo hombre pueda acoger a Jesucristo en la integridad de su ser personal, cultural, económico y político, de cara a su plena y total unión con Dios Padre y de una vida santa bajo la acción del Espíritu Santo".
"Es necesario vivir en la adhesión a la voluntad divina, ofrecer el pan a los hambrientos, visitar a los prisioneros, apoyar y consolar a los enfermos, defender y acoger a los extranjeros, dedicarse a los pobres y míseros".
"Acompañad a vuestros alumnos con paciencia y sabiduría; esforzaos en abrir sus mentes y sus corazones a la verdad y al bien, educándolos en la auténtica justicia y en la paz".
"Confió el «compromiso de la paz» sobre todo a los jóvenes es indispensable educar a las nuevas generaciones en la paz, que debe convertirse cada vez más en estilo de vida".
"Vosotros sois la sal de la tierra... Vosotros sois la luz del mundo". (Mt 5, 13-14)
"¡La Iglesia os mira con confianza, y espera que seáis el pueblo de las bienaventuranzas!".
"Gracias a todos los jóvenes de habla hispana. No teman responder generosamente al llamado del Señor. Dejen que su fe brille en el mundo, que sus acciones muestren su compromiso con el mensaje salvífico del Evangelio!".
"¡Vivid comprometidos, en la oración, en la atenta escucha y en el compartir gozoso estas ocasiones de "formación permanente", manifestando vuestra fe ardiente y devota! ¡Como los Reyes Magos, sed también vosotros peregrinos animados por el deseo de encontrar al Mesías y de adorarle! ¡Anunciad con valentía que Cristo, muerto y resucitado, es vencedor del mal y de la muerte!".
"También vosotros, queridos jóvenes, os enfrentáis al sufrimiento: la soledad, los fracasos y las desilusiones en vuestra vida personal; las dificultades para adaptarse al mundo de los adultos y a la vida profesional; las separaciones y los lutos en vuestras familias; la violencia de las guerras y la muerte de los inocentes. Pero sabed que en los momentos difíciles, que no faltan en la vida de cada uno, no estáis solos: como a Juan al pie de la Cruz, Jesús os entrega también a vosotros su Madre, para que os conforte con su ternura".
"Queridos jóvenes, ya lo sabéis: el cristianismo no es una opinión y no consiste en palabras vanas. ¡El cristianismo es Cristo! ¡Es una Persona, es el Viviente! Encontrar a Jesús, amarlo y hacerlo amar: he aquí la vocación cristiana".
"Queridos jóvenes, sólo Jesús conoce vuestro corazón, vuestros deseos más profundos. Sólo Él, que os ha amado hasta la muerte, (cfr Jn 13,1), es capaz de colmar vuestras aspiraciones. Sus palabras son palabras de vida eterna, palabras que dan sentido a la vida. Nadie fuera de Cristo podrá daros la verdadera felicidad".
"La cruz ha venido a ser para nosotros la Cátedra suprema de la verdad de Dios y del hombre. Todos debemos ser alumnos de esta Cátedra en curso o fuera de curso. Entonces comprenderemos que la cruz es también cuna del hombre nuevo".
"Donde surge la Cruz, se ve la señal de que ha llegado la Buena Noticia de la salvación del hombre mediante el amor. Donde se levanta la cruz, está la señal de que se ha iniciado la evangelización".
"La cruz se transforma también en símbolo de esperanza. De instrumento de castigo, se convierte en imagen de vida nueva, de un mundo nuevo".  
"La cruz, en la que se muere para vivir; para vivir en Dios y con Dios, para vivir en la verdad, en la libertad y en le amor, para vivir eternamente".
"El misterio de la Cruz y de la Resurrección nos asegura, sin embargo, que el odio, la violencia, la sangre, la muerte no tienen la última palabra en las vivencias humanas. La victoria definitiva es de Cristo y tenemos que volver a empezar desde Él, si queremos construir para todos un futuro de paz, justicia y solidaridad auténticas".
"El Viernes Santo, con la adoración de la Cruz, celebramos la pasión y muerte de Jesús. El Sábado Santo, día de clara esperanza, en oración con María esperaremos la Resurrección. En la Noche Santa de Pascua, todo se renueva en Cristo resucitado y se expresa con el alegre canto del Gloria y del Aleluya".
"Las palabras de la oración de Cristo en Getsemaní prueban la verdad del sufrimiento".
"Getsemaní es el lugar en el que precisamente este sufrimiento, expresado en toda la verdad por el profeta sobre el mal padecido en el mismo, se ha revelado casi EspiritualMente ante los ojos de Cristo".
"El sufrimiento humano ha alcanzado su culmen en la pasión de Cristo". 
"La cruz de Cristo se ha convertido en una fuente de la que brotan ríos de agua viva".
"En la cruz de Cristo no solo se ha cumplido la redención mediante el sufrimiento, sino que el mismo sufrimiento humano ha quedado redimido".
"Pido para vosotros la gracia de la luz y de la fuerza Espiritual en el sufrimiento, para que no perdáis el valor, sino que descubráis individualmente el sentido del sufrimiento y podáis, con la oración y el sacrificio, aliviar a los demás".

"Sabed también vosotros, queridos amigos, que esta misión no es fácil. Y que puede convertirse incluso en imposible, si sólo contáis con vosotros mismos. Pero lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios". (Lc 18,27; 1,37).
"Los verdaderos discípulos de Cristo tienen conciencia de su propia debilidad. Por esto ponen toda su confianza en la gracia de Dios que acogen con corazón indiviso, convencidos de que sin Él no pueden hacer nada (cfr Jn 15,5). Lo que les caracteriza y distingue del resto de los hombres no son los talentos o las disposiciones naturales. Es su firme determinación de caminar tras las huellas de Jesús".
"Dios no es un ser indiferente o lejano, por lo que no estamos abandonados a nosotros mismos".
"En las inevitables pruebas y dificultades de la existencia, como en los momentos de alegría y entusiasmo, confiarse al Señor infunde paz en el ánimo, induce a reconocer el primado de la iniciativa divina y abre el espíritu a la humildad y a la verdad".
"La paz es uno de los bienes más preciosos para las personas, para los pueblos y para los Estados".
"En este tiempo amenazado por la violencia, por el odio y por la guerra, testimoniad que Él y sólo Él puede dar la verdadera paz al corazón del hombre, a las familias y a los pueblos de la tierra. Esforzaos por buscar y promover la paz, la justicia y la fraternidad. Y no olvidéis la palabra del Evangelio: Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios". (Mt 5,9).
"La paz y la violencia germinan en el corazón del hombre, sobre el cual sólo Dios tiene poder".
"La violencia jamás resuelve los conflictos, ni siquiera disminuye sus consecuencias dramáticas".
"¡Hombres y mujeres del tercer milenio! Dejadme que os repita: ¡abrid el corazón a Cristo crucificado y resucitado, que viene ofreciendo la paz! Donde entra Cristo resucitado, con Él entra la verdadera paz".
"Que nadie se haga ilusiones de que la simple ausencia de guerra, aun siendo tan deseada, sea sinónimo de una paz verdadera. No hay verdadera paz sino viene acompañada de equidad , verdad, justicia, y solidaridad".
"La verdadera reconciliación entre hombres enfrentados y enemistados solo es posible, si se dejan reconciliar al mismo tiempo con Dios".
"No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón".
"El diálogo, basado en sólidas leyes morales, facilita la solución de los conflictos y favorece el respeto de la vida, de toda vida humana. Por ello, el recurso a las armas para dirimir las controversias representa siempre una derrota de la razón y de la humanidad".
"Hay que alentar con firme determinación el camino del diálogo y de la mutua comprensión en el respeto de las diferencias, de forma que la auténtica paz pueda lograrse y tenga lugar el encuentro entre los pueblos en un contexto de solidario acuerdo".
"La auténtica religión no apoya el terrorismo y la violencia, sino que busca promover de toda forma posible la unidad y la paz de la familia humana".
"La guerra es siempre una derrota de la humanidad".
"La violencia y las armas no pueden resolver nunca los problemas de los hombres".
"La verdad y la solidaridad son dos elementos claves que permiten a los profesionales de los medios de comunicación convertirse en promotores de la paz".
"Los invito a cada uno a comprometerse cada día en el seguimiento de Cristo para rechazar la violencia, que es un camino sin futuro, y para construir una paz duradera fundada en la justicia y el respeto de las personas".
"El derecho internacional, el diálogo leal, la solidaridad entre los Estados, el ejercicio tan noble de la diplomacia son los medios dignos de los hombres y de las naciones para superar sus contiendas".
"Valorar los recursos humanos endógenos significa garantizar el equilibrio sanitario y, en definitiva, contribuir a la paz del mundo entero".
"Es un deber para los creyentes, cualquiera sea su religión, proclamar que nunca podremos ser felices unos contra otros; nunca el futuro de la humanidad podrá ser asegurado con el terrorismo y la lógica de la guerra".
"Los creyentes de todas las religiones, junto con los hombres de buena voluntad, abandonando cualquier forma de intolerancia y discriminación, están llamados a construir la paz".
"Nosotros los cristianos, en particular, estamos llamados a ser centinelas de la paz, en los lugares donde vivimos y trabajamos; es decir, se nos pide que vigilemos para que las conciencias no cedan a la tentación del egoísmo, de la mentira y de la violencia".
"No habrá paz en la tierra mientras perduren las opresiones de los pueblos, las injusticias y los desequilibrios económicos que todavía existen".
"Pero para que tengan lugar los cambios estructurales deseados, no son suficientes iniciativas e intervenciones externas; se requiere ante todo una conversión conjunta de los corazones al amor".
"Elevemos nuestras oraciones al Señor para que el amor venza al odio y para que la paz, la justicia y la solidaridad crezcan en todos los rincones del mundo, en el espíritu del Evangelio".
"Es todavía más urgente proclamar, con voz decidida, que sólo la paz es el camino para construir una sociedad más justa y solidaria".
"Hasta que quienes ocupan puestos de responsabilidad no acepten cuestionarse con valentía su modo de administrar el poder y de procurar el bienestar de sus pueblos, será difícil imaginar que se pueda progresar verdaderamente hacia la paz".
"La paz, se realiza respetando el orden internacional y el derecho internacional, que deben ser las prioridades de todos aquellos que tienen a su cargo el destino de las Naciones".
"La paz exige cuatro condiciones esenciales: Verdad, justicia, amor y libertad".
"La verdad, erá fundamento de la paz cuando cada individuo tome conciencia rectamente, más que de los propios derechos, también de los propios deberes con los otros".
"La justicia, edificará la paz cuando cada uno respete concretamente los derechos ajenos y se esfuerce por cumplir plenamente los mismos deberes con los demás".
"El amor será fermento de paz, cuando la gente sienta las necesidades de los demás como propias y comparta con ellos lo que posee, empezando por los valores del espíritu".
"El dogma de la maternidad divina de María fue para el Concilio de Éfeso y es para la Iglesia como un sello del dogma de la Encarnación en la que el Verbo asume realmente en la unidad de su persona la naturaleza humana sin anularla".  Madre del Redentor #4
"María es 'llena de gracia', porque la Encarnación del Verbo, la unión hipostática del Hijo de Dios con la naturaleza humana, se realiza y cumple precisamente en ella". Madre del Redentor #9
"El ir al encuentro de las necesidades del hombre significa, al mismo tiempo, su introducción en le radio de acción de la misión mesiánica y del poder salvífico de Cristo.  Por consiguiente, se da una mediación: María se pone entre su Hijo y los hombres en la realidad de sus privaciones, indigencias y sufrimientos.  Se pone "en medio", o sea se hace mediadora no como una persona extraña, sino en su papel de madre, consciente de que como tal puede -mas bien "tiene el derecho de"- hacer presente al Hijo las necesidades de los hombres".  Madre del Redentor  #21
"La Madre de Cristo se presenta ante los hombres como portavoz de la voluntad del Hijo, indicadora de aquellas exigencias que deben cumplirse para que pueda manifestarse el poder salvífico del Mesías". Madre del Redentor  #21
"En Cana, merced a la intercesión de María y a la obediencia de los criados, Jesús da comienzo a su hora". Madre  del Redentor  #21  
"En Cana María aparece como la cree en Jesús; su fe provoca la primera "señal" y contribuye a suscitar la fe de los discípulos". Madre del Redentor  #21
"La misión maternal de María hacia los hombres de ninguna manera oscurece ni disminuye esta única mediación de Cristo, sino mas bien muestra su eficacia.  Esta función materna brota, según el beneplácito de Dios, de la superabundancia de los méritos de Cristo... de ella depende totalmente y de la misma saca toda su virtud". Madre del Redentor  #22
"Esta nueva maternidad de María, engendrada por la fe, es fruto del `nuevo' amor, que maduro en ella definitivamente junto a la Cruz, por medio de su participación en el amor redentor del Hijo".  Madre del Redentor  #23  
"Nos has dado a tu Madre como nuestra para que nos enseñe a meditar y adorar en el corazón. Ella, recibiendo la Palabra y poniéndola en práctica, se hizo la más perfecta Madre".
"Durante el reciente viaje a Polonia, me dirigí a la Virgen María con estas palabras: "Madre santísima, (...) obtén también para mí las fuerzas del cuerpo y del espíritu, para que pueda cumplir hasta el fin la misión que me ha encomendado el Resucitado. En ti pongo todos los frutos de mi vida y de mi ministerio; a ti encomiendo el destino de la Iglesia; (...) en ti confío y te declaro una vez más: Totus tuus, Maria! Totus tuus! Amén". (Homilía en el santuario de Kalwaria Zebrzydowska, 19 de agosto de 2002.
"Danos tus ojos, María, para descifrar el misterio que se oculta tras la fragilidad de los miembros del Hijo. Enséñanos a reconocer su rostro en los niños de toda raza y cultura".
"María, ayúdanos a ser testigos creíbles de su mensaje de paz y de amor, para que los hombres y las mujeres de nuestro tiempo, caracterizado aún por tensos contrastes e inauditas violencias, reconozcan en el Niño que está en tus brazos al único Salvador del mundo, fuente inagotable de la paz verdadera, a la que todos aspiran en lo más profundo del corazón".
"Que la Virgen, co-participante íntima en el designio de salvación, nos acompañe en el camino de la pasión y de la cruz hasta el sepulcro vacío para encontrar a su Hijo divino resucitado. Entremos en el clima espiritual del Triduo Santo, dejándonos guiar por Ella".

:: La oración

"Es hora de redescubrir, queridos hermanos y hermanas, el valor de la oración, su fuerza misteriosa, su capacidad de volvernos a conducir a Dios y de introducirnos en la verdad radical del ser humano".
"Cuando un hombre ora, se coloca ante Dios, ante un Tú, un Tú divino, y comprende al mismo tiempo la íntima verdad de su propio yo: Tú divino, yo humano, ser personal creado a imagen de Dios".
"En nuestras noches físicas y morales, si tú estás presente, y nos amas, y nos hablas, ya nos basta, aunque muchas veces no sentiremos la consolación".
"Pidamos juntos a Dios, rico de misericordia y de perdón, que apague los sentimientos de odio en el ánimo de las poblaciones, que haga cesar el horror del terrorismo y guíe los pasos de los responsables de las naciones por el camino de la comprensión recíproca, de la solidaridad y la reconciliación".
"Hoy se exalta con frecuencia el placer, el egoísmo, o incluso la inmoralidad, en nombre de falsos ideales de libertad y felicidad. La pureza de corazón, como toda virtud, exige un entrenamiento diario de la voluntad y una disciplina constante interior. Exige, ante todo, el asiduo recurso a Dios en la oración".
"En los momentos de angustia y de «pesadilla mortal», la oración, acompañada por el compromiso de hacer la voluntad de Dios, devuelve el auténtico gusto por la vida".
"En su sencillez y profundidad, sigue siendo también en este tercer Milenio apenas iniciado una oración de gran significado, destinada a producir frutos de santidad".
"El Rosario, en efecto, aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en la cristología. En la sobriedad de sus partes, concentra en sí la profundidad de todo el mensaje evangélico, del cual es como un compendio".
"Con él, el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor".
"Esta oración ha tenido un puesto importante en mi vida espiritual desde mis años jóvenes".
"El Rosario me ha acompañado en los momentos de alegría y en los de tribulación. A él he confiado tantas preocupaciones y en él siempre he encontrado consuelo".
"Hace veinticuatro años, el 29 de octubre de 1978, dos semanas después de la elección a la Sede de Pedro, como abriendo mi alma, me expresé así: «El Rosario es mi oración predilecta. ¡Plegaria maravillosa! Maravillosa en su sencillez y en su profundidad". [...]
"Hoy, al inicio del vigésimo quinto año de servicio como Sucesor de Pedro, quiero hacer lo mismo. Cuántas gracias he recibido de la Santísima Virgen a través del Rosario en estos años: Magnificat anima mea Dominum! Deseo elevar mi agradecimiento al Señor con las palabras de su Madre Santísima, bajo cuya protección he puesto mi ministerio petrino: Totus tuus!".
"El Rosario, comprendido en su pleno significado, conduce al corazón mismo del vida cristiana y ofrece una oportunidad ordinaria y fecunda espiritual y pedagógica, para la contemplación personal, la formación del Pueblo de Dios y la nueva evangelización".
"...el motivo más importante para volver a proponer con determinación la práctica del Rosario es por ser un medio sumamente válido para favorecer en los fieles la exigencia de contemplación del misterio cristiano, que he propuesto en la Carta Apostólica Novo millennio ineunte como verdadera y propia pedagogía de la santidad: es necesario un cristianismo que se distinga ante todo en el arte de la oración".
"No se puede, pues, recitar el Rosario sin sentirse implicados en un compromiso concreto de servir a la paz, con una particular atención a la tierra de Jesús, aún ahora tan atormentada y tan querida por el corazón cristiano".
"En el marco de una pastoral familiar más amplia, fomentar el Rosario en las familias cristianas es una ayuda eficaz para contrastar los efectos desoladores de esta crisis actua"l.
"Numerosos signos muestran cómo la Santísima Virgen ejerce también hoy, precisamente a través de esta oración, aquella solicitud materna para con todos los hijos de la Iglesia que el Redentor, poco antes de morir, le confió en la persona del discípulo predilecto: ¡Mujer, ahí tienes a tu hijo!". (Jn 19, 26).
"María vive mirando a Cristo y tiene en cuenta cada una de sus palabras: 
"Cuando recita el Rosario, la comunidad cristiana está en sintonía con el recuerdo y con la mirada de María".
"...como subrayó Pablo VI: Sin contemplación, el Rosario es un cuerpo sin alma y su rezo corre el peligro de convertirse en mecánica repetición de fórmulas y de contradecir la advertencia de Jesús: "Cuando oréis, no seáis charlatanes como los paganos, que creen ser escuchados en virtud de su locuacidad". (Mt 6, 7).
"Recorrer con María las escenas del Rosario es como ir a la escuela de María para leer a Cristo, para penetrar sus secretos, para entender su mensaje".
"...esto dice el Beato Bartolomé Longo: Como dos amigos, frecuentándose, suelen parecerse también en las costumbres, así nosotros, conversando familiarmente con Jesús y la Virgen, al meditar los Misterios del Rosario, y formando juntos una misma vida de comunión, podemos llegar a ser, en la medida de nuestra pequeñez, parecidos a ellos, y aprender de estos eminentes ejemplos el vivir humilde, pobre, escondido, paciente y perfecto".
"El Rosario nos transporta místicamente junto a María, dedicada a seguir el crecimiento humano de Cristo en la casa de Nazaret. Eso le permite educarnos y modelarnos con la misma diligencia, hasta que Cristo «sea formado» plenamente en nosotros". (cf. Ga 4, 19)
"El Rosario promueve este ideal, ofreciendo el 'secreto' para abrirse más fácilmente a un conocimiento profundo y comprometido de Cristo. Podríamos llamarlo el camino de María".
"En el testimonio ya citado de 1978 sobre el Rosario como mi oración predilecta, expresé un concepto sobre el que deseo volver. Dije entonces que el simple rezo del Rosario marca el ritmo de la vida humana".
"...no es difícil profundizar en esta consideración antropológica del Rosario. Quien contempla a Cristo recorriendo las etapas de su vida, descubre también en Él la verdad sobre el hombre".
"Meditar con el Rosario significa poner nuestros afanes en los corazones misericordiosos de Cristo y de su Madre".
"...sí, verdaderamente el Rosario « marca el ritmo de la vida humana », para armonizarla con el ritmo de la vida divina, en gozosa comunión con la Santísima Trinidad, destino y anhelo de nuestra existencia".
"La entrega total y la fidelidad permanente al Amor constituye la base de vuestro testimonio ante el mundo.  Os pido una renovada fidelidad, que haga más encendido el amor a Cristo, más sacrificada y alegre vuestra entrega, más humilde vuestro servicio". 
"La necesidad de este testimonio público constituye una llamada constante a la conversión interna,  a la rectitud y santidad de vida de cada religiosa".
"La Profesión religiosa coloca en el corazón de cada uno y cada una de vosotros, queridos Hermanos y Hermanas, el amor del Padre; aquel amor que hay en el corazón de Jesucristo, Redentor del mundo.  Este es un amor que abarca al mundo y todo lo que en el viene del Padre y que al mismo tiempo tiende a vencer en el mundo todo lo que «no viene del Padre". (Redemptionis Donum, 9)
"La entrega total y la fidelidad permanente al Amor constituye la base de vuestro testimonio ante el mundo".
"Os pido una renovada fidelidad, que haga mas encendido el amor a Cristo, mas sacrificada y alegre vuestra entrega, mas humilde vuestro servicio".
"La necesidad de este testimonio público constituye una llamada constante a la conversión interior, a la rectitud y santidad de vida de cada religiosa".
"El consagrado es el que afirma y vive en sí mismo el señorío absoluto de Dios, que quiere ser todo en todos".
"Esta entrega nuestra traspaso de propiedad, nos marcó con una señal particular, que pasó a ser nuestra identidad".
"La fe y la razón (Fides et ratio) son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo". (cf. Ex 33, 18; Sal 27 [26], 8-9; 63 [62], 2-3; Jn 14, 8; 1 Jn 3, 2). 
Después de la clausura del Sínodo, hice mío ese deseo, al considerar que respondía "realmente a las necesidades de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares" (5). Juan Pablo II, Discurso en la sesión de clausura de la II Asamblea general extraordinaria del Sínodo de los obispos, 7 de diciembre de 1985; AAS 78 (1986), p. 435; cf. L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 15 de diciembre de 1985, p. 11.
"El que crea da el ser mismo, saca alguna cosa de la nada -ex nihilo sui et subiecti, se dice en latín- y esto, en sentido estricto, es el modo de proceder exclusivo del Omnipotente. El artífice, por el contrario, utiliza algo ya existente, dándole forma y significado".
"En la « creación artística » el hombre se revela más que nunca « imagen de Dios » y lleva a cabo esta tarea ante todo plasmando la estupenda « materia » de la propia humanidad y, después, ejerciendo un dominio creativo sobre el universo que le rodea".
"El Artista divino, con admirable condescendencia, trasmite al artista humano un destello de su sabiduría trascendente, llamándolo a compartir su potencia creadora".
"...el artista, cuanto más consciente es de su «don», tanto más se siente movido a mirar hacia sí mismo y hacia toda la creación con ojos capaces de contemplar y de agradecer, elevando a Dios su himno de alabanza. Sólo así puede comprenderse a fondo a sí mismo, su propia vocación y misión".
"No todos están llamados a ser artistas en el sentido específico de la palabra. Sin embargo, según la expresión del Génesis, a cada hombre se le confía la tarea de ser artífice de la propia vida; en cierto modo, debe hacer de ella una obra de arte, una obra maestra".
"...el artista, cuando realiza una obra maestra, no sólo da vida a su obra, sino que por medio de ella, en cierto modo, descubre también su propia personalidad. En el arte encuentra una dimensión nueva y un canal extraordinario de expresión para su crecimiento espiritual. Por medio de las obras realizadas, el artista habla y se comunica con los otros".
"Las obras de arte hablan de sus autores, introducen en el conocimiento de su intimidad y revelan la original contribución que ofrecen a la historia de la cultura".
"El artista vive una relación peculiar con la belleza. En un sentido muy real puede decirse que la belleza es la vocación a la que el Creador le llama con el don del talento artístico".
"Quien percibe en sí mismo esta especie de destello divino que es la vocación artística -de poeta, escritor, pintor, escultor, arquitecto, músico, actor, etc.- advierte al mismo tiempo la obligación de no malgastar ese talento, sino de desarrollarlo para ponerlo al servicio del prójimo y de toda la humanidad".
"Un artista consciente de todo ello sabe también que ha de trabajar sin dejarse llevar por la búsqueda de la gloria banal o la avidez de una fácil popularidad, y menos aún por la ambición de posibles ganancias personales".
"La auténtica intuición artística va más allá de lo que perciben los sentidos y, penetrando la realidad, intenta interpretar su misterio escondido".
"Todos los artistas tienen en común la experiencia de la distancia insondable que existe entre la obra de sus manos, por lograda que sea, y la perfección fulgurante de la belleza percibida en el fervor del momento creativo: lo que logran expresar en lo que pintan, esculpen o crean es sólo un tenue reflejo del esplendor que durante unos instantes ha brillado ante los ojos de su espíritu".
"El verdadero artista está dispuesto a reconocer su limitación y hacer suyas las palabras del apóstol Pablo, según el cual Dios no habita en santuarios fabricados por manos humanas, de modo que no debemos pensar que la divinidad sea algo semejante al oro, la plata o la piedra, modelados por el arte y el ingenio humano". (Hch 17, 24.29).
"...el arte, incluso más allá de sus expresiones más típicamente religiosas, cuando es auténtico, tiene una íntima afinidad con el mundo de la fe, de modo que, hasta en las condiciones de mayor desapego de la cultura respecto a la Iglesia, precisamente el arte continúa siendo una especie de puente tendido hacia la experiencia religiosa".
"La Iglesia, pues, tiene necesidad del arte".
"En contacto con las obras de arte, la humanidad de todos los tiempos -también la de hoy- espera ser iluminada sobre el propio rumbo y el propio destino".
"Queridos artistas, sabéis muy bien que hay muchos estímulos, interiores y exteriores, que pueden inspirar vuestro talento. No obstante, en toda inspiración auténtica hay una cierta vibración de aquel «soplo» con el que el Espíritu creador impregnaba desde el principio la obra de la creación".
"La belleza es clave del misterio y llamada a lo trascendente".
"Tu presencia en la Eucaristía ha comenzado con el sacrificio de la última cena y continúa como comunión y donación de todo lo que eres".
"Desde que, en Pentecostés, la Iglesia, Pueblo de la Nueva Alianza, ha empezado su peregrinación hacia la patria celeste, este divino Sacramento ha marcado sus días, llenándolos de confiada esperanza".
"Con razón ha proclamado el Concilio Vaticano II que el Sacrificio eucarístico es fuente y cima de toda la vida cristiana".
"La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua y Pan de Vida, que da la vida a los hombres por medio del Espíritu Santo".
"Estoy agradecido al Señor Jesús que me permitió repetir en aquel mismo lugar, obedeciendo su mandato haced esto en conmemoración mía (Lc 22, 19), las palabras pronunciadas por Él hace dos mil años".
"Del misterio pascual nace la Iglesia. Precisamente por eso la Eucaristía, que es el sacramento por excelencia del misterio pascual, está en el centro de la vida eclesial".
"La «fracción del pan» evoca la Eucaristía. Después de dos mil años seguimos reproduciendo aquella imagen primigenia de la Iglesia. Y, mientras lo hacemos en la celebración eucarística, los ojos del alma se dirigen al Triduo pascual: a lo que ocurrió la tarde del Jueves Santo, durante la Última Cena y después de ella".
"Cuando se celebra la Eucaristía ante la tumba de Jesús, en Jerusalén, se retorna de modo casi tangible a su « hora », la hora de la cruz y de la glorificación. A aquel lugar y a aquella hora vuelve espiritualmente todo presbítero que celebra la Santa Misa, junto con la comunidad cristiana que participa en ella".
"Contemplar el rostro de Cristo, y contemplarlo con María, es el « programa » que he indicado a la Iglesia en el alba del tercer milenio, invitándola a remar mar adentro en las aguas de la historia con el entusiasmo de la nueva evangelización".
"Contemplar a Cristo implica saber reconocerle dondequiera que Él se manifieste, en sus multiformes presencias, pero sobre todo en el Sacramento vivo de su cuerpo y de su sangre".
"La Iglesia vive del Cristo eucarístico, de Él se alimenta y por Él es iluminada. La Eucaristía es misterio de fe y, al mismo tiempo, «misterio de luz». Cada vez que la Iglesia la celebra, los fieles pueden revivir de algún modo la experiencia de los dos discípulos de Emaús: Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron". (Lc 24, 31).
"Verdaderamente la Eucaristía es «mysterium fidei», misterio que supera nuestro pensamiento y puede ser acogido sólo en la fe". (n. 15).
"La Eucaristía es verdadero banquete, en el cual Cristo se ofrece como alimento". (N. 16).
"La Eucaristía es tensión hacia la meta, pregustar el gozo pleno prometido por Cristo". (N. 18).
"La Eucaristía, «es, en cierto sentido, anticipación del Paraíso y «prenda de la gloria futura» [...] Quien se alimenta de Cristo en la Eucaristía no tiene que esperar el más allá para recibir la vida eterna: la posee ya en la tierra como primicia de la plenitud futura, que abarcará al hombre en su totalidad". (N. 18).
"La Eucaristía es verdaderamente un resquicio del cielo que se abre sobre la tierra". (N. 19).
"Es un rayo de gloria de la Jerusalén celestial, que penetra en las nubes de nuestra historia y proyecta luz sobre nuestro camino". (N. 19).
"La Eucaristía es la fuente y, al mismo tiempo, la cumbre de toda la evangelización, puesto que su objetivo es la comunión de los hombres con Cristo y, en Él, con el Padre y con el Espíritu Santo". (N. 22).
"La Eucaristía es un tesoro inestimable; no sólo su celebración, sino también estar ante ella fuera de la Misa, nos da la posibilidad de llegar al manantial mismo de la gracia". (N. 25).
"Si la Eucaristía es centro y cumbre de la vida de la Iglesia, también lo es del ministerio sacerdotal. Por eso, con ánimo agradecido a Jesucristo, nuestro Señor, reitero que la Eucaristía es la principal y central razón de ser del sacramento del sacerdocio, nacido efectivamente en el momento de la institución de la Eucaristía y a la vez que ella". (N. 31)
"Puesto que la Eucaristía es misterio de fe, que supera de tal manera nuestro entendimiento que nos obliga al más puro abandono a la palabra de Dios, nadie como María puede ser apoyo y guía en una actitud como ésta". (N. 54).
