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viernes, 29 de julio de 2016

Paddy Kelly en la JMJ, el concierto se transforma en oración.

Tambores, guitarras y altavoces  fueron colocados a un lado...


Miércoles por la tarde en la población de Nowa Huta. Este concierto empieza como todos: con los sonidos de los tambores y de varias guitarras, con la entrada del presentador en el escenario cargado de humo acompañado por los gritos del público.Cantos, bailes y banderas de todo el mundo. Todo se para repentinamente, la multitud se calma y deja de saltar… cae de rodillas.

Y el concierto de rock del cantante irlandés Michael Patrick Kelly de repente se convierte en una conmovedora oración.

El décimo hijo de la familia Kelly, conocido por todos como “Paddy”, llegó a Cracovia por invitación de la Comunidad Emmanuel que trabaja en veinte países (como Kelly señaló durante el concierto, uno de los miembros de la banda, el guitarrista Franz Kinski, es también miembro).

Banderas nacionales y bandera de las naciones

Paddy saludó al público en varios idiomas: “¿Do you speak English a bit?” , “Parlez Vous Francais?”, “Sprechen Sie Deutsch?”, etc. El cantante fue muy activo, incluso diría hiperactivo.

Corría, bailaba, saltaba encima de los altavoces colocados en la parte delantera del escenario. Mientras estaba de pie sobre uno de ellos, a pocos pasos de la audiencia, alguien lanzó en su dirección la bandera irlandesa.

-Oh, ¡los irlandeses están aquí! -le alegró la presencia de sus compatriotas.

Enseguida, representantes de otras nacionalidades le tiraban los símbolos de identidad nacional de sus países, y él les daba la bienvenida a todos y cada uno. Al final de esta breve presentación de las naciones desapareció por un momento.

A la vuelta trajo una bandera del mundo de grandes dimensiones, con las banderas de todos los países y una paloma dibujada en ella, símbolo del Espíritu Santo y de la paz.

La memoria del hermano

Durante el espectáculo, el artista también se refirió a los acontecimientos del lunes en Francia. La balada Brother, brother [“Hermano, hermano”] la dedicó al sacerdote asesinado en la iglesia de Normandía.

Kelly, quien pasó seis años en un monasterio como monje, parece sentirse identificado con el clero.

Después del concierto, habló de su vida, de su familia, del agotamiento que sufrió en el mundo del espectáculo hace varios años, y de su estancia en una orden y de su renacimiento.

Mencionó sus vivencias en la JMJ del año 2000 en Roma y pidió que ni el canto ni el baile nos hagan olvidar lo más importante de esta reunión. Cuando terminó de contar su testimonio, sucedió algo inesperado.

 ¿Podría hacer algo más?

– ¿Podría cantar otra canción? – preguntó humildemente al público el artista de renombre mundial.

– Será mi oración.

Kelly llamó a la escena a cinco hijos de Kinsky, que -al igual que su padre- también pertenecen a la Comunidad Emmanuel.

Los fans del grupo “The Kelly Family” tuvieron la impresión de ser testigos de un gran come back.

El grupo introdujo a la audiencia en el estado de oración, casi como se inducen a las personas en un estado hipnótico. La multitud se balanceaba suavemente a la derecha y a la izquierda cantando el Ave María.


La custodia sacramental en el resplandor

El escenario fue reorganizado. Los tambores, guitarras y altavoces fuer
on apartados. El equipo de Emmanuel instaló el altar al instante. Encendió las linternas y decoró el altar con flores. La procesión de sacerdotes subió solemne la custodia, que en el resplandor de las luces del escenario se veía aún más impresionante.


El público se arrodilló. Igual que Paddy, que desde entonces cantaba y tocaba la guitarra de rodillas. El cantante oraba en voz alta en inglés. En la oración pronunció también una frase en polaco Jezu, ufam Tobie! [“Jesús, confío en Ti”].

3 prácticas católicas para el “espiritual pero no religioso”

Mucha gente "espiritual" tiene sed de algo más...¿por qué será eso?



Como ya sabéis muchos de vosotros, cada vez hay más personas que empiezan a identificarse como “espiritual, pero no religioso”. Siempre he sospechado que esta frase abarca a un grupo muy diverso de personas, algunos más cerca del agnosticismo de lo que querrían admitir, y otros que practican una fe de forma periódica pero que no quieren identificarse demasiado íntimamente con ella.

Circunstancialmente he llegado a creer que la frase “espiritual pero no religioso” la usan pocas veces personas que de veras implementan varias prácticas espirituales en sus vidas.

Pero pienso que las personas que usan esta frase quieren sinceramente ser más espirituales, de ahí que usen la expresión.

La frase transmite simultáneamente una alienación de Dios (presentado como despegado de la mayoría de prácticas espirituales) y un genuino deseo de establecer una relación con Él.

Hace poco leí un estudio interesante realizado hace unos años por una socióloga de religión, Nancy Ammerman, que confirmaba lo dicho. Su investigación constató que la mayoría de las personas que son “espirituales” dependen en gran parte de las tradiciones y prácticas religiosas.

De hecho, descubrió que las personas que eran “más activas en una religión organizada también eran las más comprometidas en las prácticas espirituales y en una visión espiritual del mundo”.

También reveló que “las personas con un sentido más sólido de una presencia sagrada son aquellas que participan en actividades religiosas que facilitan el diálogo y las relaciones”.

En otras palabras, parece ser que lo “espiritual” de “espiritual pero no religioso” depende en realidad, y bastante, de la participación en una tradición religiosa.

Nuestra cultura individualista y relativista nos guía, naturalmente, hacia un deseo gnóstico de separar las prácticas religiosas (cuerpo), asociadas con el dogma y las normas, de la espiritualidad (alma), asociadas con una relación con Dios.

Pero nuestra realidad humana, sencillamente, no permite que esto suceda. Somos tanto alma como cuerpo. Si no usamos nuestro cuerpo en la vida espiritual, nuestra alma sufre.

Una forma sencilla de explicar esto se encuentra en lo que entendemos secularmente como crear un hábito.

Si queremos estar sanos, no es suficiente con desear estarlo, ni siquiera con desarrollar actitudes psicológicas saludables. La salud requiere tanto del cuerpo como de la mente. Y están interrelacionados.

¿Por qué pensar que la espiritualidad es diferente?

Una persona “espiritual pero no religiosa” se parece mucho a una persona muy madura emocionalmente que está viendo Netflix sin parar, come comida basura, no tiene trabajo y se pasa todo el día en el sofá.

No existen muchas personas así, porque la salud mental y corporal están interrelacionadas, de igual forma que espiritualidad y religión son inseparables.

Así que afrontémoslo, las tradiciones de las religiones establecidas tienen miles de años de experiencia y conocimientos acumulados en el área del crecimiento espiritual.

Sencillamente, no tiene sentido que alguien rechace esa sabiduría si la relación con Dios le parece verdaderamente importante.

Como esto es cierto, creo que ahí fuera hay muchas personas “espirituales pero no religiosas” que están sedientas de más “espiritualidad” pero que en realidad no saben cómo obtenerla. Y la respuesta es fácil: religión.

¿Te criaste en el catolicismo aunque te identificas como “espiritual pero no religioso”?

¿Conoces a alguien que sea “espiritual pero no religioso”?

¿Vas a misa casi regularmente o con normalidad pero buscas algo más?

Pues aquí tienes tres prácticas religiosas que puedes desarrollar para ayudarte en tu vida espiritual:

1-Practica un examen diario. Esta práctica tiene unas raíces ancestrales y lleva practicándose durante siglos por personas que se toman en serio su desarrollo espiritual. Normalmente consta de cinco pasos en los que nos ponemos en presencia de Dios y revisamos nuestro día. Esta oración no es un momento para “fustigarnos”, sino para repasar el día en actitud agradecida y pedir a Dios la gracia de poder hacerlo mejor en las ocasiones que no fuimos espiritualmente maduros. Esta oración nos ayuda a crecer en virtud y desarrollar una actitud de gratitud. Si lo quieres hacer de forma más efectiva, establece una hora fija para la oración y asegúrate de cumplirla todos los días.

2-Da un paseo de Rosario. Muchas personas “espirituales pero no religiosas” encuentran a Dios en la naturaleza, lo cual es totalmente comprensible. Yo me convertí del ateísmo poco después de trabajar diariamente en una granja durante varios meses; no fue una coincidencia. Entonces, una forma de combinar las prácticas religiosas con la naturaleza es rezar, no sólo sentir un arrebato de gratitud y asombro en cualquier momento, sino rezar de forma meditativa mientras se da un paseo o se hace senderismo. El Rosario es una gran revisión de algunos de los acontecimientos básicos en los Evangelios y, desde mi experiencia, caminar al aire libre mientras rezo el Rosario es una de mis formas favoritas de rezar esta antigua oración.
3-Adoración eucarística. Busca una capilla por tu zona. Si no puedes encontrar una capilla, entonces averigua cuándo abre tu iglesia local. Es posible que no creas en la Eucaristía. Es posible que ni siquiera sepas qué es, más allá de un vago recuerdo de la Primera Comunión. Pero pruébalo. Ir a la capilla de adoración eucarística es una forma estupenda de estructurar el tiempo de oración. Comprométete a ir una vez a la semana durante una hora. Toma asiento ante la presencia de Dios. No te agobies mucho sobre lo que deberías estar haciendo o pensando. Simplemente habla con Dios como lo harías con un amigo. Luego, siéntate en silencio y deja que la presencia de Dios te arrope. No luches contra las dudas que puedan borbotar en tu mente. Simplemente deja que se vayan flotando mientras tú permaneces en tu envoltura de silencio.

Sin embargo, si tu actitud es más bien recelosa, pero sigues queriendo integrar algunas prácticas espirituales en tu vida, este es un buen comienzo; además, no es tan intimidante como volver a misa el domingo y sentarse en la banca de atrás.

Aunque tal vez eso no sea tan mala idea.

Si eres católico y tienes amigos a los que querrías invitar a volver a la Iglesia pero no estás seguro de cómo hacerlo, quizás quieras echar un vistazo a mi libro: The Prodigal You Love: Inviting Loved Ones Back to the Church [El pródigo que amas: invitar a los seres queridos de vuelta a la Iglesia]j

Una sola cosa es necesaria

Ayer, durante un viaje, fui hospitalitariamente acogido en la casa de unos socios comerciales en un país de Asia Central. Todo fueron agasajos, incluso me ofrecieron un perfume para lavarme las manos. Me recordó el pasaje del Evangelio. El trato gentil y amable al invitado que llega, al peregrino que se acerca buscando cobijo. Antes de la comida los anfitriones, musulmanes, rezan una oración. Yo también abro las manos y ofrezco mi plegaria para que Dios les bendiga a ellos y los alimentos que vamos a recibir. Una de las hijas del matrimonio se queja al padre de que la otra no atiende sus obligaciones.
A Jesús le gustaba hospedarse en casa de sus amigos de Betania, Lázaro, María y Marta. Esta se esmeraba en atenderle con servicial afecto y cariño. Siempre atenta y acogedora. En el momento decisivo, su oración desde el corazón ablandó el corazón de Cristo para moverle a la resurrección de su hermano Lázaro. La oración desde la confianza todo lo puede.
Pero Jesús, siendo su amiga, también la reprende. Sabe que es una mujer servicial pero a veces su trabajo no es perfecto. ¡Cómo me siento identificado con ella! ¡Tantas veces mi servicio es imperfecto, mediocre, hecho de manera rápida, incluso con buena intención pero necesitado de ser reconocido! ¡Cuántas veces necesito que sentir que lo he hecho bien! ¡Cuántas veces ese afán por el aplauso aplaca mi voluntad de ser humilde y sencillo! ¡Cuántas veces pensando que yo lo hago todo y el otro no pega ni golpe! Soy como Marta, amada por el Señor, pero corregido como ella.
Hoy la palabras de Jesús a Marta son un estímulo para mí: «Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas. Sin embargo, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada». Y esa única cosa es sencilla: poner en todo mi corazón en amar a Dios, en servir a Cristo, en entregarme con todo para darme de verdad. Levantarme de mi miseria para hacerme grande en lo pequeño que a la vez es lo más grande: amar.
Y una enseñanza más: mi vida activa no puede tener sentido si no va acompañada de una vida contemplativa para evitar distracciones, que mi corazón y mi mente se dispersen, para perder el sentido de todo, para concentrarme sólo en Dios y con Él y en Él llegar a los demás, servirles de corazón. Una sola cosa es necesaria. ¡Lo tengo claro, Señor: es mi salvación la que debo trabajar!

¡Señor, Tú sabes que me inquieto y me agito por muchas cosas que son intrascendentes pero que ocupan mi corazón! ¡Ayúdame a ponerlas todas en oración y entregártelas cada día para que se haga siempre tu voluntad! ¡Ayúdame a ser un cristiano coherente, ponértelo todo en oración para que seas Tú quien lo lleve todo, lo consigas todo, lo logres todo! ¡En el silencio de tu Presencia, Señor, quiero entregarme por entero a ti! ¡Que mis afanes cotidianos, Señor, no me alejen de lo importante! ¡Envíame tu Espíritu, Señor, para que escuche siempre tus susurros, para hacerme dócil a tu Palabra, para que me ayude a tener siempre una actitud contemplativa, para que mi alma esté siempre atenta a los designios de Dios! ¡Ayúdame, Señor, a orar antes de trabajar, a poner todo mi trabajo en tu presencia para que sea siempre honrado, justo, bien hecho, servicial! ¡Ayúdame a marcar prioridades, a saber dejar lo intrascendente, a no buscar excusas para anteponer mis quehaceres a la oración! ¡Señor, sin Ti nada bien puedo hacer! ¡Y a ti, Santa Marta, te pido por tantos Lázaros que hay en nuestras familias y en nuestro entorno social y laboral, para que intercedas ante el Señor y los resucite del pecado y los libre de la muerte eterna con un conversión sincera y vean algún día en su vida al Cristo resucitado!

Lo que agrada Dios:

jueves, 28 de julio de 2016

La voluntad de Dios en mi vida

Cada día rezo el Credo al comenzar la Coronilla de la Divina Misericordia: «Creo en Dios, Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra». Pensaba ayer en la dolorosa escena final de Cristo en la Cruz cuando exclama: «¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!». Esta enorme frase es, sin embargo, la enseñanza que Cristo me traslada para encomendarme al cuidado amoroso del Padre y creer realmente en su acción sobre mi vida dejando que sea el mismo Dios el que la modele.
«Creo en Dios, Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra». Esta primera frase del Credo es todo un desafío para el ser humano. ¿Lo creo de verdad? ¿Creo realmente que Dios es tan poderoso que controla todas las cosas visibles e invisibles, que controla incluso cada milésima de segundo de mi propia vida? ¿Y si lo creo, por qué tantas veces dudo, me desespero, me intranquilizo por mi situación, me aferro a mi voluntariedad, a mis cosas…? ¿Creo realmente que Dios es mi Padre y que nunca me abandona?
Es Dios, Padre Todopoderoso, Creador, el que revela mi vida, mi identidad, mi dignidad, mi esperanza. ¿Por qué temer entonces? Con el amor del Padre, ¿por qué tantas inseguridades, tantos miedos, tanta desesperanza?
Ese «¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!» está muy unido al Credo porque esta frase de Jesús me muestra la estrecha y profunda relación con Dios. Me enseña que en Dios Padre se asienta el amor más perfecto; el amor del Padre que crea, que sana, que purifica, que dignifica, que levanta, que da esperanza.
Es verdad que la voluntad de Dios es un auténtico misterio. Que muchas veces no comprendes por qué permite ciertas cosas en tu vida. Pero Dios quiere que sea capaz de descubrir cuál es en mi vida Su voluntad que me revela a través de la gracia. Y espera que crea en Él, en ese plan único pensado para mí aunque tenga que hacer frente a la multitud de obstáculos e interferencias que yo le pongo: mis tentaciones, mis faltas frecuentes, la mundanidad de mi pensamiento, mi voluntad intransigente y pertinaz, la terquedad de mi tibieza, la hinchazón de mi orgullo y mi soberbia, las dudas cuando no se cumple lo que espero, mi predisposición a seguir mi camino aunque no sea el que Él ha trazado para mí…
Pero cuando contemplas el gran amor de Dios hacia Jesús, que permite incluso el sacrificio de la cruz, no puedo poner a prueba el amor que Dios siente por mí. Hacerlo es no creer en él, no amarle de verdad porque no hay nada que Dios no controle. Todo, incluso lo aparentemente más absurdo de mi vida, está en el plan de Dios y tiene un significado.
«Creo en Dios, Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra». Si lo creo de verdad, no puedo más que ponerme en sus manos, confiar en que estoy grabado en su corazón y eternamente vivo en su santa voluntad. ¡Creo en Ti, Señor, que nada ni nada me separe de tu amor!


¡Padre de Bondad y de Misericordia, pongo en tus manos mi vida para que hagas de ella lo que mejor sea para mí! ¡Lo que me toque vivir, Señor, lo acepto con amor para que tu voluntad se cumpla en mi vida! ¡Me pongo tus manos, Padre, que me has creado por amor y lo hago con toda mi confianza! ¡Padre creo en Ti y en tus manos encomiendo mi vida, mi corazón, mi espíritu y mi alma, la vida de mi familia y de mis hijos, de mis amigos y la de mis compañeros de trabajo! ¡Dame, Jesús, la gracia de seguirte siempre con disponibilidad a donde quieras llevarme, incluso si el camino es el de la Cruz y al total desprendimiento de mi mismo! ¡Espíritu Santo, ayúdame a que mi vida sea como la de Jesús, coherente con el cumplimiento de la voluntad de Dios! ¡Que mi búsqueda de esa voluntad sea mi principal ocupación! ¡Y creo en Ti, Padre, porque no hay más que un solo Dios! ¡Y te amo con todo mi corazón, con toda mi alma, con todo mi espíritu y con toda mi fuerza porque siempre estás a mi lado para salvarme, para amarme! ¡Porque me haces sentir mi pequeñez y tu grandeza! ¡Porque eres rico en misericordia y clemencia, porque escuchas mis plegarias, por perdonas mis infidelidades, porque manifiestas siempre fidelidad a pesar de mis pecados! ¡Porque tu palabra es Verdad, porque tus promesas se cumplen siempre, porque tus palabras no engañan, porque me puedo confiar con toda confianza a Ti y a la fidelidad de tu palabra! ¡Porque tu sabiduría rige el orden de la creación ya que eres el Creador del cielo y la tierra! ¡Porque eres el Amor eterno y tu amor es tan grande que nos has dado a Jesús, tu Hijo! ¡Quiero reconocer tu grandeza y tu majestad! ¡Señor mío y Dios mío, quítame todo lo que me aleja de ti! ¡Señor mío y Dios mío, dame todo lo que me acerca a ti! ¡Señor mío y Dios mío, despójame de mí mismo para darme todo a ti!

Alabamos a Dios con esta la cantata BWV 16 de Juan Sebastian Bach, Herr Gott, dich loben wir (Señor Dios, te alabamos):

Santa Misa en Jasna Gora. El papa Francisco en Polonia.