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martes, 25 de abril de 2017

Como luz del cirio pascual

Orar con el corazon abierto
Meditaba ayer contemplando el cirio pascual la belleza del significado de la Pascua. Con el testimonio del Cristo vivo y resucitado, la Pascua es la luz que alumbra sobre las tinieblas del mundo, la hermosura que se trasluce sobre tantas mascaras que encubren la maldad y fealdad de esta sociedad desacralizada, la bondad que vence al mal, la vida que vence definitivamente a la muerte, el perdón que se impone al odio y el rencor, el bien que supera el mal, la esperanza que ilumina cualquier desazón, la alegría que difumina la tristeza,  la paz que derrota a la violencia... pero soy yo, cristiano comprometido, el que tiene que mantener viva cada día la llama incandescente del cirio pascual. Solo alumbrando en mi entorno y dando luz a los demás dejaré testimonio fe de esa verdad de que ¡Cristo ha resucitado!
Y quiero ser testigo de la luz. Quiero ser luz pascual. Quiero ser cirio encendido en medio del mundo. Quiero ser luz de verdad. Quiero ser luz que ilumine el camino de la vida. Quiero ser luz siempre encendida para iluminar los corazones en tinieblas, tristes, heridos, sufrientes, doloridos... Quiero ser luz de la Palabra para transmitir la verdad de las enseñanzas de Cristo, esa Buena Nueva de esperanza, sabiduría y amor. Quiero ser luz en mis afanes cotidianos, en la realidad de mi vida, con mis errores y aciertos.
Quiero a la luz de Cristo contemplar las heridas en sus manos y sus pies y la llaga de su costado en las mías y en las de mi prójimo. Contemplar el glorioso rostro transfigurado de Cristo en la mirada del hermano.
Quiero ser luz que de amor. Y para lograrlo debo vivir en verdad, en autenticidad, en honradez, con paz interior, con total honestidad, con serenidad, con bondad y con limpieza de corazón.
Cristo es la luz. Soy cristiano y esta luz me propongo hacerla brillar.

¡Señor, con los salmos te canto: Tu Palabra es una lámpara para mis pasos y una Luz en mi camino, Dios mío, mírame, respóndeme, llena mis ojos de luz; Envía tu Luz y tu verdad, para que me enseñen el camino que lleva al lugar donde Tú habitas! ¡Señor, Tu dices «Yo soy la Luz del mundo. El que me sigue tendrá la Luz que le da vida y nunca andará en oscuridad», hazme luz para los demás! Fortalece, Señor, mis flaquezas para anunciar tu Palabra y que tu Luz resplandezca en mi vida y sea llama viva en mi corazón! ¡Señor, dame un corazón pobre, humilde, sencillo, compasivo, servicial, sufriente con el que sufre, entregado, dócil, generoso, transparente y misericordioso que siga tu voluntad y la haga ley en cada uni de mis quehaceres cotidianos!  ¡Señor, sé Tu mi luz y ayúdame a ser una pequeña luz en medio de este mundo desorientado que tanto necesita encontrar a Dios para dar sentido a su vida!
Enciende una luz, cantamos hoy con Marcos Witt:

martes, 2 de agosto de 2016

Periodista iraní se convierte a la fe católica tras el martirio del sacerdote Jacques Hamel

Su proclamación pública también es heroica, pues el Islam castiga severamente a quien abandona esa religión


El periodista Sohrab Ahmari nació en Terán, pero a los 13 años, se fue a vivir y a estudiar a Estados Unidos.

Especialista en política internacional y autor de un libro sobre disidentes en la Primavera Árabe, Sohrab Ahmari publicó este miércoles en su cuenta de Twitter:

#EusouJacquesHamel: Este es el momento adecuado para anunciar que me estoy convirtiendo al catolicismo.

El breve y significativo post llamó fuertemente la atención – pero el periodista la borró del microblog porque, al principio, también contenía el hashtag mencionando un oratorio de Londres conocido por la abundancia de misas, incluso en latín. Ahmari explicó:

“A los nuevos seguidores: borré mi tuit que anunciaba mi conversión para no atraer la atención de los locos de Internet a mi iglesia. A parte de eso, sean bienvenidos”.

Al preguntarle si mantiene su conversión, él respondió con toda firmeza:

“Claro que si. Sólo que no quiero que miles de usuarios del Twitter contaminen y hagan un desastre en la cuenta del oratorio”.

El martirio del sacerdote Jacques: sangre de mártires, semilla de cristianos

Sohrab Ahmari, que trabaja en la edición europea del influyente periódico norteamericano The Wall Street Jounal, indicó en su cuenta de Twitter una serie de artículos sobre el sacerdote Jacques Hamel, martirizado en Francia por dos cobardes jihadistas del Estado Islámico. El brutal asesinato del sacerdote, perpetrado en la víspera del anuncio de la conversión de Ahmari, terminó animando al periodista a proclamar en público su decisión, en un acto que también es heroico: es que el Islam castiga con severidad a quien abandona explícitamente esa religión, y su “apostasía” puede atraer la saña de otros fanáticos contra él mismo.

El valor de Sohrab Ahmari al proclamar en público su fe católica vinculando la decisión al sacrificio del padre Jacques da testimonio de una antiquísima y siempre actual constatanción de los primeros años del cristianismo, cuando los seguidores de Cristo eran sanguinariamente perseguidos, torturados y asesinados por el Imperio Romano: “sangre de mártires, semilla de cristiano”.

¿Primavera?

En 2012, Ahmari publicó el libro “Sueños de la Primavera Árabe”, sobre disidentes y activistas del histórico fenómeno social que agitó países musulmanes desde África hasta Oriente Medio y desencadenó un gran impacto político en toda la región – aunque con pocos resultados positivos para la población hasta el momento.

En el libro, el periodista también relata episodios personales, como la ocasión en que, cuando era niño en Irán, fue interrogado por la policía por haber llevado a la escuela una cinta con dos películas de la saga “Star Wars” – las producciones occidentales estaban prohibidas en el país. Los agentes lo llenaron de preguntas sobre su país y lo castigaron en la escuela. Ahmari terminó el relato comentando cuánto apreció el contraste de libertad entre su país y Estados Unidos, lugar al que se mudó en 1998.

A partir de un artículo de Religión en Libertad

miércoles, 27 de julio de 2016

¿Quiere Dios que le defienda? ¿Cómo quiere que le defienda?

Sin espíritu polémico


“El sumo sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y su enseñanza. Jesús le contestó: «Yo he hablado abiertamente al mundo. He enseñado constantemente en los lugares donde los judíos se reúnen, tanto en las sinagogas como en el Templo, y no he enseñado nada en secreto. ¿Por qué me preguntas a mí? Interroga a los que escucharon lo que he dicho» Al oír esto, uno de los guardias que estaba allí le dio a Jesús una bofetada en la cara, diciendo: «¿Así contestas al sumo sacerdote?» Jesús le dijo: «Si he respondido mal, demuestra dónde está el mal. Pero si he hablado correctamente, ¿por qué me golpeas?»”(Jn 18, 20-23)

Así responde Jesús ante un juicio injusto: saliendo al encuentro. No puede entenderse la respuesta de Jesús como una provocación. Al contrario. Jesús se tomó en serio a sus interlocutores, incluso a aquellos que le tendieron trampas. No fue un incauto. Pero tampoco actuó jamás a la defensiva. No era un polemista. Su paso por esta vida, la que Él vivió, estuvo marcado por el propósito inquebrantable de hacer el bien y de devolver bien, por mal.

Si ser cristiano es encontrarse personalmente con Jesucristo en una relación de confianza amorosa que nos lleva a seguirle dejándonos hacer por el modo cómo Él vivió, no hay duda acerca del modo como estamos llamados a comportarnos.

Y no importan las circunstancias. No hay otro modo cristiano de relacionarse con el mundo en el que vivimos que no pase por el modo como Jesús vivió, y también murió.

A veces creemos que ante las contrariedades y los desafíos, pero mucho más ante las interpelaciones y las acusaciones, nuestro Dios nos exige coger la espada, aunque solo sea en sentido figurado. Lo hizo Pedro, en Getsemaní. Y ¿qué hizo Jesús? Le reprendió.

El estilo de vida y las enseñanzas de Jesús no fueron jamás un elemento de orden. No vino a justificar el mundo en el que vivió. Tampoco vino a condenarlo, sino a darle una Palabra, la del Padre. ¿No será así como nuestro Dios quiere ser testimoniado?

Me lo pregunto cada vez que escucho clamar con ardor a favor de la presencia pública de los católicos y la Iglesia en nuestra sociedad española. Y me lo pregunto, sobre todo, cuando el mundo, con razón o sin ella, nos desafía, a veces, hasta sonrojarnos.

Confieso que una de las cosas que más he aprendido del pontificado de Benedicto XVI es precisamente a rechazar los métodos y las actitudes defensivas. En eso, como en otras cosas, creo que él y Pablo VI comparten convicciones y actitudes.

