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martes, 17 de mayo de 2016

Frases célebres / Pensamientos de Juan Pablo II

Pensamientos

:: Los jóvenes

"Estamos en el mundo sin ser del mundo, constituidos entre los hombres como signos de la verdad y de la presencia de Cristo para el mundo.  Le entregamos todo nuestro ser concreto como expresión suya, para que El siga pasando haciendo el bien".  (Cf. Act 10:38)
"El verdadero conocimiento y la auténtica libertad se hallan en Jesús. Dejad que Jesús forme parte siempre de vuestra hambre de verdad y justicia, y de vuestro compromiso por el bienestar de vuestros semejantes".
"La libertad, en todos sus aspectos, debe de estar basada en la verdad.  Deseo repetir aquí las palabras de Jesús: "Y la verdad os librará"  (Jn 8:32).  Es, pues, mi deseo que vuestro sentido de la libertad pueda siempre ir de la mano con un profundo sentido de verdad y honestidad acerca de vosotros mismos y de las realidades de vuestra sociedad".  

"Solamente la libertad que se somete a la Verdad conduce a la persona humana a su verdadero bien. El bien de la persona consiste en estar en la Verdad y en realizar la Verdad". (Enc. Esplendor de la Verdad)
"El matrimonio y la familia cristiana edifican la Iglesia. Los hijos son fruto precioso del matrimonio". (Familiaris Consortio 14, 16)
"Ayudad a vuestros hijos a salir al encuentro de Jesús, para conocerlo mejor y para seguirlo, entre las tentaciones a las que están continuamente expuestos, sobre el camino que lleva a la auténtica felicidad".

:: Dios y la persona humana:: Evangelización:: Los jóvenes

Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II para la XVII Jornada Mundial de la Juventud.
Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II para la XVIII Jornada Mundial de la Juventud. 25 de julio 2002.
Saludo final del Papa Juan Pablo II a los participantes de la JMJ 2002 Downsview Lands, Toronto, 28 de julio 2002
Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II para la XVIII Jornada Mundial de la Juventud. 25 de julio 2002.
Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II para la XVIII Jornada Mundial de la Juventud. 25 de julio 2002.
Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II para la XVIII Jornada Mundial de la Juventud. 25 de julio 2002.
"Ahora más que nunca es urgente que seáis los "centinelas de la mañana", los vigías que anuncian la luz del alba y la nueva primavera del Evangelio, de la que ya se ven los brotes. La humanidad tiene necesidad imperiosa del testimonio de jóvenes libres y valientes, que se atrevan a caminar contra corriente y a proclamar con fuerza y entusiasmo la propia fe en Dios, Señor y Salvador."
Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II para la XVIII Jornada Mundial de la Juventud. 25 de julio 2002.

:: La cruz:: El sufrimiento:: Confianza en Dios

"En el corazón de Cristo encuentra paz quien está angustiado por las penas de la existencia; encuentra alivio quien se ve afligido por el sufrimiento y la enfermedad; siente alegría quien se ve oprimido por la incertidumbre y la angustia, porque el corazón de Cristo es abismo de consuelo y de amor para quien recurre a El con confianza".

:: La paz

"La libertad, alimentará la paz y la hará fructificar cuando, en la elección de los medios para alcanzarla, los individuos se guíen por la razón y asuman con valentía la responsabilidad de las propias acciones".

:: La Virgen María

"El anuncio de Simeón parece como un segundo anuncio a María, dado que le indica la concreta dimensión histórica en la cual el Hijo cumplirá su misión, es decir en la incomprensión y en el dolor". Madre del Redentor  #16

:: El Rosario

"Mediante el Rosario, el creyente obtiene abundantes gracias, como recibiéndolas de las mismas manos de la Madre del Redentor".
«Guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón » (Lc 2, 19; cf. 2, 51). Los recuerdos de Jesús, impresos en su alma, la han acompañado en todo momento, llevándola a recorrer con el pensamiento los distintos episodios de su vida junto al Hijo. Han sido aquellos recuerdos los que han constituido, en cierto sentido, el 'rosario' que Ella ha recitado constantemente en los días de su vida terrenal".

:: Vida consagrada:: Fe y Razón

 Carta encíclica Fides et Ratio Sobre las relaciones entre Fe y Razón. 14 de septiembre de 1998

:: Concilio Vaticano II

Después de su conclusión, el Concilio no ha cesado de inspirar la vida de la Iglesia. En 1985 quise señalar: "Para mí, que tuve la gracia especial de participar y colaborar activamente en su desenvolvimiento, el Vaticano II ha sido siempre, y es de modo particular en estos años de mi pontificado, el punto de referencia constante de toda mi acción pastoral, con el compromiso responsable de traducir sus directrices en aplicación concreta y fiel, a nivel de cada Iglesia y de toda la Iglesia. Hay que acudir incesantemente a esa fuente". Juan Pablo II, Homilía del 25 de enero de 1985, cf. L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 3 de febrero de 1985, p. 12).

:: El Arte:: La Eucaristía:: Santidad:: Navidad:: La Iglesia:: Conversión:: La vida



"Me afecta cualquier amenaza contra el hombre, contra la familia y la nación.  Amenazas que tienen siempre su origen en nuestra debilidad humana, en la forma superficial de considerar la vida".
"Queremos AMAR COMO TÚ, que das la vida y te comunicas con todo lo que eres. Quisiéramos decir como San Pablo: «Mi vida es Cristo» (Flp. 1,21). Nuestra vida no tiene sentido sin ti".
"La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida".
"El respeto a la vida es fundamento de cualquier otro derecho, incluidos los de la libertad".
"Todo ser humano, desde su concepción, tiene derecho a nacer, es decir, a vivir su propia vida. No sólo el bienestar, sino también, en cierto modo,el ser mismo de la sociedad, dependen de la salvaguardia de este derecho primoldial. Si se niega al niño por nacer este derecho, resultará cada vez más difícil reconocer sin discriminaciones el mismo derecho a todos los seres humanos".

:: La familia

"La familia está llamada a ser templo, o sea, casa de oración: una oración sencilla, llena de esfuerzo y ternura. Una oración que se hace vida, para que toda la vida se convierta en oración".
"A una familia que hace oración no le faltará nunca la conciencia de la propia vocación fundamental: la de ser un gran camino de comunión".
"La familia es para los creyentes una experiencia de camino, una aventura rica en sorpresas, pero abierta sobre todo a la gran sorpresa de Dios, que viene siempre de modo nuevo a nuestra vida".
"El hombre es esencialmente un ser social; con mayor razón, se puede decir que es un ser familiar".
"El futuro depende, en gran parte, de la familia, lleva consigo el porvenir mismo de la sociedad; su papel especialísimo es el de contribuir eficazmente a un futuro de paz".
Que toda familia del mundo pueda repetir con verdad lo que afirma el salmista: "Ved qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos" (Sal 133, 1).
La acogida, el amor, la estima, el servicio múltiple y unitario -material, afectivo, educativo, espiritual- a cada niño que viene a este mundo, debería constituir siempre una nota distintiva e irrenunciable de los cristianos, especialmente de las familias cristianas; así los niños, a la vez que crecen "en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres", serán una preciosa ayuda para la edificación de la comunidad familiar para la misma santificación de los padres. (Familiaris Consortio, 1981)
La familia es "base de la sociedad y el lugar donde las personas aprenden por vez primera los valores que les guían durante toda su vida".
"Los padres tienen derechos y reponsabilidades específicos en la educación y la formación de sus hijos en los valors morales, especialmente en la dificíl edad de la adolescencia".
"Los padres de familia que tienen la responsabilidad de la educación humana y cristiana de los hijos, confiando también en la ayuda experta de educadores y catequistas serios y bien formados".
"Todos los católicos, en especial los casados deben ser los primeros en testimoniar la grandeza de la vida conyugal y familiar con una acción catequética y educativa más incisiva y constante, que permita incentivar el ideal cristiano de comunión conyugal fiel e indisoluble".
"Políticas familiares basadas en la esterilización masiva, en la promoción del aborto o del divorcio producen «resultados dramáticos»: la desintegración de la célula fundamental de la sociedad".
"La libertad de buscar y decir la verdad es un elemento esencial de la comunicación humana, no sólo en relación con los hechos y la información, sino también y especialmente sobre la naturaleza y destino de la persona humana, respecto a la sociedad y el bien común, respecto a nuestra relación con Dios".
"La persona humana tiene una necesidad que es aún más profunda, un hambre que es mayor que aquella que el pan puede saciar -es el hambre que posee el corazón humano de la inmensidad de Dios". 
"La caridad procede de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y a Dios conoce... porque Dios es amor (1 Jn 4:7-9).  Solamente lo que es construido sobre Dios, sobre el amor, es durable".
"El campamento además de unas vacaciones aventureras, se convierte en un encuentro con Dios, con vosotros mismos y con los otros; encuentro favorecido por una profunda revisión de vida a la luz de la Palabra de Dios".
"Dios, creador de todas las cosas y Señor del cosmos, está unido con cada hombre y mujer por una relación de amor".
"Incluso cuando Dios parece guardar silencio ante la opresión, la injusticia o el sufrimiento, sigue amando al ser humano y sale en su ayuda si es invocado".
"Dios se deja conquistar por el humilde e rechaza la arrogancia del orgulloso".
"¡Como los Reyes Magos, sed también vosotros peregrinos animados por el deseo de encontrar al Mesías y de adorarle! ¡Anunciad con valentía que Cristo, muerto y resucitado, es vencedor del mal y de la muerte!".
"Pero, si vais a ser eficaces predicadores de la Palabra, debéis ser hombres de fe profunda, y a un tiempo oyentes y operadores de la Palabra".
"La Palabra de Dios es digna en todos vuestros esfuerzos.  Abrazarla en toda su pureza e integridad, y difundirla con el ejemplo y la predicación, es una gran misión.  Esta es vuestra misión hoy, mañana y el resto de vuestras vidas".
"La Iglesia necesita muchos y cualificados evangelizadores que, con nuevo ardor, renovado entusiasmo, fino espíritu eclesial, desbordantes de fe y esperanza, hablen cada vez más de Jesucristo".
"Es vital que el llamamiento de Cristo a hacer discípulos sea anunciado y vivido con convicción por cada cristiano".
"Inculturación es lo que permite a la Iglesia encarnar el Evangelio en las diferentes culturas, asumiendo lo que hay de bueno en estas culturas, y renovándolas desde su interior. La inculturación constituye un camino hacia una plena evangelización para que todo hombre pueda acoger a Jesucristo en la integridad de su ser personal, cultural, económico y político, de cara a su plena y total unión con Dios Padre y de una vida santa bajo la acción del Espíritu Santo".
"Es necesario vivir en la adhesión a la voluntad divina, ofrecer el pan a los hambrientos, visitar a los prisioneros, apoyar y consolar a los enfermos, defender y acoger a los extranjeros, dedicarse a los pobres y míseros".
"Acompañad a vuestros alumnos con paciencia y sabiduría; esforzaos en abrir sus mentes y sus corazones a la verdad y al bien, educándolos en la auténtica justicia y en la paz".
"Confió el «compromiso de la paz» sobre todo a los jóvenes es indispensable educar a las nuevas generaciones en la paz, que debe convertirse cada vez más en estilo de vida".
"Vosotros sois la sal de la tierra... Vosotros sois la luz del mundo". (Mt 5, 13-14)
"¡La Iglesia os mira con confianza, y espera que seáis el pueblo de las bienaventuranzas!".
"Gracias a todos los jóvenes de habla hispana. No teman responder generosamente al llamado del Señor. Dejen que su fe brille en el mundo, que sus acciones muestren su compromiso con el mensaje salvífico del Evangelio!".
"¡Vivid comprometidos, en la oración, en la atenta escucha y en el compartir gozoso estas ocasiones de "formación permanente", manifestando vuestra fe ardiente y devota! ¡Como los Reyes Magos, sed también vosotros peregrinos animados por el deseo de encontrar al Mesías y de adorarle! ¡Anunciad con valentía que Cristo, muerto y resucitado, es vencedor del mal y de la muerte!".
"También vosotros, queridos jóvenes, os enfrentáis al sufrimiento: la soledad, los fracasos y las desilusiones en vuestra vida personal; las dificultades para adaptarse al mundo de los adultos y a la vida profesional; las separaciones y los lutos en vuestras familias; la violencia de las guerras y la muerte de los inocentes. Pero sabed que en los momentos difíciles, que no faltan en la vida de cada uno, no estáis solos: como a Juan al pie de la Cruz, Jesús os entrega también a vosotros su Madre, para que os conforte con su ternura".
"Queridos jóvenes, ya lo sabéis: el cristianismo no es una opinión y no consiste en palabras vanas. ¡El cristianismo es Cristo! ¡Es una Persona, es el Viviente! Encontrar a Jesús, amarlo y hacerlo amar: he aquí la vocación cristiana".
"Queridos jóvenes, sólo Jesús conoce vuestro corazón, vuestros deseos más profundos. Sólo Él, que os ha amado hasta la muerte, (cfr Jn 13,1), es capaz de colmar vuestras aspiraciones. Sus palabras son palabras de vida eterna, palabras que dan sentido a la vida. Nadie fuera de Cristo podrá daros la verdadera felicidad".
"La cruz ha venido a ser para nosotros la Cátedra suprema de la verdad de Dios y del hombre. Todos debemos ser alumnos de esta Cátedra en curso o fuera de curso. Entonces comprenderemos que la cruz es también cuna del hombre nuevo".
"Donde surge la Cruz, se ve la señal de que ha llegado la Buena Noticia de la salvación del hombre mediante el amor. Donde se levanta la cruz, está la señal de que se ha iniciado la evangelización".
"La cruz se transforma también en símbolo de esperanza. De instrumento de castigo, se convierte en imagen de vida nueva, de un mundo nuevo".  
"La cruz, en la que se muere para vivir; para vivir en Dios y con Dios, para vivir en la verdad, en la libertad y en le amor, para vivir eternamente".
"El misterio de la Cruz y de la Resurrección nos asegura, sin embargo, que el odio, la violencia, la sangre, la muerte no tienen la última palabra en las vivencias humanas. La victoria definitiva es de Cristo y tenemos que volver a empezar desde Él, si queremos construir para todos un futuro de paz, justicia y solidaridad auténticas".
"El Viernes Santo, con la adoración de la Cruz, celebramos la pasión y muerte de Jesús. El Sábado Santo, día de clara esperanza, en oración con María esperaremos la Resurrección. En la Noche Santa de Pascua, todo se renueva en Cristo resucitado y se expresa con el alegre canto del Gloria y del Aleluya".
"Las palabras de la oración de Cristo en Getsemaní prueban la verdad del sufrimiento".
"Getsemaní es el lugar en el que precisamente este sufrimiento, expresado en toda la verdad por el profeta sobre el mal padecido en el mismo, se ha revelado casi EspiritualMente ante los ojos de Cristo".
"El sufrimiento humano ha alcanzado su culmen en la pasión de Cristo". 
"La cruz de Cristo se ha convertido en una fuente de la que brotan ríos de agua viva".
"En la cruz de Cristo no solo se ha cumplido la redención mediante el sufrimiento, sino que el mismo sufrimiento humano ha quedado redimido".
"Pido para vosotros la gracia de la luz y de la fuerza Espiritual en el sufrimiento, para que no perdáis el valor, sino que descubráis individualmente el sentido del sufrimiento y podáis, con la oración y el sacrificio, aliviar a los demás".

"Sabed también vosotros, queridos amigos, que esta misión no es fácil. Y que puede convertirse incluso en imposible, si sólo contáis con vosotros mismos. Pero lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios". (Lc 18,27; 1,37).
"Los verdaderos discípulos de Cristo tienen conciencia de su propia debilidad. Por esto ponen toda su confianza en la gracia de Dios que acogen con corazón indiviso, convencidos de que sin Él no pueden hacer nada (cfr Jn 15,5). Lo que les caracteriza y distingue del resto de los hombres no son los talentos o las disposiciones naturales. Es su firme determinación de caminar tras las huellas de Jesús".
"Dios no es un ser indiferente o lejano, por lo que no estamos abandonados a nosotros mismos".
"En las inevitables pruebas y dificultades de la existencia, como en los momentos de alegría y entusiasmo, confiarse al Señor infunde paz en el ánimo, induce a reconocer el primado de la iniciativa divina y abre el espíritu a la humildad y a la verdad".
"La paz es uno de los bienes más preciosos para las personas, para los pueblos y para los Estados".
"En este tiempo amenazado por la violencia, por el odio y por la guerra, testimoniad que Él y sólo Él puede dar la verdadera paz al corazón del hombre, a las familias y a los pueblos de la tierra. Esforzaos por buscar y promover la paz, la justicia y la fraternidad. Y no olvidéis la palabra del Evangelio: Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios". (Mt 5,9).
"La paz y la violencia germinan en el corazón del hombre, sobre el cual sólo Dios tiene poder".
"La violencia jamás resuelve los conflictos, ni siquiera disminuye sus consecuencias dramáticas".
"¡Hombres y mujeres del tercer milenio! Dejadme que os repita: ¡abrid el corazón a Cristo crucificado y resucitado, que viene ofreciendo la paz! Donde entra Cristo resucitado, con Él entra la verdadera paz".
"Que nadie se haga ilusiones de que la simple ausencia de guerra, aun siendo tan deseada, sea sinónimo de una paz verdadera. No hay verdadera paz sino viene acompañada de equidad , verdad, justicia, y solidaridad".
"La verdadera reconciliación entre hombres enfrentados y enemistados solo es posible, si se dejan reconciliar al mismo tiempo con Dios".
"No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón".
"El diálogo, basado en sólidas leyes morales, facilita la solución de los conflictos y favorece el respeto de la vida, de toda vida humana. Por ello, el recurso a las armas para dirimir las controversias representa siempre una derrota de la razón y de la humanidad".
"Hay que alentar con firme determinación el camino del diálogo y de la mutua comprensión en el respeto de las diferencias, de forma que la auténtica paz pueda lograrse y tenga lugar el encuentro entre los pueblos en un contexto de solidario acuerdo".
"La auténtica religión no apoya el terrorismo y la violencia, sino que busca promover de toda forma posible la unidad y la paz de la familia humana".
"La guerra es siempre una derrota de la humanidad".
"La violencia y las armas no pueden resolver nunca los problemas de los hombres".
"La verdad y la solidaridad son dos elementos claves que permiten a los profesionales de los medios de comunicación convertirse en promotores de la paz".
"Los invito a cada uno a comprometerse cada día en el seguimiento de Cristo para rechazar la violencia, que es un camino sin futuro, y para construir una paz duradera fundada en la justicia y el respeto de las personas".
"El derecho internacional, el diálogo leal, la solidaridad entre los Estados, el ejercicio tan noble de la diplomacia son los medios dignos de los hombres y de las naciones para superar sus contiendas".
"Valorar los recursos humanos endógenos significa garantizar el equilibrio sanitario y, en definitiva, contribuir a la paz del mundo entero".
"Es un deber para los creyentes, cualquiera sea su religión, proclamar que nunca podremos ser felices unos contra otros; nunca el futuro de la humanidad podrá ser asegurado con el terrorismo y la lógica de la guerra".
"Los creyentes de todas las religiones, junto con los hombres de buena voluntad, abandonando cualquier forma de intolerancia y discriminación, están llamados a construir la paz".
"Nosotros los cristianos, en particular, estamos llamados a ser centinelas de la paz, en los lugares donde vivimos y trabajamos; es decir, se nos pide que vigilemos para que las conciencias no cedan a la tentación del egoísmo, de la mentira y de la violencia".
"No habrá paz en la tierra mientras perduren las opresiones de los pueblos, las injusticias y los desequilibrios económicos que todavía existen".
"Pero para que tengan lugar los cambios estructurales deseados, no son suficientes iniciativas e intervenciones externas; se requiere ante todo una conversión conjunta de los corazones al amor".
"Elevemos nuestras oraciones al Señor para que el amor venza al odio y para que la paz, la justicia y la solidaridad crezcan en todos los rincones del mundo, en el espíritu del Evangelio".
"Es todavía más urgente proclamar, con voz decidida, que sólo la paz es el camino para construir una sociedad más justa y solidaria".
"Hasta que quienes ocupan puestos de responsabilidad no acepten cuestionarse con valentía su modo de administrar el poder y de procurar el bienestar de sus pueblos, será difícil imaginar que se pueda progresar verdaderamente hacia la paz".
"La paz, se realiza respetando el orden internacional y el derecho internacional, que deben ser las prioridades de todos aquellos que tienen a su cargo el destino de las Naciones".
"La paz exige cuatro condiciones esenciales: Verdad, justicia, amor y libertad".
"La verdad, erá fundamento de la paz cuando cada individuo tome conciencia rectamente, más que de los propios derechos, también de los propios deberes con los otros".
"La justicia, edificará la paz cuando cada uno respete concretamente los derechos ajenos y se esfuerce por cumplir plenamente los mismos deberes con los demás".
"El amor será fermento de paz, cuando la gente sienta las necesidades de los demás como propias y comparta con ellos lo que posee, empezando por los valores del espíritu".
"El dogma de la maternidad divina de María fue para el Concilio de Éfeso y es para la Iglesia como un sello del dogma de la Encarnación en la que el Verbo asume realmente en la unidad de su persona la naturaleza humana sin anularla".  Madre del Redentor #4
"María es 'llena de gracia', porque la Encarnación del Verbo, la unión hipostática del Hijo de Dios con la naturaleza humana, se realiza y cumple precisamente en ella". Madre del Redentor #9
"El ir al encuentro de las necesidades del hombre significa, al mismo tiempo, su introducción en le radio de acción de la misión mesiánica y del poder salvífico de Cristo.  Por consiguiente, se da una mediación: María se pone entre su Hijo y los hombres en la realidad de sus privaciones, indigencias y sufrimientos.  Se pone "en medio", o sea se hace mediadora no como una persona extraña, sino en su papel de madre, consciente de que como tal puede -mas bien "tiene el derecho de"- hacer presente al Hijo las necesidades de los hombres".  Madre del Redentor  #21
"La Madre de Cristo se presenta ante los hombres como portavoz de la voluntad del Hijo, indicadora de aquellas exigencias que deben cumplirse para que pueda manifestarse el poder salvífico del Mesías". Madre del Redentor  #21
"En Cana, merced a la intercesión de María y a la obediencia de los criados, Jesús da comienzo a su hora". Madre  del Redentor  #21  
"En Cana María aparece como la cree en Jesús; su fe provoca la primera "señal" y contribuye a suscitar la fe de los discípulos". Madre del Redentor  #21
"La misión maternal de María hacia los hombres de ninguna manera oscurece ni disminuye esta única mediación de Cristo, sino mas bien muestra su eficacia.  Esta función materna brota, según el beneplácito de Dios, de la superabundancia de los méritos de Cristo... de ella depende totalmente y de la misma saca toda su virtud". Madre del Redentor  #22
"Esta nueva maternidad de María, engendrada por la fe, es fruto del `nuevo' amor, que maduro en ella definitivamente junto a la Cruz, por medio de su participación en el amor redentor del Hijo".  Madre del Redentor  #23  
"Nos has dado a tu Madre como nuestra para que nos enseñe a meditar y adorar en el corazón. Ella, recibiendo la Palabra y poniéndola en práctica, se hizo la más perfecta Madre".
"Durante el reciente viaje a Polonia, me dirigí a la Virgen María con estas palabras: "Madre santísima, (...) obtén también para mí las fuerzas del cuerpo y del espíritu, para que pueda cumplir hasta el fin la misión que me ha encomendado el Resucitado. En ti pongo todos los frutos de mi vida y de mi ministerio; a ti encomiendo el destino de la Iglesia; (...) en ti confío y te declaro una vez más: Totus tuus, Maria! Totus tuus! Amén". (Homilía en el santuario de Kalwaria Zebrzydowska, 19 de agosto de 2002.
"Danos tus ojos, María, para descifrar el misterio que se oculta tras la fragilidad de los miembros del Hijo. Enséñanos a reconocer su rostro en los niños de toda raza y cultura".
"María, ayúdanos a ser testigos creíbles de su mensaje de paz y de amor, para que los hombres y las mujeres de nuestro tiempo, caracterizado aún por tensos contrastes e inauditas violencias, reconozcan en el Niño que está en tus brazos al único Salvador del mundo, fuente inagotable de la paz verdadera, a la que todos aspiran en lo más profundo del corazón".
"Que la Virgen, co-participante íntima en el designio de salvación, nos acompañe en el camino de la pasión y de la cruz hasta el sepulcro vacío para encontrar a su Hijo divino resucitado. Entremos en el clima espiritual del Triduo Santo, dejándonos guiar por Ella".

