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lunes, 12 de septiembre de 2016

El recurso de la queja

la queja constante
Hay días que las cosas son tan complicadas que el único recurso que parece que queda es la queja. Y en otros la queja es un comodín a nuestro estado de ánimo. Uno se queja porque tiene frío o hace mucho calor. Porque es lunes o porque el domingo, el día de descanso, va a llover. Porque me duele la cabeza o se me ha estropeado el ordenador. Porque un funcionario ha demorado mi expediente o no me han entregado a tiempo una documentación. Por el retraso del autobús o porque alguien se ha comido el último yogur de fresa que me estaba reservando para merendar. Porque tengo muy mala suerte y todo me sale rematadamente mal...

Quejas amargas que no sólo amargan a los que uno tiene al lado sino que amargan también lo más profundo del corazón. Toda queja hiere el alma.
Cada vez que me quejo —y no son pocas las ocasiones— me olvido que tengo el ejemplo de Cristo, que no se quejaba nunca de nada. Sin embargo, con frecuencia obvio este detalle esencial de su vida. Como cuando unas turbas trataban de apedrearlo en la puerta del templo y Él, con toda la tranquilidad, con todo el sosiego de Su corazón, les formula esta pregunta: «con todas las cosas que hecho buenas, ¿por cuál de ellas me vais a apedrear?».
La queja más dramática podría haber venido cuando fue abofeteado por uno de los guardias de Anás poco antes de la Pasión, pero Jesús contesta serenamente: «si por alguna razón he hablado mal dime en qué, y si no ¿por qué me abofeteas?».
Y la mas terrible hubiera podido ocurrir en la Cruz. Allí, con los brazos extendidos, flagelado y vilipendiado, los escribas y los fariseos se burlan de un hombre indefenso cuyos labios amoratados sólo se abren para exclamar: «¡Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen!».
Cada vez que me quejo me alejo un poco de Dios. Cada vez que mi boca pronuncia una palabra de queja me vuelvo ingrato con el Señor y la ingratitud, lamentablemente, es uno de los grandes enemigos del alma y ahuyenta de nuestro corazón las virtudes de la humildad y la sencillez.
Muchas veces pienso que estas quejas cotidianas son las que más me alejan de la santidad porque los santos son aquellos que dan gracias a Dios incluso por las cruces que el Señor les manda cada día. ¡Cuánto me cuesta a mí mostrar mi gratitud a Dios con mis palabras, con mis pensamientos, con mis actos, y sirviéndome de sus dones para manifestarle mi amor, mi confianza y mi fidelidad!

¡Señor, perdona cada vez que me quejo porque contradice tu bondad conmigo! ¡Tu me muestras el camino y la disposición de Jesús aceptar las limitaciones, humilde sumisión, su vida perfecta, como no se quejó nunca por nada! ¡señor, si yo me acordara de todo lo que tú has hecho por mí —tu amor, tu perdón, la vida, mi familia, mis cualidades...— no me quejaría nunca viviría a la luz de la verdad! ¡Dios mío, tú esperas que sea siempre paciente en los tiempos de prueba y de dificultad, que no me queje, que crea en ti, que sea capaz de comprender que tu velas por mis intereses! ¡Cada vez que me quejo demuestro que no creo que tú puedes ayudarme que el Espíritu Santo actúa en mi vida! ¡Dios mío, yo digo siempre que tú eres lo más importante para mí pero debería demostrártelo en la manera en que vivo! ¡La Biblia dice que debo vivir por la fe y esto no significa que en mi vida no surjan los problemas pero tú me has prometido toda clase de bendiciones por eso me enseñas a creer en tus promesas y a no quejarme jamás! ¡Señor, no puedo decir que se haga tu voluntad y esperar que se haga la mía, no puedo decir que tengo confianza en la oración y quejarme cuando no recibo lo que te pido o las cosas no salen como a mí me gustarían! ¡Perdona cuando en mi vida la queja es permanente porque mi mente se ocupa en pensar en otras cosas y no en Ti y en tu Palabra y además me hace inútil en el servicio a los demás!
Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado:

domingo, 11 de septiembre de 2016

Orar por los perseguidos

Segundo fin de semana de septiembre con María en nuestro corazón. Me imagino cómo llegarían a la casa de María las noticias sobre Jesús. Aquellas noticias tan poco alentadoras. Galilea era una provincia pequeña y las noticias debieron correr como la pólvora. María, conocía de verdad como era Jesús; Ella lo había criado, había rezado con Él, sabía de su sabiduría, de su bondad, que era Hijo de Dios… Debió sufrir mucho cuando la gente comentaba sobre que era un subversivo, un embaucador, un mentiroso, un impuro que comía con pecadores, que se acercaba a las mujeres prostitutas y las perdonaba, que prometía el reino de los cielos. Que se juntaba con gentes apartadas de la sociedad, que escandalizaba a los miembros de las sinagogas, que se sentaba a comer con recaudadores de impuestos o con pecadores, que nunca respetaba el descanso del sábado, que hablaba de amor, llamaba a las personas extranjeras aunque no cumplieran la ley, que se decía amigo de los enemigos, que abolía leyes tradicionales de los judíos como en «el ojo por ojo y diente por diente», que expulsaba demonios y tocaba con sus manos a los impuros, que llamaba si ningún tipo de prejuicio a Dios «Abba», que decía que Dios era el Dios de los pobres, de los necesitados, de los leprosos, de los moribundos, de los enfermos... que afirmaba cosas tan duras como aquello de «raza de víboras», que tiraba por el suelo las mesas de los vendedores del templo, que decía que iba a lo ina a derribar y levantar en tres días, que hablaba con parábolas...

El anciano Simeón dijo a María que una espada le atravesaría el corazón confirmando lo que ya sabía de las profecías de Isaías, lo que no imaginaba María es que no sería una única espada sino que serían muchas las espadas que atravesaban continuamente su corazón. Pero ella, firme en la fe, confiado en la voluntad de Dios, segura de su hijo, creía fiel y ciegamente en Él, en lo que Él enseñaba y predicaba. Y, además, lo meditaba en su corazón. En lo más íntimo de su corazón. María rezaba y rezaba y rezaba para que todos aquellos que se acercaban a Jesús creyeran en su hijo. Y en esa plegaria también sufría por el rechazo que Cristo recibía entre sus contemporáneos.
Hoy he recibido una nueva enseñanza de la Virgen María. Es aprender a sufrir y a sentir dolor porque Cristo no sea aceptado y querido en esta sociedad en la que vivo. Por eso, como María, debo vivir orando siempre, rezando por los que persiguen a la Iglesia, pidiendo a Dios que transforme su corazón y que por su misericordia convierta sus corazones llenos de amargura y de rencor. Y como la Virgen, orar y sufrir por ese Jesús que dio su vida por mí y que nos ama a todos y nos perdona siempre.

¡Señor, tu eres nuestro protector, guárdanos del mal! ¡Dios Soberano y Santo, te encomiendo s nuestros hermanos y hermanas que aman con tristeza, trauma y temor; y que viven con dificultad, discriminación y persecución porque han adoptado tu nombre y son cristianos en un mundo que odia a Cristo! ¡Pongo delante de ti a los perseguidos cuyas vidas y seguridad están diariamente amenazadas, a los que sus vidas se han roto por la represión religiosa, y el odio a lo religioso para que enfrenten la lucha diaria por mantener la fe, la esperanza y la gracia para perdonar, mientras Satanás ataca sus corazones y sus mentes! ¡María, refuerza nuestra y guárdalos del mal! ¡Pongo, Señora, delante tuyo a todos los que profesan a tu Hijo. Jesucristo pero son débiles, tibios, poco compasivos temerosos y perezosos, ayúdales a despertar, revivir, reformarse y seguir la llamada de Jesús! ¡Señor, que tu espíritu envuelva a tu Iglesia y haga que predique el evangelio, que brote la rectitud y que los perseguidores de la Iglesia sean transformados en predicadores del Evangelio!
Ave Maria, grazie plena:

¿Perdiste la esperanza? Esta canción es para tí

CREO



“De hecho, la luz de la fe posee un carácter singular, es capaz de iluminar la existencia del hombre. Ahora, para que una luz sea tan poderosa, no puede emanar de nosotros mismos, tiene que venir de una fuente más originaria, debe provenir de Dios” – Papa Francisco: encíclica Lumen Fidei.
Athenas, cantante argentina que encanta a sus seguidores enCecilia Music esparcidos por el mundo, nos presenta una canción con un mensaje cargado de optimismo. Al mismo tiempo, es una profesión de fe en forma de canción que nos incita: ¿cómo recuperaré la esperanza si no pido a Dios el don de la fe?
La canción se llama Creo y cuenta con los arreglos del profesional productor musical Jonatan Narváez. Es sólo dar play y disfrutar de esa producción que te hará bien a los oídos y al alma.

SONETO DEL DULCE NOMBRE DE MARÍA

Si el mar por el que el mundo se derrama
tuviera tanto amor como agua fría,
se llamaría, por amor, María
y no tan solo mar, como se llama.

Si la llama que el viento desparrama,
por amor se quemara noche y día,
esta llama de amor se llamaría
María, simplemente en vez de llama.

Pero ni el mar de amor inundaría
con sus aguas eternas otra cosa
que los ojos del ser que sufre y ama,

ni la llama de amor abrasaría,
con su energía misericordiosa,
sino el alma que llora cuando llama

Autor: Francisco Luis Bernárdez (Argentina)

El violín

Se cuenta que con un viejo violín, un pobre hombre se ganaba la vida. Iba por los pueblos, comenzaba a tocar y la gente se reunía a su alrededor. Tocaba y al final pasaba entre la concurrencia una agujereada boina con la esperanza de que algún día se llenara. Cierto día comenzó a tocar como solía, se reunió la gente, y salió lo de costumbre: unos ruidos más o menos armoniosos. No daba para más ni el violín ni el violinista. Y acertó a pasar por allí un famoso compositor y virtuoso del violín.

Se acercó también al grupo y al final le dejaron entre sus manos el instrumento. Con una mirada valoró las posibilidades,lo afinó, lo preparó... y tocó una pieza asombrosamente bella. El mismo dueño estaba perplejo y lleno de asombro. Iba de un lado para otro diciendo:

- ¡es mi violín...!, ¡es mi violín...!, ¡es mi violín...!- Nunca pensó que aquellas viejas cuerdas encerraran tantas posibilidades.

No es difícil que cada uno de nosotros, profundizando un poco en sí mismo, reconozca que no está rindiendo al máximo de sus  posibilidades. Somos en muchas ocasiones como un viejo violín estropeado, y nos falta incluso alguna cuerda. Somos... un instrumento flojo, y además con frecuencia desafinado. Si intentamos tocar algo serio en la vida, sale eso...unos ruidos faltos de armonía. Y al final, cada vez que hacemos algo, necesitamos también pasar nuestra agujereada boina; necesitamos aplausos, consideración, alabanzas... Nos alimentamos de esas cosas; y si los que nos rodean no nos echan mucho, nos sentimos defraudados; viene el pesimismo. En el mejor de los casos se cumple el refrán: "Quien se alimenta de migajas anda siempre hambriento": no acaban de llenarnos profundamente las cosas.

¡Qué diferencia cuando dejamos que ese gran compositor, Dios, nos afine, nos arregle, ponga esa cuerda que falta, y dejemos que Él toque! Pero también en la vida terrena existen violinistas que nos pueden afinar; un amigo, un compañero, un maestro, nuestro Director Espiritual, o cualquier persona de la que podamos obtener conocimientos, un consejo, una buena idea,  una corrección fraterna, y quedaremos sorprendidos de las posibilidades que había encerradas en nuestra vida.

Comprobamos que nuestra vida es bella y grandiosa en cuanto somos instrumentos perfectibles y, si nos proponemos ser mejores, lucharemos constante e incansablemente por ser un "violín cada vez mejor afinado".