Entrada destacada

ADORACIÓN EUCARÍSTICA ONLINE 24 HORAS

Aquí tienes al Señor expuesto las 24 horas del día en vivo. Si estás enfermo y no puedes desplazarte a una parroquia en la que se exponga el...

sábado, 30 de julio de 2016

¡Selah!

Último fin de semana de julio con María, la Madre que supo esperar siempre en silencio la palabra de Dios, en nuestro corazón.


Hace unos años conocí a un niña uzbeka. Sus padres son cristianos en un país —Uzbekistán— de mayoría musulmana. Son creyentes fieles al Señor y bautizaron a su hija con el nombre de Selah, «¡Siempre!» o «¡Silencio!». ¡Qué bello nombre obtenido de la Biblia!
El padre me comenta que esta palabra aparece infinidad de ocasiones en los Salmos y en la oración de Habacuc, en su traducción hebrea. Cuando se tradujo al latín esta palabra fue omitida en la Biblia aunque en alguna versiones se encuentra en los mismos lugares que utiliza el texto hebreo.
Selah, «¡Siempre!». Para escuchar «¡siempre!» en «silencio» la melodía amorosa de Dios. Pronunciada en uzbeko «Selah» suena armoniosa y alegre. Para saber detenerse en la escucha de la palabra de Dios que hablará a nuestro corazón en el momento más inesperado. Ese «silencio» aparente que no tiene que provocar en nosotros ni desazón ni desesperan porque los silencios de Dios son la manifestación de una gran lírica de amor. Así lo entendió María que «¡guardaba todas las cosas meditándolas en su corazón». El talante de la Virgen era un Selah silencioso. En ese silencio de la oración y la contemplación alcanzaba la claridad necesaria para contemplar los acontecimientos de su vida con una trascendencia de profunda espiritualidad. Ser Madre de Cristo no debió ser sencillo ni en los primeros años y durante la vida pública del Señor. Pero María aquello que no podía entender con palabras lo entendía con el corazón.
Selah, «¡Siempre!». Para hacer «¡Siempre!» en «silencio» una pausa en nuestra vida para dedicársela a Dios, escuchar el susurro de su voz y en la callada melodía de la oración alabarlo, darle gracias, pedir, implorar, pedir perdón, agradecer y glorificar. En ese aparente silencio se producirá en el momento más inesperado una respuesta divina porque Dios habla en el estruendo de nuestra vida pero también el delicado roce de nuestras pequeñas cosas. Él permanece «siempre» a nuestro lado dirigiendo sus palabras y hablándonos al corazón aunque a veces nos sea difícil comprenderlo. El «silencio» «siempre» ofrece al hombre esa claridad necesaria para comprender las cosas de forma diferente. Selah, «¡siempre!». Así lo entendió María y así debería entenderlo yo. ¿No me irían mejor todo si fuera capaz de guardar todas las cosas —don gratuito de Dios— en mi corazón?

¡Bendita seas, María, quiero hacerme alumno de tu Escuela de oración y de vida, aprender de Ti, replegarme de mi mismo y ponerme en camino para mi verdadera conversión! ¡Quiero aprender de Ti, María, de tu obediencia para cumplir la voluntad del Padre, de tu sencillez para no hacer complicadas las cosas, de tu silencio para escuchar la Palabra de Dios en tu vida, de tu bondad para que Dios se fijará en Ti que te entregas siempre por los demás! ¡Quiero aprender de tu escuela, María, en la que antes está el dar que el recibir, el silencio antes que la palabra, la humildad antes que la apariencia, la docilidad antes que la dureza de corazón, la entrega antes que la amistad interesada! ¡Quiero aprender de Ti, María, que eres siempre alegría y aportar esperanza al mundo, que iluminas el camino de nuestra fe, que sales siempre a nuestro encuentro para mostrarnos el rostro de tu Hijo Jesús, que nos haces partícipes de tu fe, que nos recuerdas la exigencia de nuestra fe, que nos invitas a estar siempre vigilantes y predispuestos al acoger con un corazón sencillo y misericordioso! ¡Te pido, María, que iluminado por el Espíritu Santo, me concedas buscar siempre lo que es importante, hacer siempre la voluntad de Dios, capacidad para amar de corazón a los demás, iluminar mi conciencia para hacer siempre el bien, que todas mis acciones estén inspiradas en el Evangelio y que mi estilo de vida sea una imitación de tu Hijo Jesús! ¡Gracias, María, por tu amor de Madre! ¡Bendita seas, María, quiero convertirme en un alumno aventajado de tu escuela de amor, de gracia, de misericordia y de perdón!

Un bello Ave María para honrar a la Virgen en este último sábado del mes de julio:

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario