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jueves, 28 de julio de 2016

La voluntad de Dios en mi vida

Cada día rezo el Credo al comenzar la Coronilla de la Divina Misericordia: «Creo en Dios, Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra». Pensaba ayer en la dolorosa escena final de Cristo en la Cruz cuando exclama: «¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!». Esta enorme frase es, sin embargo, la enseñanza que Cristo me traslada para encomendarme al cuidado amoroso del Padre y creer realmente en su acción sobre mi vida dejando que sea el mismo Dios el que la modele.
«Creo en Dios, Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra». Esta primera frase del Credo es todo un desafío para el ser humano. ¿Lo creo de verdad? ¿Creo realmente que Dios es tan poderoso que controla todas las cosas visibles e invisibles, que controla incluso cada milésima de segundo de mi propia vida? ¿Y si lo creo, por qué tantas veces dudo, me desespero, me intranquilizo por mi situación, me aferro a mi voluntariedad, a mis cosas…? ¿Creo realmente que Dios es mi Padre y que nunca me abandona?
Es Dios, Padre Todopoderoso, Creador, el que revela mi vida, mi identidad, mi dignidad, mi esperanza. ¿Por qué temer entonces? Con el amor del Padre, ¿por qué tantas inseguridades, tantos miedos, tanta desesperanza?
Ese «¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!» está muy unido al Credo porque esta frase de Jesús me muestra la estrecha y profunda relación con Dios. Me enseña que en Dios Padre se asienta el amor más perfecto; el amor del Padre que crea, que sana, que purifica, que dignifica, que levanta, que da esperanza.
Es verdad que la voluntad de Dios es un auténtico misterio. Que muchas veces no comprendes por qué permite ciertas cosas en tu vida. Pero Dios quiere que sea capaz de descubrir cuál es en mi vida Su voluntad que me revela a través de la gracia. Y espera que crea en Él, en ese plan único pensado para mí aunque tenga que hacer frente a la multitud de obstáculos e interferencias que yo le pongo: mis tentaciones, mis faltas frecuentes, la mundanidad de mi pensamiento, mi voluntad intransigente y pertinaz, la terquedad de mi tibieza, la hinchazón de mi orgullo y mi soberbia, las dudas cuando no se cumple lo que espero, mi predisposición a seguir mi camino aunque no sea el que Él ha trazado para mí…
Pero cuando contemplas el gran amor de Dios hacia Jesús, que permite incluso el sacrificio de la cruz, no puedo poner a prueba el amor que Dios siente por mí. Hacerlo es no creer en él, no amarle de verdad porque no hay nada que Dios no controle. Todo, incluso lo aparentemente más absurdo de mi vida, está en el plan de Dios y tiene un significado.
«Creo en Dios, Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra». Si lo creo de verdad, no puedo más que ponerme en sus manos, confiar en que estoy grabado en su corazón y eternamente vivo en su santa voluntad. ¡Creo en Ti, Señor, que nada ni nada me separe de tu amor!


¡Padre de Bondad y de Misericordia, pongo en tus manos mi vida para que hagas de ella lo que mejor sea para mí! ¡Lo que me toque vivir, Señor, lo acepto con amor para que tu voluntad se cumpla en mi vida! ¡Me pongo tus manos, Padre, que me has creado por amor y lo hago con toda mi confianza! ¡Padre creo en Ti y en tus manos encomiendo mi vida, mi corazón, mi espíritu y mi alma, la vida de mi familia y de mis hijos, de mis amigos y la de mis compañeros de trabajo! ¡Dame, Jesús, la gracia de seguirte siempre con disponibilidad a donde quieras llevarme, incluso si el camino es el de la Cruz y al total desprendimiento de mi mismo! ¡Espíritu Santo, ayúdame a que mi vida sea como la de Jesús, coherente con el cumplimiento de la voluntad de Dios! ¡Que mi búsqueda de esa voluntad sea mi principal ocupación! ¡Y creo en Ti, Padre, porque no hay más que un solo Dios! ¡Y te amo con todo mi corazón, con toda mi alma, con todo mi espíritu y con toda mi fuerza porque siempre estás a mi lado para salvarme, para amarme! ¡Porque me haces sentir mi pequeñez y tu grandeza! ¡Porque eres rico en misericordia y clemencia, porque escuchas mis plegarias, por perdonas mis infidelidades, porque manifiestas siempre fidelidad a pesar de mis pecados! ¡Porque tu palabra es Verdad, porque tus promesas se cumplen siempre, porque tus palabras no engañan, porque me puedo confiar con toda confianza a Ti y a la fidelidad de tu palabra! ¡Porque tu sabiduría rige el orden de la creación ya que eres el Creador del cielo y la tierra! ¡Porque eres el Amor eterno y tu amor es tan grande que nos has dado a Jesús, tu Hijo! ¡Quiero reconocer tu grandeza y tu majestad! ¡Señor mío y Dios mío, quítame todo lo que me aleja de ti! ¡Señor mío y Dios mío, dame todo lo que me acerca a ti! ¡Señor mío y Dios mío, despójame de mí mismo para darme todo a ti!

Alabamos a Dios con esta la cantata BWV 16 de Juan Sebastian Bach, Herr Gott, dich loben wir (Señor Dios, te alabamos):

Santa Misa en Jasna Gora. El papa Francisco en Polonia.

Halleluya Festival: La música se vuelve la protagonista junto a los jóvenes

Descubre más cosas del evento muscial más esperado de la JMJ


 Estamos atentos a lo mejor que ocurra en Cracovia en el Halleluya Festival, el más grande evento musical católico organizado por la Comunidad Shalom de Brasil con ocasión de la JMJ de Cracovia del 27 al 29 de julio.

Durante estas semanas Cecilia ha presentado los grupos y a los artistas que se presentarán en el festival, que se llevará a cabo en la Plaza Szczepanski a pocos metros de la Plaza del Mercado en el centro de Cracovia. 

Recordemos algunos: Sor Cristina, The Sun, Rex Band, Alto Louvor, Davidson Silva, PJ Anderson, Hopen, Missionero Shalom, Yuli e Josh y muchos otros.

El Festival recibirá diez mil jóvenes y les ofrecerá espectáculos de música, teatro y danza a nivel internacional, con el objetivo de volver el encuentro de los jóvenes reunidos de todo el mundo, una ocasión de intercambio cultural.

Durante el festival habrán catequesis, momentos de oración, y de compartir y los artistas llevarán su testimonio al escenario.

La entrada es gratuita y abierto a todos.

Más información en la página Halleluya Krakow

¡Feliz JMJ a todos!

¿Qué lugares y formas de rezar te dan vida?

Cada uno tiene que encontrar su propio lenguaje para hablar con Dios


A veces he visto a personas orar y me han dado ganas de rezar como ellas. He querido pedirles que me enseñaran su misterio. Su intimidad con Dios, para poder yo también orar con esa cercanía, con esa fuerza.

Me gustaría pararme hoy un momento para pensar cómo es mi oración. Me pregunto qué lugares me ayudan a rezar, qué formas de rezar me dan vida y expresan mejor lo que hay en mi alma.

Cada uno tiene que encontrar su propio lenguaje para hablar con Dios. Muchas veces no es así. Rezamos con un mismo molde. Frases hechas. Esquemas fijos.

Un día los discípulos querían aprender a rezar. Se acercaron a Jesús mientras oraba. Y le preguntaron: “Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos”. Le miraron. Vieron en Él algo que les hizo desear orar como Él. ¿Qué vieron en Jesús? ¿Cómo rezaba Jesús?

Los discípulos quieren orar como Jesús. Quieren orar porque no saben. Miro a Jesús. También hoy quiero acercarme y decirle que me enseñe a orar. Quiero que mi oración sea una roca sobre la que construir, una fuente de la que beber, el lugar de reposo necesario, el aire para respirar y ser.

Pienso que la oración es el lugar donde sé mejor quién soy yo. Decía Jacques Philippe que a veces “huimos de la oración porque tenemos miedo de encontrarnos a nosotros mismos”. Es verdad. La oración es el lugar donde me muestro desnudo ante Dios y me siento amado y abrazado tal como soy.

Pero a veces no es así y me disfrazo para rezar. O mejor dicho, oro desde fuera, no desde el lugar hondo del alma donde está mi templo sagrado.

Miro a Jesús de nuevo. ¿Cómo ora Jesús? ¡Tiene tanta intimidad con su Padre! Es el Hijo. Es cotidiana su oración. Esto siempre me impresiona. Jesús, excepto en su tiempo de desierto, oraba en medio de su día.

Se levantaba temprano y se iba al lago. O subía al monte. O a una barca. Se apartaba en medio de su rutina para hablar con su Padre. Para contarle, para escucharle, para descansar juntos y poder vivir el día unido a Él. Su oración era en medio de su camino.

¡Cuántas veces, mientras Jesús ora, alguien le interrumpe! Le van a buscar. Y Jesús integra de forma sencilla y paciente esas interrupciones en su oración. No les pide que se alejen. Él vive lo que reza y reza lo que vive. Me encantaría ser así. Rezar y vivir de la misma forma. Rezar amando y amar rezando.

Jesús está unido a su Padre cuando hace milagros, cuando camina, cuando predica, cuando se retira a solas con Él. Jesús es el hijo obediente cuando ora, cuando convive entre los hombres. Su oración es sincera siempre. Expresa su alma.

Es importante que rece desde la etapa que estoy viviendo, conectando con mi corazón, con lo que en este momento siento y soy. La oración tiene que ser viva, como mi vida.

La oración de Jesús es de entrega. El proceso de su oración es hacer que su voluntad se amolde a la voluntad del Padre. Que se haga su voluntad. Orar para Jesús es entregarle de alguna forma al Padre su propia voluntad.

El otro día leía: “Si lográramos unirnos a Dios en la oración, descubriríamos claramente su voluntad y solo desearíamos conformar nuestra voluntad a la suya”[1]. Pero yo a veces en la oración busco que la voluntad de Dios se amolde a la mía.

La oración de Jesús es de alabanza y gratitud. Cuando se siente feliz alaba al Padre. Cuando sus discípulos llegan de la misión, alaba al Padre lleno de alegría por los suyos. Le agradece porque ha revelado a los más pequeños los misterios del Reino. Jesús alaba por lo que el Padre hace en los suyos. Da gracias por lo que ve en sus apóstoles.

Me gustaría aprender a alabar. A dar gracias. A no pedir tanto para mí. A ser un niño lleno de asombro que da gracias por lo recibido. Me gustaría aprender a orar como Jesús. Mirando a Dios, a los otros, no mirándome a mí mismo. Una oración descentrada.

Jesús respondió con el padrenuestro. Es la oración de los niños que hablan con su padre. Una oración de confianza, sencilla, pobre. Una oración de amor.

[1] Walter Ciszek, Caminando por valles oscuros

miércoles, 27 de julio de 2016

Las imágenes de la JMJ que no verás en ningún otro sitio

Realizadas por el fotoperiodista Wojciech Grzędziński, ganador de World Press Photo


Ya ha empezado la JMJ, esta tarde llega el papa Francisco a Polonia. En Cracovia, hay cientos de miles de jóvenes que llenan casi todos los rincones de la ciudad. Se puede encontrar peregrinos de Francia, España, EE.UU., Canadá y también de Burkina Faso, Ghana y Panamá.

En esta multitud hoy está rondando con su cámara Wojciech Grzędziński, fotógrafo, ganador del World Press Photo, tomando imágenes de la JMJ para Aleteia.

Quedé con él en una de las cafeterías cerca de la Plaza del Mercado. “Este es el mejor lugar para refugiarnos -subraya, cuando, conectados por teléfono tratamos de encontrarnos en Cracovia–. Allí hay buena conexión a Internet y buen café”. Sin esas dos cosas ningún periodista podría funcionar en estos tiempos.

Intercambiamos consejos sobre los lugares donde se pueden fotografiar interesantes eventos, sitios, personas intrigantes. Poco tiempo después de nuestra reunión recibo un mensaje de Wojtek diciendo que me había enviado las fotos de esta mañana. Aquí están.