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domingo, 28 de agosto de 2016

Para y descubre que yo soy Dios … ¡es decir, cállate un minuto!

Rob Galea comparte 8 formas de encontrar la tranquilidad en tu vida



En el ajetreo de nuestras vidas Dios nos pide que estemos tranquilos, que hagamos silencio, que empleemos tiempo para descubrir quién es Él en nuestra vida y quiénes somos en el amor de Dios – Rob Galea

Podría parecer contraproducente, un músico promoviendo el silencio. Pero hay tiempo para todo, y el cantante-compositor-sacerdote Rob Galea hace algo más que vender discos: El quiere que tu te encuentres con Dios.

De todos los lugares posibles, padre Rob eligió las calles de Cracovia, durante la locura de la JMJ, para enseñarnos una lección sobre el silencio. ¿Por qué? Porque muchos peregrinos de la Jornada Mundial de la Juventud, a pesar de estar rodeados de 3 millones de personas, encontraron mucha más quietud en esa semana que en muchas otras semanas de sus vidas.

A todos nos suena el salmo 46: “Haz silencio y descubre que Yo soy Dios”. Padre Rob añade que la palabra aroma para “quietud” en el salmo literalmente significa, ¡Cállate! “En el ajetreo de nuestras vidas Dios nos pide que estemos tranquilos, que hagamos silencio, que empleemos tiempo para descubrir quién es Él en nuestra vida y quiénes somos en el amor de Dios”, explica.  

¿Y cómo podemos hacer eso en un mundo en el que se ha vuelto prácticamente imposible callarse y estar tranquilo? Mira el vídeo en el que el padre Rob enseña las 8 formas para hacer silencio en tu vida.

sábado, 27 de agosto de 2016


“Todos los arreglos vocales fueron hechos por Fray Gabriel.”
Esto no es algo común de leer en la descripción de un video. Pero Fray Gabriel es un hombre más común de lo que podríamos imaginar. Hábil en el canto gregoriano, y, como tantos jóvenes, hábil también en las maniobras con el skate.
Este extraordinario fraile franciscano llamó la atención de la National Academy of Television Arts and Sciences. A finales de 2015, su trabajo en video conquistó un Emmy.
“Yo quería que el fruto del video fuese simplemente la caridad”, dijo Fray Gabriel. “El amor a Dios y al prójimo y el amor a la Madre de Dios que el mundo no ha visto. Lo hacemos todo para la gloria de Dios y para el amor de la Madre de Dios y (con este video) hemos sido capazes de alcanzar eso a muchos niveles.
Fray Gabriel empezó a ir en el skate mucho antes de ser conquistado por la vida religiosa. Durante siete años, perfeccionó sus habilidades. Después de eso, cambió el skate por la túnica. En el instituto religioso, estuvo casi seis años sin practicar su deporte favorito.
Pero entonces un día su superior le dio una orden extraña: toma el skate, ve a la pista pública una vez por semana y evangeliza sobre ruedas. El obediente fraile no pestañeó. A través del skate, llegó a tantos jóvenes que llegó a hacerse una película sobre su testimonio de contracultura, que ahora gira por el mundo (mira aquí: http://www.spiritjuicefilms.com).  
Comprueba el trabajo de Fray Gabriel en iTunes. Y descubre más sobre su orden religiosa aquí: website.


La trampa de vivir una doble vida

El demonio puede tratar de convencernos de que podemos vivir dos vidas paralelas sin consecuencia alguna


Otro sinuoso complot del demonio es tratar de convencernos de que podemos vivir doble vidas. Él disfruta enteramente el pensar en nosotros viviendo nuestras vidas diarias divorciados de nuestra Fe, pero aun acercándonos al altar los Domingos a recibir la Eucaristía.

Uno podría decir que el demonio nos alienta a que no seamos ni muy fríos ni muy cálidos, sino tibios en nuestra experiencia de Fe.

Escrutopo, un demonio y personaje principal del libro: «Cartas del diablo a su sobrino», describe este escenario así:

“[El Paciente] puede ser forzado a encontrar un placer positivo en la percepción de que ambos lados de su vida son inconsistentes. Esto se logra explotando la vanidad. Se le puede enseñar a disfrutar el arrodillarse junto al dueño de la tiendita el Domingo sólo por el hecho de que él recuerda que este hombre puede no entender el mundo urbano y sarcástico que él habitó el Sábado por la noche; y por el contrario, a disfrutar la blasfemia y el lenguaje subido de tono que utilizó con sus amigos mientras tomaban un café pero sabiéndose consciente de un mundo “más profundo y espiritual” que sus amigos no entienden. Ves la idea – sus amigos mundanos le tocan por un lado y el dueño de la tiendita por el otro, y él se siente completo, balanceado, un hombre complejo que ve su alrededor. Por lo tanto, al traicionar constantemente al menos a dos grupos de personas, él sentirá, en lugar de vergüenza, una corriente subyacente continua de satisfacción personal”(51-52)

Como pueden ver, el Paciente es un hombre de dos mundos que está siendo entrenado para disfrutar este hecho. En lugar de escoger vivir una vida de libertinaje total, el demonio trata de convencerlo de que él puede vivir dos vidas paralelas sin consecuencias. El demonio intenta decirle que este tipo de doble vida es preferible y algunas veces incluso deseable.

Desafortunadamente, este tipo de vida es muy común. Muchos de nosotros vamos a Misa el Domingo, pero vivimos una vida totalmente diferente durante la semana. Una persona puede mirar nuestra vida diaria y no pensar que somos Cristianos. Ellos pueden pensar incluso todo lo contrario y se sorprenderían al saber que asistimos a Misa los Domingos.

Éste NO es nuestro cometido luego de asistir a cada Misa.

El sacerdote o diácono dice al final de la Misa: “Id en paz, glorificando al Señor con sus vidas”. Esta despedida particular fue escogida por el Papa Benedicto XVI y deliberadamente seleccionada para mostrar la continuidad que deberíamos tener en nuestra vida. En lugar de finalizar la Misa como si terminara una producción teatral, se nos envía adelante; es un comienzo. El Papa Benedicto reflexionó al respecto en su Exhortación Apostólica «Sacramentum Caritatis»:

“Después de la bendición, el diácono o el sacerdote despide al pueblo con las palabras: Ite, missa est. En este saludo podemos apreciar la relación entre la Misa celebrada y la misión cristiana en el mundo. En la antigüedad, «missa» significaba simplemente «terminada». Sin embargo, en el uso cristiano ha adquirido un sentido cada vez más profundo. La expresión «missa» se transforma, en realidad, en «misión». Este saludo expresa sintéticamente la naturaleza misionera de la Iglesia. Por tanto, conviene ayudar al Pueblo de Dios a que, apoyándose en la liturgia, profundice en esta dimensión constitutiva de la vida eclesial.” (51)

Al final de cada Misa somos literalmente enviados; destinados a ir en misión. Es nuestro deber – dado por Dios – tomar a Cristo con nosotros en nuestro lugar de trabajo e incluso en nuestros encuentros sociales y festejos. La gente debería saber que somos Cristianos.

Esto no significa que debamos iniciar cada conversación diciendo “¿Sabías que Jesús murió en la cruz por ti?”. En el contexto adecuado, sí, esto debería ser dicho. Sin embargo, somos llamados a vivir nuestra vida Cristiana tanto en obras como en palabras. Nuestros compañeros de trabajo, amigos y familiares deben ser capaces de saber sin necesidad de preguntar que somos Cristianos.

Para concluir, he aquí otra forma de ponerlo:

“La belleza del testimonio cristiano expresa la belleza del cristianismo y, por ende, la hace visible. ¿Cómo puede ser creíble nuestro anuncio de la buena noticia, si nuestra vida no logra manifestar también la belleza del vivir? Del encuentro en la fe con Cristo nacen así, en un dinamismo interior sostenido por la gracia, la santidad de los discípulos y su capacidad de hacer la propia vida y la del prójimo «buena y bonita». No se trata de una belleza exterior y superficial, de fachada, sino interior, que se delinea bajo la acción del Espíritu Santo y resplandece ante los hombres: nadie puede esconder lo que es parte esencial del propio ser.” (La Via Pulchritudinis, III.3.B)

Lección: No vivas una “doble vida”. Vive cada minuto como un verdadero Cristiano.

«Nos atrevemos a decir»