"Hoy más que nunca la Iglesia necesita sacerdotes santos cuyo ejemplo diario de conversión inspire en los demás el deseo de buscar la santidad a la que está llamado todo el pueblo de Dios".
"La santidad de los nuevos beatos nos estimula a que nosotros busquemos también la perfección evangélica, poniendo en práctica todas las palabras de Jesús".
"La vocación del cristiano es la santidad, en todo momento de la vida. En la primavera de la juventud, en la plenitud del verano de la edad madura, y después también en el otoño y en el invierno de la vejez, y por último, en la hora de la muerte".
"María lo contempla, lo acaricia y lo arropa, interrogándose sobre el sentido de los prodigios que rodean el misterio de la Navidad".
"La Navidad, misterio de alegría. Alegría, incluso estando lejos de casa, la pobreza del pesebre, la indiferencia del pueblo, la hostilidad del poder. Misterio de alegría a pesar de todo. De este mismo gozo participa la Iglesia, inundada hoy por la luz del Hijo de Dios: las tinieblas jamás podrán apagarla".
"La Liturgia del Adviento, empapada de constantes alusiones a la espera gozosa del Mesías, nos ayuda a comprender en plenitud el valor y el significado del misterio de la Navidad".
"La Navidad, no se trata sólo de conmemorar el acontecimiento histórico, que hace más de dos mil años tuvo lugar en una pequeña aldea de Judea. Es necesario comprender más bien que toda nuestra vida debe ser un «adviento», una espera vigilante de la venida definitiva de Cristo".
"La Iglesia indica por mandato del Redentor el camino para el bien espiritual y humano, camino de reconciliación y de penitencia, mediante la conversión personal y la solidaridad con el prójimo".
"La Iglesia se prepara a contemplar extasiada el misterio de la Encarnación. El evangelio narra la concepción y el nacimiento de Jesús, y refiere las muchas circunstancias providenciales que precedieron y rodearon un acontecimiento tan prodigioso: el anuncio del ángel a María, el nacimiento del Bautista, el coro de los ángeles en Belén, la venida de los Magos de Oriente, las visiones de san José. Son todos signos y testimonios que subrayan la divinidad de este Niño. En Belén nace el Emmanuel, el Dios con nosotros".
"La Iglesia nos ofrece, en la liturgia de estos días, tres singulares «guías», que nos indican las actitudes que hay que asumir para salir al encuentro de este divino «huésped» de la humanidad. Ante todo, Isaías, el profeta de la consolación y de la esperanza, proclama un auténtico evangelio para el pueblo de Israel, esclavo en Babilonia, y exhorta a mantenerse vigilantes en la oración para reconocer los «signos» de la venida del Mesías. Después aparece Juan el Bautista, precursor del Mesías, que se presenta como «voz del que clama en el desierto», proclamando «un bautismo de conversión para perdón de los pecados» (Cf. Marcos 1, 4). Es la única condición para reconocer al Mesías ya presente en el mundo. Por último, está María que, en esta novena de preparación a la Navidad, nos guía hacia Belén. María es la mujer del «sí» que, a diferencia de Eva, hace propio y sin reservas el proyecto de Dios. Se convierte de este modo en una luz clara para nuestros pasos y el modelo más elevado de inspiración".
"La enseñanza social de la Iglesia ofrece orientaciones para la promoción de los derechos humanos, para la tutela de la familia, para el desarrollo de instituciones políticas auténticamente democráticas y participativas, para una economía al servicio del hombre, para un nuevo orden internacional que garantice la justicia y la paz y para una actitud responsable hacia la creación".
"Promover una espiritualidad de la comunión., exige ante todo una radical conversión a Cristo, una dócil apertura a la acción de su Espíritu Santo y una acogida sincera de los hermanos".
"Vestirse de Cristo, conlleva ponerle en el centro de la vida personal y comunitaria; en el centro de las actividades didácticas y de toda otra forma de apostolado".
"El compromiso social de los cristianos laicos se puede nutrir y ser coherente, tenaz y valeroso sólo desde una profunda espiritualidad, esto es, desde una vida de íntima unión con Jesús".
"Tenemos que comprender que nuestro bien más grande es la unión de nuestra voluntad con la voluntad de nuestro Padre celestial, pues sólo así podemos recibir todo su amor, que nos lleva a la salvación y a la plenitud de la vida".