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viernes, 9 de febrero de 2018

Paz perfecta

Desde Dios
Había una vez un rey que ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera captar en una pintura la paz perfecta. Muchos artistas lo intentaron.
 El rey observó y admiró todas las pinturas, pero solamente hubo dos que a él realmente le gustaron y tuvo que escoger entre ellas.
La primera era un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto donde se reflejaban unas plácidas montañas que lo rodeaban. Sobre éstas se encontraba un cielo muy azul con tenues nubes blancas. Todos quienes miraron esta pintura pensaron que ésta reflejaba la paz perfecta.

La segunda pintura también tenía montañas. Pero estas eran escabrosas y descubiertas. Sobre ellas había un cielo furioso del cual caía un impetuoso aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua. Todo esto no se revelaba para nada pacífico. 

Pero cuando el Rey observó cuidadosamente, él miró tras la cascada un delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca. En este arbusto se encontraba un nido. Allí, en medio del rugir de la violenta caída de agua, estaba sentado plácidamente un pajarito en su nido...

¿Paz perfecta... ? ¿Cuál crees que fue la pintura ganadora?

El Rey escogió la segunda.  ¿Sabes por qué?

El rey explicaba que "Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Paz significa que a pesar de estar en medio de todas estas cosas permanezcamos calmados dentro de nuestro corazón. Este es el verdadero significado de la paz."

¿Y tú... ?.... ¿sabes dónde o con quién está la verdadera paz de tu corazón?...

martes, 25 de abril de 2017

Como luz del cirio pascual

Orar con el corazon abierto
Meditaba ayer contemplando el cirio pascual la belleza del significado de la Pascua. Con el testimonio del Cristo vivo y resucitado, la Pascua es la luz que alumbra sobre las tinieblas del mundo, la hermosura que se trasluce sobre tantas mascaras que encubren la maldad y fealdad de esta sociedad desacralizada, la bondad que vence al mal, la vida que vence definitivamente a la muerte, el perdón que se impone al odio y el rencor, el bien que supera el mal, la esperanza que ilumina cualquier desazón, la alegría que difumina la tristeza,  la paz que derrota a la violencia... pero soy yo, cristiano comprometido, el que tiene que mantener viva cada día la llama incandescente del cirio pascual. Solo alumbrando en mi entorno y dando luz a los demás dejaré testimonio fe de esa verdad de que ¡Cristo ha resucitado!
Y quiero ser testigo de la luz. Quiero ser luz pascual. Quiero ser cirio encendido en medio del mundo. Quiero ser luz de verdad. Quiero ser luz que ilumine el camino de la vida. Quiero ser luz siempre encendida para iluminar los corazones en tinieblas, tristes, heridos, sufrientes, doloridos... Quiero ser luz de la Palabra para transmitir la verdad de las enseñanzas de Cristo, esa Buena Nueva de esperanza, sabiduría y amor. Quiero ser luz en mis afanes cotidianos, en la realidad de mi vida, con mis errores y aciertos.
Quiero a la luz de Cristo contemplar las heridas en sus manos y sus pies y la llaga de su costado en las mías y en las de mi prójimo. Contemplar el glorioso rostro transfigurado de Cristo en la mirada del hermano.
Quiero ser luz que de amor. Y para lograrlo debo vivir en verdad, en autenticidad, en honradez, con paz interior, con total honestidad, con serenidad, con bondad y con limpieza de corazón.
Cristo es la luz. Soy cristiano y esta luz me propongo hacerla brillar.

¡Señor, con los salmos te canto: Tu Palabra es una lámpara para mis pasos y una Luz en mi camino, Dios mío, mírame, respóndeme, llena mis ojos de luz; Envía tu Luz y tu verdad, para que me enseñen el camino que lleva al lugar donde Tú habitas! ¡Señor, Tu dices «Yo soy la Luz del mundo. El que me sigue tendrá la Luz que le da vida y nunca andará en oscuridad», hazme luz para los demás! Fortalece, Señor, mis flaquezas para anunciar tu Palabra y que tu Luz resplandezca en mi vida y sea llama viva en mi corazón! ¡Señor, dame un corazón pobre, humilde, sencillo, compasivo, servicial, sufriente con el que sufre, entregado, dócil, generoso, transparente y misericordioso que siga tu voluntad y la haga ley en cada uni de mis quehaceres cotidianos!  ¡Señor, sé Tu mi luz y ayúdame a ser una pequeña luz en medio de este mundo desorientado que tanto necesita encontrar a Dios para dar sentido a su vida!
Enciende una luz, cantamos hoy con Marcos Witt:

sábado, 3 de diciembre de 2016

El trabajo no lo es todo, desde que lo comprendí empecé a vivir

El tiempo que dedicaba íntegramente al trabajo, lo destiné a... la recuperación de los olvidados moldes desmontables para tartas.


Esto será como un acto de la auto-crítica. Durante el último año y pico anterior no era una persona demasiado social. No respondía a los mensajes de correo electrónico. Las llamadas telefónicas privadas las atendía de vez en cuando. Aceptaba invitaciones sólo a eventos inusuales.

No era porque me sintiera una estrella en la sociedad o despreciara algunas amistades. Tampoco es que me llamara muchísima gente. Simplemente, no tenía tiempo para nada. Todo momento lo dedicaba al trabajo, que me gusta mucho.

Pasaba las noches, tardes y mañanas entre las personas que, como yo, habían dejado de disfrutar de tonterías, y cuya vida comenzó a cerrarse en torno a los pasos que daban moviéndose entre las ollas de la cocina.

El cambio fue posible cuando se me ocurrió que, puesto que soy tan disciplinado en el trabajo, no tendré obstáculos para demostrarle al tiempo que lo puedo estirar como una goma, siempre que yo lo desee. Y la vida comenzó para mí.

El plan de juego era simple. Hacer caso a las personas con las que coincido. Responder a sus invitaciones (aunque fuera sutilmente). Dedicar tiempo a todos los que lo necesitan. Conocer, por lo menos, a una nueva persona cada día. Al menos una vez al día ponerme en contacto con alguien que ya conozco. En una palabra: practicar exactamente lo que los psicólogos llaman “atención plena”.

Así que almorcé con un hombre ciego, quien sugirió que si “ya que le invitaba, yo también podría invitarme a mí mismo”. Me encontré con una amiga embarazada que estaba esperando a su hijo para diciembre y me informó del sexo del bebé (y le juré que no sabía nada y que con su marido periodista había hablado sólo de política y sólo durante unos 15 minutos).

La última media hora de trabajo, que por lo general la empleaba en hacer retoques innecesarios de algunos encargos, la aproveché para reunirme con el dueño temporal de mi molde desmontable para tartas.

De esos moldes desmontables simbólicos hubo unos cuantos en mi vida, porque, después de todo, no importaba tanto el objeto, sino la persona que estaba detrás de él. Aunque cuando me interesaba por estas ollas, o por bolígrafos o por cajas viejas nunca estaba seguro de si no les parecería raro que les diera tanta importancia a objetos que no valían ni 2 euros.

En lugar de estar sentado durante horas, concentrado en un solo proyecto, que según mis predicciones histéricas, no iba a salir bien sin mi constante presencia, fui a tomar un café con el chico a quien conocí en la cola del médico y a quien, como a mí, le pareció divertido perder dos horas en nuestra propia compañía, después de haber perdido otras dos haciendo cola.

Hablé un cuarto de hora en el bus con una chica y pasé una estupenda noche con una estupenda amiga con una gran taza de la deliciosa infusión de melisa (no vamos a pretender decir que la elección de la bebida fuera casual, porque aún tenía un fuerte mono por desconectarme de la cocina, y sólo una enorme taza de este tipo de bebida podía frenarme de maniobrar con el teléfono).

Y… no sé como fue posible, pero no pasó nada malo. No se colapsó el mundo ni se derrumbó mi proyecto.

Hice todo lo que había querido. Realicé los pedidos con precisión, sólo que dediqué menos tiempo en su perfeccionamiento y su cosmética. La disciplina, que hasta ahora solía utilizar para cumplir con mis obligaciones, comenzó a servirme para poder disfrutar conscientemente de la vida en en Dios.

Los efectos fueron sorprendentes. Desaparecieron muchas de mis frustraciones. Dejé de preocuparme con la falta del tiempo, cuando yo mismo lo perdía a petición propia. Aumentó mi sensación de seguridad.

El mundo me empezó a parecer más amable, ya que dejé de pensar que estaba solo en él. Empecé a levantarme más temprano, porque tenía ilusión de vivir cada día, pensando en los momentos emocionantes que me esperaban. Salía de casa corriendo sin ni siquiera tomar el café de la mañana. Poco a poco empecé a entender el lema: “Cuanto más se pierde, más se gana”. 

Me encanta mi situación actual. Seguiré corriendo y brincando al amanecer, pero puede ser que no al trabajo, sino para recoger mi molde de tartas, porque podría ser el inicio de un importante acontecimiento de mi biografía, que no quiero perderme mientras estoy concentrado en el diseño de un nuevo plato. Como le sucedió a un cierto timonel italiano que estaba tan abstraído con su iPhone, que no se percató de la presencia de una ballena al lado de su barco.

viernes, 21 de octubre de 2016

Los enemigos de la paz interior

felices
Los principales enemigos de la paz interior tienen nombre y apellidos: pensamiento negativo y sentimiento destructivo. Ambos inoculan el corazón y el alma provocando confusión y agitación interior. Sin paz en el corazón el hombre no es feliz y, por tanto, no puede amar. Las consecuencias son múltiples y variadas: miedo, tristeza, abatimiento, insatisfacción, cansancio, contrariedades, desasosiego, recelo, turbación, impaciencia, inquietud, autocompasión, desconfianza…

La paz del corazón nada tiene que ver con cuestiones humanas. Se basa en la certeza de la fe que se sustenta en la Palabra que proviene de Dios. Jesucristo nos los dejó muy claro: «La paz os dejo, mi paz os doy». ¡Qué hermosas estas palabras que impiden que nuestro corazón se turbe!

Cualquier razón para perder la paz interior es una razón negativa y sólo con la ayuda de Dios es posible subsanarla. Es poniéndolo en manos de Dios como se puede vencer el esfuerzo del demonio por arrancar de cuajo la paz en nuestro corazón. Al príncipe del mal sólo le interesa perturbar la paz interior porque sabe que, en aguas revueltas, es más difícil vislumbrar la paz de Dios que mora en nuestro interior.
Cada vez que trato de huir de mis problemas por mi mismo, huyendo de la misericordia de Dios, rompo la serenidad de mi corazón. La medida auténtica de mi paz interior se apoya en mi abandono y mi desprendimiento a la voluntad del Padre. Un desprendimiento absoluto a todo lo mundano e insustancial: deseos, proyectos, iniciativas, afectos, bienes materiales…
Dios nos pide todo, absolutamente todo. Pero nosotros, trampeados por el juego del demonio, pensamos que si se lo entregamos perderemos libertad y nos quedaremos sin nada, especialmente lo material. Pero no es así. Es en el desprendimiento absoluto cuando uno siente de verdad que Dios toma las riendas de su vida y experimenta su misericordia. Siempre pierde el que se muestra triste, abatido, apesadumbrado y derrotado. No es un fracaso suyo es la victoria del demonio.

¡Bendito y alabado seas, Señor, hoy quiero ofrecerte mi vida, ponerme ante el trono de tu gracia, para ofrecerte mi pequeñez y darte mi adoración entera! ¡Te rindo mi vida, Señor, y quiero hablarte con confianza, abrir mi corazón para que lo cojas con tu amor y tu misericordia! ¡Te pido, Señor, que me llenes con Gracia, para que me llenes con tus dones y tus gracias, y que mi oración sea siempre de tu agrado! ¡Señor, también quiero que me acompañe tu Madre, la Virgen, en estos momentos de oración y de alabanza! ¡Te pido, Señor, tú que eres el amor mismo que me ayudes a amar y a seguir tu ejemplo y el de tu madre! ¡Dame el don de temor porque no quiero ofenderte con mis malos comportamientos y mis malas acciones! ¡Ayúdame siempre a cumplir tus mandamientos y tus mandatos y que estos se resuman en amar a los demás y a los que me rodean sin importar su situación personal, económica, física...! ¡Que sólo mirándoles sea capaz de ver tu rostro, valorar su dignidad y reconocer que son hijos tuyos! ¡Ayúdame a no provocar daño a las personas que me rodean porque quiero darte gloria con mis acciones, con mis palabras, con mis pensamientos, con mis comportamientos, incluso, con aquellas emisiones que tantas veces provoca un alejamiento a tu persona! ¡Ayúdame, Señor, a caminar por las sendas de la santidad! ¡Señor, yo seré feliz si vivo temiendo no ofenderte, si vivo siguiendo tu justicia, actuando según tus enseñanzas, brillando según la luz que tú irradias! ¡Ayúdame cada día a cargar la Cruz contigo, hacerlo con alegría, aunque me pese pero sé que tus manos aguantan todas las dificultades! ¡Señor, quiero ser un auténtico discípulo tuyo, quiero llevar a cabo la obra que tú me tienes encomendada por eso te pido, Señor, que me ayudes a renunciar a las cosas mundanas y vivir siempre siguiendo las enseñanzas evangélicas! ¡Señor, gracias por todos los regalos que me haces cada día, por la vida, por mi familia, por mis capacidades, por los vestidos, por los alimentos, por la casa, por la fe...! ¡Bendito y alabado seas, Señor, bendito y alabado seas! ¡Lléname con tu Espíritu, úngeme, libérame, límpiame, sáname, porque aquí estoy yo pequeño para glorificarte y seguir tu camino!
Acompañamos la meditación de hoy con este canto alegre al Señor, Nearer, My God, to Thee: (Más cerca, Señor, de Ti):

jueves, 11 de agosto de 2016

7 recomendaciones prácticas para recuperar la paz del corazón

Con estas sencillas recomendaciones podrás reconquistar la paz sin obsesiones, con sano realismo y confiando en la oración


A continuación siete recomendaciones prácticas que di en la predicación del pasado domingo para reconquistar la paz en nuestro corazón:

1) Programar y proyectar el futuro sin convertirlo en obsesión

Una de las cosas que más nos afecta es la angustia o la preocupación por el futuro que nos “roba” el momento presente. ¿Qué va a pasar mañana?. Hay que ocuparse pero no preocuparse, hay que planificar pero sin obsesionarnos por el futuro. Dyer escribió: “Todas nuestras neurosis son el resultado de no vivir el momento presente”. Y Jesucristo dijo: “Ni se preocupen por el día de mañana, el mañana se preocupará de sí mismo. Basta con las penas de hoy” (Mateo 6,34)

2) Trabajar por lo ideal con una serena aceptación de la realidad

Tenemos que trabajar por lo ideal, por la excelencia por lo mejor, pero sin que la realidad nos decepcione. Recordemos la oración de la serenidad: “Señor concédeme serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar. Valor para cambiar las cosas que puedo cambiar y Sabiduría para reconocer la diferencia” También nos podrían servir estas palabras: “Si no hubo frutos, vale la belleza de las flores. Si no hubo flores vale la sombra de las hojas. Si no hubo hojas, vale la intención de la semilla”

3) Renunciar a tener siempre la razón

Una de las cosas que más nos ha dividido son las interminables discusiones ideológicas-políticas. Hemos llegado a perder valiosas relaciones familiares y de amistad por discusiones en las cuales queremos imponer “nuestra razón”, nuestra verdad. Es preferible tener paz y dormir tranquilo que a tener la razón o imponer nuestro punto de vista.

4) Aprender a decir que No

“Digan SÍ cuando es SÍ y NO cuando es NO, todo lo demás lo añade el demonio” (Mateo 5,37). Decir que sí, no porque quieras y puedas hacer lo que te piden, sino por complacer a alguien o por miedo a perder su amistad, o su amor, es no sólo un atentado contra ti mismo sino un generador de estres y de incomodidad que desgasta a cualquiera. Conoce tus límites, actúa dentro de ellos y hazlos respetar. El que mucho abarca poco aprieta.

5) No conviertas a nada o nadie en obsesión

Ni para bien ni para mal. La obsesión quita la paz y te hace hace perder el disfrute de todo lo demás. Otro sinónimo de obsesión puede ser codependencia, adicción, apego. Detrás de todo sufrimiento hay un apego, cuando sueltas los apegos surge la libertad y la paz

6) Restarle espacios a la “información” y sumarle espacios a la formación, el esparcimiento y las relaciones interpersonales directas

“No se cansa el ojo de ver, ni se cansa el oído de oír” (Eclesiastés 1,8) Nos encontramos sobresaturados de información, se ha disparado una especie de adicción extrema a querer estar informados de todo a través de la prensa, la radio, la televisión, celulares, Internet (twitter, facebook), y este exceso de información le ha restado tiempo y espacio a la formación, al sano esparcimiento, a la espiritualidad, al compartir con los amigos y la familia y nos ha robado la paz. Hay que rescatar espacios para las artes, para la cultura en general, pero sobre todo para los encuentros. Una persona virtual, jamás substituirá la mirada y el abrazo de una persona real

7) Orar

Estén siempre alegres en el Señor; se lo repito, estén alegres y den a todos muestras de un espíritu muy abierto. El Señor está cerca. No se inquieten por nada; antes bien, en toda ocasión presenten sus peticiones a Dios y junten la acción de gracias a la súplica. Y la paz de Dios, que es mayor de lo que se puede imaginar, les guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús. (Filipenses 4,4-7)

Hazme un Instrumento de tu Paz:
(Oración asociada a San Francisco de Asís)

Señor, haz de mi un instrumento de tu paz.
Donde hay odio, yo ponga el amor.
Donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Donde hay discordia, yo ponga la unión.
Donde hay error, yo ponga la verdad.
Donde hay duda, yo ponga la Fe.
Donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Donde hay tristeza, yo ponga la alegría.

Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, sino consolar,
ser comprendido, sino comprender,
ser amado, sino amar.

Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.

martes, 5 de julio de 2016

VIDEO Papa Francisco sobre la guerra en Siria

¡La paz es posible pero hay que orar!



VATICANO, 05 Jul.  En un vídeo-mensaje, el Papa Francisco expresa el profundo dolor que siente por la guerra en Siria y las miles de víctimas por su causa desde que comenzó hace ya cinco años y asegura que existe una solución política y no militar, para lo que hay que orar.

El mensaje forma parte de la campaña por la paz en Siria promovida por Caritas Internationalis sobre el tema “Siria, la paz es posible”.

Francisco asegura que lo que sucede en este país es algo que “entristece mucho mi corazón”. “Es una situación de sufrimiento indescriptible, cuya víctima es el pueblo sirio, obligado a sobrevivir bajo las bombas o buscando vías de evacuación a otros países o áreas de Siria, menos desgarradas por la guerra: abandonan sus hogares, todo...”.

“También pienso en las comunidades cristianas, a las que mando todo mi apoyo, a causa de la discriminación que tienen que soportar”, dice.

Francisco pide a los fieles “la construcción de una sociedad más justa” porque además “mientras que el pueblo sufre, una increíble cantidad de dinero se gasta para proporcionar armas a los combatientes”.

“Algunos de los países proveedores de estas armas también se encuentran entre los que hablan de paz. ¿Cómo se puede creer en quienes con la mano derecha te acarician y te golpean con la izquierda?”, se pregunta.

El Papa anima entonces a adultos y jóvenes “a vivir con entusiasmo este Año de la Misericordia para vencer a la indiferencia y proclamar con fuerza que ¡la paz en Siria es posible! ¡La paz en Siria es posible!”.

“Les invito a orar por la paz en Siria y por su pueblo, en ocasión de vigilias de oración, de iniciativas de sensibilización en grupos, en parroquias y comunidades, para difundir un mensaje de paz, un mensaje de unidad y esperanza”, pide el Santo Padre.

Francisco invita a que “a la oración, sigan luego obras de paz” y a dirigirlas “a aquellos que están involucrados en las negociaciones de paz, para que tomen en serio estos acuerdos y se comprometen a facilitar el acceso a la ayuda humanitaria”.

“Todo el mundo debe reconocer que no existe una solución militar para Siria: sólo una política. Por lo tanto, la comunidad internacional debe apoyar las conversaciones de paz para construir un gobierno de unidad nacional. Unamos fuerzas, a todos los niveles, para asegurarnos de que la paz sea posible en la amada Siria. ¡Esto sí que será un grandioso ejemplo de misericordia y amor vivido por el bien de toda la comunidad internacional!”, concluye el mensaje.