Entrada destacada

ADORACIÓN EUCARÍSTICA ONLINE 24 HORAS

Aquí tienes al Señor expuesto las 24 horas del día en vivo. Si estás enfermo y no puedes desplazarte a una parroquia en la que se exponga el...

domingo, 3 de julio de 2016

¡Tanta necesidad a mi alrededor y tan poco remedio!

¿Te superan tus obligaciones?


Hoy Jesús envía a sus discípulos a la misión: “En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir Él. Y les decía:

 – La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino!”.

Los envía antes de su muerte y su resurrección. Él los espera a la vuelta, cuando regresen a casa después de haber entregado la vida. Los manda a esos mismos lugares a los que luego pensaba ir Él.

Me parece bonito que Jesús me pida hoy pisar la tierra que luego pisará Él. ¿Qué quiere que haga antes de su llegada? Quiere que vaya de aldea en aldea anunciando su vida y su esperanza. Sembrando paz, entregando la vida. Me impresionan estas palabras dirigidas hoy a mí. Me pide que me ponga en camino. Que deje mi comodidad. Que no tenga miedo. Que confíe.

Y me habla de la desproporción que hay entre mi misión y mis fuerzas. La mies es demasiado abundante y supera todas mis capacidades. Es demasiado grande y yo me siento demasiado pequeño. Es tanto lo que hay que hacer y yo me veo tan pequeño…

Y recuerdo las palabras del papa Francisco pidiéndome que no descuide lo esencial, mi oración, mi trato con Jesús, poniendo la excusa de un apostolado desbordante.

Me insiste en que me deje tiempo para rezar. Y eso que sé que la mies es inmensa. Pero su gracia me basta. Y para tener fuerzas necesito orar, descansar en Él, volver siempre a Él. 
Hoy Jesús me mira y me envía. Oigo cómo manda sólo a setenta y dos discípulos. ¡Tanta necesidad a mi alrededor y tan poco remedio! ¡Tantas ovejas perdidas sin pastor y tan pocos pastores! No doy abasto en mi entrega. No llego donde me gustaría llegar. Quisiera dar la vida por tantos y la guardo con egoísmo.

El papa Francisco me recuerda la misión que tiene la Iglesia, me recuerda mi misión: “La Iglesia tiene la misión de anunciar la misericordia de Dios, que por su medio debe alcanzar la mente y el corazón de toda persona. La Esposa de Cristo hace suyo el comportamiento del Hijo de Dios que sale a encontrar a todos, sin excluir ninguno”.
Me gusta esa misión. La tomo en mis manos. Me da vida. Me asusta porque supera mis fuerzas. Quiero dar mi tiempo y mi vida para llevar la misericordia a tantos corazones. Nunca podré decir que sea suficiente lo que hago. Creo que siempre falta algo más. Un día más. Un pueblo más. Un esfuerzo más. Una persona más.

¿Cuándo es suficiente? No lo sé. Tal vez cuando llegue al cielo y pueda descansar en los brazos de Dios.

De momento no hago cálculos humanos. No quiero contemporizar y sentir que me adapto al mundo. No quiero conformarme con una entrega mediocre. No quiero rendirme sin luchar cada día, cada hora. Me pongo en camino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario