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viernes, 7 de octubre de 2016

María, quiero amarte

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La festividad de Nuestra Señora del Rosario que hoy conmemoramos reconoce el lugar que María desempeña en el misterio de la vida Cristo y de la Iglesia. Con el Rosario —que conmemora los veinte misterios principales de la vida de Jesucristo y de la Virgen— María nos invita a la oración vocal, mental, interior y contemplativa. Es la fotografía más nítida para contemplar la entrega de Nuestra Madre a la obra redentora de Cristo. El Rosario es, junto al Padrenuestro, mi oración favorita. Está tejido con los mejores ropajes evangélicos: los misterios gozosos, luminosos, dolorosos y gloriosos que nos acompañan desde la luminosa alegría de la Anunciación y de la Encarnación hasta la coronación de la Virgen.
Para mí el Rosario es la oración de la gente sencilla. Casi siempre lo rezo por la calle, caminando a mi ritmo, sentado en el autobús o conduciendo el coche que me lleva a una reunión. Me siento acompañado de Jesús y de María. Me hace sentirme alegre y confiado. Me permite encomendar cada misterio por una intención determinada al tiempo que contemplo la vida de Cristo en compañía de su Madre. ¡Qué más puedo pedir cada día!
Este momento del rezo del Rosario es como contemplar serenamente episodios concretos del Evangelio. En ocasiones pongo mi atención en un detalle sencillo, en la necesidad de una persona, en dar gracias, en pedir por mi santidad —de la que estoy tan lejos—, en pedir por alguien que quiero, por la sanación de un enfermo, para que se solucione un problema, por las vocaciones sacerdotales o por la santidad de los sacerdotes y consagradas amigos... además siento la compañía gratificante de María en cada una de estas peticiones.
En un día como hoy contemplo a María Santísima como intercesora ante el Señor de la Misericordia. Y como Madre y protectora acoge el encargo recibido de su Hijo desde la cruz: «ahí tienes a tu hijo».
La Virgen ha cumplido y cumple siempre con amor maternal esta hermosa misión encomendada por Cristo. Por eso acudo a Ella, especialmente hoy, con una confianza ciega presentándole como cada día todas mis necesidades y mis anhelos. ¡Totus tuus, María!

¡María, Madre, quiero darte gracias porque con el Rosario el Evangelio se convierte en oración y con él puedo llegar a los Misterios de Cristo a través tuyo, que me iluminas para seguir a Jesús! ¡Gracias, María, por tu amor, porque con el rezo del Rosario puedo sentirme más cercano a tu Purísimo Corazón y comprender mejor lo que representas para la humanidad entera! ¡Gracias, María, porque cada uno de los misterios me enseñan la entrega que Jesús hizo por los hombres, me sirve de preparación para el tiempo que me espera el día de mi muerte y me fortalece en mi unión contigo, con Dios, con Jesús y con el Espíritu Santo! ¡Gracias, María, porque con la meditación de los pasajes del Rosario me conduces a la redención, al perdón y a la salvación! ¡Gracias, María, porque en cada rezo del Rosario me permites silenciar mi mentes y mis emociones para abrir tan solo el corazón y ponerse sólo frente a la vida de Tu Hijo para contemplar la grandeza de su amor! ¡Gracias, María, por los misterios de gozo que son la máxima manifestación de la Vida Nueva, que me permiten contamplar el gran acontecimiento de la venida de Cristo, la encarnación del Espíritu Crístico y Su paso por este mundo! ¡Gracias, María, por los misterios de la luz que contemplan la vida pública de Cristo que nos trajo la luz a este mundo siempre empañado de tinieblas! ¡Gracias, María, por los misterios de dolor que nos muestran la generosa donación de Cristo en nombre de la salvación del hombre, con ese Amor tan grande que purifica, perdona, redime y salva! ¡Gracias, María, por los misterios gloriosos que nos permiten contemplar la glorificación de Cristo, la Vida Eterna de tu Hijo y la tuya en el Reino de Dios al que aspiro llegar algún día! ¡Gracias, María, Señora del amor y de la misericordia!
«María, queremos amarte» le cantamos hoy a la Virgen esta fiesta del Rosario:


lunes, 3 de octubre de 2016

¡Ave María!, comienza el mes del Rosario

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Primer día del mes de octubre que coincide con el primer sábado de mes, un mes dedicado a honrar a María con el rezo del Santo Rosario. Esta oración contemplativa y sencilla pero de gran eficacia espiritual nos resume la historia de la Salvación del género humano y nos acerca al mayor conocimiento de Cristo. La experiencia del rezo del Santo Rosario me permite cada día fortalecer mi fe y crecer como cristiano.
Cuando amas a una persona tratas de honrarla con palabras amables y cariñosas, contentarla en sus gustos y llenarla de parabienes. En el caso de la Virgen, Ella misma ha manifestado en numerosas apariciones que no siente mayor alegría que cuando sus hijos la veneran con el rezo del Santo Rosario. Ofreciendo cada misterio de la vida de Cristo en la que asoma la presencia sencilla de María, le suplicamos a la Virgen que interceda por cada una de nuestras necesidades y del prójimo. Es una invocación repleta de amor y de caridad. No sólo eso, pedimos por las causas justas del mundo y pedimos por la Iglesia, de la que la Virgen es Esposa.
Hay algo también muy hermoso. Cuando invocamos a María y vamos pasando las cuentas del Rosario nos acercamos a Cristo, su Hijo amado. Así lo recordamos en el rezo del Padrenuestro. Y en cada Avemaría le decimos diez veces a María que la queremos, que la llevamos en el corazón y que la necesitamos. Ella nos devuelve tanto amor cubriéndonos con su gracia.
En este mes de octubre, le ofrezco a María contemplar los misterios gozosos, luminosos, dolorosos y gloriosos con más amor y con más entrega. Vivir cada una de las escenas del Rosario para participar íntimamente de los episodios en Belén, en la casa de Nazaret, en el templo de Jerusalén, en el río Jordán, en la casa de Caná, en el monte de la Transfiguración, en el huerto de los Olivos, en el cenáculo, en el Calvario, en el sepulcro, o en el momento de la Ascensión al Cielo, como un personaje más, en oración contemplativa, con gran atención y sin distracciones voluntarias para que Dios escuche más la voz de mi corazón que la de mi boca. Orando con el corazón, orando con la mente y orando con los labios en alabanza alegre A Dios y a María, la más bella entre todas las mujeres. ¡Tutus tuus, María!
¡Dios te Salve, María, llenas eres de gracia, el Señor está contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús, Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte, amén! ¡Dios te salve, María, se llena mi corazón de alegría al exclamar cada Ave María! ¡Santa María, Madre de Dios, ayúdame a transformar mi vida con el rezo del Santo Rosario y dame tu auxilio bondadoso! ¡Madre de bondad y misericordia, que cada día me das tantas pruebas de tu amor y de tu poder, te pido por la salud de mi corazón, de mi alma y de mi cuerpo, apiádate de mí, acompáñame en mi camino, ampárame en mis tribulaciones y sufrimientos, acoge mis angustias, suple mis carencias, sana mi corazón dolorido, seca mis lágrimas, cura mis heridas y aflicciones y ayúdame a sobreponerme de los problemas y caídas! ¡María, Tú que eres la abogada de los desesperados, Madre Nuestra y Madre de Cristo, ruega por nosotros y por el mundo entero!
Bendiciones del Rosario: (Magisterio de los Papas)
  1. Los pecadores obtienen el perdón.
  2. Las almas sedientas se sacian.
  3. Los que están atados ven sus lazos desechos.
  4. Los que lloran hallan alegría.
  5. Los que son tentados hallan tranquilidad.
  6. Los pobres son socorridos.
  7. Los religiosos son reformados.
  8. Los ignorantes son instruidos.
  9. Los vivos triunfan sobre la vanidad.
  10. Los muertos alcanzan la misericordia por vía de sufragios
Beneficios del Rosario: (San Luis María Grignion de Montfort)
  1. Nos eleva gradualmente al perfecto conocimiento de Jesucristo.
  2. Purifica nuestras almas del pecado.
  3. Nos permite vencer a nuestros enemigos.
  4. Nos facilita la práctica de las virtudes.
  5. Nos aviva el amor de Jesucristo.
  6. Nos enriquece con gracias y méritos
  7. Nos proporciona con qué pagar todas nuestras deudas con Dios y con los hombres y nos consigue de Dios toda clase de gracias.
En este primer sábado de mes le regalamos a la Virgen este bello Ave Regina Coelorum, en la Mayor, Hob. XXIIIb:3.para soprano, coro, cuerdas (sin violas) y órganodel compositor austriaco Joseph Haydn:

sábado, 27 de agosto de 2016

El Mensaje de la Virgen en Fátima: El premio y la advertencia



Una tranquila y luminosa mañana de domingo, el 13 de mayo de 1917, fue el momento elegido por Dios, para transmitir al mundo, por medio de la Santísima Virgen María, a tres humildes pastorcitos, un mensaje de gran trascendencia que “sigue resonando con toda su fuerza profética”, en el decir de San Juan Pablo II, invitando a la oración, a la conversión y “reparación de sus propios pecados y los de todo el mundo” (12-5-1997).

Los tres niños, Lucía de 10 años, y sus primos Francisco y Jacinta de 9 y 7 respectivamente, pastoreaban un pequeño rebaño de ovejas en un lugarejo llamado Cova da Iria, en Fátima, Portugal. El mundo asistía en esos momentos a la Primera Guerra Mundial que involucraba a numerosas naciones pero, en este alejado lugar de tan graves acontecimientos, los pastorcitos vivían su vida rutinaria.

De pronto, sobre una encina, se les aparece la Madre de Dios: “era una señora toda vestida de blanco, más brillante que el sol”, en palabras de Lucía. Su semblante, agregaba, era de una belleza indescriptible, no era ni triste ni alegre, sino serio, tal vez con un aire de suave censura: “Vengo a pediros que volváis aquí durante seis meses seguidos, los días 13, a la misma hora”. Después les dijo: “rezad el rosario todos los días, para alcanzar la paz en el mundo y el fin de la guerra”.

En julio, la tercera aparición, les dice: “La guerra va a terminar. Pero, si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando veáis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre”. La impiedad avanzaba dominando la tierra; en 1939 comenzaba la Segunda Guerra Mundial.

En el año 2000, Juan Pablo II ordenó dar a conocer la parte de esta aparición llamada “el tercer secreto”. Era la “visión” de un “ángel con una espada de fuego en la mano izquierda… señalando la tierra con la mano derecha”, diciendo con fuerte voz: “¡Penitencia, Penitencia, Penitencia!”

No cabría en un solo artículo el desarrollo completo de las apariciones, pero sí queremos resaltar aspectos que muestran su autenticidad como: la afluencia de gran número de espectadores en el momento de las apariciones, cerciorándose de que los niños no mentían; el prodigio de las transformaciones cromáticas y de los movimientos del sol; el fin de la Primera Guerra profetizado: “la guerra va a terminar”; la luz extraordinaria que iluminó los cielos de Europa antes de la segunda conflagración mundial observada en varios países: “cuando veáis una noche iluminada por una luz desconocida sabed que es la señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes”.

Fueron así desarrollándose las apariciones hasta el 13 de octubre cuando ocurriera el prodigio – asistido por más de 70 mil personas – del sol aproximarse vertiginosamente sobre ellos y a poco retirarse. “En octubre haré un milagro para que todos crean”, les afirmó la Virgen el mes anterior. Todos estupefactos se miraban; era el milagro pedido por los niños para confirmar las revelaciones. Al unísono gritaba la multitud: “¡El milagro, los niños tenían razón!”. Fue el llamado: “milagro del sol”.

El Mensaje invita – en el decir del obispo de Leiría-Fátima don Antonio Marto – “a toda la Iglesia y al mundo a serio examen de consciencia”, señalando que “después de las Escrituras, es la denuncia más fuerte e impresionante del pecado del mundo” (5-2-2016).

Alguno preguntará: ¿y que dijeron los Papas al respecto?: Pío XI concedió una indulgencia especial a los peregrinos de Fátima. Pío XII sostenía que “ya pasó el tiempo en que se podía dudar de Fátima” y, en 1946, por medio de su Legado, el Cardenal Masella, consagró el mundo a la realeza de Nuestra Señora de Fátima. Juan XXIII, cuando Cardenal, estuvo como peregrino en el lugar de las apariciones, y en su testamento donó su cruz pectoral al Santuario de Fátima. Pablo VI fue el primer Pontífice en visitar Fátima, en el cincuentenario de las apariciones, el 13 de mayo de 1967.

Juan Pablo II visitó el lugar de las apariciones tres veces, beatificando a los Pastorcitos, Francisco y Jacinta en una de ellas. En 1982, en Fátima, afirmaba que la invitación hecha por Nuestra Señora continúa “más actual incluso que hace sesenta y cinco años atrás. Y hasta más urgente”. Benedicto XVI llegando a Portugal manifestaba, “vengo como peregrino” y señalaba que: “Se ilusionaría quien pensase que la misión profética de Fátima esté concluida” (13-5-2010). Francisco, por su lado, solicitó al Patriarca de Lisboa que consagrara su pontificado (13 de mayo del 2013).

Dirigiéndose a los pequeños pastores Nuestra Señora quiso hablar al mundo entero exhortando a los hombres a la oración, a la penitencia y a la enmienda de la vida; en vista a la situación religiosa en que se encontraba el mundo en la época de las apariciones. Estamos a un año del centenario del magno acontecimiento. Fátima acaba siendo un verdadero divisor de almas en los días de hoy. Sobresalen cada vez más dos familias de almas: una que comprende la crisis moral que asola el mundo contemporáneo; otra que considera que los problemas del mundo contemporáneo tienen poca o ninguna relación con la inmoralidad y la impiedad.

Perplejo queda uno considerando que, en su primera aparición, la Virgen Santísima solicitaba a los pastorcitos “reparación por los pecados con que Él (Nuestro Señor) es ofendido”, es decir que los pecados del mundo habían llegado a un tal grado – ¡en 1917! – que clamaban al Cielo. Y, por otro lado, ver la desintegración moral creciendo hasta nuestros días, ante lo que reclamaba San Juan Pablo II un 8 de mayo de 1996: “Los hombres se olvidaron de Dios y de sus Mandamientos, viviendo como si Él no existiera”, hay una “apostasía silenciosa” que no nos puede dejar indiferentes.

¿Qué debemos hacer? Enfervorizarnos en la devoción al Inmaculado Corazón, en la oración y en la penitencia. Rezar el santo rosario. Pedir, llenos de esperanza, que el año que nos separa del Centenario de las apariciones apresure el triunfo prometido en su tercera aparición: “por fin, Mi Inmaculado Corazón Triunfará”.

domingo, 12 de junio de 2016

15 promesas, 10 bendiciones y 7 beneficios de rezar el Santo Rosario

Esta hermosa oración rezada con devoción, fe y meditación es fuente de muchísimo provecho espiritual


La palabra rosario viene proviene de latín y significa “guirnalda de rosas”. La rosa es una de las flores más comúnmente usada para simbolizar la Virgen María. Si te preguntas, cuál es el sacramental más emblemático que poseemos los católicos, seguramente las personas re responderían que es “el Santo Rosario”.

