Cinco razones para ser cristiano hoy
¿Por qué cinco razones? ¿No será suficiente una sola: “porque en Cristo está la salvación”? O, si se quiere, ¿no tendrá cada cual su razón o sus razones para ser cristiano? En ese caso nos saldrían cientos y miles de razones. Al igual que habrá muchas personas que tengan sus razones para no serlo.
Lo que sí es cierto es que a cada creyente o no creyente le tocan más a fondo unas razones que otras.
Vale la pena ser cristiano hoy sencillamente porque Jesús de Nazaret es un personaje fascinante. Aunque no fuera el Cristo, valdría la pena acercarse a Él, aunque siempre con el riesgo de ser deslumbrados por el haz de luz que arroja sobre nosotros. Kafka debió decir esto o algo parecido. Jesús de Nazaret es un personaje tan fascinante que ha fascinado a muchas personas que ni son cristianos ni son creyentes, pero no pueden prescindir de Él.
Vale la pena ser cristiano hoy porque ahí, en Jesucristo y en su Evangelio, hay una fuente de sentido. Y hoy este mundo nuestro está tan carente, tan huérfano de sentido, que cualquier persona o cualquier mensaje que ofrezca una pizca de sentido, debe ser tenido en cuenta. El Evangelio de Jesús puede ser respuesta acertada para esta búsqueda de sentido que obsesiona a los hombres y las mujeres de nuestro tiempo.
Vale la pena ser cristiano hoy porque andamos escasos y huérfanos de felicidad y salvación. Los seres humanos no sabemos exactamente hoy en qué consiste la salvación, pero estamos seguros de que necesitamos algo que se parezca a la felicidad y la salvación que buscamos a tientas. ¿Qué nos pasará hoy que tenemos todas las condiciones para ser felices y, sin embargo, cada vez se nos aleja más la felicidad? ¿Qué nos pasará hoy que, cuando nos parecía que habíamos llegado a la autorrealización total, a base de tanto progreso, resulta que no hacemos pie, que nos sentimos más amenazados que nunca?
Vale la pena ser cristiano hoy porque andamos escasos en fraternidad y sonoridad, porque nos faltan ambientes comunitarios, porque hay que apoyar todo lo posible la solidaridad entre las personas y los pueblos. La cultura actual tiene en su haber conquistas maravillosas, pero también tiene en su deber lagunas muy serias. Por ejemplo, es una cultura cada vez más individualista, que arroja a muchas personas en la soledad y el aislamiento y, a la larga, en una cierta depresión existencial. ¡Nunca tan interconectados y nunca tan incomunicados! Vale la pena ser cristiano para luchar a brazo partido, Evangelio en mano y en corazón, contra esta lacra del individualismo y esta enfermedad de la soledad y la depresión.
Vale la pena ser cristiano hoy para luchar con todas las fuerzas por causas tan nobles y tan necesarias como son hoy la causa de la justicia, la causa de los derechos humanos, la causa de los pobres y excluidos. Esta fue la recomendación que los Apóstoles hicieron a Pablo y a Bernabé: “Sólo nos dijeron que no nos olvidáramos de los pobres”. Ésta debería ser la señal de identidad de los cristianos: que no se les olvidan los pobres. Porque ellos, los pobres, son los destinatarios del Evangelio.
¿Qué razón te convence más? ¿Qué razones tienes para no ser cristiano hoy? ¿Qué es lo que más te impresiona de Jesús de Nazaret? ¿Qué es lo que menos te gusta de los cristianos? ¿Cuál es la enfermedad de nuestra sociedad del bienestar? ¿Y cuál la de las sociedades de los malestares?
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