Entrada destacada

ADORACIÓN EUCARÍSTICA ONLINE 24 HORAS

Aquí tienes al Señor expuesto las 24 horas del día en vivo. Si estás enfermo y no puedes desplazarte a una parroquia en la que se exponga el...

viernes, 22 de julio de 2016

Los jóvenes, anfitriones y protagonistas de la JMJ en Polonia

Entrevista al director de comunicación de la JMJ de Madrid Yago de la Cierva

Cracovia

Los chicos y las chicas serán protagonistas, como anfitriones y como huéspedes de la Jornada Mundial de la Juventud que se celebra en Cracovia, Polonia del 26 al 31 de julio. Acompañados por el Papa Francisco, alrededor de 2 millones de personas, procedentes de 187 países, se reunirán para celebrar la fiesta de la misericordia para la juventud.

Detrás de este evento de fe internacional hay tres años de organización. Faltando pocos días para el inicio de la JMJ, Yago de la Cierva, coordinador del departamento de comunicación internacional de la JMJ, explica a Aleteia la responsabilidad de la acogida y la bienvenida que cae también sobre los hombros de los jóvenes “patrones de casa”.

Durante la rueda de prensa en Varsovia, habló usted sobre el hecho de que la JMJ en Polonia tendrá dos protagonistas principales: el papa Francisco y los jóvenes de todo el mundo. ¿Entonces, cuál debe ser, en todo esto, el papel de los jóvenes polacos llegados de todo el país para su reunión con el Papa? ¿Deben sentirse huéspedes o anfitriones?

Definitivamente anfitriones. Por otra parte, no tengo ninguna duda, de que los jóvenes polacos serán muy buenos en ello.

No estoy seguro de si ellos tienen claro su papel del anfitrión. ¿Tal vez nos puede ofrecer alguna sugerencia?

Lo compararía con la organización de un evento, tanto para el Papa Francisco, como para los jóvenes de todo el mundo. Vosotros sois los verdaderos organizadores de este evento.

Así que vuestro trabajo consiste en acogerles a ellos aquí para que se sientan como en casa, y al mismo tiempo que los días pasados en vuestro país se conviertan para ellos en unos momentos inolvidables.


Pero, ¿cómo hacerlo?

Tenéis que demostrarles la polaca The Best Of: los mejores elementos de vuestra cultura, la historia y, por supuesto, del catolicismo polaco, que realmente es un tesoro extraordinario.

Mostrarles esto directamente o en las conversaciones. Así que tenéis que hacer realmente todo lo que podáis.

Así que, independientemente del origen de los jóvenes polacos, de si vienen de las ciudades o de los pueblos, ¿se tienen que comportar como unos buenos anfitriones?

Exactamente. No olvidemos que antes del encuentro en Cracovia, la gente de todo el mundo visitará en primer lugar los diferentes lugares de vuestro país, serán recibidos por distintas diócesis y parroquias. Así que viajarán un poco por Polonia. Allí, los jóvenes, serán anfitriones en un sentido literal.

Me pregunto, sin embargo, ¿cómo se puede convencer a los jóvenes de Gdansk y Szczecin para que también en Cracovia se sienten y actúen como los anfitriones en la JMJ?

Cuando se organiza una gran fiesta entre todos, incluso si no se hace en vuestra localidad, lleváis algo de comida, elegís la música y el ambiente adecuado. Esta es la tarea de los jóvenes polacos.

De hecho, lo más importante de ser un anfitrión está en vuestras manos. Y al mismo tiempo, también es vuestra responsabilidad. Espero que deis lo mejor de vosotros.

Yago de la Cierva es español y es asesor del Consejo Pontificio para los Laicos. Es profesor de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz de Roma, especialista en medios de comunicación de la Iglesia. Durante la JMJ en Madrid en 2011, desempeñó las funciones de director de comunicación. A Polonia llegó por invitación del KAI, para dar una conferencia en un panel titulado La JMJ como un fenómeno mediático.

 Entrevista realizada por Konrad Sawicki.

La mirada que nunca te condenará

Cleiton SaraivaComo se Esconder


¿Cómo esconderse si no hay nada oculto para ti?

¿Quién es capaz de huir a la mirada de Dios? Esa es la pregunta que el cantante Cleiton Saraiva hace a través de la canción Como se esconder.

En un mundo en el que muchos sienten la falta de una mirada respetuosa, capaz de penetrar en el alma, como la que Jesús depositó sobre la pecadora, nada mejor que atrevernos a preguntárnoslo.

