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jueves, 4 de agosto de 2016

¿Son realmente necesarios los sacramentos?

Me comenta uno de mis mejores amigos ─un joven alegre, abierto, simpático, lleno de vida, tolerante, generoso, amigo de sus amigos─ me explica que cree en Dios pero que no frecuenta la Iglesia ni los sacramentos. No tiene dudas de que Dios existe. Su planteamiento es que Dios es bueno por naturaleza, le está muy agradecida por ello, reza cuando las cosas van mal dadas… El ya trata de hacer el bien a los demás. Le afecta profundamente cuando contempla las cientos de desgracias que ocurren en el mundo y que vemos en tiempo real en los medios de comunicación, le produce gran dolor ver sufrir a la gente pobre que se encuentra por las esquinas, sufre por las personas enfermas, por los necesitados ─a veces, incluso, hace algún voluntariado─, vive una vida coherente sin alcohol, sin drogas, sin sexo fácil… Le gusta dar amor y recibir amor a las personas que quiere. Contagia alegría por su sonrisa fácil y su personalidad arrolladora. Sin embargo, le hastían las ceremonias religiosas, se aburre en la Santa Misa, no le ve sentido a confesarse ni a llevar una vida de sacramentos. Para el eso es algo un poco retrógrado. Vivir y deja vivir. A mi me gustaría que mi amigo se confesara y que pudiera recibir al Señor al menos cada domingo.
«¿Tienes novia?», le pregunto. Efectivamente, tiene novia. Y la ama. Y necesita estar con ella. Y compartir sus experiencias, sus tristezas, sus éxitos y sus fracasos. Necesita verla cada día y cuando pasan unas horas que no se ven necesitan llamarse. Con ella seguramente no harás lo que siempre deseas, discutirás, pasarás tiempo entre cervezas y discotecas, comentareis las buenas notas de la Universidad o aquel trabajo low cost que anhelaban para pagarse el viaje de fin de curso y uno de vosotros no habeis conseguido. Juntos compartireis comidas en un restaurante de comida rápida porque sin alimentos ni bebida no es posible sobrevivir. Si así es vuestra vida cotidiana, así es también nuestra vida sacramental. Los sacramentos son para el espíritu del hombre lo que vigoriza el alma. El complemento ideal a la bondad del hombre.
Pero hay algo más, incluso, que vivifica el corazón del creyente. Cada vez que entramos en un templo allí está el Señor que nos espera enamorado. Cada vez que asistimos a un oficio se produce una cita de amor con el Dios que nos ha creado.
Los sacramentos son esos encuentros especiales con Jesús pensados para cada momento de nuestra vida. Y, a través de ellos, Cristo se hace presente en lo más profundo del corazón para transformarnos con su amor.
Si por el bautismo nacemos de nuevo y tenemos el honor de liberarnos del pecado original y ser hijos protegidos del Padre, en la confirmación recibimos la fuerza del Espíritu Santo y fortalecemos los dones del bautismo. Por medio del sacramento de la penitencia recibimos el perdón de nuestros pecados, recuperamos la gracia, nos reconciliamos con Dios y obtenemos el consuelo, la paz, la serenidad espiritual y las fuerzas para luchar contra el pecado. En la Eucaristía —el sacramento por excelencia— nos llenamos de la gracia recibiendo al que por sí mismo es la Gracia. ¡Celebrar la Eucaristía supone que Cristo se nos da a sí mismo, nos entrega su amor, para conformarnos a sí mismo y crear una realidad nueva en nuestro corazón! A través del matrimonio —el noviazgo en el caso de mi amigo— nos convertimos en servidores del amor.
No basta sólo con la fe. Es imprescindible alimentarla con el sello vivo de los sacramentos en los que Dios ha dejado su impronta. Los sacramentos son signos visibles de Dios y no los podemos menospreciar. Y Cristo es el auténtico donante de los sacramentos. Son un regalo tan impresionante que Cristo quiso que fuese Su Iglesia quien los custodiara para ponerlos al servicio de todas las personas. Y la gran eficacia de los sacramentos es que es el mismo Jesús quien hace que tengan un efecto concreto en cada persona porque es Él mismo quien hace que funcionen.
La inquietud de mi amigo se ha convertido también en mi inquietud porque me permite darme cuenta que a través de la Palabra y los sacramentos, en toda nuestra vida, Cristo está realmente cercano. Por eso hoy le pido al Señor que esta cercanía me toque en lo más íntimo de mi corazón, para que renazca en mí la alegría, esa sensación de felicidad que nace cuando Jesús se encuentra realmente cerca.

¡Te doy infinitas gracias, Señor, por los sacramentos de tu Iglesia, fruto de tu amor para nuestra salvación! ¡Te doy gracias, Padre, porque transforman nuestra vida, mi vida! ¡Te doy gracias, Padre, porque a través de ellos puedo descubrir que no hay nada más gratuito que el amor! ¡Te doy gracias, Señor, porque a través de los sacramentos se revela tu amor liberador y creador se manifiesta de manera auténtica y me invitas a la transformación personal! ¡Te doy gracias por los sacramentos del Bautismo y la Confirmación porque a través de ellos me invitas a renacer a la vida y ser parte activa del camino hacia la salvación! ¡Te doy gracias por el sacramento de la Penitencia que me permite reconciliarme contigo! ¡Te doy gracias por el sacramento del matrimonio y de los enfermos en los que puedo vivir la realidad cotidiana del amor y crecer como persona! ¡Te doy gracias por el sacramento del Orden por el que permites que tantos hombres vuelquen su vocación para servirte espiritualmente! ¡Te doy gracias por el gran sacramento de la Eucaristía por el que nos invitas a todos a participar activamente del gran milagro cotidiano de tu presencia entre nosotros y anticipar el gran ágape que nos espera en el Reino del Amor y en el que todos los sacramentos confluyen! ¡Gracias, Jesús, amigo, porque Tú eres el verdadero sacramento, el que da la vida y la esperanza, el perdón y la caridad, y porque todos los sacramentos confluyen en tus manos que tenemos la oportunidad de tocar cada día! ¡Gracias, Señor, por tanto amor y misericordia!


Sagrado Corazón de Jesús, ¡En vos confío!Jaculatoria a la Virgen: Virgen María, madre de Dios, quiero ser como tú, amigo de la gente y disfrutar de la compañía de tu Hijo Jesucristo porque también está dentro de mi pequeño corazón. Gracias por quererme tanto, María.

En este días nos regalamos las Laudes a la Virgen María, de Giuseppe Verdi:

Este mundo en guerra necesita la fraternidad de los jóvenes


Este mundo que vive una guerra “a pedazos” necesita el signo de esperanza de la fraternidad, afirmó este miércoles el Papa Francisco al presidir su primera Audiencia General luego de una pausa de un mes y tras su viaje a Polonia, del que recordó la amistad que vivieron los cientos de miles de jóvenes que ondeaban sus banderas, incluyendo las de aquellos países actualmente en conflicto.

Desde el Aula Pablo VI, el Pontífice destacó que la JMJ Cracovia 2016 coincidió con los 25 años de “aquella histórica celebrada en Czestochowa (en 1991) poco después de la caída de la ‘cortina de hierro’” en 1989 y que marcó el fin del comunismo en Europa.

“En estos 25 años, Polonia ha cambiado, ha cambiado Europa y ha cambiado el mundo, y esta JMJ se ha convertido en un signo profético para Polonia, para Europa y para el mundo”, afirmó.

En ese sentido, dijo el Papa, “la nueva generación de jóvenes, herederos y continuadores de la peregrinación iniciada por San Juan Pablo II, han dado la respuesta a los desafíos de hoy, han dado un signo de esperanza, y este signo se llama fraternidad. Porque, justamente en este mundo en guerra, se necesita fraternidad; se necesita cercanía; se necesita dialogo; se necesita amistad. Y este es el signo de la esperanza: cuando hay fraternidad”.

El Pontífice destacó que a pesar de las diferentes lenguas que hablaban los peregrinos, de sus historias diversas, lograban entenderse, “¿y por qué? ¡Porque tienen la voluntad de ir juntos, de hacer puentes, de fraternidad!"

"Han venido también con sus heridas, con sus interrogantes, pero sobre todo con la alegría de encontrarse; y una vez más han formado un mosaico de fraternidad”.

“Una imagen emblemática de las Jornadas Mundiales de la Juventud es la vastedad multicolor de banderas llevadas por los jóvenes: de hecho, en la JMJ, las banderas de las naciones se hacían más bellas, por así decir, ‘se purificaban’, y también las banderas de naciones en conflicto entre ellas ondeaban juntas. ¡Y esto es bello!”, expresó.

Francisco señaló que los peregrinos de Cracovia “han recibido el mensaje de la Misericordia, para llevarlo a todas partes en las obras espirituales y corporales”; y recordó con afecto a Susana, “la joven romana de esta diócesis, que ha fallecido después de haber participado en la JMJ, en Viena. El Señor, que ciertamente la ha recibido en el Cielo, conforte a sus familiares y amigos”, así como a la familia de Anna Maria Jacobini, la periodista italiana que murió en Cracovia de manera repentina.

El Papa también recordó su visita al Santuario de la Virgen de Czestochowa, Patrona de Polonia, país “cuya historia está ligada de modo indisoluble a la Cruz de Cristo”. “Ahí se toca con la mano la fe del santo pueblo fiel de Dios, que custodia la esperanza a través de las pruebas; y conserva también aquella sabiduría que es equilibrio entre tradición e innovación, entre memoria y futuro”, afirmó.

En ese sentido, señaló que “Polonia hoy recuerda a toda Europa que no puede haber futuro para el continente sin sus valores fundantes, los cuales a su vez tienen al centro la visión cristiana del hombre. Entre estos valores esta la misericordia, de la cual han sido especiales apóstoles, dos grandes hijos de esta tierra polaca: Santa Faustina Kowalska y San Juan Pablo II”.

Francisco también destacó su visita en silencio al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, donde murieron un millón y medio de personas durante la Segunda Guerra Mundial.

“En aquel silencio he escuchado, he sentido la presencia de todas las almas que han pasado por ahí; he sentido la compasión, la misericordia de Dios, que algunas almas santas también han sabido llevar a este abismo. En aquel gran silencio he orado por todas la víctimas de la violencia y de la guerra”.

“Mirando aquella crueldad, en aquel campo de concentración, he pensado enseguida a la crueldad de hoy, que se asemeja: no así concentrada como en aquel lugar, sino por todas partes en el mundo; este mundo que está enfermo de crueldad, de dolor, de guerra, de odio, de tristeza. Y por esto siempre les pido una oración: ¡que el Señor nos de la paz!”, expresó.

Antes de terminar, el Pontífice agradeció al Señor y a la Virgen María, así como a las autoridades de Polonia “y a todos aquellos que, de mil formas, han hecho posible este evento, que ha ofrecido un signo de fraternidad y de paz a Polonia, a Europa y al mundo”.

Santo cura de Ars

FRASES CÉLEBRES DEL SANTO CURA DE ARS

* Los buenos cristianos que trabajan en salvar su alma están siempre felices y contentos; gozan por adelantado de la felicidad del
cielo; serán felices toda la eternidad. Mientras que los malos cristianos que se condenan, siempre se quejan, murmuran, están tristes... y lo estarán toda la eternidad.
Un buen cristiano, un avaro del cielo, hace poco caso de los bienes de la tierra; sólo piensa en embellecer su alma, en obtener lo que debe contentarle siempre, lo que debe durar siempre.
Ved a los reyes, los emperadores, los grandes de la tierra: son muy ricos; ¿están contentos? Si aman al Buen Dios, sí; si no, no están contentos. Me parece que no hay nada que dé tanta pena como los ricos cuando no aman al Buen Dios. Puedes ir de mundo en mundo, de reino en reino, de riqueza en riqueza, de placer en placer; pero no encontrarás tu felicidad. La tierra entera no puede contentar a un alma inmortal, como una pizca de harina en la boca no puede saciar a un hambriento".



* Estaba profundamente convencido de que una persona es feliz cuando vive con Dios; y que es infeliz sólo cuando esa persona libremente se ha separado de Dios: porque no conoce lo que Dios dice, porque ha dejado de escucharle y hacerle caso.
"Hijos míos; ¿por qué somos tan ciegos y tan ignorantes? Porque no hacemos caso de la palabra de Dios!".
Pero lo primero para poder hacer caso a Dios es saber qué dice, estar formado: "Con una persona formada hay siempre recursos. Una persona que no está formada en su religión es como un enfermo agónico; no conoce ni la grandeza del pecado, ni la belleza del alma, ni el precio de la virtud; se arrastra de pecado en pecado".


* Hay muchos cristianos que no saben por qué están en el mundo.
-¿Por qué Dios mío, me has puesto en el mundo?
-Para salvarte.
-y ¿por qué quieres salvarme?
-Porque te amo.
iQue bello y grande es conocer, amar y servir a Dios! Es lo único que tenemos que hacer en el mundo. Todo lo demás es tiempo perdido.


* "Hay personas que no aman al Buen Dios, que no le rezan y que prosperan; es mal signo. ¡Han hecho un poco de bien a través de mucho mal! El Buen Dios les da su recompensa en esta vida".
"Cuando no tenéis el amor de Dios en vosotros, sois muy pobres. Sois como un árbol sin flores y sin frutos".

* Cuando nos abandonamos a nuestras pasiones, entrelazamos espinas alrededor de nuestro corazón.
El que vive en el pecado toma las costumbres y formas de las bestias. La bestia, que no tiene capacidad de razonar, sólo conoce sus
apetitos; del mismo modo, el hombre que se vuelve semejante a las bestias pierde la razón y se deja conducir por los movimientos de su'cadáver' (su cuerpo).
Un cristiano, creado a la imagen de Dios, redimido por la sangre de un Dios. iUn cristiano... hijo de Dios, hermano de Dios, heredero de Dios! iUn cristiano, objeto de las complacencias de tres Personas divinas! Un cristiano cuyo cuerpo es el templo del Espíritu Santo: he aquí lo que el pecado deshonra!
El pecado es el verdugo del Buen Dios el asesino del alma...
Ofender al Buen Dios, que sólo nos ha hecho bien! Contentar al demonio que tan sólo nos hace mal ! ¡ Qué locura!!!




* Por una blasfemia, por un mal pensamiento, por una botella de vino, por dos minutos de placer i Por dos minutos de placer perder a
Dios, tu alma, el cielo... para siempre!
Hijos míos, si veis a un hombre levantar una gran hoguera, apilar la leña, y le preguntáis
qué es lo que hace, os responderá: Preparo el fuego que debe quemarme. ¿Qué pensaríais si vierais a este mismo hombre aproximarse a la llama de la hoguera y, cuando está encendida, echarse dentro? ¿qué diríais?............
Al pecar, eso es lo que nosotros hacemos. No es Dios quien nos echa al infierno, somos nosotros por nuestros pecados. El condenado
dirá: He perdido a Dios, mi alma y el cielo: y es por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa! ¿Se levantará para volver a caer?.



* ¿Por qué no somos capaces de beneficiarnos más del sacramento de la penitencia? Porque no buscamos todos los secretos de la misericordia del Buen Dios, que no tiene límites en este sacramento.
Cuando vamos a confesarnos, debemos entender lo que estamos haciendo. Se podría decir que desclavamos a Nuestro Señor de la cruz.
Algunos se suenan las narices mientras el sacerdote les da la absolución, otros repasan a ver si se han olvidado de decir algún pecado...
Cuando el sacerdote da la absolución, no hay que pensar más que en una cosa: que la sangre del Buen Dios corre por nuestra alma lavándola y volviéndola bella como era después del bautismo.

* Lo central de su vida, como sacerdote, era celebrar la Misa. La Misa era lo más grande para él. Durante sus cuarenta años en Ars, antes de celebrar la misa (de ordinario a las siete de la mañana) se preparaba durante casi una hora de oración... ¿era tan grande lo que iba realizar!:
"Si uno tuviera suficiente fe, vería a Dios escondido en el sacerdote como una luz tras su fanal, como un vino mezclado con el agua.
Hay que mirar al sacerdote, cuando está en el altar o en el púlpito, como si de Dios mismo se tratara".

* Jamás se negó, jamás. Se dio siempre a los demás sin interés alguno. 'La señorita Bernard de Fareins, enferma de un cáncer terminal, deseaba antes de morir tener el consuelo de ver por última vez al Cura de Ars, de quien oía contar maravillas. El reverendo Dubouis le escribió cuatro palabras para comunicarle los deseos de la enferma. Era el día del Jueves Santo de 1837, día en el que tenía la costumbre de pasar toda la noche en la iglesia, acompañando a Jesús en el Monumento. Sin haber dormido, partió enseguida para Fareins. Se equivocó en el camino; después de dar vueltas y vueltas, llegó cubierto de barro y muerto de fatiga. No quiso aceptar ni un vaso de agua. Como ya era conocido, la gente del pueblo le abordaba por la calle. Sin la menor impaciencia, atendió amablemente a cada persona, y se volvió a su casa sin darse importancia.
Lo mismo en 1852, con 66 años, el Rdo.Beau (Cura de Jassans y confesor ordinario del cura de Ars durante 13 años), cayó gravemente enfermo: "Mi amigo vino a visitarme. Era por la tarde del día del Corpus, el 11 de junio. Hizo el viaje a pie, con un fuerte calor y después de haber presidido en Ars la procesión del Santísimo Sacramento', contaba agradecido este sacerdote".

* Era sacerdote para todos, no sólo para los de su pueblo: sacerdote de Jesucristo para todos los hijos de Dios. Por eso, cuando algunos curas, viejos o enfermos, como los de los pueblos vecinos Villeneuve y Mizerieux, no podían atender bien sus parroquias, espontáneamente su compañero de Ars se ponía a sus órdenes.
Iba de noche a visitar a los enfermos de Rancé, de Saint-Jean-de- Thurigneux, de Savigneuxy, de Ambérieux-en-Dombes. Si le llamaban en domingo, partía enseguida, después de la misa mayor, sin entrar en su casa, y volvía en ayunas al tiempo de vísperas.


* No le interesaba más que ser sacerdote: era ese su mayor orgullo. En la última década, el emperador le designó para nombrarle Caballero de la Legión de Honor. El nombramiento apareció en los periódicos. El alcalde, señor des Garets, le comunicó la noticia:
-¿Tiene asignada alguna renta esta cruz?... ¿Me proporcionará dinero para mis pobres? ,preguntó el Santo sin manifestar contento ni sorpresa.

-No. Es solamente una distinción honorífica.
-Pues bien, si en ello nada ganan los pobres, diga usted al Emperador que no la quiero.

* Su gran preocupación es inculcar en los cristianos la convicción de que en la tierra estamos de paso, que vale la pena vivir sien-
do avaros del cielo. La tierra es comparable a un puente que nos sirve para cruzar un río; sólo sirve para sostener nuestros pies.
Estamos en este mundo, pero no somos de este mundo, puesto que decimos todos los días: Padre nuestro que estás en los cielos. Hay que esperar nuestra recompensa cuando estemos en nuestra casa, en la casa paterna".


* Quiso vivir pobremente, prescindiendo de todo lo posible, para que nada le atase. Y si podía dar, prescindía sin pensárselo dos
veces. Un día, cuando se dirigía al orfanato para explicar el catecismo, se cruzó con un pobre desgraciado que llevaba el calzado destrozado. Inmediatamente, el Cura le dio sus propios zapatos y continuó su camino hacia el orfanato intentando ocultar sus pies descalzos bajo la sotana.

* Cuenta Juana-María Chanay: Le envié una mañana un par de zapatos forrados, enteramente nuevos. i Cuál fue mi admiración al verle, por la tarde, con unos zapatos viejos, del todo inservibles! Me había olvidado de quitárselos de su cuarto.
-¿ Ha dado usted los otros ? , le pregunté:
-Tal vez sí, me respondió tranquilamente.


* En invierno iban muchos pobres a su casa a pedir: "Qué feliz estoy -decía- de que vengan los pobres! Si no viniesen, tendría que ir yo a buscarlos y no siempre hay tiempo".
Les encendía el fuego de la chimenea, les calentaba, y mientras tanto también aprovechaba para hablarles del Buen Dios, les animaba a que le amasen. Algunos le propusieron hacerse cargo ellos, de los pobres, para quitarle trabajo al Cura; pero los pobres, con quien querían estar era con el Cura. Juan Pertinand, que lo vio, cuenta: Los llamaba 'amigos míos' con una voz tan dulce, que se retiraban muy consolados: ¡Se sentían queridos!


* Su cariño a los pobres era muy sobrenatural. Jesús quiso ser pobre, y santificó la pobreza. Por eso le gustaba contar sucesos de la vida de Jesús en los que se presentaba pobre. Contaba con frecuencia aquella anécdota de San Juan de Dios, que al darse cuenta de que los pies del pobre a quien socorría estaban llagados, los besó mientras decía: iEres tú, Señor!; al contar esta anécdota, solía emocionarse.


* En la antigua casa parroquial de Ars se conservan, y pueden verse todavía, las disciplinas y el cilicio del Cura de Ars, pero su
principal instrumento de mortificación no está ahí. Lo han dejado en la Iglesia, pues era el confesionario. Durante largo tiempo del día permanecía sentado en el confesionario, prisionero de los pecadores. De ahí que sufriese una serie de hernias muy dolorosas.
Comentaba en una ocasión el señor Camilo Monnin: Nunca se sentaba en las visitas. Sin duda que era por deferencia a las personas
que recibía, pero también a causa de las hernias que sufría y que había contraído permaneciendo tantas horas sentado en el confesionario.

* Si alguien le dijera: Me gustaría ser rico.. ¿Qué hay que hacer? Usted le respondería: Hay que trabajar. Pues para ir al cielo hay que sufrir.
iSufrir! ¿Qué más da? Sólo es un momento. Si pudiésemos pasar ocho días en el cielo, comprenderíamos lo que vale este momento
de sufrimiento aquí en la tierra. Ninguna cruz nos parecería pesada, y ninguna prueba sería amarga.