:: La oración

"Es hora de redescubrir, queridos hermanos y hermanas, el valor de la oración, su fuerza misteriosa, su capacidad de volvernos a conducir a Dios y de introducirnos en la verdad radical del ser humano".
"Cuando un hombre ora, se coloca ante Dios, ante un Tú, un Tú divino, y comprende al mismo tiempo la íntima verdad de su propio yo: Tú divino, yo humano, ser personal creado a imagen de Dios".
"En nuestras noches físicas y morales, si tú estás presente, y nos amas, y nos hablas, ya nos basta, aunque muchas veces no sentiremos la consolación".
"Pidamos juntos a Dios, rico de misericordia y de perdón, que apague los sentimientos de odio en el ánimo de las poblaciones, que haga cesar el horror del terrorismo y guíe los pasos de los responsables de las naciones por el camino de la comprensión recíproca, de la solidaridad y la reconciliación".
"Hoy se exalta con frecuencia el placer, el egoísmo, o incluso la inmoralidad, en nombre de falsos ideales de libertad y felicidad. La pureza de corazón, como toda virtud, exige un entrenamiento diario de la voluntad y una disciplina constante interior. Exige, ante todo, el asiduo recurso a Dios en la oración".
"En los momentos de angustia y de «pesadilla mortal», la oración, acompañada por el compromiso de hacer la voluntad de Dios, devuelve el auténtico gusto por la vida".
"En su sencillez y profundidad, sigue siendo también en este tercer Milenio apenas iniciado una oración de gran significado, destinada a producir frutos de santidad".
"El Rosario, en efecto, aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en la cristología. En la sobriedad de sus partes, concentra en sí la profundidad de todo el mensaje evangélico, del cual es como un compendio".
"Con él, el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor".
"Esta oración ha tenido un puesto importante en mi vida espiritual desde mis años jóvenes".
"El Rosario me ha acompañado en los momentos de alegría y en los de tribulación. A él he confiado tantas preocupaciones y en él siempre he encontrado consuelo".
"Hace veinticuatro años, el 29 de octubre de 1978, dos semanas después de la elección a la Sede de Pedro, como abriendo mi alma, me expresé así: «El Rosario es mi oración predilecta. ¡Plegaria maravillosa! Maravillosa en su sencillez y en su profundidad". [...]
"Hoy, al inicio del vigésimo quinto año de servicio como Sucesor de Pedro, quiero hacer lo mismo. Cuántas gracias he recibido de la Santísima Virgen a través del Rosario en estos años: Magnificat anima mea Dominum! Deseo elevar mi agradecimiento al Señor con las palabras de su Madre Santísima, bajo cuya protección he puesto mi ministerio petrino: Totus tuus!".
"El Rosario, comprendido en su pleno significado, conduce al corazón mismo del vida cristiana y ofrece una oportunidad ordinaria y fecunda espiritual y pedagógica, para la contemplación personal, la formación del Pueblo de Dios y la nueva evangelización".
"...el motivo más importante para volver a proponer con determinación la práctica del Rosario es por ser un medio sumamente válido para favorecer en los fieles la exigencia de contemplación del misterio cristiano, que he propuesto en la Carta Apostólica Novo millennio ineunte como verdadera y propia pedagogía de la santidad: es necesario un cristianismo que se distinga ante todo en el arte de la oración".
"No se puede, pues, recitar el Rosario sin sentirse implicados en un compromiso concreto de servir a la paz, con una particular atención a la tierra de Jesús, aún ahora tan atormentada y tan querida por el corazón cristiano".
"En el marco de una pastoral familiar más amplia, fomentar el Rosario en las familias cristianas es una ayuda eficaz para contrastar los efectos desoladores de esta crisis actua"l.
"Numerosos signos muestran cómo la Santísima Virgen ejerce también hoy, precisamente a través de esta oración, aquella solicitud materna para con todos los hijos de la Iglesia que el Redentor, poco antes de morir, le confió en la persona del discípulo predilecto: ¡Mujer, ahí tienes a tu hijo!". (Jn 19, 26).
"María vive mirando a Cristo y tiene en cuenta cada una de sus palabras: 
"Cuando recita el Rosario, la comunidad cristiana está en sintonía con el recuerdo y con la mirada de María".
"...como subrayó Pablo VI: Sin contemplación, el Rosario es un cuerpo sin alma y su rezo corre el peligro de convertirse en mecánica repetición de fórmulas y de contradecir la advertencia de Jesús: "Cuando oréis, no seáis charlatanes como los paganos, que creen ser escuchados en virtud de su locuacidad". (Mt 6, 7).
"Recorrer con María las escenas del Rosario es como ir a la escuela de María para leer a Cristo, para penetrar sus secretos, para entender su mensaje".
"...esto dice el Beato Bartolomé Longo: Como dos amigos, frecuentándose, suelen parecerse también en las costumbres, así nosotros, conversando familiarmente con Jesús y la Virgen, al meditar los Misterios del Rosario, y formando juntos una misma vida de comunión, podemos llegar a ser, en la medida de nuestra pequeñez, parecidos a ellos, y aprender de estos eminentes ejemplos el vivir humilde, pobre, escondido, paciente y perfecto".
"El Rosario nos transporta místicamente junto a María, dedicada a seguir el crecimiento humano de Cristo en la casa de Nazaret. Eso le permite educarnos y modelarnos con la misma diligencia, hasta que Cristo «sea formado» plenamente en nosotros". (cf. Ga 4, 19)
"El Rosario promueve este ideal, ofreciendo el 'secreto' para abrirse más fácilmente a un conocimiento profundo y comprometido de Cristo. Podríamos llamarlo el camino de María".
"En el testimonio ya citado de 1978 sobre el Rosario como mi oración predilecta, expresé un concepto sobre el que deseo volver. Dije entonces que el simple rezo del Rosario marca el ritmo de la vida humana".
"...no es difícil profundizar en esta consideración antropológica del Rosario. Quien contempla a Cristo recorriendo las etapas de su vida, descubre también en Él la verdad sobre el hombre".
"Meditar con el Rosario significa poner nuestros afanes en los corazones misericordiosos de Cristo y de su Madre".
"...sí, verdaderamente el Rosario « marca el ritmo de la vida humana », para armonizarla con el ritmo de la vida divina, en gozosa comunión con la Santísima Trinidad, destino y anhelo de nuestra existencia".
"La entrega total y la fidelidad permanente al Amor constituye la base de vuestro testimonio ante el mundo.  Os pido una renovada fidelidad, que haga más encendido el amor a Cristo, más sacrificada y alegre vuestra entrega, más humilde vuestro servicio". 
"La necesidad de este testimonio público constituye una llamada constante a la conversión interna,  a la rectitud y santidad de vida de cada religiosa".
"La Profesión religiosa coloca en el corazón de cada uno y cada una de vosotros, queridos Hermanos y Hermanas, el amor del Padre; aquel amor que hay en el corazón de Jesucristo, Redentor del mundo.  Este es un amor que abarca al mundo y todo lo que en el viene del Padre y que al mismo tiempo tiende a vencer en el mundo todo lo que «no viene del Padre". (Redemptionis Donum, 9)
"La entrega total y la fidelidad permanente al Amor constituye la base de vuestro testimonio ante el mundo".
"Os pido una renovada fidelidad, que haga mas encendido el amor a Cristo, mas sacrificada y alegre vuestra entrega, mas humilde vuestro servicio".
"La necesidad de este testimonio público constituye una llamada constante a la conversión interior, a la rectitud y santidad de vida de cada religiosa".
"El consagrado es el que afirma y vive en sí mismo el señorío absoluto de Dios, que quiere ser todo en todos".
"Esta entrega nuestra traspaso de propiedad, nos marcó con una señal particular, que pasó a ser nuestra identidad".
"La fe y la razón (Fides et ratio) son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo". (cf. Ex 33, 18; Sal 27 [26], 8-9; 63 [62], 2-3; Jn 14, 8; 1 Jn 3, 2). 
Después de la clausura del Sínodo, hice mío ese deseo, al considerar que respondía "realmente a las necesidades de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares" (5). Juan Pablo II, Discurso en la sesión de clausura de la II Asamblea general extraordinaria del Sínodo de los obispos, 7 de diciembre de 1985; AAS 78 (1986), p. 435; cf. L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 15 de diciembre de 1985, p. 11.
"El que crea da el ser mismo, saca alguna cosa de la nada -ex nihilo sui et subiecti, se dice en latín- y esto, en sentido estricto, es el modo de proceder exclusivo del Omnipotente. El artífice, por el contrario, utiliza algo ya existente, dándole forma y significado".
"En la « creación artística » el hombre se revela más que nunca « imagen de Dios » y lleva a cabo esta tarea ante todo plasmando la estupenda « materia » de la propia humanidad y, después, ejerciendo un dominio creativo sobre el universo que le rodea".
"El Artista divino, con admirable condescendencia, trasmite al artista humano un destello de su sabiduría trascendente, llamándolo a compartir su potencia creadora".
"...el artista, cuanto más consciente es de su «don», tanto más se siente movido a mirar hacia sí mismo y hacia toda la creación con ojos capaces de contemplar y de agradecer, elevando a Dios su himno de alabanza. Sólo así puede comprenderse a fondo a sí mismo, su propia vocación y misión".
"No todos están llamados a ser artistas en el sentido específico de la palabra. Sin embargo, según la expresión del Génesis, a cada hombre se le confía la tarea de ser artífice de la propia vida; en cierto modo, debe hacer de ella una obra de arte, una obra maestra".
"...el artista, cuando realiza una obra maestra, no sólo da vida a su obra, sino que por medio de ella, en cierto modo, descubre también su propia personalidad. En el arte encuentra una dimensión nueva y un canal extraordinario de expresión para su crecimiento espiritual. Por medio de las obras realizadas, el artista habla y se comunica con los otros".
"Las obras de arte hablan de sus autores, introducen en el conocimiento de su intimidad y revelan la original contribución que ofrecen a la historia de la cultura".
"El artista vive una relación peculiar con la belleza. En un sentido muy real puede decirse que la belleza es la vocación a la que el Creador le llama con el don del talento artístico".
"Quien percibe en sí mismo esta especie de destello divino que es la vocación artística -de poeta, escritor, pintor, escultor, arquitecto, músico, actor, etc.- advierte al mismo tiempo la obligación de no malgastar ese talento, sino de desarrollarlo para ponerlo al servicio del prójimo y de toda la humanidad".
"Un artista consciente de todo ello sabe también que ha de trabajar sin dejarse llevar por la búsqueda de la gloria banal o la avidez de una fácil popularidad, y menos aún por la ambición de posibles ganancias personales".
"La auténtica intuición artística va más allá de lo que perciben los sentidos y, penetrando la realidad, intenta interpretar su misterio escondido".
"Todos los artistas tienen en común la experiencia de la distancia insondable que existe entre la obra de sus manos, por lograda que sea, y la perfección fulgurante de la belleza percibida en el fervor del momento creativo: lo que logran expresar en lo que pintan, esculpen o crean es sólo un tenue reflejo del esplendor que durante unos instantes ha brillado ante los ojos de su espíritu".
"El verdadero artista está dispuesto a reconocer su limitación y hacer suyas las palabras del apóstol Pablo, según el cual Dios no habita en santuarios fabricados por manos humanas, de modo que no debemos pensar que la divinidad sea algo semejante al oro, la plata o la piedra, modelados por el arte y el ingenio humano". (Hch 17, 24.29).
"...el arte, incluso más allá de sus expresiones más típicamente religiosas, cuando es auténtico, tiene una íntima afinidad con el mundo de la fe, de modo que, hasta en las condiciones de mayor desapego de la cultura respecto a la Iglesia, precisamente el arte continúa siendo una especie de puente tendido hacia la experiencia religiosa".
"La Iglesia, pues, tiene necesidad del arte".
"En contacto con las obras de arte, la humanidad de todos los tiempos -también la de hoy- espera ser iluminada sobre el propio rumbo y el propio destino".
"Queridos artistas, sabéis muy bien que hay muchos estímulos, interiores y exteriores, que pueden inspirar vuestro talento. No obstante, en toda inspiración auténtica hay una cierta vibración de aquel «soplo» con el que el Espíritu creador impregnaba desde el principio la obra de la creación".
"La belleza es clave del misterio y llamada a lo trascendente".
"Tu presencia en la Eucaristía ha comenzado con el sacrificio de la última cena y continúa como comunión y donación de todo lo que eres".
"Desde que, en Pentecostés, la Iglesia, Pueblo de la Nueva Alianza, ha empezado su peregrinación hacia la patria celeste, este divino Sacramento ha marcado sus días, llenándolos de confiada esperanza".
"Con razón ha proclamado el Concilio Vaticano II que el Sacrificio eucarístico es fuente y cima de toda la vida cristiana".
"La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua y Pan de Vida, que da la vida a los hombres por medio del Espíritu Santo".
"Estoy agradecido al Señor Jesús que me permitió repetir en aquel mismo lugar, obedeciendo su mandato haced esto en conmemoración mía (Lc 22, 19), las palabras pronunciadas por Él hace dos mil años".
"Del misterio pascual nace la Iglesia. Precisamente por eso la Eucaristía, que es el sacramento por excelencia del misterio pascual, está en el centro de la vida eclesial".
"La «fracción del pan» evoca la Eucaristía. Después de dos mil años seguimos reproduciendo aquella imagen primigenia de la Iglesia. Y, mientras lo hacemos en la celebración eucarística, los ojos del alma se dirigen al Triduo pascual: a lo que ocurrió la tarde del Jueves Santo, durante la Última Cena y después de ella".
"Cuando se celebra la Eucaristía ante la tumba de Jesús, en Jerusalén, se retorna de modo casi tangible a su « hora », la hora de la cruz y de la glorificación. A aquel lugar y a aquella hora vuelve espiritualmente todo presbítero que celebra la Santa Misa, junto con la comunidad cristiana que participa en ella".
"Contemplar el rostro de Cristo, y contemplarlo con María, es el « programa » que he indicado a la Iglesia en el alba del tercer milenio, invitándola a remar mar adentro en las aguas de la historia con el entusiasmo de la nueva evangelización".
"Contemplar a Cristo implica saber reconocerle dondequiera que Él se manifieste, en sus multiformes presencias, pero sobre todo en el Sacramento vivo de su cuerpo y de su sangre".
"La Iglesia vive del Cristo eucarístico, de Él se alimenta y por Él es iluminada. La Eucaristía es misterio de fe y, al mismo tiempo, «misterio de luz». Cada vez que la Iglesia la celebra, los fieles pueden revivir de algún modo la experiencia de los dos discípulos de Emaús: Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron". (Lc 24, 31).
"Verdaderamente la Eucaristía es «mysterium fidei», misterio que supera nuestro pensamiento y puede ser acogido sólo en la fe". (n. 15).
"La Eucaristía es verdadero banquete, en el cual Cristo se ofrece como alimento". (N. 16).
"La Eucaristía es tensión hacia la meta, pregustar el gozo pleno prometido por Cristo". (N. 18).
"La Eucaristía, «es, en cierto sentido, anticipación del Paraíso y «prenda de la gloria futura» [...] Quien se alimenta de Cristo en la Eucaristía no tiene que esperar el más allá para recibir la vida eterna: la posee ya en la tierra como primicia de la plenitud futura, que abarcará al hombre en su totalidad". (N. 18).
"La Eucaristía es verdaderamente un resquicio del cielo que se abre sobre la tierra". (N. 19).
"Es un rayo de gloria de la Jerusalén celestial, que penetra en las nubes de nuestra historia y proyecta luz sobre nuestro camino". (N. 19).
"La Eucaristía es la fuente y, al mismo tiempo, la cumbre de toda la evangelización, puesto que su objetivo es la comunión de los hombres con Cristo y, en Él, con el Padre y con el Espíritu Santo". (N. 22).
"La Eucaristía es un tesoro inestimable; no sólo su celebración, sino también estar ante ella fuera de la Misa, nos da la posibilidad de llegar al manantial mismo de la gracia". (N. 25).
"Si la Eucaristía es centro y cumbre de la vida de la Iglesia, también lo es del ministerio sacerdotal. Por eso, con ánimo agradecido a Jesucristo, nuestro Señor, reitero que la Eucaristía es la principal y central razón de ser del sacramento del sacerdocio, nacido efectivamente en el momento de la institución de la Eucaristía y a la vez que ella". (N. 31)
"Puesto que la Eucaristía es misterio de fe, que supera de tal manera nuestro entendimiento que nos obliga al más puro abandono a la palabra de Dios, nadie como María puede ser apoyo y guía en una actitud como ésta". (N. 54).
"Hoy más que nunca la Iglesia necesita sacerdotes santos cuyo ejemplo diario de conversión inspire en los demás el deseo de buscar la santidad a la que está llamado todo el pueblo de Dios".
"La santidad de los nuevos beatos nos estimula a que nosotros busquemos también la perfección evangélica, poniendo en práctica todas las palabras de Jesús".
"La vocación del cristiano es la santidad, en todo momento de la vida. En la primavera de la juventud, en la plenitud del verano de la edad madura, y después también en el otoño y en el invierno de la vejez, y por último, en la hora de la muerte".
"María lo contempla, lo acaricia y lo arropa, interrogándose sobre el sentido de los prodigios que rodean el misterio de la Navidad".
"La Navidad, misterio de alegría. Alegría, incluso estando lejos de casa, la pobreza del pesebre, la indiferencia del pueblo, la hostilidad del poder. Misterio de alegría a pesar de todo. De este mismo gozo participa la Iglesia, inundada hoy por la luz del Hijo de Dios: las tinieblas jamás podrán apagarla".
"La Liturgia del Adviento, empapada de constantes alusiones a la espera gozosa del Mesías, nos ayuda a comprender en plenitud el valor y el significado del misterio de la Navidad".
"La Navidad, no se trata sólo de conmemorar el acontecimiento histórico, que hace más de dos mil años tuvo lugar en una pequeña aldea de Judea. Es necesario comprender más bien que toda nuestra vida debe ser un «adviento», una espera vigilante de la venida definitiva de Cristo".
"La Iglesia indica por mandato del Redentor el camino para el bien espiritual y humano, camino de reconciliación y de penitencia, mediante la conversión personal y la solidaridad con el prójimo".
"La Iglesia se prepara a contemplar extasiada el misterio de la Encarnación. El evangelio narra la concepción y el nacimiento de Jesús, y refiere las muchas circunstancias providenciales que precedieron y rodearon un acontecimiento tan prodigioso: el anuncio del ángel a María, el nacimiento del Bautista, el coro de los ángeles en Belén, la venida de los Magos de Oriente, las visiones de san José. Son todos signos y testimonios que subrayan la divinidad de este Niño. En Belén nace el Emmanuel, el Dios con nosotros".
"La Iglesia nos ofrece, en la liturgia de estos días, tres singulares «guías», que nos indican las actitudes que hay que asumir para salir al encuentro de este divino «huésped» de la humanidad. Ante todo, Isaías, el profeta de la consolación y de la esperanza, proclama un auténtico evangelio para el pueblo de Israel, esclavo en Babilonia, y exhorta a mantenerse vigilantes en la oración para reconocer los «signos» de la venida del Mesías. Después aparece Juan el Bautista, precursor del Mesías, que se presenta como «voz del que clama en el desierto», proclamando «un bautismo de conversión para perdón de los pecados» (Cf. Marcos 1, 4). Es la única condición para reconocer al Mesías ya presente en el mundo. Por último, está María que, en esta novena de preparación a la Navidad, nos guía hacia Belén. María es la mujer del «sí» que, a diferencia de Eva, hace propio y sin reservas el proyecto de Dios. Se convierte de este modo en una luz clara para nuestros pasos y el modelo más elevado de inspiración".
"La enseñanza social de la Iglesia ofrece orientaciones para la promoción de los derechos humanos, para la tutela de la familia, para el desarrollo de instituciones políticas auténticamente democráticas y participativas, para una economía al servicio del hombre, para un nuevo orden internacional que garantice la justicia y la paz y para una actitud responsable hacia la creación".
"Promover una espiritualidad de la comunión., exige ante todo una radical conversión a Cristo, una dócil apertura a la acción de su Espíritu Santo y una acogida sincera de los hermanos".
"Vestirse de Cristo, conlleva ponerle en el centro de la vida personal y comunitaria; en el centro de las actividades didácticas y de toda otra forma de apostolado".
"El compromiso social de los cristianos laicos se puede nutrir y ser coherente, tenaz y valeroso sólo desde una profunda espiritualidad, esto es, desde una vida de íntima unión con Jesús".
"Tenemos que comprender que nuestro bien más grande es la unión de nuestra voluntad con la voluntad de nuestro Padre celestial, pues sólo así podemos recibir todo su amor, que nos lleva a la salvación y a la plenitud de la vida".

LOS PAPAS QUE PEREGRINARON A FÁTIMA

De los nueve Pontífices que ha tenido la Iglesia desde la aparición de la Virgen de Fátima en 1917, tres llegaron al Santuario mariano en Portugal, la tierra donde la Madre de Dios habló a los tres pastorcitos. El Papa Francisco será el cuarto en peregrinar a ese importante lugar cuando vaya en 2017, en el centenario de las apariciones. El primero fue el Beato Pablo VI el 13 de mayo de 1967, fecha en el que el mundo celebraba el 50 aniversario de la primera aparición de la Virgen de Fátima. “Queremos pedir a María una Iglesia viva, una Iglesia verdadera, una iglesia unida, una Iglesia santa”, dijo el Beato durante su homilía ante miles de fieles. El segundo fue San Juan Pablo II quien el 13 de mayo de 1982, al cumplirse el primer aniversario del atentado que sufrió en la Plaza San Pedro, visitó Fátima para agradecer a la Virgen por haberlo protegido. Retornó al Santuario de Fátima en 1991 como agradecimiento por los 10 años de haber sido “salvado” por la “mano materna” de María durante el atentado y más adelante, en el Jubileo del año 2000, volvió para beatificar a los videntes de Fátima, Francisco y Jacinta Marto. Al conmemorarse los 10 años de la beatificación de los pastorcitos, el Papa Benedicto XVI también peregrinó al Santuario de Fátima y el 13 de mayo de 2010 celebró una multitudinaria Misa. Allí el Pontífice advirtió que “se equivoca quien piensa que la misión profética de Fátima está acabada”. “Nuestra Madre bendita ha venido desde el Cielo ofreciendo la posibilidad de sembrar en el corazón de todos los que se acogen a ella el Amor de Dios que arde en el suyo. Al principio fueron sólo tres, pero el ejemplo de sus vidas se ha difundido y multiplicado en numerosos grupos por toda la faz de la tierra”, destacó. En este recuento de los Pontífices que llegaron a Fátima hay dos que no han sido incluidos porque peregrinaron al Santuario antes de ser elegidos para la Sede de Pedro. El 13 de mayo de 1956, el entonces Cardenal Roncalli (luego Papa San Juan XXIII) presidió las ceremonias de la peregrinación por el aniversario de las apariciones. Mientras que el Cardenal Albino Luciani (después Juan Pablo I) estuvo en Fátima el 10 de julio de 1977.

MISA EN EL SANTUARIO DE FÁTIMA

sábado, 14 de mayo de 2016

AMORIS LAETITIA EN 10 PUNTOS

1. DEFINICIÓN DE MATRIMONIO

En el nº 52 de la Exhortación apostólica, el Papa Francisco ofrece una definición esencial del matrimonio, en sintonía con la Tradición de la Iglesia: “unión exclusiva e indisoluble entre un varón y una mujer “. Posteriormente, en el n. 66, citando el documento conciliar “Gaudium et Spes“, explica el modo de esa unión: “comunidad de vida y amor“. El matrimonio es un vínculo entre dos personas, varón el uno y mujer la otra, presidido e informado por el amor esponsalicio; vínculo existencial, entendido como communitas, que una vez constituido tiene vocación de permanencia. Esta amorosa comunión de dos es plena y verdadera sólo cuando está abierta a la creación de nuevas vidas.
Dedica mucho espacio el documento a abundar en el motor y esencia del sacramento, que es el amor conyugal. Ofrece una primera nota en el nº 28, recuperando aquella preocupación que mostró ya en “Evangelii Gaudium“: la ternura, elemento necesario de la caridad esponsalicio. Después, a lo largo del capítulo 4, desde la exégesis de 1 Co 13, presenta una larga serie de caracteres obligados del amor verdadero.