¿Qué había detrás de esa mirada de Jesús que hizo que los pescadores abandonaran sus redes, la prostitutas se convirtieran y un ladrón incrédulo, al borde de la muerte, deseara ardientemente el paraíso?

Santa Teresa de Ávila decía que la relación con Dios se resume en una “mirada a quien te mira”. Entonces la respuesta es simple: oye la canción y déjate alcanzar por esa mirada que sólo sabe amar.

jueves, 21 de julio de 2016

La oración en lo cotidiano

Léo Brézin, escritor, habla sobre la oración cristiana que descubrió tras practicar la meditación budista.


¿Cómo se prepara usted para rezar?

Para empezar, es importante preparar nuestro cuerpo a través de la respiración. A veces me ayuda tocar la guitarra para la oración de la mañana. El cuerpo es el verdadero templo del Espíritu Santo.

También intento crear un ambiente apropiado en mi casa, con una imagen de Cristo, una vela, un pequeño taburete donde rezar… Dios está siempre presente, así que basta con que uno esté disponible.

Me encanta recordar el primer mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. Este mandamiento me sirve como refuerzo cuando mi pensamiento me desvía, lejos, hacia las preocupaciones materiales, por ejemplo.

Durante una media hora, un tiempo privilegiado, intento ser fiel a esta relación de amistad con Dios, no olvidar que estoy aquí para aprender a amarle “en espíritu y en verdad”.

La duración y el momento elegidos deben ser siempre los mismos y cada uno fija lo que le convenga; como muchos laicos, yo hago media hora, y hay que permanecer constante, sea agradable o no.

Estoy ahí para estar junto a Él y para amarle, independientemente de lo que reciba a cambio. Esto permite comenzar la jornada con una disposición abierta.

A veces encuentro el vínculo hablando con Jesús, encomendándome a Él en un diálogo interior. O me imagino que soy un mendigo delante de un monarca, como aconsejaba santa Teresa de Ávila –reformadora de la orden del carmelo y doctora de la Iglesia– para descubrir la humildad.

También me ayuda recitar en bucle un versículo de un salmo. Al final, Le dirijo varias plegarias, siempre las mismas: que me ayude a amar a mi prójimo como Él mismo, le pido al Espíritu Santo que acuda a mí para ayudarme a amar a mi prójimo durante el día y también le pido a Cristo que me ayude a recibir de Él este día.

¿Qué diferencia experimenta en relación a la meditación budista?

Lo hermoso de la oración en comparación con la meditación budista es que hay una gran libertad.

La meditación está muy regulada, no tiene movilidad: el zen, por ejemplo, es muy metódico, muy típico de Oriente. Cuando se practica la oración hay más libertad, coincide más con la mentalidad de Occidente.

Creo que incluso puede resultar peligroso para los occidentales practicar meditaciones orientales, puesto que se practican con un rigor casi marcial. Puede incluso acarrear desequilibrios emocionales.

Habiendo practicado budismo durante tres años, observo que hay una gran diferencia. Me he encontrado con personas psicológicamente frágiles.

La oración se adapta mejor a nuestra mentalidad: en la vida cristiana, estamos en diálogo con un Ser increado.

En el budismo, se habla de “espacio incondicional”, pero no hay un diálogo, no existe la idea de una relación creadora: a través de la meditación uno intenta abrirse al espacio y estar presente durante el día a día.

El hecho de que haya una Persona, una relación de amistad, es algo más concreto, más encarnado y más hermoso.

Hoy en día en Occidente la meditación budista se ha convertido en un método de bienestar y de desarrollo personal, que no es la finalidad ni la práctica del Tíbet, por ejemplo, donde la meditación se inscribe en una dinámica colectiva (los “fieles” van a ofrecer presentes a los monjes). Para ellos, esta acción es tan ordinaria como los es para un Occidental el encender una vela en la iglesia de su barrio.

La oración es una práctica contemplativa, pero se inscribe dentro de la vida de la Iglesia.

Los carmelitas dedican dos horas diarias a la oración y así corresponde en la vida de toda la Iglesia. Rezan, por ejemplo, por los misioneros; pero no por conseguir un bienestar personal, sino por el mundo, por la comunidad.

¿Desde hace cuánto practica usted la oración?

Desde hace ocho años, casi diariamente.

¿Qué le ha aportado?

Se ha vuelto algo indispensable. Si dejo la oración, me siento árido, menos entero. Gracias a la regularidad, he creado un hábito que me ayuda a permanecer fiel a una práctica diaria.

Por la mañana, a menudo siento una llamada a rezar si tardo más de lo normal en empezar.

Según santa Teresa de Ávila, lo que permite saber si una oración tiene éxito es si se derivan de ella los frutos de la humildad y la caridad.

El objetivo de la oración es descender de la cabeza al corazón. El propósito es amar y es necesario permitir que, por un momento, Dios pueda encender una chispa dentro de nuestro corazón.

San Juan de la Cruz (sacerdote carmelita y místico español, doctor de la Iglesia) explicaba que mientras se recitan los versos de los salmos, Dios no puede evitar visitarnos. Es algo irresistible para Él, incluso si es en la noche de nuestro interior.

Este tiempo de recogimiento nos permite amar mejor, gracias al encuentro con Dios, y nos enseña las virtudes de la caridad y la humildad.

La llamada no siempre está ahí, a veces resulta un completo aburrimiento, pero lo importante es ser perseverante, permanecer fiel, al pie del cañón.

No me refiero a una búsqueda de bienestar, sino a cultivar una relación de amistad; siento el fuerte deseo de continuar y no desfallecer por cosas triviales.

Cómo dejar de criticar y quejarse

¿Me falta esa naturaleza tan delicada que se alegra con la suerte del amigo?


Es importante hacer las cosas mirando el propio corazón y no comparándome con los demás. Está claro, no tengo que llevar cuentas del bien que hago. La envidia me hace daño. ¡Cuánto me cuesta reconocer que tengo envidia!

A veces sirvo con rabia, enfadado, sin paz. Así no. Necesito hacerlo con alegría. No quiero adornar mis sentimientos. No quiero enredarme en lo que es justo, en lo que corresponde. Hay envidia en mi alma. Me cuesta mucho alegrarme de la suerte y del bien de mis amigos, de mis hermanos.

Decía Óscar Wilde: “Cualquiera puede simpatizar con las penas de un amigo, simpatizar con sus éxitos requiere una naturaleza delicadísima”. Me falta esa naturaleza tan delicada que se alegra con la suerte del amigo.

No siempre tenemos que hacer todos lo mismo. Cada uno tiene su momento. ¡Cuántas veces miro la vida de los otros en función de la mía! No pienso en su belleza, sino que la comparo con lo que yo no tengo.

Muchas veces me quejo de lo que no tengo. Y no me alegra que otros puedan disfrutar de lo mismo que yo deseo. Pienso que me han excluido, que no han contado conmigo. Y no soy capaz de alegrarme con sencillez de sus alegrías.

Decía el padre José Kentenich: “Al proyectar mis debilidades en los otros no las puedo reconocer en mí mismo y me quedo ciego ante mi propia situación. Eso se manifiesta en censuras a los otros, en condenas y en críticas”(1).

Proyecto mis debilidades en los demás y surge la queja, la crítica. Me quedo en la injusticia. Las comparaciones me hacen daño.

Quisiera tener un corazón grande como el de Jesús. Quisiera que Jesús lo ensanchara para no tener nunca envidia. Para no compararme con los demás. Para alegrarme siempre con sus alegrías. Para ser feliz con mi vida y no vivir sintiendo el dolor de mis debilidades, caídas y torpezas.

Si me acepto como soy, si me alegro con mi vida tal y como es, entonces no caeré en las críticas ni en las quejas. No mediré tanto sin las cosas son justas o no. Aprenderé a amar a todos, a amar siempre, sin envidia. Me importará más dar que recibir.

Jesús me ama de una forma única. Él confía en que yo aprenda a amar así. Abriendo mi corazón para que Él descanse, para que los hombres descansen.

(1) Anselm Grün, La mitad de la vida como tarea espiritual, 59

5 consejos para dominar el miedo y la ansiedad

La número 1 es la más eficaz, y la número 3 soluciona el problema


Dale Carnegie es uno de los renombrados autores de autoayuda, gracias en gran parte a su best seller Cómo ganar amigos e influir sobre las personas, publicado originalmente en 1936.

Su libro Cómo suprimir las preocupaciones y disfrutar de la vida, de 1948, presenta tácticas para liberarse de la ansiedad incómoda que disminuye la felicidad y la productividad.

El libro nace de las experiencias de Carnegie en su cátedra en el YMCA de Nueva York. Él se dio cuenta que la preocupación era un tema común entre los alumnos, independientemente de su profesión o contexto, y decidió escribir un libro que los inspirara a actuar contra sus demonios psíquicos.