Recuerdo perfectamente el Discurso de Benedicto XVI al Colegio de Escritores de La Civilità Cattolica, revista de la Compañía de Jesús, pronunciado en febrero de 2006. En ese discurso el Papa habló de fidelidad, de claridad y de defensa de las verdades de la fe cristiana, pero lo hizo subrayando una expresión que diez años después sigue resonando en mí. Era esta: “sin espíritu polémico”.

Cuando lo leí me recordó la mansedumbre, la claridad, la confianza y la prudencia a las que invitaba la primera encíclica del Papa Pablo VI, Ecclesiam Suam.

¿Qué pasaría si en lugar de condenar, saliéramos al encuentro? ¿Qué sucedería si en lugar de interpretar, preguntáramos antes? ¿Qué pasaría si en lugar de lanzar anatemas aprendiéramos el arte de la acogida?

Tender la mano y preguntar por qué no es debilidad. ¿Acaso nos atreveríamos a calificar de débil a Jesucristo, el Hijo de Dios, cuando le respondió al sumo sacerdote “por qué me golpeas”?

Confieso que estas cuestiones me golpean cada vez que creo descubrir que una parte de mi familia que es la Iglesia me pide que responda de manera envalentonada a provocaciones que a veces no son más que lamentos expresados con rabia, otras veces son reacciones viscerales a conductas incomprendidas, otras veces no pasan de rabietas infantiles y otras, sin embargo, son el modo de llamar la atención de una madre de la que se ha perdido el rastro.

Como sea, cuando eso sucede me acuerdo de Montini y de Ratzinger y me pregunto ¿quiere Dios que le defienda? Y, en caso de que así sea, ¿cómo quiere que le defienda? Y entonces me acuerdo de Jesús ante el sumo sacerdote y me pregunto ¿por qué me golpeas?


miércoles, 15 de junio de 2016

La larga historia de Isfahan, la ciudad más cristiana de Irán

Fruto de las emigraciones de refugiados cristianos, es hoy la capital cultural del país


Isfahan es la capital cultural de Irán, la más bella de las ciudades iraníes, gema engastada en medio del territorio persa, pero también la más cristiana del país.

Casi 5 millones de iraníes la visitan sólo durante las vacaciones del Nowruz (los últimso diez días de marzo), y entre las muchas atracciones de esta ciudad, su aspecto multicultural se manifiesta sobre todo en la ideal fusión entre musulmanes chiíes y cristianos de culto armenio.

La historia de este amor es larga. Tras la guerra entre Persia y el Impero Otomano entre 1603-1605 d.C., los armenios comenzaron a llegar a Irán buscando una nueva vida en el reino del buen rey safavid Shah Abbas I. Este había acogido en su imperio, en la ciudad de Nakhchivan al sur del río Aras, a decenas de miles de armenios que huían de las persecuciones de los otomanos. Y en 1604, cuando los otomanos estuvieron a punto de conquistar Nakhchivan y masacrar su población, decidió hacer emigrar a los súbditos cristianos al interior de Irán, eligiendo para ellos la ciudad más bella, la capital: Isfahan. En Isfahan les cedió un terreno que se convertiría pronto en el nuevo barrio de Jolfa; Jolfa era el nombre del lugar de procedencia de esas tribus armenias, una localidad que hoy forma parte de la república de Azerbayán.
A su entrada en Irán, los refugiados armenios comenzaron la construcción de iglesias y monasterios para continuar sus actividades religiosas como en su patria. Así, en 1606 nació en Jolfa el primer monasterio, que incluía una pequeña iglesia llamada Amna Perkich, que significa “Curación completa”. La pequeña iglesia fue después ampliada y trasformada en la magnífica catedral de Vank, construida unos 50 años después bajo la supervisión del arzobispo David. Está entre las iglesias más bellas y constituye una de las mayores atracciones del país.

La catedral incluye un campanario, construido en 1702, una tipografía fundada por el cardenal Khachatoor, una librería inaugurada en 1884 y un museo abierto en 1905. La arquitectura del edificio es única en el mundo, porque es una mezcla entre el arte safavid del siglo XVII y el estilo de altas arcadas de las iglesias cristianas.

El edificio tiene una cúpula parecida a la de los edificios islámicos y, según los expertos, ha influenciado e inspirado la construcción de muchos lugares de culto cristianos en Irán y en Mesopotamia. La entrada principal de la catedral es una gran puerta de madera que introduce a los visitantes en el patio del edificio.

Un gran campanario domina el patio y se levanta sobre las tumbas de cristianos ortodoxos y protestantes sepultados a lo largo de la pared de la entrada. El campanario, construido 38 años después de la estructura principal, conduce a la navata: al lado hay una gran inscripción azul rodeada de crucifijos de piedras, procedentes de iglesias del barrio de Jolfa que ya se han derrumbado. En el area elevada a la izquierda, un memorial recuerda a las víctimas de la masacre otomana.