2. PELIGROS DE LA SOCIEDAD CONTEMPORÁNEA

A partir el número 33 y hasta el 56, avisa sobre ciertas formas culturales de la sociedad del siglo XXI que amenazan gravemente la pureza del amor matrimonial. Comienza señalando el fuerte carácter individualista que inculca en sus miembros, haciéndoles creerse autosuficientes y cimentando un fuerte egoísmo que será después alimentado por la sociedad de consumo. El hombre se dirige así al otro desde una radical autonomía que a su vez supone en el prójimo, y reduce toda amistad a una mera asociación de individuos.
Especialmente preocupante es la creencia, relativamente común, de la incompatibilidad entre ley y libertad. Al hombre de hoy le resulta difícil conciliar ambas realidades, hasta el punto de entenderlas contradictorias: la norma supone compeler al sujeto y coartar así su libre albedrío. Existe una clara tendencia a rechazar toda clase de normas morales, cualquier directriz externa de la conducta, y nublar las nociones de verdad y ley natural, en favor de la validez de cualquier decisión libre (válida por el mero hecho de haber elegido) y de la potestad de la persona de decidir quién es de modo absoluto. Se absolutiza el valor libertad, y cualquier pretensión de informarla o canalizarla supone establecer un límite inadmisible.
Por último y en la misma dinámica, se concibe la indisolubilidad del matrimonio como un ataque frontal al régimen de libertades. Es muy frecuente en los novios el miedo al compromiso. El Papa pretende superar esta dicotomía centrando la atención en la realidad del consentimiento: “El sentido del consentimiento muestra que libertad y fidelidad no se oponen, más bien se sostienen mutuamente, tanto en las relaciones interpersonales, como en las sociales” (AL, 214).
Contradicen también la realidad del matrimonio nuevas formas de afectividad que han calado en lo más hondo del individuo. La forma de concebir el impulso sexual y las pasiones como hechos puramente biológicos o fuentes de placer, desligados de su potencia expresiva y realizadora, y la pansexualización y la liberación sexual iniciadas décadas atrás, han depauperado el significado último de este profundo acto de amor y sustraído su alcance. De todo ha resultado en muchos casos la ruina de su contenido.
Cierran la serie distintas consideraciones socio-económicas, estructurales, que obstaculizan el florecimiento de numerosos matrimonios, como determinados modelos de estudios superiores o la precariedad laboral. Destaca el sucesor de Pedro la desmedida dificultad de acceder a una vivienda digna, que a menudo aleja a las parejas de la estabilidad que supone el sacramento, y ruega a los distintos gobiernos de los Estados combatir en beneficio de la familia estas contrariedades.
En otro lugar, el capítulo 8, analiza el daño que causa a las familias el mal uso de la tecnología, agravando problemas, como el consumo de pornografía, ya sugeridos con anterioridad y contribuyendo a la dispersión de sus miembros, dificultando sobremanera las relaciones personales y combatiendo así la forma de comunidad de personas que debe caracterizarlas.


3. SIGNIFICADO DEL MATRIMONIO PARA LA IGLESIA

En el nº 11 de la Exhortación, ofrece una contemplación original de aquel versículo del Génesis que sitúa al ser humano, creación de Dios, como su imagen y semejanza. Recupera este título, tan desglosado por la Teología, para afirmar, en primer lugar, la imagen de Dios Creador de la fecundidad del matrimonio. Así como del amor de Dios al hombre ha surgido todo cuanto existe, del amor del hombre y la mujer se origina el mismo ser humano, que luego “abandonará a su padre y a su madre” para ser con otro “una sola carne “.
Recuerda el Papa, una vez contemplado Dios “ad extra” en su faceta creadora (si se puede hablar así), que la realidad familiar alude igualmente a su divina interioridad; es también imagen de Dios Uno y Trino, en cuanto un tercero procede del amor de otros dos (como sugiere la Teología para la procesión eterna del Espíritu Santo). La familia es una unidad definida como comunión de personas, al igual que la Trinidad (salvando la insalvable distancia, y me valgo del juego de palabras), y ha sido bendecida en su misma esencia por esta bellísima remisión a su Creador.
Señala por último el mismo número, y se profundiza en ello después (nº 71-75), la realidad sacramental del matrimonio: el amor esponsalicio entre el hombre y la mujer es signo sensible del amor de Cristo a su Iglesia y la respuesta de aquella a su Cabeza. Un amor que llega al extremo de sellar una Nueva Alianza en la muerte en cruz. Un sacramento del que los mismos cónyuges son ministros y que es constituido únicamente por su consentimiento, que patentiza en el mundo el amor a los hombres de Cristo crucificado.
Representa en los puntos 15 – 18 la consideración del Concilio Vaticano II de la familia como Iglesia doméstica. Recuerda que la vida de fe comienza en este lugar de forma similar a como la Iglesia se constituyó a partir de las familias (cuyos hogares, no en vano, acogieron la celebración de los sacramentos y se llamaron “Domus Ecclesiae“, o “casa de la Iglesia“). La familia es Templo de Dios, en que le plugo morar, y escuela de vida cristiana para los hijos. En el n. 65 utiliza estos dos mismos caracteres para proponer como ejemplo la Sagrada Familia, en que el Verbo se hizo carne y, en expresión harto confusa (todo hay que decirlo), “se educó en la fe de sus padres “.
Por último, desde el nº 158 hasta el 162, reflexiona Francisco sobre la virginidad y el matrimonio. La virginidad es un estado de vida laudable y que merece la veneración de toda la Iglesia, pero no por ello superior al matrimonio. Trae a colación el magisterio de san Juan Pablo II para concluir con él que la Biblia “no da fundamento ni para sostener la ‘inferioridad’ del matrimonio, ni la ‘superioridad’ de la virginidad o del celibato"(Catequesis del 14 de abril de 1982). Utiliza también 1 Co para relativizar, con las mismas palabras de san Pablo, su conciencia de la superioridad del celibato sobre el matrimonio.


4. SIGNIFICADO DE LA SEXUALIDAD Y FINES DEL MATRIMONIO

En los números 80 – 83 se centra el Papa sobre el acto sexual. Señala que, allende la pura biología, la fisiología y el placer erótico (realidades que en absoluto desdeña, y anima a disfrutar ordenada y amorosamente), el coito tiene un valor expresivo y realizador muy alto; es el momento de mayor donación en la vida del hombre, en que se funden dos personas para ser “una sola carne “, en palabras del Génesis. Indica asimismo que, en su misma naturaleza, el acto sexual (en mi opinión considerado aquí también en toda su amplitud, y no reducido al momento de la penetración) está abierto al amor de un tercero; conduce al acogimiento de una nueva vida amada. Reducir el acto sexual al amor entre esposos, tanto en el deseo de los cónyuges como en la materialidad del acto, supone falsear el amor matrimonial. Con mayor razón y culpa si esa reducción se continúa una vez concebida una nueva vida y se actúa para suprimirla. El Papa aprovecha esta ocasión para rechazar el aborto una vez más, con tesón.
Por el mismo motivo expuesto, Francisco se dirige contra las formas reproductivas separadas de la caridad esponsalicio, tanto las denominadas “de reproducción asistida” como el acto sexual separado del amor conyugal (con fines exclusivamente procreadores). Supone, antes que una donación personal entre los cónyuges personalizado en una nueva vida, un frío acto de planificación de los padres. Es reducir el amor mismo en que nace una nueva vida y es acogida, el abrazo de los consortes en que acontece el hijo amado, a una “variable de los proyectos individuales o de los cónyuges” (“Relatio synodi ”, 57).
En los números 143 – 147 en continuidad con esta consideración de la dimensión corporal del matrimonio, santa y querida por Dios en su misma dimensión erótica, el Santo Padre lleva la mirada también hacia el valor de las pasiones. No deben situarse en un segundo plano, como algo inferior a la espiritualidad conyugal, sino ser integradas y tenidas en su justa importancia en la relación esponsalicio. Recuerda asimismo la necesidad de las virtudes, que orientan las emociones y los sentimientos de un cónyuge hacia el otro.
Finalmente, en el n. 167 recuerda la predilección de la Iglesia por las familias numerosas, encareciendo su capacidad de entrega y la grandeza de su amor (y zanjando así la absurda polémica de hace un año y medio) a la vez que llama a todos los esposos a una paternidad responsable, que los libre de una procreación indiscriminada y mantenga la generación de la prole en los límites que marca su capacidad.


5. FECUNDIDAD ESPIRITUAL DEL MATRIMONIO

Se aborda esta cuestión en los números 181 – 184. Más allá del significado procreador que, en mi opinión, debe situarse también en el deseo íntimo de los cónyuges que les invita a fundirse en el acto sexual, y que ya comenté en su lugar, el matrimonio es un manantial de caridad que desborda no solo hacia dentro, sino hacia fuera. El Papa valora altamente una de las expresiones de esa fecundidad espiritual que es la adopción, quizá la concreción por excelencia, y advierte en el amor de los esposos un impulso que lleva, desde ese mismo abrazo exclusivo y personal, a abrasar alrededor el mundo circunstante. La caridad matrimonial, si es tal, es también fuente de caridad con el prójimo.


6. LA POLÉMICA “LEY DE LA GRADUALIDAD”

Estallaron numerosos obispos y teólogos en clamores contra el “Instrumentum laboris” de la XIV Asamblea sinodal por la ambigüedad de varios de sus puntos, a su juicio expresamente perseguida, que ciertamente se repetiría en la “Relatio post disceptationem“, el primer documento no definitivo resultante del Sínodo y que iba a levantar tantas o más ampollas. Uno de ellos fue el referido a la ley de la gradualidad, una novedosa incorporación de la “Familiaris Consortio” de san Juan Pablo II para juzgar con mayor benevolencia las debilidades de los hombres. Consiste en distinguir en el camino de santidad de la persona diversas etapas intermedias entre una situación de pecado y el estado de perfección que se busca, y adaptar el juicio moral a las circunstancias. Esta ley de la gradualidad no puede confundirse con la gradualidad de la ley, que resultaría de acomodar el ideal de santidad a esos estados intermedios, y eliminar la nota de “camino”, identificando la situación actual de los esposos con su meta.
Esta cuestión quedó en efecto, por unas causas o por otras (no es el lugar para esos juicios de valor), oscurecida en los inicios del itinerario sinodal, de manera que podía interpretarse con facilidad que los Padres optaban por la gradualidad de la ley en lugar de la ley de la gradualidad. En la Exhortación apostólica postsinodal se despeja toda duda al respecto, excluyendo expresamente la primera forma, en los números 292, 295 y 300.
Desde esa ley de la gradualidad invita el Papa a contemplar algunas situaciones irregulares, distinguiendo dos clases principales en función de su referencia al matrimonio: “Otras formas de unión contradicen radicalmente este ideal, pero algunas lo realizan al menos de modo parcial y análogo” (AL, 292).
En el nº 296 y siguientes, se afirma la necesidad de estar al caso concreto, para evitar cometer injusticias al aplicar reglas generales sin el adecuado discernimiento. Se reconocen “situaciones de fragilidad e imperfección “, pero Francisco apuesta por adoptar una perspectiva integradora. Estos puntos pueden resultar especialmente confusos si no se contemplan desde la óptica que hasta aquí hemos expuesto


7. DISTINCIÓN ENTRE ESTADO DE PECADO Y PECADO

A continuación de la exposición de la ley de la gradualidad (y la ubicación sistemática no es casual), asevera el Santo Padre: “no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así llamada «irregular» viven en una situación de pecado mortal” (AL, 301). En determinados casos pueden darse multitud de factores que atenúen e incluso supriman la responsabilidad moral del causante de dicho estado de cosas. Se cita una enumeración abierta del Catecismo de la Iglesia Católica, ejemplificando diversas circunstancias que afectan al consentimiento del actor y que en algunos casos incluso lo excluyen. Es por ello necesario distinguir entre situaciones de pecado mortal y efectivo pecado mortal. “Un juicio negativo sobre una situación objetiva no implica un juicio sobre la imputabilidad o la culpabilidad de la persona involucrada” (Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, “Declaración sobre la admisibilidad a la Sagrada Comunión de los divorciados que se han vuelto a casar“).
Continuando esta línea de argumentación, el Papa concluye que “es posible que, en medio de una situación objetiva de pecado —que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno— se pueda vivir en gracia de Dios” (AL, 305). Es quizá de lamentar que no se pronuncie explícitamente sobre la posibilidad para estas personas de recibir los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía; no obstante, se impone en consecuencia la respuesta afirmativa, como en 1981 lo declarara san Juan Pablo II en el nº 84 de la Exhortación apostólica “Familiaris Consortio” y en el año 2000 la citada declaración.


8. SOBRE LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO

En el n. 55 de la Exhortación y, sobre todo, en el magistral n. 56, Francisco se enfrenta a la ideología de género que, con el fin de rescatar a la mujer de su posición previa e inferior respecto al varón, ha pretendido igualarla a él, aniquilando toda diferencia. Confiesa su dilección hacia los movimientos feministas, pero rechaza aquellos que contienen en su acervo estas pretensiones igualitarias, que obvian la distinción entre un sexo y otro.
Tal es la concepción del Papa, hasta el punto de que más adelante, en el n. 221 de la Exhortación, sentencia: “quizás la misión más grande de un hombre y una mujer en el amor sea esa, la de hacerse el uno al otro más hombre o más mujer“. Afirma así no solo la diferenciación sexual entre varón y mujer, sino que en esa misma diferencia están referidos uno a otro (vertidos hacia el otro, si me permiten), de manera que la mujer es plenamente mujer por su predicación del varón y viceversa.
En el n. 286 tiene Francisco la valentía de dialogar con los postulados de la ideología de género, toda una novedad en el Magisterio de la Iglesia, reconociendo que en aquello que llamamos “varón” y “mujer” concurren dos elementos, uno inmutable y precedente que es el dato biológico (sexo) y otro cultural y mutable (género). Los movimientos feministas y análogos deben trabajar para que el contenido del género, concordando con el sexo de que se predica y sin separarlo del amor al otro, haga justicia a la realidad de la persona a la vez que se reclaman sus derechos en sociedad.


9. LA CUESTIÓN DE LOS DIVORCIADOS

En primer lugar, el Papa recurre a la doctrina patrística para argumentar un trato más favorable a los cónyuges en las situaciones irregulares. Se trata de la teoría de las semillas del Verbo, “semina Verbi” en latín, a la que ha recurrido el Magisterio pontificio en más ocasiones. Quizá la más destacable, y en paralelo al tratamiento que aquí se propone del divorcio y de situaciones análogas al matrimonio, sea la Declaración “Dominus Iesus” sobre la unicidad y la universalidad salvífica de Jesucristo y la Iglesia, de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que Francisco asume y entrecruza con la cuestión del matrimonio, por lo que la comprensión más perfecta del tema exigiría un conocimiento previo del documento.
San Justino y san Ireneo, en el siglo II, propusieron una forma de revelación divina que no se circunscribiría exclusivamente a la Iglesia católica (o en ese momento a la Iglesia cristiana); el contenido pleno del mensaje revelado se hallaría en la Tradición apostólica, pero no desdiría niveles graduales de acercamiento a la Verdad. Un Verbo hecho semilla, germinal, (“λόγος σπερματικός “, noción importada del estoicismo), presente en todas las cosas en mayor o menor medida y que constituiría diversos estadios en el proceso de la revelación. Consecuentemente, san Justino es capaz de advertir un principio de cristianismo en la doctrina platónica, e incluso llega a denominar a Sócrates, en una de las dos apologías que se conservan, como “el cristiano antes de Cristo “.
El Papa vincula las semillas del Verbo a la ley de la gradualidad anteriormente glosada, y establece en los números 76 – 79 una analogía entre diversas formas de unión y el matrimonio cristiano, como “analogatum princeps“. Justifica así un tratamiento benévolo en el contexto de un camino hacia la perfección de la familia, tal y como propone la Tradición de la Iglesia. Los modos análogos que estudia el Santo Padre son principalmente las uniones de hecho, el matrimonio natural, los divorciados vueltos a casar y otras formas religiosas del matrimonio.
Es importante destacar la exclusión del “matrimonio” homosexual de este orden de consideraciones: aunque el final del n. 79 de la Exhortación puede inducir a confusiones (transcribo literalmente: “Por lo tanto, al mismo tiempo que la doctrina se expresa con claridad, hay que evitar los juicios que no toman en cuenta la complejidad de las diversas situaciones, y hay que estar atentos al modo en que las personas viven y sufren a causa de su condición“), una contemplación conjunta con el n. 251 clarifica la posición de Francisco: “no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia“.
Respecto a la famosa controversia sobre la posibilidad de la recepción de los sacramentos, y partiendo siempre del rechazo radical e insoslayable del divorcio (“el divorcio es un mal “, en el n. 246), hilemos fino. En primer lugar, y en un orden abstracto, se desprende “a sensu contrario” del documento la separación de los divorciados vueltos a casar de los sacramentos de la Eucaristía y de la Penitencia. En efecto, son objeto de contemplación, en dos números distintos y consecutivos, los casos de los solo divorciados y de los divorciados que han contraído una nueva unión (n. 242 y 243); únicamente de los primeros se dice: “hay que alentar a las personas divorciadas que no se han vuelto a casar—que a menudo son testigos de la fidelidad matrimonial— a encontrar en la Eucaristía el alimento que las sostenga en su estado “.
Parece contradecir la conclusión de arriba: que los divorciados vueltos a casar podrían acceder a la vida sacramental en determinadas circunstancias. La contradicción es aparente: mientras aquí se están considerando en general el divorcio y el emprendimiento de nuevas uniones, y así se infiere que es materia de pecado mortal y causa de exclusión de la gracia santificante, en el apartado aludido se optó por una óptica casuística (en particular) para concluir la dignidad para recibir la Comunión cuando concurrieran circunstancias que justificaran al divorciado incurso en una nueva unión (según los criterios expuestos, en particular, en el n. 300).
Por último, y en cualquier caso, “los bautizados que se han divorciado y se han vuelto a casar civilmente deben ser más integrados en la comunidad cristiana en las diversas formas posibles, evitando cualquier ocasión de escándalo” (AL, 299). Como colofón, y refiriéndonos ahora meramente al arte del ministro de la Comunión, la recepción por un divorciado que se ha vuelto a casar nunca debe originar escándalo, o confusión acerca de la doctrina, en los fieles que lo presenciaren.


10. EL “MATRIMONIO” HOMOSEXUAL Y LA ADOPCIÓN DE MENORES

No deja lugar a dudas el nº 251 de la Exhortación: nunca, tampoco ahora, ha admitido la Iglesia la posibilidad de recibir el sacramento por parte de parejas homosexuales (“no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia “). Como dejara claro el Concilio de Trento, no se trata de cuestiones de discernimiento eclesial sino de derecho divino; así como una planta se sostiene sobre la tierra, el matrimonio, por institución divina, exige la concurrencia de un varón y una mujer. Es, junto con el consentimiento solemne y correctamente otorgado por los cónyuges, la esencia del sacramento (en la terminología tridentina, es la materia sacramental).

Centra también su atención el Papa sobre la adopción de menores por parte de estas parejas. Desde el principio del interés superior del menor (aceptado en los ordenamientos jurídicos de multitud de Estados, también por el Derecho internacional convencional; pretende Francisco con este recurso un diálogo más cercano y efectivo), y habiendo rechazado una procreación o adopción al margen del amor fecundo de los esposos, que reduciría la acogida amorosa de nuevas vidas a meras variables en el proyecto personal de los cónyuges, el Santo Padre se pronuncia negativamente, si bien implícitamente. “Todo niño tiene derecho a recibir el amor de una madre y de un padre, ambos necesarios para su maduración íntegra y armoniosa (…). Si por alguna razón inevitable falta uno de los dos, es importante buscar algún modo de compensarlo, para favorecer la adecuada maduración del hijo” (AL, 172).

viernes, 26 de septiembre de 2014

La formación cristiana de los adultos

El Consejo Internacional para la Catequesis celebró en Roma, del 24 al 29 de octubre, su VI sesión plenaria. Los miembros de este organismo proceden de 27 naciones de los cinco continentes. Inauguró la sesión el cardenal Antonio Innocenti, Prefecto de la Congregación para el Clero. El día 29 fueron recibidos por el Papa en la Sala del Trono, y durante la audiencia el cardenal Innocenti dirigió al Santo Padre unas palabras en las que dijo, entre otras cosas: "En estos días el Consejo, renovado en más de la mitad de sus miembros, ha desarrollado una gran cantidad de trabajo: ha tratado algunas cuestiones de gran actualidad para la catequesis de los adultos, ofreciendo a la Congregación para el Clero, y a través de ella a toda La Iglesia, sugerencias e Indicaciones valiosas: ha presentado una amplia panorámica sobre la situación de la catequesis en las grandes áreas socioculturales del mundo, y ha revisado y actualizado sus estatutos. La aportación del Consejo concluir en un documento sobre la catequesis de los adultos que la Congregación para el Clero pretende ofrecer como instrumento de reflexión y de ayuda a los obispos y a los responsables de la catequesis. En esta ardua tarea el dicasterio y el Consejo se sienten estimulados por el ejemplo y el magisterio de Vuestra Santidad y le agradecen las orientaciones que quiere darnos también en este encuentro". Juan Pablo II respondió con el discurso que te ofrecemos a continuación traducido del Italiano 
1. Le agradezco mucho, seriar cardenal, las amables palabras con las que ha introducido este encuentro, presentando a los que han tomado parte en el: los superiores y los oficiales de la Congregación para el Clero, en particular aquellos que se ocupan de Ja .sección pastoral catequistica; y los ilustres componentes del Consejo intencional para 3a Catequesis, que han llegado de todas las partes del mundo para dar una aportación de estadios y experiencias sobre los importantes problemas catequeticos de nuestro tiempo. Saludo a todos cordialmente.
La civilización de la imagen y los actuales modelos de vida.
2. El tema de estudio elegido para esta sexta sesión de vuestro Consejo es de capital importancia para la iglesia, en cuanto que la catequesis de adultos se dirige a personas que tienen la gran responsabilidad y capacidad de vivir el mensaje cristiano en su forma plenamente desarrollada" (Catechesi tradendae, 43). 
Una tarea, no menos importante, de vuestra sesión ha sido la de resaltar las condiciones religiosas del sujeto adulto en relación también con el ambiente sociocultural en el que vive y trabaja. 
En realidad, a lo largo de este siglo, se han producido grandes transformaciones sociales, al tiempo que se ha extendido rápidamente, gracias a las conquistas de la ciencia y de la técnica, un notable progreso cultural también a nivel de masas. La sociedad en la que hoy está inserto el adulto, generalmente se halla dominada por la civilización de la imagen (cine, televisión, revistas gráficas) y por la rápida difusión de noticias, ideas, valores, datos culturales y científicos, transmitidos con lenguaje fácil e incisivo. Por lo demás, en este contexto, no se habla de Dios; la religión se considera como un hecho privado, cuando no se presenta bajo un ángulo critico o negativo; además, los modelos de vida y las interpretaciones de la realidad son múltiples y contrapuestas. 
Este es el contexto en el que ha crecido el creyente adulto de nuestros días, el cual por desgracia, la mayoría de las veces, ha realizado solamente la primera etapa del itinerario catequético que conduce a una fe comprendida y vivida. En general, se ha detenido en la etapa preparatoria de la primera comunión y de la confirmación, o en las nociones aprendidas en los  bancos escolares de tal forma que, mientras ha crecido y madurado en aspecto físico sociológico y profesional, de hecho todavía está en el estudio inicial por lo que respecta al crecimiento y maduración en la fe. - El resultado es una fe no profundizada, débil y frágil hasta el  punto de que parece ya inexistente. Para una aproximación pastoral catequética eficaz, es necesario que nos detengamos con atención responsable ante la tipología del adulto, para estudiar su mentalidad, su modo de expresarse, comunicarse y vivir publica o privadamente.
El problema religioso
3.  También es necesario preguntarse cuáles son ¡as esperanzas y las exigencias más ocultas, en el adulto de hoy, en el aspecto religioso. 
Se puede afirmar que, en general, el adulto contemporáneo, en su intimidad, tiene hambre y sed del Dios vivo, y por tanto de lo sagrado, debido a diversos motivos: ya sea por las instancias inmutables de la naturaleza humana, que lleva en sí el signo y la necesidad de la causa primera, ya por el mayor progreso de discernimiento con respecto a los dudosos enfoques ideológicos y prácticos de la sociedad terrena; o, finalmente, por el sentido de incertidumbre, de miedo y de vacío existencial, que deriva de una cultura privada de lo trascendente. 
El adulto de hoy, que sólo aparentemente es irreflexivo o indiferente, necesita sobre todo volver a explicar todos los motivos de credibilidad racional que el cristianismo posee, del que se subraya siempre el carácter histórico. De hecho, es posible demostrar que Dios se ha revelado al hombre por medio de Cristo Redentor. 
Mas, al pasar a los contenidos de esta Revelación, la catequesis actual debe asumir tonos de vivacidad y actualidad. 
El cristianismo es, ante todo, un "mensaje de vida" (Catechesi tradendae, 26), que en nuestros días como en los inicios, se anuncia con alegría: Jesús de Nazaret, Hijo de Dios hecho hombre, murió y resucitó por nuestra redención. Y "en el misterio de la redención, el hombre es confirmado y en cierto modo, es nuevamente creado" (Redeinptor hominis, 10). El adulto contemporáneo, que está envilecido por una sociedad materialista y consumista, gradualmente y con satisfacción tomará conciencia de su valor y de su dignidad de hombre, gracias al anuncio del Evangelio y a una catequesis adaptada a las exigencias de nuestros días. 
La finalidad de tal catequesis es llevar al adulto por el camino de una educación básica e integral en la fe. Pero al proyectar los contenidos catequéticos se tendrá en cuenta tanto el orden jerárquico de las verdades como la situación concreta en la que se desarrolla la catequesis. 
No se deberá, pues, desatender el tratamiento cuidadoso de los grandes temas que se refieren a Dios, "rico en misericordia", Jesucristo, "palabra viva y substancial del Padre", la Iglesia "vivificada por el Espíritu Santo". 
La metodología de la comunicación 
4. En la presentación de las verdades que tocan a la fe y a la moral se recomienda reservar una particular atención a la elección del lenguaje que ha de usarse con el adulto de hoy. La estructura del lenguaje debe ser tal que suscite un vivo interés en el adulto moderno: hay que respetar y usar las mejores formas de comunicación,, incluidos los signos, los gestos y los símbolos. 
La catequesis deberá servirse de los grandes progresos, hechos por la ciencia de la comunicación y del lenguaje, para poder transmitir más eficazmente todo su contenido doctrinal, sin deformación alguna, especialmente cuando se dirige a categorías particulares de personas como los intelectuales, los analfabetos, los minusválidos, etc. (cf. Catechesí tradendae, 59). 
El respeto debido al adulto por su madurez exige que, al dar la catequesis, las informaciones resulten siempre actualizadas, los argumentos tengan una concatenación lógica y el discurso haga referencia también -a los datos de la experiencia de la cultura y de la ciencia, que son muy significativos para nuestro tiempo. La catequesis de los adultos tendrá mayor éxito si se demuestra abierta al encuentro entre fe, cultura y ciencia, para una mutua integración, respetuosa de las competencias recíprocas. 
5. He tenido conocimiento con satisfacción que una parte de vuestra sexta sesión ha sido dedicada al estudio de los itinerarios metodológicos, que se pueden usar en la catequesis actual de adultos. Las exigencias de las diversas áreas geográficas y de los diferentes momentos catequéticos, conducirán a elegir o combinar los diversos modelos típicos de esta catequesis. Pero en cualquier itinerario hay que procurar dejar espacio suficiente para el diálogo y para la participación activa del adulto en la catequesis. 
Diálogo y participación 
Se ha de tener presente, finalmente, que catequizar no sólo quiere decir usar el modelo catequetico más apropiado, con todas las técnicas y los instrumentos relacionados con ellas, sino que también consiste en saber acoger y valorar las capacidades de los adulto, a quienes se necesita ofrecer, a lo largo del año, la posibilidad de participar en encuentros cordiales y en cursos bien organizados, preferentemente en el ámbito de una comunidad eclesial como la parroquia, lugar privilegiado, ya que en ella la pastoral catequética se celebra en un Contexto no sólo didáctico, sino también litúrgico, sacramental y caritativo. 
Espero, además, que también para los adultos se usen sobre todo múltiples medios de comunicación, ya que favorecen el desarrollo de varios tipos de catequesis: desde el inicial al de profundización, desde el ocasional al sistemático y permanente, que tienden a hacer del adulto un cristiano convencido y formado. 
Evangelización 
6. Finalmente deseo dirigir mi palabra de aliento a vosotros y a lodos los que en cualquier parte del mundo, a través de asambleas y publicaciones, están suscitando un saludable despertar del interés y del estudio por la evangelización y la formación religiosa del adulto. El campo de acción, vasto y complejo, presenta espacio y labor para todos, signo de la caridad y de la humanidad. Será necesario valorar, particularmente, los diversos movimientos y grupos eclesiales, los centros y los institutos catequéficos, así corno las escuelas ¿e catequesis por sus estudios y su función educativa sobre los catequistas. 
Sirva de estímulo y consuelo el hecho de que la Iglesia considera la catequesis de los adultos como un "problema central" y la "principal forma de la catequesis" (Catechesi tradendae, 43). Son los adultos, en efecto, padres y madres de familia,  una vez educados en la fe, darán la primera y fundamental instrucción religiosa a los propios hijos en la intimidad de la "iglesia doméstica"; son los adultos quienes pueden dar un testimonio cristiano válido a los jóvenes en el proceso de búsqueda y maduración (Apostolicam actuositatem, 12); por último, son ellos los que, descubierta la validez de la vocación cristiana enraizada en el bautismo, participarán  en la misión salvlfica de la Iglesia, como sujetos activos preciosos, tanto en las comunidades eclesiales, como en las "realidades temporales de las que son responsables" (ib.). 
Deseando que María, Madre de la Palabra de Dios "encarnada" en su seno, haga fructuoso vuestro trabajo y el de cuantos se consagran a anunciar y explicaren nuestro tiempo la Palabra que da la vida, os imparto de corazón a todos la bendición apostólica.