Pater_noster
En la Eucaristía de ayer, antes del Padre Nuestro, el sacerdote pronuncia estas palabras del ritual de la Misa: «nos atrevemos a decir». Siento que ese «nos atrevemos a decir» es una llamada a romper la rutina de la oración para evitar repetir las palabras de corrillo y profundizar en ellas. No es posible invocar al Padre (Abba) sin que en el interior del corazón se produzca un vuelco transformador.
No es posible exclamar que su Nombre sea santificado, que venga a nosotros su reino, que se haga su voluntad, que nos dé el pan nuestro de cada día… sin elevar con rectitud de intención nuestra mirada al cielo. No es posible exclamar que perdone nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, que no nos deje caer en la tentación y que nos libre de todo mal si no somos capaces de alzar nuestros ojos hacia la inmensidad celestial para unirnos a Él, que es creador de todo.
La fuerza del Padre Nuestro es que Jesús nos enseña por medio de esta oración que los hombres unimos el cielo y la tierra, que la esencia del Reino se condensa en esta plegaria que salió del mismo corazón de Cristo.
Ese «nos atrevemos a decir» nos abre las puertas para dirigirnos a Dios en el tono más amigable y respetuoso posible. De orar al Padre con esperanza para alcanzar ese Reino prometido rebosante de amor, justicia, paz y fraternidad.
Ese «nos atrevemos a decir» nos hace comprender que es necesario saber repartir el pan cada día pero no únicamente en la Eucaristía diaria o dominical sino también ese pan material del que tantos están necesitados —no sólo a nivel económico, sino de tiempo, de afecto, de entrega, de oración…—, pedir perdón de corazón, trabajar por dignificar la vida y crecer espiritualmente. Es entonces cuando el contenido de esta plegaria, las palabras que pronunciamos que nos sabemos de memoria y hemos repetido miles de veces adquieren su auténtico sentido.
Ese «nos atrevemos a decir» nos lleva a comprender al repetir pausadamente la oración que Dios es el Padre de todos, hombres y mujeres necesitados de su amor y de su misericordia. Que Él es el centro, lo importante, lo esencial.
Ese «nos atrevemos a decir» nos recuerda que esta oración nos lleva a un encuentro íntimo, personal y profundo con ese Dios al que puedes abandonarte con serena confianza.
Ese «nos atrevemos a decir», en definitiva, nos lleva a acudir a ese Padre Nuestro que está en el cielo al que le pides ayuda y al mismo tiempo te comprometes a vivir cristianamente orando con sencillez y humildad de corazón, reconociendo tu auténtica necesidad de Dios y admitiendo tus propias debilidades aceptando que es Él y sólo Él quien sabe que es lo mejor para cada uno.
Hoy «me atrevo a decir» con devoción: Padre Nuestro...

¡Padre Nuestro que estás en el cielo, que eres tres veces santo, te quiero dar gracias, alabarte y adorarte; quiero pedir tus bendiciones para que mi vida esté siempre muy cerca de ti! ¡Padre, me reconozco hijo tuyo, tú que estás en el cielo, y también en los corazones de los que confían y creen en tí! ¡Entra en mi corazón Padre de bondad! ¡Padre, santificado sea tu nombre, alabado sea tu nombre, estoy agradecido por este amor que me tienes y por eso quiero comprometerme a honrarte con todos mis actos, con mis palabras, con mis actitudes, con mis sentimientos...! ¡Padre, venga a nosotros tu reino, quiero hacerlo efectivo en cada uno de los momentos de mi vida, tenerte cerca, a mi lado para darte a los demás y así hacer crecer en este mundo el Reino que nos tienes prometido! ¡Padre, que se haga siempre tu voluntad en la tierra como en el cielo, para alcanzar esa salvación prometida, para algún día estar junto a ti y junto a tu Hijo en el cielo! ¡Quiero unir esta voluntad mía a la tuya para poniéndome en tus manos imitar siempre a tu Hijo y también a la Virgen María que hicieron siempre tu santísima voluntad! ¡Padre, dame hoy el pan de cada día, te lo pido con toda la confianza y con toda la humildad para satisfacer mis necesidades materiales pero también mis necesidades espirituales! ¡Padre, perdona también mis ofensas como yo también trato de perdonar a los que me ofenden! ¡Señor, tú sabes que soy un miserable pecador y que me alejo de ti constantemente, por eso quiero pedirte perdón cuando te ofendo! ¡Necesito recibir tu amor y por eso para tenerlo es imprescindible contar con un corazón puro y limpio, un corazón sensible, un corazón que sea capaz de abrirse siempre a los demás y sea capaz de perdonar de corazón! ¡Padre, no me dejes caer en tentación, no permitas que consienta nunca que el demonio venza en cada una de mis acciones, no permitas que tome el camino equivocado hacia el mal, envía tu Espíritu Santo para que sea capaz de vencer todas las tentaciones del maligno! ¡Y líbrame todo mal, para que el demonio no me venza con sus astucias y estar siempre en paz y en gracia contigo!
Cantamos y oramos con el Padre Nuestro:

Bellísima interpretación de un antiguo himno eucarístico

Ave verum corpus



“Ave Verum Corpus”  (Ave Cuerpo Verdadero) es un himno eucarístico que se remonta al siglo XIV, y que se atribuye al papa Inocente VI. Se cantaba cuando se elevaba la hostia durante la consagración, y se usaba frecuentemente durante la Bendición Eucarística.

El video muestra a las Hijas de María cantando el “Ave Verum Corpus.” Las Hijas de María son una joven congregación religiosa fundada en Estados Unidos en 1984. Su primera obra es esta de reparación del Sagrado Corazón, que cada hermana vive cada día con la intención de mostrar gratitud al Sagrado Corazón de Jesús. Su tarea más importante, dicen, es la adoración al Santísimo Sacramento, que siempre está presente a pesar de las muchas actividades de las hermanas.

Las Hijas de María han grabado ya muchos CD con su música, entre ellos villancicos, canto gregoriano y oros himnos. Los CDs y las descargas de los álbumes están disponibles en su  website.