“Alegrarte cuando te alaban
Deprimirte cuando te insultan o te desprecian
Sentirte feliz cuando tienes éxito
Sentirte deprimido cuando fracasas
Entusiasmarte cuando adquieres riquezas
Desalentarte cuando eres pobre
Estar satisfecho cuando tienes fama
Sentirte deprimido cuando careces de reconocimiento”
El verdadero practicante debe ocuparse de que el cultivo del altruismo no quede mancillado por estos pensamientos. Por ejemplo, si mientras doy esta charla en el fondo de la mente albergo la más leve esperanza de que me admiren, mi motivación queda mancillada por consideraciones mundanas, que los tibetanos denominamos “las ocho preocupaciones mundanas.
….el practicante puede aplicar los ideales altruistas a su vida cotidiana, pero si de pronto se enorgullece y se considera un gran practicante, instantáneamente las ocho preocupaciones mundanas mancillan su práctica. Lo mismo podemos decir del practicante que espera que admiren lo que hace o que supone que lo alabarán por el gran esfuerzo que realiza. Estas preocupaciones mundanas echan a perder nuestra práctica y es importante garantizar que no ocurra con el propósito de que se mantenga pura.
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