Con estas sencillas recomendaciones podrás reconquistar la paz sin obsesiones, con sano realismo y confiando en la oración
A continuación siete recomendaciones prácticas que di en la predicación del pasado domingo para reconquistar la paz en nuestro corazón:
1) Programar y proyectar el futuro sin convertirlo en obsesión
Una de las cosas que más nos afecta es la angustia o la preocupación por el futuro que nos “roba” el momento presente. ¿Qué va a pasar mañana?. Hay que ocuparse pero no preocuparse, hay que planificar pero sin obsesionarnos por el futuro. Dyer escribió: “Todas nuestras neurosis son el resultado de no vivir el momento presente”. Y Jesucristo dijo: “Ni se preocupen por el día de mañana, el mañana se preocupará de sí mismo. Basta con las penas de hoy” (Mateo 6,34)
2) Trabajar por lo ideal con una serena aceptación de la realidad
Tenemos que trabajar por lo ideal, por la excelencia por lo mejor, pero sin que la realidad nos decepcione. Recordemos la oración de la serenidad: “Señor concédeme serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar. Valor para cambiar las cosas que puedo cambiar y Sabiduría para reconocer la diferencia” También nos podrían servir estas palabras: “Si no hubo frutos, vale la belleza de las flores. Si no hubo flores vale la sombra de las hojas. Si no hubo hojas, vale la intención de la semilla”
3) Renunciar a tener siempre la razón
Una de las cosas que más nos ha dividido son las interminables discusiones ideológicas-políticas. Hemos llegado a perder valiosas relaciones familiares y de amistad por discusiones en las cuales queremos imponer “nuestra razón”, nuestra verdad. Es preferible tener paz y dormir tranquilo que a tener la razón o imponer nuestro punto de vista.
4) Aprender a decir que No
“Digan SÍ cuando es SÍ y NO cuando es NO, todo lo demás lo añade el demonio” (Mateo 5,37). Decir que sí, no porque quieras y puedas hacer lo que te piden, sino por complacer a alguien o por miedo a perder su amistad, o su amor, es no sólo un atentado contra ti mismo sino un generador de estres y de incomodidad que desgasta a cualquiera. Conoce tus límites, actúa dentro de ellos y hazlos respetar. El que mucho abarca poco aprieta.
5) No conviertas a nada o nadie en obsesión
Ni para bien ni para mal. La obsesión quita la paz y te hace hace perder el disfrute de todo lo demás. Otro sinónimo de obsesión puede ser codependencia, adicción, apego. Detrás de todo sufrimiento hay un apego, cuando sueltas los apegos surge la libertad y la paz
6) Restarle espacios a la “información” y sumarle espacios a la formación, el esparcimiento y las relaciones interpersonales directas
“No se cansa el ojo de ver, ni se cansa el oído de oír” (Eclesiastés 1,8) Nos encontramos sobresaturados de información, se ha disparado una especie de adicción extrema a querer estar informados de todo a través de la prensa, la radio, la televisión, celulares, Internet (twitter, facebook), y este exceso de información le ha restado tiempo y espacio a la formación, al sano esparcimiento, a la espiritualidad, al compartir con los amigos y la familia y nos ha robado la paz. Hay que rescatar espacios para las artes, para la cultura en general, pero sobre todo para los encuentros. Una persona virtual, jamás substituirá la mirada y el abrazo de una persona real
7) Orar
Estén siempre alegres en el Señor; se lo repito, estén alegres y den a todos muestras de un espíritu muy abierto. El Señor está cerca. No se inquieten por nada; antes bien, en toda ocasión presenten sus peticiones a Dios y junten la acción de gracias a la súplica. Y la paz de Dios, que es mayor de lo que se puede imaginar, les guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús. (Filipenses 4,4-7)
Hazme un Instrumento de tu Paz:
(Oración asociada a San Francisco de Asís)
Señor, haz de mi un instrumento de tu paz.
Donde hay odio, yo ponga el amor.
Donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Donde hay discordia, yo ponga la unión.
Donde hay error, yo ponga la verdad.
Donde hay duda, yo ponga la Fe.
Donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Donde hay tristeza, yo ponga la alegría.
Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, sino consolar,
ser comprendido, sino comprender,
ser amado, sino amar.
Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.
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