Palabras del Papa en la audiencia general
«Dios nos quiere de pie, nos creó para estar de pie», y, cuando caemos, nos repite: «“¡Levántate!”». Papa Francisco volvió a hablar sobre el Jubileo durante la audiencia general de los miércoles, en el Aula Pablo VI, y subrayó que la Misericordia es «un camino que parte desde el corazón para llegar a las manos», es decir: parte desde la curación del encuentro con Jesús, cuya compasión levanta a las personas que han caído, y se traduce en obras de misericordia hacia los demás.
«El pasaje del Evangelio de Lucas que hemos escuchado nos presenta un milagro de Jesús verdaderamente grandioso: la resurrección de un chico», recordó el Papa. «Sin embargo, el alma de esta narración no es el milagro, sino la ternura de Jesús por la mamá de este chico. La misericordia aquí toma el nombre de gran compasión por una mujer que había perdido a su marido y que ahora acompaña al cementerio a su único hijo. Es este gran dolor de una madre que conmueve a Jesús y lo provoca al milagro de la resurrección».
«Durante este Jubileo, sería una buena cosa que, al pasar por la Puerta Santa, la Puerta de la Misericordia, los peregrinos recordaran este episodio del Evangelio, que sucedió a las puertas de Naín»; cuando Jesús vio a una madre llorando por la muerte de su hijo detuvo el la procesión fúnebre y, «movido por una profunda misericordia por esta madre», que «entró en su corazón», «decidió afrontar a la muerte, por decirlo así, de tú a tú (y la afrontará definitivamente, de tú a tú, en la Cruz)».
Francisco prosiguió explicando que a la Puerta Santa «cada uno llega llevando la propia vida, con sus alegrías y sufrimientos, sus proyectos y sus fracasos, sus dudas y sus temores, para presentarla a la misericordia del Señor. Estemos seguros de que, en la Puerta Santa, el Señor se acerca para encontrar a cada uno de nosotros, para traer y ofrecer su potente palabra de consuelo: “¡No llores!”. Esta es la Puerta del encuentro entre el dolor de la humanidad y la compasión de Dios. Pensemos siempre en esto: un encuentro entre el dolor de la humanidad y la compasión de Dios».
Al pasar por el umbral, recordó Francisco, «nosotros cumplimos nuestro peregrinaje dentro de la misericordia de Dios que, como con el chico muerto, repite a todos: “Yo te digo: ¡levántate!”. ¡Levántate! Dios nos quiere de pie. A cada uno de nosotros nos dice: ¡levántate! Dios nos quiere de pie, nos creó para estar de pie, por ello la compasión de Jesús lleva a la curación, y la palabra clave es “levántate”, “de pie”.
“Pero, padre, nosotros caemos tantas veces”. ¡Ánimo, levántate! Al pasar por la Puerta Santa tratemos de escuchar esta palabra: “¡Levántate!”. La palabra potente de Jesús puede hacer que nos levantemos y también puede obrar en nosotros el pasaje de la muerte a la vida. Su palabra nos hace revivir, da esperanza, consuela a los corazones cansados, abre a una visión del mundo y de la vida que va más allá del sufrimiento y de la muerte. ¡En la Puerta Santa está escrito para cada uno el inexorable tesoro de la Misericordia de Dios!».
Frente al chico que volvió a la vida y que fue devuelto a su madre, «todos sintieron temor y glorificaban a Dios diciendo: “Un gran profeta ha surgido entre nosotros”, y “Dios ha visitado a su pueblo”», recordó el Papa argentino. Todo lo que Jesús ha hecho «no es solo una acción de salvación destinada a la viuda y a su hijo, o un gesto de bondad limitado a aquella aldea. En el socorro misericordioso de Jesús, Dios sale al encuentro de su pueblo, en Él aparece y seguirá apareciendo ante la humanidad toda la gracia de Dios».
En este sentido, «al celebrar este Jubileo, que —subrayó el Papa— quise que se viviera en todas las Iglesias particulares, es decir en todas las iglesias del mundo y no solo en Roma, es como si toda la Iglesia esparcida por el mundo se uniera en el único canto de alabanza al Señor».
La misericordia, pues, «tanto en Jesús como en nosotros, es un camino que parte del corazón para llegar a las manos… ¿Qué significa? Jesús te ve, te cura y dice: “¡Levántate!”… Con el corazón curado por Jesús hago obras con las manos. Jesús te ve, te cura con su misericordia, te dice: “¡Levántate!” y tu corazón es nuevo. Y con el corazón nuevo, curado por Jesús, hago las obras de misericordia con las manos y trato de curar a tantos que tienen necesidades. La misericordia es un camino que parte del corazón y llega a las manos, es decir a las obras de misericordia».
Durante los saludos en italiano, al final de la audiencia, el Papa volvió a reflexionar sobre la misericordia: «El otro día me decía un obispo que en su catedral puso puertas de misericordia de entrada y de salida. Yo le pregunté: “¿Por qué?”. Y me explicó que las primeras son para entrar y pasar por esa puerta y pedir el perdón y la misericordia de Jesús, y las segundas para llevar la misericordia a los demás. Es inteligente este obispo, ¿eh? También nosotros hagamos lo mismo. El camino de la misericordia que va del corazón a las manos, ¡es la Iglesia en salida!».
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