* ¡Cuánto amo las pequeñas mortificaciones que nadie ve! : como levantarse un cuarto de hora más pronto, levantarse un momentito para rezar por la noche; pero hay personas que sólo piensan en dormir.
Podemos privarnos de calentarnos; si estamos mal sentados, no buscar colocarnos mejor; si paseamos en el jardín, privarnos de algunas frutas que nos agradarían; al hacer la limpieza en la cocina, no picotear; privarse de mirar algo bonito que atrae la mirada en las calles de las grandes ciudades sobre todo. Cuando vamos por la calle, fijemos la mirada en Nuestro Señor llevando su cruz ante nosotros, en la Santa Virgen que nos mira, en nuestro ángel de la guarda que está a nuestro lado".

* A los padres les insistía en que atendiesen el alma de sus hijos, que es lo que más vale de ellos.
"Esa madre que no tiene en la cabeza otra cosa que su hija..., pero que se preocupa mucho más por mirar si lleva bien puesto el sombrero que en preguntarle si ha dado a Dios su corazón. Le dice que no ha de parecer uraña, que tiene que ser amable con todo el mundo, para llegar a entablar amistades y colocarse bien... y la hija se esfuerza en seguida en atraer las miradas de todos".
Así forman a las hijas moviéndolas a que vistan de cualquier manera, poniendo más atención en lo externo suyo que en su interior y cuando visten indecentemente, son instrumentos para perder a las almas. y sólo en el tribunal de Dios se sabrá el número de crímenes que habrá hecho cometer...".

* La Santa Virgen está entre su Hijo y nosotros. Aunque seamos pecadores, ella está llena de ternura y de compasión hacia nosotros. El niño que más lágrimas ha costado a su madre es el más querido. ¿No corre una madre siempre hacia el más débil y expuesto? Un médico en un hospital, ¿no presta más atención a los más enfermos?"

* El hombre había sido creado para el cielo. El demonio rompió la escalera que conducía a él. Nuestro Señor, por su pasión, ha construido otra para nosotros. La santísima Virgen está en lo alto de la escalera y la sostiene con sus manos".

* María, no me dejes ni un instante, estate siempre a mi lado. Volvamos a ella con confianza, y estaremos seguros de que, por miserables que seamos, ella obtendrá la gracia de nuestra conversión.
María es tan buena que no deja de echar una mirada de compasión al pecador. Siempre está esperando que le invoquemos.
En el corazón de María no hay más que misericordia".

Europa no tiene futuro sin la misericordia

Audiencia general tras la JMJ de Polonia


Papa Francisco celebró hoy la audiencia general y recordó lo vivido en la Jornada Mundial de la Juventud de Cracovia. En su mensaje en español mostró cómo jóvenes “venidos de 180 países, han hecho ondear juntas todas sus banderas, incluso las de naciones en conflicto, en una fiesta de color, un mosaico de fraternidad”.

“Han compartido la alegría de estar juntos, para derramarla por todas partes con las obras de misericordia. Gracias a todos los jóvenes que han venido y a todos los que se han unido a nosotros”, añadió.

Papa Francisco quiso reflexionar sobre lo que nos enseña la Virgen de Częstochowa, en el camino del pueblo polaco: “tan ligado al sufrimiento y a la cruz”:  “Nos hace ver que Europa no tiene futuro sin sus valores fundamentales, vinculados a la visión cristiana del hombre. Entre ellos la misericordia”.

“La JMJ es un llamado al mundo, que se ha hecho elocuente en el silencio de Auschwitz. En la oración, las almas de los que allí sufrieron, de los que allí dieron testimonio de la misericordia de Dios, me han hecho comprender el valor del recuerdo, como advertencia para que el odio y la violencia no triunfen”, finalizó el Papa.

En su saludo a los peregrinos en lengua portuguesa, Papa Francisco quiso mandar un cálido saludo al pueblo brasileiro, especialmente a la ciudad de Río, “que alberga los deportistas y aficionados de todo el mundo en los Juegos Olímpicos”.

Para el Papa Francisco, en los Juegos Olímpicos no sólo se deja lograr una medalla, sino algo más valioso: “la realización de una civilización donde reina la solidaridad , fundada en el reconocimiento de que somos todos los miembros de una familia humana, independientemente de las diferencias de cultura, color o religión”.

“Esta es una oportunidad para superar los momentos difíciles y participar en “trabajo en equipo” para construir un país más justo y más seguro, apostando por un futuro lleno de esperanza y alegría. Dios bendiga a todos!”, concluyó.

Hay secretarías parroquiales que parecen “discípulas de satanás”

Encuentro del Papa con los obispos polacos



Esto es lo que Papa Francisco dijo durante el encuentro con los obispos polacos durante la Jornada Mundial de la Juventud de Cracovia. Fue un diálogo a puerta cerrada que se llevó a cabo el 27 de julio en la Catedral. El padre Federico Lombardi, desde hace dos días ex director de la Sala de prensa de la Santa Sede, había indicado que se trató de un encuentro con un clima «muy simple y familiar», y había insistido en que «la mayor parte de los obispos son simples, no son las viejas guardias que ponen un poco en dificultades, pero no es que haya misterios, el encuentro se desarrolló en absoluta familiaridad».

Ningún misterio, de hecho, pues hoy el Vaticano publicó la transcripción del encuentro con los obispos polacos, que hicieron cuatro preguntas al Papa. El tema de la teoría de género fue uno de los temas particularmente afrontados por Papa Bergoglio, quien afirmó que está de acuerdo con su predecesor Benedicto XVI: «Esta es la época del pecado contra el Creador».

«En Europa, en América, en América Latina, en África, en algunos países de Asia, hay verdaderas colonizaciones ideológicas -repitió. Y una de estas, lo digo claramente con ‘nombre y apellido’, es la teoría de género».

«Hoy a los niños (¡a los niños!) se les enseña esto en la escuela: que cada quien puede elegir el sexo. ¿Y por qué enseñan esto? Porque los libros son los de las personas y de las instituciones que te dan el dinero. Son las colonizaciones ideológicas, apoyadas también por países muy influyentes. Y esto es terrible. Hablando con Papa Benedicto -refirió-, que está bien y tiene un pensamiento claro, me dijo: ‘Santidad, ¡esta es la época del pecado contra Dios, el Creador!’ ¡Es inteligente! Dios ha creado al hombre y a la mujer; Dios ha creado el mundo así, así y así… y nosotros estamos haciendo lo contrario».

El obispo de Roma también reflexionó sobre la situación de la parroquia, una estructura «siempre válida» pero que debe ser renovada. «¡El problema -hizo presente Francisco- es cómo planteo la parroquia! Hay parroquias con secretarías parroquiales que parecen ‘discípulas de satanás’, ¡que espantan a la gente!.

Parroquias con las puertas cerradas. Pero también hay parroquias con las puertas abiertas, parroquias en las que, cuando alguien va a preguntar, se dice: ‘¿Sí, sí? Pásele, ¿cuál es el problema?’. Y se escucha con paciencia».

El Papa subrayó que en la actualidad ser párroco es cansado, pero «el Señor nos ha llamado a nosotros para que nos cansemos un poquito, para trabajar, no para descansar». Después contó lo que sucedía en una parroquia de Buenos Aires: «Cuando los novios llegaban: ‘Nosotros queremos casarnos aquí’. ‘Sí -decía la secretaría- estos son los precios’. Esto no funciona, una parroquia así no funciona», exclamó.

Sobre la descristianización: «la secularización del mundo entero es fuerte. Es muy fuerte. Pero algunos dicen: ‘Sí, es fuerte, pero se ven fenómenos de religiosidad, como si el sentido religioso se despertara’. Y esto puede también ser un peligro. Creo que nosotros, en este mundo tan secularizado, también tenemos el otro peligro, de la espiritualización gnóstica. Esta secularización nos da la posibilidad de hacer crecer una vida espiritual un poco gnóstica».

Francisco recordó «que fue la primera herejía de la Iglesia: el apóstol Juan dio de palos a los gnósticos (¡y cómo, y con qué fuerza!), en donde hay una espiritualidad subjetiva, sin Cristo. El problema más grave, para mí, de esta secularización es la descristianización: quitar a Cristo, quitar al Hijo. Yo rezo, escucho… y nada más. Esto es gnosticismo».

Encontrar, observó, «a Dios sin Cristo, un Dios sin Cristo, un pueblo sin Iglesia. ¿Por qué? Porque la Iglesia es la Madre, la que te da la vida, y Cristo es el Hermano mayor, el Hijo del Padre, que te revela el nombre del Padre. Una Iglesia huérfana: el gnosticismo de hoy, puesto que se trata de una descristianización, sin cristo, nos lleva a una Iglesia, digamos mejor, a cristianos, a un pueblo huérfano. Y nosotros debemos hacer que nuestro pueblo escuche esto».

El consejo del Pontífice: «La cercanía. Hoy, nosotros, servidores del Señor (obispos, sacerdotes, consagrados, laicos convencidos), debemos estar cerca del pueblo de Dios. Sin cercanía solo hay palabra sin carne». Por ello hay que pasar por las obras de misericordia, «tanto corporales como espirituales».

