Una de las cosas que más han atraído la atención sobre el Año Santo (2000) es la Indulgencia Jubilar y es por ello de lo que más se habla y más se cuestiona. Sin embargo, el Santo Padre ha decretado este Jubileo con el fin de que se dé en todo el mundo y en todos los ámbitos una profunda reconciliación. Por tal motivo y a fin de conocer mejor cuál es el sentido y la profundidad de este Jubileo, veamos las notas principales de la Encíclica "Incarnationis Mysterium" del Papa Juan Pablo II. El Papa Inicia esta Encíclica con el pasaje de Ef. 1,3-5.9-10 en el cual salta inmediatamente a la vista que el deseo del santo Pontífice es que toda la Iglesia se renueve para alcanzar la santidad querida por Dios desde siempre para el hombre (1,4) la cual es posible por medio de la adhesión a Cristo Jesús, en quien toda la historia encuentra su punto de referencia, por ello dice el Papa: " La encarnación del Hijo de Dios y la salvación que él ha realizado con su muerte y resurrección son, pues, el verdadero criterio para juzgar la realidad temporal y todo proyecto encaminado a hacer la vida del hombre cada vez más humana." IM 1
Al mencionar que el Jubileo tendrá como sede no solo la ciudad de Roma, sino Tierra Santa, nos recuerda el gran anhelo de toda la Iglesia de que un día tanto judíos, musulmanes y cristianos, unidos por la misma raíz en Abraham, compartamos también la fe en Cristo. Por otro lado invita el santo Padre a buscar que el conocimiento de Jesucristo se extienda a todos los rincones no solo del mundo sino de nuestra sociedad, para la cual es necesario que todos los cristianos tomemos conciencia de nuestra misión de ser "fermento y el alma de la sociedad humana, que debe ser renovada en Cristo y transformada en familia de Dios" GS 40. Este año deberá ser de docilidad al Espíritu buscando discernir los signos de los tiempos con el fin de agradar en todo a la Santísima Trinidad y alcanzar la unidad de todos aquellos que "habiendo recibido el mismo Bautismo, comparten la misma fe en el Señor Jesús " de manera que este año Jubilar deberá tener características eminentemente ECUMENICAS con el fin de volver a la unidad. IM 4
En este año Jubilar el Papa ha querido destacar por sobre todo la gracia super abundante de la redención traída por Jesucristo para todo el género humano, por lo que dice que: "Nadie, después de esta muerte, puede ser separado del amor de Dios (cf. Rm 8, 21-39), si no es por su propia culpa." (IM 5) Con estas palabras, el santo Pontífice nos urge a una vida de rectitud en unidad con Dios. Para alcanzar este estado de perfección del hombre, el Papa invita a peregrinar hacia los lugares santos, (que en cada Diócesis están representados principalmente por la Catedral), no con el fin de ganar la Indulgencia Jubilar, sino ante todo por que con ella recordamos que toda la vida del hombre es una peregrinación hacia la Jerusalén celestial. Esta peregrinación, dice el Papa, "evoca el camino personal del creyente siguiendo las huellas del Redentor: es ejercicio de ascesis laboriosa, de arrepentimiento por las debilidades humanas, de constante vigilancia de la propia fragilidad y de preparación interior a la conversión del corazón. Mediante la vela, el ayuno y la oración, el peregrino avanza por el camino de la perfección cristiana, esforzándose por llegar, con la ayuda de la gracia de Dios, "al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo" (Ef. 4, 13)". IM 7
Uno de los elementos que forman parte de la celebración Jubilar es la apertura de la Puerta Santa y el pasar por ella. Esto evoca ante todo, como nos lo dice el santo Pontífice, "el paso que cada cristiano está llamado a dar del pecado a la gracia. Jesús dijo: "Yo soy la puerta" (Jn 10, 7), para indicar que nadie puede tener acceso al Padre sino a través suyo". (IM 8). Sin embargo se ha dado en creer que esta puerta tuviera un efecto mágico para perdonar los pecados, lo que ha causado que muchos cristianos asistan a visitar la catedral y los templos designados, con el único fin de ganar la indulgencia pero con poco desea de convertirse y de cambiar RADICALMENTE su vida. Es por ello que continúa el Papa: "Pasar por aquella puerta significa confesar que Cristo Jesús es el Señor, fortaleciendo la fe en él para vivir la vida nueva que nos ha dado. Es una decisión que presupone la libertad de elegir y, al mismo tiempo, el valor de dejar algo, sabiendo que se alcanza la vida divina (cf. Mt 13, 44-46)" (Idem). De manera que hacer una peregrinación o ir personalmente a la Puerta Santa, debe hacerse habiendo tomado la resolución de vivir de una manera cristiana y de evitar el pecado.
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