En estos últimos años el rosario ha hecho una reaparición magistral, ya muchos católicos son los que lo rezan, y hasta, los que poco sabían de él, ya han aprendido a rezarlo en familia.

El Rosario es una devoción en honor de la Virgen María. Se compone de un número determinado de oraciones específicas. A continuación, una información acerca del Rosario que puede serte útil

Promesas del Rosario:

  1-Aquellos que recen con enorme fe el Rosario recibirán gracias especiales.
  2-Prometo mi protección y las gracias más grandes a aquellos que recen el Rosario.
  3-El Rosario es una arma poderosa para no ir al infierno, destruirá los vicios, disminuirá los                    pecados, y defendernos de las herejías.   4-Se otorgará la virtud y las buenas obras abundarán, se otorgará la piedad de Dios para las almas,          rescatará a los corazones de la gente de su amor terrenal y vanidades, y los elevará en su deseo por      las cosas eternas. Las mismas almas se santificarán por este medio.
  5-El alma que se encomiende a mi en el Rosario no perecerá.
  6-Quien rece el Rosario devotamente, y lleve los misterios como testimonio de vida no conocerá la        desdicha. Dios no lo castigará en su justicia, no tendrá una muerte violenta, y si es justo,                      permanecerá en la gracia de Dios, y tendrá la recompensa de la vida eterna.                 
  7-Aquel que sea verdadero devoto del Rosario no perecerá sin los Sagrados Sacramentos.
  8-Aquellos que recen con mucha fe el Santo Rosario en vida y en la hora de su muerte encontrarán        la luz de Dios y la plenitud de su gracia, en la hora de la muerte participarán en el paraíso por los        méritos de los Santos.
  9-Libraré del purgatorio a quienes recen el Rosario devotamente.
10-Los niños devotos al Rosario merecerán un alto grado de Gloria en el cielo.
11-Obtendrán todo lo que me pidan mediante el Rosario.
12-Aquellos que propaguen mi Rosario serán asistidos por mí en sus necesidades.
13-Mi hijo me ha concedido que todo aquel que se encomiende a mi al rezar el Rosario tendrá como intercesores a toda la corte celestial en vida y a la hora de la muerte.
14-Son mis niños aquellos que recitan el Rosario, y hermanos y hermanas de mi único hijo, Jesucristo.
15-La devoción a mi Rosario es una gran señal de profecía.

Bendiciones del Rosario: (Magisterio de los Papas)

  1-Los pecadores obtienen el perdón.
  2-Las almas sedientas se sacian.
  3-Los que están atados ven sus lazos deshechos.
  4-Los que lloran hallan alegría.
  5-Los que son tentados hallan tranquilidad.
  6-Los pobres son socorridos.
  7-Los religiosos son reformados.
  8-Los ignorantes son instruidos.
  9-Los vivos triunfan sobre la vanidad.
10-Los muertos alcanzan la misericordia por vía de sufragios

Beneficios del Rosario: (San Luis María Grignion de Montfort)

1-Nos eleva gradualmente al perfecto conocimiento de Jesucristo.
2-Purifica nuestras almas del pecado.
3-Nos permite vencer a nuestros enemigos.
4-Nos facilita la práctica de las virtudes.
5-Nos aviva el amor de Jesucristo.
6-Nos enriquece con gracias y méritos
7-Nos proporciona con qué pagar todas nuestras deudas con Dios y con los hombres y nos consigue      de Dios toda clase de gracias.
No dejes de rezar el Santo Rosario, y si aún no has comenzado a hacerlo, ten en en cuenta que tal 9-vez, esta podría ser la manera en que Dios te está llamando a entrar a su redil, a ser su hijo, el hijo de su Santísima Madre, y hermano de su Hijo predilecto: a través del amor y la devoción a Maria, nuestra Madre por siempre.