«‘Pero, usted dice estas cosas porque está de moda hablar de la misericordia en este año’… ¡No! ¡Es el Evangelio!. La cercanía es tocar la carne que sufre de Cristo». Y la Iglesia, «la gloria de la Iglesia -añadió- son los mártires, claro, pero hay también muchos hombres y mujeres que han dejado todo y han pasado sus vidas en los hospitales, en las escuelas, con niños, con los enfermos».

El Papa contó que en su viaje a República Centroafricana «había una monjita, tenía 83 u 84 años, flaca, buena, con una niña… Y vino a saludarme: ‘Yo no soy de acá, soy del otro lado del río, del Congo pero cada vez, una vez a la semana, vengo a hacer la compra porque es más conveniente’. Me dijo la edad: 83-84 años. ‘Desde hace 23 años estoy aquí, soy enfermera obstétrica, he hecho nacer dos o tres mil niños’. ‘Ah, y ¿viene acá sola?’ ‘Sí, con la canoa…’ ¡A 83 años! Con la canoa se echaba una horita y llegaba».

Para Jorge Mario Bergoglio «esta mujer, y muchas como ella, han dejado su país (es italiana, de Brescia), han dejado su país para tocar la carne de Cristo. Si nosotros vamos a estos países de misión, en la Amazonía, en América Latina, en los cementerios encontramos las tumbas de muchos hombres y mujeres, religiosos que han muerto jóvenes, por las enfermedades de aquella tierra y no tenían anticuerpos, y morían jóvenes».

El Papa precisó que «esta de la misericordia no es una cosa que se me ocurrió a mí. Este es un proceso. Si nosotros vemos, ya el beato Pablo VI veía algunas cosas sobre la misericordia. Después, san Juan Pablo II fue el gigante de la misericordia, con la Encíclica ‘Dives in misericordia’, la canonización de santa Faustina, y luego la octava Pascua: murió antes de ese día», la fiesta de la Divina Misericordia, instituida por él mismo.

Hablando sobre el asesinato del padre Jacques Hamel, afirmó: «Ideologías, sí, pero ¡cuán es la ideología de hoy, que está en el centro y que es la madre de las corrupciones, de las guerras? La idolatría del dinero. El hombre y la mujer ya no son el ápice de la creación, allí han puesto al dinero, y todo se compra y se vende por dinero. En el centro, el dinero».

«Un gran católico me contó, escandalizado —continuó—, que fue a ver a un amigo empresario: ‘Te voy a enseñar cómo gano 20 mil dólares sin moverme de mi casa’. Y con la computadora, desde California, hizo una compra de no sé qué cosa y la vendió en China: en 20 minutos, en menos de 20 minutos, había ganado los 20 mil dólares. ¡Todo es líquido!».

Sobre los migrantes dijo que, al hablar con economistas mundiales, «que ven este problema, dicen: ‘Nosotros tenemos que invertir en aquellos países’», de los que provienen. «Haciendo inversiones —explicó— tendrán trabajo y no necesitarán migrar. ¡Pero está la guerra!». La guerra «de las tribus, algunas guerras ideológicas o algunas guerras artificiales, preparadas por los traficantes de armas que viven de esto: ta dan las armas a ti que estás contra aquellos, y a aquellos que están contra ti. ¡Y así viven ellos! De verdad la corrupción es el origen de la migración».

Entonces, «¿qué hay que hacer? Yo creo que cada país debe ver cómo y cuándo: no todos los países son iguales; no todos los países tienen las mismas posibilidades. Sí, ¡pero tienen la posibilidad de ser generosos! Generosos como cristianos. No podemos invertir allí, pero para los que vienen… ¿Cuántos y cómo?».

No es posible «dar una respuesta universal, porque la acogida depende de la situación de cada país y también de la cultura. Pero claro que se pueden hacer cosas. Por ejemplo: la oración. Una vez a la semana la oración al Santísimo Sacramento con oración por todos los que tocan a las puertas de Europa y no logran entrar. Algunos lo logran, otros no… Luego entra uno y emprende un camino que genera miedo».

Hay países «que han sabido integrar bien a los migrantes, ¡desde hace años! Han sabido integrarlos bien. En otros, desgraciadamente, se han formado como guetos». Hay una «reforma que hay que hacer a nivel mundial sobre este compromiso, sobre la acogida. Pero es, de cualquier manera, un aspecto relativo: absoluto es el corazón abierto a acoger. ¡Esto es lo absoluto! Con la oración, la intercesión, hacer lo que yo puedo. ¡Pero el problema es mundial! La explotación de la Creación, y la explotación de las personas. Nosotros estamos viviendo un momento de aniquilación del hombre como imagen de Dios».