Comienza el mes de mayo, mes consagrado al culto a María. ¡Es uno de los meses que más me gustan del año! Me encanta entrar en el jardín de María, tomar las flores de su alegría, de su humildad, de su paciencia, de su actitud servicial, de su generosidad, de su caridad, de todas sus virtudes… y crear con ellas el ramillete de mi esperanza. Me gusta rezar el Rosario con mayor alegría, organizar excursiones a lugares marianos para encontrarme con ella rezando su oración preferida; tratar de convertir mi pequeña alma en un jardín florido con multitud de flores en forma de virtudes regadas por el agua de la gracia y el abono de los sacramentos. Me gusta adentrarme en mi oración en la vida de María, tan sencilla y tan elevada al mismo tiempo, dedicada a cuidar, formar y servir a Jesús. Me gusta este mes para profundizar más en su figura de Madre y aprender de Ella a amar más a Dios y a acercarme a Él con el corazón abierto para enraizarlo en mi encuentro cotidiano.
Mayo, mes de María. Un mes que me invita especialmente a vivir como Ella espera; aprender a acudir a Ella en los momentos bonitos y también en los tristes. Tenerla más presente cada momento de la jornada. Poner toda mi confianza en Ella y no olvidar que son sus hermosas manos las que elevan mis súplicas a Cristo.
Este mes de mayo es ¡tan propicio para unirme a Ella en oración bajo la luz del Espíritu Santo y comprender que mi misión consiste en anunciar y testimoniar con alegría, compromiso y valentía a Jesús crucificado y resucitado, esperanza del hombre y la sociedad entera. ¡Todo tuyo, María! ¡Quiero ser tu misionero, María! ¡Pero también, en este primero de mayo, operario de José para santificar como Él mi vida a través del trabajo cotidiano!
¡Vuelvo mi corazón a Ti, María, en este mes de mayo que ahora comienza para darte gracias por tu amor de Madre, por ser también mi esperanza! ¡Acompáñame, María, todos los días y ayúdame a ser consecuente con mi ser cristiano! ¡Ayúdame a ser un buen hijo, servicial y atento para lo que necesiten los que me rodean! ¡Ayúdame, María, a vivir haciendo el bien, como le enseñaste a tu hijo Jesús! ¡Ayúdame, María, a ser como Él y quererle con toda mi alma! ¡En un día como hoy te ofrezco mi para que lo guardes lo unas al de tu Hijo! ¡Ayúdame a cumplir como tu siempre la Voluntad de Dios! ¡Madre de Dios, como Corredentora de todos los hombres, imprime en mi corazón el deseo para participar de la Fiesta de la Salvación!
Hoy primero de mayo, es también el día de San José Obrero, artesano y trabajador, modelo de los trabajadores. Le ofrecemos a San José los sudores y los esfuerzos de todos los que trabajan y encomendamos también al padre de Jesús a aquellos que no tienen trabajo para que puedan encontrarlo pronto y vivir con dignidad y por los que tienen trabajos mal remunerados. Y le pedimos también que nos ayude a considerar el trabajo como medio de santificación cotidiana y hacerlo siempre con agradecimiento y alegría poniendo todo nuestro empeño en aprovechar por medio del trabajo los talentos recibidos de Dios.
Y como todos los meses nos unimos a la oración del Santo Padre Francisco por su intenciones de este mes: Por los cristianos de África, para que den un testimonio profético de reconciliación, de justicia y paz, imitando a Jesús Misericordioso.
Comenzamos el mes de María con este delicadísimo madrigal de Francesca Caccini para laud y voz soprano Maria, dolce Maria. Feliz comienzo de mes: