LA LITURGIA
28.1) Naturaleza de la liturgia: actualización de la
obra de la salvación y el culto de la Iglesia unida a Cristo Sacerdote.
28.2) La liturgia, fuente y cumbre de la vida de la
Iglesia.
28.3) Dimensión simbólica de la liturgia.
28.4) La vida cristiana como culto a Dios.
28.1 Naturaleza de la liturgia: actualización de
la obra de la salvación y el culto de ia Iglesia unida a Cristo Sacerdote.
1.- Introducción. El
concepto de la liturgia es esencialmente teológica, pero abarca también la
dimensión expresiva y simbólica- es decir antropológica- de la celebración.
En consecuencia, se centra tanto en el
acontecimiento salvífico ( liturgia como misterio ) como en la dimensión
formal de la ritualidad cristiana (liturgia como acción ), sin olvidar
su finalidad en favor de los hombres (liturgia como vida ).
La ciencia litúrgica se mueve hoy entre dos
orientaciones de fondo, la predominantemente teológica, que parte de los
presupuestos dados por la revelación divina y puestos de manifiesto por la
tradición eclesial, es decir, la liturgia como acción de Cristo y de la
Iglesia que continúa la obra de la salvación por medio de gestos, palabras y símbolos,
y de la predominantemente antropológica que quiere arrancar de la ritualidad
tal como es estudiada por las ciencias del hombre, y en la cual se realiza el
acontecimiento salvífico.
Trataremos armónicamente todos los aspectos,
siguiendo las directrices del CV II, que recomendó la enseñanza de la liturgia
bajo los aspectos teológico e histórico, espiritual, pastoral y jurídico e
invitó a los profesores de las restantes disciplinas teológicas a tener en
cuenta la conexión de cada una con la liturgia (cf. SC16;OT16).
2.- ETIMOLOGIA.
Uso en el mundo griego, el
término liturgia procede del griego clásico, leitourgía (Leit-leós-laós:pueblo,
popular; y érgon: obra). se usaba para indicar el origen o el destino popular
de una acción o de una iniciativa, con el tiempo pasa a convertirse en un
servicio oneroso en fevor de la sociedad. la liturgia vino a designar un
servicio público, en el ámbito religioso, así se refería al culto oficial de
los dioses.
Uso en la Biblia, el
verbo leitourgéo y el sustantivo leitourgía, en la versión de los LXX,
designa prácticamente siempre el servicio cultual del Dios verdadero realizado
en el Santuario por los descendientes de Aarón y de Leví. En el griego bíblico
del NT, leitourgía no aparece como sinónimo de culto cristiano, sino con
varios sentidos; en sentido civil, de servicio público oneroso, como en el
griego clásico ( cf Rom.13,6), en sentido técnico del culto sacerdotal y levítico
del AT, la carta a los Hebreos aplica a Cristo, y sólo a El, esta terminología
para acentuar el valor del sacerdocio de la Nueva Alianza. En el sentido de
culto espiritual: S. Pablo usa la palabra leitourgía para referirse tanto al
ministerio de la evangelización como al obsequio de la fe de los que han creído
por su predicación (cf. Rom 15,16; Flp 2,17), en sentido de culto comunitario
cristiano: "Mientras estaban celebrando el culto del Señor (leitourgoúnton)
y ayunando dijo el Espíritu Santo..."(cf. Hech 13,2). Es el único texto
del NT en que la palabra liturgia puede tomarse en sentido ritual o celebrativo.
Esta reserva del uso de la palabra liturgia en el NT obedece a su vinculación
al sacerdocio levítico, el cual perdió su razón de ser en la Nueva Alianza.
Los primeros escritores cristianos, de origen
judeocristiano, usan la palabra en el sentido del AT, pero aplicada ya al culto
de la Nueva Alianza (cf. Didaché 15,1).
En las Iglesias orientales de lengua griega liturgia
designa la celebración eucarística. En la Iglesia latina, en lugar de liturgia
se usaron expresiones como munus,officium, ministerium, opus, etc. No
obstante S. Agustín, la empleó para referirse al ministerio cultual.
A partir del s. XVI, liturgia aparece en algunos títulos
de libros dedicados a la historia y a la explicación de los ritos de la
Iglesia. Junto a este significado, el término liturgia se hizo sinónimo de
ritual y de ceremonia. En el lenguaje eclesiástico la palabra liturgia empezó
a aparecer a mediados del S.XIX, cuando el Movimiento Litúrgico la hizo de uso
corriente.
2.- Definición del liturgia.
Antes del Vaticano II. Los
primeros intentos, desde los comienzos del Mvto litúgico, eran de tres clases: estéticas
la liturgia es la "forma exterior y sensible del culto"; jurídicas
liturgia como "el culto de la Iglesia en cuanto regulado por su
autoridad"; teológicas, la liturgia como el "culto de la
Iglesia", pero limitaban el carácter eclesial del culto a la acción de
los ministros ordenados.
Definición de la encíclica Mediator Dei de Pío
XII de 1947. El fundamento de la liturgia es el Sacerdocio de Cristo (MD4), de
manera que la Iglesia, fiel al mandato recibido de su fundador, continúa en la
tierra su oficio sacerdotal (MD5). Define la liturgia " es el culto público
que nuestro Redentor tributa al Padre como cabeza de la Iglesia, y el que la
sociedad de los fieles tributa a su fundador, y, por medio de ƒL, al eterno
Pedre: es decir, el completo culto del Cuerpo Místico de Jesucristo, es decir,
de la cabeza y sus miembros" (MD29; Cf,32). La encíclica situó a Cristo
en el centro de la adoración y del culto de la Iglesia. Expresamente se afirma
la presencia de Cristo en toda la acción litúrgica (MD26-28). Sin embargo no
se llegó a abordar la relación entre la presencia y la Historia de la Salvación,
ni entre los misterios del Señor y su celebración ritual.
La Sacrosanctum Concilium, del CVII, habla de
la liturgia como un elemento esencial de le vida de le Iglesia, que determina la
situación presente del pueblo de Dios" Con razón, entonces, se considera
la liturgia como el ejercicio del Sacerdocio de Jesucristo. En ella los signos
sensibles significan, y cada uno a su manera, realizan la santificación del
hombre y así el Cuerpo Místico de Cristo, es decir, la Cabeza y su miembros,
ejerce el culto público íntegro. En consecuencia, toda celebración litúrgica,
por ser obra de Cristo Sacerdote y de su cuerpo, que es la Iglesia, es acción
sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado,
no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia" SC7.
Esta noción teológica de la liturgia, sin olvidar
los aspectos antropológicos, aparece en íntima dependencia del misterio del
Verbo encarnado y de la Iglesia. La Encarnación, en cuanto presencia eficaz de
lo divino en la Historia, se prolonga "en los gestos y palabras" (cf
DV2;13) de la liturgia, que reciben su significado de la Sagrada Escritura
(SC24) y son prolongación en la tierra de la humanidad del Hijo de Dios (Cat
1070,1103).
El concilio ha querido destacar, por una parte, la
dimensión litúrgica de la redención efectuada por Cristo en su muerte y
resurrección, y por otra la modalidad sacramental o simbólico-litúrgica en la
que se ha de llevar acabo la "obra de la salvación". Así la liturgia
es la actualización de la obra de la salvación y el culto de la Iglesia unida
a Cristo Sacerdote.
Cristo el Señor realizó esta obra de la redención
humana y de perfecta glorificación de Dios, preparada por las maravillas que
Dios hizo en el pueblo de la Antigua Alianza, principalmente por el misterio
pascual de su bienaventurada pasión, de su resurrección de entre los muertos y
de su gloriosa ascensión. Por este misrerio, 'con su muerte destruyó nuestra
muerte y con su resurrección restauró nuestra vida', pues del costado de
Cristo dormido en la Cruz nació el sacramento admirable de toda la Iglesia SC5.
Por eso, en la lliturgia, la Iglesia celebra principalmente el misterio pascual
por el que Cristo realizó la obra de nuestra salvación, Cat 1067. La
liturgia "ejerce la obra de nuestra redención"
SC2.
La liturgia es memorial del misterio de la
salvación, es una conmemoración real, une presencia real de lo que he sucedido
históricamente y ahora se nos comunica de una manera eficaz. El memorial es una
acción sagrada, un rito, e incluso un día festivo para que Dios "se
acuerde" de su pueblo y de sus obras salvíficas, en los que el pueblo se
vuelve hacia su Dios recordando estas obras. La liturgia cristiana tiene
en el memorial el gran signo de la presencia del Señor y de la actualización
de los misterios de Cristo.
28.2 La liturgia, fuente y cumbre de la vida de
la Iglesia.
La liturgia es la cumbre a la cual tiende la
actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su
fuerza. Pues los trabajos apostólicos ordenan a que, una vez hechos hijos de
Dios por la fe y el bautismo, todos se reúnan, alaben a Dios en medio de la
Iglesia, participen en el Sacrificio y coman de la Cena del Señor.
Por su parte, la liturgia misma impulsa a los fieles
a que, saciados "con los sacramentos pascuales",sean "concordes
en la piedad"; ruega a Dios que "conserven en su vida lo que
recibieron en la fe", y la renovación de la alianza del señor con los
hombres en la Eucaristía enciende y arrastra a los files a la apremiante
caridad de Cristo. Por tanto, de la liturgia, sobre todo, de la Eucaristía,
mana hacia nosotros la gracia como de su fuente y se obtiene con la máxima
eficacia aquella santificación de los hombres en Cristo y aquella glorificación
de Dios a la cual las demás obras de la Iglesia tienden como a su fin. SC10.
28.3 Dimensión simbólica de la Liturgia.
En la liturgia, mediante signos, se significa y se
realiza, según el modo propio de cada uno, la santificación del hombre (SC7).
La celebración litúrgica aparece como un conjunto
de signos, que tienen importantes connotaciones teológicas, pero se basa en la
dimensión expresiva y festiva del hombre. Un fenómeno tan rico y complejo como
la celebración interesa por igual a la antropología y a la teología.
Con todo, el fin primario de la celebración, no es
el de ser un medio pedagógico destinado a hacer más eficaz una enseñanza o un
mensaje. En efecto, la celebración litúrgica es la actualización, en palabras
y gestos, de la salvación que Dios realiza en su Hijo Jesucristo por el poder
del Espíritu Santo. En la celebración se evocan, para que se hagan presentes,
los acontecimientos de la salvación, especialmente el nacimiento de Cristo, su
muerte y resurrección, su ascensión, el envío del Espíritu sobre los apóstoles
en Pentecostés. Todo esto a fin de que el pueblo cristiano que celebra pueda
participar activamente y recibir sus frutos. El verbo celebrar, traduce
la expresión bíblica hacer memoria.
Nos centraremos, en el aspecto ritual de la
celebración, en este sentido, la celebración es la liturgia en acción,
o sea, el momento en que la función santificadora y cultual de la Iglesia se
hace acto en un lugar y en un tiempo concretos. Desde este punto de vista la
celebración comprende cuatro componentes: el acontecimiento que motiva
la celebración, la comunidad que se hace asamblea celebrante, la acción
ritual y el clima festivo, que llena todo.
Por tanto, la celebración puede definirse como el
momento expresivo, simbólico, ritual y sacramental en el que la liturgia es
acto que evoca y hace presente, mediante palabras y gestos, la salvación
realizada por Dios en Jesucristo con el poder del Espíritu Santo. La celebración
en sentido estricto es una acción que corresponde ante todo a la dimensión
ritual, expresiva y festiva de la Iglesia. Los signos litúrgicos están ante
todo al servicio de la presencia y de la realización de una salvación que está
destinada a los hombres en sus circunstancias históricas y existenciales.
Conviene aclarar el significado de signo y símbolo.
El signo, tiene un sentido más amplio o genérico que símbolo. Signo es
"una cosa que, además de la forma propia que imprime en los sentidos,
lleva al conocimiento de otra distinta en sí". Hoy se habla generalmente
de símbolo cuando se tiene delante un significante que remite no
a un significante preciso, como en el caso del signo, sino a otro significante
que en cierto modo se hace presente, aunque no de modo total y claro. Por eso el
símbolo tiene una función representativa, al hacer presente de alguna manera
su significado y al participar del mismo. El simbolismo es un proceso que hace
pasar de las cosas visibles a las invisibles, y es a la vez el resultado de este
proceso.
"Una celebración sacramental está tejida de
signos y de símbolos, según la pedagogía divina de la salvación, su
significación tiene su raíz en la obra de la creación y en la cultura humana,
se perfila en los acontecimientos de la Antigua Alianza y se revela en plenitud
en la persona y la obra de Cristo" Cat. 1145. Por otra parte, los signos y
símbolos de la liturgia son signos de la fe (Cf. SC59), en cuanto
expresan la fe de la Iglesia que actúa como sacramento universal de la salvación,
y en cuanto suponen y exigen la presencia de la fe en quienes la celebran. La fe
es suscitada por la palabra de Dios y se apoya en ella (Cf. SC9), pero los
mismos signos litúrgicos alimentan y nutren la fe de los participantes (Cf.
SC24:33).
Dimensiones del signo litúrgico:
Por lo tanto, todo signo litúrgico es signo rememorativo de los hechos y
de las palabras de Cristo, pero también de los hechos y palabras que, en la
Antigua Alianza, anunciaron y prepararon la plenitud de la salvación. El signo
es también demostrativo de las realidades invisibles presentes, la
gracia santificante y el culto a Dios. El signo tiene una dimensión profética
en cuanto prefigurativo de la gloria que un día ha de manifestarse y del
culto que tiene lugar en la Jerusalen de los cielos (SC8). Por último, en el
signo litúrgico se advierte también una dimensión moral, el sentido de
que la presencia de la gracia santificante dispone al hombre para traducir en su
vida lo que celebra como presente y espera alcanzar un día como futuro.
28.4 La vida cristiana como culto a Dios.
" En Cristo se realizó plenamente nuestra
reconciliación y se nos dio la plenitud del culto divino" (SC5). La
palabra culto (del latín, cultus, colere: honrar, venerar), es la expresión
concreta de la virtud de la religión, en cuanto manifestación de la relación
fundamental que une al hombre con Dios. El culto comprende actos internos y
externos en los cuales se realiza la citada relación. Esta relación nace del
conocimiento de la condición creatural del hombre respecto de Dios, lo sitúa
en una posición distinta de él y lo impulsa a reconocer su dependencia
mediante actos de adoración, de ofrecimiento o de súplica, de ayuda,
susceptibles de ser analizados por las ciencias de la religión.
Entre los elementos fundamentales del culto se
encuentran, la actitud de sumisión (subiectio), la adoración (latría), la
tendencia hacia Dios (devotio), la dedicación o entrega a él (pietas) en el
servicio religioso (officium) y las reacciones emocionales ante "lo
tremendo" y "fascinante" de lo sagrado.
El famoso axioma lex orandi, lex credendi (la norma
de la oración, es la norma de la fe), tiene un sentido amplio en orden a
mostrar la adecuación entre las verdades de la fe y su celebración en la
liturgia. En efecto la liturgia refleja siempre una doctrina de la fe y una
cierta enseñanza, aunque su finalidad no es la de instruir, sino de vivirla, así
la liturgia expresa la fe. La vida espiritual, llamada también vida interior,
es la vida "en el Espíritu" es decir la vida de los cristianos
realizada como una permanente asimilación al Hijo, bajo la acción del Espíritu
Santo. La liturgia está en el origen, en el desarrollo y en la consumación de
esa vida.
Ahora bien, " la liturgia no agota toda la
actividad de la Iglesia" (SC9), tampoco abarca toda la vida espiritual. El
cristiano, llamado orar en común, debe no obstante, orar al Padre (SC12). Así
hay relaciones entre la oración personal y al participación litúrgica, y la
situación de los llamados ejercicios piadosos del pueblo cristiano. Conviene
que los ejercicios piadosos se organicen teniendo en cuenta los tiempos litúrgicos,
para que estén de acuerdo con la sagrada liturgia, deriven en cierto modo de
ello y conduzcan al pueblo a ella (SC 13).
En la Iglesia han existido siempre la liturgia y los
actos de piedad como dos formas legítimas de culto cuya diversidad específica
suele explicarse en base de la naturaleza de cada una de ellas: la liturgia es
el culto que pertenece al entero cuerpo de la Iglesia, y los ejercicios
piadosos, son formas de piedad privada, pero ambas formas de piedad están
relacionadas entre sí, aunque se distinguen realmente y en la práctica no debe
confundirse (SC 12-13).
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