Muchas cosas están en mis manos pero necesito algo más
Me pregunto qué es lo que busco yo cuando busco a Dios. Siempre he sido un buscador. He buscado mi camino. El tesoro por el que merece la pena venderlo todo. He mirado en mi alma. He alzado la vista al cielo. Todos buscamos algo. Todos deseamos algo más allá de lo que ya vivimos. Nuestra vida a veces es rutinaria y anhelamos más.
En este Adviento camino buscando a Dios, buscando mi verdad, anhelo más. Pienso en Jesús. Yo quiero ser bueno, manso, pacífico, como lo fue Él. Miro a Juan bautista que abre los corazones de los hombres con sus palabras. Quiero cambiar.
Sé que hay muchas cosas que puedo cambiar: “Puedo decidir cómo paso el tiempo, con quién me relaciono, con quién comparto mi vida, mi dinero, mi cuerpo y mi energía. Puedo seleccionar lo que como, leo y estudio. Puedo establecer cómo voy a reaccionar ante las circunstancias desfavorables de la vida; si voy a considerarlas maldiciones u oportunidades. Puedo elegir las palabras que uso y el tono de voz que empleo para hablar con los demás. Y, por encima de todo, puedo elegir mis pensamientos”
Muchas cosas están en mis manos. Y de ellas dependen muchas cosas más. Pero sé que necesito algo más. Tengo que volverme hacia Dios para cambiar en el fondo. Para vivir más en Dios.
Sé que Jesús amó sin condiciones a los pecadores. No pidió como premisa el cambio del corazón. Jesús amó sin medida. Se mezcló con todos.
El anuncio siempre es menos que Dios mismo. La esperanza de Juan fue superada del todo por Jesús. Pero era necesaria esa voz en el desierto. Para despertar en el alma el deseo. Para animarme a buscar más. Para salir al desierto y mirar al cielo. Para ver la propia vida en su verdad. Para aprender a pedir perdón. Para mirar el corazón y darme cuenta de cuánto necesito a Dios.
Juan me abre el camino. Me ayuda a buscar a Dios. A mirar cuánto necesito cambiar el corazón para estar con Jesús. Me anima a desear que llegue pronto y toque mi vida, cambiándola para siempre.