Catedral de Vank.
Cada año, el 23 de abril, los armenios se reúnen para conmemorar a las víctimas de esa masacre y encienden velas en honor de sus mártires. En una esquina del patio, las habitaciones y los pasillos del área reservada a los huéspedes, y el lugar donde reside el arzobispo de Isfahan y las demás autoridades religiosas armenias de Irán. Al fondo del patio y ante la catedral, un edificio hospeda la librería y los museos.
La librería contiene más de 700 antiguos manuscritos raros en armenio y en lenguas europeas que se remontan a la Edad Media. El museo de Vank acoge una única e inestimable colección de objetos pertenecientes a los armenios. Construido en 1871, el museo contiene también el Edicto de 1606 del Shah Abbas I que fundaba Nueva Jolfa y prohibía la persecución de los armenios.

Sublimes copias de la Biblia forman también parte de la colección del museo: entre ellas, una Biblia de 0,7 gramos realizada por los miniaturistas armenios y, según los expertos, la más pequeña del mundo. Vestidos de la era safavid, alfombras, pinturas europeas compradas por mercantes armenios en sus viajes, bordados y otros objetos del patrimonio artístico iraní-armenio deslumbran a los visitantes. El museo Vank acoge también una colección completa de fotografías, mapas y documentos turcos sobre la masacre armenia de 1915, llevada a cabo por los sultanes otomanos. También hay paramentos sagrados, ostensores, cálices y otros objetos sagrados.

Interior de la catedral de Vank
La tipografía de Vank fue la primera en todo Irán y en Oriente Medio. El primer libro impreso en ella se refería a la vida de los monjes y de los sacerdotes armenios, y una copia del mismo se conserva en el museo. La primera imprenta, construida por el obispo Khachatoor, fue reemplazada por una nueva en 1647 comprada en Amsterdam. Más tarde, en 1844, un residente armenio de Jolfa importó otra imprenta de Europa, también conservada en el museo. El primer libro impreso por esta última máquina relativamente moderna es “Los salmos de David”, cuya copia original se conserva en la Oxford Bodleian Library.

El exterior de ladrillos colorados de la catedral da vida a una espléndida combinación de mosaicos persas, color oro bizantino y frescos de estilo europeo que embellecen las paredes interiores. El exterior sencillo contrasta con el interior decorado de manera gloriosa. El techo de la entrada está decorado con motivos florales y la parte superiore de las paredes está embellecida con frescos que recuerdan las fases de la vida de Jesús. El interior está decorado con pinturas, esculturas doradas y cautivadores mosaicos, y los pináculos sostienen imágenes pintadas de la cabeza de un querubín rodeado de alas plegadas.

En el lado septentrional de las paredes de la catedral se representan imágenes del Día del Juicio con el Paraíso arriba y el infierno abajo. Las partes inferiores están cubiertas de pinturas que representan a los armenios torturados por los turcos otomanos.

Tras la muerte de Shah Abbas I, también su sucesor Shah Abbas II puso gran atención a los armenios y a Nueva Jolfa, barrio situado cerca del río Zayandeh, que aún acoge a una nutrida comunidad de armenios iraquíes.

La comunidad armenia iraní creció en número de manera relevante, sobre todo después de 1933, cuando muchos refugiados armenios huyeron a Irán escapando de la Unión Soviética. Los armenios en Irán forman la comunidad cristiana más numerosa, y han construido iglesias, escuelas, centros culturales, artísticos y deportivos. Hoy los irano-armenios tienen dos diputados en Majles, el Parlamento, y son la única minoría que tiene estatus de observadores en los Consejos constitucionales de los Guardianes. Los irano-armenios publican libros, periódicos y diarios (el más famoso se llama Alik).

Puente Shiohse
En Isfahan los cristianos no viven cerrados en su barrio, sino que se encuentran por todas partes: son artistas, artesanos, vendedores de alfombres, pero sea cual sea su trabajo, son queridos por los habitantes de la ciudad, que tiene casi una segunda alma  cristiana – cuenta con 13 iglesias.

En esta ciudad se encuentra también el “Sioseh Pol” (Puente de las 33 Arcadas), de Shah Abbas Safavid. Tiene 33 arcadas en recuerdo de los años de Cristo y en honor de los cristianos de la ciudad. Y hoy, ironía del destino, es el símbolo por excelencia de la ciudad y uno de los símbolos de todo Irán.