Durante los siete años que pasó escribiendo el libro, Carnegie investigó la filosofía antigua y habló con una gama de hombres de negocios sobre sus estrategias para vencer las preocupaciones.

Pero lo más importate es que él llevó a cabo un experimento al dar consejos sobre ello a sus alumnos y observar lo que funcionaba.

La página Motto, de Time, seleccionó las cinco mejores estrategias descritas en el libro para reducir la ansiedad del día a día.

1. Pregúntate a ti mismo: “¿Qué es lo peor que puede pasar?”

Hay una técnica sencilla de tres pasos que puede ayudarte cuando estás rodeado de preocupaciones personales o profesionales. Primero, pregúntate qué es lo peor que puede suceder. Segundo, prepárate para aceptar lo peor. Tercero, piensa en sacar algo bueno de lo peor, en caso de que suceda.

La técnica está basada en una anécdota de Willis Carrier, fundador de la homónima industria de aire acondicionado.

Cuando trabajaba para Buffalo Forge Company en la juventud, se dio cuenta de que un nuevo sistema de limpieza de gas que su compañía ofrecía no era tan eficiente como se esperaba.

Se percató que lo peor que podría suceder es que la empresa perdiera 20 mil dólares. Entonces aceptó lo siguiente: la compañía podría entender esa pérdida como costo de investigación de nuevas estrategias.

En seguida, Carrier pensó cómo mejorar la situación: si la compañía compraba nuevos equipos con un valor de 5 mil dólares, el problema se resolvería. Fue lo que hicieron, y terminaron ganando 15 mil.

2. Mira todo de forma objetiva

“Si un hombre se dedica a mirar los hechos de forma imparcial y objetiva, sus preocupaciones se evaporarán normalmente a la luz del conocimiento”, le dice el decano del Columbia College, Herbert E. Hawkes, a Carnegie.

Carnegie habla de dos maneras de mirar objetivamente. Puedes fingir que estás analizando la situación para otra persona, para posicionarte menos emotivamente con la cuestión.

Otra idea es imaginar a un abogado que está preparándose para defender el otro lado de la cuestión, contra ti. Escribe los hechos de ambos lados del caso y tendrás generalmente una imagen más clara de la realidad.

3. Genera soluciones potenciales para el problema

Leon Shimkin, entonces director general de la editorial Simon and Schuster –de la que después se volvió el propietario– ideó una manera de reducir a un 75% el tiempo que el pasaba en reuniones.

Estableció que cada vez que alguien quisiera presentar un problema en una reunión, debía primero enviar un memorando respondiendo a cuatro preguntas: ¿Cuál es el problema? ¿Cuál es la causa del problema? ¿Cuáles son las posibles soluciones? ¿Cuál de ellas sugieres?

Según Shimkin, después de introducir ese sistema, raramente alguien acudía a él para expresar su preocupación.

“Se dio cuenta de que al responder a las preguntas era necesario observar todos los hechos y pensar en el problema”, le dice a Carnegie.

Cuando las personas hacían eso, se daban cuenta de que “la solución adecuada surgía como una rebanada de pan que salta de la tostadora”. En otras palabras, la acción tomó el lugar de la preocupación y el lamento.

4. Recuerda la ley de las probabilidades

Piensa en la probabilidad de que un evento específico suceda y reflexiona si vale la pena preocuparse. Hay buenas posibilidades de que aquello por lo que te preocupas ni siquiera suceda.

Carnegie escribe que la marina norteamericana empleó la ley de las probabilidades para mejorar la moral de los marinos.

Aquellos que eran designados para petroleros de alto octanaje tenían miedo de hundirse cuando el buque hubiera sido alcanzado por un torpedo.

Entonces la marina ofreció la información exacta: de cada cien buques alcanzados por torpedos, 60 permanecieron sin hundirse y sólo cinco se hundieron en menos de diez minutos. Los otros tuvieron tiempo suficiente para abandonar el buque.

5. Establece órdenes de límite en tus preocupaciones

Esta estrategia está basada en un principio de mercado de acciones. Funciona así: compras acciones a 100 dólares, pero estableces una orden de límite de 90 dólares. Así, si la acción cae a los 90 dólares, la vendes –sin mayores preguntas– y evitas pérdidas mayores.

Puedes usar este principio en el día a día. Por ejemplo, Carnegie una vez quiso escribir novelas, pero después de dos semanas intentando sin éxito, decidió suspender la experiencia y volver a enseñar y a escribir libros de no ficción.