Ayer escuché una frase que hacía tiempo que no oía: «A Dios rogando y con el mazo dando». Es una frase que me ha facilitado, en cierta manera, a profundizar en la oración cuál es mi relación con Dios. Al final, mirando la Cruz y contemplando en silencio el sagrario, comprendes que hay que confiar en el Señor porque todo depende de Él pero al mismo tiempo poner todo el empeño como si todo en realidad dependiera de mí. Confianza y trabajo son dos verbos que marcan esa relación con el Señor. Confianza porque creo con firmeza. Trabajo porque me esfuerzo para tratar de ser mejor y hacer las cosas bien hechas. Confianza porque espero en Dios. Trabajo porque quiero alcanzar las metas. Cuando uno tiene fe y esperanza, confianza y trabajo son das valores que no contraponen. Al contrario, se complementan perfectamente. Para convertirme en un seguidor auténtico de Cristo siento que tengo que unir ambas actitudes.
Saber que estoy en las manos de Dios me da mucha confianza. Y me anima a luchar cada día más. Si he aprendido algo a lo largo de los años en que las dificultades se han convertido en una carrera de obstáculos es que con Dios uno sale siempre adelante. Por muy doloroso que sea el momento y muy difícil la circunstancia que uno está viviendo, desde una lectura cristiana todo son bendiciones. La esperanza y confianza en Dios es el sostén de todo creyente.
Pero nadie puede pedir a Dios si previamente no pone todo su esfuerzo por cambiar la cosas. Dios no es un prestidigitador que saca de su «chistera» divina los problemas de la gente. Es dándose como mejor acoge Dios nuestra necesidad.
Con independencia de la situación que uno está viviendo —sufrimiento, problemas económicos, angustias morales, dificultades personales, enfermedad…— hay que dar lo mejor de uno mismo, hay que tratar de construir en positivo, hay que sacar del interior el valor del esfuerzo y de la entrega, la capacidad de aguantar pero siempre en la confianza y en la espera en Dios, en la esperanza que Dios todo lo puede. Nada destruye al hombre si Dios está en lo más íntimo de su ser porque la vida es un don que Dios ha regalado y eso es lo que le da la trascendencia. Por eso, me siento identificado con esta frase que tanto tiempo hacía que no escuchaba: «A Dios rogando y con el mazo dando».
¡Señor, quiero darte infinitas gracias por los días que cada día me regalas! ¡Muchos están llenos de dificultades pero a tu lado todos son bendiciones y esperanza cerrar! ¡Gracias, Señor por la vida! ¡Señor, gracias, te encomiendo mi pequeña persona, mi vida entera, mi familia, mis amigos, mi trabajo, mis agobios, mis preocupaciones, mis cansancios! ¡Todo es tuyo, Señor, y lo pongo en tus manos misericordiosas para que las eleves a Padre! ¡Te pido, Señor, la fortaleza para llevar la cruz de cada día, para confiar siempre en ti, para vivir alegre sabiendo que tú te ocupas de mis cosas y la de los míos! ¡Señor, gracias porque cuando me pongo en oración tú me escuchas porque soy fruto de tu ternura infinita y amorosa! ¡Quiero, Señor, amarte como tú me amas, quiero valorarme como tú me valoras, quiero respetarme como tú me respetas! ¡Señor, quiero poner en valor todas y cada una de las riquezas que has puesto en mi corazón! ¡Ayúdame también a descubrir las cosas buenas que hay en mi interior y ponerlas al servicio de los demás para que te reconozcan a ti en mis acciones! ¡Te pido, Señor, que estremezcas mi corazón para ser consciente de que cada latido es sostenido por tu amor! ¡Y a ti, Espíritu divino, te pido que me ayudes a ser una persona siempre disponible a los demás! ¡Sana las heridas que la vida produce en mi corazón y enséñame a vivir desde la entrega generosa de la propia vida! ¡Sé mi consejero en todos los proyectos de mi vida porque sin ti nada puedo conseguir! ¡Espíritu Santo, tú eres mi compañero fiel que siempre me acompaña, te pido que fortalezcas cada uno de los pasos vacilantes de mi vida! ¡En papá con la fuerza de tu gracia todos los momentos de mi vida!
Hoy cantamos, Tan solo he venido:
No hay comentarios:
Publicar un comentario